Resistencia no violenta a regímenes autoritarios de base democrática
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Nuestra sociedad olvida lo obvio
Escribe Mario Sábato
“Quiero felicitar al alumno Marito porque no le ha robado los útiles a su compañero de banco.” (!!!!!!)
Jamás ninguna de mis maestras de la escuela en Santos Lugares me dijo algo así. No me enseñaron a ser honesto. Lo predicaron con su ejemplo y dedicación. No era un mérito, sino una obligación.
Este país, mi país, devastado por los corruptos que, como los nuevos ricos, son torpes y ridículos, y que perdona a los elegantes corruptores de siempre, se me hace como los parques de diversiones, con sus espejos deformantes que causaban gracia a los visitantes. Se veían grotescos, alargados y empequeñecidos. Y eso provocaba sus carcajadas.
Lo mismo, creo, nos pasa ahora. Solo que los espejos no son deformantes, nos reflejan como somos, cómicos para los demás, patéticos para nosotros.
Si fuimos grandes, alguna vez, fue por la excelencia de nuestra educación pública. Todos éramos iguales, pobres y ricos, y los guardapolvos blancos nos indicaban, sin necesidad de discursos, que teníamos los mismos derechos.
Recuerdo que la directora vivía enfrente de la escuela, y su casa era una de las más importantes del barrio. No era una gran cosa, pero tampoco era menos que la del médico, en mi modesto lugar en el mundo.
Crecí de esa manera, sabiendo algo que hoy parece olvidado. Que una maestra es tan importante como un médico. Más todavía, porque a la maestra la necesitábamos todos los días, y al médico solo nos llevaban cuando teníamos fiebre.
Nos pasó lo que nos pasó, y no nos damos cuenta de que la peor enfermedad, la de la ignorancia, es crónica y nos persigue todos los días.
Creo que me estoy quedando solo, como tantas veces me ha pasado. No me conmueve la tristeza de un jugador de fútbol, aunque sea argentino y el mejor del mundo. Me gusta verlo jugar, y hasta me simpatiza. Pero no le agradezco su esfuerzo ni su pasión, ni me enternecen sus lágrimas, aunque sean sinceras.
Este muchacho cobra 27 millones de pesos por mes por patear una pelota. Y una maestra, como la que me enseñó a leer y escribir y, mucho más que eso, a centenares de chicos de mi barrio nos hizo saber qué es bueno ser una buena persona, y debe sobrevivir con algo así como 28.000 pesos mensuales. Eso sí que me hace lagrimear, y estar seguro de que vuelva Messi a la selección es mucho menos trascendente a que retorne la dignidad para los maestros que nos hicieron mejores.
Me parece infame que discutamos el valor del “Fútbol para todos” si no entendemos que es infinitamente más importante una buena educación para todos.
Sé que voy a contramano. No me habitúo a los espejos que nos deforman, que nos hacen creer que lo que vale es tener el río más ancho del mundo, la avenida más larga del planeta, o un equipo de fútbol que gana una copa de no sé donde.
Sé también que es una obviedad lo que voy a escribir: no es un seleccionado de fútbol el que nos va a salvar del país de los espejos deformantes. Es la educación
Será una obviedad, pero pocas cosas son tan peligrosas como olvidar lo que debería ser obvio.
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¿Por qué no te rindes Zelenski?
Xavier Mas de Xaxàs La Vanguardia (26/03/22) https://www.lavanguardia.com/internacional/20220326/8153770/te-rindes-zelenski.html Es una pregunta recurrente que no tiene una respuesta útil. ¿Por qué los ucranianos no se rinden? Aunque hayan frenado el avance ruso es muy difícil que puedan ganar. Son David enfrentándose a Goliat.
