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En la cama se está mejor (para editar)
Pierna derecha femenina sobre el muslo compacto varonil. Pierna izquierda masculina entre los muslos morenos de la mujer a la que ama con devoción. El brazo de ella rodeando el cuello de él y esos dedos finos de uñas largas y negras dibujando tres puntos eternos sobre la nuca que aloja un tatuaje vinotinto. El brazo de él descansando en la curva peligrosa de la cintura de ella. Una bata de satén blanco apenas cubriéndola, transparencias notorias, pezones oscuros, senos turgentes. Un slip ajustado y el sexo reposando bajo la tela de algodón.
Los rostros tan cerca que dificultan la respiración; alientos entreverándose en espirales de sueños y deseos. El mentón de él hacia arriba, a la altura de aquella naricita por la que se daría media vida; el mentón de ella hacia abajo, escondiendo así parte de su cuello. Y en la variación de posturas producto de los cambios del sueño, ella lleva su brazo hacia la cintura de él mientras su pierna torneada se pierde bajo esa pierna musculosa, en perfecta comunión.
La bata de satén blanco deslizándose hacia arriba, enroscándose en esa cintura fina, dejando los glúteos al descubierto, braguitas verde manzana que no cubren más que el sexo depilado antes de perderse entre las nalgas. Una mano de él sobre un glúteo de ella y esas sonrisas inconscientes bajo el reinado del sueño.
Él abre los ojos, se llena de esos párpados que ocultan a las mieles de su sueño hecho realidad, pestañas azabache apuntando hacia arriba, cejas delgadas arqueadas hacia abajo, dos pecas como estrellas matinales, leve sonrisa de éxtasis del alma y un suspiro desde esos labios carnosos, húmedos, únicos, tan únicos. Y tras relamerse suavemente, él sonríe como solo podría hacerlo a su lado, feliz como nunca, soñando como siempre. Si hasta el lunar de su labio inferior parece un punto estelar en medio de tanta alegría.
“Cambio todas mis libertades por la rutina eterna a tu lado”
Piensa, ¿habrán escuchado sus rezos y sus ruegos? ¿es posible que el destino se haya doblado a su favor? ¿acaso fue el tiempo quién volvió sobre sus pasos y con ella de su mano? Mejor no pensarlo, no quiere pensarlo, no sea cosa que todo vuelva a lo rieles conocidos; y la observa, la estudia, la vive, la disfruta, le acaricia el labio superior con su pulgar derecho. Tan suave, tan suya que no puede creerlo, se pellizca en una de sus manos y le duele, no está soñando… y sí. Pero basta de pensar, no quiere pensar; muerde su labio inferior y suspira sin antes cerrar sus ojos por un instante eterno.
Imagina toda una vida, la proposición de ser su novio, los nervios de la respuesta, la brisa nocturna envolviéndolos, la luz clara de una sonrisa y luego el abrazo, los te amo posteriores estallando desde las almas y ese deseo incontrolable de estar juntos; una cama, sus cuerpos ardiendo, labios, senos, dedos, humedades, caricias, chasquidos de pieles resbalando, gemidos, suspiros, un te amo y otro, y otro más, y mil más, toda una vida de te amo y hasta dos. La primer discusión, los celos, la ira, el llanto, las risas, la complicidad, la necesidad y un sí ante un hombre de blanco, un beso sellando la promesa de hasta que la muerte los separe. Más discusiones, mucha rutina pero más amor, siempre más, costumbres aferrándose en los tiempos, sonrisas de lado, sexo de memoria, ganas de llorar pero más ganas de reír, siempre más… y más amor brillando tras las pupilas, amor todopoderoso, amor alimentado en los fuegos de la convivencia, amor para siempre.
