notasdegracia
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notasdegracia · 5 years ago
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Está mal visto
Trabajo, trabajo duro y lo disfruto. Pero sobre todo, hago cosas que me dan vida. Más de lo que hace falta, no voy a trabajar jamás. No sé si está bien o mal. Más de lo que necesito, no voy a comprar.
Yo leo todos los días. Canto hasta tentar el insulto de quienes me rodean. Corro y camino distancias largas para abrirles la puerta a los problemas. Me despierto de noche preocupada por alguien. Me levanto como puedo. Hablo con mi familia, y con Dios. Charlo con amigos, les escribo cartas o los llamo. Extraño. Lloro cada medio día. Me distraigo con cualquier cosa. Me muevo. Comparto cosas sin sentido por internet. De día me equivoco (muchísimo) y de noche pienso en eso (muchísimo). Otros días, no puedo dormirme de la felicidad. Respondo mensajes largos. Me doy un baño largo una vez al mes. Toco mal el piano. Cuido mis plantas y se mueren igual. Elijo y compro mi comida con cuidado y no la tiro jamás. Miro bastante el cielo. Cierro los ojos un rato a la hora que la habitación queda bañada por el sol. Limpio mi hogar. Cuido mi casa con esmero. Desayuno sentada. Cocino algo delicioso para mí o para otro. Decoro un buen plato y espero los asombros. Tomo una copa de vino mirando el atardecer. Escribo. Vivo. Amo.
Quizás es eso. Amar lleva mucho tiempo. Tenés razón. Como dijo un escritor que quiero mucho, "me van a tener que disculpar". Pienso amar mientras pueda, a toda costa y con toda el alma; amar, que es vivir; amar, que es amar a todos, eh: a Dios, a mí, a vos.
Amar sin freno, amar desmedida, locamente; perder el tiempo, todo el tiempo amando.
Sé que no está de moda. Pues seré chapada a la antigua. Dicen que se trabaja para vivir, pero se estila que trabajar ocupe más día; a mí, explicámelo, porque no lo entiendo. Sé que está mal visto vivir. Y es una pena.
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notasdegracia · 5 years ago
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Una conversación de amigas en volumen alto puede despertarte de un letargo. Las ventanas son nuestro todo estos días, ya lo sé, pero hay vecinos que me hacen dudarlo. Me lleno de enfado y me inquieto. No quiero otro mundo más que el mío. ¿Por qué escuchar nuevas preocupaciones, con las propias a cuestas y todo? Siento enojo y, haciendo fuerza para sentir más, presto atención. La charla trivial de videollamada se convierte en mi motivo para quedarme desayunando ahí, cerca de esas palabras gritonas, abrir un poco la ventana y, ¿por qué no?, acercar mi banquito. Soporto frío y viento con tal de oír otro encuentro de estos seres desconocidos haciendo temblar sus cuerdas vocales con alegría. Dudo que en su doble monólogo diario se escuchen realmente entre sí, pero yo sí que lo hago. Hay que ver qué cosas interesantes van diciendo con el correr de los días. ¡Gracias!, susurro cuando se despiden. Ya quiero otro mundo más que el mío. Gracias por esa pausa simple de humanidad, y todas las que pasen cerca de la calle Funes al 45, frente a la plaza del mercado.
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notasdegracia · 5 years ago
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Historias de no amor
«Llovía bastante. Cada vez más. Yo caminaba hasta vos por una ciudad desconocida. “Tirá ese paraguas”, rió un tipo en el semáforo, mirando el artefacto amenazando darse vuelta con el viento. Reí también, pero seguí intentando usarlo en las últimas dos cuadras. Llegué y me senté en las escalinatas de tu trabajo. Pensé que iba a estar nerviosa, y noté con sorpresa que no. Sólo quería verte de una vez por todas. 
«Fueron los minutos más largos de mi vida. Cambié de posición seis veces, miré la puerta unas cien, y traté de pensar en otra cosa. 
«Y te vi por primera vez. Me quedé aturdida un par de segundos; ni siquiera recuerdo las primeras palabras que cruzamos. Sé que caminamos, que llovía cada vez más y que nunca me había importado tan poco. 
«De chica soñaba con ser la linda de la película, empapada bajo la lluvia y linda igual. Pero mis rulos sin forma no me dejaban hacerme la jipi mojada. Caminé firme, tratando de no pensar en lo que pasaría con mi pelo después de media hora de calor húmedo en el bar que nos acogiera.»