Putin redoblará el bombardeo sobre las ciudades. Es posible que recurra a las armas químicas y biológicas, incluso a una pequeña bomba atómica para tomar Kyiv, la costa del mar Negro y todo el este de Ucrania hasta el Dniéper. Para él no hay más salida que seguir adelante. Morirán muchas más personas y la OTAN no hará nada que no esté haciendo ya, como enviar misiles anticarro Javelin y antiaéreos Stinger, drones artillados, más armas y dinero. La prioridad de la Alianza no es que Ucrania gane la guerra, sino reforzar el flanco oriental para disuadir a Putin de que no vaya más allá. Es triste, pero no intentará dominar el cielo sobre Ucrania como le pide Zelenski. Sería entrar en guerra con Rusia y Biden afirma que el riesgo de una tercera guerra mundial es demasiado alto. Es una explicación cuerda, aunque a veces, como en este caso, la cordura implique transigencia. Zelenski podría rendirse, dejar Ucrania en manos de Putin, esperar a que las sanciones ahoguen la economía rusa y el poder cambie de manos en Moscú. Podría, pero no lo hará, y esta resistencia, este sacrificio, es un misterio para muchos occidentales, convencidos de que no es una persona razonable, que su juicio ha sucumbido a la emoción del heroísmo. Los mismos gobiernos que le aplauden y le envían armas cruzan los dedos para que se rinda. La energía bajaría de precio, se desvanecería el peligro de una nueva recesión. “¿Qué sabrá de nosotros el mundo si perdemos?”, debe preguntarse Zelenski en el búnker de Kyiv. Solo los vencedores escriben la historia. Las víctimas aparecen como los irreconciliables, los reaccionarios que rechazan la vida que les ofrece el progreso material, aunque sea bajo una autocracia. A los que le piden que se someta y viva, les responde que prefiere morir, y yo me pregunto ¿qué alternativa tiene si ama lo serio, si tiene un conocimiento profundo de lo que está en juego? Zelenski lucha por la memoria y la esperanza, tal vez lo que más define al ser humano. La memoria del colonialismo nazi y soviético, de los diez millones de muertos entre 1933 y 1945, víctimas de la hambruna, las purgas y la guerra. La memoria de Chernóbil, el peor accidente nuclear de la historia que la URSS silenció tanto como pudo. Memoria de la corrupción y del abuso de poder de los oligarcas, de la revolución Naranja del 2004 que impuso el principio de sucesión democrática. Memoria del centenar largo de muertos en la plaza de la Independencia de Kyiv diez años después, durante la revuelta a favor del anclaje de Ucrania con la Unión Europea. Las personas que estuvieron en aquella Maidán recuerdan cómo cantaban sin parar el verso más popular del himno ucraniano: “Sacrificaremos el alma y el cuerpo, todo por nuestra libertad”. En aquel 2014 nació una nación. Putin ocupó Crimea, Donestsk y Lugansk, pero no consiguió desintegrar Ucrania ni resucitar Novarossiya, la antigua región rusófona a orillas del mar Negro. A partir de entonces, Rusia aún se hizo más autoritaria y Ucrania aún más democrática. Junto a la memoria de los muertos, Zelenski coloca la esperanza de un nacionalismo cívico como base de una democracia liberal. Bajo el fuego del ejército ruso, Ucrania ha pasado de ser una democracia en construcción a una aplaudida en los parlamentos de las sociedades más avanzadas. Un mes de guerra ha bastado para que un sistema político amenazado por el Kremlin y las mafias adquiera una madurez que hoy parece envidiable incluso para las democracias más antiguas. La ciudadanía está unida en un objetivo común. Los ucranianos de origen ruso también se han movilizado contra el invasor. Ucrania demuestra a la OTAN cómo se defiende un territorio y demuestra a los nacionalpopulismos cómo se construye una patria más allá de la identidad étnica, lingüística o religiosa, una patria que es un sentimiento, una idea, mucho más que una historia y una raza. Ucrania ha demostrado que la fuerza unificadora del pluralismo y la tolerancia no tiene rival, que cada hombre es imbatible si tiene dignidad. Zelenski ha defendido a los LGTBI+, a los gitanos, a los tártaros de Crimea, a los ortodoxos del este y a los católicos del oeste, a los pocos judíos ucranianos que, cómo él, descienden del exterminio nazi. El factor humano puede con todo. No hay geopolítica capaz de gestionar su trascendencia. Ucrania la dirige un cómico y el alcalde de Kyiv es un boxeador. Son Churchill en la era TikTok. Su pueblo los sigue. Ningún político profesional puede aspirar a más en una democracia. ¿Por qué no te rindes Zelenski? “Porque puedo ganar, porque hace un mes nadie apostaba por nosotros y ahora nadie puede descartar nuestra victoria, porque la historia y la razón están de nuestra parte, y porque bajo las bombas estamos construyendo un nuevo país.” Es una respuesta que podemos creer aunque no la entendamos. A pesar de todas las razones, nada explica por qué un hombre arriesga su vida por una causa o un país. Es un misterio y creo que deberíamos dejarlo así. Enaltece la vida.
