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Alberto Arvelo Torrealba (Venezuela, 1905-1971)
Florentino y el Diablo
I
El reto
El coplero Florentino por el ancho terraplén caminos del Desamparo desanda a golpe de seis.
Puntero en la soledad que enlutan llamas de ayer, macolla de tierra errante le nace bajo el corcel. Ojo ciego el lagunazo sin garza, junco ni grey, dura cuenca enterronada donde el casco da traspié. Los escuálidos espinos desnudan su amarillez, las chicharras atolondran el cenizo anochecer. Parece que para el mundo la palma sin un vaivén.
El coplero solitario vive su grave altivez de ir caminando el erial como quien pisa vergel. En el caño de Las Ánimas se para muerto de sed. y en las patas del castaño ve lo claro del jagüey.
El cacho de beber tira, en agua lo oye caer; cuando lo va levantando se le salpican los pies, pero del cuerno vacío ni gota pudo beber. Vuelve a tirarlo y salpica el agua clara otra vez, mas sólo arena sus ojos en el turbio fondo ven.
Soplo de quema el suspiro, paso llano el palafrén, mirada y rumbo el coplero pone para su caney, cuando con trote sombrío oye un jinete tras él.
Negra se le ve la manta, negro el caballo también; bajo el negro pelo'e guama la cara no se le ve. Pasa cantando una copla sin la mirada volver:
—Amigo, por si se atreve, aguárdeme en Santa Inés, que yo lo voy a buscar para cantar con usté.
Mala sombra del espanto cruza por el terraplén. Vaqueros de lejanía la acompañan en tropel; la encobijan y la borran pajas del anochecer.
Florentino taciturno coge el banco de través. Puntero en la soledad que enlutan llamas de ayer parece que va soñando con la sabana en la sien. En un verso largo y hondo se le estira el tono fiel:
Sabana, sabana, tierra que hace sudar y querer, parada con tanto rumbo, con agua y muerta de sed, una con mi alma en lo sola, una con Dios en la fe; sobre tu pecho desnudo yo me paro a responder: sepa el cantador sombrío que yo cumplo con mi ley y como canté con todos tengo que cantar con él.
II
La porfía
Noche de fiero chubasco por la enlutada llanura, y de encendidas chipolas que el rancho del peón alumbran. Adentro suena el capacho, afuera bate la lluvia; vena en corazón de cedro el bordón mana ternura; no lejos asoma el río pecho de sabana sucia; más allá coros errantes, ventarrón de negra furia, y mientras teje el joropo bandoleras amarguras el rayo a la palma sola le tira señeras puntas.
Súbito un hombre en la puerta: indio de grave postura, ojos negros, pelo negro, frente dé cálida arruga, pelo de guama luciente que con el candil relumbra.
Un golpe de viento guapo le pone a volar la blusa, y se le ve jeme y medio de puñal en la cintura. Entra callado y se apuesta para el lado de la música. Oiga vale, ese es el Diablo. —La voz por la sala cruza.
Mírelo cómo llegó con tanto barrial y lluvia, planchada y seca la ropa, sin cobija ni montura. Dicen que pasó temprano, como quien viene de Nutrias, con un oscuro bonguero por el paso de Las Brujas.
Florentino está silbando sones de añeja bravura y su diestra echa a volar ansias que pisa la zurda, cuando el indio pico de oro con su canto lo saluda.
EL DIABLO Catire quita pesares contésteme esta pregunta: ¿Cuál es el gallo que siempre lleva ventaja en la lucha y aunque le den en el pico tiene picada segura?
FLORENTINO Tiene picada segura el gallo que se rebate y no se atraviesa nunca, bueno si tira de pie, mejor si pica en la pluma.
EL DIABLO Mejor si pica en la pluma. Si sabe tanto de todo diga cuál es la república donde el tesoro es botín sin dificultá ninguna.
FLORENTINO Sin dificultá ninguna, la colmena en el papayo que es palo de blanda pulpa: el que no carga machete saca la miel con las uñas.
EL DIABLO Saca la miel con las uñas. Contésteme la tercera si respondió la segunda, y diga si anduvo tanta sabana sin sol ni luna quién es el que bebe arena en la noche más oscura.
FLORENTINO En la noche más oscura no quiero ocultar mi sombra ni me espanto de la suya. Lo malo no es el lanzazo sino quien no lo retruca: tiene que beber arena el que no bebe agua nunca.
