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El cerebro es como el mar
Olas tranquilas, olas impetuosas
Nuestro cerebro tiene una forma rugosa, dicen que se semeja a una nuez, pero creo que la similitud también está en un mar picado con muchas olas. Olas u ondas, son las que nos permiten sentir varios estados mentales. Para ser más consciente de lo que realmente pensamos y sentimos, basta eliminar todos los estímulos externos, concentrarte en tu cuerpo y dejar de percibir el tiempo en forma lineal. De esta forma te conocerás más a ti mismo, a través de tus programas inconscientes automáticos.
La naturaleza del cerebro es electroquímica, es decir, funciona a través del intercambio entre las células nerviosas de cargas eléctricas, que a su vez generan campos electromagnéticos, que se detectan a través de un electroencefalograma (EEG).
Tipos de ondas
Estas ondas cerebrales pueden ser de varios tipos, y cada una de ellas nos sitúa en un estado distinto:
Ondas delta: son las ondas que corresponden a un estado menor actividad cerebral, de 0,5 a 4 ciclos por segundo.
Predominan en los niños desde los 0 a los 2 años.
En el sueño profundo se generan también estas ondas.
Ondas zeta: Son ondas de frecuencia un poco más alta, entre 4 y 8 ciclos por segundo.
Los niños de edades comprendidas entre 2 y 5 o 6 años, permanecen la mayor parte del tiempo en un estado de ondas zeta, similar al trance y muy introspectivo. Todo lo que les decimos va a parar al subconsciente, donde habitan las ondas lentas.
En un adulto estas ondas se poseen en el estado intermedio entre la vigilia y el sueño. La mente consciente aún trabaja pero el cuerpo está muy relajado, casi dormido. Es el estado que busca el hipnoterapeuta.
Ondas alfa: De 8 a 13 ciclos, estas ondas predominan en los niños de 5 a 8 años. Comienza el pensamiento analítico y el mundo imaginario se confunde con el real, de ahí que se identifiquen tanto en los personajes de los juegos de roles.
El adulto se preocupa menos del espacio exterior, se relaja y se concentra en su mundo interior. Estás en un estado meditativo ligero. El lóbulo frontal proceso lo que ocurre. Conectas con la emoción del momento y el cerebro se enlentece. En ese momento tu cerebro es más receptivo y se produce el aprendizaje.
Ondas Beta: Son ondas superiores a 13 ciclos por segundo. Corresponden al pensamiento analítico.
Pueden ser bajas, medias y altas. Conforme se va creciendo se va escalando en frecuencia.
La neocorteza procesa la información del exterior y la analiza.
Analicemos cada una de las ondas beta:
Beta baja: entre 13 y 15 hercios. Proporciona un estado de concentración relajado. Por ejemplo, cuando lees un libro relajadamente.
Beta media: entre 16 y 22 hercios. Implica una concentración con mayor actividad del neocórtex. Es el caso de realizar una lectura de la cual te van a hacer un examen.
Beta alta: entre 22 y 50 hercios. Implica situaciones de estrés elevado. Una concentración demasiado elevada y un cuerpo demasiado estimulado no os permiten funcionar bien. Es un mecanismo de supervivencia para reaccionar ante situaciones de emergencia. En situaciones muy concretas, este estado nos saca de apuros, pero no es bueno mantenerlo durante mucho tiempo.
Competir, estar ansioso, ser obsesivo en alguna actividad, vivir en un estado de emergencia continuo, tener pensamientos de supervivencia, es estar funcionando en modo beta alto. En esos momentos nos concentramos en los Tres Grandes, tal como dice Joe Dispenza, que son, el cuerpo, el entorno y el tiempo. Miramos mucho afuera y poco a nuestro interior. Nos obsesionamos con la supervivencia y dejamos de ver otras posibilidades creativas. Estás analizando y juzgándolo todo. No puedes entrar en el subconsciente.
Ondas Gama: de 40 a 100 herzios.
Son ondas correspondientes a un estado de conciencia elevado, asociado a momentos de paz y felicidad, de mucha concentración o de compasión.
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Alimentación y salud mental
Alimentación y salud mental
Cada vez son más las voces desde el ámbito médico y científico que relacinan el estilo de vida de una persona con su salud mental. La doctora Hyla Cass, psiquiatra que practica la medicina integrativa, está convencida de que la salud mental se recupera con una alimentación adecuada y unos hábitos saludables.
