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La insorpotable levedad del verano infinito
La nostalgia es el peor de los sentimientos. Ella misma consigue empobrecer el tesoro más valioso de todos: El tiempo.
Sólo hace dos semanas de la última vez que sonreí, sólo hace dos semanas de la última vez que me sentí querido. Y sin embargo, aunque sólo sean dos estúpidas semanas, cada segundo se clava con la celeridad de aquel que jamás conoció lo eterno. Desde entonces, hasta las cigarras se han cansado de cantar en este verano inhóspito.
Sí, tan sólo hace dos semanas desde que el mundo decidió convertirse en una fábula. Una de aquellas tróspidas fábulas que abandonan la moraleja, para dejarme con este vacío que jamás pedí.
Por eso la nostalgia es malévola, porque es capaz de devorar tu soledad sin ningún tipo de cortesía. No puedo más que hacer un símil con aquella vieja metáfora del genio maligno, Y es que cuando cuando el verano decidió sonreírme, me mostraba un azul tan bello que me dejaba ensimismado de tal manera que sólo podía expresarme con mi voz sin voz. Pero ahora que ya no estás, he decidido matar el tiempo para no temblar.
Mi mundo ya no volverá a ser desde aquel azul infinito, mi mundo ya sólo se ordena en memorias de plástico...
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Cry Baby
Pasé mi juventud teniendo como ídolos a bohemios escritores que se vanagloriaban de que la Soledad era algo valioso, que disfrutaban del placer elitista que suponía alejarse del vulgo. Una soledad reconfortante contigo mismo que te elevaba por encima del mundanal ruido.
Pero eso no es Soledad, como ya dije, eso es elitismo. La Soledad es algo mucho más amargo, algo mucho más doloroso. Pero lo peor de todo, algo mucho más dañino.
La Soledad es embrutecedora, algo que te devora por dentro sin compasión alguna y que te vuelve completamente insensible. Algo que te retuerce los huesos hasta hacerlos añicos convirtiendo al dolor en un mero trámite. Y es que, cuando sabes que sentir dolor es lo único bueno que te puede pasar, sabes que la Soledad te ha invadido sin dejar nada de ti.
La Soledad es tan despiadada, que te invita a actuar todos y cada uno de los segundos de tu vida. Te lanza al mundo para no ser más que un maniquí de su maldad, para bailar al compás de su malévolos planes. Porque sabes que aunque estés rodeado de gente, estás completamente sólo.
Pero sus peores planes, te los guarda para para cuando quiere encerrarte en tu cama sin visos de una escapatoria posible. Cuando te invita a dar vueltas sobre tu cama sin poder dormir, cuando te invita a encerrarte en ella en cualquier momento y sólo quieres que las lágrimas inunden tu rostro. Pero eso sería hasta agradable, ni si quiera ellas están invitadas. La Soledad te ha poseído de tal manera que ya no quedan lágrimas.
Pero sin lugar a dudas, lo peor de toda su vileza, es que es incapaz de decirme Adiós.
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Después de ti, lluvia
He vuelto a despertarme a medianoche, una vez más envuelto en lágrimas de aquel bucle que me derrumba y me colapsa. Porque en vez de encontrar una salida, decido quedarme quieto mirando con frialdad el final. Sabiendo, que él no esta hecho para mi.
Tengo miedo, miedo de lo que tengo dentro de mi. Es difícil saber cuanto más tiempo podrá permanecer ahí. No existe escapatoria para él, pero no parece que el quiera escapar en algún momento de su zona de confort. Tomo carreteras, tomo atajos pero el único sendero que me place, es aquél que camino cuando decidido matarme para sentirme más vivo.
Porque cuando no lo hago, sigo complaciendo su albedrío apartando mi cara pensando que es otro día más en la que está prohibido mirarme. Otro día más, en el que me será imposible empatizar con el mundo que me rodea porque no sé siquiera que es lo que hice mal para que este jamás me importase.
Por eso, después de ti sólo quedará la lluvia. Porque el corazón jamás olvida los lugares en los que no le dejaron latir.
