Tumgik
nothingelsefanfic · 6 years
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Capitulo 3: No te puedes ocultar
Corría por lo tenebroso de la noche, por aquellas calles que yo creía desiertas pero que en realidad estaban pobladas de gente totalmente desconocida para mi y de aspecto demasiado intimidante como para no evitar esconderme de ellas en rincones oscuros, detrás de los postes o árboles. Iba totalmente camuflada con un pasamontañas, una capucha que había usado para disfrazarme de la muerte cuando pequeña__por lo cual me quedaba muy corta, tan solo me tapaba hasta las caderas__ unos guantes y mi vestimenta mas oscura y menos llamativa.
Eran las once de la noche pues me había hecho los tallarines con tal de tener las energías suficientes para esta travesía o mejor dicho aventura, pero solo había dado un bocado debido a los nervios, también vi una película romántica en mi casa mientras hacia hora, hasta que el personaje principal se confundía entre dos hombre y despotrique en contra de su argumento hasta cansarme.
Las avenidas y calles se hicieron cada vez más oscuras mientras corría, las ansias carcomían mi paciencia mientras el viento me azotaba la cara, después de un buen rato me percate de que lo que me azotaba no era el viento en si, sino la lluvia que comenzaba a caer lentamente y creciendo a medida que avanzaba, por lo que no paso mucho tiempo cuando cayo la fuerte tormenta y el suelo era cada vez mas peligroso para mis torpes pies, me consoló el hecho de que  solo quedaban unos cuantos minutos y llegaría antes de helarme lo suficiente como para caer tiesa al suelo.
Mis húmedas piernas se aliaron con el frió intentando hacerme caer, ya no podía sonrojarme y mis labios no dejaban de tiritar. Todo malestar se me olvido al llegar a la primera reja pues mi alegría fue indescriptible al encontrarla abierta, seguí corriendo sin percatarme de lo fuerte que mi cuerpo protestaba por descansar, el camino de tierra se había convertido en camino de lodo y mis botas estaban cubiertas hasta la pantorrilla, pero nada de eso importaba cuando sabia que Edward vivía y que podría apreciar sus ojos negros observarme otra vez, ver su piel blanca tan bella como la porcelana y su cabello mal recortado cobrar vida al igual que sus labios, pero mas que nada quería escuchar su respiración tan agitada como la mía.
Ensimismada en esos pensamientos no me percate de que me encontraba frente a la segunda reja y con gran esfuerzo me detuve antes de estrellarme con ella, estaba cerrada "¡Diablos! ¿Qué hago ahora?" me dije y mirando hacia todos lados tuve la idea mas tonta, pero seguramente la única que podía ayudarme en esos momentos "Me pasare por la reja".
La idea fue muy alentadora al principio, pero luego me percate de que mi estado físico nunca había sido muy bueno y al contrario yo siempre había sido muy torpe, pero dándome valor no deseche la idea y me metí entre los árboles buscando algún lado de la reja en donde me resultara mas fácil subirme y lo encontré, dentro de la mansión había un árbol que se encontraba muy cerca de la reja y sus numerosas ramas salían a través de los barrotes de acero brindándome una escalera, peligrosa, inestable, resbalosa por la lluvia, pero en fin una escalera que seguramente seria la única ayuda que recibiría en esa noche. Me saque los guantes y agarrándome de la reja trepe a la primera rama que se encontraba a dos metros y medio de altura, no fue tan terrible como había pensado aunque el contacto de mi piel con las ramas mojadas elimino cualquier señal de calor que pudieron haber tenido, estaba mas helada y cansada que antes pero eso no importaba pues podía imaginarme cada vez mas claramente a Edward despierto, mirándome enojado, feliz, calido, como fuera que pudiera reaccionar, no importaba en lo absoluto pues lo único que quería era verlo.
Estaba a unos diez metros de altura cuando solo tenia que sobrepasar la reja, evite mirar hacia abajo cuando salte hacia una de las ramas que se encontraba ya dentro de la mansión y aterrada me dije a mi misma "Ahora solo tienes que bajar", pero no era tan simple como podría haber imaginado pues no pude evitar mirar hacia abajo y lo que me esperaba si resbalaba era simplemente la muerte o quedar invalida si tenia suerte, inspirando profundamente decidí que no podía quedarme toda mi vida ahí arriba por lo cual con cuidado, con mucho cuidado comencé a colgarme de las ramas para apoyar mis pies en la rama mas cercana que tuviera abajo, tratando de no resbalarme y aunque se me hizo bastante difícil solo me caí desde la ultima rama que estaba solo a un metro y medio de altura del suelo, por lo cual al caer me golpee en la espalda y me rasmille las manos, brazos y piernas, de las cuales mis manos comenzaron a sangrar a causa de la lluvia que se metía en las pequeñas heridas, me las metí en los bolsillos y corrí hacia la entrada de la mansión tratando de no pisar alguna las flores.
Realmente me dolían muchos las manos producto del frió y la herida que empezaba a arderme, pero eso no me perturbo en lo absoluto al estar ya frente a la puerta de la mansión y percatarme de mi propia ignorancia, había pasado por alto un tema muy importante, si aquella casa era la que estaba sacando al pueblo de la quiebra y era realmente valiosa...debía de tener guardias y que yo aun no me hubiera topado con uno no significaba que no tuviera, pero por otro lado no podía imaginar como explicarle a tantas personas que la estatua cobraba vida y que no se asustaran o peor aun que mantuvieran el secreto, era algo imposible por lo que con algo mas de coraje empuje la puerta suavemente para poder ver hacia su interior.
La pequeña abertura dejaba ver con poca exactitud unas tres velas ocupando los bordes de una pequeña mesita y a su lado una persona sentada en un sillón, pude escuchar sus suspiros tan delicados que intuí que estaba dormida y era un mujer, lentamente entre y cerré la puerta detrás de mí. Qué alivio fue el dejar de estar bajo la lluvia y aunque la casona no era realmente un lugar al que se podría llamar calido, era mucho mas reconfortante que estar en la intemperie mientras la lluvia dejaba de ser dulce y el clima ameritaba para una tormenta, lo cual no era novedad en un lugar como este. Me tire al suelo y me saque rápidamente los zapatos pues se encontraban llenos de lodo, luego me quite el pasamontañas y la capucha, el aire acaricio mi rostro y me sentí aliviada cuando mi piel volvió a respirar, sin embargo mi ropa estaba empapada y me sentía muy incomoda, de seguro esta travesía me traería como consecuencia un fuerte resfrió y varios días en la cama, detestaba tener que estar acostada sin hacer nada mas que ver televisión o contar las manchas del techo de mi habitación, pues mis manos se encontraban muy torpes como para dibujar comics.
Estuve un momento sentada estrujando mi cabello, después de meditarlo un momento me saque el chaleco quedándome solo con un beatle negro y comencé a secar mi rostro, pero no pude hacerlo por mas de unos míseros segundos pues mis manos estaban demasiado heladas como para reaccionar, si seguía ahí sentada de seguro que el frió terminaría por congelarme, por lo cual me levante y camine hacia la escalera sigilosamente pues la mujer se encontraba en una esquina de ella dormitando. Al estar lo suficientemente cerca como para ver su rostro la reconocí, era Dalia la que dormía junto con un libro que titulaba "Marianela", si era su libro favorito entonces me compadecí por ella al imaginarme cuantos amores platónicos y con mal termino habría tenido, pero si era la primera vez que lo leía me imagine su rostro de tristeza cuando llegara al final, era un libro bello que te mostraba dos lados de aquella niña enamorada de él ciego.
Mientras subía las escaleras me pregunte si Dalia sabría sobre la existencia de Edward y rápidamente mi mente reacciono recordando la actitud tan molesta que Dalia tenia, de hablar en voz alta casi gritando, quizás eso era lo que ella sabia y yo no, ella seguramente lo hacia para que Edward escuchara, entonces, Edward estaría consiente de mi existencia, el corazón caldeo mis músculos con su incesante palpitar y mis pasos se hicieron mas rápidos, no alcance a terminar mi largo y emocionado inspirar cuando ya estaba en el umbral de su pieza.
Ahí estaba el, sentado sobre un mueble de color blanco mientras miraba por la ventana como comenzaban a caer relámpagos , estaba a unos seis metros de distancia, movía sus dedos suavemente provocando un sonido metálico que no era desagradable para mis oídos, sino que extrañamente dulce, sus labios permanecían quietos mientras me acercaba lentamente para poder admirar sus ojos negros profundamente concentrados en las afueras, la pieza estaba a oscuras como toda la casa pero de la ventana una luz creaba un umbral por el cual aun no entraba y en el cual me encontraría a solo unos pasos de el. Con el corazón descontrolado di pasos rápidos hacia el, percibí como su figura se tensaba y rígido comenzaba a mover sus dedos mas rápido, estaba nervioso, no sabia como ni porque pero no necesite mirarlo para saberlo, sus ojos se clavaron en el suelo y estuve segura de que el sabia quien se escondía en la oscuridad, sabia que yo estaba ahí.
Exasperada camine hacia la luz de la ventana y cuando estuve dentro de ella me detuve, espere, sabia que el me había escuchado y no podía evitarme toda la noche. Edward suspiro con pesar y dirigió su mirada hacia mi, otra vez la sensación de ahogo me inundo el pecho, pero era algo agradable, algo que extrañamente me hacia sentir bien. Fue un sentimiento de júbilo, hace meses no me sentía tan complacida conmigo misma, sus ojos negros brillaban, sus labios temblaban levemente, sus manos no se movían y parecía aturdido, nos miramos un largo rato en silencio, me consumía las ganas de saber en que pensaba, yo pensaba en lo maravilloso que se veía cerca de la ventana mientras los relámpagos caían. Afuera había una tormenta y dentro de mí, más de lo mismo, "¿Por qué el me miraba así, porque no hablaba?" no sabia y de pronto me molesto no saberlo, solo podía percibir como otra vez mi mundo caía y su rostro se convertía en el centro de mi existencia, sus ojos negros tan profundos como la oscuridad me decían algo que no sabia si creer, en su rostro parecía haber poco, pero sus ojos me miraban con fascinación, rabia, tristeza y curiosidad.
Sentí mi corazón hinchado otra vez, el enorme vació que tenia se llenaba de calidez y ahora sentía el corazón pesado, como si no tuviera espacio para palpitar y se viera obligado a apretarme los pulmones para conseguirlo. Lentamente mientras recordaba como había sufrido los anteriores dos meses sin verlo, los recuerdos se alejaron de mi mente haciéndose remotos al punto de no recordar nada de ellos, como si aquello hubiera pasado tan solo ayer, el dolor de dos meses se esfumo en segundos. Edward por fin se movió y temblé con algo de asombro, suspiro ante mi silencio y volvió a mirar por la ventana, esta vez su rostro se volvió melancólico y enfadado, arrugo los labios y rasgo la pared con uno de sus dedos dejando un rayón en la madera.
No sabia si debía hablar y ¿que podría decirle?, tampoco sabia si debía acercarme o no a el, parecía que mi presencia le daba tanto miedo como rabia, su rostro no encajaba en la descripción que había dado mi bisabuela sobre el, su rostro no era ingenuo e inocente sino mas bien, melancólico y amargado. Volvió a mirarme con una resignada y molesta expresión en los labios, aunque sus ojos me miraban con una adoración que me aturdía, ladeo su cuerpo para poder encontrarnos frente a frente y desplegó sus labios para poder escuchar su voz por primera vez.
__ ¿Has venido en un día de tormenta, no es eso demasiada obsesión?__Edward se expreso luciendo incrédulo y patéticamente intento ser desagradable en su tono de voz, pero no le funcionaria mientras sus ojos siguieran mostrando aquella calidez que aplacaba mis temores y me hacían sentir las ganas de abrazarlo y retarlo por todo lo que me había hecho esperar.
__Si me explicas cual es la obsesión podré responderte__dije evitando su desagradable pregunta, aunque debía admitir que era una pregunta divertida que en ningún caso produjo lo que seguramente el esperaba, enarco una ceja algo molesto por mi respuesta y miro mis ropas detalladamente torciendo los labios molesto.
Se levanto y camino por la pieza sin dirigirme la mirada, pude sentir sus pasos suaves mientras se encontraba en la oscuridad y con un pequeño clic la luz de la pieza se prendió impactando mis ojos, volví a tener que restregármelos y un fuerte olor a sangre y barro impacto mi olfato, mire a Edward parado en el umbral, majestuoso con su mirada culpable mirando mis manos y luego mostrándose enfadado con tal de que no lo descubriera, mis manos se encontraban llenas de costras provocadas por la sangre y barro que se habían secado, tirite un poco al notarlas adoloridas y mi cuerpo reacciono por fin al dolor que mis músculos tenían por el frió, me tambalee un poco por el cansancio y descubrí que estaba muy fatigada, los ojos de Edward se crisparon de terror y su voz afloro con un tono de desesperación que no intento esconder.
__ ¡Dalia! _ grito, no pude ver su rostro pues caí al suelo de rodillas temblando, mis manos ardieron apenas las apoye en el suelo y comencé a jadear, no pude escuchar mas que los relámpagos que se encontraban afuera, no paso mucho tiempo cuando unas calidas manos me abrazaron y vi el rostro de Dalia sonriendo con euforia, baje las escaleras con su ayuda mientras Edward iba atrás de nosotras, sus manos provocaban el sonido metálico que lo delataban, se encontraba lo bastante nervioso como para partir una pared por la mitad y aun no sentirse tranquilo.
__Tranquilízate que me estas desesperando, hay que cambiarle la ropa así que siéntate en ese sillón y espera__ dijo Dalia cuando ya nos encontramos abajo, Edward bufo molesto y lo escuche caminar hacia la entrada, prendió la luz y nosotras ya nos encontrábamos en la cocina, Dalia me llevo hacia una pared en la cual pude apreciar un adorno hecho de cerámica que abarcaba la mitad de una de las grandes paredes, sacando una extraña llave la metió en un espacio casi imposible de ver sin conocer su existencia, la giro y se escucho un clic que me sobresalto, luego ella empujo aquella zona y se abrió fácilmente para mostrar una pequeña y hogareña pieza de color lavanda, con tan solo una amplia cama, una televisión y un armario, con el frió que tenia no pude apreciar nada mas, ella me indico que me sentara y saco de su armario dos toallas y ropa interior, la mire algo avergonzada y ella me sonrió como antes, con su sonrisa maternal que tanto me agradaba y me tranquilizaba.
__Te hará muy bien el agua caliente, debes estar a un paso de la hipotermia...luego veremos lo de tus manos en el comedor para que Edward no se desespere mucho...ah, por cierto, estoy muy contenta de que hayas venido, pero debo retarte...fuiste muy irresponsable al venir en un día de tormenta__dijo sonriendo picaronamente aun cuando se suponía que era un reto, yo quise sonrojarme pero mi sangre no parecía estar interesada en cooperar por lo cual camine despacio hacia el baño que me indico Dalia y me encerré en el.