La vitamina B3 o niacina
Uno de los cofundadores de la medicina ortomolecular, el doctor Abram Hoffer, también pone en relación las deficiencias nutricionales y las enfermedades mentales, sean del tipo que sean. Por ejemplo, para tratar la esquizofrenia, el Dr. Hoffer administró a sus pacientes altas dosis de niacina (vitamina B3), y consiguió que muchos de sus pacientes pudieran llevar una vida normal. Responden bien al tratamiento con niacina personas afectadas con el trastorno por déficit de atención, la psicosis general, la ansiedad, la depresión y los trastornos obsesivos compulsivos.
La pelagra, o mal de la rosa, enfermedad de las tres d (diarrea, dermatitis y demencia) se debe a una deficiencia de niacina. Y los síntomas incluyen también trastornos mentales.
La intolerancia al gluten
El gluten puede ocasionar depresión severa en personas con intolerancia. La doctora Cass ha conseguido curar de esta dolencia a pacientes mediante la supresión del gluten en la dieta.
La comida procesada crea inflamación intestinal, que puede derivar asimismo en depresión.
Otros nutrientes
Aceites de pescado
Son preferibles el krill (se absorbe mejor) y los peces pequeños de aguas limpias. Ya hace tiempo que se investigó la relación de omega 3 con la salud cerebral. El psiquiatra de Harvard, el Dr. Andrew Stoll fue pionero en el tratamiento de la depresión con ácidos grasos omega 3.
También se ha demostrado su eficacia en el tratamiento de la psicosis, la esquizofrenia y el trastorno bipolar.
Se pueden tomar entre 250 y 500 mg de EPA y DHA. En casos de depresión, se recomienda tomar dosis más altas.
La vitamina D
Se ha comprobado que las personas con depresión tienen niveles más bajos de vitamina D, que regula la serotonina en el cuerpo.
Vitaminas B12, B6 , B8 y B9
Es muy importante esta vitamina para el equilibrio mental. Su deficiencia está relacionada con confusión, agitación, depresión, manía, psicosis y trastorno paranoide.
Dosis altas de un combinado de vitaminas B6, B8 (inositol) , B9 y B12 eran muy efectivas para el tratamiento de la esquizofrenia.
Disminuir la inflamación
Nuestro intestino es nuestro segundo cerebro por la complejidad en conexiones nerviosas. Existe pues, un eje intestino-cerebro, el sistema nervioso entérico, que conviene sanear para mantener una salud mental óptima. Las personas esquizofrénicas poseen una biodiversidad microbiana más reducida.
Se han estudiado muchos probióticos que mejoran ciertos trastornos mentales. El neurólogo David Perlmuter, en su libro, Alimenta tu cerebro, expone cuáles son los alimentos que conviene ingerir para tener una salud intestinal a raya. Básicamente se trata de aumentar el consumo de fibra y alimentos probióticos, es decir, aquellos que favorecen la vida microbiana, tales como el chucrut, el kimchee, natto, kéfir y otros.
Los antibióticos destruyen bacterias beneficiosas por lo que su uso debe estar muy justificado y reducido.
Estilo de vida
Otros hábitos incorporados a nuestras rutinas diarias contribuyen de igual manera a un mejor equilibrio psíquico.
Sueño de calidad y suficiente.
Realizar actividad física.
Evitar o reducir estimulantes como el alcohol.
Reducir o evitar los medicamentos.
Incorporar prácticas de reducción del estrés.
Tener una vida social activa.
Mantener relaciones familiares saludables.
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Grounding
Introducción
También llamado earthing, consiste en caminar descalzo sobre la tierra para absorber sus energías, sus electrones, es como tomar una buena dosis de antioxidantes.
El ser humano es un ser bioeléctrico. La superficie de la Tierra, a su vez, está cargada negativamente. Esto se debe a que la luz del sol descompone las moléculas en dos, una carga negativa y otra positiva. Las cargas negativas pasan a la superficie de la tierra, las positivas quedan más arriba, en la ionosfera. A través de los pies se absorben esos electrones o cargas negativas.” Es como tomar puñados de antioxidantes pero con sus pies”, según el prestigioso cardiólogo Stephen Sinatra en el documental “Down to Earth” (vídeo disponible en Vimeo, solo en inglés).