“Cambio todas mis libertades por la rutina eterna a tu lado”
Y vuelven a girar; los brazos de él rodeándola desde su torso, manos masculinas descansando sobre esos senos, y ella que ubica la perfecta curva de sus nalgas en el hueco del vientre de él, a centímetros de su pubis, madeja de vellos, la antesala del volcán y su posterior erupción. La pierna izquierda de él abrazándose a las piernas de ella, dos fetos encimados, protegiéndose, dos que no son más que uno. Ella de espaldas a él, su cabello azabache derramándose sobre la almohada y acariciando a un mentón anguloso; nuca que recibe el cálido aliento y un beso dulce perdiéndose en el cuello fino, a centímetros de una oreja. Otro suspiro compartido, otra sonrisa en sus labios, otro destello más allá de sus pupilas que no quieren apagarse en esa pequeña muerte llamada sueño pues se dobló el destino, todo está en su lugar y aún así, piensa… no quiere cerrar los ojos y despertarse sólo en su cama. Mano derecha delgada entrelazando sus dedos finos en la mano izquierda pálida y rústica de dedos gruesos; pecho cubierto de vellos oscuros adhiriéndose a la espalda morena. Recuerda cada lunar de ese cuerpo, cada marca de esa piel, lo quiere retener todo, no quiere olvidar nada.
Y los ojos de él por sobre uno de los hombros de ella, y el tiempo que se deshace hasta transportarlo hacia ella, más precisamente ante una panza redonda y compacta emergiendo desde un vestido floreado, y un latido, una patada con nombre de mujer, el sueño de toda unión, la continuación de un apellido, de mil memorias, del paso por este mundo. Pechos rebosantes, vientre en flor, lágrimas de felicidad, sonrisas luminosas, caricias sobre su calvicie y un beso que sella el amor de padres. Y el llanto primogénito, el abrazo materno y la mirada paterna, la satisfacción de tenerlo todo, la habitación rosada, la cuna de madera tallada, la frazada que no debe faltar, un mundo de juguetes y biberones tras cada llanto, turnos por quien debe cambiar pañales, el primer diente, el primer “papá”, esa lágrima de amor, mucho amor, siempre más…
“Cambio todas mis libertades por la rutina eterna a tu lado”
No sólo se comunican por los miembros y la piel, también se conectan mediante los olores y los sabores. Las sábanas poseen el aroma resultado de las mezclas de sus perfumes y sus cuerpos saben a sudor y cansancio. La mano de él aprieta a la de ella lo suficiente como para no despertarla, y le planta un beso en la nuca que florecerá segundos más tarde en un suspiro multicolor. Caen sus párpados, el sueño lo doblega, injusto cuando la noche reclama su vigilia enamorada y una lágrima se escapa desde su ojo derecho rumbo a la superficie blanda de la almohada. Muerde su labio inferior y sonríe; quizá alguien con título de supremo escuchó las plegarias que no hizo, quizá el destino acomodó todas las piezas en el lugar que les corresponde, quizá el tiempo volvió sobre sus pasos y ahora todo es como debería ser.
Pronto se escucha su respiración pausada, el sueño lo ha vencido y una lágrima aún permanece pendiendo desde una pestaña como perla amarga.
Ella abre los ojos, se llena de esos párpados que ocultan las negruras de su sueño hecho realidad, pestañas gruesas apuntando hacia abajo, cejas anchas de trazo recto y un lunar en el labio inferior, pequeño astro rey protagonizando la dulce prosa de esa boca. Ella sonríe como solo podría hacerlo a su lado, feliz como nunca, soñando como siempre. Si hasta esas pequitas parecen sol y luna en medio de la alegría.
Con su pulgar derecho limpia la lágrima de él, al mismo tiempo que nace una en su ojo izquierdo.
“Cambio todas mis rutinas por las libertades para siempre a tu lado”
Tres años después, él la rodea desde atrás con sus brazos y ella le acaricia el antebrazo. Las manos masculinas se abren sobre un vientre habitado y los senos hinchados de vida esperan el momento de ser alimento. La cama de los sueños suspira, está regada de sueños cumplidos y por cumplir, de deseos enormes como casas y pequeños como juguetes, de futuros que debían ser y son. Y duermen, descansan, son felices como solo podrían serlo juntos… los tres.
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La condición Humana
Tantas sensaciones y emociones por las que se pasa en un mismo día son muestra de la fragilidad y de la profunda humanidad del hombre...
Pero dar la vida, compartir la vida con los amigos, cuyo corazón late por una misma misión, cuyo principio y fundamento se cimienta en valores como el amor y el servicio... Eso es lo que al final del día hace que me vaya a dormir con una sonrisa y una certidumbre en el corazón, de las que no se ven porque se sienten en todo el cuerpo, de esas que permanecen intactas con los años.