EL DIABLO El que no bebe agua nunca. Así cualquiera responde barajando la pregunta. Si sabe dé su razón y si no, no dé ninguna:
¿Quién mitiga el fuego amargo en jagüey de arena pura, quién mata la sed sin agua en la soledad profunda?
FLORENTINO En la soledad profunda el pecho del medanal, el romance que lo arrulla, la conseja que lo abisma, el ánima que lo cruza, la noche que lo encobija, el soplo que lo desnuda, la palma que lo custodia, el lucero que lo alumbra. ¿Qué culpa tengo señores si me encuentra el que me busca?
EL DIABLO Si me encuentra el que me busca el susto lo descarea. Falta un cuarto pá'la una cuando el candil parpadea, cuando el espanto sin rumbo con su dolor sabanea, cuando Florentino calla porque se le va la idea, cuando canta la pavita, cuando el gallo menudea.
FLORENTlNO Cuando el gallo menudea la garganta se me afina y el juicio se me clarea. Yo soy como el espinito que en la sabana florea: le doy aroma al que pasa y espino al que me menea.
EL DIABLO Espino al que me menea. No le envidio al espinito las galas de que alardea: cuando la candela pasa la pata se le negrea. Con plantaje y bulla de ala no se cobra la pelea. Vaya poniéndose alante pá'que en lo oscuro me vea.
FLORENTINO Pá'que en lo oscuro me vea. Amigo no arrime tanto que el bicho se le chacea. Atrás y alante es lo mismo pá'l que no carga manea. El que va atrás ve pá'lante y el que va alante voltea.
EL DIABLO El que va alante voltea a contemplar lo que sube borrando lo que verdea: en invierno el aguazal, en verano la humarea. Me gusta cantar al raso de noche cuando ventea porque así es como se sabe quién mejor contrapuntea.
FLORENTINO Quien mejor contrapuntea hace sus tratos de día y trabaja por tarea. "¡Cójame ese trompo en la uña a ver si taratatea!". Ni que yo fuera lechuza en campanario de aldea para cantar en lo oscuro con esta noche tan fea.
EL DIABLO Con esta noche tan fea una cosa piensa el burro y otra el que arriba lo arrea. ¡Ay, catire Florentino! escuche a quien lo previene: déle tregua a la porfia pá'que tome y se serene si no quiere que le falle la voz cuando se condene.
FLORENTINO La voz cuando se condene. Mientras el cuatro me afine y la maraca resuene no hay espuela que me apure ni bozal que me sofrene, ni quien me obligue a beber en tapara que otro llene. Coplero que canta y toca su justa ventaja tiene: toca cuando le da gana, canta cuando le conviene.
EL DIABLO Canta cuando le conviene. Si su destino es porfiar aunque llueva y aunque truene le voy a participar, amigo, que en este duelo yo no le vengo a brindar miel de aricas con buñuelo. Si se pone malicioso no me extraña su recelo, que al que lo mordió macagua bejuco le para el pelo.
FLORENTINO Bejuco le para el pelo. Contra un jiro atravesao yo mi pollo ni lo amuelo. Entre cantadores canto, entre machos me rebelo, entre mujeres me sobra muselina y terciopelo, cuando una me dice adiós a otra le pido consuelo. Desde cuando yo volaba paraparas del rayuelo vide con la noche oscura la Cruz de Mayo en el cielo.
EL DIABLO La Cruz de Mayo en el cielo. A mí no me espantan sombras ni con luces me desvelo: con el sol soy gavilán y en la oscuridá mochuelo, familia de alcaraván canto mejor cuando vuelo; también como la guabina si me agarra me le pelo, también soy caimán cebao que en boca'e caño lo velo.
FLORENTINO Que en boca'e caño lo velo. Me acordé de aquel corrío que me lo enseñó mi abuelo: Velando al que nunca pasa el vivo se quedó lelo, para caimán el arpón para guabina el anzuelo, patiquín que estriba corto no corre caballo en pelo. ¿Con qué se seca la cara el que no carga pañuelo? ¿Pá'qué se limpia las patas el que va a dormí en el suelo?
EL DIABLO El que va a dormí en el suelo pega en la tierra el oío: si tiene el sueño liviano nunca lo matan dormío. Los gallos están cantando, escúcheles los cantíos, los perros están aullando, recuerde lo convenío.