Necesitamos estar en contacto con el magnetismo terrestre. El hecho de ponernos suelas sintéticas en nuestros zapatos ha ocasionado el aislamiento, la separación con la tierra. Solo las suelas de cuero nos garantizan no perder ese electromagnetismo terrestre.
¿Qué nos carga de forma inadecuada?
El ambiente está cargado de radicales libres, que se encuentran por doquier:
Los contaminantes del aire.
Los cigarrillos.
Los pesticidas.
Los materiales sintéticos.
Los alimentos procesados.
La radiación.
¿Qué beneficios tiene una práctica tan desconocida?
Alivia el dolor crónico.
Refuerza los órganos, tejidos y la función celular.
Proporciona sensación de bienestar y tranquilidad.
Ralentiza el envejecimiento.
Activa el sistema inmunitario.
Pone a raya la inflamación sistémica, al reducir los neutrófilos o glóbulos blancos.
Combatir la inflamación
Los glóbulos blancos encapsulan las células dañadas liberando radicales que extraen electrones de las mismas y, si no encuentran suficientes electrones, pasan a robar electrones de otras células sanas, generando una cascada de inflamación generalizada.
Según el Dr. Sinatra, combatir la inflamación implica erradicar la mayoría de las enfermedades modernas, tales como el Alzheimer, el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardíacas…
La tierra es rica de electrones. Caminar descalzo supone inyectar en nuestro cuerpo una buena dosis de ellos, que compensa la pérdida ocasionada por entornos y estilos de vida que nos roban electrones.
Los radicales libres
Un radical libre es un compuesto químico que carece de uno o más electrones, por lo que queda inestable, y va en busca de conseguir ese electrón o electrones que requiere. Se genera una cadena en la cual a la molécula a la que le roban el electrón se convierte de nuevo en radical. Solo los antioxidantes presentes en los alimentos ricos en vitaminas C y E y betacarotenos, y los electrones presentes en la superficie de la tierra, practicando earthing, pueden detener esta cascada.
Un poco de historia
El concepto de grounding fue acuñado por Clint Ober, que trabajando como técnico de televisión por cable, observó que cuando los cables se conectaban a tierra se interfería la señal.
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La dieta del metabolismo acelerado
Introducción
Con esta dieta, que dura 4 semanas, se pueden perder hasta 10 kg. Y lo mejor, sin contar calorías. Funciona porque acelera el metabolismo, y los nutrientes se aprovechan y no pasan a convertirse en grasa. ¿Cómo se consigue? Según la autora e inventora de esta dieta, Haylie Pomroy, se trata de “confundir al cuerpo”, cambiando de nutrientes cada dos/tres días. Se basa en realizar 3 fases, de 2, 2 y 3 días, completando así la semana, y luego vuelta a empezar el ciclo, hasta concluir los 28 días, o 4 semanas.
Conceptos preliminares
Comemos alimentos que se encuentran contaminados, debido a:
1.Contaminación de la tierra por fertilizantes y plaguicidas. 2.Contaminación del aire. 3.Contaminación por contacto con envases plásticos que transfieren al alimento sustancias tóxicas. 4.Aditivos químicos en los alimentos. 5. Ingentes cantidades de azúcares y edulcorantes en los alimentos procesados. 6. El estrés desencadena una excreción de hormonas que dan órdenes de almacenar grasa.
Frente a esto
1. Ten en cuenta que la comida no es tu enemiga. 2. La información es tu mejor aliada en el camino de consecución de la salud. 3. Saciar el hambre y disfrutar de la comida son conceptos unidos que fomentan la salud. 4. Existe una gran manipulación en torno a los temas relacionados con la alimentación, que propician las grandes empresas multinacionales dedicadas al sector, y de la cual se benefician. El cuerpo se defiende de todos los embates de sustancias extrañas, tanto contaminantes como químicos, y del estrés crónico y se pone en modo stand bye, ralentiza su metabolismo para minimizar los prejuicios.
Pero veamos qué es el metabolismo
El metabolismo es un proceso complejo mediante el cual el organismo transforma el alimento, descomponiéndolo en nutrientes aprovechables y energía. Este proceso puede derivar en que ese alimento se almacena mayoritariamente como grasa o que se destine a la formación de estructuras corporales y a la obtención de energía para mantener el cuerpo y desarrollar las actividades cotidianas.