Las primeras gotas parecieron quemar mi piel helada, pero luego mi cuerpo recupero su acostumbrado calor y me sentí hambrienta, lo recién ocurrido me pareció un sueño y lo peor era que me había caído al suelo..."¡Arruine el momento!" pensé, me pregunte que pensaría ahora Edward de mi, yo hubiera pensado que estaba loca. Salí de la ducha y comencé a secar mi cuerpo tratando de no apretar fuertemente las toallas para no mancharlas con sangre, ya que las heridas de mis manos seguían abiertas, luego me coloque la ropa interior seca que Dalia me había pasado y cubriéndome con las toallas salí del baño encontrándome sola en la habitación, sobre la cama se encontraba un conjunto de ropa que supuse debía usar, el cual consistía en una polera manga larga, unos pantalones de polar y una gran abrigo de lana que era el doble de mi misma, la ropa me quedaba tan grande que, de seguro ahora si parecía un peluche de felpa.
Me coloque unas pantuflas y camine hacia la cocina lentamente pues me sentía asustada, no sabia cual seria la actitud de Edward al verme, podía suponer que se había desarmado en el momento que había dejado de mirarlo, pero seguramente se mostraría hostil cuando estuviera cerca de el. Al entrar al comedor una taza me esperaba cerca del sillón, en el cual había un pequeño y tierno botiquín, mientras Edward estaba sentado en el ultimo peldaño de la escalera mirando el techo ensimismado, parecía melancólico y contrariado mientras al notar mi presencia sus dedos volvían a sonar nerviosos pero suavemente para no molestar a nadie, imagine que Dalia lo había retado respecto a eso.
Dalia de inmediato me indico que me sentara en el sillón y se arrodillo para mirar mi rostro, parecía tramar algo, pues su boca se torció otra vez en una sonrisa picarona, comenzaba a acostumbrarme a sus gestos o mejor dicho, los comenzaba a reconocer.
__Voy a meter tu ropa mojada en la lavadora y luego traeré la estufa para que se seque... ¿podrías vendarte sola mientras lo hago?___me pregunto sonriendo, yo alce una ceja mientras Edward giraba su cabeza hacia ella, creo que el también captaba lo mismo que yo, Dalia planeaba algo.
__Yo creo que no debe ser muy complicado__dije temerosa de lo que Dalia pudiera hacer, Edward suspiro resignado a algo que aun yo no entendía, lo mire y el desvió violentamente la mirada.
__Bueno si no sabes le preguntas a Edward, el sabe__dirigió su mirada hacia Edward al igual que yo, el la miro enfadado__ ¿cierto?...A ver si así se te quita lo malhumorado__dijo Dalia y Edward la miro mas enfadado aun.
__Tu no sabes lo que es mantener la boca cerrada, ¿Cierto?__dijo Edward levantándose y caminando hacia nosotras, Dalia le sonrió complacida y salio dando brincos hacia la pieza, Edward estaba a mi lado mirando hacia un extremo de la pieza sin decir nada, ni siquiera se digno a mirarme. Me sentí culpable y muy triste pues Edward parecía incomodo y molesto con mi presencia, era lo poco que veía pues evitaba mirarme de cualquier manera.
__Disculpa que te moleste__susurre por lo bajo queriendo desaparecer de aquel lugar, el se sentó en el suelo mirándome, se encontraba a una distancia prudente, sus ojos se mostraron mas amables, no así sus expresiones.
__Primero debes limpiar la herida con alcohol, luego echar la povidona alrededor para que no entre ninguna bacteria y luego te la vendas con aquellas gasas...no me molestas, no te des tanta importancia__dijo lo ultimo mirándome fríamente y sus ojos lo traicionaron, mostraban aquella fascinación que me aturdía, no se que expresión habré puesto que el se sintió intimidado y luego miro el botiquín indicándome que debía empezar a curarme.
__Pensé...que no volvería a ver tus ojos nunca mas...es decir...yo deseaba volver a ver tus ojos... ¿esa es la obsesión de la que hablabas?___dije torpemente mientras empapaba un algodón con alcohol, el me miro seriamente analizando mis palabras y pude notar como sus ojos reían burlonamente mientras su boca se torcía dudosamente, coloque el algodón en uno de los cortes y temblé del dolor apretando mis dientes, Edward me miro con preocupación y luego se sintió culpable de mi dolor...o eso creí.
__Hablas de ese día...yo pensé que te obsesionabas con dibujarme y por eso venias __dijo mirando el suelo mientras jugaba a rallarlo con sus dedos, yo me coloque la povidona como el me había dicho y luego comencé a vendarme la mano, Edward miraba mis manos atentamente mientras su mente parecía estar en otro lado, busque en el botiquín la cinta adhesiva y luego las tijeras, pero no las encontré...y entendí que planeaba Dalia.
__No, lo de los dibujos era un pretexto muy malo... ¿puedes cortar aquí porfavor?__le pregunte amablemente estirando la gasa para que cortara, el me miro dudoso y luego acerco uno de sus dedos lenta y cuidadosamente para cortar en donde yo le había pedido, al hacerlo le sonreí y el pareció perturbado por un rato.
__Dalia me dijo eso...un día que me puse a pensar a que se debían tus visitas__dijo y pareció arrepentirse de sus palabras, miraba sin interés la cinta adhesiva, resignado corto también esta y yo termine de vendarme una de las manos, faltaba solo la otra y eso me hizo sentir aliviada, el me miraba ahora con curiosidad, como si yo fuera un nuevo espécimen.
__ ¿Porque estas siempre en esa vitrina?__le pregunte complacida de poder comenzar a saciar mis preguntas, aquellas preguntas que hace mucho me fastidiaban día a día, tome un algodón, lo moje con alcohol y al pasármelo por la herida tirite de dolor otra vez, Edward me miro frunciendo el ceño.
__ ¿Estas en el derecho de poder hacer preguntas?__me pregunto enfadado, yo logre que sus palabras no me molestaran y me esforcé en responderle correctamente, vi en sus ojos que se había expuesto demasiado y oculto sus emociones, su voz fue fría y sentí temor.
__Puedes no hacerlo ahora, pero seguiré viniendo a molestarte hasta que me respondas__dije lo mas amablemente posible que pudiera, mas mi voz sonó desafiante y el se mordió el labio, luego intento intimidarme con una mirada de odio, no lo logro y se resigno.
__Primero que nada... ¿puedo preguntarte como te hiciste aquellas heridas?__me pregunto aun con el ceño fruncido mientras sus ojos brillaban de curiosidad, yo sentía que en cualquier momento caería embobada, pero me controlaba por lo especial del momento y porque no sabia si se volvería a repetir.
__Me caí de uno de los árboles que hay en el jardín, mientras me pasaba por la reja para llegar hasta aquí__dije sintiéndome orgullosa de mi acción mientras me untaba la povidona, el me miro y suspiro, la muralla de frialdad cayo denuevo y esta vez el no se dio cuenta.
__A punto de formarse una tormenta, a estas horas de la noche y sola... ¿no crees que fue muy irresponsable? ___esas palabras dejaron tanto a la vista y a la vez no me dijeron nada, el estaba enfadado, sonreí para mis adentros y comencé a vendarme, luego estire la gasa y el la corto delicadamente, evitando acercarse mucho a mi piel, luego corto también la cinta adhesiva.
__ ¡Como sea!, de todos modos logre lo que quería, tu ya no te puedes ocultar de mi__le dije sonriendo, el parecía irritado, frunció los labios y las cejas pensando, luego me miro detalladamente por un buen rato, yo cerré el botiquín y con dificultad tome la taza, tenia leche con chocolate y su olor era exquisito, recordé que tenia mucha hambre y tome un largo trago mientras Edward me seguía mirando detalladamente.
__Lo de la vitrina fue idea de Dalia__respondió escuetamente a la pregunta que había hecho hace un rato, eso trajo más de mi curiosidad a la conversación.
__ ¿De Dalia?__pregunte y luego tome un sorbo, lo mire de reojo mientras la leche pasaba por mi garganta, aun no dejaba de tener el ceño fruncido, no parecía estar cómodo conmigo ahí, antes de hablar soltó un suspiro.
__Veras... ella llego hace unos diez meses y me contó que en el pueblo pensaban interrumpir mi tranquila estadía y convertir esto en un museo, por lo cual hicimos un trato__dijo algo más tranquilo pero en una posición totalmente a la defensiva.
__ ¿En que consiste el trato?__pregunte con tranquilidad y volví a tomar leche, ahora la mirada de Edward era triste, sin embargo apretaba los dientes como si lo estuviera obligando a hablar.
__En que yo cediera mi casa para construir el museo a cambio...del anonimato, Dalia se encargo de arreglar casi sola esta casa para que nadie se enterara de mi existencia y bueno, lo de la vitrina fue una cosa que vino después, una manera de evitar que alguien pudiera verme por accidente mientras me escondía en su habitación...una cosa trajo a la otra, eso es todo__respondió sin mirarme, miraba a la nada con melancolía, realmente no parecía agradarle la situación en la que se encontraba.
__Entonces, ¿solo Dalia sabe de tu existencia?__pregunte sin curiosidad, pues sentía que la respuesta era obvia...sin embargo quería escuchar de que forma la decía al tener que agregarme a mi, el me miro por primera vez con una sonrisa perturbadora y luego la cambio bruscamente culpándose por haberla dejado escapar.
__Dalia y ahora tu...Elena, hay otra gente pero aquellos no importan__dijo mirando hacia la escalera, su rostro paso de la rabia a la vergüenza, supongo que por decir mi nombre y lo de "hay otra gente pero ellos no importan", ¿Yo entraba en la categoría de las cosas que importaban? Y ¿Qué otra gente? Y justo cuando menos la quería de regreso, Dalia apareció en el comedor con mi celular en la mano, dando de saltitos alegremente, "¡que vitalidad tiene esta mujer!"Pense.
__Elena, llama a John de inmediato__me dijo preocupada, yo sentí que se me revolvía el estomago al escuchar ese nombre y mi rostro no quiso ocultarlo, Edward fingía estar desconcentrado pero me miraba de reojo al igual que yo a el.
Tome mi celular y al abrirlo note que tenia cuatro llamadas perdidas de el y una de mi madre, "¡Diablos! John debe estar haciendo un escándalo por nada" pensé, luego de inmediato me levante del sillón y marque su numero, el no demoro en contestar de la otra línea, sonaba preocupado, tanto que me asusto y tuve que recuperar la compostura mientras el sentimiento de culpa surgía de mi interior, pues Edward me miraba, "Le pediría perdón...pero ¿Por qué?...nosotros no somos nada, nisiquiera amigos".
__ ¡Elena!, ¿Donde estas?__decía John preocupado mientras de fondo escuchaba el ruido de un televisor, "¡uf!, por lo menos esta aun en casa", Edward miraba cada una de mis facciones meticulosamente y cuando lo miraba desviaba la vista, me sonrojo la torpeza que tenia para espiarme, lo encontré tierno.
__Tranquilo John, estoy bien, estoy en el museo con la guardia que me dio la tarjeta, ¿llamaste a mis padres?__le pregunte con un tono incriminatorio, Edward seguía observándome y desviando la mirada torpemente cuando lo miraba, al mismo tiempo que la voz de John me provocaba una llaga en el corazón.
__ ¿Ah?, si, discúlpame pequeña, es que estaba preocupado...como no contestabas y has estado todo el día desaparecida__me dijo hablando dulcemente, me temblaron las manos cuando me llamo pequeña y desee llorar ante la imagen de su rostro, Edward seguía mirándome atentamente, así que me contuve.
__Es que se me había quedado el celular aquí y vine a buscarlo...creo que elegí un mal momento__dije sonriendo a fin de sonar tranquila, John resoplo de alivio y de incredulidad a la vez, Dalia miraba también atentamente mi rostro mientras Edward movía las manos haciendo aquel sonido metálico que resultaba algo molesto, lo hacia cuando el se encontraba inquieto...creo.
__¿Pequeña como se te ocurrió aquello en un día de tormenta?__cuando me decía pequeña se me removían los sesos, pues la palabra salía dulcemente y casi podía imaginar sus bellos ojos azules brillando, pero ahora, después de aquel beso y de ver a Edward vivo, no los imaginaba sonriendo, sino que melancólicos y tristes__¿Te sucede algo?...siento, no se como, pero siento que estas extraña, ¿es por lo del beso?___¿Porque john era siempre tan directo?, trague saliva asustada y les di la espalda a mis dos espectadores, los cuales me miraban tan atentamente que me mareaban.
__Es que...mi cabeza va explotar John__dije agarrándome la cabeza, sentí movimiento a mis espaldas y creo que Dalia comenzó a conversar con Edward, no les tome atención pues estaba algo colapsada.
__ ¿El otro también te quiere?__me pregunto John con voz resentida, yo me moleste con esto y se me olvido que no estaba sola, mi voz salio furiosa de mi boca y no tarde en arrepentirme.
__ ¡¿Cuando vas a aprender a ser más delicado para abarcar ciertos temas?!__pregunte-exclame enojada y era en realidad ese el motivo de mi confusión, Edward estaba vivo, quizás no le agradaba o no parecía querer congeniar mucho conmigo, pero el estaba ahí y conocía mi nombre, su presencia había desplazado a John con solo hablarme...pero seguía queriendo a John.
__A valla...perdona que me haya preocupado por ti, no debí llamarte__dijo el entristecido y lastimado, me sentí mas culpable que antes y me mordí los labios con desesperación.
__No John...perdóname, no era mi intención hacerte...mas daño aun, discúlpame, la verdad es que nunca me ha molestado lo directo que eres, sabes que nunca me ha molestado tu forma de ser, menos aun tu podrías molestarme__dije y me pregunte ¿porque no podía dejar de decir la verdad?, ¿porque volvía a decir cosas que dejaban en claro como lo quería?, si sabia que yo no estaba fascinada por el de la forma en que me fascinaba Edward y a la larga eso solo le haría daño.
__Elena deja de mortificarte, no le temo al dolor, temo perderte...no importa que tan solo podamos ser amigos, pero si no estas aunque sea de esa forma yo sufriría, y así si te podrías sentir culpable... ¿Quedo claro?__me pregunto dulcemente, yo me sentí aliviada y mi cuerpo dejo de estar tan rígido, atrás Dalia hablaba con Edward sobre los muebles de la casa y Edward no parecía muy animado.
__Si...gracias John, eres realmente mi salvador__dije con el animo algo mas repuesto, sentí por John un cariño muy grande, el me entendía y era el único que parecía hacerlo, por lo menos contaba con alguien para desahogarme siempre que me sintiera perdida y triste, aun cuando el saliera en la conversación, Edward movió sus manos, esta vez el sonido fue distinto y escuche una risita burlona de Dalia.
__Bueno pequeña, llama a tu familia y en cuanto la tormenta mejore yo te iré a buscar, no importa que hora sea__me dijo con un tono de romanticismo que me produjo dolor y luego corto sin esperar respuesta, yo temblé y suspire resignada. No tenia ganas de llamar a mis padres por lo cual les envié un mensaje explicando lo sucedido y que estaba muy bien, que no se preocuparan, que seguramente me quedaría en el museo con la guardia Dalia mientras la tormenta pasaba.
Cuando me dirigí hacia Dalia ella se encontraba leyendo Marianela sobre un sillón, mientras Edward se encontraba sentado en una silla y mi sillón seguía desocupado, con la taza ahora tibia que seguía esperándome. Edward estaba algo menos inexpresivo y miraba de reojo a Dalia, parecía preguntarse algo, me miro con curiosidad mientras me sentaba y sus ojos relampaguearon otra vez de fascinación, Dalia me miro esperando que le contara sobre mi llamada telefónica.
