"Amor al más fuerte".Me gusta el SuguSato, el NanaGo, el SukuGo, el NanaHiro y el SukuToji, así que puedo llegar a subir de todo un poco.También puedo llegar a escribir para el fandom de Haikyuu!! Y de Kpop Demon Hunters (male OC y shipps del canon).Sólo un nahual traumatizado al que le gusta escribir en lugar de enfrentar sus problemas.Él/He/Him - AroAce.
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XX - Mami Satoru
Parte 2: https://www.tumblr.com/myoneand1/790255762898288640/xix-megumi?source=share
¿Megumi era el más hablador? No.
Pero al menos ahora comunicaba las cosas básicas.
¿Estaba aburrido? Lo decía.
¿Tenía hambre? Lo decía.
¿Quería un abrazo? Eso no lo decía, pero le tendía los brazos a Satoru.
¡Comunicación familiar!
Incluso comenzó a pedirle cosas a Suguru.
Que lo ayudará con la corbata de su uniforme, que le ayudará a peinarse, también le pedía ayuda con las cosas que no lograba alcanzar.
Pero también había veces que, sin quererlo, Megumi se aislaba en su habitación.
No salía por horas, como si no estuviera, como si quisiera desaparecer de todo, como si no existiera nadie más en esa casa.
Ni siquiera él mismo.
Pero esperaban que la terapía le ayudará de a poco.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Satoru observaba fijamente a Megumi mientras este hacia la tarea que su terapeuta le había encargado.
Estaba rodeado de hojas de papel, crayones, marcadores y un tazón enorme de galletas que Satoru había horneado para él.
Suguru se sentó a su lado, limpiando con suavidad la harina que seguía pegada en la mejilla de Satoru.
—¿Cómo van?
Su omega asintió, recargando su cabeza en el hombro de Suguru.
—Va bien, tenía que escribir algunas cosas, no me dejo leer, pero esta bien, ya la terminó. Ahora debe de hacer un dibujo de algo que lo haga feliz.
El beta asintió, observando como Megumi fruncía el ceño y sacaba un poco su lengua, coloreando con cuidado.
—Satoru.
—¿Si?
—Me salí de la raya.
El albino sonrió un poco, arrodillandose a su lado.
—¿Puedo ver?
Megumi asintió con cuidado, antes de que Satoru lo ayudará a borrar la crayola.
No porque el niño no pudiera hacerlo solo, sino porque ya llevaba dos 'intentos' de dibujo y cuando se salía de la raya, se desesperaba tanto borrando que rompió las hojas.
—¿Es una casa? —Satoru preguntó con cariño, terminando de borrar.
Megumi no respondió de inmediato, se dedico a buscar el color perfecto entre las crayolas antes de comenzar a colorear unos cuantos árboles.
—Sí —dijo al fin— es la casa donde vivimos.
Su voz era apenas audible, pero después de eso, comenzó a dibujar unos pequeños monitos de palo.
Uno muy largo, con gafas oscuras, otro con el cabello más largo de lo que verdaderamente era y uno más pequeño, con un perro.
—Es una caricatura —aclaró— ¿Puedo tener un perro?
Satoru sonrió, girando su cabeza para ver a Suguru, quién tampoco sabía que responder.
—Podríamos ir a un refugio —dijo con suavidad— pero debes entender que un perro es mucha responsabilidad.
—¡Yo lo bañaré! —dijo Megumi con rápidez— ¡Le daré de comer! ¡Hasta puedo trabajar para comprar su comida!
—No vas a trabajar —dijo Suguru con suavidad.
—Pero... ¿Cómo compraré la comida para Mochi?
—¿Quién es Mochi?
—Él —dijo, señalando el dibujo del perro— así se va a llamar.
Satoru sonrió, extendiendo la mano con suavidad para acariciar su cabello con suavidad.
—Lo pensaremos, ¿De acuerdo? Lo prometo.
Megumi asintió, sonriendo un poquito antes de volver a dibujar, detallando más el dibujo del mono largo.
—Este eres tu.
Satoru sonrió.
—¡Me veo súper guapo en caricatura! —dijo con una sonrisa, sentandose al lado de Megumi— Suguru también se ve bien, supongo, ¡Pero yo me veo mejor!
Megumi bajó la mirada, con las mejillas rojas, avergonzado.
Sin embargo, no se retiró cuando Satoru lo volvió a abrazar.
Cuando el pequeño terminó el dibujo, Suguru se agachó a su lado, acariciando con cudiado su cabello.
—Ya es un poco tarde —le dijo con suavidad— ¿Qué tal un baño y luego a la cama?
Megumi frunció los labios, antes de girar la cabeza hacia Satoru, buscando una señal.
Gojo le sonrió, terminando de guardar los crayones y comenzando a guardar los lapices.
—Hoy fuimos al parque y corriste mucho, deberías tomar un baño para dormir mejor, corazón.
El pequeño soltó un suspiró pesado, guardando su dibujo antes de asentir.
—De acuerdo.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Satoru era cálido.
Sus abrazos de oso le quitaban el frío, sus besos en su frente le relajaban, sus palabras lo debajan sin miedo.
Sus canciónes no eran las mejores, pero lo intentaba mucho.
Megumi salió de su cuarto, bajando las escaleras para buscar a Satoru, quién estaba en la cocina, bostezando y meneando un sárten donde cocinaba lo que olía como un huevo revuelto.
—Buenos días, Megumi —dijo Satoru con una sonrisa— Suguru tuvo que salir a trabajar hoy, así que haré el desayuno yo, luego, podemos pedir algo de comida a domicilio, pero no le digas eso a Suguru.
Megumi sonrió un poquito, subiendo a la silla y recargando su cabeza en la mesa.
—¿Qué vamos a desayunar?
—Pensé en hacer un ommelet, pero no me salió, así que comeremos huevo revuelto. Esta rico. Lo prometo.
Satoru sonrió, estirandose en su lugar y bostezando profundamente.
Megumi levantó la botella de jugo, sosteniendo uno de los vasos de la mesa, tratando de servirse un poco.
Sin embargo, la botella se le resbalo de las manos, haciendo que Megumi entrará un poco en pánico, tratando de agarrar el vaso, pero solo lo terminó tirando al suelo.
Satoru giró la cabeza hacia él, apagando la estufa antes de correr hacia él, ocasionando que Megumi se agachará sobre si mismo.
—¡Lo siento!
—¡No vayas a pisar el suelo! —gritó Satoru, sosteniendo a Megumi como pudo para evitar que sus piecitos descalzos pisaran el vidrio roto esparsido por todos lados.
Megumi tembló en su agarré, escondiendo su carita en sus manos.
—Ey, ey, tranquilo —le susurró el omega con cuidado, sosteniendo más ligeramente al niño— lo lamento, ¿Te asusté?
—¿Me vas a pegar?
A Satoru se le rompió el corazón, negando con la cabeza y acariciando con cuidado su cabello.
—No, corazón, claro que no, no estoy molesto, ¿Parezco molesto?
—Gritaste.
—Lo lamentó —Satoru caminó hacia la sala, dejando a Megumi en el sillón— me asusté un poco al ver todo el vidrio, no quería te lastimaras.
—Pero te lastimaste tú.
Satoru sonrió un poco, observando sus pantuflas, una de ellas sangraba un poco.
—Pero tu no —dijo con una sonrisa, apretando con cuidado la mejilla de Megumi— eso es lo que me importá.
—¿Por qué?
—Porque te amo —Satoru le respondió con suavidad, recargando su frente contra el cabello de Megumi— sé que... Que aún no estás listo, tal vez no me veas como nada más allá de tu tutor, pero yo te veo como mi niñito.
El albino lo abrazó un poco más fuerte.
—Y quiero que mi niñito esté sano, feliz, que crezca mucho y que cuando sea grande me venga a visitar porque no lo traume al regañarlo porque ocurrió un accidente.
Megumi levantó la cabeza cuando Satoru acunó su mejilla.
—Porque un accidente no te hace malo, Megumi.
El pequeño dudó, se removió, incomodo en el sillón, no se alejó, pero tampoco se quejó cuando Satoru regresó a la cocina, limpiando el desastre.
—¿Qué tal si desayunamos en el sillón? —Satoru propusó, llegando con la comida— Podemos ver alguna caricatura.
Satoru se sentó a su lado, dandole su plato y encendiendo la televisión, sonriendo al ver que pasaban un episodio de Digimón.
—Te va a encantar esto.
Megumi desayunó en silencio, observando la televisión y en unos cuantos segundos, ladeaba su cabeza hacia Satoru.
Cuando terminó el capítulo, Satoru regreso a la cocina con los platos, comenzando a lavarlos.
—¿Mami? ¿Puedo ir a jugar al patio de atrás?
Satoru se quedó congelado, parpadeando varias veces.
—¡S-sí! —dijo al fin, sus manos temblando con la esponja en ella y un plato en la otra— Solo no salgas a otro lado.
Megumi asintió, caminando con una pelota hacia el jardín.
El pequeño no repitió lo que dijo, solo salió a jugar, pero Satoru se quedó ahí, observandolo desde la ventana mientras mordía su labio para evitar llorar.
Sus lágrimas se agolparon en sus ojos sin permiso, su corazón dolía, su cuerpo completo temblaba.
No podía crecer lo que había escuchado.
—Soy mamá —susurró, agachando la cabeza y tratando de limpiar las lágrimas que caían por sus mejillas— soy su mamá...
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XIX - Megumi
Parte 1: https://www.tumblr.com/myoneand1/790077015743217664/xviii-adopci%C3%B3n-parte-1-de-4?source=share
Satoru sabía que no podía adoptar a todos los niños por más que quisiera hacerlo.
Eran demasiados y no podría darles la atención y amor que necesitaban. Y sería injusto para ellos.
Así que, ante eso, comenzó a donar una gran cantidad de dinero, semanal, al centro.
Manami estaba más que encantada, podrían mejorar todas las instalaciones en poco tiempo gracias a las donaciones de Satoru, tenían más variación en las comidas y se permitirían algunos lujos, como juguetes nuevos.
Para algunos de los niños, sería la primera vez que pudieran abrir el empaqué de uno.
Así que hizo lo posible por mover las influencias que tenía y junto al dinero que Satoru siguió aportando, los papeles de adopción para Megumi llegaron en orden y más rápido.
Las inspecciones en la casa de los Gojo fueron rápidas y bastantes satisfactorias, era el ambiente perfecto para un niño.
Y Manami enserio esperaba que Megumi pudiera encontrar una familia en ellos.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
—¿Guardaste todo? —Satoru preguntó con una sonrisa, sentandose en el catre al lado de Megumi, quién asintió con suavidad, señalando una bolsa de plástico negra.
Suguru frunció el ceño.
—¿Sólo tienes eso?
El pequeño asintió, soltando un suspiró, aún no hablaba mucho, en realidad, no había dicho palabra hacia ellos.
—Bueno —Satoru dijo, levantando la bolsa y poniendola en los brazos de Suguru, antes de levantar a Megumi en brazos— le podemos comprar más cosas, vida mía, no tienes que preocuparte.
Megumi agarró a Satoru del cuello de la camisa, aferrandose a él, sacandole una sonrisa más grande a Satoru.
—Podemos comprar muchos peluches.
Le comenzó a decir, caminando hacia el auto, aún con Megumi en brazos.
—Todos serán muy lindos, los puedo mandar a traer, aunque podemos regalar los que no te gusten, Megumi. No creo que todos sean particularmente lindos, tal vez te gusten solo pocos, ¿No crees?
Megumi se dejó caer en el asiento cuando Satoru le abrió la puerta, antes de asentir y levantar sus manitas, permitiendo que el omega le abrochara el cinturón.
—Sí, eso mismo pensé.
Satoru le sonrió, acariciando su cabello antes de cerrar la puerta y subir al asiento del copiloto.
—¡Por cierto! —Satoru dijo cuando Suguru comenzó a conducir, pasandole a Megumi las cosas que habíra traido— una lonchera, tiene comida, por si te da hambre en el camino, es largo y una cobija también, lo sé, sé que hace calor, pero por si refresca.
Megumi aceptó las cosas, sosteniendolas cerca de su pecho y con cuidado, una pequeña sonrisa se plantó en sus labios antes de cambiarlo a una mueca.
Pero Satoru y Suguru lo notaron.
El beta le sonrió a Satoru con suavidad, poniendo una mano en el volante y la otra extendiendola, colocandola con suavidad en el muslo de su pareja, acariciando un poco.
El omega acarició su mano antes de solta un suspiró y ver por el espejo como Megumi abría su lonchera y sacaba su cajita de jugo.
Un progreso.
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Megumi observaba la casa en silencio, sin poder creerlo.
La casa era enorme, con una gran parte de jardín delanterlo y trasero, por los árboles que lograban verse desde la cochera.
—¿Te gusta? —le preguntó Satoru con suavidad, extendiendo la mano hacia él.
Megumi asintió con suavidad, parpadeando, aún sin poder creer que viviría en un lugar tan grande.
—Bienvenido a casa, Megumi —Suguru le dijo con suavidad, abriendo la puerta para que ambos entrarán.
El pequeño no respondió al instante, pero tampoco se apartó cuando Satoru se agachó a su altura para ayudarle a quitarse los zapatos, sonriendo y palmeando sus pequeños hombros, antes de, con cuidado y con una ternura bastante relevante, Satoru le alisó con cuidado el cabello.
