natibidinost
Nati Bidi
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natibidinost · 9 years ago
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No tan distintos
No hay tanta gente como esperábamos, pero la cantidad de espectadores es decente. Estamos paradas en el medio del recinto, mirando al escenario esperando a que salga la banda a tocar. Homenaje a Sumo, finalmente salen:  6 señores mayores, entre ellos Pettinato vestido con un mameluco verde y una peluca blanca con moños rojos, fiel a su estilo.
Hay una mezcla de gente interesante, otros señores grandes que desempolvaron sus camperas de cuero de los 80´s y vinieron esperando revivir algún recital en un sótano del Abasto. Algunos pibes que nunca pudieron ver vivo a Luca Prodan con sus camperas de moda infladas y de pluma. Hay también chicas que no entienden nada pero que fueron para quedar bien con el flaco que les gusta. Algunos admiramos en silencio las versiones retocadas de los temas del tano, otros tienen su ritual de salir a saltar y hacer pogo después de haberse fumado un par de porros. A mi dejame tranquila moviendo la piernita al ritmo de la bata.
La mezcla de olores es igual de interesante, birra, porro, body splash comprados en free shops, la transpiración de los muchachos que saltan, naftalina de las camperas de jean gastadas con parches de la banda. Forma parte del encanto del recital.
Entre medio del humo, las luces y flashes, los veo. Desde atrás él la abraza por la cintura. Los dos se mecen al compás de El Reggae de Paz y Amor. Estratégicamente ella corre su pelo hacia un costado, dejando su cuello blanco libre para que él pueda besarlo. Los hombres son básicos en cuanto a temas carnales, ven un cuello y van directo a morderlo. Minutos después, él la hace dar una vueltita y la besa. Ahora bailan mientras chapan fuerte. Los pierdo de vista y vuelvo a concentrarme en Gillespi y su trompeta.
Empiezan a sonar los acordes de Fuck You, la hinchada se enloquece, todos corren al pie del escenario saltando. Entremedio de los fanáticos desaforados los veo a ellos saltando con cara de amor total. Empujones violentos, botellas rotas y ellos besándose a morir.
Se cierra el telón y el público empieza a vaciar el lugar. Un grito de atrás de la tela negra “no se vayan!” Perdón muchachos, es que nadie creía que pudieran hacer una segunda ronda, el más joven tiene 60 años. Vuelven para cerrar con un clásico, pero la parejita se lo pierde, estoy segura que ya están en el auto camino al telo más cercano.
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natibidinost · 9 years ago
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Ella pide granizado
Hace unos años acompañé a mi mamá a renovar un seguro de vida. Ella es contadora y muy puntillosa con los papeles. Siempre se preocupó por dejar todo ordenado en caso de que pase alguna tragedia. Capaz tomó conciencia cuando murió mi viejo y nosotros éramos chiquitos, o puede que tuviera ese tema en la cabeza desde antes, solo que yo no me daba cuenta.
Como ella trabajaba en Wilde y la oficina del seguro estaba en Quilmes, cerca de mi escuela, quedamos en encontrarnos a la salida, 16.30 más o menos y después del trámite, ir a tomar un helado.
Pocas veces nos veíamos para merendar, o porque ella llegaba tarde de la oficina o porque yo me iba con mis amigos a la plaza o a entrenar.
A diferencia de mis amigas, yo no peleaba con mi vieja, o pocas veces lo hicimos, y nada que dure más de 2 o 3 horas. Era bastante razonable conmigo. Nunca hubo un “no, porque no” me explicaba y yo entendía. “Me parece que todavía sos chica para ir a bailar”, “No me gusta la familia de esa chica para que te quedes a dormir”,
Toda la vida tuvimos el mismo código con mamá, llegábamos a un acuerdo para todo.
Lo que teníamos que hacer en el seguro era un cambio de beneficiario, que hasta ese momento había sido mi tía Alicia. Ella había muerto hacía poco, yo tenía 16 años. Mi tía era lo más parecido al personaje de Fran Fine (pero la versión original, no la de Florencia Peña que detesto), colorida, graciosa, un aparato. Una petisa que no se bajaba de sus taquitos ni loca. Morocha - de muy chiquita, yo le decía tía chocolate- tenía los dientes apenas separados y se le marcaban los hoyuelos cuando se reía. Era dos años más grande que mi vieja, así que ella no conocía la vida sin su hermana. Fue de repente, nos agarró mal parados a todos en la familia, su muerte nos movió la estantería. Era una mina sana y joven. Pionera de los “desayunos energéticos” que hoy en una cafetería tenes que vender un riñón para pagar, ella los preparaba; café con leche, cereales, jugo, tostadas, yogurt cuando íbamos a dormir a su casa. Alicia tuvo un infarto, ahí descubrimos que por herencia de mi abuelo todos los de su lado de la familia, tenían problemas cardíacos. Un tema de arterias finitas o algo así.