__Le dije que estaba acá y que estaba esperando a que la tormenta pasara para volver, el había llamado a mis padres, por lo que les envié un mensaje diciéndoles que se me había quedado el celular acá y que al venir a buscarlo comenzó la lluvia__dije algo molesta por tener que rendir cuentas, pero Dalia estaba complacida y me sonrió asintiendo con la cabeza, Edward sin embargo parecía incrédulo, creo que captaba todo lo que yo había pasado por alto de la conversación con John y su mirada casi me obligo a volver a hablar__John va a venir a buscarme apenas pase la tormenta...no me dejo responder y corto__dije sintiéndome culpable, mientras Dalia sonreía casi burlonamente a Edward, el solo siguió mostrando indiferencia, pero sus ojos lo delataron otra vez... "¿celos?, ¿que mas quisiera yo?".
__Entonces cuando el venga yo subiré y tu lo esperaras acá abajo...para que no me vea__dijo Edward aun mostrándose indiferente, pero yo no pude evitar mostrar tristeza al imaginar el momento en que me alejaría de su lado, Edward noto mi reacción y perturbado miro hacia otro lado.
__Si, es la mejor idea...porque el secreto no puede ser conocido por mas personas__dijo Dalia concentrada en el libro, yo sonreí y la mire por un buen rato preguntándome si era la primera vez que lo leía, Edward seguía con la mirada perdida en otro lugar y la curiosidad me venció.
__ ¿Es la primera vez que lees ese libro?__pregunte con suma curiosidad, ella me miro saliendo de su concentrada lectura y sonrió avergonzada, Edward seguía mirando la nada, pero esta vez su expresión tenia un ligero cambio, parecía estar analizando algo.
__No, este es mi libro favorito...creo que eso deja ver mucho sobre mi personalidad__dijo sonriendo, sus blancos dientes volvieron a parecerme calidos y maternales, me preguntaba si ella tendría hijos...luego me dije "Elena, vive aquí en la mansión con Edward...de tener familia no podría hacerlo".
__Elena, ¿Por qué viniste hoy y no antes?__escuche la voz de Edward recordando que estaba ahí y me voltee para admirar su bello rostro lleno de curiosidad, Dalia respiraba también sorprendida por su reacción, tanto como yo, claro que yo hiperventilaba por lo que mi corazón sentía.
__Te refieres a que... ¿como llegue a la decisión de venir?__pregunte dudosamente ante aquella pregunta, que hubiera deseado que fuera acusadora, lo cual seria como decir "¿Por qué me hiciste esperar por ti?", pero su voz era fría por lo cual no sabia de que otra forma entenderlo.
__No viniste antes...no se te ocurrió venir en la noche, pero casualmente hoy viniste de improviso, pues no reparaste en que habría una tormenta...no lo planeaste y eso debe significar algo__dijo conforme de su brillante deducción, pues la verdad tenia razón, Dalia se levanto y se retiro con el pretexto de que tenia sueño y yo me quede a solas con el curioso rostro de Edward, esperando una respuesta.
Mire a Edward entendiendo que no podría mentirle ni negar lo ocurrido ese día en la tarde, por lo cual comencé a contarle lo del sonido hueco en la pared__explicándole lo de la caída por tratar de tomar los tallarines, le costo seguir con el rostro frió__y luego seguí, con como había hecho el agujero y había encontrado el diario de mi bisabuela, lo que ella había dicho y explicado sobre su estadía en el pueblo, todo con lujo y detalle, obviamente sin contarle mis emociones ante lo que había leído, el pareció entender toda esa parte que evitaba y tan solo se quedo en silencio cuando hubo terminado mi explicación...bueno, tampoco había nada de la historia del beso con John.
Que el no hubiera preguntado que sentía yo al escuchar que el era un asesino, al principio fue un alivio, pero luego de un tedioso silencio no podía permanecer callada, quería escucharle decir que era falso, quería que mis miedos se erradicaran pero el no parecía estar dispuesto a hablar, fijaba la mirada lejos de mi y parecía estar recordando cosas muy dolorosas por la triste expresión de su rostro.
__ ¿De verdad asesinaste esa noche?__le pregunte muy despacio casi hablándome a mi misma y mi intención no fue que el escuchara, pero el escucho y giro la cabeza posando sus ojos negros en los míos, con aquella mirada que me había dado a través del vidrio hace dos meses, mi corazón se sumió en penumbras al mirar su rostro, totalmente desconsolado, sus ojos brillaban de un dolor que apabullo mi felicidad y hizo que me sumiera en la tristeza de el, su dolor era tan claro que casi sentía que leía sus pensamientos.
Y mi mente suspiraba, mientras en sus ojos veía un anhelo inmenso:
"Por favor vete"
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Capítulo 2: Confesión y Descubrimiento
La agonía parecía más intensa cada día que pasaba, y ya había pasado más de un mes..., quizás dos meses desde aquel suceso en el museo al cual iba todos los días después de clases sin interrupción alguna. Se volvió una actividad enfermiza que preocupaba a mis amigos, los cuales se alternaban para darme de su almuerzo en el colegio y así evitar cualquier desorden alimenticio que pudiera presentar, pues solía gastar el dinero que debía usar para almorzar en las entradas del museo. Pero eso no era lo que me tenia tan deprimida y enferma, ni tampoco la mala situación económica que le invente a ellos para que no se enteraran de adonde me dirigía todas las tardes__me sentía muy mal al mentirles de esa forma__, la razón era otra...no había vuelto a ver los ojos de Edward, el seguía dormido en aquella vitrina y por mas que yo susurrara, suplicara y implorara su atención, él no parecía notar mi presencia...cada día tenía más miedo, temía haberlo imaginado todo y el miedo de que él realmente fuera sólo una estatua me atormentaba.
Intenté no volver al museo, pero no lo logré..., la esperanza prevalecía por sobre la razón y mis sensaciones no ayudaban. Al estar frente a su jaula de cristal sentía su respiración, sentía su imponente presencia..., sentía que él esperaba la oportunidad exacta para poder mirarme y consolarme del dolor que tení en mi interior, sin embargo, eso aun no pasaba y la espera me estaba matando.
Agradecía tanto el tener a John a mi lado, él era mi apoyo, nos habíamos hecho inseparables. Nos entendíamos el uno al otro sin necesitar mucho las palabras, pues, poseíamos una comunicación de miradas que era reconfortante, él leía con facilidad mis sentimientos y viceversa, yo los leía en sus ojos. No me tardé en comprender que John me gustaba más que antes, pero, lo que sentía por Edward era más fuerte, como también muy distinto.
John era mi consuelo y mi suplicio al mismo tiempo, a veces me seducía la idea de sacar a Edward de mi mente y enfocarme en él, pero eso hacía las cosas aún más insoportables, pues John me daba señas de estar interesado en mi, era algo posible y una parte de mi lo deseaba.
En cuanto a Travis y Mike, ellos prácticamente me consideraban como una hermana menor o como una mascota, eran cariñosos conmigo, me apretujaban siempre como a un muñeco de felpa. Ellos llenaban de chucherias mi casa debido a la desmedida cantidad de regalos que me hacían, los dos eran hijos únicos, por lo cual, luego de un tiempo, entendí su actitud e incluso me pareció de lo mas entretenido que saciaran sus ganas de tener una hermana menor conmigo.
Los aprendí a querer mucho, me encantaba como eran capaces de transmitir tanta alegría a quien tuviera la suerte de escucharlos o compartir con ellos. También era agradable la gran imaginación que tenía Travis, el cual inventaba historias para mis comics todos los días y luego yo se los regalaba como compensación a los 12 pares de aros que me había dado en tan sólo un mes. Lo mas divertido de todo era que todos me habían gustado. Mike prefería regalarme peluches, en tan sólo un mes ya tenía unos 15 peluches, todos de razas distintas que se encontraban en un rincón de mi pieza; cada vez que llegaba a mi casa ellos estaban ahí mirándome, pidiendo a gritos que los lavara, pero preferí esperar un buen tiempo para hacerlo y ver que realmente estuvieran lo suficientemente sucios para meterlos todos juntos a la lavadora.
Mi madre estaba embelesada con mis tres amigos nuevos y feliz de que hubiera dejado a Susie; cosa que en un principio me sorprendió. Ella nunca antes me había contado lo mucho que le desagradaba mi amiga, sólo cuando la vio lejos de mi camino me confesó con una sonrisa de oreja a oreja. Me hubiera ahorrado muchas molestias de habérmelo dicho antes, pues hubiera creído en su criterio el cual no fallaba. Mi padre estuvo un mes y medio con nosotras, lo que me hizo muy feliz, era tan fácil ser yo misma con él. Él me entendía a la perfección; era dulce, cariñoso y muy inteligente, por lo cual siempre me gustaba sentarme junto a él a escuchar sobre las juntas que había tenido, las entrevistas y debates con otros grandes filósofos. Él no se vio tan contento con mis amigos pues tenia celos, después de todo yo había crecido y uno de ellos podía terminar siendo mi novio. Mi padre y mi madre hablaban siempre sobre cuál de los tres parecía mas interesado en mi, cuál parecía interesarme más a mi y viceversa.
Ya habían pasado exactamente dos meses desde que no volvía a ver los ojos de Edward y mis esperanzas parecían fundarse en nada, sin embargo, luego de clases volví al museo, con mi mochila a rastras y una croquera en la mano. Mi excusa era la de inspirarme con mi comic sobre el joven manos de tijeras. Era eso lo que todos los guardias creían y por lo cual me dejaban sentarme frente a él para poder observarlo.
Entré otra vez por las segundas rejas y me introduje en el jardín frente a la casa sin siquiera mirarlo. Conocía muy bien los resplandecientes colores de las flores, las bellas estatuas verdes, la estatua de la mujer de cabellos dorados. Todo estaba ahí monótonamente, sin que quisiera admirarlas por lo irritada que me ponía antes de llegar al lado de Edward. Las ansias nunca dejaban de ser grandes y me enfadaba sentirlas, hubiera preferido que se acabaran o se aminoraran mientras pasaba el tiempo, pero nada, eran igual o mas fuertes que la primera vez que había visitado aquel lugar.
Cuando estuve en la habitación de Edward pude distinguir a mi nueva amiga, una de las guardias, su nombre era Dalia y parecía muy interesada en mi bienestar, era una mujer de unos 45 años de edad. Mientras se acercaba la reconocí por su lento y rítmico caminar, su dorado cabello se mantenía dócil amarrado en una coleta, sus ojos azules eran en extremo maternales, sus labios eran rosados _ que envidia le tenía _ su piel era blanca mientras sus mejillas se sonrojaban en un dulce color caramelo, su cuerpo era esbelto. Supuse que debido a su trabajo se debía mantener en forma y una de las cosas que más me gustaba de ella era su dulce y calida voz.
__ ¿Otra vez aquí Elena?__me preguntó cuando ya nos encontrábamos frente la una a la otra, lo decía con un tono de consternación y otra vez su manía de decir las cosas casi gritando me molesto..., pero no podía enojarme con ella, sólo la miraba preguntándome porqué veía en sus ojos una chispa de tristeza cuando me miraba, como si ella supiera algo que para mi debía ser malo.
__Sí... otra vez aquí, ¿cómo estas?__ le pregunté con un tono bastante informal pero tratando de sonar lo más amigable posible, ese día no andaba de buen animo. Dalia parecía mas preocupada por mi que otros días y supuse que mi fatigado rostro era lo que la tenia asustada, no había comido nada en todo el día, había inventado que tenia dolor de estomago y mis amigos me habían creído... Conclusión, me sentía deprimida y mi equilibrio era tan malo como un borracho en año nuevo.
__Yo excelente...sin embargo, no puedo decir lo mismo de ti, pareces fatigada, ¿deseas una taza con chocolate caliente?__ me preguntó y luego se fue sin siquiera esperar mi respuesta, yo estaba decidida a negarme, por lo cual creo que ella se había dado cuenta y no quería una negativa.
Resignada caminé hacia la vitrina en la cual Edward seguía eternamente dormido, ya no tenía fuerzas para pedirle que me mirara, tan sólo me sentaba inútilmente frente a él para contemplarlo lo más que pudiera mi corazón sin quebrarse. Cuando el dolor era insoportable me iba corriendo a mi casa, me duchaba y me acostaba sin importarme la hora que fuera, yo sólo quería mantener la mente en alguna cosa que no hiciera mas daño del que sentía a diario. Supongo que nada me hacía más daño que mi actitud, más incluso que el que me hacia Edward y su rechazo, "¿Su rechazo? ¿Cómo saberlo?, ni siquiera sé si es real".
Me senté en el suelo, saqué mi croquera y comencé a dibujar a Edward, solía colocarlo en distintas acciones y situaciones, como: saltando la cuerda, conduciendo un auto, bailando, incluso una ves lo dibujé fumando y me di cuenta de cuán poco atractivos eran los hombres que fumaban para mi. Eran todas escenas cotidianas, con la excepción de que no era fácil suponer como él podría hacer tales cosas con sus manos de metal. Sin percatarme de qué era lo que dibujaba me puse a pensar sobre John y la salida al cine que habíamos tenido hace una semana, los dos solos en esa tremenda oscuridad y cómo me tomó la mano en cierta parte de la película. Lo hizo de manera despreocupada, más a mi se me había erizado el cabello con el contacto de su cálida piel y...no hice nada, dejé que tomara mi mano sin emitir ningún comentario y no es que no hubiera querido hacer muchas cosas. Por una parte había tenido el fuerte deseo de entrelazar sus dedos y besarlo para sentir la dulzura de sus labios, así romper con ese silencio y esa tensión en la cual nos veíamos envueltos todos los días debido a nuestros sentimientos. Pero también tuve el deseo de quitarle mi mano bruscamente de encima y decirle que no se acercara nunca más a mi...cuando pensaba esas cosas sentía culpa y recordaba el rostro de Edward una y otra vez en mi mente...en fin, me sentía contenta de no haberme decidido por ninguna de las dos, fue mejor el silencio y la indiferencia.
Dalia carraspeó detrás mió y me sacó de mis pensamientos. Ella se sentó en el suelo a mi lado y me pasó una taza con chocolate caliente, ella tenia otra en su mano así que supuse que quería compartirla conmigo, tomamos un sorbo cada una y alzo su mirada hacia mi croquera. Los ojos se le pusieron como platos por un momento y luego miró su taza otra vez. Yo, sorprendida por aquella reacción, miré mi croquera y mis mejillas se encendieron al percatarme de que en el dibujo salía Edward besándose con una mujer muy parecida a mí, por suerte se me había acabado el rosado y su cabello era negro. Así era menos notorio la similitud.
__ ¿Tu crees que una persona así podría enamorarse?___me preguntó Dalia de la nada aún mirando la taza. Parecía sumida en sus pensamiento como si yo no existiría, pasaron unos segundos y ella ladeó su rostro para mirarme... "¿Quiere un respuesta?" pensé.
__Yo...yo creo que si__mi voz sonó de lo más contenida posible, pues en realidad quería decirle cuanto yo deseaba que eso pasara, que yo deseaba estar con el, pero eso era algo que no debía ni podía confesar ¿qué sentido tenía amar una estatua? Y ¿Qué sentido tenía acabar en un manicomio por eso?, ella me creería una loca.
__Yo también lo creo, pero supongo que hay gente que no es tan positiva...Elena, se me había olvidado que quería ofrecerte algo__me dijo cambiándome el tema. Me molesté pues estuve apunto de preguntarle "¿A que te refieres con que hay gente que no es tan positiva?", la miré extrañada mientras me mostraba su blanca dentadura en una maternal sonrisa.