Megumi no se apartó, se quedó quieto, en silencio, antes de abrazar a Satoru cuando el omega lo volvió a levantar en brazos.
—¿Tienes hambre? —preguntó Satoru, en voz baja— hoy le toca a Suguru cocinar, ¡Hace una pasta deliciosa!
Megumi asintió con suavidad.
Suguru le sonrió a ambos, acariciando un momento la cintura de Satoru para entrar a la cocina.
Los vio desde la cocina, Satoru sentado en el sillón y Megumi en su regazo, escuchando con atención todo lo que Satoru le decía de como podrían decorar su habitación.
Satoru brillaba. Siempre lo había hecho, con tanta intensidad que a veces superaba al sol y agotaba al mundo, a veces le costaba creer que verdaderamente se hubiera casado con él.
Pero aquí estaban, formando una familia juntos.
Y Satoru parecía saber eso, porque brillaba más que nunca.
Aunque la primera semana fue como caminar en hielo roto.
Megumi seguía sin hablar, así que era algo díficil tener que decifrar que era lo que necesitaba todo el tiempo.
Pero se lograron adaptar.
Satoru quería abrazarlo todo el tiempo, Megumi no se resistía, en realidad, parecía ser de las pocas veces que estaba seguro de aceptar algo, claro, se terminaba por apartar, pero se quedaba casi un minuto enteró en sus brazos.
Con Suguru parecía más cauteloso, no porque Suguru fuera una mala persona o le gritará, simplemente no parecía estar muy cómodo en la presencia de betas, lo cual era... Con muchas personas.
Le preguntaron a Manami si se debía a algo y la omega les dijo que era simple, su padre biologíco era un beta, así que atribuía las cosas malas a los betas.
Suguru lo entendía y no quiso presionarlo, más cuando observaba a Megumi dormir con los ojos entreabiertos, abrazando un peluche con miedo y acurrucado casi como si quisiera desaparecer.
No pensaba presionarlo cuando Megumi estaba claramente pasando por una transición de un lugar seguro a un lugar que apenas comenzaba a conocer.
Y a ambos tampoco les paso desapercibido que Megumi despertará por la noche.
—¿Crees que funcione? —preguntó Satoru— ¿No lo estaremos presionando?
Suguru negó con suavidad.
—Solo... Necesitamos que él entienda que no esta solo.
El albino asintió, sentandose en el sillón para esperar el momento, Suguru se sentó a su lado, acariciando su brazo con suavidad.
Y no tardó en suceder.
Pequeños pasos, seguidos del ruido al abrir la puerta y finalmente, Megumi bajando por las escaleras, frotandose los ojos, quitandose las lagrimas de su carita.
El pequeño observó a los adultos, haciendo una mueca antes de entrar a la cocina.
—¿Todo bien, pequeño?
Megumi no dijo nada al inicio, se quedó dentro de la cocina, tratando de alcanzar un vaso de agua.
Al principio, no pidió ayuda, no dijo palabra, ni siquiera los volteó a ver .
Pero después de unos segundos, asomo su carita, buscando a Satoru con la mirada.
Satoru le sonrió, levantarse del sillón y acercandose.
—¿Quieres un poco de leche caliente?
El pequeño lo pensó un momento, antes de asentir.
Suguru se acercó a los pocos minutos, sonriendo para ambos y sentandose al lado de ambos.
—Hice un poco de pan al vapor en la tarde —el beta le dijo a Megumi— queda bien con leche caliente, ¿Quieres un poco?
Satoru, sin esperar respuesta de Megumi, comenzó a sacar el pan, sosteniendo uno para si mismo y sumerguiendolo con cuidado en su vaso de leche.
Suguru le sonrió a su esposo, imitando sus acciones.
Megumi los miró confundido, mordisquiando un poco su pan, sin decir palabra.
No lo presionaron, Megumi hablaría cuando tuviera la seguridad para hacerlo, su trabajo en ese momento, era decirle que podía confiar en ellos.
Que ellos no lo lastimarían.
Aún así, el niño no dijo nada, se quedó quieto, pero dejo que Suguru colocará una manta sobre sus hombros y Satoru rellenará su vaso de leche una vez más.
Megumi los miró, solo una pequeña mirada, de pocos segundos.
Antes de tomar otro trozo de pan y sumergirlo en la leche, imitando lo que hacian Suguru y Satoru.
Fue un gesto pequeño, seguramente no significaba nada y solamente tenía curiosidad.
Pero para ellos, fue otro progreso.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Las siguientes semanas, Megumi se comenzó a sentir mejor al rededor de ambos.
Era un día lluvioso, Satoru corría hacia la casa con un paraguas ya a medio despadazado por los vientos fuertes, no fue en auto porque 'había sido un día esplendido para caminar'.
Satoru abrió la puerta lo más rápido que pudo, entrando a la casa de un salto y empapando el piso.
—¡Estoy en casa!
Megumi, quién estaba en el sillón observando una caricatura, lo miró fijamente. una de sus cejas alzandose.
—Pareces un trapo mojado —dijo con suavidad, una sonrisa apareciendo en sus labios.
Satoru parpadeó, sorprendido.
Suguru, que preparaba el arroz, salió casi corriendo de la cocina.
—¿Dijiste algo, Megumi?
El niño regresó la vista hacia la televisión, como si quisiera evitar lo que dijo, acurrucandose sobre si mismo cuando Satoru se acercó.
—L-lo siento —susurró debilmente.
Pero Satoru, con el cabello y ropa aun goteando, abrazó a Megumi como si le hubiera dicho lo mejor del mundo.
—¡¿Escuchaste, Suguru?! ¡Me hablo! ¡Fue un insulto, pero lo hizo!
Megumi se quedó quieto en sus brazos, sin entender bien porque Satoru lo abrazaba, pero al final se acurrucó contra su hombro.
Suguru se acercó, abrazando a ambos y dandole un pequeño beso en la mejilla al pequeño.
—¡Aw, Megumi! —dijo con una gran sonrisa.
No eran las palabras que hubieran esperado escuchar, pero estaban felices de que al fin decidiera decir algo.
Incluso sí era para criticar a Satoru.
#suguru geto#satoru gojo#geto suguru#gojo satoru#sugusato#gego#sgst#夏五#suguru x satoru#fanfic en español#jujutsu kaisen#jjk#fushiguro megumi#parte 2
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"Campamento de verano" (SuguSato long one-shot)
Satoru no quería estar ahí.
Enserio, enserio, enserio no quería estar ahí.
Pero no importo lo mucho que se quejó o las semanas completas de la ley del hielo que le hizo a sus padres.
Ni siquiera cuando se negó a comer y se encerró en su habitación sin dar señal de vida.
También pensó en huir a casa de un amigo.
Estuvo a punto de lograrlo, cuando recordó que no tenía amigos para refugiarse en la casa de alguien.
Y cuando trató de irse a un hotel, los guardias de sus padres lo atraparon y lo metieron al auto.
"¡Ijichi!" gritó, pateando la parte trasera del asiento del chófer.
El hombre soltó un suave quejido, apretando tanto el volante que sus nudillos se hicieron blancos por unos segundos antes de mirar por el retrovisor.
"Gojo-san, por favor, deje de patear el auto. Hará que pierda el control".
Satoru rodó los ojos, se detuvo por unos segundos, dándole a Ijichi un pequeño indicio de alivió antes de volver a patear el asiento.
"¡No me lleves a ese lugar! Da la vuelta y regrésame a mi casa".
"No puedo hacer eso" Ijichi le recordó, cerrando los ojos unos segundos cuando un nuevo golpe llegó.
Pero no se podía detener, ¡Los señores Gojo lo despedirían si lo hacía!
Así que siguió manejando lo mejor que pudo, recibiendo patadas en su asiento cada pocos segundos.
Satoru se rindió por un momento, tal vez era lo mejor. Sus padres debían de estar enviándolo a un campamento de verano cómodo.
Hasta que vio que Ijichi se desviaba de la carretera, en dirección al bosque.
"¡Ijichi!" gritó, pateando el asiento con más fuerza "¡¿Mis padres quieren que un oso me mate o qué?!"
El adulto soltó un quejido, pero no dejo de conducir.
"¡Hay que escapar, Ijichi!" Satoru gritó, tratando de tomar el volante cuando el auto se detuvo "¡vámonos! ¡Mis padres me quieren matar!"
"¡Gojo-san, por favor deje de hacer eso!" gritó Ijichi, siendo presionado contra la ventana cuando Satoru agarró el volante y trató de subir su pie al acelerador.
Pero Satoru no le puso mucha atención, con la boca, trató de girar la llave del coche, tratando con desesperación huir de ahí.
"¡Vámonos, Ijichi! ¡Rápido!"
Ijichi movió la mano, abriendo la puerta y cayendo al piso, corriendo a sacar el equipaje de Satoru y comenzando a tirar del joven.
"¡Tiene que bajar, Gojo-san! ¡Bajé de ahí!"
"¡Nunca!"
Ijichi volvió a tirar de él, logrando sacarlo de ahí.
"¡No se te ocurra!" el albino le gritó, saltando a la espalda de Ijichi para evitar que volviera a entrar al auto "¡No me vas a dejar aquí! ¡Me van a matar!"
"¿Quién te va a matar?" una nueva voz se escuchó, haciendo que Satoru bajará de la espalda de Ijichi y lo empujará hacia el chico que llegó.
"¡Llévatelo a él! ¡A mi no!"
Ijichi soltó un suave suspiró, haciéndole una pequeña reverencia ante el nuevo adolescente antes de correr al auto para irse.
"¡Ijichi, no! ¡No te atrevas!"
Pero era tarde, Ijichi ya había acelerado y desaparecía con rapidez del lugar.
"¡Te las vas a ver conmigo cuando regrese, Ijichi!" Satoru gritó, moviendo el brazo en el aire "Si es que salgo vivo de aquí..."
El albino susurró, dándose la vuelta, mirando al chico que probablemente se encargaría de su próxima ejecución.
"Creo que te conozco" susurró el contrario, mirando como Satoru se comenzaba a poner bloqueador solar en grandes cantidades.
"Sí, sí, soy yo, el gran Satoru Gojo, todos me conocen, lo sé. Pero ahora no doy autógrafos" extendió los brazos, sus dedos y gran parte de sus brazos aún llenas de bloqueador, mantenía la botella entre dos de sus dedos "Ahora, si me vas a matar, hazlo rápido".
Suguru levantó una ceja, ladeando la cabeza y tratando de no reír.
"No quería un autógrafo. Y no te voy a matar".
Satoru asintió, apartando los brazos y volviendo a ponerse bloqueador, antes de cerrar la botella y regresar el gesto de la ceja alzada a Suguru.
"¿Entonces tú llevas mis maletas o quién las lleva?"
Suguru miró las maletas dispersas por el suelo, antes de mirar nuevamente a Satoru.
"Llévalas tú mismo, princesa" Suguru le dijo, con una sonrisa mientras se daba la vuelta.
Satoru soltó un jadeó, mirando a Suguru marcharse. Dejándole todo el trabajo a él.
"No soy una princesa" se quejó, tratando de levantar las maletas y arrepintiéndose de haber empacado tanto "si fuera una princesa no tendría que estar haciendo esto..."
⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ Primera semana ⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆
Ya no soportaba el calor.
La piel se le pegaba a la ropa gracias a todo el sudor que estaba en su cuerpo, la cabeza le dolía todo el tiempo, los mosquitos no lo dejaban de atacar y no podía dormir por la noche.
Extraña el aire acondicionado de su casa, su repelente contra mosquitos que olvido por traer tanto bloqueador solar y su cama blanda en la que dormía perfectamente.
Enserio, ¿Cómo se les ocurrió a sus padres enviarlo ahí?
En palabras de sus padres 'era por su bien' para no terminar siendo un 'inadaptado social' cuando tuviera que ser independiente o lo que fuera.
Realmente no entendía como un golpe de calor y que los mosquitos drenaran su sangre le iba a ayudar en eso.
"¿Satoru?" Suguru preguntó, mirando hacia los lados, tratando de encontrar al albino, quién había dejado sus maletas afuera de una cabaña que no era la suya y ahora se saltaba la primera actividad del campamento.
Satoru rodó los ojos, usando su brazo para cubrir sus ojos del sol cuando se recostó boca arriba, agarrando con más fuerza su celular en su mano libre.
"¿Satoru? ¿Te comió un oso?"
Satoru se levantó con suavidad de la rama del árbol donde había logrado tener señal, antes de mirar a los lados.
Cuando comprobó que no había un oso cerca, se balanceo con sus brazos en la rama.
"¡¿Aquí hay osos?!
Suguru levantó la cabeza, mirando como Satoru se aferraba a la rama con fuerza.
Era algo divertido verlo así. Solo un poco.
"Claro que los hay, estamos cerca de Shinkoku, no sería raro que alguno saliera por aquí" Suguru le dijo, sonriendo, antes de darse media vuelta para irse.
Satoru dudo.
Realmente parecía una broma... Pero, aun así, se bajó de la rama y comenzó a seguir a Suguru.
Después de todo, ¿Qué podría ser peor que un oso tratará de devorarlo?
⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆
Los ejercicios de confianza.
"Prefiero al oso" Satoru le dijo a Suguru, dándole una palmada en el hombro para darse la vuelta e irse.
