randolphcarteruniv
There and back again...
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"Le seul véritable voyage, le seul bain de Jouvence, ce ne serait pas d'aller vers de nouveaux paysages, mais d'avoir d'autres yeux, de voir l'univers avec les yeux d'un autre, de cent autres, de voir les cent univers que chacun d'eux voit, que chacun...
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randolphcarteruniv · 3 months ago
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Un gran fin de fiesta
De pie, junto a la ventana, con su cuerpo desnudo envuelto por la fina gasa de las cortinas, Marina observaba el ajetreo de la plaza. Los vendedores desmontaban con cuidado los últimos tenderetes del rastrillo, intentando no abrasarse con sus esqueletos metálicos calentados al sol del mediodía.
Debía ser tarde, las dos y media, las tres... No habían mirado el reloj ni el móvil desde la noche anterior. Habían llegado demasiado tarde, demasiado ansiosos, con demasiadas copas.
Tumbado en la cama, Juan contemplaba el techo con la mirada perdida, sumido en sus pensamientos, con el pelo enmarañado y la piel perlada de sudor.
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- ¿Por qué? -preguntó mientras la observaba deslizarse de vuelta a la cama como una sombra, el velo nacarado de los visillos resbalando suavemente sobre su piel.
- ¿No me digas que no te ha gustado? -respondió Marina sentándose junto a él en el colchón.
- Sabes que sí. Ese es el problema.
- Siempre dándole vueltas a la cabeza -le dijo al tiempo que tomaba sus manos para jugar con sus dedos, besándolos, acariciándolos.
- Ya sabes como soy. 
- Deberías olvidarte alguna vez de las normas. ¡Cajita! Que eres una cajita.
- ¿Y qué crees que ha sido lo de esta noche?
- Un gran fin de fiesta -Marina le miraba con una media sonrisa cargada de picardía.
- Todavía no me has contestado.
- ...
- Hace un siglo que no sé nada de ti. Lo poco que hemos hablado ha sido por whatsapp, tres o cuatro líneas para felicitarnos el cumpleaños y poco más. Ni siquiera he conseguido quedar contigo para tomar algo, y no será porque no te lo he propuesto. No nos veíamos desde la fiesta en casa de Nadia, y hace por lo menos año y medio. Ni una vez en todo este tiempo. 
- ... tal vez ésta sea la última.
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randolphcarteruniv · 4 months ago
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La última vez
Juan no acababa de entender lo que quería decir.
No era la primera vez que se prometían que no volvería a repetirse. Casi siempre pasaban meses sin hablar, sin verse, hasta que se encontraban en alguna parte y volvían a recaer. Le sonaba un poco a más de lo mismo, aunque de alguna manera, diferente.
Al principio había sido ella la que le buscaba, pinchándole, tentándole, sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Llevó tiempo, pero al final terminó por ceder a la tentación.
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Fueron un par de meses de encuentros improvisados, apasionados, clandestinos, se divertían como la primera vez, hasta que la realidad se impuso y decidieron dejarlo antes de que todo se estropeara. 
La siguiente fue su culpa, demasiado tiempo solo. Habían quedado para tomar algo y ponerse al día, pero terminaron recordando los viejos tiempos.
La conversación se volvió cada vez más picante, cargada de dobles sentidos, la tensión se podía cortar. Para cuando salieron del restaurante parecían una parejita de adolescentes buscando una habitación.
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Bastó cruzar la puerta de su casa para dar rienda suelta a las ganas de arrancarse la ropa, incapaces de controlar sus ganas de disfrutar el tacto de su piel y el salado dulzor de sus cuerpos. 
Por la mañana se sentía culpable, pero Marina le recordó que para bailar hacían falta dos, que no era el único que había estado jugando aquella noche, y se despidió con un beso. 
Juan había prometido no volver a caer en la tentación, y no era fácil; le conocía demasiado bien y su picardía era un enemigo feroz. A veces, cuando le apetecía jugar, le escribía insinuante, atrevida, con palabras cargadas de sensualidad y excitación, y casi siempre terminaban con un calentón considerable y el sueño agitado durante varios días.
De la última vez hacía ya un año. Había pasado casi sin darse cuenta, un encuentro casual, un par de palabras sueltas en whatsapp, una conversación que iba subiendo de tono, una invitación a comer.
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randolphcarteruniv · 4 months ago
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El gato y el ratón
- ¿Juan?