En fin, para mi vieja, nunca hubo tiempo para la depresión, es como una especie de locomotora o topadora. Primero tiene que organizar todo, atravesar la situación  y una vez que pasó el huracán, sentarse, descansar, llorar y seguir. Así que la prioridad en ese momento era el trámite de cambio en el seguro de vida.
Llegamos a la oficina de la compañía. Nos atiende un hombre que tendría unos 45 años (más o menos como mi vieja en aquel momento). Ella le explica la situación: “murió la beneficiaria de mi póliza, necesitaría hacer un cambio”. El ejecutivo empieza sus preguntas de rigor para asignar a otra persona.
La ley dice que mi mamá y mi tía no eran hermanas sino primas, porque mi abuela biológica -Lydia- murió hace mucho, unos 50 años ahora, mi mamá era una nena, y la adoptó su tía -Irma-, que tenía una hija (Alicia, claro).
Entonces, al preguntar el señor a quien dejaría como beneficiario, la respuesta fue “al marido de mi prima”. “Señora eso no puede”.
-    ¿Su marido?
Mi madre que es una genia al momento de generar clima, cabizbaja y solemne dice:
-    Falleció
  El señor pone cara de circunstancia del tipo “uh... lo lamento tanto”. Me mira a mí buscando empatía, pero yo era adolescente, no generaba buena onda solo por ser cortés, ahora tampoco.
-       ¿Sus padres?
-       Fallecieron.
Ahora el rostro es más de entendimiento, no es tan raro que mueran los padres de alguien de 45 años.
-       ¿Hijos?
-       Son los dos menores – mi vieja señala con una mirada de reojo para que el ejecutivo vea a la amargada niña con uniforme colegio todavía.
Las cejas del hombre se elevaron y la frente se arrugó, si hubiera podido leer su mente seguro diría “apa, viuda, sin padres y con pibes chicos ¡que bajón!”
-    ¿Hermanos?
Elevó los hombros, respiró profundo y largando el aire, respondió:
-    No tengo.
El ejecutivo hizo una torsión rara con el cuello, desajusto la corbata, abrió más los ojos. Frunció un poco la nariz, gesto que decía a gritos “Estos chicos no tienen abuelos, padre, tíos. Esta señora está totalmente sola”.
Minutos de silencio incómodo en ese box de durloc, en el que el ejecutivo nos esquivó la mirada un ratito. Tipeaba, no sé qué en la computadora, pero me gusta pensar que tildó un par más de “no” en su sistemita para no tener que seguir preguntando. Nos pidió que no estemos mal que él iba a encontrar la forma de que mi vieja pudiera nombrar a alguien con un parentesco tan lejano, que entendía que esto era un caso especial y que lo iba a solucionar, como si pudiera revivirnos a alguien.
Lo veo a la distancia y me da lástima no haberle sonreído alguna vez, como para demostrarle que nuestra vida no era taaaan así. Pero, si algo aprendí es que hay cosas que se consiguen a cara de perro, y otras a cara de perrito mojado.
Vimos mutar la cara de ese hombre, lo que arrancó con un señor con sonrisita comercial superando su tope de ventas y llevándose el bono, terminó en una cara de desolación, de miserable total, una corbata corrida y los pelos que le quedaban en su lugar, todos parados.
Hay un momento claro en la vida de los hombres, la transición entre tener pelo y quedarse totalmente pelado, esos poquitos pelos que quedan son los que delatan el ánimo de la persona: Si está enojado, ansioso o nervioso esa pobre cabellera se crispa un poquito. En esa etapa de la vida estaba nuestro nuevo héroe. Y así estaban sus pelos.
Le agradecimos por su tiempo, él quedó en contactarnos, nos dimos la mano, muy formal todo.