"No es tan malo" Suguru le contestó, tomando el cuello de la camisa del albino y arrastrándolo hasta el centro "Vamos. Yo seré tu compañero".
"No voy a hacer esto" Satoru se negó al instante, cruzando sus brazos mientras Suguru extendía los suyos, esperando que se dejará caer.
Suguru respiró hondo, bajando los brazos y luego de unos segundos, volvió a sonreír.
"Yo iré primero entonces" le propuso.
"No te voy a atrapar" Satoru le advirtió.
Pero Suguru, sin escuchar lo que le decía, se puso la venda en los ojos y se dio la vuelta, poniendo sus brazos en forma de X contra su pecho.
"Oye" Satoru dijo otra vez "Te estoy diciendo que no..."
Tarde. Suguru ya se estaba dejando caer.
Satoru se asustó un poco, extendiendo los brazos y corriendo detrás de él, tratando de sostenerlo, pero no logro alcanzarlo correctamente, solo logró jalar el moño a medio hacer de su cabello.
El quejido de Suguru no tardó en llegar, le siguió un sonido sordo contra el pasto cuando su cuerpo terminó de caer, sin importar cuanto Satoru jalara de su cabello para evitarlo.
"¿Estás bien?" apenas esas palabras salieron de su boca, el albino se dio cuenta de cuan estúpida era la pregunta, ¡Claro que no estaba bien!
"¡Suguru!" gritaron los demás campistas colectivamente, corriendo a revisar que era lo que había pasado.
"Estoy bien" Suguru les aseguró a ellos, moviendo la mano para que dejarán de preocuparse.
Se apresuró a agacharse a su lado, poniendo los cabellos que quedaron adheridos a su mano en la cabeza de Suguru, aunque se resbalaron de ahí rápidamente, antes de tratar de levantarlo.
"¿Te rompiste algo?"
Ya podía ver las noticias que la prensa amarilla daría a base de las miradas que le daba la gente a su alrededor.
'Satoru Gojo arremete contra estudiante en campamento y lo empuja para que salga herido'.
Pero Suguru negó con la cabeza, diciéndole a los demás que no había de que preocuparse, que podían relajarse y que estaba bien.
Trató de caminar hacia una de las sillas, pero terminó recibiendo un dolor punzante en su tobillo que se lo impidió.
No estaba roto, pero definitivamente estaba torcido.
O al menos, no estaba 'bien'.
"Yo te dije que no te iba a atrapar" Satoru se apresuró a recordarle, cruzando sus brazos mientras Suguru se recargaba contra él para evitar caer y asustar a los demás, que apenas comenzaba a alejarse "Técnicamente no es mi culpa"
Suguru respiró hondo, girando su cabeza hacia él, tratando de mantener la compostura.
"No me mires así" Satoru bufó "A mí también me duele, ¿Sabes?
"¿Y a ti por qué te duele?"
"¡Por culpa de tu cabello! Mi pobre mano está adolorida por sujetarlo.
Suguru, sin poder evitarlo, murmuró una maldición, soltando a Satoru para tratar de caminar por su cuenta.
"¿Entonces jalarme y arrancar mitad de mi cabello era parte de tu plan?"
"Fue un reflejo. No pensé que de verdad te arrojarías, ¡Te dije que no te iba a atrapar!"
"¡Era un ejercicio de confianza! ¡Se supone que debía confiar en que sí lo hicieras!
Suguru negó con la cabeza, dando pequeños saltos para llegar a la cabaña en la que había dejado sus maletas, donde algunas aún estaban dispersas cerca de la puerta.
"¿Dónde está la enfermería?" Satoru le preguntó, siguiéndolo.
"No hay".
"¿Qué?"
"No hay enfermería, solo tenemos un botiquín"
Satoru frunció el ceño, caminando más rápido para taparle el camino a Suguru.
"¿Qué quieres decir? ¿No hay enfermería? ¿O enfermera? ¿Doctor? ¿Al menos un paramédico?"
Suguru soltó un suspiró, negando con la cabeza una vez más.
"No".
"¡¿Y si hubiera un accidente más grave que tú tobillo?! ¡¿Qué tal si algo me pasa a mí?!"
Suguru rodó los ojos, apoyando su mano en el hombro de Satoru para dar el siguiente salto, apartándolo del camino.
"Pues te topas una píldora y ya".
Satoru bufó, volviendo a seguirlo.
"Claro, si caigo de un árbol y me rompo el cuello una píldora me va a ayudar."
"Si fuera grave te trasladarían al hospital. Ya cállate. El lastimado aquí soy yo".
"Imagínate si te hubieras roto el cuello" Satoru jadeó con suavidad, dándole una palmada en la espalda a Suguru "¡Solo imagina el trauma que yo me llevaría!"
"Trauma que no te hubiera pasado si hubieras extendido los jodidos brazos para atraparme".
Una vez dentro de la cabaña, Satoru se cruzó de brazos, mirando alrededor.
La cabaña no tenía mucha decoración, solo unas plantas en cada una de las esquinas, era grande, no tanto como su cuarto, pero podía servir si ponía un colchón mejor en lugar del futón.
Además, la puerta tenía reja contra los mosquitos, era lo mejor que podría pedir en ese momento.
"Es muy grande... Más que en la que me van a obligar a vivir, seguramente, ¿Puedo quedármela?
"No".
Satoru entrecerró los ojos, observando a Suguru, quién se sentó en una silla y sacaba una venda.
"Está mal" Satoru le informo, viendo como Suguru se envolvía la venda al tobillo.
"No. Está bien",
Suguru negó con la cabeza.
"Está mal"
Suguru soltó un suspiró, apretando los dientes para seguir atando la venda.
"¿Puedes explicarme en qué está mal?"
"Te digo sí me dejas quedarme con esta cabaña".
Satoru soltó una risita mientras terminaba de hablar, antes de acercarse y sentarse en la silla al lado de Suguru, tomando su tobillo con más fuerza de la necesaria para acercarlo a su regazo, sacándole un quejido.
"Ah" Satoru susurró, manteniendo el tobillo de Suguru cerca, comenzando a quitarle la venda "No quería hacer eso"
"¿Torcerme el tobillo? ¿O arrancarme el cabello?"
"Ya te dije que eso es tu culpa".
Suguru estaba por hablar, pero terminó por negar con la cabeza, quedándose callado, solamente viendo como Satoru trabajaba, esta vez con más delicadeza.
"¿Cómo sabes la manera correcta de hacerlo?"
Satoru soltó un suspiró, levantando los hombros.
"Mi trabajo, tuve que tomar un curso de primeros auxilios"
"Pero eres actor" Suguru dijo, levantando una ceja "¿Por qué deberías de aprender eso?
"Soy modelo, no actor" Satoru le corrigió, sosteniendo el pie de Suguru un poco más alto para pasar la venda "Y yo me preguntó lo mismo"
Extendió la mano, tomando los clips para sostener la venda, dejo con cuidado su tobillo en la silla donde estaba y se levantó.
"Con eso debería bastar, pero sería mejor si también tuvieras hielo" Satoru dijo con suavidad "¿Dónde consigo hielo?
"En la cocina"
Satoru asintió, saliendo de la cabaña como si supiera donde quedaba la cocina.
El bosque era lindo, cuando no había actividades u osos, tal vez podría decirle a sus agentes que tuvieran una sesión aquí.
Cuando se fuera y no estuviera retenido ahí tres meses.
"No encontré hielo" dijo Satoru, regresando con Suguru y presionando la bolsa contra el tobillo de Suguru.
"¿Zanahorias?"
"Fue lo único congelado que me pude robar" Satoru se levantó de brazos "Y ahora no te debo nada"
Suguru levantó la ceja, sosteniendo la bolsa con suavidad contra su tobillo.
"Si me debes, ¡Me torciste el tobillo!"
"Eso es tonto, yo te avisé y aun así decidiste dejarte caer, es tu culpa y yo ya pagué mi deuda para evitar un escándalo".
Suguru comenzó a levantar de la silla, listo para ir contra Satoru, pero el albino lo empujo de regreso a la silla.
"Te torciste el tobillo, debes quedarte sentado".
"No realmente, será mejor si sigo caminando, me va a ayudar con el dolor".
Satoru se levantó de hombros.
"Pues como quieras, si te quieres romper el pie, rómpetelo. ¡Pero ya no será mi culpa!"
⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ Segunda semana ⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆
"¡Ya duérmete, Gojo!" gritó Megumi, tomando una de sus almohadas y lanzándola contra la litera en la que Satoru dormía.
"¡No es mi culpa!" Satoru se quejó, tomando la almohada que cayó en su cara y lanzándola de regreso a Megumi "¡El mosquito no me deja dormir!"
"¡Pues deja que te piqué y cállate!
"¡Cállense los dos!"
Satoru resopló, antes de fruncir los labios, colocando la frazada encima de su cabeza para cubrirse por completo, tratando de dormir así.
Pero el mosquito no se daba por vencido y seguía zumbando en su oído cada pocos segundos.
Y para terminar de arruinar sus planes, el aire comenzó a faltarle, teniendo que quitarse la frazada.
"¡Carajo-!"
"¡Ya cállate!"
Satoru abrazo su almohada, haciéndose un ovillo en su cama cuando volvió a escuchar el irritante sonido en su oreja.
Odiaba estar aquí.
Y la mañana siguiente, las cosas no mejoraron.
"¿Qué te paso?" Suguru preguntó, levantando las cejas de la sorpresa al verlo.
"¿Tan mal me veo?" preguntó, esperando recibir una negación como respuesta.
Pero él mismo sabía que se veía mal. Horrible, en realidad.
Su cabello estaba hecho un nido de pájaros, tenía ojeras que se habían estado acumulando con el paso de los días y su oreja estaba roja e hinchada de tanto haberse rascado por los piquetes de mosquito.
Nunca se había sentido tan asqueroso. Y la comezón solo era la cereza del pastel.
Suguru asintió ante su pregunta, siendo completamente sincero, podía mentir en algunas cosas, como fingir que no olía el mal aliento matutino de Satoru, pero no respecto a su apariencia.
Eso nunca sería creíble.
"Creo que deberías usar algún repelente durante la noche".
"¡Use todo el repelente que me quedaba!" Satoru se quejó, clavándose las uñas en la oreja por un momento, esperando disminuir la comezón "lo que necesito es irme, no repelente, ¿Tienes un teléfono que pueda usar para llamar a mi casa? Mi celular murió y Yaga ni siquiera me deja conectarlo"
Suguru soltó un suspiró y negó con la cabeza.
"La señal se fue esta mañana, junto a la luz, así que, aunque quisiera..."
Satoru respiro hondo unos segundos, antes de agarrar los hombros de Suguru y comenzar a zarandearlo, ya no tenía el tobillo torcido, así que podía hacerlo sin remordimiento.
"¡¿Estoy aquí encerrado sin ninguna posibilidad de comunicación con el exterior?!"
"En realidad no estás encerrado, Go..."
"Pero es que sí lo estoy" Satoru lo interrumpió, antes de soltarlo, empujándolo un poco y comenzando a morder una de sus uñas, tratando de pensar en que hacer.
Suguru soltó un suspiró, poniendo la mano en el hombro de Satoru y guiándolo hacia la cocina.
"No es tan malo, la señal volverá en unos días".
"¿Crees que puedo aguantar otra semana aquí?" Satoru pregunto, sarcástico.
"¡Claro que sí!" Suguru le contesto, acomodando un poco el cabello de Satoru para que no se viera tan... Horrible "Solo serán otras cuantas semanas, no tienes de que preocuparte".
Satoru miró a Suguru, poniendo su barbilla en su mano y soltando un suspiró mientras recibía el desayuno.
"Otras cuantas semanas" murmuró de mala gana, metiéndose una cucharada de avena en la boca con una mueca "Me voy a morir".
"No te vas a morir" Suguru le respondió, rodando los ojos, poniendo su propio desayuno en la mesa.
"La avena esta cruda" Satoru dijo, apartando su plato y dejando la cuchara al lado "¿La puedes calentar?"
"Tal vez sí te vas a morir" pensó Suguru, fingiendo una sonrisa mientras tomaba el plato del albino.
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"Ni que estuviera loco" Satoru dijo apenas escuchó lo que Suguru quería que hiciera "¿Qué tal el tipo de mi cabaña? ¿El que tiene nombre de niña?"
"¿Megumi?"
"Ese. Se ve que tiene mucha irá en su interior que necesita canalizar con algo que no sea yo, pídeselo a él".
Geto negó con la cabeza, sosteniendo el hacha una vez que Satoru se la regreso.
"Imposible, él está recolectando agua".
"Eso suena más fácil, no me parece justo. ¿Quién carajo reparte las tareas?
"Yo. Y tal vez suena más fácil, pero está cerca de dónde están los osos. Seguramente perdamos a Megumi" Suguru le dijo, regresándole el hacha y empujando a Satoru hacia la madera.
"Por dios, Suguru, ya no puedes engañarme con eso" El albino dijo, quitando la funda a la herramienta y pasando su dedo por el filo.
"Oye, no hagas eso..." Suguru comenzó a decir, pero era tarde, Satoru soltó el hacha y se puso a gritar como loco.