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¿Cuándo un gobierno democrático se vuelve autoritario?
Ricardo M. Rojas: Resistencia no violenta a regímenes autoritarios de base democrática.
El sistema republicano intenta sustituir al gobierno dependiente de la arbitraria voluntad de una persona o grupo —independientemente de cuál haya sido el mecanismo de selección— por una serie de instituciones, reglas y procedimientos que están por encima de esas personas, que señalan taxativamente sus funciones, que establecen los límites de sus atribuciones, que obligan a su recíproco control y que suponen mecanismos de selección y elección diferenciados, todo lo cual contribuye a evitar contubernios y acuerdos espurios tendientes a abusar de sus funciones.
La idea central es que el gobierno se justifica solo en tanto agencia destinada a proteger derechos y resolver conflictos, reconociendo la preexistencia y supremacía de los derechos individuales.
A su vez, todos los mecanismos de limitación del poder permiten potenciar otras formas de mayor participación ciudadana en la toma de decisiones en asuntos comunes, fundamentalmente a través de la transparencia en la transmisión de la información de los actos del gobierno, el ejercicio del derecho de peticionar a las autoridades, etc.
Entre los principios vinculados con la limitación y control del poder que surgen del sistema republicano de gobierno se pueden mencionar: la división y recíproco control del poder a través de distintas agencias; la creación de órganos de control extra-poder independientes funcional y financieramente; las limitaciones de quien detenta el poder ejecutivo, tales como la periodicidad de las funciones, las limitaciones para ser candidato, la prohibición de la reelección, los impedimentos de los parientes directos para ser candidatos, la imposibilidad de acumular cargos públicos; la responsabilidad administrativa, civil, penal y política de los funcionarios por sus actos públicos; la publicidad de los actos del gobierno y el derecho de petición de los ciudadanos para que brinden información y respondan por dichos actos.
Estos y otros principios republicanos son combinados con la descentralización de funciones, del gobierno nacional a los gobiernos provinciales y sobre todo municipales, en términos administrativos, políticos y financieros.
En este contexto, la participación ciudadana en los asuntos públicos, está contenida en el carácter representativo de gobierno, esto es, en el derecho a elegir empleados y postularse para los cargos públicos, sumado al derecho individual de pedir explicaciones, controlar la marcha de los asuntos públicos, denunciar a los funcionarios que se apartan de sus obligaciones, etc.
Pero las funciones de aquellos agentes públicos están previamente establecidas en una Constitución y no pueden extenderse o limitarse por decisión de la mayoría circunstancial en un momento dado, o de un gobierno que se atribuya la representación de esa mayoría. Por eso, es fundamental comprender que en las elecciones que se producen en una república no se eligen «gobernantes» a quienes se extiende un cheque en blanco para tomar decisiones, sino «empleados» que deben cumplir con ciertos trabajos puntuales bajo condiciones preestablecidas.
La Constitución es una valla, un límite de contención frente al avance del poder sobre los derechos individuales, y no importa que quien pretenda dicho avance lo haga por el mero empleo de las armas, en su exclusivo nombre o interés o invocando el consentimiento de millones de personas. La propia Constitución establece mecanismos de reforma que pueden ser accionados si se produce un consenso lo suficientemente fuerte y manifestado de un modo lo suficientemente claro y transparente como para generar las mayorías especiales establecidas por ella para que esto ocurra.