Es extraño volver a mis notas después de tres años y encontrar sentimientos del pasado. Ese shock que sentí cuando apareciste se fue tan rápido como llegó. El latido sonoro, las mejillas rojas, el caudal de sangre corriendo veloz por mi cuerpo, ya ni los recuerdo. Es curioso enamorarse, pero cuánto más lo contrario. Nos sentíamos morir un día y semanas después nos da igual.
Es raro leer esos cuatro primeros párrafos y no reconocerse. Y a la vez, verse tal cual es una. Nada me gustaba más que el rechazo, supongo. Me volvía loca porque no me daba ni bola. Porque me hizo caminar abajo de la lluvia. Porque me escribía un día sí y otros cuatro no. Porque nuestra primera salida fue a dos cuadras de su trabajo, a la hora que le quedaba cómoda.
No es el rechazo en sí mismo, igual, lo que nos hace perder la cabeza. Es una suerte de suposiciones que vienen con este. Qué pibe seguro de sí mismo, qué plantado. Qué jodido. Qué encantador, y (a los cinco minutos) qué tipo rudo. Nos desesperamos por aprobación, y cuando encontramos a alguien que parece no buscar la nuestra, nos parece un semidios.
«Se sentó frente a mí y charlamos de cualquier cosa. Decía cosas perfectas y me miraba fijo. Yo me drogaba con sus palabras simples, aspiraba cada detalle de su naturalidad, y casi no podía escucharlo. No me acuerdo de nada hasta que se levantó sin pedir permiso, se sentó lentamente a mi lado, empujándome casi imperceptiblemente para que le hiciera un lugar, y soltó: “Te advierto que me parecés hermosa.”
«Chocó todo dentro mío, como chocó ese llamado de alerta con la tranquilidad con la que su boca lo enunció. Me gustó que fuera una advertencia y no un simple aviso, como quien se adelanta a decirte en secreto que un tsunami está por arrasar la ciudad. Mi mente frenó en seco y balbuceé una excusa estúpida y algo del pelo mojado. Pero qué obvia tu manera de no dejarte querer, nena; disimulá. Él no insistió: me miró sonriendo y me dejó cambiar de tema. Me habló de las cosas que amo durante tres horas y me dejó ir sin besarnos, el muy sabio.»
No era un chico malo. Es una maravillosa persona, de hecho -que no me iba a gustar ni un poco, ni yo a él. Yo no estaba en la etapa de dejar ir fácil a gente que me hacía sentir encantadora y me hablaba durante toda la noche. Tuve que confesar que un poco lo usé de compañero de la soledad. Él estaba en la misma, y tiempo después se me acercó a pedir disculpas por portarse como un idiota. 
Es una historia que no alcanzó a ser de amor. Un cuento de la vida real que duró medio minuto. Un relato tan endeble que nadie escribiría. Hoy, en mis notas del pasado, lo encuentro y me animo a transcribirlo, y le agrego un enorme “gracias”. Vayan para este chico fácil y para un par más, por hacernos compañía en momentos tremendos. Porque supieron ser unas vacaciones en el Caribe en pleno 2001 argentino. Por no tocar nuestros temas horribles, y por hacer de cuenta que no existían. Hoy no nos acordamos, pero fuimos mutua anestesia de unos días de la vida. Si nos cruzamos nos ignoramos, pero hace tiempo nos sacábamos sonrisas al celular a las 4 de la mañana. Gracias por recordarnos el uno al otro que valemos, que valemos mil y que allá afuera, más adelante en el camino, hay alguien esperándonos que vale toda la pena.
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notasdegracia · 5 years ago
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Cuando José me quiere regalar algo, tarde o temprano lo termina haciendo. Es cierto: yo también se lo pido mil veces sin parar. Me tiene de consentida, siempre cerca suyo. No por nada lo eligieron padre de Jesús, digo yo. Debe haber sido realmente el mejor tipo que pisó nuestro planeta. Y así, pudiendo haber dicho cosas sabias por todos lados, enorgullecerse de su Hijo frente a sus amigotes, ponerse a dar cátedra de humildad por las calles, José decidió callar. El Nuevo Testamento, vivo relato de la historia de su Hijo, nos da una clara imagen de quién era, pero no nos revela una sola palabra que haya salido de su boca. Su silencio me resulta fascinante.