La voz me resultaba familiar.
Levanté la mirada para encontrarme unos ojos color miel que me observaban con curiosidad. Era una mujer joven, más o menos de mi edad, con el pelo castaño y piel aceitunada, la viva imagen de una Scheherezade.
- ¿Sofía?
- ¡Cuánto tiempo!
Aún sorprendido intenté ponerme en pie, tropezando con la mesa y derramando parte del café. Sofía sonreía divertida.
- Parece que no has perdido tus dotes como camarero -dejó caer con cierta sorna.
- ... le dijo la sartén al cazo -contesté mientras nos dábamos dos besos y la invitaba a sentarse.
- ¡Eh, cuidadito, que yo nunca rompí un plato estando de servicio! Y ya sabes que el cliente siempre tiene razón.
- Ya. Eso será allá en el país del sol naciente. Aquí el camarero siempre tiene derecho a réplica. Además, de servicio no sé, pero gracias a ti en "El David" se renovó la vajilla entera un par de veces en menos de seis meses.
Nos echamos a reír mientras se quitaba el largo abrigo y se sentaba en la silla de al lado.
- ¿Qué haces por aquí? La última vez que supe de ti andabas por Kyoto o Nara montando una academia.
- Ya, bueno, ese era el plan, pero...
- ¿No salió como estaba previsto?
- Digamos que resultó mucho más difícil de lo que parecía.
Su mirada se oscureció un segundo mientras sus ojos se perdían mirando hacia la barra. Viendo el percal, preferí no insistir.
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Pedimos otro café y seguimos charlando mientras nos poníamos un poco al día: el trabajo, la familia, las idas y venidas de los antiguos compañeros del bar.
- ¿¡Se casaron!? Bueno, normal, si es que se veía venir. Estaban siempre como el gato y el ratón.
- Ya ves. Cuando no era Esther la que buscaba a Alberto, era él el que andaba buscándole las cosquillas.
- No lo jures. ¿Te acuerdas de aquel guiri tan guapo que se pasaba siempre a comer, el canadiense, Jamie?
- ¿El periodista?
- Sí, ese. No sé si Esther te lo contó, pero durante un par de meses estuvo tonteando con él fuera del curro, se mandaban mensajitos, se pasaba a buscarla al salir... Creo que coincidió con el final de tu doctorado y andabas un poco out. Pues Alberto andaba como alma en pena, como si no estuviera, y luego, de vez en cuando, le daba el pronto y se ponía a gritarnos a todos.
- ¡Mira qué calladito se lo tenían!
- Pues el día de la fiesta de fin de año casi se lían a hostias. Alberto iba un poco pasadito, Jamie también, y encima había estado toda la noche rondando a Esther. Al final acabaron yéndose a un rincón y Alberto detrás. Si no llega a ser porque aparecieron unos colegas de Jamie y se lo llevaron, a saber cómo habríamos terminado.
- ¡Joder!
- Si nos decuidamos, salimos en los periódicos.
- Bufff... pues primera noticia.
- Ya imagino.
- ¿Por?
- Dejémoslo en que Marina se ocupó de tenerte entretenido toda la noche -se podía apreciar un cierto tono de reproche en su voz.
- Bueno, sí, qué quieres que te diga. Todos nos engañamos, o nos dejamos engañar alguna vez, ¿no? Desde dentro no siempre es fácil darse cuenta de las cosas.
-Vaya...
- Ahora vive en Londres. Se mudó hace un año o así con su novio.
Por un momento se hizo un silencio un tanto incómodo.
- Sabes, Marina no era la única interesada en ti. Si no se hubiera metido por medio...
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randolphcarteruniv · 6 months ago
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Su única oportunidad...
- Soy imbécil -pensó mientras apoyaba la cabeza en la pared y dejaba que el agua caliente le envolviese. 
Estaba hecho polvo. Hacía mucho que no salía de empalmada. ¡A ver quién era el guapo que aguantaba ahora todo el día en el curro!
- Tenía que haberme ido antes, cuando salimos del 'Quevedo'.
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El plan era cenar con los antiguos compañeros del bar, después cada mochuelo a su olivo... pero Marina había discutido con Luis aquella tarde y, cuando todos empezaron a despedirse, se empeñó en seguir de fiesta. Intentaron convencerla, pero no hubo manera. Si ya era difícil de normal, con unas cuantas copas imposible. Al final, de mala gana, al más puro estilo 'la última y nos vamos', se acercaron al 'Clave'.