El papel de las hormonas T3 y Tr3
Existen 2 hormonas que produce la tiroides que son antagónicas pero necesarias las dos. La T3 es responsable de la quema de grasas, pero cuando el cuerpo se pone a dieta saltan las alarmas enseguida y toca almacenar reservas. De ello se encarga la Tr3, T3 reversa, que ordena el almacenamiento de grasa. Es importante no quemar todo lo que se ingiere pues tendríamos que comer con mucha frecuencia si así fuera. Pero tampoco podemos almacenar un porcentaje alto en forma de grasa, pues no utilizamos los nutrientes en este caso para generar energía y construcción de nuestros tejidos. En el próximo artículo desmitificaremos las creencias sobre nutrición que tanto daño nos hacen y que han contribuido a desacelerar nuestro metabolismo.
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EL GRAN POTENCIAL DE LAS VITAMINAS
¿Sabíais que la depresión se cura con vitamina B3, llamada también niacina? Y eliminando o reduciendo considerablemente el azúcar.
Así es, las vitaminas son muy potentes, con un gran poder curativo.
¿Tomamos suficientes vitaminas con una alimentación equilibrada?
Al parecer, no. Y es que nuestros suelos están perdiendo nutrientes desde que se introdujo la agricultura intensiva. Una manzana de 1950 ofrecía la misma cantidad de hierro que 26 manzanas de 1998.
Si las vitaminas pueden curar muchas enfermedades, incluidos trastornos mentales como la depresión, entonces ¿ por qué los médicos no las prescriben en lugar de los medicamentos?
Un poco de historia
Todo comenzó con la creación del Instituto Rockefeller para la Investigación Médica en 1901. Rockefeller era el dueño de la industria petrolera en aquel entonces y se propuso aumentar sus ganancias a base de elaborar medicamentos derivados del crudo, en sustitución de los tradicionales productos naturales.
Empezaba la carrera de la economía médica. Simon Flexner, director del instituto Rockefeller, llevó a cabo un reporte (The Fexner Report) en el que se concluía que cualquier medicamento que no pudiera ser patentado era considerado pura charlatanería. Era el comienzo de la medicina sintética.
Ya lo dijo Hipócrates, el gran médico griego, con su famoso enunciado: “Que tu medicina sea tu alimento y tu alimento, tu medicina”
Pero esto, que había guiado a la humanidad hasta entonces, fue totalmente olvidado.
La medicina se volvió un negocio lucrativo, sobre todo, con la comercialización masiva de productos farmacéuticos. Las personas mayores de 65 años toman actualmente un promedio de 28 medicamentos diarios.
En el organismo se producen miles de reacciones químicas, que posibilitan la vida. Esas reacciones no pueden darse sin la presencia de las vitaminas.
Qué debemos suplementar
¿Cuáles son los micronutrientes que conviene suplementar, independientemente de que se tenga una dieta equilibrada?
Las vitaminas C y D y el magnesio están siendo deficitarios en nuestro organismo. Conviene suplementar también los ácidos grasos omega-3, preferiblemente obtenidos del aceite de Krill, pequeños moluscos que viven en la Antártida.
La magnífica vitamina C
La vitamina C es otro potente micronutriente, que puede incluso curar enfermedades graves, suplementado en dosis altas. Prácticamente todos vivimos en un estado subclínico de escorbuto, enfermedad producida por la falta de vitamina C, según palabras del doctor Linus Pauling. Los trabajadores de la central nuclear japonesa de Fukushima reciben altas dosis de vitamina C intravenosa para contrarrestar los efectos de las radiaciones.
La vitamina C :
Es un poderoso antioxidante, que neutraliza los radicales libres, responsables del envejecimiento y problemas cardíacos.
Ayuda a asimilar el hierro.
Cura heridas y repara y mantiene huesos y dientes.
Interviene en la salud mental, ya que es necesaria para producir serotonina, un neurotransmisor.
Fortalece el sistema inmunológico.
Cura quemaduras solares.
Mantiene la salud de las encías.
Trata la degeneración macular.
Alivia eczemas, asma, fiebre del heno.
Acorta la duración de la gripe y el resfriado común.
Algunos psiquiatras ya incorporan en su tratamiento la importancia de la nutrición, como el dr. Garry Vickar.