"Zamuros de la Barrosa del alcornocal del Frío albricias pido señores que ya Florentino es mío".
FLORENTINO Que ya Florentino es mio. ¡Ñéngueres de Banco Seco! ¡taro-taros del Pionío! Si usté dice que soy suyo será que me le he vendío, si me le vendí me paga porque yo a nadie le fío. Yo no soy rancho veguero que le mete el agua el río, yo no soy pájaro bobo pá'estar calentando nío.
EL DIABLO Pá'estar calentando nío. No sé si es pájaro bobo pero va por un tendío con la fatiga del remo en el golpe mal medío; y en la orilla del silencio se le anudará el tañío cuando yo mande a parar el trueno y el desafío.
FLORENTINO El trueno y el desafío. Me gusta escuchar el rayo aunque me deje aturdío, me gusta correr chubasco si el viento lleva tronío. Águila sobre la quema, reto del toro bravío. Cuando esas voces me llaman siempre les he respondío. ¡Cómo me puede callar coplero recién vestío!
EL DIABLO Coplero recién vestío, mano a mano y pecho a pecho ando atizándome el brío con el fuego del romance que es don de mi señorío. Relámpagos me alumbraron desde el horizonte ardío nariceando cimarrones y sangrando a los rendíos con la punta'e mi puñal que duele y da escalofrío.
FLORENTINO Que duele y da escalofrío... Dáme campo pensamiento y dáme rienda albedrío pá'enseñarle al que no sabe a rematar uh corrío. Cimarrones hay que verlos, de mautes no le porfío; puñal, sáquelo si quiere a ver si repongo el mío. Duele lo que se perdió cuando no se ha defendío.
EL DIABLO Cuando no se ha defendío lo que se perdió no importa si está de pies el vencío. porque el orgullo indomable vale más que el bien perdío. Por eso es que me lo llevo con la nada por avío en bongo de veinte varas que tiene un golpe sombrío. Y vuelvo a cambiarle el pie a ver si topa el atajo.
FLORENTINO A ver si topa el atajo. Cuando se fajan me gusta porque yo también me fajo. "Zamuros de la Barrosa del alcornocal de abajo: ahora verán, señores, al Diablo pasar trabajo".
EL DIABLO Al Diablo pasar trabajo. No miente al que no conoce ni finja ese desparpajo, mire que por esta tierra no es primera vez que viajo, y aquí saben los señores que cuando la punta encajo al mismo limón chiquito me lo chupo gajo a gajo.
FLORENTINO Me lo chupo gajo a gajo. Usté que se alza el copete y yo que se lo rebajo. No se asusten compañeros, déjenlo que yo lo atajo, déjenlo que pare suertes, yo sabré si le barajo; déjenlo que suelte el bongo pá'que le coja agua abajo; antes que Dios amanezca se lo lleva quien lo trajo; alante el caballo fino, atrás el burro marrajo. ¡Quién ha visto dorodoro cantando con arrendajo! Si me cambió el consonante yo se lo puedo cambiar.
EL DIABLO Yo se lo puedo cambiar. Los graves y los agudos a mí lo mismo me dan, porque yo eché mi destino sobre el nunca y el jamás. ¡Ay! catire Florentino, cantor de pecho cabal, qué tenebroso el camino que nunca desandará, sin alante, sin arriba, sin orilla y sin atrás. Ya no valen su baquía, su fe ni su facultá catire quitapesares arrendajo y turupial.
FLORENTINO Arrendajo y turupial. De andar solo esa vereda los pies se le han de secar, y se le hará más profunda la mala arruga en la faz; porque mientras llano y cielo me den de luz su caudal, mientras la voz se me escuche por sobre la tempestá, yo soy quien marco mi rumbo con el timón del cantar. Y si al dicho pido ayuda aplíquese esta verdá: que no manda marinero donde manda capitán.
EL DIABLO Donde manda capitán usted es vela caída, yo altivo son de la mar. Ceniza será su voz, rescoldo de muerto afán sed será su última huella náufraga en el arenal, humo serán sus caminos, piedra sus sueños serán, carbón será su recuerdo, lo negro en la eternidá, para que no me responda ni se me resista más. Capitán de la Tiniebla es quien lo viene a buscar.