Hoy puedo decir que me siento en plenitud, siempre buscando la voluntad de Dios en mi vida, porque "si no puedo sentir el amor de mi hermano que veo, cómo sentir el de Dios que no veo" y afortunadamente siento el de mis hermanos y hermanas, el de mi familia, el amor propio, y en todos estos amores veo a Dios
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3. Baby Blue
Y está ahí ese hombre, como un madero intacto, hablando de sus adicciones y de sus pensamientos, pero sobre todo escuchándome a mí, alentándome a ser libre y feliz. Y pensarlo en su sueño, y pensar en la urgencia que en algún momento tuve de él, me hace validar que la decisión que tomé fue la mejor. Porque prefiero diez vidas caminando en su mismo camino, a veces lejos, a veces cerca, a veces levantándolo, a veces dejándome llevar... Prefiero eso que una vida de su mano, porque sería solo media, más la incertidumbre de hacer que no funcione.
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Un hipopótamo
Muchos procesos de formación y transformación en mi vida, han desembocado en que me cuesta mostrar mi vulnerabilidad, no me reconozco y no me había querido reconocer en nadie hasta ahora, y quiero compartir lo siguiente:
Una bella metáfora de mi historia en este mundo es la del hipopótamo, un animal tan fuerte, tan imponente y tan poderoso que inspira el miedo, la admiración y el respeto del reino animal y del hombre, con una coraza dura de roer, fuerte y oscura, con cuernos y dientes capaces de triturar lo más difícil… Definitivamente un gigante de acero, pero el gigante lo único que come son flores, no mata ningún otro animal, no se acerca al hombre en su estado natural, en su interior solo está el fruto de esas delicadas flores.
Y darme cuenta y sobre todo mostrarle al mundo que lo que hay dentro de mí son flores no ha sido nada fácil, cada tropiezo y cada desacierto está guardado en mi memoria como la oportunidad de hacerlo mejor la próxima vez.
Heme aquí y ahora, viviendo en el lado humano de la vida, mostrándome vulnerable y dándome el chance de sufrir (y digo sufrir en el sentido de disfrutar el sufrimiento) pero con mucho miedo al mismo tiempo, miedo de hacer daño, miedo de darlo todo, miedo que hace que me tiemblen las piernas y se acelere mi corazón.
Me pregunto entonces ¿Qué haría el hipopótamo?
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2. faltan 5 pa las 12
Estábamos terminando el calentamiento, sabíamos que esa noche iba a ser una de esas memorables, por las ganas que teníamos de bailar y de beber… El deseo corporal de envolvernos en íntimos deseos con 10 almas que comparten una visión del mundo es incontrolable. Y es precisamente compartir la vida lo que durante el último año nos había acercado. Los libros, el vino y la música en el momento indicado, esos tres factores me hacían soñar con que pudiese tener un chance de hacernos sufrir mutuamente, porque con seguridad, una relación entre él y yo sería la viva estampa del dolor.
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1. La certeza de saberlo mío
Eran las 9pm y yo acababa de llegar de mi trabajo, no lo esperaba aún pero en el fondo las 4 semanas de extrañar su voz, su pelo y hasta su olor, me tenían preparada para recibirlo. Me imaginé su trayectoria, su deseo de foto en el ascensor y su segura parada técnica para encender el ultimo cigarro antes de entrar a mi casa, no había visita que deseara mas que la de ese amigo. A pesar de haber hecho lo que hizo, él me había perdido como persona que gustaba de él, pero no como amiga, esa palabra de tanto significado, comodín mágico para un sinfín de situaciones intimas y estrechas… Porque eso era, amiga, amiga y nada más.
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Dela serie: 41 historias de lo que pudo pasar
Hace pocos días viví una experiencia anestésica… Sí, todo lo contrario a una sinestesia porque no pude sentir nada. Durante aproximadamente 12 horas viví la desconexión cerebral más lúcida de mi vida, durante 12 horas no soy capaz de recordar qué hice, o con quién hablé, o cómo entré y salí de mi casa… A ciencia cierta todo es un remolino de misterios, de deliciosa incertidumbre que da pie para comenzar esta serie de historias. 41 historias en el mismo escenario, partiendo del mismo punto y llegando al mismo final…. Un mundo de posibilidades en mi cabeza y una manera de hacer ficciones de mi propia vida: ¡aquí voy!
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Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; descubriré el precio de la felicidad
El principito
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