El Dr. David Brownstein estudia la importancia del yodo en pacientes con cáncer, o la suplementación con vitamina B12 y Coenzima Q10 para el tratamiento de la demencia senil.
Pero a la industria farmacéutica no le interesa que se reduzcan los costos en sanidad en un 50%. Esto es lo que sucedería si la gente siguiera las recomendaciones de nutrientes.
Recomendaciones
La salud es la condición natural de nuestro organismo, y debemos potenciar este diseño de nuestro organismo con estas recomendaciones:
Comer comida, expresión acuñada por Michael Pollan, es decir, alimentos naturales, tal como se encuentran en la naturaleza, sin procesamientos químicos, idealmente orgánicos y cultivados localmente
Reducir el consumo de azúcares refinados, fructosa procesada, granos y harinas, ya que promueven la resistencia a la insulina y leptina, que es la causa de prácticamente todas las enfermedades.
Conclusión
Es importante tomar un multivitamínico, y sino al menos suplementar la vitamina C, la vitamina D, el magnesio y los ácidos grasos omega 3.
Los suplementos deben cumplir con los estándares mundiales de calidad y las certificaciones de Buenas Prácticas de Fabricación (GMP).
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La teoría de las grasas, el mayor fraude alimentario del siglo XX
La dieta propugnada durante décadas se ha basado en las siguientes recomendaciones: baja en grasas y alta en carbohidratos. Las nuevas investigaciones apuntan a todo lo contrario. La alimentación debe ser.
Alta en grasas.
Baja en carbohidratos.
Muchas preguntas quedan en el aire:
¿Es malo el colesterol, provoca accidentes cardiovasculares, existe uno malo y otro bueno?
¿Engordan las grasas?
La bondad del colesterol
El colesterol forma parte importante de nuestro cerebro, supone la mitad de su peso, si eliminamos el agua. Es un reparador de heridas en las arterias, constructor de las membranas celulares, necesario para fabricar vitamina D, bilis… Importante para la memoria. Existen estudios que demuestran que niveles altos de colesterol se asocian con una mejor función de la memoria. Y muchas otras funciones.
Un estudio postmorten demostró que el cerebro de los enfermos de Alzheimer poseía una cantidad de grasa inferior significativa. La enfermedad de Parkinson está relacionada con niveles de colesterol bajos, según una investigación del 2008 de Movement Disorders.
Las grasas buenas no producen el temido taponamiento de las arterias (ateroma) Estas se taponan por un proceso inflamatorio ocasionado por los radicales libres y la glucosa. La glucosa o azúcar se adhiere a las moléculas (lipoproteínas) que transportan el nutritivo colesterol a las células. Este enmarañamiento entre colesterol y glucosa provoca la oxidación de las LDL.
Es el azúcar el responsable del taponamiento de las arterias.
La hipótesis de los lípidos
El director del estudio Framingham, el doctor Mann, el mayor estudio llevado a cabo sobre el corazón, dice textualmente “El público general sigue siendo la víctima del fraude sanitario más grande del siglo. La hipótesis sobre la dieta y el corazón que sugiere que una alta ingesta de grasa o colesterol causa enfermedad cardíaca es errónea.”
La oxidación de la LDL, debido a la glucosa, es la responsable del daño cardiovascular.
Todo el mundo sabe que el colesterol HDL es bueno, y que el LDL, malo. Pero hay que diferenciar entre dos tipos de LDL.
Existen:
Partículas de colesterol LDL, pequeñas y densas.
Partículas de colesterol LDL, grandes y suaves.
Son las partículas densas y pequeñas las que se pueden oxidar fácilmente, y al ser más diminutas atravesar la pared arterial y provocar la enfermedad.
¿Qué es lo que aumenta las partículas grandes y suaves y qué, las pequeñas y densas?
Conclusiones
Las grasas saturadas aumentan las partículas LDL grandes y suaves.
Las grasas saturadas convierten las partículas LDL pequeñas y densas en grandes y suaves.
Las partículas LDL pequeñas y densas aumentan con el consumo de azúcares y carbohidratos.
Las grasas trans sintéticas, aumentan las partículas LDL pequeñas y densas.
Alimentos a evitar
Debemos evitar, pues:
La bollería industrial, pues son grasas trans.