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Memorias de Plástico
Una de las metáforas más sinceras sobre la existencia humana que se pueden conocer no es otra que a la que te enfrentas cada mañana al despertarte. El despertador entona su cruento canto sin piedad alguna, hasta que te arrebata tu perfecto estado de ensoñación. Para ofrecerte un mundo de grisácea monotonía, crueldad y caricias de plástico.
Sin embargo, es en la rutina y en su crueldad donde he llegado a encontrarme a mi mismo. Todas las mañanas, después de haber experimentado la sinrazón del despertar, decido asomarme por la ventana y contar mentalmente un minuto mientras el frío viento de la mañana golpea mi cara sin compasión.
Empecé haciéndolo como castigo, para recordar el porqué de mis perezosas noches, para recordarme como siempre lucharé contra los molinos de viento de mi soledad y porqué siempre me esconderé en mi mismo sin remedio. Pero mi castigo, se convirtió en libertad .
Ese minuto imaginario que repaso mentalmente en voz baja, esa auto experiencia del síndrome de Estocolmo, me hace perderme por unos instantes dentro de mi mismo. Y aunque sea por una sola vez en todo el día, compartir mis lágrimas con el mundo
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Break my bones
Diciembre debería cambiar de nombre, el frío y los recuerdos inundan las calles para que cada esquina solitaria sea un nuevo nudo en la garganta. Sólo, aquella taza de café que coges con las dos manos para que vuelvan a recuperar el desangelado tacto que has perdido con el paso de los sucesivos Diciembres, es capaz de reconfortante por un pequeño instante.
La nostalgia es el peor de los sentimientos. Está ahí, esperando cualquier momento para acecharte, para robarte tú soledad sin ningún tipo de impunidad y de vergüenza por su parte. Es egoísta, fría y calculadora, como los peores villanos de los clásicos del cine. Ellos inundan la pantalla con su carisma, la nostalgia te inunda por dentro y te lo arrebata todo, te vacía entero y no deja nada dentro de ti. Ni una sola lección, nada que puedas aprender de ella. Sólo te deja roto y tan vacío, que piensas que jamás vas a volver a recomponerte.
Diciembre debería cambiar de nombre aunque sólo fuera para distraer a la nostalgia por unos instantes.
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Curar
Por un instante, las luces dejaron de iluminar. Sólo fue un pequeño instante, tan sumamente finito e insignificantes como aquellos rebeldes fotogramas que se cuelan en las proyecciones cinematográficas y pasan desapercibidas ante las miles de personas que asisten a la proyección...
Sin embargo, y aunque parezca imperceptible, nada será igual después de ese instante. Al igual que el viento, no se vuelve a comportar igual después del batir de las alas del ave más minúscula que te puedas imaginar, nada vuelve a ser igual. Porque nada jamás vuelve a ser igual, incluso aunque la situación parezca ser la misma.
Ese es uno de esos instantes que piensas ¿De qué me va servir escribir si tú ya no estás para leerme? Pero como siempre, la pregunta nunca es la acertada. De ahí la imposibilidad de encontrar respuestas... Y es que las cosas que más valor tienen, son las que no valen para nada, como esos instantes que lo cambian todo.
La idea del eterno retorno sólo puede conducirte a la más dulce de las locuras. ¿Quién no se volvería loco si cargas de responsabilidad cualquier insignificante instante? Por ende, Bela Tarr estuvo tan acertado en reflejar la pesadez de la existencia humana enlazándolo con aquella anécdota del caballo de Turín.
Pero lo más doloroso de todo, es que incluso sabiendo que es una batalla perdida, merece la pena seguir luchando. De ahí, lo fascinante de la existencia. De ahí, lo fascinante de aquellos instantes condenados o no repetirse...
Pero si alguien me pregunta, les responderé que me estaba curando.
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Vosotros
Sentado, observando lentamente la desgarradora imagen que me ofrecían las bolboretas de neón de la ciudad, me sentí vano por un momento. Como el vacío se apoderaba una vez más de mi. Pero vuestra mirada nihilista es aún más desgarradora y banal.
Desandar el camino que nunca recorrí, el tiempo se escapa entre puñados de agua pero cada segundo que pasa es un amor nuevo. Noto como lo que antes era esponja ahora mismo ni me perturba. Dirty old man se hacía llamar el viejo sabio. Dont Try nos dejó como enseñanza a los que algún día quisimos aprender.