Mi cercanía con su obra comenzó desde que tengo memoria, y en absoluto por mérito propio. La oración de la noche y la jaculatoria diaria, el pedido de cada día por el trabajo, por la salud de un enfermo, por la familia, por los pobres y necesitados de amor, para pedir la gracia de una buena muerte... Al final de cada día, después de la bendición y el beso de las buenas noches, papá apagaba la luz de la habitación y dejaba prendida la del pasillo de la escalera durante un minuto o dos, antes de seguir camino y hacer lo propio. Esos instantes de silencio absoluto fueron mi escuela de San José. Espiaba todas las noches la rutina sencilla de mi viejo: quedarse parado frente a la imagen gigante del santo que coronaba el descanso de la escalera, y que daba justo a la rendija de la puerta entreabierta de mi cuarto que me dejaba observar todo. Algunas veces, la cabeza gacha y la mano derecha apenas tocando el marco del cuadro dejaban adivinar algún claro pedido de misericordia, de ayuda urgente, o quizás un acto de abandono. Otras, la frente en alto y la mirada tiesa en la imagen hablaban de una toma de compromiso firme, de responsabilidades de padres de familia o de un nuevo agradecimiento. Si el amor pudiera medirse, se haría en minutos de silencio acumulados del instante de diálogo entre papá y José.
De manera torpe, interrumpida y poco fiel, hoy yo le encargo mis intenciones más tremendas, mis planes, mis más ambiciosas metas, mis caminos y mis sueños. Cuando siento que no puedo más, que hay algo que me supera y con lo que definitivamente me es imposible lidiar, me doy cuenta que me estoy metiendo en su territorio, que me estoy olvidando de lo más importante. Tarde pero seguro, corro hasta él. “¿Dónde estabas, José?” “Dónde estabas vos...”, me reprende seguramente. Él se encarga. Y me deja una clara señal de que lo hizo.
Gracias, papá. Por enseñarme el amor verdadero. Por mostrarme la escuela de tu santo. Por abrirme al mundo nuevo del silencio humilde, tan distinto de lo que nos quiere obligar a escuchar el mundo temporal. Por compartir con nuestra familia la vida del papá de Jesús, y la tuya, con él. Gracias, papá, por tu minuto de silencio con San José.
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notasdegracia · 6 years ago
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Noviembre de 2017. 
A Santiago
Me gusta esta foto.
Una introducción un tanto egocéntrica, sí. Pero no lo puedo negar. Me gusta mucho. Miro esta foto y otras cada tanto. Y me encuentro.
Me encuentro con quien de verdad soy, sin tapujos, sin caretas. Me encuentro con un yo libre y transparente.
Me encuentro con quien soy realmente. Con quien hoy volví a ser. Con la persona que descubriste en mí un día, detrás de un montón de lágrimas, torpezas, huídas; con quien, a pesar de todo eso, supiste descubrir, todavía no sé cómo.
Me encuentro a mi antigua alma, fresca, sencilla y alegre; esa alma con cosas lindas y muchos, muchos defectos, pero feliz, segura, confiada.
Me encuentro sonriendo, en la foto y, también, a mí misma mientras la observo. Me encuentro y encuentro a quien está del otro lado, quien no se ve. Me encuentro, y te encuentro a vos.
Me gusta esa foto porque estás vos. Estás en mi sonrisa, en mis ojos felices, en mi pelo descontracturado, en mi comida y bebida favoritas, y en cada cosa que se esconde tras ello, cada detalle que tenés, cada regalo que Dios me dio a través tuyo.
Me regaló virtudes nuevas que no sabía que podía tener. Me regaló un sinfín de proyectos y sueños. Me regaló una certeza y seguridad de mí misma y de la vida que nada tiene que ver con las cosas materiales o con las cosas futuras. Me regaló amor, un amor bueno, paciente, compasivo, lento para enojarse y rápido para perdonar; un amor que esperó y que espera. El amor más puro.
Gracias a Dios por mandarme un ángel guardián en la tierra, que es este amor que me cuida y se enoja, se desenoja, me cuida y se vuelve a enojar. Quiero, yo también, cuidarlo. Quiero proteger este regalo de Dios, hasta el último día, y tengo mucho temor de no saber hacerlo. Quiero dejar las discusiones largas y sin sentido. Quiero cuidar este regalo como al objeto más precioso. Quiero aprender a querer, que ya es hora.
Quiero quererte bien. Quiero ser, yo también, tu regalo de Dios. Quiero que nos amemos como Dios quiere, o mejor, como Dios nos quiere. O un poquito menos, si no nos alcanza, pero sólo un poquito.
Me gusta esta foto. Me gusta su autor: quien puso cada detalle, quien me sacó una sonrisa (y mil más), quien amó cada defecto, quien rescató cada virtud. Cuánta fuerza tiene el decir: hoy me encuentro, y te encuentro a vos.
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notasdegracia · 6 years ago
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A "los indignados"
Dar con una historia y no detenerse a trazarla en unas líneas puede ser para algunos tan trágico como para un fotógrafo doblar la esquina y toparse con la toma perfecta, en la estación del año esperada, en ese instante del día en que recibe la luz exacta, dar media vuelta y caminar estúpidamente a su casa.