Los carbohidratos de índices glucémicos altos: pan, pasta, azúcar, endulzantes artificiales, helados, galletas, mermeladas, refrescos azucarados, zumos azucarados…
Carne procesada y embutidos, que llevan en su composición aceites hidrogenados y grasas trans.
Calentamiento del aceite de oliva, pues a altas temperaturas se oxida y se convierte en grasa trans. Es preferible utilizarlo crudo.
Todo tipo de margarinas, fabricadas con aceites hidrogenados.
Grasas saludables
Aceite de oliva virgen extra, consumido en crudo.
Aceite de coco. Al estar saturado soporta las altas temperaturas. Ideal para cocinar.
Frutos secos.
Carne de ganado alimentado con pasto. La hierba es alta en omega 3. Los piensos son ricos en omega 6. Esto genera un desequilibrio, que explico más abajo.
Preferiblemente el de menor tamaño, ya que contiene menos mercurio.
Semillas de chía y lino y nueces. Fuentes de omega 3.
Huevos, de gallinas camperas.
Mantequilla de leche de vacas.
Equilibrio omega 3/omega 6
Es importante resaltar que debe existir un equilibrio entre los ácidos grasos omega 3 y omega 6, y que la proporción entre ambos ha de ser 1:1.
Desde el boom de los alimentos procesados y estando en vigor la teoría de las grasas, el supermercado se inundó de productos procesados, bajos en grasas y altos en carbohidratos. Esto benefició a la industria, que abarató los costes de producción. Se eliminó la mantequilla y se empezaron a hidrogenar las grasas vegetales para solidificarlas. Hubo un aumento masivo en la utilización de aceites poliinsaturados en detrimento de las grasas saturadas. Esto ha resultado problemático pues ha desequilibrado la balanza, de tal modo que actualmente tenemos en la dieta una proporción omega 3/omega 6 ,1/50. Como consecuencia los procesos inflamatorios en el organismo se han disparado, y de ahí el aumento de las enfermedades autoinmunes y degenerativas.
En conclusión, hay que evitar:
Aceites poliinsaturados en exceso: canola, maíz, girasol, cacahuete…La mayoría de aceites vegetales proceden de cultivos transgénicos, agravando el problema.
Productos procesados, que son ricos en estos aceites.
Y aumentar el consumo de productos ricos en omega 3 sobre todo pescados de menor tallaje.
La dieta de nuestros antepasados del paleolítico contenía la proporción correcta entre omega 3 y omega 6, 1/1.
Las grasas saludables no engordan
Falta por responder si las grasas engordan o no. Las personas que tienen una dieta alta en grasas suelen estar menos infladas, y experimentan una reducción de la sensación de hambre y los antojos. Los alimentos ricos en grasa ofrecen mejor palatabilidad y sacian antes.
Se mejora en la cognición y memoria, se duerme mejor y la energía es más alta.
La grasa es un combustible para las células limpio, es decir, se quema sin dejar productos de reactivos de oxígeno (RSO) ni radicales libres secundarios.
El consumo de grasas no eleva la insulina en sangre, responsable de los depósitos de grasa en el cuerpo.
Las grasas buenas no engordan y son beneficiosas para la salud. La comunidad científica y médica tiene el reto de reconducir nuevamente la importancia de las grasas y realizar campañas en contra del alto procesamiento de los alimentos y del consumo elevado de aceites polinsaturados.
Vivimos una etapa apasionante en nutrición que puede llevarnos a una mejor salud y bienestar.
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La demonización de las grasas
La mayoría de la gente tiene dudas en estas cuestiones:
¿Son buenas las grasas?
¿Hay que reducirlas drásticamente?
¿Da igual qué tipo de grasas comemos?
¿Si como muchas grasas elevaré mi colesterol?
Imaginemos una persona con sobrepeso, que se ha pasado muchos años haciendo dietas sin conseguir resultados. Siempre le han aconsejado que reduzca grasas y coma muchos carbohidratos, aunque, eso sí, cereales integrales y mucha fruta. Esto no le ha solucionado el problema y ha agravado su obesidad y sus indicadores analíticos, abocándolo al síndrome metabólico y a una prediabetes.