FLORENTINO Es quien lo viene a buscar. Mucho gusto en conocerlo tengo señor Satanás. Zamuros de la Barrosa salgan del Arcornocal que al Diablo lo cogió el día queriéndome atropellar. Sácame de aquí con Dios Virgen de la Soledá, Virgen del Carmen bendita, sagrada Virgen del Real, tierna Virgen del Socorro, dulce Virgen de la Paz, Virgen de la Coromoto, Virgen de Chiquinquirá, piadosa Virgen del Valle, santa Virgen del Pilar, Fiel Madre de los Dolores dáme el fulgor que tú das.
¡San Miguel! dame tu escudo, tu rejón y tu puñal, Niño de Atocha bendito, Santísima Trinidá.
(En compases de silencio negro bongo que echa a andar. ¡Salud, señores! El alba bebiendo en el paso real).
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Rafael José Muñoz (Venezuela, 1928-1981)
Trasmigración de las almas. Junio 27, 1964 Quiero volverme a las colinas de allá, a las colinas que sueñan con relámpagos de papel; tengo que volverme a ver si puedes con esta marcha de anfibios, marcha batracia y negra. Antes de que sea ayer, dame el secreto de las tres puntadas por donde se llega al abismo; tengo que irme, va a llover, y no tendré de mirar aquello que se describe en esa columna de humo. Tengo que mirarme las rodillas a ver si allí crece mi codo, mi corno de trasal mandíbulas; tengo que examinar esos molares y aquellas paredes ruinosas a ver si está allí la flauta de lo mío. Déjame que el sol brille, que la nube apague su tabaco, déjame; déjame ver qué hay detrás de esas cortinas; del cielo que enmudece su modo con una cinta de todo y de mucho Yo quiero volver a regresar entre pastores que voltean las efes de sus rostros extremidedos; déjame ir allá, a la otra puerta, a ver si encuentro el tornillo con que tú bendecías las almohadas. Estoy triste de este ojo matemático y quiero darle de comer a mi yogui. *************************************************************
El Elegido Yo soy el Elegido Yo soy el Elegido, el que toca la flauta y pone a arder los hornos en esporádicos blís; yo soy el Elegido, mi Huevo de Pájaro Oyu, de Pájaro 7, es el que toca el ataúd y lo convierte en lumino. Yo soy el Elegido, por mí los planetas no encuentran donde moverse, libo el polvo de los ladrillos detrás de mi oreja; sonámbulo una ojera, le doy la vuelta al ojo hacia atrás y hacia adelante, mientras el caballo come en mi sonaja, come bizcocho de 55, una campana reciennacida en su popa. Después no digan que soy mago y que transformé la atmósfera y los puse a ver gosses. No digan eso de mi polvillo esotérico, ni de mis cuarenta, (jamás un diezmil). *************************************************************
Un día celestial en la tierra. Noviembre 9, 1964 Invento un día celestial aquí en la tierra, un día para mis ojos, haciendo arder los tablos, haciendo contacto en los volvos. Invento un día de Grack Patruck, para volar a varias millas del Discóbolo, con el tirnillk de laakribia vuelto lunar. Porque yo soy el Poderoso de la Llave el que tiene el Disco del Enigma clavado en el centro del Huevo Trock Uck. Yo soy ése, )quién me denigra, quién pone en duda mis capacidades de hacer brillar el ojo de la mula que sueña? Su mirada está aquí, mortal, a chuck de chuck; está aquí, entre los clavos de algún gabriel sombrío, en el Cidi Orms de Tinis Catis y en la conchilla; está aquí, en la basada lúbrica del estiño, donde ciertos pájaros son como Catones brujos de enredaderas y de iguanas balacks. No me lo imaginaba: 600.000 novellis huyendo hacia los ustarios del sol, qué tefis hornes: ni con la cruz de este augusto cordero, ni con aquella otra, ohsiill sihilllllllllllll. La vida entera se me fue en su día, En su hora blanca, en su pefil rocío. La vida, ese cotejo que fue mío, Se la dejé a su flor y a su rocía. Ella, que se empinaba de grandía, de perfumes akaba en mi dordío; y se vuela y se va. Y en llanto orío, reza una llama de perunnas ías. La vida entera se me fue en sus gaires, mas, remontando un monte, unos desgaires del mar que me interpuso a sunto vuelo. pude alcanzarla, le toque su bluma, pero ni era de flor ni era de pluma: Era de origen natural del cielo. Fecundándola tuve unos minutos y era muchacha párroca de pobre Su lengua era dorada, era salobre como brisa de pez que hace morutos. Estuve fecundándola, en guayutos por donde víase algo como un sobre; mas sentí unos perpentos, duros cobres que tocaban en clítoris canutos. Y encontré que un rosario parecía aquella sombrea, luna y mediodía de un paraje abismal, lejano y mudo. Y estuve allá, torcido y constelado, como un jueves o un miércoles colgado, como perdido en un celeste yudo.
