Ascendí buscando tu luz una vez más, anhelando tocar tu alma tras el oscuro invierno de silencios eternos y esperanzas perdidas.
Subí ansioso por encontrar a esa mujer ardiente que guardas dentro, la que solo revelas a aquellos dignos de tu luz y tu profunda oscuridad. Locos por ambas lunitas, locos por ti.
Deseo sentir una vez más tus gemidos en mi piel, tus suspiros en mis labios y esos orgasmos marcados por un amor inesperado, ansiando salir de ti para compartir tus anhelos de ser amada y querida.
...Y cuando gritabas, envuelta en miles de estrellas, nunca me sentí tan cerca de ti ni tan distante de alguien tan libre como tú.
💜🖤♥️
Cómo duele, duele quedarte sentada viendo naufragar al Marinero que daba sentido a mi sentir...
Ese hombre que completaba mi ser...
Él... Dueño de mis pensamientos y deseos
El qué arrancaba sonrisas y probocaba orgasmos
El Poeta que con Sus palabras estremecía cada poro de mi piel
El Amo al que siempre pertenecí
El Hombre más increíble que jamás conocí....
Sí, a ese Demonio Diferente que impregna y te envuelve con Su Voz y te encadenaba a Él haciendo que no deseará estar en ningún otro lugar que no fuera a Su lado, aún conociendo Su amor por la Mar, ..... Ahí me quedaba...
Pero la cruel realidad fue esa... Yo sólo era una pequeña isla que lo único que deseaba era Su Felicidad.
Siempre Suya ♾️
Siempre Le 💜🖤❤️
El viento ya no sopla a ninguna dirección, las velas se inflan y empujan hacia el horizonte. La vida debe seguir. Sin mí. Sin ti.
Ahora tú debes navegar y hallar tu isla, ahora estás preparada para ser tu propio capitán. Tu destino está en las cartas de tu vida. Navega, surca los mares y océanos, busca a ese hombre que te ama. Tú lo amas. Ámalo. Él lo hará: amarte.
No pierdas la esencia de tu ser, eres única, ya no hay sumisas en el mundo que sientan lo que tu sientes. Navega y busca tu amor. Esa es tu isla, esa será tu pasión, ahí entregarás todo, hasta la última esencia especial de esa mujer, de ella, la perra, la sumisa... Ahí está tu isla.
Navego donde las velas me abandonen, en mi llevaré ese día donde arranqué de ti las palabras que nunca se olvidarán, las que dejaron la firma inequívoca que sentías tal placer, tal entrega, que tu alma se vio amada hasta enloquecer.
Hundiré mi pecio en aguas abiertas, allá donde ya no hay nombres de mares, océanos ni
ríos. Ahí, el ángel caído, volverá a su retiro, a su eterno castigo y dejará que el tiempo siga su implacable devenir.