"No tiene nada que hacer"; "demasiadas horas libres". Resulta muy curioso que para algunas personas escribir sea sinónimo de perder el tiempo. Si ven al tiempo como la vida dividida en minutos, ¿qué será, entonces, usar bien de este, si no hacer las cosas que nos dan la vida?
Y cuando cueste entenderlo, no quedará más que buscar a un escritor y preguntarle por qué lo hace. Seguramente mirará por la ventana, escudriñando el mundo, y confesará: "Allá afuera va la vida, con sus regalos, con sus desastres; dejarla escapar sin escribirla es tarea imposible."
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notasdegracia · 6 years ago
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Día uno
Está muy bien eso de las vacaciones, pero qué estupendo es volver a los pasatiempos favoritos, en los rincones favoritos. Qué curiosidad mirar para delante y ver el despliegue de todo un año nuevo, con un millón de signos de pregunta. El trabajo o el estudio pueden ser duros; excepto para algunos suertudos, siempre lo serán. Pero, digamos todo: vienen en combo con muchas de nuestras cosas preferidas. Una agenda con mil meses en blanco nos invita, para colmo de bienes, a intercalar esos deberes con momentos exquisitos.
Qué mala prensa tiene la palabra "rutina". Qué fácil nos angustiamos por el fin de las vacaciones, o porque no tuvimos las merecidas. ¿Puede la felicidad estar manejada por un puñado de días panza arriba? No sé. Mejor, ponerle pasión a los otros trescientos y pico. Mejor, hacerse de una rutina que nos derrita de amor.
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notasdegracia · 6 years ago
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Casa inesperada
"Cada paso o cada ladrillo que ponía me llevaba a caminos inesperados. Casapueblo fue naciendo al paso, modelada por mis propias manos y con la ayuda de pescadores y amigos. Casapueblo se transformó en mi propia vida. De ella parto en mis largos viajes, pero siempre regreso como un búmeran. Es mi barco encallado en las rocas."
C. Páez Vilaró ➖
Un pie en este lugar y entra uno en un mundo impredecible. En cada recodo hay algo nuevo, una aventura, un escrito salido de cuento. Las pinturas no llaman la atención tanto como la casa, la historia del pintor y sus palabras: sus cientos de palabras desparramadas en cuadritos por las paredes.
Esta "escultura habitable" me llenó el alma desde el primer instante. Quizás -con perdón de su autor- me recordó un poco a la propia vida. Se fue dejando moldear sin planos ni tiempos durante casi cuarenta años, hasta verlo morir entre sus laberintos blancos. Páez Vilaró debe reír desde arriba de los sitios de internet que la llaman "obra inconclusa". Él la describe como su vida, porque dejó su vida en ella. Sin dudas, está terminada.
Ni un solo elemento de este castillo de mar se puede adivinar antes de conocerse: sus paredes curvas fueron hechas con las manos, todas diferentes; sus visitantes hablan todas las lenguas del mundo; la enormidad de la obra no tiene fin, pues su constructor también pintaba, escribía, viajaba, esculpía, componía, y dejó los recuerdos de todo ello esparcidos en este taller viviente.
Si hay algo clásico en Casapueblo, es su famoso atardecer; pero quienes aman este instante del día saben que no hay dos iguales. Así, lo más predecible tampoco resultó serlo. Tanto es así, que en el clásico momento de la puesta del sol en el mar, durante el ritual diario en el que todos callan y se escucha por altoparlante su poema "Oda al Sol", al sol no le vino en gana mostrarse, y el horizonte se cubrió por completo. Una brillante broma para todos los turistas expectantes. Resoplidos y quejas por lo bajo completaron lo absurdo del cuadro. Imposible no recordar el "old man yells at cloud", con toda esa gente desilusionada del espectáculo de mar y nubes más maravilloso que vi jamás.
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notasdegracia · 6 years ago
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Misericordia
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—Que somos sólo mitades. Mitades de personas caminando por ahí. No me mires así, nena, que ya sé lo que estás pensando. "Que esta vieja está loca, que voy apurada, que yo en unas cuadras me bajo."
La miré fijo por primera vez y le regalé una sonrisa amplia para confirmar por completo su teoría. Dudaba de si debía o no contestar algo, cuando sus ojos inquietos me avisaron que la lección no había terminado, y me acomodé en posición de oírla, obediente.