__ ¿Qué cosa?__ pregunté irritada y ella sin responder sacó de un bolsillo una tarjeta de color plateado y me la entregó felizmente. La observé cuidadosamente, decía "Cliente especial" y había una foto mía pegada a la tarjeta, era la foto que John me había sacado en el jardín, el día en que conocí a Edward.
__Antes que comiences a hablar, quiero que me escuches, John estaba preocupado por ti, pues un día te siguió y se dio cuenta de que no comías bien por pagar las entradas del museo...él por supuesto no te lo dijo, pero si accedió a ayudarme, me paso esa foto tuya y ahora yo te entrego la tarjeta para que no dejes de comer...no me pareció bien lo que estabas haciendo....
Pensé en esas palabras mientras caminaba de vuelta a casa y sobre todo en su tono de voz que bordeaba otra vez en un grito más que una conversación. Me sentía estúpidamente engañada, pero también era lo que merecía por haberles mentido a mis amigos, tenía miedo de que ellos se enojaran conmigo y a la vez quería regañar a John por haberme seguido...al final a regañadientes tuve que aceptar que, él no tenía la culpa y que, en su posición, yo hubiera hecho lo mismo.
La imagen de John llego a mi mente con una dulzura que me hizo sentir desdichada, culpable y tremendamente confundida. John y su dulce carácter trataba de hacerse un lugar en mi corazón, pero aún cuando lo quería, estaba siendo opacado por el amor que creía sentir por mi durmiente Edward. Mientras caminaba pensé en todo lo que estaba perdiendo por seguir ese extraño sueño, por esperar que mi bella estatua despertara. No era capaz de ver a John, de ver sus ojos anhelantes cuando me miraba o cuando me abrazaba bajo la lluvia que hace poco caía. Nada de eso tomaba sentido cuando recordaba los ojos de Edward...y más que esa espera, dolía mucho más el camino incierto de mis sentimientos, la confusión, es cierto que quizás siempre había sido excéntrica, pero esto excedía incluso mis difusos límites de cordura, nada parecía tener sentido en esta triste e insostenible espera.
Ya era tarde cuando llegué a mi casa y no sabía de qué forma justificar mi retraso; inventé en mi mente muchas excusas que se volvían cada vez menos creíbles. Mientras me encontraba más cerca de casa, por lo que decidí que sería mucho mejor decir la verdad. Cuando estuve frente a la puerta me di cuenta de que las luces de mi casa estaban apagadas, mi madre nunca hacía eso a menos que hubiera salido, pues, aún a sus treinta y cinco años le tenía miedo a la oscuridad__era algo gracioso__ por lo cual me detuve frente a la puerta y busqué dentro de la mochila mis llaves, no eran muy difíciles de encontrar, pues de llaveros había colocado un anillo que me había regalado John, un pequeño león de peluche que me había regalado Mike y unos ojos de plásticos algo siniestros que me había regalado Travis. Abrí la puerta extrañada y al encontrarme dentro busqué en la oscuridad el interruptor, la casa seguía igual que siempre pero totalmente abandonada, cuando cerré la puerta de entrada y me dirigí hacia la cocina encontré una nota que decía:
"Elena:
Me han llamado desde Francia, tu padre tuvo un accidente y se encuentra en un hospital, no es muy grabe...pero tu sabes que yo no puedo evitar preocuparme más de lo debido así que he viajado hacia allá...le he pedido a tu tía Emilia que te cuide, yo creo que llegará a casa en unos cuatro días...cuídate mucho, no hagas tonterías y si no te quieres dar el tiempo de cocinar hay dinero en mi habitación, es mas que suficiente para que comas en el comedor de tu escuela y compres víveres por si me tardo en volver...te quiero mucho, te extrañaré y le diré a tu padre que deseas que se mejore, un besote, adiós
Tu madre."
Esto no era en absoluto una sorpresa, mi madre amaba mucho a mi padre y no podía evitar viajar hasta su lado cada vez que algo le pasaba, incluso si tan sólo se había roto una uña, antes solía llevarme cuando era pequeña, pero ahora ella tenía la suficiente confianza como para dejarme sola o casi sola...mi tía Emilia...una vez la describí en una clase y mi profesora quedó muda al descubrir cómo podía hablar tan negativamente de una persona con palabras tan formales, educadas y sin ningún insulto, casi como si fuera una habilidad especial, como la que tiene Alice al ver el futuro o Miroku con el agujero de su mano.
Tenía mucha hambre por lo cual me dispuse a ordenar la mesa y cenar. Mi apetito variaba entre la ferocidad y la fatiga cuando sentí que tocaban la puerta. "¡OH no! Por favor que no sea Emilia"  exclame sin importarme un bledo que ella pudiera escucharme. Me levanté algo mareada y al abrir la puerta me encontré con los rostros de John, Travis y Mike mojados, "¿estaba lloviendo? ¿Cómo no me di cuenta?" pensé mientras los hacía pasar. Me precipité hacia el calefactor que estaba en medio de la sala y lo encendí al ver a mis amigos entumidos.
__Así que te quedas sola__dijo Mike desde la cocina, me volteé y lo busqué con un gesto de enfado por su haberse escabullido a mi cocina y por haber leído la nota de mi madre...luego me dije "Diablos!! Que rápido se escabullo!" él me sonrió y fue a sentarse cerca del calefactor, en el suelo, obviamente él no había entendido el mensaje.
__Metiche__exclamé sonriéndole, estaba contenta de tener sus compañías, cuando ya había encendido el calefactor caminé hacia un armario y busqué tres toallas grandes mientras de reojo miraba a John y Travis cerca de la estufa estirando las manos hacia el fuego. Mike prendía la televisión.
__Parece que pasaremos mas tiempo aquí entonces...deberíamos hacer una fiesta__dijo Travis entusiasmado, Mike lo apoyó con gritos de celebración pero John lo golpeó en la nuca. Ya había terminado de sacar las toallas cuando me dirigí hacia ellos, con claros signos de desaprobación en mi rostro pues nunca me habían gustado las fiestas y la sola idea me dio dolor de estómago.
__Estoy seguro que ella no quiere una fiesta, así que no se les ocurra seguir planeándolo__dijo John mirando mi rostro, me alivió su intervención, pues él era quién controlaba a Mike y Travis, después de todo él era el más maduro de los tres y tanto Travis como Mike le tenían demasiado respeto. Les pasé a cada uno una toalla y cuando me dirigía hacia la mesa__para por fin poder comer__perdí el equilibrio y mi cuerpo casi cayo de nariz al suelo si no hubiera sido por John, el cual me agarro de un brazo y me acerco a su cuerpo agarrándome de la cintura, quizás que habría sucedido. Nos encontramos frente a frente, tan cerca que sentía su calido aliento en mis mejillas, estaba tan cansada que no pude siquiera sonrojarme, pero si perturbarme con sus ojos azules relampagueando de deseos de besarme, deseos que compartí con el.
__Es que no he cenado aún...estoy fatigada__le dije y él me miró con disgusto. Me llevó hasta la silla frente a la taza de café y el sandwich de aguacate que me había preparado. Se sentó a mi lado lo más cerca posible como para que ni Travis ni Mike nos escucharan. Me habló en susurros... otra vez me hacían sentir su cálido aliento en el rostro, tiritaba cada vez que me hablaba.
__No me gusta verte así Elena...me preocupas demasiado__me susurró mientras yo engullía un pedazo descomunal de sandwich, me tardé bastante en tragar, pero él esperó sereno y tan bello como solía ser siempre. Mi corazón se desbordo en latidos y luego sentí un dolor punzante, como si lo que pasaba estuviera mal. Mike y Travis se sentaron en los sillones cerca de la televisión y la dejaron en un canal de boxeo, no parecían interesados en lo absoluto sino que confabulados entre sí para que John pudiera decir cualquier cosa sin ser escuchado por ellos.
__Discúlpame por mentirte...de verdad lo siento mucho__le dije mirando la taza de café, el vapor subía por la habitación y desaparecía al igual que la debilidad de mi cuerpo, el color volvía a mi piel y supuse que ya podría sonrojarme, John pareció repasar mis palabras hasta que encontró la razón de ellas y su voz volvió a acariciar mi mejilla con un tono mucho mas calido.
__Te perdono...espero que haya sido una buena idea lo de la tarjeta__me dijo apoyando su cabeza en mi hombro mientras me rodeaba la cintura con sus brazos, estaba algo húmedo aun, pero su cuerpo era tan calido que me sentí por un rato adormilada bajo su calido respirar y su lento palpitar que ya me parecía demasiado acogedor.
__Gracias por eso...de verdad__le dije tomando otro sorbo de café y luego un pedazo más de mi delicioso sandwich, esta vez más pequeño pues solía ahogarme con la comida en presencia de John, sobre todo cuando las comisuras de sus labios se torcían en esa sonrisa tan protectora que solía mostrarme cuando yo no sabía qué decir.
__Es lo menos que podía hacer...estaba muy preocupado por ti y aún no entiendo porqué vas tanto a ese lugar, ¿Para qué lo haces?__me preguntó con un tono mas cálido de lo que antes había utilizado y con una gran curiosidad. Era tan bello y aún no entendía porqué no lograba sacarme a mi durmiente Edward de la cabeza estando frente a él, porqué aún siendo John tan perfecto no podía dar el siguiente paso, cuando la relación ya era demasiado obvia al igual que los sentimientos que nos unían.
__Yo voy a dibujar y además, me gusta mucho estar allá...es un lugar muy agradable__dije intentando sonar convincente y aunque a mi no me convenció, él pareció satisfecho.
__Eso me dijo Dalia, pero aún así me parece muy obsesivo de tu parte__comentó tratando de no darle mucha importancia a su comentario, pero si esperando una explicación mía y ¿Qué podía decirle?
__Quizás...cuando me gusta hacer algo me obsesiono__dije mientras volvía a tomar otro sorbo de café, me comencé a sentir incomoda.
__ ¿Y cuando alguien o algo te gusta?__me preguntó con su voz nerviosa y al voltearme para mirarlo, caí en una profunda sensación de confusión, sus ojos eran tan dulces como nunca y me derritieron...una parte de mi mente pensó "¡¡Yo y mi maldita lengua!!".
__ No lo sé__respondí y volví a mirar mi taza presa del miedo, pues sabía que la conversación se dirigiría por un camino que aún no era capaz de considerar, aunque de alguna forma lo deseaba.
__Elena...yo quisiera decirte algo...algo muy importante__ "¡OH...no!, aquí viene justo lo que ahora no quería escuchar" pensé. Siempre había deseado que él me rodeara con sus brazos y estar tan cerca como lo estaba en ese momento, pero ahora todo era distinto pues sentía mi corazón totalmente y tontamente dividido, no sabía que hacer__Elena, tu me gustas mucho...yo diría que demasiado...no puedes siquiera imaginar la fascinación que siento por ti...por tus cambiantes ojos color miel, tu mente tan rápida y crítica...tus mejillas rosadas cuando te sonrio__terminó de decir y me apretó más fuerte contra él. Sentía que me iba a desmayar, pero esta vez no de fatiga sino que mi mente no era capaz de sobrellevar tantos sentimientos a la vez y mi corazón arremetía contra mi pecho de una forma anormal.
__Yo...yo__dije tartamudeando, me temblaban los labios y mis mejillas de seguro eran más que rosadas, estarían prendidas en un rojo tan vivo como la llama del calefactor cerca de Travis y Mike, a los cuales no escuchaba y no sentía sus presencias, pues en realidad no era capaz de alejar mi mente de otra cosa que no fuera el palpitar suave e intenso de John. Él se percató de mi tartamudeo asustado y buscó mi rostro sin soltarme, quedamos a unos centímetros escasos el uno del otro. Su rostro se veía preocupado, asustado y arrepentido, pero por sobre todo hermoso y eso martillaba mi mente.
__No me importa si no sientes nada por mi, no te estoy forzando a nada...sólo necesitaba decírtelo y calmar de alguna forma mi mente, tan sólo me importa tu amistad...con tal de estar a tu lado me basta__dijo desesperado acariciando mi cabello con sus suaves y calidas manos, quería decirle que yo también sentía lo mismo por él, deseaba eliminar la distancia y juntar nuestros labios, pero una voz dentro de mi imploraba con fervor una y otra vez "¡miéntele!...vamos Elena miente...hazlo por él y por Edward, no le hagas daño"
__Yo...yo...siento...___ante mi vacilación John me miró con atención, su mirada era esperanzadora y a la vez preocupada__Yo...__me interrumpió aun mas preocupado acariciando mi mejilla, sus ojos me enloquecieron y mi estrepitoso palpitar se juntó con un dolor agonizante en el corazón, eso de que sólo necesitaba mi amistad era una farsa demasiado vieja, cuando te gusta alguien no basta sólo con su amistad, yo ya no deseaba su amistad, pero no sabia que hacer.
__Tranquilízate Elena...yo de verdad no necesit...___Tome el rostro de John y junte nuestros labios en un movimiento totalmente desesperado, el contacto fue tan dulce que mi cuerpo reaccionó al apretarlo más a mí y me envolví en su cintura. Él me abrazó con fuerza mientras mi boca recorría con desesperación la suya, sentí un calor abrasador en mi corazón, en mi mente decía el nombre de John una y otra vez como si la vida se me fuera en eso, sus manos se aferraron a mis mejillas y me besó aún con más desesperación, incluso con rudeza.
Mi corazón que hasta ese momento estaba frenético, arremetió más fuerte. De pronto dejé de sentir deseo, de sentir felicidad y se me congeló el cuerpo, mis manos cayeron a mis extremos y las lágrimas salieron despavoridas por mis ojos... ¿Qué iba mal?, él era real, lo adoraba y deseaba su compañía tanto como el deseaba la mía, nos entendíamos muy bien y nos cuidábamos mutuamente, ¿entonces que iba mal?...¿porque estaba llorando mientras nos besábamos?...él era real y Edward no lo era, entonces...¿por qué me sentía así?
Sentí una tristeza enorme y rompí el beso con un gemido, me sentí tan desgraciada que me alejé de John y tapé mi rostro con las manos. Vergüenza, dolor, culpa, desesperación, todo lo sentí de una vez y me sentí indefensa. Sentí un gemido y asustada recordé que John seguía ahí, había visto mi reacción y yo me había puesto en ridículo junto con rechazarlo de aquella manera. Me quité las manos de los ojos y levante la vista para mirarlo. Su rostro sólo mostraba terror y desconcierto cuando me vio. Lloraba y él se sentía profundamente culpable mientras observaba mis lágrimas correr rápidamente por mis mejillas. Se alejó como si fuera el culpable de mi tristeza.
__No John...es mi culpa, no la tuya...perdóname__le dije y el permaneció en silencio sin querer acercarse a mi, recuperé un poco la compostura y tomé sus manos con precaución, el seguía con su rostro de culpabilidad__Tu siempre me has gustado John, desde hace mucho...pero, no puedo prometerte nada cuando mis sentimientos se debaten entre dos personas, discúlpame por favor por haberte besado...no quiero hacerte falsas ilusiones__él me miró algo más aliviado. Me dio una sonrisa, pero sus ojos reflejaban una tristeza que nunca hubiera deseado causarle.
