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19S: El día que México se volvió a levantar

Quería escribir que significa para mi que hayan pasado dos años de uno de los fenómenos que puso a México lo más vulnerable posible, pero que a la vez fue que nos enseñó que aunque siempre estamos bien puestos para las pedas también lo estamos para los pedos.

El día pintaba como otro 19 de septiembre más, se cumplía otro año de aquella tragedia del 85 (la primera vez que México se levantó). En los palacios de Gobierno, oficinas, escuelas, mercados y demás se hizo el típico simulacro de evacuación, en la que siempre se conmemoraba esos días cuando la desgracia paso. Hasta el momento las noticias eran normales, algunas cuantas notas recordando un poco del 85 salieron a relucir.

En Obregón, el palacio de Gobierno de la ciudad y algunas escuelas también hicieron el acto protocolario de costumbre, recuerdo que me encontraba escribiendo no sé bien que nota para la sección de campo, pero lo que sí sé que no siendo ni las 12 del día, de repente todo cambio.

En la redacción el televisor central transmitía lo que mis ojos no pensaron ver, había sucedido otro sismo de 7.1 grados... la Ciudad de México, Oaxaca, Guerrero, Estado de México, Puebla y Querétaro todos estaban siendo noticia nacional. Nadie nunca imagino que en menos de dos minutos la vida de cientos de personas se perdería y otros muchos miles en menos de 120 segundos se quedarían sin nada, sin casa, sin trabajo, sin su empresa, sin su patrimonio.

UNA GRAN NADA, el terremoto se había llevado todo, los escombros habían inundado la ciudad y con ello todo ese folclor que nos caracteriza se había convertido en desesperación, lamento, gritos, llanto. Mis ojos no daban crédito lo que el televisor de la sala de redacción comunicaba.

El grupo de WhatsApp de la familia pronto se empezó a llenar de mensajes de “no mames, esta cabrón, pobre gente, qué va a pasar”. Mi familia y yo teníamos parientes allá, mi abuela paterna, mis primos, mis tíos, pero nadie habló del tema, por las rencillas que tenía papá o al menos no lo supe yo.

Después de unos minutos, unos 40 quizás, mi mente pensó en Raúl, un amigo lejano del que hace tiempo no sabía nada, ¿Le abría pasado algo?, ¿Estará bien?, ¿Cómo lo contacto?. No quise dudar más y le llame, le escribí y como era de esperarse no contesto. Más tarde el me regresó el mensaje, estaba bien, pero sin duda su vida cambió. A donde quiera que estés Raúl,  espero que siempre te vaya bien.

Se me hizo un nudo en la garganta, me metí a Twitter y fue lo peor, cada video era como clavarme una puñalada. Los lugares donde crecí se caían, se rompían como si fueran de tierra, como sí la naturaleza estuviera reclamando que ese lago donde fue construida la ciudad siempre había sido suyo. A veces la tierra, nos recuerda que no somos nada de una forma muy brutal.

Las calles donde mi papá me llevaba cuando pequeña se partieron y los grandes edificios que alguna vez conocí estaban tirados y con ellos miles de personas se quedaron entre los escombros. Hasta el día de hoy no puedo ver nada de esa fecha sin que me haga querer llorar, me duele ver que al día de hoy personas tengan que vivir en la calle y que los políticos y falsas asociaciones se quedaran con el dinero que era para ayudar.  

En México todavía se escuchan los gritos de desesperación por salir de entre los pedazos de edificios o casas. Pero eso también nos demostró que sin importar nada nos unimos, luchamos, y nos levantamos, como en el 85, CON EL PUÑO EN ALTO, y guardando silencio, aún y con el llanto, los gritos, la desesperación y los ceros pronósticos a favor, México se levanto.

Vi un video en el que después de rescatar a alguien suena ‘Cielito Lindo’, no pude evitar llorar (y cuando lo volví a ver para escribir esto, se me salieron las lágrimas). DOS AÑOS DESPUÉS, México se volvió a levantar demostrando que está para las pedas y los pedos.