Pero en tanto ello no suceda, la Constitución está por encima de cualquier persona, incluso del gobernante que haya ganado una elección con mayoría abrumadora, y opera como un freno inestimable de sus intentos por avanzar sobre las libertades individuales.
Se ha visto frecuentemente cómo determinados presidentes cuyos mandatos están limitados por la Constitución han intentado o bien modificar esta Carta para tener la ocasión de extender su poder, o bien hacer interpretaciones caprichosas de ella, pretendiendo atribuciones que no les otorga. En la mayoría de estos casos se ha invocado la democracia como argumento. Se ha sostenido que si la mayoría de la ciudadanía está dispuesta a que dicho presidente continúe en el poder, o le dio un extenso voto de confianza para que avance en su gestión de gobierno, la Constitución no puede oponerse a la voluntad popular.
Pero lo cierto es que la carta fundamental intenta crear un gobierno de leyes, de instituciones y procedimientos de interacción, no de hombres, y los límites a las atribuciones presidenciales tienen por finalidad evitar que los gobernantes utilicen las ventajas y recursos que administran gracias a su cargo para generar privilegios y perpetuarse en el poder.
En tal escenario, un gobierno constitucional y democrático podrá convertirse en autoritario en el momento en que el grupo de personas que controla el poder ejecutivo se exceda en la toma de decisiones respecto de las facultades que expresamente la Constitución le otorga y encare acciones tendientes a abusar del poder y desviar recursos públicos en beneficio propio o de un grupo, o permanecer en el gobierno más allá de lo que la Constitución autoriza, o bien intentar su modificación en pos de mantener su autoridad.
Dicha conducta no se hará normalmente con el propósito manifiesto de convertirse en dictador o abusar del poder, sino todo lo contrario: se invocará la decisión democrática avalada por la mayoría en las urnas para justificar este avance sobre los límites constitucionales. Probablemente no sea el propio presidente, sino sus colaboradores y adláteres quienes señalen la necesidad de continuar con una gestión que se acabaría irremediablemente si cambia el líder.
Pero esto último será una mentira: ninguna persona ha sido nunca indispensable para que una sociedad pueda funcionar y los individuos puedan prosperar, ni los gobiernos ni los gobernantes crean riqueza o producen bienestar; las personas lo hacen. Administrar los medios para garantizar el libre intercambio y la protección de derechos de un trabajo para el cual normalmente se pueden encontrar muchas personas capacitadas.
Por lo común, este proceso de acumulación de poder no se produce de un día para otro, sino que es el fruto de una serie de acciones, muchas de las cuales pasan inicialmente inadvertidas y no son vistas como atentados a la Constitución. En este sentido, si no se ha hecho un buen trabajo preventivo para evitar las maniobras de concentración y abuso del poder por parte del Ejecutivo, será más fácil para el presidente avanzar sobre las instituciones y los derechos individuales a través de un plan bien orquestado para anular uno por uno los controles y límites dispuestos a su acción.
El avance del gobierno sobre las libertades normalmente es lento, sigiloso, difícilmente perceptible en el día a día por los ciudadanos. Ciertas decisiones que implican un incremento indebido del poder pueden ser toleradas cuando se las examina en forma aislada, pero muchas veces establecer conexiones entre distintas decisiones de ese tipo permite advertir las verdaderas intenciones del gobernante.
Ello dificulta la tarea de consensuar un punto exacto en el cual el gobierno se convierte en autoritario. Para algunas personas ya el primer avance no legítimo por sobre las limitaciones republicanas lo volverá autoritario. Otros estarán más dispuestos a tolerar algunos abusos; y algunos recién aceptarán que tales abusos se producen cuando ya sea demasiado tarde.
Pero lo cierto es que ese es el camino que un gobernante emprenderá si su intención es acumular poder en provecho propio sin desatar un conflicto violento, y será de extrema importancia no dejarse engañar por las excusas que se invoquen para justificar ese avance.