Salimos seguras de que el señor se fue corriendo al baño a lavarse la cara, arreglarse de nuevo y después a defender nuestra causa.
Cruzamos la calle, y camino al auto, empezamos a reírnos fuerte, con ruido. No podíamos más. La realidad era muy lejana a lo que el formulario decía. Si mi vieja es viuda, tuvimos algunas bajas importantes en el camino, pero tenemos una familia enorme aunque no figure en los papeles.
Fuimos al Polo, que tiene el mejor dulce de leche en la vida y nos pedimos un cucurucho cada una. Ella se pide granizado, a pesar de los 54 sabores que se crearon desde que ella tenía 10 años y solo había granizado.
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natibidinost · 9 years ago
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Playlist del 95
Basket Case de Green Day seguido de Abriendo Puertas de Gloria Estefan. Playlist del 95’ en Spotify. Gran listado. Fue un gran año también. Tenia 9. Hacía un año que usaba anteojos, la novedad había pasado, los chicos en la escuela ya no se burlaban. La verdad es que nunca me molestaron las burlas de mis compañeros. El primero en hacerme chistes sobre los lentes fue mi viejo. Desde el primer día que me los puse. Se tomaba el laburo de mandarme a comprar - la recién lanzada al mercado- Quattro Pomelo, solo para armar un juego de palabras que terminara con cuatro-ojos o cuatrochi. Después todo ese despliegue, que otro chiste podía molestarme?  
En febrero de ese año nos fuimos de vacaciones a Uruguay en el Renault 12 blanco. Tenía el tapizado de cuero. Si usaba bermudas o pollera en el auto, con el calor se me pegaban los muslos al asiento.
Mamá, que por aquel entonces usaba una permanente rabiosa en el pelo oscuro, puso los bolsos en el piso de la parte de atrás del auto y los cubrió con almohadas y sábanas para que nos quede una especie de cama. Teníamos un termo horrible color marrón, pero era enorme así que podíamos tomar varios mate cocidos durante el viaje.
Danielito tenía 4 y se la pasaba bailando “el baile del pterodáctilo” que pasaban en Cartoon Network. Todavía era un enano flacucho de movimientos eléctricos. Los años, el laburo, el estudio, las cervezas y los panchos de El Charro le sacaron panza y redondearon la cara. No importa si pesa 80 kilos y tiene barba, todos le seguimos diciendo Danielito. Para viajar él se eligió un par de autitos, yo mi View Master y un libro de cuentos. Siempre fui bastante ñoña.
No éramos de los que paraban en la ruta. Bajábamos, íbamos al baño y de vuelta al camino. No me acuerdo cuantas horas nos llevó llegar, pero tengo grabado en la retina que era de noche y se largó a llover muy fuerte, hacia rato que ya habíamos pasado el último control policial. Mi viejo tenía una parálisis facial en aquel momento. Un ojo lo tenia muy débil y no paraba de llorarle. Mi mamá le secaba las lágrimas para que él pudiera manejar en medio de la tormenta, el camino no tenía ni una luz. “Chicos porque no duermen así mañana aprovechan el día?” Necesitaban calma en el auto. Yo me había dado cuenta que ellos tambien tenian miedo así que me quedé callada, pero no pude dormir.
En la Playlist ahora Gangsta’s Paradise de Coolio, tema de Mentes Peligrosas, donde la escuché por primera vez. Esa película que vi de chica y me fascinó. Lucha de clases, el desinterés por la educación, un flash. Cuando llegamos a Uruguay el tema que se me pegó era Voyage, voyage. Tarareaba cualquier cosa y me parecía genial. Ahora también hago sonidos imposibles porque no se frances, pero se de que se trata por lo menos.
En Uruguay fue la primera vez que fuimos a un hotel bien y la primera vez que salí del país. Todas las vacaciones anteriores eran escapadas a  Córdoba a una casa que alquilamos en medio de la sierra o a la casa de mis abuelos en Santa Teresita.
Llegamos al hotel, en Colonia Suiza. De afuera ya se veía muy coqueto y prolijo. Entramos a las habitaciones, en las almohadas había chocolates. Con eso ya se ganó mi corazón. Pero la verdadera sorpresa fue: Heladera cerca de la cama!! Mamá no nos dejó sacar nada porque era caro, pero papá que era bien chiquilin, sacó un chocolate a escondidas para nosotros.