__Elena, por favor no te mortifiques tanto...tranquilízate...todo esta bien, vuelvo a decir que me basta con poder estar a tu lado, de la forma que tu desees para mi estará bien___me dijo volviendo a su calidez de costumbre y se acercó para besarme la frente. Le sonreí, pero dudo que haya parecido muy real, tenía ganas de estar sola por un buen rato, no quería pensar mas. Sabía que sus palabras no eran ciertas, él no deseaba sólo eso, me deseaba como su pareja y yo también__ ¡Travis!... ¡Mike!, vamos a casa que Elena parece cansada, creo que necesita dormir__dijo encaminándose hacia Mike y Travis para que se levantaran de los sillones, agradecí que él hubiera sido capaz de entender aquel deseo que no había formulado y que me envolvía de ansias de encontrarme sola en mi habitación, para poder ahogarme en mis pensamientos.
Travis y Mike se acercaron a zancadas y me apretujaron en sus brazos, como si nada hubiera ocurrido, agradecí eso también en lo mas profundo de mi corazón. Salieron de la casa junto con John el cual se disponía a irse con un saludo de mano, pero yo lo abracé fuertemente y besé su mejilla, el parecía aliviado, supongo que lo único que yo deseaba era que él se sintiera menos culpable y más tranquilo. No podía decir lo mismo de mí. Para mí podían caer todas las desgracias del mundo sobre mi cabeza, no importaba, no harían el dolor más o menos grande.
Al cerrar la puerta no miré nada a mi alrededor, caminé con pesadumbre hacia la escalera y lentamente subí los peldaños, nunca se me habían echo tantos en toda mi vida. Mientras las lágrimas corrían por mis mejillas sin saber exactamente a qué se debían o a qué de todas las cosas que sentía se debía. El dolor parecía quemar mis labios, mi corazón y mis parpados tiritaban ya de cansancio, la piel se volvía cada vez mas gélida al igual que mi lento y triste aliento. Tan sólo tuve fuerzas para tirarme a la cama y que las pesadillas acabaran con mis precarias fuerzas.
No disfruté del sueño, entre tanto llanto inconsciente las horas se hicieron eternas y las pesadillas no tenían coherencia ni principio ni fin..., iban enlazadas con colores tan fuertes que dolía la vista, imágenes terroríficas y un ruido metálico incesante que taladraba en mi cabeza. "Un descanso por favor" era lo único que lograba articular, pero incluso las súplicas eran tan precarias como las ganas de despertar; de aceptar una realidad en la que mi príncipe azul era una estatua lúgubre y sin señales de vida o mejor dicho, sólo tenía señales de vida para mi.
Eran las siete de la tarde del otro día cuando desperté, en cinco horas mas hubiera cumplido las veinticuatro horas durmiendo. Era la primera y única vez que dormía tanto por lo cual me sorprendió como lo flácido sentía mi cuerpo y mis parpados; el dolor de estómago que tenía producto del hambre, la sequedad de mi boca, mi cuerpo pegajoso y mi cabello sucio. Peor aun, había perdido un día de clases por quedarme dormida. Por más deprimida que aún me sintiera no quería tener aquellas sensaciones tan desagradables y anormales en mi maniática costumbre de mantener al día mi aseo personal, por lo cual mientras ponía mi mente en blanco _ asustada por si caía otra vez derrotada a la cama_ me dirigí al baño con unas grandes toallas y entre a la ducha en un santiamén.
El agua caliente limpió mi cuerpo, también mi pesar y pude sentirme mucho mas calmada, aunque aún sentía mucha tristeza y confusión, tanta como para quedar inconsciente de un momento a otro mientras el agua se colara por mi garganta asfixiándome. Por tal motivo me negué a caer en un coma mental. Luego de sentirme mucho más limpia salí de la ducha, me vestí con mi holgado y cómodo conjunto pantalones, polera, suéter negro y salí del baño directo a la cocina.
Tenía mucha hambre por lo que decidí prepararme pasta. al buscarlos por todos lados me percaté de que éstos se encontraban arriba del refrigerador y torpemente salté hacia ellos__sin necesidad pues solo necesitaba dar dos pasos para alcanzarlos_ y resbale con una cáscara de cebolla que yacía en el suelo. Me golpeé contra la pared de la cocina y mientras caía al suelo note que esa pared sonaba hueca, después de sobarme la cabeza sintiéndome estúpida por mi extraño actuar, recogí los tallarines que estaban regados por todas partes. Tomé la cáscara de cebolla y la arrojé, luego, caminéhacia aquella pared y con los nudillos la golpee en toda su superficie, solo había un lugar en donde el sonido cambiaba y este lugar era en el sitio más cercano al suelo, se escuchaba hueco.
__No puede ser que esté hueco__susurré para mi misma y alentada por ese misterio corrí hacia el sótano, ahí debía haber algo con lo cual pudiera hacer un agujero. Busqué en él y me percaté de que mi padre viajaba mucho y además era filosofo, por lo cual ahí abundaba más en libros que herramientas de casa. No podía ser cierto, ahí debía de haber alguna herramienta por mas mínima que esta fuera. Me adentré en una enorme caja de chucherías y para mi suerte encontré un martillo y una estaca de acero que mi padre solía usar para romper el caparazón de crustáceos.
Emocionada por mi hallazgo me dirigí ansiosa a la cocina y de un impulso me arrojé al suelo frente a la zona en donde la pared sonaba hueca. "Perdóname mama" dije ante de ubicar la estaca en la pared y con el martillo incrustarla en la pared; la zona ahuecada cayó al suelo con estrépito y me sentí aliviada que fuera un espacio pequeño, pero visible por lo cual tendría explicaciones que darle a Emilia cuando llegara. Corrí hacia el patio dejando el martillo y la estaca en el suelo y saqué una escoba de una pequeña casucha de madera que teníamos. Rápidamente entré a la cocina y limpié los pedazos de pared y polvo que ahí se encontraban, los deposité en el contenedor que había fuera de mi casa y guardé el martillo y la estaca en su lugar. Caminé hacia la cocina y saqué del agujero un cuaderno lleno de polvo y humedad.
Estaba sorprendida de encontrar en mi casa un secreto de esa magnitud, por lo cual tomando un pedazo de pan y un paño de cocina me senté en el comedor prendiendo la luz. Comencé a limpiar la tapa del libro mientras intentaba engullir un pedazo de pan pues caía presa de la fatiga. El cuadernito estaba hecho de cuero, tenia grabadas las iniciales de mi bisabuela, lo cual me sorprendió aún más y en adelante no me detuve:
"Querida lectora, quien quiera que seas, espero que mis palabras te sirvan en esta lucha contra el mal. Aquel mal que reside muy cerca, aquel mal inmortal que amenaza en contra de Dios y su divina creación del hombre. Espero que con este librito conozcas la verdad del mensaje de Dios y de la bestia llamada Edward que reside en la casona de horror, de espanto y miseria, sobre la colina"...
Conocía muy bien la forma de pensar de mi bisabuela, por lo cual estas palabras cargadas de una fe cegadora no me sorprendieron. Eso era lo que siempre me contaron de ella, no alcancé a conocerla más allá de las terribles historia sobre su calidad mental, pero lo que si me sorprendió es que hablara de Edward. De mi durmiente estatua y lo nombrara de esa forma que lo hacía aparecer con vida, seguramente debía seguir leyendo:
"Los demonios y los Ángeles batallan entre si..." siguiente pagina.
"La bestia del mal solo espera el momento en que sus cuernos..." yo paso de eso, siguiente pagina.
Pero las páginas comenzaban a hacerse eternas entre tanta teoría sobre lo que el diablo quería y como hacía caer a la gente en eso y demás cosas relacionadas. Aburrida seguí pasando hoja tras hoja hasta que encontré una fecha y como titulo:
"Edward ha aparecido en el pueblo"
"Aquella mujer insensata ha traído al diablo a este lugar, nos ha condenado y maldecido con su ignorancia...curiosidad infantil la que nos ha traicionado. Ese tal Edward, tiene los ojos como dos perlas negras que solo pueden ser el reflejo de su perverso corazón...pero sabe Dios que eso no es lo peor, sino sus manos, esas armas de metal que serian capaz de asesinar a alguno de nosotros y juro que pronto veremos cuán peligroso puede ser en realidad. Sin embargo, estaré vigilando cada paso y movimiento que hace...porque a mi,su ingenuo e inocente rostro no me va a engañar, eso es lo que el diablo quiere"
Mi mente y estado de ánimo dio un vuelco inesperado y la pena se volvió ansias, tan y más fuertes que las que sentía al querer ir a ver la casona. Ésto sólo podía significar que Edward había existido y existe pues ella antes lo había llamado "inmortal". Pasé las páginas hasta unas que mostraban una indescriptible cólera de parte de mi bisabuela:
"La gente lo reconoce, lo llaman artista al ver como tranquiliza sus ansias de sangre con arbustos y peor aún le dan a su disposición sus cabellos... ¿es que no se dan cuenta en el peligro que están?...paciencia es lo que debo tener, pues esta farsa no durara por mucho tiempo y Dios se encargara de darme la razón"
Mas paginas adelante... "Quiero saber más" pensaba:
"Lo sabía, lo sabía, algo malo era lo que tenía que suceder. Él dice que han sido Kim y sus amistades quienes se lo han pedido...pero no es cierto, él es un ser maligno, que debe haber propiciado y planeado ese robo...pues la maldad corre por sus ojos"
Paginas y más paginas sobre sus creencias... "¡no quiero saber sobre sus teorías! ¿Qué pasó con Edward?" exclamé en la soledad de mi casa:
"¡Corred todos en su búsqueda, pues ha lastimado a Kim y a su pequeño hermano!... ¡Le ha arañado la cara!... ¡todos vamos a cazarles como la bestia que es!"
"Esta mujer no sabe relatar las cosas" pensé, sus escritos estaban muy inconclusos:
"He vuelto más que desolada...él y el novio de Kim han muerto en una sangrienta lucha, es el fin de la bestia, pero se ha llevado consigo a uno de nuestro chicos...un buen chico...entonces ¿Por qué Kim no luce triste?...tengo la ligera sospecha de que algo ella tenía que ver con Edward"
Eso era todo lo que salía con respecto a Edward y su estadía en el pueblo, ¿Cómo era que el pueblo había pasado por alto aquella historia?... ¿Que fue de Kim?... ¿Realmente asesinó Edward a alguien?...y, ¿Cómo es que mi tía escribía tan jodidamente mal?...Bien, pues no sabía ninguna de las respuestas, sólo sabía que él estaba vivo y que quería verlo.
__Si nada va a cambiar de día...entonces iré hoy en la noche__
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nothingelsefanfic · 6 years
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Capítulo 1: Regalo de cumpleaños
Me desperté sudada y asustada, reviviendo otra vez aquella pesadilla que después de una semana ya me tenía alterada, al punto de no querer volver a dormir. Veía noche tras noche la escena de un hombre agonizando, en mi sueño, no había momento alguno para descansar, me preguntaba el porqué y repasaba las confusas imágenes en mi mente, por lo que en ese momento, aún acostada, volví a recordarlas.
En mi sueño apreciaba desde arriba la escena en donde yo también me veía envuelta. Miraba como asesinaban a un hombre a sólo unos escasos pasos de donde yo me encontraba arrodillada. Mi rostro se crispaba de un dolor irreconocible y en el preciso momento en que comenzaba a dolerme el pecho, era teletransportada a la escena y comenzaba a llorar. Entre la inconsciencia de sufrir y de no entender mi pesadilla, solía intentar limpiar mis lágrimas con las manos para lograr ver al hombre por el cual lloraba, pero mi visión era demasiado borrosa y pronto unas manos blancas y pegajosas me tomaban de los hombros levantándome. Antes de poder gritar aun mas fuerte, caía en una laguna negra que me traía directamente a mi cama. La estrepitosa caída era lo que más me alteraba y al despertar me descubría empapada en sudor sobre la cama y a oscuras.
Mareada aún, me sequé la transpiración de la frente con la manga del pijama y luego lentamente me puse de pie evitando pisar algunos de los lápices que siempre dejaba tirados en el suelo. Los dejaba ahí luego de dibujar mis comics antes de dormir; en ellos había un cambio notorio, se habían vuelto mas lúgubres y en muchas páginas se encontraba retratada la escena que veía constantemente todas las noches. A mi madre le desagradaba aquel desorden y a mi me sorprendía que no notara aquel malestar que representaban mis historias.
Luego de haberlos esquivado, caminé hacia el baño tanteando las paredes para saber si iba en la dirección correcta, encontré el interruptor del baño y encendí la luz. Como era de suponerse, ésta me llego violentamente a los ojos y estuve un momento frotando mis ojos con la intención de acostumbrarlos a la luz de la bombilla. Pensé en lo tierno que era esa manía de frotar los ojos y luego miré el foco de cristal recelosamente, era mas voltaje de lo debido y tenía claro que en algún momento iba a provocar un apagón, pero quizás la desidia era mas grande.
Busqué en el baño un espejo que solía estar colgado sobre el lavamanos y al observar mi reflejo, me percate de cómo mi largo y artificial cabello rosado se me metía en los ojos, me agradaba mucho ese color y agradecía que en mi colegio no tuvieran problemas con el, lo cual era mas que nada..., porque tenía buenas notas, siempre pensé que era sólo por eso que se me permitía usarlo así. Abriendo la llave, llené mis manos con agua y lavé mi rostro por lo menos dos o tres veces, luego cepille mi cabello una y otra vez hasta que por fin lucia liso y me puse muchos pasadores para despejar mi frente.
Mi baño y mi casa eran los únicos lugares en donde demostraba mi personalidad sin tapujos, eran tan personales que solo yo podía entender mi particular entendimiento de la palabra "orden". Como de costumbre me acerqué a la tina para recoger los labiales que solía ocupar todos los días. Eran colores intensos para esconder el desabrido color casi blanco de mis labios, lo cual, no sabía de quién los había heredado, pues tanto mi madre como mi padre tenían un lindo color rosado en los suyos. Usaba los labiales normalmente de tapón cuando no me bañaba. Mi madre después de conocer a los doce años esa extraña costumbre, dejó de meterse en mi baño y me delegó la obligación de mantenerlo limpio con tal de no tener que seguir apreciando mis raras costumbres, ni discutir conmigo para intentar cambiarlas, ya que debido a lo obstinada que era, resultaría imposible. Lo peor de todo era que esa extraña y fuerte obstinación no la mostraba fuera de la casa.
Desvié mis pensamientos y me concentré en mi reflejo. Mi piel era desabridamente blanca y a mi parecer poco llamativa, pero eso no significaba que no me agradara, sino que en cuanto a ella hubiera deseado tener un poco mas de color, aun cuando aquello era casi imposible al mirar a mi madre, extremadamente blanca...al punto de parecer anémica la mayor parte del año. En cuanto a mis ojos nunca tuve problemas con ellos, eran lindos, tenían un color miel que al sol parecían dos caramelos y bajo la lluvia parecían hechos de chocolate amargo. También apreciaba mucho mis largas pestañas que eran muy femeninas y mi nariz siempre había sido pequeña al igual que mis orejas.
Luego de pintar mis labios de color rojo me observe en el espejo y al encontrarme conforme con mi apariencia salí rápidamente del baño. No tantee las paredes despistada, sino que me dirigí hacia la tenue luz que se colaba a través de las cortinas de mi habitación y al llegar hacia ellas las abrí de par en par. Una débil luz iluminó la pieza, afuera el día estaba nublado, cosa que era de suponerse, pues estábamos en otoño y el frío era evidente.