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ANTONIA PALACIOS (Caracas, 1904-2001)
SECRETO
En esta casa no miro el cielo. Miro la dura extensión que me
circunda, escucho lejos batallar el viento. Sus límites me
marginan de lo abierto. Es una casa cerrada, nada en ella
se revela. No hay espacios ni columnas ni aleros donde aniden pájaros inquietos.
Una casa desnuda sin el hondo temblor de lo secreto. Me pego de sus muros, de su olor a desierto. Es mi casa.
_________________________________________________
Estoy en un sitio sin salida. Un sitio tapiado por todos los costados.
Estoy en un sitio vacío, sólo conmigo adentro. Afuera la eternidad de
los espacios. Esto aquí cerca por el tiempo, horas desprendidas de
invisibles alturas. Estoy aquí en silencio con los ojos abiertos hacia
la oscuridad.
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Hanni Ossott
Sólo un cuerpo
A la Nena Palacios
Ahí va la urna Y yo no tengo lágrimas Sólo besos Y un puño alzado, erecto Por el misterio, por la rabia
También memoria De danzas De alegrías De locura
Oh amor Te has silenciado Si hubiese un cielo Me sentiría feliz Pero el cielo es una palabra Un color, unas nubes Y tú no estás allí…
Somos sólo un cuerpo, una carne, unos ojos Y esa infinita capacidad de sentir
La paz del Señor y la paz de la Noche No colman esta pena
¡Cuánto me gustaría bailar desnuda contigo los Preludios de Chopin
y saltar para dar gusto a la vida!
Ah, la locura y la muerte, cómo avergüenzan son grotescas.
La noche y la luz La Noche se va haciendo en mí profunda revocable como una estación La oscura esfera de lo oscuro ha inundado mi ámbito y se cierra como el beso de dos cúpulas Ya yo no sé cuál es mi fondo Soy ahora noche entera Conservo palabras pero hoy ellas no son lo suficientemente diurnas no pueden guiarme no son linterna ni lamparita de media noche Pienso en Delfos, debo recordar Delfos cóncava iluminada abierta Debo pensar en el espacio más luminoso del mundo Delfos, lugar nocturno hecho luz Es preciso es preciso realizar de la noche la Luz Abril, 1982
Prevalece Lo Raro A Rainer y Paula Ossott
Prevalece el misterio que haya amor que haya odio que existan cuerpos Prevalece lo raro las relaciones los Cantos Gregorianos el arte, el corno francés Prevalece el incendio de nuestras pasiones la rara faz de uno que no se ha ido sino que se queda e insiste por amor y odio Prevalecen las extrañas miradas y los cuerpos que no pueden tocarse por miedo por extrañeza por temor. Prevalece la distancia entre los amigos la palabra no dicha el gesto guardado los silencios en medio de la ebriedad Prevalece que haya los otros y lo otro la “otredad” el más allá de mí y el más allá de ti la extrañeza de lo que nunca puede alcanzarse Prevalece este raro plenilunio Junio, 1991
#hanniossott atlanteanpoets#hanniossott#atlanteanpoets#venezuelanpoetry#venezuelanpoetryintranslation
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Miyó Vestrini (1938-1991)
Miyó Vestrini (Marie José Fauvelles Ripert, France, 1938-Venezuela, 1991)
VALIENTE CIUDADANO
A María Inmaculada Barrios
Morid con el pensamiento
cada mañana y ya no
temeréis morir.
(Tratado Hagakuse)
Dame, señor,
una muerte que enfurezca.
Una muerte tan ofensiva
como a los que ofendí.
Una muerte que soporte lalluvia
de Santiago de Compostela,
y de paso,
mate a los que meofendieron.
Dame, señor,
esa muerte de laintemperie
que sorprende ytranquiliza.
Haz que esté largandomocos y lágrimas,
suplicando piedad
y deseando muerte ajena.