—Que son todas estas que ves acá, personas por la mitad. Que sólo dejan ver una de sus partes, y la otra la llevan consigo, invisible —continuó, escudriñando a cada persona que subía al autobus como si pudiera verles de lleno el alma. —Y va uno y las trata así, como si no existiera su otra mitad que guarda heridas, lágrimas calientes, algún viejo dolor, cicatrices profundas. Como si su vida pasada fuera otra distinta de la vida presente. Incluso a las personas que uno ve todos los días; incluso a ellas les habla uno como si sus dolores no tuvieran que ver con su forma de hablar, de moverse, de mirar a los ojos, de amar. Y se niega uno a escucharlas si se atreven a defender, en una explosión de palabras sordas o en algún grito ahogado, sus historias de espinas. Las trata uno a veces como si no les pidiera uno mismo, en secreto, misericordia, a cada instante, para con las propias historias, para con la propia mitad oculta.
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notasdegracia · 8 years ago
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Así pues, ¿qué nos grita esa avidez y esa impotencia, sino que hubo otrora en el hombre una verdadera dicha, de la cual sólo le queda ahora la señal y el rastro totalmente vacío, y que él trata inútilmente de llenar con todo lo que lo rodea, buscando en las cosas ausentes el auxilio que no consigue de las presentes, auxilio del cual son todos incapaces, porque el abismo infinito sólo puede ser llenado por un objeto infinito e inmutable, es decir, por Dios mismo?
Blaise Pascal, Pensamientos
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notasdegracia · 8 years ago
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27-28/05/2017
DESEO: Anhelo, apetito, voluntad de alguna cosa divina.
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notasdegracia · 8 years ago
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Sailors cross the brow of the Los Angeles-class attack submarine USS Helena SSN725 with flowers for loved ones as it returned to its homeport of Naval Station Norfolk after a scheduled deployment Wednesday.
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notasdegracia · 8 years ago
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Pendientes
Pensaba en lo que nos debemos Y es cosa de poesía barata, Pero igual lo apunté rápido (avisame si falta algo) Para no olvidarnos.
Las noches despiertos hablando de la nada. Los desayunos somnolientos en el café de la plaza. Los llamados desesperados por la madrugada. Mil peleas. Todas las lágrimas. Los años. Nos debemos los años.
Las tardes de ocio. Algunas mentiras. Un montón de peleas. Las canciones que todavía no se escriben. Unos discos que te olvidaste y que no, No puedo escuchar. Una fiesta de besos que no termina Y las carcajadas enfermas. Nos debemos, sí, todos los clichés del amor, Y las palabras nuestras, Esas que nadie más sabe pronunciar.
Un viaje de mochilas a Europa, Dos océanos, una isla, Una escalada que no hacemos ni locos, Una casita en el mar. Nos debemos las primeras veces de ciento catorce cosas (más o menos). Nos debemos las cosas a las que no nos animamos. Nos debemos el tiempo. Todo el tiempo.
¿No te das cuenta? Nos debemos el mundo, Dios, una vida, vernos crecer. Nos debemos la felicidad.
Nos debemos todo, Y nos vamos a devolver Tierra. Tierra y olvido.
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notasdegracia · 8 years ago
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Caminé anoche durante horas. Era como si quisiera perderme en una calle nueva. Perderme absoluta y alegremente. Pero hay momentos en que no podemos, no sabemos perdernos. Aunque tomemos siempre las direcciones equivocadas. Aunque perdamos todos los puntos de referencia. Aunque se haga tarde y sintamos el peso del amanecer mientras avanzamos. Hay temporadas en que por más que lo intentamos descubrimos que no sabemos, que no podemos perdernos. Y tal vez añoramos el tiempo en que podíamos perdernos. El tiempo en que todas las calles eran nuevas.
Formas de volver a casa, Alejandro Zambra.
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notasdegracia · 8 years ago
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Do you love me enough that I may be weak with you? Everyone loves strength, but do you love me for my weakness? That is the real test.
Alain de Botton, Essays in Love (via bookmania)
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notasdegracia · 8 years ago
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Something in me wants more. I can’t rest.
Sylvia Plath, The Unabridged Journals (via bookmania)
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notasdegracia · 8 years ago
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Cima
Un alma henchida en el olor de la gloria final. Un rostro inquieto en la sepultura de hechos borrosos, amontonados, inciertos.
La alegría y la nostalgia por un gran libro apenas terminado.
El aire purísimo en la cima y la molestia de la tierra vieja en las suelas y en las piedras montaña abajo.
La paz librada en un campo de batalla repleto de muertos. La bandera blanca alzada sobre los gemidos agonizantes.
La vida radiante entera por delante. La angustia de los instantes finales de unos años largos.
El alivio en el momento exacto de la certeza de que dejé de amar. La desesperación en el momento exacto de la certeza de que dejé de amar.
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