Estaba bastante lleno para ser jueves, se ve que la moda de los juernes calaba incluso allí. Alberto y Juan se acercaron a la barra mientras el resto iba a buscar un rincón para dejar los abrigos. Tardaron una eternidad. Para cuando trajeron las copas, Marina y Esther ya llevaban un rato bailando. Julio revisaba su móvil apoyado en la pared.
- ¿Y la mía? -Marina se había acercado a Juan como una exhalación para arrebatarle el vodka con lima.
- ¿Juan, no vas a tomar nada? -dijo Esther dando un sorbo al gintonic que le había pedido Alberto.
- Mañana curro, a las 6:00 tengo que estar en pie, no es plan llegar encima con resaca. 
- ¡Aguafiestas! Venga, dale un trago al mío por lo menos.
- Marina, no, de verdad. Tengo que amanecer en nada. Además, ya llevo unos cuantos vinos y sabes que no me gusta mezclar.
- ¡Siempre igual! Los demás de fiesta y tú amuermado y jodiendo.
- Marina, ¡déjale!
- Eso, ¡qué más da! Si total ya estamos de recogida -dijo Julio intentando contemporizar.
- ¡Por eso mismo! Para un rato que vamos a estar, por lo menos que se tome algo. Si no, que no hubiera venido.
- Si quieres me voy.
- ¡Tú mismo! -Marina le miraba con intensidad.
- ¡A mandar! 
Ni corto ni perezoso, Juan cogió el abrigo y haciendo un gesto de despedida, enfiló hacia la puerta. 
Hacía frío, bastante más que al entrar. Con la tontería llevaban ya casi una hora allí y se notaba que era tarde. Se abrochó hasta el último botón del abrigo y echó a andar hacia Sol mientras rebuscaba en sus bolsillos.
- ¡Juan! ¡Espera! -Alberto le llamaba desde la puerta-. Tío, no te vayas así. No le hagas caso, ya sabes cómo es. No hace falta que te tomes nada si no quieres.
- ¡Venga ya, Alberto! Sabes que no es por eso. Siempre estamos igual y estoy cansado. 
- Ya, lo sé, joder, pero no lo dejes así.
- Se ha pasado tres pueblos. Toda la noche pinchándome, primero por la ropa, luego con el curro, el tono del móvil, ahora me la monta por una copa...
- Sabes que si te piras mañana te vas a pasar el día encabronado.
- ¿Mañana? ¡Cómo si no estuviera encabronado ya! ¡¿Qué coño hago?! ¿Volver como si no hubiera pasado nada? ¡Ya está bien de aguantar gilipolleces y bailarle el agua!
-  Sí, ya lo sé, que estás harto, pero tampoco es plan dejarnos a los demás tirados -respondió mientas le agarraba del hombro-. Date una vuelta a la manzana, echas un piti y luego entras. Esther está echando la bronca a Marina y Julio le ha puesto cara de pocos amigos. Te prometo que la cosa estará más tranquila.
- ¡Como siempre! Al final tengo que ser yo el que da el brazo a torcer.  
- Veeennga, dejamos que baile un poco, que se olvide de lo de Luis, y cerramos el chiringuito. ¡Tampoco te vas a morir por aguantar una hora!
- No sé yo.
- ¡Anda! Si en el fondo te gusta hacerte de rogar. ¡Te veo en un rato! -dijo Alberto con gesto cómplice.
Dio media vuelta camino del bar sin esperar respuesta, mientras Juan suspiraba y sacaba por fin el tabaco. 
Para cuando volvió al 'Clave' el sitio no estaba tan lleno. Alberto y Esther hablaban junto a la mesa en la que habían dejado las copas y los abrigos. Un poco más allá se veía a Julio, que aún seguía con la chaqueta puesta. Juan se acercó, quitándose el abrigo, sólo para que Esther le recibiera con un 'gracias' y un beso en la mejilla.
Miró a Alberto, que hizo un gesto con la cabeza. Al fondo se veía a Marina bailando, copa en mano, rodeada por un pequeño grupo de admiradores que parecían estar esperando una oportunidad. 
- No te preocupes -dijo Esther. Está más relajada, diría que hasta arrepentida.
- Ya -respondió Juan poco convencido.
- Aunque se le ha subido bastante.