Haz, señor,
que aquel hombre con pielinédita
reconozca en mí al animalde los olivares.
Que su cuerpo pese sobreel mío
y haga dulce
la entrada al fuego.
Te prometo haberlo vistotodo.
La misma culpa con la quenací,
el mismo furor.
Haz, señor,
que esté escuchando aVinicio de Moraes
y a María Betania
y prometiendo que mañana,
lunes,
me inscribiré en un cursopara aprender brasileño.
Que venga la muerte
cuando descubras en mí
alguna oculta intención depoder
y cuando sepas,
por tus informantes,
de mis maniobras parapasar la historia.
Cuando te digan, señor,
que he agotado todos losrecursos de la fatiga
sin pedir clemencia,
entonces, señor,
dame duro.
Haz que este golpe quetengo en la frente
por abrir puertas acabezazos
se ponga
rojo,
latiente,
doloroso.
Supongamos, señor,
que eres el bing-bang.
Que ningún territorioescapa a tu vigilancia.
Que los hots-dogs son temade tu predilección.
Que tu deseo de mí esparte obscena
de tu personalidad.
Entonces, señor,
examina mi estómagoabultado
por los espaguetis dePortofino
por las favadas delGuernica
por los pasteles decoliflor de mi madre
por los largos tragos decerveza y ron.
Espía, señor, los rostrosde mi espejo en el espejo,
yo, la pusilánimeastuciosa
la del dedo en el aire
abanicando a la aburridaconcurrencia.
Podrías venir al cine,señor.
Veríamos Brazil,
La vaquilla,
Un día de campo,
El cartero y Gatsby.
Me escucharías
sacudida por la risa
y el temor.
Permíteme, señor,
contemplarme cómo soy:
el rifle en la mano
la granada en la boca
destripando a la gente queamo.
Acuéstate conmigo en lamadrugada, señor,
cuando mi respiración esun golpe de piedras
en la corriente del río.
Y verás como nada,
ni siquiera la leche detus cantares,
puede darme una muerte queme enfurezca.
TESTAMENTO Te preguntan,/¿a quién dejarás tus cosas cuando mueras?/Entonces miré mi casa/ y sus objetos./no había nada que repartir,/salvo mi olor a rancio./Y la rata./Ésa que permaneció hostil y silenciosa,/esperando que ocurriera./ Inútil darle de comer/y suavizar su cama con jabón azul./La esperé cada noche,/ansiosa de ver cómo sus largos bigotes/dejarán de esconder los dientes puntiagudos y depredadores./Allí estuvo,/mirada astuta/y silencio de esfinge,/esperando que mi sangre corriera./Vana espera./La muerte llegó de adentro/por primera vez, calmada y definitiva./Escribí en la pared su nombre,/para que el último golpe de sol,/a eso de las diez de la mañana,/ pusiera sombra en mi testamento:/“La rata no permitió que viera la primavera”./ Después de muerta/hice la lista./Una cena en el mejor restaurante/para Ángeles y Carlos./ Mis libros, mis inéditos guiones para José Ignacio./Mis sueños para Ibsen./Mi tarjeta Abra para Ybis./Mi carro para Alberto./Mi cama matrimonial para Mario./Mi memoria para Salvador./Mi soledad para la Negra./Mis discos de Ismael Rivera para la Negra./Mis poemas titulados “Granada en la boca” para la Negra./Mi dolor de adolescente y madre, para Pedro./Mis cenizas, para Ernesto./ Mi risa para Marina./La noche anterior,/le había dicho a Ángeles y a Carlos,/si no puedo dormir,/escogeré la muerte./El pernil de cordero estaba tan sabroso/que no me hicieron mucho caso./Recuerdo que en una esquina de Chacao,/ella me abrazó y le dije,/el próximo viernes los invito yo./Su cabello corto/ y su felicidad por habérselo cortado,/me hizo entender que no era yo la apaciguada madre de Carlos./Apoyé mi mejilla sobre su hombro./Fue algo de segundos,/pero sentí que con la tijera sobre su melena,/algo se había ido./ Algo que no llevaba su nombre,/rondaba ahora las noches de insomnios y alcohol/ en el barrio de la familia./Morirse deliberadamente,/requiere de tiempo y paciencia./Evocas la muerte gratuita de un hijo,/cosa que a ti nunca te sucedió./La pérdida de objetos/y el silencio de una casa devastada,/ tampoco te sucedió./El dedo feroz de un enemigo señalándote/como un ser despiadado./Pasa pero no es mortal./Dos partos,/diez abortos/y ningún orgasmo./Una buena razón./El silencio de tu compañero cuando le preguntas,/ ¿por qué ya no me quieres?