El paisaje triste me abrumo y recordé que no me sentía muy optimista, sino que triste y la razón tenía un nombre y una marca de lápiz labial favorito, todo era por Susie.
Susie era mi única "amiga", a ella relacionarse con la gente se le hacía bastante fácil. Debo reconocer que muchas veces me sentí poca cosa a su lado y además, ella acostumbraba no tomarme en cuenta cuando se encontraba en algún grupo numeroso. Supongo que le daba vergüenza mi amistad y eso provocaba que me sintiera realmente mal, pues yo no hablaba con casi nadie. Las personas eran tan sólo conocidos y otro tanto era la gente a la que yo le agradaba, pero que no se atrevía a acercárseme pues la presencia posesiva de Susie los alejaba, por no decir que los asustaba.
Camine hacia mi armario pensando en ella, la verdad es que había intentado pasar por alto el hecho de cuán mala era nuestra relación de amistad, no quería ver que en realidad Susie no era la persona que yo me obligaba a idealizar. Creo que para cualquiera la desilusión es un sentimiento muy duro, pues también se entrelaza con el error y te trae consigo una pregunta dolorosa ¿Cómo es que no me di cuenta antes?..Le tenía miedo a esa pregunta pues sabía que evadía todos los días la respuesta y que ya no podía seguir haciéndolo por más tiempo.
Poniendo la mente en blanco abrí de par en par el gran armario de madera que tanto me gustaba, en especial por su antigüedad, los diseños que se asemejaban a las siluetas encontradas en la naturaleza, su olor a polvo y a casa antigua, su color y la simpleza del mismo a la vez.
Mi padre había querido remodelarlo, pero después de explicarle cuanto me gustaba, el decidió tan solo barnizarlo y yo accedí sin problemas pues, después de todo, me llevaba muy bien con él...me parecía más a él que a mi madre. Mi padre era un filosofo de renombre, por lo cual viajaba bastante y sorprendentemente eso no era un problema en la familia, pues seguíamos siendo muy unidos. Mi madre esperaba pacientemente a mi padre después de que debía hacer un viaje, tan emocionada como la primera vez que se conocieron o el primer mes de pareja que tuvieron. Se amaban día a día sin importar cuan lejos estuvieran y eso era algo realmente loable y bello, de lo cual yo me sentía feliz, orgullosa y aliviada, era el ejemplo de lo que yo quería para mi: un compromiso para siempre.
Saqué del armario unos jeans negros, una polera de color gris y un chaleco de color morado con notas musicales bordadas en las mangas. Vinieron a mi mente vagos recuerdos de mi infancia y un deseo se alojó en mi pecho; el deseo de conocer el nuevo Museo.
En la cima del pueblo había una antigua y olvidada casona a la que le tenía mucha curiosidad, la mayoría de la gente la evitaba e incluso le tenían miedo, pero yo siempre había sentido una extraña atracción por ella. A los seis años mi curiosidad me llevo a acabar con la incertidumbre y fui hasta la casona. Los recuerdos eran muy confusos y lejanos pero había algo que no podía olvidar, algo que nunca podría olvidar. Alguien tocaba el piano y la melodía era suave, dulce, melancólica y armoniosa. La historia oficial de mi escape era que solo había llegado hasta la reja y al no poder pasar me había quedado dormida en el suelo, mi madre me había encontrado por medio de la policía a altas horas de la noche y, por supuesto, me había prohibido volver allá.
Hace tan solo un mes que se había abierto como museo al público, la habían remodelado como tal para utilizarla como la gran atracción turística, pues el pueblo estaba pasando por una terrible crisis económica. Había escuchado que por dentro la casona era muy excéntrica y tenia muchas curiosidades, pinturas, objetos y vestimentas únicas en toda la tierra, pero por mi parte, no era eso lo que deseaba ir a ver, sino que el recuerdo de aquella melodía. Quería ver o saber si aquel piano que había escuchado era inventado o si alguien lo tocaba. Era un misterio que me había tenido en vela muchos años y hace unas semanas había vuelto a resurgir, reemplazando la paz que falsamente aparentaba por unas ansias incesantes y una quemazón que se alojaba en mi pecho lentamente por cada día que me tardaba en ir.
Mi estomago se quejo y me percaté de que no había reparado en ver que hora era, mi pequeño reloj negro sobre el estante a un lado de mi cama decía que eran la una de la tarde. En resumen, había dormido demasiado y mi madre no me había despertado, eso era inusual en el estricto horario de mi madre y luego mire la fecha, "¡Mi cumpleaños!" pensé, ese día cumplía 17 años de edad y eso era__para mi madre__razón suficiente para recibir mimos y permisos especiales, aunque yo casi nunca hacía uso de aquellos comodines.
Mi cumpleaños me parecía horrible, no le daba más vueltas al asunto, mi percepción de él era irrevocable. Me levanté de la cama ya totalmente vestida y bajé rápidamente las escaleras teniendo cuidado de no tropezarme, pues los pantalones que llevaba me quedaban algo grande de las piernas y aún no me daba el tiempo de arreglarlos.
Mi madre se encontraba en la cocina, se percató de mi cuando bajé las escaleras y apareció en el umbral de la puerta. Ella era bastante bella para su edad, de una estatura baja pero aun así su cuerpo estaba bien proporcionado y esbelto. Sus ojos eran como los míos de un color miel preciosos que cambiaba dependiendo de la luz, tenia el cabello de un color castaño claro que le llegaba hasta las rodillas, sus labios eran de un bello tono rosado y su piel blanca como la leche. Llevaba unos pantalones cafés, con un suéter de lana blanca y su cabello recogido en una cola, con un regalo de color rosado sobre sus manos y una gran sonrisa. Esperó a que me acercara y terminó con el gran espacio entre nosotras de sólo dos zancadas, me estrechó entre sus brazos llenos de diferentes olores mezclados, lo cual me aturdió por un momento y luego dejó de abrazarme para besar mi frente y estirarme el regalo,"Sonríe Elena" me dijo y sonriendo tomé el pequeño paquete.
Lo abrí tomándome mi tiempo y me encontré con una cajita hecha de terciopelo, un azul metálico muy elegante y con unos diseños bordados con hilo dorado que decía "para nuestra Elena", era realmente una caja muy bella que terminó de inmediato con mi pésimo estado de humor y retrasando la ansiosa espera de mi madre. Toqué con las yema de los dedos la caja, estaba deslumbrada con aquel regalo tan de mi gusto y realmente feliz de cuan acertado era para mis excéntricas preferencias. Evitando demorar más, abrí la caja y me encontré con un bello conjunto de aros y un collar.
Todo anterior regalo de cumpleaños se hacía nada al lado de éste y no era por lo costoso, sino por lo bien seleccionado de los colores. El collar consistía en un trébol de cuatro hojas hecho de una piedra que variaba entre el negro y el rojo, el revés estaba hecho de plata, el cual se conectaba con la cadena brillante y delicada de la cual pendía. Luego tomé los aros en forma de unos tréboles mas pequeños pero del mismo color y composición que la cadena. Realmente unas linduras que quería usarlos ya. Me retiré lentamente unos aros de fantasía que llevaba puestos y con sumo cuidado, y ansias, me puse los nuevos aros.
Mi madre se veía dichosa con mi reacción, sacó de uno de sus bolsillos un espejo, lo tomé y comencé a admirarlos, combinaban totalmente con mi blanca piel y mi cabello rosado. Con mis manos tomé el collar y mi madre me ayudo a ajustarlo. Todo el conjunto se veía muy lindo. Le di las gracias con un beso y un abrazo. Creo que fueron las gracias mas sinceras que hace mucho no daba, en lo que se refería a regalos de cumpleaños. Luego de soltarla me dirigí a la cocina para tomar los cubiertos y ordenar la mesa para almorzar juntas. Nos sentamos y conversamos mientras comíamos en realidad de cosas muy superficiales como el tiempo, las clases y contándonos alguna anécdota divertida. Hasta que recordé los deseos que tenia de conocer la casona-museo y decidí planteárselo justo cuando ya había terminado de almorzar. El reloj sobre la blanca pared marcaban las dos de la tarde.
__Mamá, hoy quiero salir___le informé, la verdad es que temía decirle dónde, pues aunque habían pasado muchos años ella aún le tenia miedo a la casona...y ella, era una mujer muy miedosa.
__ ¿Sí?, ¿Dónde?___ preguntó ella mirándome extrañada, pues yo solía salir solo con Susie y ella había ido a la playa, de la cual sólo volvería ese día en la noche.
__Iré a conocer el museo__expliqué arrugando los labios. Por otro lado, mi madre me miró por un rato y luego suspiró mirando su comida. Creo que las dos considerábamos que ya había pasado mucho tiempo para seguirle temiendo a los recuerdos de cómo me había perdido por ir a ese lugar y después, de todo, yo ya no era una niña como antes. Sin embargo, siempre que me refería a la casona, ella parecía mas asustada de lo normal y yo temía haberla dejado muy traumada.
__Esta bien, ve... sólo espero que te cuides y vuelvas temprano__dijo mi madre tratando de sonreírme, pero la verdad fue un intento muy débil, pues pude percibir lo asustada y contrariada que se volvía su mirada, era demasiado transparente para mentir.
__ ¿Por qué le temes tanto a ese lugar?__ le pregunte seria, mi madre me observó detenidamente y saco de un bolsillo unos billetes, me los extendió por la mesa y yo los tomé sin siquiera preguntarle a que se debía el dinero, supuse que era para que pagara la entrada y para que no se arrepintiera de mi salida.
__Son tonterías que me vienen a la cabeza__me dijo intentando evitar el tema. Yo no le creí, nadie le temía tanto a un lugar sin razones de fuerza.
__Son tonterías que te perturban, dímelas, por favor__le dije tomándole una mano, ella me sonrió y yo se la solté, esperé.
__Esta bien mi niña, son tres razones, unas mas importantes que otras...primero que nada, me trae malos recuerdos y tu estas consiente de eso, pero esa no es una razón válida pues ya no existe la posibilidad de que te pierdas otra vez y eres lo bastante responsable como para confiar en ti__su rostro lucia tenso y a la vez confundido, mientras parecía repasar una por una las imágenes de mi escapada, tomo mucho aire y continuo__la segunda razón no es tan importante, solo me inquieta y es que mi familia creó un cierto rechazo a ese lugar, mi abuela siempre intento infundirme miedo para que no fuera nunca hacia allá y me decía que ahí residía el diablo... ella la verdad nunca me agradó mucho y su sanidad mental siempre ha servido como materia de duda y burla, por lo cual nunca he creído en esa superstición...pero si siento respeto hacia esa casa, en el sentido que no me acercaría mas de lo debido a ella__volvió a guardar silencio mientras metía en su boca un trozo de carne, espere pacientemente a que lo tragara y luego se llevo un vaso con agua a la boca, tomo unos largos sorbos y volvió a mirarme__La tercera y mas importante razón, es que siento que un día te perderé si te dejo ir a ese lugar... sé que suena extraño eso, pero es un presentimiento que creció en mi cuando te encontré ese día durmiendo frente a esa casona, lucías tan tranquila, incluso más tranquila que cuando duermes en tu cama... quise pensar que habías caminado mucho y el cansancio te había agotado, pero eso nunca me tranquilizó y debo admitir que sentí celos de encontrarte ahí tan a gusto, incluso admito que absurdamente miré hacia todos lados para encontrar a alguien que te hubiera dado algo para dormir, pero nada, pues tú te encontrabas totalmente sola...luego tus explicaciones nunca fueron muy claras, sólo decías que escuchaste una música y por supuesto que eso me creo muchas, consideré la idea de que había alguien dentro de la casona, pero luego terminé por admitir que eso no era posible y que después de todo tu tenías demasiada imaginación...aún siento que en el momento que vayas para allá, te alejaras totalmente de mi lado y no puedo sacarme eso de la cabeza, supongo que son tan sólo tonterías mías__terminó de decir aquejumbrada, nunca pensé que eso es lo que se podía esconder detrás de la tranquilidad que solía tener todo el tiempo; una preocupación tan fuerte y doliente como la de perder a un hijo. Ésto me sorprendió de sobremanera y permanecí en silencio, dudé en si quería ir hacia el museo, pero contestando esa duda surgió en mi una fuerte necesidad de salir hacia allá y esas ansias tan grandes pudieron incluso más que la preocupación de mi madre.
Me levanté y la abracé fuertemente besándole la frente, ella se sintió aliviada y me sonrió. Tomé los platos que estaban sucios y los lleve al lavavajilla, ordené la mesa guardando todo en su lugar y otra vez fui a abrazarla.
__Mama no tienes de que preocuparte, sólo por visitar un museo no me iré de la casa, es solamente un paseo. Relájate tontita, te adoro, deséame suerte pues pareciera que quiere llover__le dije besándole la frente y salí de mi casa cuando la vi mucho mas tranquila sonriéndome.
Al salir el aire se sentía húmedo, pero al mirar las nubes supe que no llovería, al pasar toda mi vida en aquel pueblo podía reconocer fácilmente cuando llovería y cuando no. Decidí caminar rápido hacia el museo para así poder evitar los abrazos de feliz cumpleaños que tendría que recibir si alguien conocido me encontraba. En mi mente repasé con mucho cuidado la última conversación que había tenido con mi madre, me sentía aún sorprendida por sus palabras y me preguntaba porqué aquella casona ahora tenía mucho más atractivo para mí que antes, lo que escondía ese lugar me tenía intrigada, pues ya no era sólo el piano que había escuchado cuando pequeña, sino también la negativa opinión que mi bisabuela había tenido hacia ese lugar. En mi familia todos la consideraban loca, menos yo y mi madre, pues yo creía que no podía haber sacado esas opiniones de la nada, no estaba de acuerdo con ella, pero no descartaba que muchas de sus ideas debían tener un inicio, una razón; y por eso su aversión hacia la casona debía de ser por algo en concreto y creo que mi madre opinaba lo mismo.
Cuando ya iba en la mitad del camino alguien me llamó, esa voz la conocía muy bien y maldije el momento en que el me había visto. Al voltearme confirmé mis sospechas y el que me llamaba era John, el cual salía de su casa y se encontraba a unos diez metros de distancia con la mano alzada, llamándome mientras caminaba hacia mi dirección.
John era el chico que me gustaba hace tres años, mas bien estaba enamorada de él y la única aparente razón de que ahora me hablara era que hace tres meses era el novio de Susie y ahora en los recreos me juntaba con él y sus dos amigos, Travis y Mike, dos chicos con los cual este ultimo tiempo me había encariñado mucho y que eran de lo mas divertidos. Susie solo se había interesado en el cuando yo le confesé que me gustaba, cosa que no había querido discutir con ella y que había pasado por alto. Era evidente que lo había hecho para hacerme sentir mal, pero, al igual que pasaba por alto esa amistad amarga que teníamos, también pasaría por alto ese daño que me causaba a propósito, aunque no sabia por cuanto tiempo callaría, además, ya no podía seguir soportando a Susie, no soportaba ver a John en sus brazos, tan fiel, obediente y romántico, mientras ella lo trataba como a un esclavo.