"¡Me corté!" gritó, mirando como un suave hilo de sangre salía de su dedo, cayendo sobre el pasto "¡Ya no puedo hacer esto, Suguru! ¡Ni ninguna otra cosa! ¡Estoy muriendo!"
"No seas baboso" Suguru murmuró, agarrando la mano de Satoru y presionando el paño que siempre cargaba sobre su dedo "Ni siquiera está saliendo tanta sangre, ¿Sabes?"
Sin embargo, Satoru ya se estaba arrodillando en el suelo, comenzando a fingir su muerte.
"Cuando vengan a buscar mi cuerpo..." Satoru dijo, jadeando como si le faltara el aire "Diles que fue su culpa por enviarme aquí y que todo se quedó a nombre de PomPom".
"¿Quién es PomPom?"
"Mi gata" Satoru aclaro antes de cerrar los ojos y dejar que su cuerpo cayera por completo en el pasto.
El sol apenas y llegaba a sus piernas, además de que no había mosquitos, así que era un buen lugar para su muerte. Era fresco, estaba lejos de los ojos y cerca de los árboles, los cuales se alimentarían de él para seguir creciendo.
Con eso en mente, cerro los ojos, aceptando su destino.
"Por Buda" Suguru susurró, soltando la mano de Satoru, que cayó al lado de este en un ruido sordo.
Espero unos segundos, aguardando que Satoru dejará el drama y se levantará para que hiciera lo que le había pedido.
Claro que, después de cinco minutos en la misma posición, terminó por fruncir el ceño.
¿Satoru se podría haber desmayado de verdad? Tal vez le daba miedo la sangre y no había estado fingiendo.
Con cuidado, se agacho a su lado, poniendo su dedo debajo de su nariz, pero sin presionar.
Una sonrisa y un suspiro de alivio lo recorrieron cuando confirmó que la respiración de Satoru seguía ahí.
El albino solo se había quedado dormido.
"Me vas a deber una" Suguru susurró, levantándose para tomar el hacha y comenzar a cortar el mismo la madera.
⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ Tercera semana ⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆
Yaga y Suguru estaban obsesionados con la convivencia.
Enserio, querían que todo se hiciera en equipos.
Si salían a recolectar agua, tenía que ser en equipo, si querían desayunar, debían esperar a un equipo, si sales a medianoche de la cabaña, debía de ser en equipo.
Satoru ya estaba harto de eso.
"No, mamá, no he hecho ningún amigo" Satoru contestó cuando al fin le dejaron hacer una llamada.
Pensó que después de todo lo que le contó, su madre al fin le permitiría irse, pero no, solo se reía.
"Debes esforzarte más, Satoru, el campamento está por terminar y tu aún no logras..."
Satoru colgó la llamada.
Respiró hondo y dejó el teléfono inalámbrico en su lugar, saliendo de la cabaña con pasos lentos.
"¿Todo bien?"
"Claro que sí, solo me van a dejar morir aquí, ¿Por qué no estaría bien?"
"Perfecto" Suguru dijo, tomándole la mano para llevarlo a otro lugar.
"Y ahora me secuestras, ¿Qué más puede salirme mal?"
Suguru rodó los ojos, pero no respondió hasta que llegaron a la fogata que los demás estaban creando.
"¿Por qué no nos ayudas?"
"¿Por qué no me matas?"
Suguru rodó los ojos, empujando a Satoru con suavidad para que comenzara a ayudar.
Tuvo que recoger leña, ¡Leña! Tres astillas se le encajaron en las manos hasta que al fin Suguru le permitió a descansar.
Un chico detrás de él se burló.
"Claro que el niño rico no puede hacer nada" murmuró, aunque detrás de Satoru, para que pudiera escucharlo "deberían sacarlo de aquí".
"Sí, por favor" Satoru le respondió, recostándose en el pasto "Yo también quiero largarme".
El chico rodó los ojos, lanzándole una rama a Satoru, que le dio directo en la cara.
"¡Suguru!" se quejó Satoru "¡Me están golpeando!"
Y, claro, Geto llegó con rapidez a su lado, observando fijamente su rostro.
"¿Estás bien?"
Satoru negó con la cabeza, sacando la lengua y ladeando la cabeza.
"No lo estoy".
Suguru miró a los lados, observando quién había sido, pero ya no había muchas personas cerca, así que solo le acarició el cabello a Satoru.
"Deberías venir conmigo".
Satoru sonrió, levantándose para correr detrás de Suguru, ayudando solamente a cargar una caja de cerillos, listo para encender la fogata cuando fuera necesario.
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Lo estaban viendo mal, todos los campistas estaban enojados con Satoru por el "privilegio" que Suguru le daba, pero no le importaba.
Le gustaba no tener que hacer nada.
"Enciéndela, por favor" Suguru le dijo con una sonrisa.
Satoru asintió, sonriendo y sacando un poco la lengua mientras encendía uno, prendiéndole fuego a toda la fogata.
Suguru sonrió, acariciando con suavidad el hombro de Satoru.
"Lo hiciste bien".
Satoru asintió, sonriendo y cruzando sus brazos.
"Lo sé" le respondió mientras se sentaba en el tronco y esperaba a que Suguru lo acompañara.
Suguru no tardó en sentarse a su lado, dándole la bolsa de bombones.
"Gracias" Satoru dijo, metiéndose uno en su boca.
"Son para todos".
"Pero los quiero para mí".
"Gojo, son para todos" dijo Yaga, entrecerrando los ojos y haciendo a Satoru rodarlos.
"Bien" murmuró de mala gana.
Suguru sonrió, tomando uno de los bombones y viendo como Satoru se metía otro en la boca, sostenía otro y le pasaba la bolsa a la chica que estaba a su lado.
"No te comas este" le pidió, encajando el bombón en el palo, extendiendo este para que Satoru extendiera hacia la fogata.
"Ew, ¿Por qué haces eso? ¡Se va a quemar!"
Una pequeña risa colectiva se escuchó, haciendo que Satoru se rascará la mejilla, incómodo.
"Está bien" Suguru le susurró, sonriendo y entregándole el malvavisco "Ten, cómelo con cuidado".
Satoru asintió, abriendo un poco la boca y sus ojos se abrieron con sorpresa apenas lo provo.
"Está delicioso"
Suguru asintió, pasando su brazo por los hombros de Satoru, acercándolo a él, abrazándolo con suavidad.
"Claro" Suguru le extendió su propio malvavisco "Ten, si quieres come esto también".
Satoru sonrió, recostado con suavidad su cabeza en el hombro de Suguru.
"Gracias".
Tal vez... Sí tenía un amigo.
⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ Cuarta semana ⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆
En esos momentos, Satoru se sentía preparado incluso para enfrentar a un oso a puño limpio.
Había recogido ramas, quemó bombones en una fogata, incluso cuando estuvo a punto de quemarse y solo le quedaban tres botellas de bloqueador solar.
¡Podía con todo en ese momento!
"Satoru" le llamó Suguru "Es tu turno de ayudar en la cocina".
¿Lavar platos? ¡¿Debía lavar platos?!
"No puedo" dijo con rapidez "debo pelear con un oso".
Suguru soltó una risita, poniendo sus manos en los hombros de Satoru.
"Deja las tonterías, vámonos".
Suguru, aún las quejas de Satoru de por medio, lo arrastro hasta la cocina.
"Te ayudo, así que deja de quejarte".
Satoru sonrió, dejando caer su cuerpo, que fue atrapado por Suguru, poniéndole los guantes.
"Ya deja el drama, a lavar".
Satoru suspiró con fuerza, antes de asentir.
Si podía pelear con un oso, seguramente podría lavar platos.
⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆
Satoru suprimió sus ganas de vomitar cuando tuvo que tocar los restos de comida en el plato.
"Ew" susurró, respirando hondo, tratando de quitar un pedazo de comida que parecía masticada y escupida.
"Deja de hacer gestos, princesa" Suguru le dijo, arrebatándole el plato y quitando la comida él mismo "Solo es comida".
Satoru fingió una nueva arcada, que abrió paso a una de verdad.
"Dios, ¿Es qué nunca hiciste nada en tu casa?"
"Por supuesto que no, tengo empleados que hacen eso, sería ridículo que yo lo hiciera, ¿No crees?"
Suguru negó con la cabeza una vez más.
"Sigue siendo algo ridículo, sí lo piensas bien"
Satoru soltó un bufido, recargándose en Suguru y abrazando sus hombros.
"No es ridículo, es bastante comprensible"
Suguru dejó de lavar el plato, girando la cabeza con suavidad, observando como Satoru cerraba los ojos.
Sonrió con suavidad, levantando la mano para acariciar la mejilla de Satoru.
El albino abrió los ojos, observando a Suguru.
Antes de que un vaso lleno de agua se estrellará en su cara.
"¡¿Pero qué haces?!"
Suguru comenzó a reír, apartándose de Satoru, bajando el vaso que tenía en la mano.
"¡No es gracioso! ¡Es agua sucia!" "Claro que no lo es!"
"Ah, ¿No lo es?" Satoru asintió, tomando el vaso y llenándolo de agua, arrojándola a Suguru, quién parpadeo, paralizado.
"Ahora sí" Suguru se limpió un poco la cara, arremangándose las mangas y acercándose a Satoru "¡Prepárate!"
Gojo ahogo un grito. Dando un suave salto tratando de observar a donde ir para ocultarse.
Pero no lo logró.
Suguru se acercó, como un felino listo para atacar y saltó contra Satoru, un vaso de agua lleno chocando contra su rostro.
"No!" gritó Satoru, tratando de ponerse las manos frente su cara, pero aun así, el agua calló contra su cabello, empapándolo por completo.
Gojo respiró hondo, tronando con suavidad sus dedos para tomar un plato, que aún tenía algo de avena de su propio desayuno y se la arrojó hacia Suguru.
"Pero como te atreves!" Gritó Suguru, tocando su cabello con una expresión de sorpresa, quitándose un pedazo de avena antes de lanzarse hacia el albino.
Ambos cayeron al piso en un sonido sordo, quejándose un poco antes de comenzar a zarandearse.
No era demasiado rudo, solamente rodaban de un lado a otro.
Hasta que Satoru quedó arriba de Suguru, en horcadas sobre su regazo y medio tirado contra el pecho del otro.
Levantó la cabeza, observando Suguru, demasiado cerca.
Muy, muy cerca.
"Perdón" dijo, apartándose de un saltó, acomodándose la ropa y tomando la esponja, comenzando a lavar un plato con manos temblorosas.
⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ Quinta semana ⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆
Satoru se había acostumbrado al calor, a los mosquitos, a no tener si teléfono celular y a saber que no había luz ni señal, aunque podía pasar una emergencia.
Así que cuando la lluvia comenzó a caer contra los vidrios de la cabaña, no se alteró, no se movió, no se asustó.
Ni siquiera le arrojo la almohada a Megumi para quejarse de que el clima cambiaba cada dos segundos y debía tener medio cuerpo entre mantas y la otra mitad sin ellas.
Mañana por la tarde al fin se largaria de ese lugar.
Podría volver a su casa, con aire acondicionado, internet ilimitado y sesiones de fotos donde él era el protagonista.
Era lo que importaba en ese momento.
Y aun así... Aun así no podía dormir.
No podía ver su maleta al lado de la cama, cerrar los ojos, sonreír y dormir con el pensamiento de que no volvería.
Había enfrentado tantas cosas que nunca creyó que haría esas semanas que irse así le dejaba un mal sabor en la boca.
'A la mierda' pensó, quitándose las mantas y levantándose de la cama.
Sabía que no podía salir sin un equipo o que empaparse probablemente le traería un resfriado.
Pero no le importo.
Salió de su cabaña y apenas puso un pie afuera, ahogó un gritó.
La lluvia no tardo ni cinco segundos en empaparlo por completo, cortándole la respiración y haciéndolo jadear por aire.
"Vamos, Satoru, tú puedes" se alentó a si mismo, abrazando su cuerpo y caminando a paso firme.
El barro le quitaba equilibro y le daba una advertencia leve de que probablemente se caería en cuanto se descuidara.
Pero siguió marchando, enterrando bien los pies en el barro, jadeando por aire y entrecerrando los ojos para evitar toparse con un oso.
"¡Suguru!" Gritó, golpeando con fuerza la puerta de madera "¡Abre!"
Comenzó a patear la puerta con desesperación, sentía su cuerpo temblar y no estaba seguro de si era por el frío que sentía o por la estupidez que estaba por hacer.
"¿Satoru?" Preguntó Suguru con el ceño fruncido apenas abrió la puerta "¿Qué carajo crees que estás haciendo?"
Satoru, sin pedir permiso, entro a la cabaña, empapando la madera bajo sus pies hasta que quedó en medio del lugar.
"¿Qué haces?"
Satoru respiró hondo, dejando que sus pulmones recibieran el aire necesario, tenía frío, pero ayudaba un poco que sus mejillas estuvieran completamente rojas.
Al menos sabía que no era un sueño.
"Yo..." Comenzó, enterrando sus uñas en sus dedos para evitar temblar demasiado "Suguru, yo... Yo nunca he sabido... Relacionarme correctamente con las personas"
Suguru se acercó con unas toallas en manos, cubriendo el cuerpo de Satoru y otra poniéndola en su cabello, ayudándolo a secarse un poco.
"Soy famoso desde que tengo memoria, tengo todo lo que deseo con solo chasquear los dedos y nunca debí sentir muchas cosas para seguir viviendo..."