Un poco de historia no va mal. La dieta de nuestros antepasados del paleolítico consistía básicamente en carne, de los animales que cazaban, y productos que recolectaban. Solo consumían frutos temporalmente, cuando estos se encontraban disponibles en la naturaleza. No es hasta el descubrimiento de la agricultura en que el hombre comienza a comer en abundancia cereales y frutas.
Avanzando más en el tiempo sabemos que a principios del siglo XX la dieta era bastante alta en calorías, unas 2900 calorías diarias, y consistía en mantequilla, huevo, carne, pocos cereales, y frutas y verduras de temporada. Esto último es importante, ya que actualmente se come de todo durante todo el año. La epidemia de obesidad aún no había empezado. La gente enfermaba y moría de enfermedades infecciosas, y no crónicas y degenerativas. Tuberculosis, neumonía y gastroenteritis eran las principales causas de muerte.
La persecución a las grasas empezó en 1955, de la mano de Ancel Keys. Este fisiólogo norteamericano llevó a cabo una investigación denominada “Estudio de los 7 países”. Sus conclusiones fueron que las grasas provocan enfermedades cardiovasculares.
Este estudio fue revisado posteriormente. Keys había seleccionado 7 de 22 países para que sus conclusiones fueran esas. Si hubiera tenido en cuenta los datos de los países restantes su teoría no habría sido tan fuerte. EEUU y Japón encajaban perfectamente para corroborar su teoría. EEUU tenía un consumo alto de grasas y alta incidencia de enfermedades cardiovasculares, y Japón, un consumo bajo de grasas con baja incidencia de cardiopatías. Pero ignoró otros datos de otros países. Grave error. Por ejemplo, Francia, que posee alto consumo de grasas y baja incidencia de enfermedades cardiovasculares. Es lo que se conoce como “la paradoja francesa”.
No es una paradoja a la luz de las investigaciones recientes, que desmontan “la teoría de las grasas”.
Esta teoría de Keys fue utilizada por La Sociedad Estadounidense de Cardiología, que recomendó “la dieta prudente”: reemplazar mantequilla por margarina, la manteca de cocinar por aceite de maíz, y los huevos y la carne de res por pollo y cereales.
¿Quiénes se beneficiaron económicamente de esta teoría?
La USDA, el Departamento de Agricultura de EEUU, consideró que debía aprovechar la coyuntura para incrementar los beneficios del sector agrícola, y recomendó un mayor consumo de cereales.
La industria alimentaria desarrolló productos bajos en grasa y con mayor proporción de carbohidratos, con lo que se abarataron los costes, y se inundó el mercado de productos procesados, a base de aceites poliinsaturados de soja, maíz, algodón, canola, cártamo y girasol.
Los hogares introdujeron la margarina, que hacía las delicias de los pequeños y grandes en desayunos y meriendas. Para conseguir que solidifique un aceite vegetal y tenga apariencia de mantequilla, sólida, es necesario hidrogenarlo. Eso pasó con la margarina, procedente de aceites vegetales. Actualmente la margarina está presente en los productos de bollería industrial.
En los restaurantes se empezaron a utilizar aceites parcialmente hidrogenados, pero como eran vegetales, todo estaba correcto.
En la década de los setenta el gobierno sueco propuso una pirámide en cuya base figuraban los alimentos más baratos: leche, queso, margarina, pan, cereales y patatas. El motivo de estas recomendaciones: la carestía de la vida.
El Senado de EEUU, en 1977, publicó las Metas Nutricionales, basadas en una reducción drástica de las grasas saturadas, que eran las tapa arterias.
Pero la pirámide que ha servido de modelo estos años y que adoptaron, con adaptaciones, muchos países es la que creó la USDA en 1992. Esta pirámide tiene una base amplia formada por cereales (pan, pasta, patatas, arroz…) de los que se aconsejan de 6 a 8 raciones diarias. En la cúspide, reducidas al mínimo, se encuentran las grasas.
En 1994, la Sociedad Estadounidense de Diabetes, recomendó que los carbohidratos tuvieran un porcentaje de 60-70% del total de calorías de la dieta.
La industria farmacéutica ha ganado desde entonces millones en la comercialización de medicamentos hipolipemiantes.
En las siguientes décadas las instituciones continuaron recomendando una dieta baja en grasas.