El primer desayuno fue increíble. Bajar de los cuartos y ver un comedor gigante con bandejas y bandejas de cosas que no tenían nada que ver hasta ese momento: Huevo revuelto, fiambres, quesos, medialunas, jugos, café, gaseosas, medialunas y frutas. Y podías agarrar todo lo que quisieras! “Se llama desayuno continental, podes agarrar lo que quieras, pero cuidado que no te duela la panza después”
El hotel tenia pileta con trampolín, canchas de tenis, mesas de ping pong. Podíamos andar en bici. Habremos ido 5 días, pero para mi el tiempo se detuvo en esa pileta. Yo no me tiraba del trampolín porque me daba miedo, pero Dani saltaba de palito, de bomba, de cabeza, salía y volvia a tirarse.  
Un dia en el parque vimos una viborita. Estaba comiendose una rana. Todos los chicos del hotel la rodeamos y la mirábamos fascinados. Era la primera vez que veía una en vivo! Tenía las patas de la rana afuera de la boca y estaba haciendo un esfuerzo por tragarla. El animal se sintió intimidado, escupió a la rana y se puso en lo que me pareció “posición de ataque”. No tengo idea qué raza era, pero debería medir 15 cm. Yo ya pesaba más de 45 kilos, desde chica que soy robusta, ok gordis, aún así me dio miedo que me comiera y salí corriendo a decirle a mamá para que lo fuera a buscar a mi hermano y lo sacara del peligro.
Mientras, escucho Back for Good que dio el inicio a mi amor por Robbie Williams, que al día de hoy mantengo. Me encanta porque está bien destruido. Ya tengo unos cuantos años más y se que los reventaditos son divertidos por un rato pero después son tóxicos. Las vacaciones tienen un poco de reventadas. Cortas con lo que es normal en tu vida, te levantas tarde, desayunas omelettes, pero llega un punto que necesitas volver a dormir en tu cama, desayunar un café rápido y salir corriendo que llegas a tarde a algún lugar.
A la vuelta mis viejos decidieron que no iban a volver a pasar un mal viaje en auto, y que lo mejor era un Ferri. Bueno si querían volar mi cerebro estas vacaciones, lo habían logrado, subir un auto a un barco cosa de locos. También era mi primer viaje en barco posta, no los del Italpark que navegaban en una calesita de agua estancada llena de mosquitos. Yo estaba muy entusiasmada recorriendo todo, mi vieja me tuvo que calmar, me mostró a mi papá en un rincón. El la estaba pasando pésimo, el movimiento del ferri lo mareaba mucho. Estaba serio sentado en una mesa sin poder pasar el cafe que habia comprado. En ese entonces no entendía de qué se trataba, el vértigo me vino con los años, las montañas rusa no me causan tanta gracia y ya un viaje en auto por camino de ripio me hace mal. 
De la vuelta no tengo más recuerdos que llegar a casa y abrir una de esas cajitas plásticas de chocolatitos Lindt y morir por los celestes que tienen avellanas.  Un gran año,una gran playlist.
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natibidinost · 9 years ago
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Odisea
El frío y el sueño me hacen llorar. No por angustia o porque me recuerde a alguien o algo más emotivo, llorar como una respuesta física ante la baja temperatura. Lloro, pero no una lagrimita, lloro un montón, todas las mañanas.
La gente me mira como si algo me hubiera pasado, me da verguenza pero no lo puedo evitar. Así que camino mirando el piso y trato de no llevarme puesta a ninguna de las viejas que baldean la vereda.
Cruzo la calle y una copada en bicicleta decide que ella sí puede cruzar aunque esté en rojo, porque así lo dicta su mandato ecologista o porque es una tarada que no entendió lo más simple del mundo: verde cruzas, rojo paras. Casi me atropella, la esquivé y entre dientes tiré un “el semáforo, genia de la vida” cuando la miré en detalle, tenía auriculares puestos así que no me escuchó. Me frustré un poco, pero seguí. Es re temprano para pelear, y a mi me lloran los ojos encima.
Pasa un auto y las palomas que estaban en la calle se corren automáticamente. Flasheo un informe de la Universidad de Wisconsin que diga que mueren más humanos por dia atropellados que palomas en la Ciudad de Buenos Aires, amo esos informes que no conducen a nada.  Recién hice una cuadra de casa al subte, que frío que hace por dios y que sueño que tengo.