"La lluvia te afecto de más, Satoru".
"¡No! Escúchame... Esto es importante" Satoru volvió a respirar hondo "Lo único que debo hacer en mi vida es hablar menos y verme bonito. Con eso tengo todo solucionado, verme bonito es fácil, quedarme callado no tanto y la verdad puedes notar eso, sé qué te hice la vida un poco imposible estas semanas, pero aún así... Una parte de mi quiere seguir haciéndolo"
"¿Hacerme la vida imposible?"
"No lo sé... Nunca me había gustado nadie, no estoy seguro de que se debe hacer".
Suguru detuvo sus movimientos, sintiendo como Satoru aún temblaba bajo su tacto.
"¿Te gustó...? ¿Cómo amigo o como... Novio?"
Satoru se encogió de hombros, lamiendo sus labios, aunque no estaban resecos.
"Me gustas y ya, ¿No te puedes conformar con eso?"
Suguru sonrió, negando con la cabeza.
"Realmente quisiera aclararlo".
"Me gustas-gustas, como a la gente le gustan los chicos, que se yo, finge que dije una cursilería, te encanta, me besas y luego puedo regresar afuera para que la lluvia me mate porque enserio, enserio quiero morir en este momento"
Suguru no hablo por un buen rato, se dedicó a secar el cabello de Satoru, pasando la toalla con suavidad, quitando los nudos y asegurándose de que estuviera bien presentable.
"Creo que aún estoy medio dormido para esto".
Satoru asintió.
"No debes decir nada. Sé que soy intenso".
"Me gusta que seas así".
Ahora fue Satoru quién se quedó callado.
"¿Sí?"
"Sí. Al principio lo odiaba, pero... Es refrescante tenerte a mi lado".
"Entonces yo... ¿Te gustó también?
Suguru sonrió, quitando la toalla de la cabeza de Satoru.
"Me gustas".
⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆
"¿Le vas a decir a tu familia?"
Satoru se levantó de hombros.
"Un día".
Suguru asintió, acariciando con suavidad la mano de Satoru.
"Me gustaría pasar más tiempo juntos".
"Te visitaré mucho, créeme. Prácticamente viviré en tu casa".
Suguru soltó una risita, levantando su mano libre para acariciar la mejilla de Satoru.
"Cuídate, novio".
"Tú también, novio".
Suguru recargo su frente contra la de Satoru, sus respiraciones mezclándose a los pocos segundos.
En sincronía, cautivados, por el contrario.
Sin decir mucho más, Suguru al fin unió sus labios con los de Satoru.
Los labios de ambos se movieron torpemente, Suguru atrapando el labio inferior de Satoru y esté tratando de averiguar cómo corresponder de manera correcta.
Y aun así, en medio del bosque a pleno verano, con una temperatura alta y mosquitos aún a su alrededor... Se sintieron felices.
Porque los labios del contrario se sentían como fuegos artificiales estallando en un cielo oscuro.
El beso se sintió como acostarse en las nubes, comer un caramelo dulce o beber un té caliente.
Relajante, algo asfixiante, emocionante y definitivamente, algo que no quieran parar.
⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆ ☀︎ ⁺₊⋆⋆⁺₊⋆
Satoru bajo la mirada, observando su teléfono, leyendo el mensaje con sus labios aun sintiendo los de Suguru sobre los suyos.
(6:38 p.m.) ¿Llegaste bien a tu casa?
Una sonrisa se extendió por sus temblorosos labios, ignorando la sonrisa victoriosa que su madre le daba.
Le costó cinco semanas aceptar lo que sentía, en cinco horas no estaba listo para decir que estaba teniendo su primer romance de verano con el mejor chico que alguien podría conocer.
(6:40 p.m.) Sip, llegué bien.
(6:40 p.m.) ¿Y tú?
Un romance de verano con Suguru Geto que estaba dispuesto a repetir cuántas veces fuera posible.
(...)
¡Esta es mi aportación para la revista de GeGo! A cargo del perfil gegoweek en twitter, encuentran mi participación como: Summer Camp, por My_one_andonly1
Por otro año lleno de GeGo, ¡Feliz día del GeGo! (Atrasado)
#geto suguru#gojo satoru#suguru geto#satoru gojo#sugusato#gego#sgst#夏五#suguru x satoru#fanfic en español#jujutsu kaisen#jjk#one shot#campamento de verano#summercamp#725#gego725
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"XVIII - Adopción" Parte 1 de 4
TW: Satoru omega-bottom, Suguru beto-top. Megumi llamará mamá/mami a Satoru, solo porque sí.
Satoru sentía la respiración agitada, sus piernas aún temblando con suavidad, pero entonces vio a Suguru, con sus enormes ojos llenos de completa esperanza.
Una esperanza que ocasiono un nudo en la garganta de Suguru.
La cama estaba hecha un desastre, con la colcha revuelta y los cuerpos de ambos aún pegajosos por el sudor y fluídos, después de... ¿Cuántos intentos iban ya? Daba igual, si era sincero.
Sabía que tampoco funcionaría esa vez.
—¿Crees que esta vez sí? —preguntó Satoru, acurrucándose contra su pecho con una sonrisa, feliz mientras su mano iba a su vientre.
Hijos.
Después de casi diez años juntos, Satoru quería hijos.
Pero las probabilidades de que un beta lo embarazará eran muy bajas, sin importar cuantas lo intentarán.
Suguru trató de sonreír, pero solo logró abrazarlo, acariciando su cabello blanco con cariño, fingiendo que no sentía que le rompería el corazón.
—No lo sé —le susurró con suavidad.
—Sería lindo... tener un bebé. Uno con tu sonrisa y mis ojos —Satoru suspiró, casi soñador—. O viceversa. O los dos. Podemos tener dos, ¿no?
Su primer pensamiento fue 'No', era un no rotundo, sabía que sería imposible.
Y quería seguir mintiendole y mintiendose a si mismo, pero Satoru no se merecía eso.
—Satoru —comenzó con suavidad, apartándolo un poco para mirarlo a los ojos—. Tal vez no deberíamos intentarlo más... Quiero decir, no es tan fácil entre un beta y un omega... Tal vez todo esto no tiene sentido.
La expresión de Satoru cambió de golpe, sus labios, donde había una bonita sonrisa antes, ahora solo se apretaban juntos, no era enojo, sino una gran tristesa, como si quisiera llorar.
—... Veo —susurró con cuidado, desviando la mirada hacia las sábanas.
Era un desgraciado.
Había soñado con un hijo desde su quinto aniversario, Satoru era un omega alegre, impulsivo, brillante.
Era el amor de su vida.
Pero sabe que no va funcionar, sabe que va a fallarle, sabe que Satoru merece un alfa que le pueda dar los hijos con los que sabe el albino soñaba.
No quería arrastrar a Satoru a una vida a medias.
Pero tampoco quería dejarlo.
Esa era la razón por la que era un desgraciado.
—Lo siento —dijo con suavidad, tratando de abrazarlo otra vez, pero Satoru se alejó.
—No tienes que disculparte —dijo con suavidad, una sonrisa forzada en su rostro, levatandose de su cama y cubriendo su cuerpo con la sábana— debería ir a ducharme, estoy todo pegajoso.
Suguru asintió, sonriendo con suavidad.
Esa noche, no durmieron abrazados, Suguru ni siquiera se durmió, se quedó despierto toda la noche, observando el techo en silencio y con el corazón lleno de culpa.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Manami, Miguel y Larue lo miraron con el ceño fruncido, antes de que Miguel levantará la mano y golpeará la nuca de Suguru.
—¡Ey! ¿Eso por qué fue?
—Porque eres un idiota.
Suguru estaba por hablar, quejarse, casi trato de justificarse.
Pero no había palabras para hacerlo.
—No lo puedo embarazar, ¿No entienden? Es practicamente imposible.
Manami suspiró.
—No puedo creer que le dijiste que no le ibas a dar hijos.
—¡No dije eso! —se quejó.
—Pero fue parecido —Larue dijo con cuidado— entiendo que, como betas, no podamos hacer algunas cosas, pero es demasiado soltarlo tan de golpe... Después del sexo.
Suguru suspiró, recargando con suavidad su cabeza en la palma de su mano.
—Sí, creo que fui idiota.
—Más que idiota.
—Un estúpido.
—¡O un tarado!
Suguru los miró fijamente.
—Ya entendí.
—Un baboso.
—Un pendejo.
—¡Ya!
Manami se quedó callada, antes de suspirar y decir lo que pensaba.
—¿Qué tal la adopción?
Suguru frunció el ceño.
—¿Adopción?
La rubia asintió.
—Trabajo en un centro de adopción, ¿Recuerdas? Hay muchos niños que sueñan con tener una familia, pero no hay muchas familias que quieran adoptar a un niño.
—No sé —fue lo primero que dijo Suguru— ¿Qué tal si a Satoru no le hace feliz?
—¿Y si sí?
Suguru soltó un nuevo suspiró, recibiendo suaves palmadas en las espalda por parte de Larue.
—Deberían ir al centro —Miguel le dijo —pero habla con sinceridad con Gojo.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Satoru lo miró con una ceja alzada cuando Suguru llegó esa tarde, con muchos folletos entre sus manos.
—¿Adopción? —preguntó, leyendo con cuidado el título de uno.
—Manami, ¿Recuerdas a Manami?
—La rubia —Satoru lo pensó un momento— y no recuerdo más.
Suguru sonrió con suavidad.
—Sí, la rubia.
Geto se sentó a su lado, sosteniendo la mano de Satoru.
—No creo que... Podamos tener un hijo biologico, tal vez nunca lo logremos y lamentó mucho eso —Suguru suspiró— pero no quiero renunciar a la idea de tener una familia contigo, podríamos ir a visitar el centro, solo un poco, si te sientes cómodo con eso.
El albino no respondió al instante, solo lo miró fijamente, antes de sujetar el folleto un poco más fuerte, acariciando el título con cuidado.
—¿Hay muchos niños?
—Manami dijo que sí, algunos necesitarán cuidado constante, otros son más independientes, hay de casi todas las edades... Pero todos merecen un hogar.
Satoru pareció dudar un poco.
—No podemos darle un hogar a todos.
Suguru negó con la cabeza, acariciando los nudillos de Satoru con cuidado.
—Pero podemos darle un hogar a alguno.
Satoru lo observó fijamente, Suguru estaba seguro de que le diría que no.
Hasta que los ojos de Satoru brillo con alegría.
—Podemos ir mañana entonces.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
El centro de adopción no era grande, era una pequeña casa con jardín delantero y trasero, las paredes estaban pintadas con dibujos que seguramente los hijos habían hecho.
Manami había dicho que el centro se mantenía gracias a mucho esfuerzo, ayuda de voluntarios y donaciones, podía desaparecer en cualquier momento, pero ninguno de los trabajadores ahí se daba por vencido.
Satoru observó a su alrededor, observando a cada uno de los niños.
Aquellos que jugaban con una pelota desgastada, los que se perseguían entre risas y los que miraban fijamente a Satoru y a Suguru.
Sus ojos miraban a ambos con desconfianza, muy pocos con esperanza.
Y el corazón de Satoru se derritió por completo.
—Ay, Suguru, me quiero llevar a todos —se quejó Satoru, apretando la mano de Suguru— no puedo solo decir que no, observa como me miran, es demasiado desgarrador.
Manami apareció, sonriendo para darles la bienvenida.
—Me alegra que vinieras, Gojo-san.
El albino sonrió, asintiendo.
—Sí, aunque será un poco díficil irme de aquí.
La rubia sonrió, guiandolos a la sala.
—Llegan justo para la merienda.
La sala estaba llena de juguetes por todos lados, cojines pequeños alrededor de varias mesas estaban varios vasos con leche y galletas hechas a mano.
Satoru sonrió, arrodillandose con cuidado al lado de Manami.
Los pequeños lo miraban con ojos llenos de curiosidad, aunque no hablaban mucho con ellos, solo convivían entre ellos mismos.
Satoru examinó el lugar, antes de toparse con el único niño que parecía ver solo todo con odio, ni siquiera comía galletas.
—¿Y él? —Satoru preguntó con curiosidad.
Manami sonrió, bajando su platito de galletas, aunque pareció cansada.
—Megumi, tiene seis, llegó hace algunos meses, pero no habla mucho, ni se lleva bien con los otros niños porque es grosero con ellos. Dice que no necesita padres —la rubia suspiró— paso por demasiadas casas temporales antes de aquí, quedó huerfano de padre a los tres años.
—¿Y su madre?
—Murió cuando él nació.
Suguru bajó la mirada, era triste que alguien tan chiquito haya sufrido tanto.
Pero levantó la mirada cuando Satoru respiró hondo, su omega miraba fijamente a Megumi.
—¿Podemos hablar con él? —el albino preguntó.
Manami sonrió, asintiendo.
Satoru tomó la mano de Suguru, sosteniendo su plato de galletas y caminando hasta la esquina donde el pequeño se acurrucaba sobre si mismo.
Satoru le sonrió, agachandose para estar a su altura.
—Hola, corazón, soy Satoru —dijo con cuidado— él es mi esposo, Suguru.
Megumi lo observó fijamente, pero no respondió.
—Me sobraron algunas galletas —dijo Satoru, extendiendo el plato hacia él.