Mientras me acercaba a John, él me miraba sonriente y sus blancos dientes me dejaban deslumbrada, sus ojos azules y su cabello rubio me hipnotizaban, su piel blanca y su físico bien marcado pero sin exageraciones me provocaba tiritones que no se debían al frió que sentía sobre la piel desnuda de mis mejillas, ni mis manos, más que nada era ese adonis que tenía en frente y que al tenerme cerca me abrazo. Parecía complacido de poder abrazarme, como si siempre hubiera querido hacerlo, pero no hubiera encontrado oportunidad más perfecta que esta...o quizás eso era lo que yo quería creer.
__ ¡Feliz cumpleaños!__me dijo tiernamente, más a mi me desagrado un poco, si me conociera mejor sabría que no era muy buena idea decir esas palabras, pero por lo menos estaba sintiendo un calido abrazo de su parte que me derritió por unos segundos. Cuando dejó de abrazarme tuve que cambiar el rostro baboso que se me había dibujado por uno de sorpresa, lo cual no me costo, pues en realidad era una sorpresa que él supiera mi cumpleaños.
__Gracias__dije forzadamente sonriendo, la verdad es que no había cosa mas desagradable que sus brazos, pues, esos mismos brazos los usaba para acariciar a mi mejor amiga, si es que se le podía decir mejor amiga.
__De nada...veo que hoy te encuentras muy guapa__impactada mire sus ojos para ver si lo decía en serio y en realidad estaba siendo bastante sincero, lo cual me desconcertó dejándome sin habla, solo sonreí tímidamente pues no supe que decir__ ¿Hacia donde vas?.. Si es algo que no debería interesarme entonces tan sólo no me lo digas__dijo lo último luego de notar lo extrañada que me sentía, el debió haber pensado que estaba molesta, así que sonreí para que no pensara que me molestaba su pregunta.
__Hacia el museo, hace mucho quería ir__le confesé tratando de sonar lo más amable posible, pues tenia cierta desconfianza hacia el, desde hace mucho soñaba con relacionarme con el fuera de la posesiva compañía de Susie, por lo cual temí que los dos estuvieran planeando algo en mi contra...él extrañamente pareció entender lo que pensaba y entristeció, esa tristeza en su rostro me heló completamente y me hizo cambiar de parecer, no podía juzgarlo de esa forma.
__ ¿Podría acompañarte hasta la entrada del museo?...la verdad es que necesito conversar con alguien, Travis o Mike no son lo suficientemente maduros como para escucharme y entender, pero creo que tu sí, aunque quizás no lo creas yo te tengo bastante aprecio y además también necesito hablar de un tema especialmente contigo__me dijo totalmente abrumado y junto las palabras con mucha velocidad, me maree un poco. Sin embargo acepté y comenzamos a caminar, él me ofreció caballerosamente su brazo y yo lo tome.
Caminar al lado de el era excesivamente extraño, mi corazón palpitaba muy rápido y mis mejillas estaban encendidas, tenía un sentimiento de culpa pues me encantaba este chico, pero era de mi amiga y aunque no se lo merecía, yo no debía pensar en el cómo lo hacía en esos momentos, John pareció darse cuenta de mi incomodidad y rompió el silencio que ya se había hecho tedioso de lo mucho que se había prolongado.
__No te agrado, cierto__dijo John de repente, yo atónita lo miré a los ojos, él no lo estaba preguntando, lo daba por hecho y lo peor es que estaba muy equivocado.
__No es que no me agrades, es sólo que no hemos hablado mucho__respondí conforme con mis palabras, podría haberlo arruinado diciéndole "No John, no me caes mal...al contrario, yo te amo", uff, buagh.
__Nos saludamos todos los días__dijo sonriéndome, sus palabras me hicieron gracia y también sonreí.
__¡Oh! sí, un hola es un tema de conversación bastante profundo__dije con sarcasmo y el soltó una risa muy agradable, me sentí desfallecer cuando vi sus ojos y aparte mi mirada mientras reía mucho más tímida que él. Sin embargo el comentario se me hizo tan natural que me quede asombrada, "¿donde estaba mi timidez?" me pregunté.
__Tienes razón__dijo sereno y miró hacia delante con una extraña expresión, sentí que el ambiente tenso volvía a aparecer y me pregunté como evitarlo.
__Bueno... ¿tú no querías decirme algo?__pregunté a John sacándolo de sus pensamiento, él concentró sus ojos en un punto y luego frunció las cejas.
__Si, pero la verdad es que no sé cómo empezar...no soy bueno con estas cosas__dijo John algo compungido y se rascó un lado de la cabeza, me recordó a mi difunto perro Rumpi, solía pasar mucho tiempo rascándose una oreja.
__Tan sólo habla__respondí algo ansiosa, me veía venir lo peor, no me podía explicar el caminar a su lado como si nada. El frunció un poco el ceño y luego de un rato suspiró derrotado.
__Esta bien, iré al punto...resulta que estoy realmente decepcionado y triste, pues Susie me ha dejado y me arrepiento de haber estado con ella, no sabes cuan mala persona es__no podía creer lo que me decía, tanto porque me causaba felicidad el hecho de que ya no fueran pareja como a la vez tristeza verlo dolido, no sabía cual de las dos opciones era la mejor, John parecía hablar lentamente, me dio la impresión de que él esperaba mi cólera, quizás pensaba que le seria leal a Susie y la defendería.
__No sé qué decir John__fue todo lo que dije, él me miró consternado y confirmé mis sospechas, el ciertamente esperaba que la defendiera. "¿Porque iba a hacerlo?"me pregunté, ella era la causante de mi sufrimiento y por lo que veía, también la culpable de su sufrimiento, yo sabía más que nadie como de mala era ella y con dolor recordé una de sus conversaciones con Lila, en donde le confesaba que había sido infiel a John.
__Pues entonces no me iré con rodeos, uno de mis amigos la vio en la playa con otro hombre y la verdad es que no me sorprendió...pues no era la primera vez, ella ya me había engañado antes__su voz estaba apagada, sabía que su mirada era triste sin siquiera mirarlo pero todo esto me consternaba, me sorprendió lo directo.
La mayoría de la gente, normalmente, se va por las ramas cuando tiene que hablar algo serio y complicado, luego de un buen rato de evasivas llegan al punto con tal de que resulte más llevadero para la persona que recibe el mensaje, pero no John, él estaba siendo totalmente directo y me tomó por desprevenida.
__Yo pensé que era mentira__le dije sin poder evitar que la verdad saliera por mi boca, no quería mentirle a él o a mi misma, no mas de lo que ya me mentía, además Susie era capaz de hacer eso y yo lo sabía muy bien, me ensimisme tanto que no me percaté de la reacción de John, hasta que el habló.
__ ¿Pensaste que era mentira?__ pregunto John y por un momento percibí confusión en su mirada, luego la confusión se desvaneció, me miró enojado__entonces tu ya lo sabias__su voz sonó algo irritada, como si yo fuera cómplice de Susie, me asusté y me ubiqué delante de él juntando la palma de las manos delante de mis labios, yo no podía permitir que el pensara algo así de mi, por el hecho de que yo no era y nunca sería de ese tipo de calaña.
__Yo la escuche con Lila__mi pausa no fue bien recibida, pero él tuvo paciencia y me miró aún con el ceño fruncido, respiré profundamente y volví a hablar__hace unas semanas la escuché por mera casualidad mientras hablaba con Lila en el baño...hablaba sobre otro hombre y yo...discúlpame John, yo no sabía si decirte, no sabía si me ibas a creer__le dije mirando sus ojos, el parecía haberse tranquilizado pero su mirada parecía calcular cada letra, palabra, frase que decía. Por mi parte me sentía incomoda, era lo mismo que sentía al dar una presentación escolar o tener que participar en un debate. Me sentí expuesta.
Entonces, cuando pensé que se quedaría para siempre con el ceño fruncido, el suspiró y miró un rato el cielo, luego volvió a mirarme y me brindo una sonrisa.
__Seguramente yo no te hubiera tomado en cuenta, no me pidas disculpas­­__ me dijo él con dulzura y otra vez mis pensamientos se enredaron y retorcieron, mi lengua malvada me jugo otra mala pasada.
__Te las pido porque no quiero que pienses mal de mí, yo no soy mala, yo no hago daño__ respondí y quise morderme la lengua, John se percato con rapidez del doble sentido de mis palabras y no dudó en hablar.
__ ¿Y ella si hace daño?...además de hacerme daño a mí, ¿Ha dañado a alguien más?__ me pregunto con interés y se acercó un poco, sólo así noté que ya no estábamos caminando.
Yo estaba realmente enfadada de haber abierto la boca sobre ese tema y la apatía afloró con rapidez, la desconfianza también se hizo paso como de costumbre, ese maldito deseo de esconderse en el caparazón, por decirlo de alguna forma. Pero hubo algo mas, el deseo de amparo, deseé contarle a John lo mal que me sentía.
__Yo no lo sé__ respondí con molestia, John bufó tan despacio que casi no lo noté, luego puso una de sus manos en mi hombro, lo miré directo a los ojos.
__ ¿Te cuento algo gracioso?...yo que pensé que te enojarías conmigo por hablar mal de ella__ dijo dándome una sonrisa triste y aún así fue una linda sonrisa, se la devolví con igual tristeza.
__Tienes un extraño sentido del humor __dije mirándolo aún con algo de desconfianza, él comenzó a reír.
__Y tú eres una mentirosa, yo sé que ella te ha hecho daño__ me dijo John y la conversación dejó de parecerme entretenida, su comentario fue de hecho algo agresivo, con un movimiento brusco alejé su mano de mi hombro.
__ ¿De dónde sacaste eso?__ pregunté aparentando indignación, se me ocurrió que sería la mejor forma de desmentir todo, pero John no tragó.
__De hecho, por eso quería hablar contigo ___su voz sonó melancólica y a la vez muy dulce, por más que lo intenté no pude evitar mirar su rostro sorprendida, los ojos de John se iluminaron con un brillo que antes no había visto, los deseos de abrigo me embargaron y deseé que me abrazara y me protegiera, pero me contuve­, él se percato de que no quería hablar y siguió con el tema__ La escuche hablando con Lila sobre ti, textualmente escuche "Me la paso bomba haciéndola sufrir, le robé lo que más quería a la muy bruta"__ fue ahí cuando no pude evitarlo, me sentí apuñalada en el corazón y un gemido se me escapó al tiempo que me tapaba el rostro con las manos, las lágrimas salieron de inmediato y entonces, él me abrazó, me envolvió con suavidad y mi rostro quedó sobre su amplio pecho.
Me sentí cómoda, en paz por un largo momento y refugiada en el, sentí sus manos deslizarse con ternura por mi cabello y consolarme, me sentí tan pequeña.
__Elena, quiero que te alejes de ella...¿Aceptarías dejarla y estar con nosotros, Mike, Travis y yo?__ Mi mente se perdió entre las que habían sido sus palabras, pensé en Susie, en él, Travis y Mike, aunque la idea de dejar a Susie me dolía bastante y a la vez sentía miedo de cómo reaccionaria ella, acepté con la voz notablemente quebrada por la tristeza, su rostro se iluminaba de alegría y encontré un dolor muy fuerte surgiendo de adentro, la razón era mas simple de lo que creía, odiaba decepcionarme de algo y esto era exactamente lo que sentía, no podía creer que Susie se hubiera divertido de tal forma con mi dolor y más aún hiciera partícipe de mi dolor a una tercera persona, esto era mucho más horrible que sus actos de maldad. John me sonreía muy a gusto de tenerme en sus brazos, yo con la mirada le hice saber que me sentía incomoda con su cercanía y él me soltó delicadamente, aunque, la verdad es que quería seguir en sus brazos, "¡¿Cómo no?!" pensé.
Luego de secar mi rostro John decidió acompañarme al museo pues recordó que tenía el suficiente dinero en su chaqueta como para comprar una entrada y yo estaba secretamente feliz de tener su compañía, en el poco camino que nos quedaba conversamos muchas cosas, en general estábamos conociéndonos pues Susie nunca me había dejado relacionarme mucho con el aunque nunca entendí su reacción, dudaba mucho que ella pudiera verme como una amenaza.
Mientras John caminaba a mi lado me sentía muy a gusto y embobada, no sólo su apariencia me atraía, también él me estaba dejando ver su personalidad y de inmediato sentí cuan bien nos compatibilizábamos, cuan agradable era su voz, su caminar, sus miradas, sobre todo me sorprendí al descubrir que a los dos nos gustaba un mismo grupo y cuánto le gustaba leer comics, por lo cual prometí mostrarle un día los míos. Era mucho más fascinante de lo que yo había imaginado, por lo cual tuve que desechar la idea de olvidarme de él. Interrumpiendo mis pensamientos John me informó que ya habíamos llegado a la entrada del museo y al pagar la entrada caminamos hacia la primera reja en la cual había un camino bordeado de árboles, lo recordé tan bien que la cara de póquer que debía tener despertó la curiosidad de John. Terminé contándole la historia de cuando me había quedado dormida frente a la casona y la policía tuvo que ir a buscarme.
Después de la detallada historia el comenzó a reír y tuve que hacerlo callar porque ya nos encontrábamos en la segunda reja. Qué rápido pasaba el tiempo. La reja estaba abierta, lo cual me llenó de ansias, ese era el límite que me separaba del interior de la casa y del misterioso pianista. De pronto recordé las palabras de mi madre y éstas me dejaron por unos segundos en blanco..."¿seria verdad que si entraba en este lugar me alejaría de su lado?" me pregunté. Como respuesta a esto las ansias me tranquilizaron, me encontré relajada y serena al poco tiempo de preguntarme aquello y de una forma extraña me di cuenta que aquella tranquilidad era más anestesiante que agradable.
Comenzamos a mirar a nuestro alrededor mientras caminaba a su lado, frente a la vieja casona se encontraba un jardín, aquel jardín que cuando pequeña había visto pero en ese entonces no lo hubiera podido apreciar como ahora, los deslumbrantes colores de las flores y el verde color del pasto no tenían nada que envidiar a los colores de los caros lápices que usaba para pintar mis comics; estos colores eran mucho mas vivos, bellos y deslumbrantes, opacaban con creces cualquier otro jardín que había visto en mi vida, incluso el de mi madre que era realmente bello. Este era un jardín que seguramente sólo en mis sueños hubiera podido imaginar, miré a John y él también parecía enormemente sorprendido, cuando me miró sus ojos brillaron y su expresión fue de sorpresa, sacó de un bolsillo su celular.
__Te ves preciosa con este paisaje de fondo, déjame sacarte una...unas fotos __se corrigió, yo empecé a reír nerviosamente.
__Primero dijiste una foto__le recordé, el negó con el rostro y se alejó de mi apuntándome con el celular, yo me sentía realmente cohibida por lo cual no me moví y escuché su celular sonar unas tres veces mientras él se acercaba y se alejaba. Luego se acercó a zancadas y puso el celular de tal forma que los dos podíamos ver las fotos, paso un brazo por mi hombro...casi me desmayo.
Quede estupefacta ante la visión, realmente me veía muy linda, mi cabello parecía brillar con el fondo verde del pasto y mi piel tan blanca contrastaba con los vivos colores de las flores, John me sonrió y ofreciéndome de nuevo el brazo seguimos caminando. En medio del jardín se encontraba una estatua, como todas las que se encontraban en aquel lugar esta era un gran arbusto que estaba recortado de tal forma que simulaba la figura de una bella mujer de cabellos rubios, le habían colocado unas flores de un resplandeciente color amarillo en el cabello y rosas blancas en lo que se suponía era el vestido. La mirada de la mujer era tan dulce y soñadora, como si estuviera tocando el cielo. Quedé totalmente muda frente a esa bella figura y por alguna extraña razón sentí tristeza, el dolor me recorrió la espalda hacia mi corazón y no pude explicar lo que sentía, ni tampoco porqué, John también se veía maravillado con la figura de la mujer, por lo cual le saco una foto.