Desde 2011, la USDA, a través de la universidad de Harvard, ha introducido nuevas recomendaciones nutricionales de forma muy gráfica, a través de un plato dividido en 4 sectores: my plate. La proteína ocupa ¼, otro cuarto, los cereales. La mejora ha sido significativa pero no suficiente. Recomienda el consumo de cereales integrales, y la eliminación de la margarina y las grasas trans. Pero sigue endemoniando a las grasas y recomendando aceites vegetales y prohibiendo la mantequilla.
La USDA, recordemos, tiene como misión fomentar la agricultura en EEUU.
Existe un fuerte lobby de empresas fabricantes de productos procesados a base de carbohidratos, y aceites poliinsaturados, de los cuales se ha incrementado el consumo en un 91% en las tres últimas décadas.
Están en juego las reputaciones de investigadores y profesores universitarios, que venían recomendando una dieta baja en grasas. Retractarse ahora sería para ellos perder prestigio.
Seis décadas ha durado el reinado de la dieta baja en grasas.
Afortunadamente las cosas están cambiando y las grasas vuelven a ocupar el lugar perdido durante años. En el próximo artículo hablaré sobre la bondad e importancia de las grasas.
Porque las grasas son imprescindibles para nuestra salud.
El doctor Joseph Mercola afirma que el consumo adecuado de grasas podría salvar un millón de vidas al año.
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Disparos de azúcar
Disparos de azúcar son los que se producen en el interior de nuestro cuerpo cuando comemos carbohidratos: pan, bollería, pasta, patatas, arroz y frutas. La glucosa, que es azúcar, se dispara en sangre, produciendo picos que acarrean consecuencias nefastas para la salud.
No es hasta el neolítico, con el advenimiento de la agricultura, cuando el hombre come carbohidratos de forma más abundante. Hasta entonces, solo en épocas muy concretas del año, hacia el final del verano, comía frutos silvestres, única fuente de carbohidratos en ese momento histórico. Estos carbohidratos se almacenaban en forma de grasa como reserva de energía para tiempos de escasez.
Tenían nuestros ancestros, y seguimos teniendo nosotros el gen ahorrador, que induce al cuerpo a almacenar grasa para las épocas en que escasea el alimento. Este gen está obsoleto actualmente pues la comida está disponible a todas horas, pero todavía lo tenemos activo, y es el responsable de la epidemia de obesidad.
La grasa que se almacena procede básicamente de los carbohidratos ingeridos en la dieta. Pero no es ese el único problema derivado de la ingesta de carbohidratos. Tal como he dicho más arriba, estos provocan picos o disparos de glucosa. El exceso de glucosa en sangre en un momento determinado tiene consecuencias. Vamos a verlas:
Las moléculas de azúcar se adhieren a las moléculas de proteínas o grasas produciendo un enmarañamiento que resulta nefasto. Este proceso biológico se denomina glicación. Las investigaciones llevadas a cabo han demostrado que la glicación provoca rigidez en las células y tejidos, incluidos los cerebrales.
La glicación es responsable de la oxidación de las moléculas (proteínas) que transportan el colesterol a todas las células del organismo, las conocidas LDL y HDL, que no son malas en sí mismas, excepto cuando se oxidan y precipitan en las paredes vasculares provocando la aterosclerosis o taponamiento de las arterias.
La glicación, cuando llega a afectar a las células del cerebro, puede provocar deterioro cognitivo y Alzheimer.
También produce niveles altos de inflamación generalizada en el cuerpo, que está en el origen de las enfermedades degenerativas.
Los disparos de azúcar provocan también una disminución de los neurotransmisores: serotonina, epinefrina, norepirefrina, GABA y dopamina, y una reducción de las vitaminas del complejo B, que contribuyen a la producción de los mismos.
Los altos niveles de azúcar disparan la producción de insulina, hormona fabricada en el páncreas. Su función es disminuir en sangre el nivel de glucosa, ya que una elevación de este puede ser nefasta e incluso letal. Si continuamente sometemos al cuerpo a picos de glucosa, la producción continua de insulina acaba por agotar al páncreas, el cual enferma provocando la diabetes.
Podemos medir los niveles de glicación en el cuerpo a través de un análisis de sangre que nos indique los valores de la hemoglobina A1C.
Los carbohidratos en nuestra dieta deben incluirse como guarnición y no como plato principal, y prescindir de ellos todo lo posible, a excepción de los carbohidratos presentes en las verduras y hortalizas, que se hallan en cantidades pequeñas.
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