El pequeño lo observó fijamente, no dijo nada, pero su mano se movió con rápidez, arrebatando una de las galletas.
Satoru sonrió, recargandose en el hombro de Suguru.
—No hablas mucho, ¿Verdad?
Megumi se tensó mientras masticaba la galleta, no se fue, pero pareció avergonzado.
Satoru extendió la mano, poniendola con cuidado en el cabello del niño.
—No hay problema —le susurró— no necesitas hablar si no quieres, toma tu tiempo.
Manami los miró fijamente, esperando una reacción negativa de Megumi.
Y aunque el pequeño se apartó del toque de Satoru, no salió corriendo, ni los insulto.
Se quedó en su lugar, escuchando como Satoru hablaba demasiado y Suguru completaba sus frases vagas.
Reconocía a una familia cuando la veía.
Y aunque faltaba mucho progreso, que Megumi se quedará era un avance para una posible mejor vida.
Al lado de unos padres que lo amarán.
#geto suguru#gojo satoru#suguru geto#satoru gojo#sugusato#gego#sgst#夏五#suguru x satoru#fanfic en español#jujutsu kaisen#jjk#oneshot#parte 1
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XV - Mitad-Mitad
Suguru creció escuchando las historias de sus padres y abuelos.
Él era la nueva generación de un grupo reducido de gente, una parte especial, una parte que aún tenía poderes.
Y su deber era cuidar a las personas de seres sobrenaturales que se escondían entre ellos, listos para atacar.
Mounstruos, vampiros, hombres lobo, fantasmas, todo.
Ellos eran los que debían cuidar a las personas, matando a todo aquel que fuera encontra de lo 'normal'.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Lo supo desde que lo vio.
Era un día caluroso, pero el destacaba como ninguna otra persona o criatura.
Instintivamente, su mano fue hacia su cuchillo de plata, haciendolo girar entre sus dedos mientras se acercaba.
No atacó al instante, no con tanta gente alrededor, debía de ser más cauteloso, pero el esperar confirmó sus sospechas.
Demasiado pálido, nunca comía con ellos sino era jugo de betabel (que era de un rojo demasiado sospechoso), siempre con lentes de sol, incluso en interiores.
Nunca enfermo, nunca lastimado, siempre rápido y con destellos tenebrosos en los ojos cuando se quedaba viendo demasiado tiempo la piel expuesta de alguien.
Se había infiltrado en la facultad, logró acercarse a él, ganarse su confianza. Al menos, al principio, pensó que eso sería util.
¿Pero cuántos meses habían pasado desde eso?
Y lo peor de todo, es que Satoru ni siquiera había sospechado ni un poquito sus verdaderas intenciones, se había mostrado alegre, torpe, risueño, simplemente... Todo lo que le enseñaron que un vampiro no era.
"Deberías comer más, Suguru, no es bueno saltarse comidas".
"Debes dormir mejor".
"¿Por qué no nos saltamos esta clase? Te ves muy estresado?"
"¿Quieres ir a pasear? Dicen que es bueno para concentrarse mejor"
Suguru incluso olvidó por unas semanas que se suponía que debía hacer.
Lo siguió a los paseos, se rió con él, lo acompañó a su cuarto, hizo trabajos con él... Incluso disfruto de su compañía.
Hasta que el maldito jugo de betabel regreso.
Inlcuso con su risa despreocupada o la estupidez que Suguru estaba seguro de que era fingida, no podía ocultar la verdad.
Era un vampiro.
No uno completo, sino un híbrido, pero lo suficientemente listo para evitar que lo detectaran.
Aún así, tenía suficiente sangre de vampiro como para justificar que le encajara una estaca en su pecho.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Aún así, una parte de si mismo se negaba a creer lo que tenía enfrente.
Satoru no parecía una amenaza, la mayor parte del tiempo, claro.
Pero era su trabajo, eran sus creencias.
Lograr matarlo y liberar a las personas de su presencia era la razón por la que había nacido en primer lugar.
—Oye, Suguru —susurró Satoru, dandole un golpecito en la frente— ¿Estás bien?
Suguru al fin levantó la mirada, observando el rostro de Satoru, cubierto con esas molestas gafas de sol.
Aunque era mejor así.
Si no veía sus ojos era más fácil.
—Estoy bien —dijo, aunque su voz salió más tensa de lo que esperaba.
—No te escuchas bien, ¿Quieres ir por un helado al salir de aquí?
Suguru no respondió de inmediato, pero se acercó más, su pulsera de plata acercandose peligrosamente hacia el brazo de Satoru.
—Me encantaría —dijo con una sonrisa, notando como el ceño de Satoru se fruncía cuando la plata le toco el brazo.
Y aunque Suguru sabía que le dolía, Satoru ni siquiera intento apartarse.
—Bien —dijo con una sonrisa— yo pagaré esta vez.
Satoru apartó la mano, riendo con suavidad.
A Suguru no le paso desapercibido como la herida comenzaba a cerrarse ante sus ojos.
Un suspiró tembloroso salió de sus labios cuando Satoru no lo veía.
Lo sabía. No había escapatoria alguna.
Debía matar a Satoru.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
El sabor del helado regreso a su boca cuando apareció frente al departamente de Satoru.
Esa era la noche, no podía esperar más.
Tocó con suavidad la puerta, antes de ser recibido por un Satoru muy sonriente, como siempre.
Tenía una pijama ridícula de Digimon, el cabello despeinado, no tenía sus gafas puestas y tal vez eso justificaba su sonrisa nerviosa.
—¿Vienes por tu chaqueta? —bromeó, haciendo una posee que seguramente vio en una película.
Suguru dio un paso más, haciendo que Satoru se quitará de la puerta y lo dejará pasar.
—No vine por eso.
Podía sentir el cuchillo en su chaqueta, la plata lo quemaba incluso cuando eso no funcionaba en él.
Pero le dolía siquiera pensarlo.
Satoru parpadeó, confundido antes de sonreír y caminar más adentro del apartamento, buscando sus gafas.
—¿Por qué viniste entonces?
'A matarte' pensó Suguru, pero no se atrevió a decirlo.
Porque el cuarto, a pesar de ser oscuro y tener la calefación encendida para que fuera más frio, le resultaba cálido.
Porque Satoru ya le estaba preparando un te de manzanilla, aquel que compraba solo por él.
Porque en el sillón estaba su chaqueta, la que había dejado la última vez que vino.
Porque cada rincón de ese lugar tenía los rastros de lo que, sin querer, le llego a importar.
Porque Satoru se seguía acercando sin miedo.
—¿Me vas a matar? —preguntó con una sonrisa amistosa.
Suguru se quedó callado, sin creer lo que escuchaba.
—¿Cómo?
—Sí, creo que es algo obvio a este punto —Satoru soltó una risita.
—¿Desde...? ¿Desde cuándo lo sabes?
Satoru se levantó de hombros.
—Siempre lo supe, tu cara esta por todos lados.
—¿En todos lados?
Satoru soltó un suspiró.
—O sea, con los vampiros, debemos saber como lucen para no acercarnos a ustedes.
—¿Por qué dejaste qué me acercará entonces? —preguntó, sacando su cuchillo de plata, apuntando hacia Satoru.
El contrario sonrió con suavidad, antes de levantar los hombros y sonreír.
—Porque me gustas, ¿No es obvio?
Suguru frunció el ceño, confundido.
—¿Cómo dices?
—Me gustas. Mucho.
—No... Los vampiros no... No sienten esas cosas.
Satoru levantó los hombros.
—Tal vez es porque soy un híbrido.
Suguru volvió a fruncir el ceño.
—¿Te gustó?
—Sí, tonto, me gustas, no es díficil de entender.
Suguru no respondió al instante, porque no estaba seguro de que decir.
—No se si te gustó también, a veces creo que sí, luego no estoy seguro, ahora tratas de matarme, no sé que pensar.
El cuchillo en su mano le pesó más, no porque fuera de plata, sino porque Satoru estaba ahí, sentado, sin intentar correr, sin asustarse.
No.
Él estaba ahí, sonriendo, feliz, confesando sus sentimientos.
Y él pensaba en matarlo, ¡¿Qué clase de persona era?!
—¿Me vas a matar? —volvió a preguntar, ladeando la cabeza.
Suguru no respondió al instante.
Porque debía hacerlo, pero no quería.
Sabía que debía, pero su mano no se movía.
Era fácil, Satoru no trataba de correr, estaba ahí, cerca de él, solo debía mover su mano.
—Yo... —Suguru tragó saliva— no sé.
Satoru lo miró, sin sonrisa esta vez.
—Si me dejas elegir, por favor, no quiero morir.
Suguru apretó los puños, los trazos de su cuchillo marcandose en su piel.
—No voy a hacerlo —consedió.
—¿Qué vas a hacer entonces? ¿Dejarme ir?
—No... No debería.
Satoru sonrió, acercandose y con cuidado apartando el cuchillo, incluso si eso le quemó la mano.
—Puedes quedarte.
Suguru cerró los ojos, sintiendo el aroma de Satoru.
Era dulce, pero salvaje a la vez.
Humano y vampiro.
Se sentía bien y era prohibido.
—Solo por hoy —susurró, sus manos, con cuidado, rodeando la cintura de Satoru, como si lo fuera a quemar como la plata lo hacia con él.
—Solo por hoy —repitió Satoru, rodeando su cuello con suavidad.
La frente de Suguru se unio con la de él, sus respiraciones, suavemente agitadas se tranquilizaron hasta que se mezclaron.
No necesitaron más palabras, porque lo que sentían no se podía poner en ellas.
Pero con cuidado, sus labios le dijeron al contrario lo único que necesitaban para seguir.
'Quédate'.
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XIV - ¡Demasiado joven para ti!
Recordaba haber estado con Mimiko y Nanako, buscando ropa para bebé.
Estaba emocionado, estaba a tres meses de que Satoru diera a luz a su primer hijo.
Luego, una maldición de grado especial apareció.
Logró apartar a las niñas, pero la maldición le dio en el brazo.
Un destelló y de repente estaba en la escuela de Jujutsu.
Había visitado a Satoru tantas veces en su trabajo que estaba seguro de que no se veía así, estaba más descolorida, más opaca, con menos arreglos.
Se levantó un rápidez, sosteniendo su cabeza cuando escuchó los pasos rápidos de alguien, respiró hondo para disminuir el dolor de su cabeza y estaba a punto de atacar a la ilusión de la maldición cuando lo vio.
Satoru.
No su esposo de 28, no tenía venda en los ojos, ni el cabello levantando, tampoco su uniforme de maestro o su abultado vientre de seis meses. No.
Era un Satoru de dieciséis años.
Con gafas grandes y redondas para su cara, el cabello revuelto como si acabara de despertar, su uniforme mal abotonado y sonreía con todos los dientes.
Suguru se quedó sin aire.
—¿Cuándo creciste tanto? —Satoru le preguntó a Suguru, mirando para arriba.
¡Era tan tierno!
El mayor dio un paso torpe hacia él y sin poder contenerse, lo acercó, acunando su carita con ambas manos.
—¡¿Suguru?! —gritó el adolescente, con las orejas completamente rojas y comenzando a pasarsele hasta las mejillas— ¡¿Qué haces?!
Suguru sonrió, dandole un besito suave en la frente, acunandolo protectoramente contra su pecho, como si tuviera miedo de que se desvaneciera.
—Había olvidado lo adorable que eras, mirate, estas todo rojo. Eres una ternura.
Satoru estaba por decir algo, antes de que otra voz apareciera.
—¡¿Qué demonios te pasa?! —gritó Suguru, el de dieciséis, con su moño aún a medio hacer y el uniforme a medio abotonar— ¡¿Por qué te estás besuqueando a mi novio?!
—¡Te juró que no te estoy engañando! —gritó Satoru, tratando de apartarse del pecho del Suguru mayor— ¡Ni siquiera lo conozco!
—Ay, no digas eso, me rompes el corazón —el Suguru adulto dijo con una risita, dandole un nuevo besito a Satoru, esta vez en la mejilla— soy yo, Suguru.
—¡Pero no mi Suguru! —Satoru se quejó, pero el agarré del Suguru más grande no se aflojó.
Suguru dio un pisotón en el suelo.
—¡Esto debe de ser una maldición! Porque me vistió como un monje viejo.
Geto abrió la boca con ofensa.
—¡¿Cómo me llamaste?!
—¡Viejo! ¡Eres viejo!
—¡Claro que no lo soy! ¡Tengo veintisiete! ¡Eso no es ser viejo!
Satoru soltó una risa nerviosa cuando Geto lo apretó más fuerte.
—¡Ya sueltalo, lo asfixias!
—¡Nunca le haría daño a Satoru!
Y como para aclarar su punto, le beso la coronilla de su cabello.
—¡Deja de besarlo! ¡Soy yo el que hace eso!
—Técnicamente yo también lo hago, soy su esposo —respondió el mayor, tomando con delicadeza la mano de Satoru y besarle los nudillos con delicadeza— tal lindo, ya no te sonrojas tanto, extraño eso.
—Me estás asustando —admitió Satoru cuando Suguru logró arrebatar su cuerpo del de Geto, escondiendose detrás del más joven— pero... ¿Me caso con Suguru?
—Claro —Suguru dijo, no menciono el embarazo, no quería asustar a Satoru.
—¡Aléjate de mi Satoru, anciano! —le gritó Suguru, poniendo una mano en su pecho y tratando de aventarlo— ¡Eres muy raro!