¿Existe en el mundo algo más maravilloso que la ironía? Resultaría idílico pensar que sí, resultaría bonito pensar que aquel baile personalidades que decidís ser cuando suena el despertador es algo más que una falacia, pero tengo una mala noticia que daros, no sois más que eso. El pasto de una gran falacia.
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Nonsense
“Anoche soñé que me moría y me produjo una gran sensación de alivio…” Recuerdo las enseñanzas del maestro Borges como una reminiscencia real, una enseñanza que día tras día tenía más ganas de aprender.
La cochiquera de vuestra sociedad cada día se apoderaba más de mí, el patíbulo que vuestro pragmatismo creaba era cada día más rotundo. ¿Qué se puede esperar de una especie que hasta el más inane de ellos piensa que el de su alrededor es inferior a él?
Pero no, ya no necesito máscaras. Las alocadas baratijas de vuestro mercado son más baratas que nunca, los rebuznos de vuestra ignorancia ya son sólo eso, rebuznos.
Fracasé, no hay duda de lo que siempre seré. Pero su respiración ornamenta a la perfección el país de las maravillas en el que siempre creí.
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Brillo
Sonreí, divisé como aquella luz que vislumbraba el final de mi vida no era más que un espejismo. Mis lágrimas sabían a muerte, mi muerte sabía a vida…
Miré y sólo había placer, toqué y sólo había calidez. Me deshice de nuevo, corrompí lo que vosotros llamáis principios por esta incertidumbre que me abruma y reconforta.
No quedaba nada, la senda del perdedor se colapsó en brillo. Bocanadas de ternura, susurros de inocencia ante esta perrogativa que jamás me creí digno de merecer.
Insípido, ya no más… Hasta un perro se cansa de recibir patadas.
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Árbol
La bruma de mi pesadumbre me ciega. La rutina se convirtió en mi en mi hermana y utiliza sus sabias artimañas para embarcarme con sus sutiles placebos. Otra sonrisa más, otro minuto más… Otro día más en la senda de un Don Nadie.
Vacío por fuera, muerto por dentro me abruma pensar que dentro del mar de decisiones equivocadas que supone la vida del ser humano, la única no errónea fue elegir la vida… Porque nunca tuviste que elegir.
Fuimos desterrados de la nada para llegar aquí, al mercado de las calumnias. Dónde los privilegios de venden baratos y la hipocresía se utiliza como trueque. Compráis conocimiento, compráis cultura, compráis hedonismo. Todo ello para que en el mundo no existan personas como yo, seres desubicados, seres desarraigados, personas a las que nadie podría aceptar si no fuera porque utilizamos una de vuestras múltiples máscaras para no ser lo que realmente nadie quiere ser, un excedente social.
Ahora, toca volver a dormir. Para que al despertarme la espada de rutina devore sin piedad de nuevo mi fútil existencia. Otra vez…
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Basura
Hoy decidí ser basura. Un simple diezmo a cambio de algo mínimamente diferente al desprecio, vomité todo lo que alguna vez pude ser a cambio de la basura más pedestre que existe. Por ello, ahora mismo desearía estar muerto, valgo más en una lápida que en vida.
Conocía las reglas, sabía lo que me iba a encontrar y aún así, decidí aceptar. Por el simple hecho de que el hastío que me provoca la vida sea algo más liviano.
Sin embargo, no lo fue. Ahora ya no puedo expresar de manera honesta que desprecio mi vida, porque el desprecio es algo demasiado frívolo para expresar la inmundicia que soy...
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Final
Llegó la hora de mi muerte, mañana por ya no quedará nada de mí. El mundo ha devorado mis deseos, mis esperanzas. Pero, ¿Alguna vez las tuve? No, siempre fui un ingrato. Que a través de infinitas máscaras, camufló la basura que siempre fuí.
Dormía de día y vivía de noche, me creía algo entre mis escritos sintiéndome un Kafka Postmoderno, pero sólo era una máscara más. Una máscara que camuflaba mi vacío, un vacío que es todo lo que soy. Quizá debí haberme creído vuestras mentiras y ahora sería algo más que nada, pero era demasiado fácil. ¿Quièn necesita elecciones?