/¿Qué hice?/¿En qué fallé?/Y luego el recorrido por aquellos espacios silenciosos/y vacíos,/con tu presencia encorvada,/torpe./Constatas que no hay jabón para lavar/ni favor para planchar/y a lo mejor/esas naranjas están podridas/Entonces recuerdas/una terraza a las siete de la mañana,/sobre el mar,/y alguien diciéndote,/le tengo miedo a las alturas/pero te amo./Y luego,/el regreso a la ciudad/y la mazacumba de un hombre desnudo y alegre./Piensas de nuevo en lo deliberado./No es azar./No es venganza./Es tu mano/ de palma sudada,/ tocando su muslo./Remontando un poco más/y recordando el desasosiego de tu compañero,/ por la penumbra maloliente/de tu placer./Siempre hay un antes/antes de morir./Antes,/quiero comerme unos tortellinis a la crema./O tomarme un trago de Tanqueray./O que me abracen con manos fuertes./ O, como dice, Caupolicán,/que me pongan en presencia de Maiquetía,/la ciudad más hermosa de este país./La deliberación entorpece la muerte./ Nadie,/ que yo conozca/ha deliberado sobre su desaparición.
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Víctor Valera Mora (1935-1984)
Víctor Valera Mora, El Chino
(Valera, September 27, 1935 - Caracas, April 29, 1984)
AMANECÍ DE BALA
Amanecí de bala
amanecí bien magníficamente bien todo arisco
hoy no cambio un segundo de mi vida por una bandera roja
mi vida toda la cambiaría por la cabellera de esa mujer
alta y rubia cuando vaya a la Facultad de Farmacia se lo diré
seguro que se lo diré asunto mío amanecer así
esta mañana cuando abrí las puertas con la primera ráfaga
alborotando tumbando todo entraron a mis pulmones
los otros poetas de la Pandilla de Lautréamont
grandes señores tolerados a duras penas por sus mujeres
al más frenético le pregunto por su libro vagancia city
como me gusta complicar a mis amigos los vivo nombrando
el diablo no me llevará a mí solo
ella antiguamente se llamaba Frida y estaba residenciada en Baviera
en una casa de grandes rocas levantadas por su amante vikingo
sus locuras en el mar de los sargazos
hay sol hasta la madrugada y creo que jamás moriré
sin embargo deseo que este día me sobreviva
soy desmesurado o excesivo y no doy consejos a nadie
pero hoy veo más claro que nunca y quiero que los demás participen
hermoso día me enalteces desenfrenada alegría
no tengo comercio con la muerte no le temo
llevo en la sangre la vida de cada día soy de este mundo
bueno como un niño implacable como un niño
guardo una fidelidad de hierro a los sueños de mi infancia
en este punto soy socrático él y yo elevamos volantines
restituimos la edad de oro el “qué habrá” al final del arco suspendido
ahora mismo se está mudando un río
hoy una morena de belleza agresiva me dijo pero si estás lindo
entonces yo le dije acaso no sucede cada dos mil años pierdo el hilo
día de advenimiento de locos combates de amor a altas temperaturas
desnudos nos hundimos en las agua del mismo río NUESTRO OFICIO Por este empecinamiento del corazón en hacerse horizonte por completo: nosotros, que hemos participado en los grandes acontecimientos históricos, que hemos ayudado en lo construido aún con un poco de tristeza, digamos, casi mucha. Guardamos toda nuestra radiante alegría para lo que construiremos cuando el pueblo llegue. Podemos caer abatidos por las balas más crueles y siempre tenemos sucesor: el niño que estremece las hambres consteladas agitando feroz su primer verso. O el otro, el de la disyuntiva, que no sabe si hacerse flechero de nubes o escudero del viento. Jamás la canción tuvo punto final. Siempre deja una brecha, una rendija, algo así, como un hilito que sale, donde el poema venidero pueda ir halando, ir halando, ir halando, halando hasta el mañana. Nosotros los poetas del pueblo, cantamos por mil años y más...
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