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Resistencia no violenta a regímenes autoritarios de base democrática
(Ricardo M. Rojas)
En las últimas décadas, en América Latina y en otras regiones del mundo se vienen desarrollando formas de autoritarismo particularmente nocivas, porque revisten a esos gobiernos con una pátina de legitimidad popular que los robustece y contribuye a su subsistencia en el tiempo.
Las tradicionales dictaduras integradas generalmente por grupos armados provenientes de estamentos militares, han ido mutando hacia gobiernos autoritarios que, legitimados originalmente en un proceso electoral limpio que respeta reglas preestablecidas en una Constitución, van incrementando paulatinamente su poder a través de la deformación y perversión de las instituciones republicanas, el manejo sin control de los recursos fiscales y las trampas que todo ello permite introducir en los procesos electorales.
La idea central es que, si se pueden identificar las fuentes del poder de la dictadura, tales como su legitimidad, apoyo popular o institucional, financiamiento económico, manejo de fuerzas armadas, etc., será más sencillo derrocarla. Todas las fuentes de poder dependen de la obediencia o cooperación de las personas e instituciones, de modo que si se socava ese apoyo, finalmente el régimen cae.
Los ejemplos de enfrentamiento no violento o resistencia pacífica a dictaduras han sido muchos en el último siglo, y pueden recordarse como experiencias exitosas más recientes los casos de Túnez, Egipto, o el que al momento de escribir estas líneas se observa en Venezuela. Toda vez que el fundamento final de una dictadura es la fuerza, las ventajas de elaborar estrategias para enfrentarla en otros campos que no sea el armado se pueden advertir con cierta facilidad.
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La fábula del «Amo de los Monos»
(De la dictadura a la democracia. Gene Sharp)
Una parábola china del siglo XIV, atribuida a Liu Ji, por ejemplo, destaca muy bien esta interpretación descuidada acerca del poder político:
En el estado feudal de Chu, un viejo vivía de tener monos a su servicio. Las gentes lo llamaban «ju gong»: el Amo de los Monos.
Todas las mañanas el viejo reunía a todos los monos en su patio y ordenaba al más viejo que condujera a los demás a la montaña a recoger fruta de los árboles y matas. La regla era que cada mono tenía que darle al viejo la décima parte de lo que recogiera. Los que no lo hacían eran brutalmente azotados. Todos los monos sufrían amargamente, pero no se atrevían a protestar.
Un día, un monito les preguntó a los otros: «¿Fue el viejo quien sembró los árboles y las matas?» Los otros le respondieron: «No, brotaron solos.» El monito les dirigió otra pregunta: «¿No podemos nosotros coger la fruta sin permiso del viejo?» Los otros replicaron:
«Sí, todos podemos hacerlo.» El monito siguió: «¿Entonces por qué tenemos que depender del viejo? ¿Por qué tenemos que servirlo?»
Antes de que el monito hubiera terminado su discurso, todos los monos de pronto se sintieron iluminados y despertaron.
Esa misma noche, al observar que el viejo se había quedado dormido, los monos rompieron las barreras del vallado donde se hallaban encerrados, y destruyeron el recinto por completo. También se apropiaron de cuanta fruta el viejo tenía guardada y se la llevaron al bosque, y nunca más volvieron. Al fin el viejo murió de inanición.
Yu-Li-Zi dice: «Algunos hombres en el mundo gobiernan a su pueblo mediante tretas y no por principios rectos. ¿No son estos iguales al Amo de los Monos? La gente no se ha dado cuenta de su embrutecimiento. Apenas se les ilumine el conocimiento, las tretas dejarán de funcionar.»
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Los regímenes autoritarios de base democrática
(Fragmento de libro Resistencia no violenta a regímenes autoritarios de base democrática, de Ricardo M. Rojas)
A los efectos de este trabajo, entiendo por «régimen autoritario de base democrática» aquel gobierno originariamente legítimo, constituido según las reglas establecidas en una constitución válida, mediante un proceso electoral genuino y limpio, pero que posteriormente desarrolla maniobras ilegítimas tendientes a acumular un poder político, económico o militar espurio, superior al autorizado por la Constitución vigente al momento de su surgimiento en beneficio de los miembros del gobierno o de algún grupo, o mantenerse en el control del gobierno más allá de los plazos constitucionales existentes al momento de su elección.