Llego a la plaza, y por supuesto más palomas. Ahora en una escena más tétrica. Algún vecino perverso les dio de comer un pollo crudo. Las palomas, ahora caníbales, lo picotean chochas, porque seguro ellas también tienen frío y un pollito nunca viene mal. El olor a pollo crudo entró en mi sistema, y si no sentía asco todavía, ver a esos animalitos perforando carne, lo consiguió. Las aves me caen mal. Pueden ser tan celestiales, suaves con sus plumitas que brillan tornasoladas y de golpe estan desgarrando carne con las garras flacas y afiladas.
Por fin en el subte. Estar debajo de la superficie y con el calor humano, por más desagradable que suene, alivia el frio. Puedo sacarme el gorrito, la bufanda y la campera. De a poco dejan de salir lágrimas de mis ojos. El calor me recuerda que el gato hoy no se levantó conmigo, se quedó en la cama, hundido en el plumón naranja. Desde abajo del entrepiso solo vi sus orejitas puntiagudas asomarse entre una montaña de acolchados, mantas y almohadones. Me dan ganas de volver a casa, borrar de mi cabeza la secuencia de caminar por la calle, la bicicleta, la carne de pollo podrida, las palomas, sacarme la ropa y meterme en la cama con ese gato gordo. Siempre me ganó lo ñoña, así que sigo camino al trabajo.
En la linea D que es donde más o menos puedo respirar y viajar sentada, hay una señora maquillandose con el tren en movimiento. Tenía los ojos muy saltones, y se pasaba sombra sin escatimar en polvillo. Casi no tenía arrugas, me acordé de las “líneas de expresión” que tengo al costado de la boca. Mi vieja le dice “cara de perrito” porque después -dentro de unos años más- caen los cachetes y pareces un cocker. Antes no las tenía y pasó un tiempo largo entre que las vi por primera vez y me di cuenta que posta, eran arrugas. El tema cremas y maquillaje me pegó tarde. Recién ahora estoy usando antiage, base y contorno de ojos. No se si las ojeras se marcaron más ahora o si antes no me preocupaba que la gente pensara que era una pendejita reventada que salía todos los días y ahora se que son ojeras de la edad. De todas formas, nunca voy a llegar al punto de maquillarme en un subte, me tiembla mucho el pulso, me da pánico que alguien me choque y termine con un cepillito de rimmel adentro del ojo. Que horror morir por la hemorragia con el cosito ese clavado. Es una muerte re mala onda. Muchas veces pienso que forma de morir es digna. Uno se muere y ya, más dolor o menos dolor pero el resultado es el mismo. Ahora, el que se queda y tiene que contar en el laburo como se le murió un ser querido, ese la pasa mal. Yo no quisiera dejar el bajón de tener que decir “mi hermana murió pintándose en el subte”. Eso quizás me limite un poco a la hora de hacer ciertas actividades, morir limpiando una ventana muy alta por ejemplo. Perdón pero si esta tan alta como para que me desnuque, no me afecta que junte mugre, que se queden las arañitas haciendo telas, ellas siguen con vida y lo más importante, yo tambien. Ahora si me muero escalando, navegando un rapido, es otra cosa, tiene otro peso, casi heróico. A nadie le daria verguenza decirlo, a nadie le daría gracia escucharlo. De todas formas, no me voy a morir escalando ni navegando porque no hago actividad fisica. En la escuela habia equitación y estuve 4 meses sin montar hasta que el profesor me convenció de subir a un petiso (caballo más chico) y dar una vueltita, así que no, no voy a tener una muerte al aire libre. Es muy probable que muera atropellada porque no tengo ni el reflejo de las palomas, no es heroica pero tampoco quedaría tan boluda como maquillandome o limpiando una ventana.
Mirando a la nada me doy cuenta que ya llegamos a la estación Palermo, se terminó el tiempo del blanco mental, salgo rápido justo antes que se me cierre la puerta en la cara.
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natibidinost · 9 years ago
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Con los ojos turbios, miraba sus nudillos viejos, gastados de tanto golpear puertas en vano.
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natibidinost · 9 years ago
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Flaco y huesudo. En bermudas y descalzo. Hiperactivo, como con una dosis extra de ginseng.
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natibidinost · 9 years ago
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Poder hacer sudar a una mujer así a esta edad… ese sería un verdadero homenaje.
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