—¿Por qué sería raro? No es que me exite ni nada, solo me causa ternura...
—¡Raro! —volvió a declarar Suguru— ¡Es muy joven para ti! ¡Él es feliz conmigo!
Geto soltó un suspiró, mirando con ternura a su yo joven, que envolvía un brazo alrededor de Satoru adolescente, que aún estaba sonrojado, sin saber bien que hacer.
Su cabeza volvió a doler, dandole a entender que se iría pronto de ahí.
—Cuídalo, ¿Si? —Geto le dijo a su versión más joven— no le hagas daño. Habla con él. No le ocultes cosas.
Suguru frunció el ceño, pero asintió con suavidad.
—No pienso hacerle daño.
Y sin más, como una promesa silenciosa, Geto desapareció.
—Eso fue súper raro.
Suguru asintió, antes de, con un poco de verguenza, presionar sus labios donde había visto a Geto besarlo, como si tratará de besar todos sus rastros.
—Lo fue.
Suguru soltó un suspiró, poniendo sus manos en sus mejillas.
—Lamento si te incomodaste.
—No me incomode... Solo me sorprendí.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Suguru abrió los ojos, observando el cielo.
—Hasta que te despiertas.
Suguru sonrió.
—Oh, ahí esta mi esposo precioso.
Suguru se levantó del piso, acercandose a Satoru.
—¿Te preocupe? —preguntó con suavidad, acariciando el vientre de Satoru.
—Algo, las gemelas llegaron muy alteradas a casa.
Suguru asintió, observando los ojos de Satoru antes de atraerlo y besar su frente.
—Lo siento.
—Te perdono si me das un masaje en los pies, vaya, yo estaba descansando antes de venir aquí.
Suguru sonrió, abrazando a Satoru e invocando a una de sus maldiciones, colocando a Satoru ahí.
—Hecho, todo lo que quieras.
Satoru sonrió.
—Ah... Te amo.
—Yo también te amo. Demasiado.
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XII - Su alteza
Satoru estaba acostumbrado a tener todo lo que quería.
Comida, juguetes, ropa, dulces, todo.
¡Era el príncipe heredero! Claro que podía tenerlo todo con solo un chasquido de dedos.
Pero Suguru parecía ser un verdadero reto.
Su padre lo había contratado y Satoru se daba cuenta porqué.
Suguru no lo miraba, no le hablaba a menos que fuera necesario, no reía de sus chistes y se quedaba quieto como una estatua cuando no lo seguía de cerca.
Pero eso solo hacia que Satoru se interesará más y más.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
El ya se estaba ocultando cuando las conferencias terminaron y Satoru pudo relajarse.
Se dejó caer en su trono, estirandose cual gato mientras se llevaba una mano al cabello para despeinarse.
Una vez un poco más cómodo, finalmente sonrió, observando fijamente a Suguru.
Ataba su largo cabello en una coleta alta, la armadura remarcaba su musculosa figura y la espada se la ataba al rededor de la cintura, una mano cerca, listo para sacarla y atacar de ser necesario.
Era tan guapo que debía de ser ilegal.
—Suguru —tarareó con suavidad— estás muy guapo hoy, ¿Sabes?
Como siempre, silencio.
—Vamos, no va a entrar alguien a matarme, puedes responderme.
Pero Suguru no lo hizo, ni siquiera parpadeó más de lo debido.
—Me gustas mucho, Suguru —Satoru le dijo con la voz más suave que pudo lograr.
Suguru siguío de pie, firme, cada músculo alerta, aunque... Sus orejas se tiñeron, apenas, de un suave rojo.
Satoru lo notó, claro que lo notó, notaba incluso cuando Suguru despuntaba su cabello.
El albino sonrió, saltando de su lugar y acercandose, atrapando las mejillas de Suguru en sus manos.
—¿Te sonrojaste?—preguntó con una sonrisa divertida— empezaba a creer que eras inmune a mis encantos.
—Estoy aquí para protegerlo, alteza, no para dejarme provocar.
Satoru rodó los ojos, zarandeando la cabeza de Suguru.
—¿Cómo sabré si te gusto si no reaccionas? —se quejó, antes de apartar a Suguru— es muy aburrido si no sé que te gustó.
Suguru apretó la mandibula, apenas, pero no dijo nada.
—Vamos, ¿Qué tal una sonrisa por mi grandioso esfuerzo? Apuesto que tu sonrisa es muy linda.
Suguru sabía que lo tenía prohibido, sabía que el rey se lo había dicho inumerables veces, pero no pudo evitarlo, las comisuras de sus labios se elevaron, solo por unos segundos.
El rostro de Satoru se iluminó, riendo con fuerza.
—¡Lo sabía! ¡Estás completamente enamorado de mi!
Suguru suspiró, por primera vez, observando a Satoru fijamente.
Tenía aretes de oro puro que tintineabancada vez que movía la cabeza, una sonrisa que iluminaba toda la habitación y su cabello se movía con libertad ahora que no lo tenía peinado.
Satoru sonrió, dando un salto y sin más, cayendo en los brazos de Suguru, que tardó un segundo en estabilizarse.
—¡Alteza! —se quejó Suguru, sosteniendo a Satoru contra su pecho para evitar que se cayera en el piso.
El rey lo mataría si Satoru tenía un solo rasguño.
—Se puede caer si salta así.
Satoru se elevó de hombros.
—Estás para atraparme, ¿No es ese tu trabajo?
Suguru asintió un pcoo.
—Lo es, pero es... Fue inesperado, pudo haberse caído y lastimarse.
—Nah —Satoru dijo, sonriendo y abrazando un poco más fuerte el cuello de Suguru— tu me cuidas, confió en ti.
Un silencio de pocos segundos.
Entonces, Suguru se movió, presionando a Satoru un poco más cerca, sus cuerpos rozandose entre si.
Satoru dejó de sonreír, solo un poco, sintiendo el nerviosismo crecer en su cuerpo.
Pero Suguru solo de inclinó sobre él, su voz más baja, más suave, casi como si fuera un secreto.
—¿Y recibó algo a cambio, mi alteza?
El príncipe parpadeó, casi confundido por unos pocos segundos, pero la sonrisa no tardo en regresar, más suave.
—¿Un beso te parece justo?
Suguru se quedó callado, dudando un poco ante la sugerencia.
—¿Te asustá que te guste si lo hago? —Satoru le susurró, alzando una ceja y sonriendo en fingida inocencia.
—No realmente —le respondió con suavidad— solo pensaba que el rey me cortará la cabeza si se enterá que bese a su hijo.
Satoru estaba por decir algo, pero Suguru no le dio tiempo, lo acercó y unió sus labios a con los de él en un beso que no fue casto, ni suave.
Sino fuerte, firme y lleno de añoranza, uno que por un momento le pareció demasiado a Satoru.
Nunca, nadie, se había atrevido a besarlo de tal forma.
Y para cuando se separaron, Suguru sonrió al ver las sonrojadas mejillas de Satoru, sus labios entreabiertos y la diminuta sonrisa que bailaba en ellos
—Pensé que no ibas a evitar tu protocolo nunca.
Suguru sonrió, poniendo a Satoru de regreso en el piso, con cuidado, levemente.
—No pude evitarlo si estás tan cerca de mi.
Satoru sonrió.
—¿Entonces no piensas renunciar?
—No —Suguru lo miró fijamente— le pertenezco, ¿Recuerda, alteza?
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"XIII - La novia de Suguru"
Suguru estaba diferente desde que fue de viaje a Kioto para visitar a su abuela.
Parecía más alegre, más vivaz y también mucho más pegado a su celular que de costumbre.
No de una forma obsesiva, porque seguía llegando temprano a clase, ni se distraía en esta, ni siquier había bajado una decima en sus notas.
Solo era raro durante el almuerzo y a la salida.
Antes, apenas y usaba su celular para llamar a su casa y avisar que regresaría tarde o temprano, cuando no lo necesitaba, estaba completamente descargado y lleno de notificaciones sin leer en el fondo de su mochila.
Pero ahora, Suguru mantenía una sonrisa tonta en su rostro, tecleaba con rapidez mientras reía, como si no pudiera esperar a responder lo que sea que le hayan enviado.
A veces, ni siquiera les ponía atención.
Justo cómo ahora.
—¿Con quién hablas? —le preguntó Shoko.
Suguru ni siquiera se molesto en contestar.
—Geto —Nanami lo llamó, tampoco recibió respuesta.
—Geto-san —fue el momento de Haibara de intentarlo, pero igual, sin nada.
Suguru seguía ahí, sonriendo como baboso y tecleando en su celular.
Shoko entrecerró los ojos, antes de bufar.
—Ah, ya se que pasa aquí.
—¿Qué? —preguntó Haibara, sin entender.
—Está enamorado —declaró, sacando la paleta de su boca, ya que no podía tener cigarrillos dentro de la institución.
—¿Qué? —Nanami dijo, levantando la vista de su almuerzo, casi sin creer lo que escuchaba.
—Claro que sí, solo miralo, nunca había sonreído así —Shoko soltó un suspiró— seguramente consiguió novia cuando fue a Kioto.
Haibara abrió la boca, emocionado, casi sin creerlo.
—Vaya, Geto-san no parecía de los que tenían novia.
Nanami parecía algo confundido aún, pero la carcajada de Suguru que llegó después de unos segundos de silencio se lo confirmo.
—Sí, creo que tiene sentido.
—¿Será linda? —preguntó Haibara nuevamente.
—Claro que es linda —Shoko dijo con suavidad, partiendo la paleta con los dientes— Solo mira la cara de baboso que sigue teniendo, no se como lleva así más de diez minutos, ¿No le doleran las mejillas?
Kento suspiró.
—¿No creen que están exagerando?
Haibara solo suspiró
—Es raro ver a Geto-san así.
—¡Suguru! —gritó Shoko, recibiendo una mala mirada del nombrado.
Pero al menos ahora había levantado la cabeza.
Suguru frunció el ceño, molesto por la repentina interrumpción.
—¿Qué?
—¿Estás hablando con tu novia?
El ceño fruncido de Suguru desapareció por un instante, antes de que una sonrisa se le escapará.
—¿Qué? No, no tengo novia.
—No lo niegue, Geto-san —Haibara dijo después de darle una mordida a su sandwich— hemos notado las señales.
—¡Confiesa! —gritó Shoko, apuntandole con el palo de su paleta— ¿Qué tan linda es? ¿Es amable? Del uno al diez... ¿Es un 'me muero si me deja'?
Suguru negó con la cabeza, suspirando y volviendo su vista a su celular, tecleando una respuesta.
—No les diré nada.
Pero eso fue lo peor que les pudo decir, porque incluso Nanami comenzó a hacer preguntas.
—¿La conosiste en Kioto?
—¿O no se conocen en persona?
—¿Se conocieron por MySpace?
—¿Te ha dicho que te ama?
—¿Se han besado?
—¿La vamos a conocer alguna vez?
Pero ante tantas negativas por parte de Suguru, Haibara tomo una desición extrema para una situación extrema: Robo el celular de Suguru.
—¿Alguien sabe por qué Geto-san no le pone contraseña a su celular?
Shoko soltó un bufido divertido, arrevatando el aparato a Haibara y entrando a los mensajes.
—Sólo le daremos una ojeadita —Shoko susurró, la única conversación que no tenía mensajes sin leer era la primera 'Satoru'.
—¿Satoru? —preguntó Nanami— ¿Quién es?
Shoko hizo una pausa, antes de abrir la conversación, le sonaba el nombre, pero no estaba segura.
Había demasiados mensajes.
"Dormiste bien?"
"Soñé contigo"
"Te extraño, ¿Vas a venir este fin de semana? O mejor, ¡Yo voy a tu casa!
Shoko frunció un poco más el ceño, cerrando los mensajes y entrando a la galería.
Que estaba repleta de un montón de fotos de alguien.
Era un chico de cabello blanco, despinado, con gafas incluso dentro de la casa, ojos azules en algunas de las fotos adornaban el primer plano.
Parecía que Suguru había estado muy ocupado en Kioto.
Satoru aparecía sonriendo, dormido, jugando, con flores, con filtros tontos, en la feria, en el parque, en el que Shoko suponía, era su cuarto.
—¿Es un chico? —preguntó Haibara.
—Con razón siempre decía que no tenía novia —dijo Nanami— es porque tiene novio.
Haibara se atraganto, como si acabará de darse cuenta.
—¿Ese es mi celular?
Los tres saltaron en su lugar, Shoko con rapidez trató de esconder el celular, sin éxito.
—Geto-san —dijo Haibara— tiene novio, eso es... Ineseperado.
Suguru maldijo en voz baja, arrebatando el celular de las manos de Shoko.
—¡O sea! —Yu trató de aclarar con rapidez— ¡No es que me moleste! ¡A nadie aquí! Que tengas novio es... ¡Genail! ¡Sí, eso!
Nanami suspiró, antes de asentir.
—No es que a nadie le molete, Geto-san —dijo con suavidad.
—Solo nos sorprendimos —aclaró Shoko.
—¿Suguru?
El nombrado saltó ante la repentina voz, levantando el celular, había una llamado en curso con Satoru.
Seguramente empezó cuando Shoko intento ocultar el celular.
—Hola, Satoru.