- Como siempre -respondió Juan mientras centraba por un instante su mirada en los movimientos de Marina.
Siguieron charlando mientras el bar se vaciaba a medida que la música se iba haciendo cada vez más lenta. 
A eso de las 3:00 el estrépito de una copa al estrellarse en el suelo les hizo girarse. Marina había tropezado. Intentaba levantarse con ayuda de uno de sus "fans", más interesado en verla en posición horizontal que en devolverle la vertical. 
Juan se acercó y cogiéndola por debajo del hombro, la ayudó a levantarse. Su buen samaritano le miraba contrariado, pero la cara de pocos amigos de Juan no dejaba lugar a réplica. 
- Creo que va siendo hora de irse -le dijo a Marina mientras se acercaban a la mesa, sin obtener más respuesta que un leve cabeceo. 
Alberto y Juan salieron a la calle con Julio, mientras Esther y Marina se acercaban al baño antes de salir.
- ¿Qué hacemos con Marina?
- ¿No había traído el coche? -dijo Julio, más como quien detecta un problema que ofreciendo una alternativa. 
- Sí, y seguro que quiere cogerlo -respondió Alberto mirando a un Julio intranquilo-, pero no está en condiciones, ni de coña. Tendrá que quedarse en casa de alguien. 
- ¡¡No, no, imposible!! Ya sabéis que mi abuela montaría un pollo de impresión. No puedo. 
- Joder, Julio, ¿de verdad? ¿No puedes intentarlo por una vez? ¿Qué coño vas a hacer el día que te eches novia? ¿Dejarla en la puerta?
- ¡Que no, Alberto, que no, de verdad! No os hacéis una idea del lío que se puede montar. ¡Imposible! ¡Antes le pago un hostal!
Alberto ignoró esa última parte y miró interrogante a Juan, que se había mantenido al margen de la conversación. 
- ¡No me jodas, Alberto! ¿¡Después de la noche que me ha dado!? ¿No podéis acercarla vosotros a San Fernando?
- Sabes que nosotros vamos a la otra punta, yo dejo a Esther en Torre y tiro pa Villalba. San Fernando ni está ni se le espera. Además, si la llevamos, ¿cómo recoge mañana el coche?
- ¡Venga ya! Además, yo tengo que salir zumbando al curro en tres horas. 
- ¡Mejor! La dejas durmiendo en el sofá y arreglado. ¡Tampoco sería la primera vez! Para cuando amanezca ya se le habrá bajado y podrá coger el coche de vuelta. Y así, la próxima vez que te la quiera liar, verás como se lo piensa dos veces. 
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- Tenía que haberme ido antes, cuando salimos del 'Quevedo'.
Aún adormilado, Juan cerró el grifo de la ducha y tanteó el borde de la mampara para alcanzar la toalla. Las dos horas de sueño no habían hecho ningún milagro, casi estaba peor que antes de acostarse. 
- Espero no haberla despertado -pensó mientras recogía su ropa antes de salir de baño. 
Marina seguía en el sofá. 
Aunque le había insistido en que se acostase en su cama, no hubo forma de que diera su brazo a torcer. Al final, cansado de discusiones, le había dejado su almohada y una manta. Al menos, con el radiador justo al lado, no hacía nada de frío en el salón. 
Se sentó a su lado intentando no despertarla. 
A veces, sin darse cuenta, se quedaba embobado mirándola. ¿Por qué tenían que pasarse la vida discutiendo? 
- Si Luis no te hubiese conocido antes...
Siempre le había parecido guapa, pero la verdad es que estaba preciosa con el pelo alborotado cubriéndole la frente y la mejilla. 
Escuchaba su respiración. Sus labios, ligeramente abiertos, dejaban escapar en un leve susurro. 
Se la veía tan relajada. 
Él, en cambio, tenía el pulso acelerado... y no era la primera vez.
Siempre se había sentido igual desde que la conocía.
Y ahora, viéndola allí, dormida, sentía un deseo irrefrenable de besarla.
Seguramente sería su única oportunidad.
Cuando estaba despierta eran como el perro y el gato.
Intentaba no ceder a la tentación, mientras se dejaba seducir por el rubor de sus labios.
Incapaz de sobreponerse, se inclinó...
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... y la besó en la frente.
Al levantarse, con el corazón aún en vilo, se encontró con la mirada de Marina.