Lo miré mientras sacaba foto tras foto, totalmente extrañada por ese hobbie que no le había notado antes, se le veía muy feliz buscando los enfoques adecuados...enfoco entonces mi rostro y se dio cuenta de mi expresión, no necesité decirle nada, él pareció entender perfectamente que era lo que me sorprendía.
__Me encanta sacar fotos desde pequeño...pero, a Susie no le gustaba que lo hiciera, decía que las fotos que sacaba eran más importantes que su compañía por eso supongo que te sorprende tanto mi actitud, tú no me conocías antes de que yo me emparejara con Susie...espero que a ti no te moleste__me dijo sonriendo, pero notablemente preocupado por mi respuesta.
__Por supuesto que no me molesta, al contrario, es agradable verte tan contento__le dije embobada con ese carácter tan dulce que tenía, el sonrió como nunca le había visto sonreír...supongo que no era la única que había fingido felicidad al lado de Susie. Él se veía realmente bello y esa sonrisa me perturbó por un largo rato, hasta que él me dio las gracias.
__Entonces... ¿Qué te parece si entramos a la casa de una vez?__ me preguntó entusiasmado, creo que mi respuesta había cambiado favorablemente su estado de animo o quizás hace mucho no había escuchado a alguien que se alegrara de su hobbie, su sonrisa era realmente muy dulce y me provocaba ese embobamiento que tan bien conocía.
Se me acercó y me ofreció otra vez su brazo galantemente, siempre había soñado con una escena así aunque, en esta no encontraría nuestro beso apasionado como el que tenía en mis sueños, aún así, lo babosa surgió de inmediato cuando caminábamos del brazo y él no podía observarme. De un momento a otro, antes de que traspasáramos las puertas del museo, el celular de John sonó y este rápidamente lo tomó, su rostro se puso serio.
__ ¿Travis?__preguntó mientras fruncía el ceño, su rostro pasó de ser pasivo a estar preocupado y luego algo irritado__ ¿Cuándo aprenderás a cerrar tu bocaza cuando debes?... Te lo tienes merecido__ sonrió, pero luego otra vez se puso serio y esta vez me miró__La verdad es que estoy con Elena en el museo, es su cumpleaños por si no lo sabías__ negué a John con el rostro, pues no quería hacer sentir mal a Travis ni a Mike, los dos eran muy buenas personas conmigo, John solo sonrió__ ¿Tan necesario es?... Esta bien pero tendrás que disculparte con ella mañana por mi...sí, yo le digo, ¿Ah?...sí, dijo que si...nos vemos__terminó John cerrando el celular y guardándolo denuevo en el bolsillo, me miró entristecido y se acercó bastante a mi__discúlpame Elena...pero debo irme, temo que Travis se ha peleado con un vecino y se encuentra sólo en su casa, iré a ver como están sus heridas__concluyó haciendo una mueca de "Es un imbecil"
__ ¿Ha sido muy grave?__pregunté preocupada, él soltó una pequeña risa, al contrario de preocupado él parecía bastante insensible hacia el dolor de Travis, al principio pensé que John era malo con su amigo, luego me dije, "entre hombres se entienden" así que deseché la idea de un John malvado.
__No..., no tienes de qué preocuparte, él estará bien, siempre pelea por estupideces__me dijo quitándole importancia, yo me tranquilicé y le sonreí, él entonces cambio la expresión despreocupada a una seria__tengo que irme pero si quieres no lo hago o vienes conmigo si te da miedo volver sola a casa__me dijo preocupado. No pude creer que me viera así de indefensa en un pueblo tan pequeño y aburrido como este, por otro lado quizás él era siempre así de aprensivo.
__No te preocupes, si aún es temprano y Travis te necesita más que yo, ve por favor y le mandas saludos de mi parte__le dije sonriéndole, él no parecía estar seguro de que hacer, pero luego de un largo rato me sonrió.
__Esta bien...Ah! Travis te manda saludos, dijo que feliz cumpleaños y que mañana te apretujará y que esperes su regalo, también dijo que su regalo era mejor que el de Mike__yo reí al imaginarlo y John puso los ojos en blanco__tu sabes como es él...bueno Elena cuídate...nos veremos mañana, te iré a buscar en la mañana para ir juntos a la escuela, adiós___se acercó rápido y me beso en la mejilla para irse trotando del lugar, supongo que lo hizo para no tener que escuchar mi negativa ante la propuesta de ir a buscarme en la mañana y además no reaccione de inmediato, el beso me aturdió.
Me sobé la mejilla con una sonrisa tonta, John tenía unos labios tan cálidos que aún sentía el beso marcado en mi mejilla. Me percaté del ridículo que hacía y enfrié mis pensamientos, "Nada más de embobamientos por hoy" me ordené alegre.
Me di vuelta y miré la entrada del museo, quería repasar mentalmente todo lo que había pasado hace tan solo una hora y procesarlo como era debido; con tranquilidad, pero no pude hacerlo, las ansias se alojaron de forma mas fuerte en mi cabeza y ocuparon cada espacio en blanco que podía haber tenido en esos momentos, por consecuencia entré y no observé nada, parecía un sonámbulo o un zombie. No entendía bien el estado de coma en el que parecía estar mientras subía las escaleras de aquella casona, era como si ya hubiera estado ahí antes. Me guiaban totalmente mis instintos y mi mente parecía no funcionar del todo, intentaba despertar, pero sólo lograba que me mantuviera atenta en el camino para así no tropezar con algo. Al estar ya en el segundo piso, entré en una gran habitación y mi mente pareció por fin despertar, mi cuerpo se puso a mi disposición, pero no así mi corazón que saltaba de forma estrepitosa e incesante dejándome a ratos sin aliento mientras caminaba.
La habitación parecía estropeada en comparación con los colores que alcance a apreciar abajo, era como si alguien no hubiera querido hacer mayores cambios en aquel lugar. Podía ver que tanto el suelo como el techo habían sido reconstruidos, estaban limpios y barnizados de una forma bastante elegante que le daba calidez a la habitación, las paredes también se veían limpias, pero no se encontraban barnizadas, por lo que se veía un gran contrasté entre el suelo, el techo y las paredes. Girando la cabeza a un costado me percate de que había una cama, era una cama muy antigua y deteriorada que solo le habían cambiado las sabanas, las cuales se veían demasiado nuevas como para pertenecer originalmente a ese lugar. El armamento de la cama estaba hecho de metal y se encontraba muy desgastado, tanto que por un momento sentí las ganas de repararla, pero era inútil pensar en algo así, pues en lo que se trataba de fuerza física mi capacidad era totalmente nula. Después de todo no entendí porqué tuve un deseo tan extraño, así que comencé a mirar los cuadros colgados sobre la pared mientras caminaba por la habitación...sentí un piano majestuoso.
La música era de Chopin, pude reconocerlo inmediatamente pues era de los favoritos de mi padre, me di vuelta para percatarme de la gente que se encontraba alrededor de un gran piano para apreciar, como finamente era tocada la melodía con exacta precisión, camine rápidamente hacia aquel lugar esperando ver al pianista, pero me lleve una gran desilusión al ver que era un simple turista. Él no podía ser mi enigmático pianista, me sentí como una estúpida por haberme ilusionado con algo que era demasiado imposible, sin embargo, mientras el hombre tocaba pude apreciar que las teclas de aquel majestuoso piano tenían cortes, unos muy profundos y luego otros mas pequeños hasta que parecían desaparecer. Ésto era demasiado extraño, esos cortes me recordaron a los de un animal, me imagine a un tigre tocando el piano y tuve que desechar esa idea por lo patética que era, me sorprendía que tan limitada podía ser mi mente algunas veces, sin embargo, nada más parecía encajar.
Miré encantada al pianista pues era todo un artista, sus dedos se movían con suma facilidad y gracia, logro captar la atención de todos, inclusos los guardias de aquel lugar parecían estar deleitados con la música y no parecían tomar en cuenta sus obligaciones. Siempre he pensado que es casi imposible resistirse al encanto que tiene el piano, además ha sido mi instrumento favorito desde siempre. De pronto las fuertes palpitaciones volvieron y sentí como un calor sobrenatural me abrazaba de los pies a la cabeza, me di vuelta casi mecánicamente y camine, vi una estatua de color negro atrapada en una vitrina de cristal, dándole la espalda a una ventana en la que ingresaba directamente al sol y supuse que también a la luna cuando era de noche. Mientras más me acercaba, más rápido palpitaba mi corazón y mi visión sobre aquella estatua era mas detallada.
Llegue a la línea divisoria y leí rápidamente el cartel a un lado de la vitrina que anunciaba:
"Esta es una recreación de Edward, el joven manos de tijeras y dueño de esta casa. La leyenda dice que su padre le instaló las tijeras luego de haber perdido sus manos en el ejercito. Él es la leyenda de este pueblo y deseo que os agrade, esta hecho de...blablabla...y fabricada en...blablabla"
Pase por alto aquella información sobre su elaboración y al mirar su rostro el pianista terminó la canción, comenzó a tocar un melodía muy dulce que era mi favorita. "Qué coincidencia mas agradable" pensé.
El rostro de Edward era incluso mas blanco que el mió, tenia los ojos cerrados, parecía sumido en un profundo sueño, noté cada rasgo de su rostro con suma admiración y sobre todo quedé sorprendida por las grandes cicatrices que tenía. Su rostro era la amargura viva y sentí que en esos momentos él era infeliz, bueno, me lo imaginé. Bajé la mirada y me encontré con sus largas manos, eran un extraño lote de tijeras oxidadas, por lo grandes que eran seguramente debían darme miedo, pero mi reacción fue todo lo contrario; tenia ganas de tocarlas. Parecía no entender que seguramente esas manos eran peligrosas, pero en parte no parecía entender nada, mientras algo en mi un cambio surgía, sentía que mi mundo daba vueltas alrededor de la lenta y melodiosa canción que parecía ser lo único que me mantenía en pie, como si la tierra temblara bajo mis pies y perdía el equilibrio, sentía que flotaba.
Escuché la respiración de alguien asustado y noté que no era la mía, dirigí lentamente mi mirada hacia arriba y me encontré con dos ojos negros mirándome con terror, reprimí un grito ahogado por la confusión y me obligué a entender que era lo que veía, Edward tenía los ojos abiertos de par en par y me miraba directamente sin siquiera parpadear. ¿Cómo?, me pregunté, no podía ser cierto que la estatua hubiera abierto los ojos y me viera de aquella forma. Miré sus ojos mas atentamente y me perdí en ellos...mi mente no quiso funcionar más y me sumí en un extraño estado de shock, de alguna forma sentí que era la primera vez que lo veía.
Su piel me parecía ahora mucho más suave, sus labios tenían un extraño dulzor provocado por la curvatura de sus comisuras que eran más rozadas, su nariz lucia mucho más delicada y puntiaguda, sus ojos eran dos lagunas negras que parecían querer absorberme y terminar con la gran concentración que necesitaba para observarlo. Su cabello aún estaba revuelto, pero me parecía tan encantador como el mismo Edward, su pecho cubierto por ese extraño traje negro se me antojó como un refugio...deseé estrecharlo entre mis brazos para recorrer su espalda con los dedos.
Me aterró el revoltijo de emociones, de deseos y me encontré casi jadeando, el aire que entraba por mi boca era muy dulce y calido, pero frenético y ansioso, mi cuerpo temblaba al imaginarlo cerca de mí y a la vez no podía percibir ninguna de mis extremidades, sentía que flotaba en algún lugar de la habitación. Fue entonces cuando sucedió... cuando una parte de mi mente se preguntaba "¿Qué diablos me sucede?", otra parte gritaba tan fuerte como palpitaba mi corazón desbocado, al principio no era mas que un zumbido, pero luego tomó forma y fue tan clara que no pude evitar escucharla "¡Edward!, ¡Edward!, ¡Edward!".
__"Si vas creo que te alejarás de mi lado"__resonaron las palabras de mi madre y mi mente las escuchó pero no las aceptó, hubiera deseado hacerlo, las palabras de mi madre realmente me habían preocupado, pero ahora no eran más que un mero zumbido en la orquesta de deseos que tenía y escuchaba.
Un agujero enorme se abrió en mi corazón y dejo entrar todas esas cosas que deseaba decir, todo el amor que comenzaba a sentir, toda el ansia, toda la pasión, todo sentimiento se adueño de mí y sentí que ya nada volvería a ser como antes, me imaginé que era tan fuerte como ser maldecida y perdí el paso del tiempo. Me pregunté que era lo que le sucedía a él, estaba quieto, inmóvil e impactado observándome, su cuerpo temblaba y sus manos hacían ruido entre ellas, sus ojos brillaban incesantemente, su pecho subía y bajaba con poca regularidad.
Un movimiento, el frunció los labios y se enderezo un poco, sin despegarse de mis ojos comenzó a sentir miedo y por alguna extraña razón leí todos sus sentimientos, tristeza, miedo, ansias e incluso, adoración, aturdida pensé que quizás lo ultimo sólo era un reflejo de los míos. Sentí como algo irreal que el sintiera eso por mi. Desperté con un fuerte grito a mis espaldas y recordé con tristeza que no estaba sola en ese lugar, los ojos de Edward se volvieron fríos y cerrando los parpados volvió a la posición en la que antes se encontraba.
Con vértigo volví a apreciar en donde me encontraba y reconocer de nuevo mi cuerpo, aún nerviosa y shockeada me acerque hacia Edward y me abrasé el cuerpo, extrañamente sentí frió. "¿Por qué Edward?" me pregunte con desesperación al verlo tan inmóvil y sin vida, no quería verlo así, por lo que abrí mi bocaza como pude, me obligue a sacar la voz, me costó que no sonara más a un aullido que un susurro.
__No, por favor mírame__susurré con desesperación, pero él no se movió, quise acercarme pero en ese momento un guardia acudió a mi lado cortándome el paso.
__ ¿Se encuentra bien?... ¿Que ha pasado?__me pregunto la guardia y yo miré con atención a la mujer que había gritado, uno de los guardias la convenció de que sólo se había imaginado todo y le decía "señora es solo una estatua". No podía ser cierto, no quería escuchar tal estupidez, el estaba vivo y aun podía recordar sus ojos negros mirándome, pero si tal sería la respuesta, entonces prefería mentir.
__Me...extraña que ella haya visto a la estatua moverse, pues yo no vi nada...su grito me asustó__mentí para justificar mis nervios y ella sonrió pareciendo aliviada, mire otra vez a Edward, "¿Por qué estas en esa vitrina?"...quería sacarlo de ahí, pero la guardia le pidió a la gente que saliera pues era la hora de cerrar y sólo en ese momento me percate de lo cerca que estaba de el vidrio y lo lejos de la línea de limite.
La desesperación colapso mi mente, pero accedí a retirarme sin antes prometerme a mi misma que volvería, buscaría la forma de acercarme a él y de responder a todas las preguntas que comenzaban a saturar mi mente.
Fue entonces cuando comprendí la realidad de las palabras de mi madre...si esto era amor, tarde o temprano ella me perdería...
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