Ya no caminaré, ya no daré más pasos. La muerte ha llamado a mi puerta, no tengo elección. Mañana no quedará nada…
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Humano
Perdido ante el mar de los segundos la noción del Espacio-Tiempo era una línea resquebrajada de toda realidad. El hastío de la monotonía me había convertido en una masa yerma de carne. Respiraba en contra de mi voluntad, sólo para mantener con vida lo que ya era más que obvio que estaba muerto.
Sólo recuerdo de aquello, que era de noche y que accedí sin ningún tipo de disconformidad entrar en aquél lujurioso agujero que me ofrecían. El hedor que desprendía era tan sumamente artificial que resultaba imposible imaginar que allí en algún momento hubiera existido algo mínimamente humano.
Olvidado en el fondo de aquella madriguera me camuflé involuntariamente con el decorado del lugar. Sabía perfectamente que aquellas pinturas descontextaulizadas, era lo único con alma de aquél lúgrube lugar...
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Pieza
Desencajado, era incapaz. No existían motivos ¿alguna vez existieron? Recuerdo vuestras mentiras como el primer día, pero hace tiempo que descubrí lo eran. Perdido ante la incertidumbre de la posibilidad, el retrato de la muerte era cada vez más claro.
Sin embargo, aún recuerdo aquél día. Aquél día en el que los llantos me dieron la vida. La eterna paz que envolvía mi paciencia en un eterno domingo, se quebró ante aquellas lágrimas. El sueño fúnebre de mi existencia, se quedó trastocado tras aquél suceso.
Aquél niño envuelto entre lágrimas de emoción, me hizo recordar lo que alguna vez pudo haber sido, lo que siempre podía haber sido. Nunca lo deseé, pero aquél instante me hizo ver que las batallas perdidas de antemano a veces, merece la pena combatirlas.
Estaba vacío, sabía que nunca podría alcanzarlo. Pero aquél instante imborrable me hizo vivir...
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Escoria
¿Ganar? ¿Y qué ganado? Se respondía a sí mismo. Lo único que había conseguido era la pesadumbre de que la más insólita escoria con un cerebro enlatado en tradiciones, en pensamientos vanos y carentes de cualquier atisbo de lo que se pudiera llamar inteligencia siguieran ridiculizándolo con sus mofas carentes de todo jucio.
Arrodillado, perplejo ante lo que acontecía el final de su vida, poca motivación podía encontrar. Era un secreto que nadie conocía, una lucha que por fin alcanzaba su final. Era tan desagradable saber que el final estaba cerca, tan horrible saber que lo que llevaba años persiguiendo llegaría a su fin...Un final que sólo serviría para seguir perdiendo.
Era un secreto inenarrable, una victoria muerta, más desgarradora aún que la derrota. Pero después de todo... era el final.
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Causa
Luché, luché y luché por reinventarme tantas veces, que ya soy incapaz de encontrarme. El sollozo de mi existencia es tan sumamente continuado que si pudierais lamerme, sólo encontrarías sal. La mugre es tan sumamente densa, que se ha convertido en mi causa.
Ya no hay lucha, ya no hay razones. La droga que recorre mis venas me ha convertido en lo que siempre deseé, la más letal de vuestra indiferencia. Mi vida se ha convertido en aquella vieja moneda troquelada, que de tanto usarse, ya carece de todo valor.
Estas palabras, tan carentes de significado, tan carentes de valor son el mejor reflejo de mi existencia. Me deshago en ellas para ser yo mismo, para expresarme de manera libertina y reificarme en el significado de esta inmortalidad tan anodina.
Ahora, por fin, soy Texto.
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Vergüenza
Una y otra vez repite el eco ensordecedor de mi cerebro. una y otra vez me repite sin descanso la delgada línea entre el fracaso y el éxito. ¡Qué entusiasmo tan fútil! Todo es demasiado cuando la simple idea del éxito no es más que otro deseo concupisciente.
Sólo... Me repite un nuevo eco sin descanso. Los juguetes rotos de la sociedad nunca nos divertiremos con vuestra ignorancia es algo que jamás importó. Ya no me incumben vuestras mofas, la muerte se apoderó de mi. Para ser siempre lo que siempre deseasteis que fuera, Nada...
Ya no me queda aliento, sólo hiel. Ya no me queda descanso, sólo ruina.
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