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randolphcarteruniv · 4 years ago
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Up all night, Alain Cornu
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randolphcarteruniv · 4 years ago
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Elisabetta Gut, Serenata a Man Ray, 1983 [Repetto Gallery, London]
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randolphcarteruniv · 5 years ago
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Staff Pick of the Week
My staff pick of the week is the seven-volume set of The Decline and Fall of the Roman Empire by Edward Gibbon (1737-1794). Edward Gibbon was a rationalist historian who lived in 18th-century England and is best known for this set of histories. The first volume was printed in 1776 and received several additions and revisions by the author before his death. The seven volumes cover the Roman Empire from the 1st century AD to the 15th century. 
This particular set was published in 1946 by George Macy Companies, Inc. as part of their Limited Editions Club. The box set was printed in an edition of fifteen hundred and was sent out as part of the subscription service for the club. These editions included photogravure prints from etchings in The Views of Rome by Giovanni Batista Piranesi (1720-1778). 
Piranesi’s etchings and the histories were produced at around the same time but they did not come together in printing until these special editions. Another aspect of the special editions, and the reason they are my staff pick, is the design of the spines. They are bound in black morocco and stamped in designer gold. As the volumes progress from the first to the last the ionic column crumbles into disrepair. To follow the various stages of the empire’s regional rule each volume has a map from the period that it covers. The second map image was most interesting to me because it shows a time when the Roman Empire was no longer in control of Rome, but instead ruled by the Ostrogoths.
– Claire, Special Collections Graduate Intern
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randolphcarteruniv · 5 years ago
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View of Venice by Jacopo de Barbari, ca. 1500. This very large (52″x109″) and detailed woodcut was an impressive act of imagination, as Barbari of course could not actually see Venice from above.  It took him three years to produce.
{WHF} {HTE} {Medium}
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randolphcarteruniv · 5 years ago
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Birthday Anniversary Spotlight: Gustave Doré!
Well, his birthday anniversary was yesterday, but In celebration, we are showing the illustrations that appeared in Milton’s Paradise Lost, edited with notes and a life of Milton by Robert Vaughan. This edition was published by Cassell, Petter, and Galpin in both London and New York in 1866 and includes 50 leaves of illustrations by Gustave Doré.
The 19th century French artist Gustave Doré, worked in many mediums but was known primarily for his wood engravings. He was a child prodigy, carving stone by age 12 and hired as a caricaturist by a French newspaper by age 15. He was a sought after illustrator and worked across many genres, from the works of Lord Byron, to the Bible, and even Edgar Allen Poe. He was extremely prolific, illustrating dozens upon dozens of works, many of them with over 100 illustrations each. He accomplished all this in a short span as he lived to be just 51 years old and passed away in 1883 while still working to complete the illustrations for an edition of Shakespeare’s plays. 
We’ll post more works with illustrations by Gustave Doré in the future! In the meantime, you can learn about other editions of Paradise Lost here.
-Katie, Special Collections Graduate Intern 
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randolphcarteruniv · 5 years ago
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Michael EASTMAN
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randolphcarteruniv · 5 years ago
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randolphcarteruniv · 5 years ago
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Ruins of an Ancient City, John Martin , c. 1810 - 1820, Cleveland Museum of Art: Modern European Painting and Sculpture
The painting depicts an imagined scene of a ruined ancient city bathed in the nostalgic glow of twilight. The artist’s detailed, almost archeological, interest in these Greek or Roman buildings is characteristic of Neoclassicism, although the composition—which plunges suddenly from the foreground into a deep valley—and dramatic lighting are typical of Romantic painting. Size: Framed: 118.5 x 142 x 8 cm (46 5/8 x 55 7/8 x 3 1/8 in.); Unframed: 95.6 x 118.6 cm (37 5/8 x 46 11/16 in.) Medium: oil on paper, mounted on canvas
https://clevelandart.org/art/1981.13
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randolphcarteruniv · 5 years ago
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On this day: August 8, 117 CE
Emperor Trajan dies after suffering a stroke in the city of Selinus. He was deified by the Senate, and was succeeded by his adopted son Hadrian.
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randolphcarteruniv · 5 years ago
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randolphcarteruniv · 6 years ago
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José de Ribera: Prometeo (1630)
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randolphcarteruniv · 6 years ago
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Ippolito Caffi - Solar Eclipse over Venice - 1842
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randolphcarteruniv · 6 years ago
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