De tal modo, el régimen es democrático por su origen (elección popular) y por actuar a través de instituciones constitucionales legítimas, que han sido creadas con el propósito de afianzar un orden republicano y limitar el poder. El objetivo de su acción es precisamente cambiar ese orden y neutralizar las limitaciones al poder, hasta que, eventualmente, se convierta en dictadura. Además, intentará mantener su legitimación electoral de origen a través de comicios periódicos, sobre los cuáles podrá influir de distintas formas para asegurar su triunfo.
Las maniobras tendientes a alcanzar ese fin podrán consistir, entre otras, en:
— Concentrar «de facto» en el Poder Ejecutivo funciones que deberían ejercer los demás poderes y órganos extra-poder del Estado.
— Anular o entorpecer la labor de los organismos públicos de control de los actos gubernamentales.
— Minar la independencia del Poder Judicial.
— Producir modificaciones constitucionales y legales tendientes a eliminar cualquier traba que impida la acumulación de funciones y poder administrativo, político o económico, así como la reelección indefinida del gobernante o el acceso al gobierno de sus familiares directos.
— Asumir el manejo total de los recursos económicos del Estado, desviándolos hacia la construcción del propio poder político y económico del grupo gobernante.
— Eliminar la oposición política mediante maniobras económicas, políticas, etc.
— Generar la dependencia económica hacia el gobierno central, por parte de las administraciones municipales y provinciales.
— Generar apoyo político al grupo gobernante, a partir del uso ilegal de fondos públicos.
— Elaborar acuerdos espurios con grupos económicos fuertes, distribuyendo entre ellos monopolios artificiales de los principales servicios a cambio de apoyo económico, sea personal o para mantener al grupo en el poder.
— Concentrar un férreo poder de control y dirección de las fuerzas armadas y de seguridad, para que sirvan prioritariamente como instrumento de ejecución y protección a las órdenes del grupo gobernante.
— Restringir y anular el funcionamiento de instituciones privadas de investigación, control, asesoramiento y otras actividades vinculadas con el monitoreo de las acciones del gobierno.
— Restringir fuertemente la libertad de expresión, manifestación pública, el acceso a redes sociales, las formas de petición a las autoridades y todo otro mecanismo de oposición o control ciudadano al gobierno.
— Restringir fuertemente o eliminar la libertad de prensa y opinión, tanto en su faz individual como en la empresarial.
— Producir modificaciones al sistema electoral y actos de fraude directo o indirecto en los futuros comicios con el propósito de mantener el control del Estado, renovando su supuesta legitimidad de origen en elecciones subsiguientes.
Este poder ilegítimo podrá ser utilizado por el régimen para que sus integrantes y asociados se enriquezcan ilegalmente, para que permanezcan en el control del gobierno más allá de los tiempos estipulados por la Constitución vigente al momento de su designación, para realizar acciones políticas y administrativas no autorizadas por la ley, para favorecer a ciertos grupos económicos amigos, etc.
Normalmente, la transformación de un gobierno legítimo en autoritario no ocurre abruptamente, sino que es el resultado de una serie de acciones que se adoptan en distintas áreas, en ocasiones de manera reservada o apenas perceptible para la gente. En la medida en que algunas de esas acciones resultan exitosas, los anticuerpos que la república elabora contra la concentración de poder se van debilitando, lo que facilita la adopción de nuevas medidas similares, hasta que el set completo de transformación es implementado y el gobierno originalmente constitucional y republicano deviene en dictadura.
El momento en el cual podrá considerarse que el gobierno legítimo se ha vuelto autoritario será cuando los intereses del Estado encarnados por el gobierno sean considerados superiores a los de los habitantes, y los derechos de estos últimos comiencen a ser violados en nombre de aquellos intereses.
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