—¿Sucede algo? Nunca me llamas a esta hora.
—Todo bien, ¿Escuchaste lo qué paso?
—No realmente.
—¡Gojo! —una nueva voz se escuchó en la llamada, incluso cuando no estaba en altavoz— ¡No se usa el celular en mi clase!
Suguru sonrió con suavidad.
—Perdón por meterte en problemas.
Satoru rió, aunque se escuchaba que estaba corriendo.
—¡No te precupes, vida mía! ¡Tienen que atraparme primero!
—¿Eso no te metera en problemas?
—¡Seguramente!
Suguru sonrió, dandose la vuelta, ignorando las ahora disculpas que sus amigos le daban.
—Pero si estás en detención no podremos hablar durante los siguientes recesos.
Satoru jadeó, deteniendo su carrera antes de seguir corriendo.
—Nah, le llamaré a mi padre para que haga una donación, no lo quieren hacer enojar.
Suguru rodó los ojos.
—Niño mimado.
—¡Uso mis privilegios para ser un novio genial!
Suguru sonrió otra vez.
—Ya eres un novio genial.
—Eso ya lo sé.
—¿Entonces vienes tu este fin de semana?
Satoru asintió, incluso si Suguru no lo podía ver.
—Creo que es mi turno, te estás quedando más pobre con tanto viaje de aquí para allá.
Suguru soltó una risita.
—Vaya, ¿Esa es tu forma de decirme que me amas?
—Claro —Satoru dijo, antes de que se escuchará un tlaqueó— ¡Por dios, Suguru! ¡Me tienen! ¡Llama a mi padre! ¡Cuenta mi historia!
Satoru gritó, alargando la última letra mientras Suguru escuchaba como el regaño comenzaba.
Colgó la llamada luego de unos segundos, después de todo, debía llamarle a su suegro para que sacará a su novio de esa.
#geto suguru#gojo satoru#suguru geto#satoru gojo#sugusato#gego#sgst#夏五#suguru x satoru#fanfic en español#jujutsu kaisen#jjk#oneshot
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Duelo
Suguru Geto había muerto.
Y al mundo parecía no importarle.
El viento seguía su curso, el sol salió a iluminar Tokio, las personas caminaban, hablaban, reían.
A nadie parecía importarle.
Solo a él.
A alguien que ni siquiera podía permitirse llorarle con libertad.
Se miró al espejo, observando su rostro, más pálido, sus ojos más profundos, sin brillo.
Trató de llorar, porque se suponía que de esa manera se expresaba la tristeza, pero solo logró que su pecho doliera.
Las lágrimas no salieron, solamente temblaron sus manos.
Se recostó con suavidad en el piso, abrazando sus piernas y permitiendo que los recuerdos lo inundarán.
Pero no veía los últimos momentos de Suguru, no, solamente aquellos de cuando estuvieron juntos en la preparatoria.
Las risas, los abrazos, los retos, cuando sus manos estaban juntos.
La sonrisa de Suguru era la que más se repetía en su mente.
Cálida, suave, para él.
Una sonrisa triste se formo en sus labios, pero no tenía ganas de llorar, solo lograba sentir como su pecho se oprimía cada vez más en su pecho.
Era triste, o más bien, era desgarrador recordar a Suguru.
Pero no podía llorar.
No porque no quisiera, no porque no lo quisiera.
Solamente porque recordaba aquello que era feliz, aquello que compartieron juntos.
Su vida cambiaría, el mundo seguiría su curso.
Y el mundo olvidaría lo que Suguru alguna vez fue.
Excepto él. Él nunca podría olvidarlo.
Porque lo amaba. Lo amaba tanto que dolía. Lo amaba tanto que no podía llorar.
Lo amaba tanto que no importaba cuanto o qué pasará, cada uno de sus días, Satoru lo recordaría.
(...)
Para Avellana, quién me sacó sonrisas, me hizo enojar y me dejo mucho antes de lo que debía. Te quiero mucho, bonita, te extrañaré y un día nos volveremos a ver e iremos a correr juntos como nos gustaba hacer.
#geto suguru#gojo satoru#satoru gojo#suguru geto#sugusato#gego#sgst#夏五#suguru x satoru#fanfic en español#jujutsu kaisen#drabble#jjk
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XI - Pelo de gato
Nadie le dijo que tener un híbrido de pareja sería caótico.
Había visto varios híbridos a lo largo de su vida, algunos fueron sus compañeros de clase, de trabajo o simplemente fente que veía en la calle.
Parecían, claro, como cualquier otra persona.
Pero cuando conocío a Satoru quedó inevitablemente flechado.
Era gracioso, alto, cuatro centimetros más alto que él, orejas largas, cola afelpada e inquieta.
El albino fue el primero en acercarse, en coquetear con él.
Al principio Suguru no supo como reaccionar, pero apenas Satoru lo beso, sus dudas se disiparon por completo.
Y cuando cumplieron dos años de novios, dieron el siguiente paso: Se mudaron juntos.
Suguru estaba enamorado de Satoru, enserio que sí, pero no esperaba el caos que provocaría cuando compartiran casa.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Satoru siempre había sido muy cuidadoso con no soltar pelo en el apartamento de Suguru, y si lo llegaba a hacer, lo limpiaba sin problemas.
Pues ahora que vivían juntos, no era el caso.
Satoru parecía bastante dedicado a dejar su pelo suelto. En. Todas. Partes.
Suguru observó como su ropa, que acababa de lavar y planchar ese mismo día, estaba arrugada en la cama, como si algo (o alguien) le hubiera pasado por encima.
—Mira esto —gruñó Suguru con irritación, sosteniendo en alto una de sus camisetas negras para que Satoru la viera.
Estaba tan cubierta de pelo blanco que podía, con facilidad, tejer un mini Satoru.
Satoru ladeó la cabeza, tratando de ver el problema mientras insoeccionaba la ropa.
—Esta arrugada —afirmó.
Suguru respiró hondo para evitar agarrar agua y arrojarla sobre Satoru.
—Era mi ropa limpia —continuó Suguru, agitando ahora sus pantalones, luego una bufanda, luego hasta sus calcetines, tratando de quitar el pelo.
Sin exito.
—¿Me explicas por qué hiciste de mi ropa doblada y planchada tu cama personal?
—Olía a ti —respondió Satoru, levantando los hombros y sonriendo.
¡Sonriendo!
Suguru entrecerró los ojos, respirando hondo para decir algo que pudiera lastimar los sentimientos de Satoru.
Era ropa.
Solo era ropa.
Que lavó y plancho por más de dos horas.
No había porque enojarse.
Satoru lo miró, sin decir nada por algunos segundos, pero sus orejas bajaron con suavidad y su cola se detuvo, cosa que casi nunca pasaba con Suguru cerca.
—¿Te arrepientes de venir a vivir conmigo?
—No.
La respuesta fue tan rápida que el alivio recorrió a Satoru instantáneamente.
—Lo lamentó —le susurró, frotando su cabeza contra su hombro, ronroneando bajito.
Y llenando con más pelo la camisa de Suguru.
—¿Y si te dejo cepillarme? —ofreció con suavidad, tanteando terreno.
—Eso no arregla nada.
—Pero te gusta cepillarme —le recordó con una pequeña sonrisa, ladeando la cabeza y usando ese tono que lo había sacado de problemas más graves antes, como cuando rompió el florero favorito de Suguru y el respaldo de la cama el mismo día.
En el fondo, sabía que no era su tono de voz o sus grandes ojos lo que lo salvaba de todos los "problemas".
Simplemente Suguru lo amaba demasiado como para enojarse con él.
—Esta bien, pero cocinaras toda la semana.
—¡Trato!
—Y con red en las orejas y la cola escondida, no quiero pelo en mi comida.
Satoru dio un saltó, jadeando ofendido.
—¡No puedes ponerle una red a mis orejas! ¡Sería un crimen!
Suguru negó con la cabeza, no estaba dispuesto a ceder.
—Solo así.
El albino rodó los ojos, dejándose caer en el sillón cuando Suguru encontró el cepillo. Levantó con cuidado las orejas, cerrando los ojos.
—Esta bien, con red y todo —Satoru finalmente le susurró, recibiendo un asentimiento por parte de Suguru.
El contrario asintió, satisfecho mientras quitaba la primera capa de pelo caído de la oreja derecha de Satoru.
Satoru sonrió apenas, acercandose más y ronroneando con tal intensidad que Suguru sentía las vibraciones con suavidad sobre él.
Verlo ahí, ronroneando, mientras lo peinaba y su novio sonreía le puso cálido el corazón.
Verdaderamente amaba a Satoru.
Con pelo suelto y todo.
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IX - Yukata
Se desvía del canon.
Amanai era quién había insistido en ir. El verano en Tokio era caluroso, húmedo y demasiado agobiante para seguir encerrados en casa, así que, a pesar de los riesgos que podía traer, decidieron salir a un festival de verano.
Suguru no era el más de la idea, odiaba las aglomeraciones, pero cuando los ojos, tan azules y brillantes de Satoru y Amanai lo vieron... Comenzó a ceder.
—Es peligroso —dijo, debía de ser la voz de la razón.
—Buuu —Satoru respondió, rodando los ojos— nadie nos va a ver.
—Shoko podría estar, MeiMei, Utahime...
Satoru rodó los ojos, pasando su brazos por los hombros de Amanai.
—Vamos, niña, sabiamos que Suguru era un aburrido.
Suguru resopló, observando como su novio y Amanai se dejaban caer en el piso en forma drámatica.
—¿En serio? —preguntó con una ceja levantada.
Pero ellos ya no respondieron, solo se quedaron en el piso.
—Satoru... Amanai.
Soltó un suspiró, bajando la cabeza y frotando su nuca.
Sabía que era riesgoso, habían huido de la escuela hacia ya casi un año, con todo y Amanai, los altos mandos... Bueno, no estaban felices con ellos.
Pero también sabía que no podían seguir de posada en posada sin salir a ningún lado. Eso no era vida.
—Bien —les dijo con suavidad, haciendo que los dos levantaran la cabeza del piso con rapidez, haciendolo sonreír— pero solo un rato.
Amanai corrió a su cuarto, comenzando a buscar entre su ropa algo que le quedará decente.
Por su lado, Satoru se acercó a Suguru, pasando sus brazos por el cuello de su novio.
—Por un momento temí que te hubieras vuelto aburrido.
Suguru sonrió, poniendo sus manos en las caderas de Satoru.
—Solo me preocupo, cariño.
—Somos los más fuertes, Suguru, estaremos bien.
Satoru sonrió, antes de estirarse en los brazos de Suguru, quién lo abrazó más fuerte.
—Tienes razón, pero aún me preocupa.
—Mientras estemos juntos —Satoru le susurró, acercando su rostro a sus labios— todo estará bien.
Suguru sonrió, regresando el beso a su novio, antes de volver a escuchar pasos.
—Ew —dijo Amanai, arrugando la nariz al verlos besarse.
—Niña malcriada —Satoru le respondió, corriendo detrás de la adolescente, quién se carcajeó y comenzó a correr.
—No seas... —Suguru comenzó, pero era tarde, Satoru ya había atrapado a Amanai y le jalaba el cabello— da igual.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Satoru se arrodillo detrás de Amanai, cepillando con cuidado su cabello, que había terminado completamente anudado.
—Llegaremos tarde por tu culpa.
—Tu eres la niña de la casa, no me culpes.
—Ni siquiera eres tan mayor.
—Claro que no —Satoru batió su propio cabello corto con una sonrisa— soy muy joven.
Amanai bufó.
—Tampoco te emociones.
—Ey, ¿Qué quieres decir con eso? —Satoru se quejó, tirando con más fuerza del cabello de Amanai.
—¡Au! ¡Suguru! ¡Mira a tu novio!
—¡Soy mayor que Suguru! ¡No puedes acusarme con él!
—¡Pues es más responsable que tú!
Satoru terminó la trenza en el cabello de la niña, antes de suspirar y revolver su copete.
—Listo, niña.
Amanai se miró al espejo, antes de sonreír.
—Gracias.
Satoru miró a Amanai correr con Suguru, mostrandole su trenza antes de regresar a su cuarto, para darse los últimos detalles.
—Hicisite una trenza muy bonita.
El albino miró a Suguru, sonriendo con suavidad.
—Gracias, ¿Quieres que te peine a ti también?
—Ya lo hice.
Satoru miró fijamente el "peinado" que Suguru se había hecho, antes de negar con la cabeza.
—No permitiré que mi novio salga con tal peinado a un festival, sientate, te ayudó.
Suguru soltó una risita, pero lo hizo caso, dejando que los dedos de Satoru pasaran con suavidad por su cabello.
—¿Por qué a él no le estiras el cabello? —Amanai preguntó bajito, como si no quisiera desconsentrar a Satoru.
—Porque a él sí lo quiero.
—¡Suguru! ¡Dile algo!
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
El festival estaba lleno de puestos ambulantes, puestos de comida y varios juegos, Amanai parecía estar rebosante de felicidad, corriendo por todos lados mientras esperaba que Satoru y Suguru regresaran.
Ellos no tenían yukatas a la mano, pues todas sus pertenencias se habían quedado en la escuela de tokio, o en sus casas, no cargaban mucho realmente, solo compraban lo necesario.
Amanai miró fijamente a Satoru, luego, con cuidado, observó su vestimenta.
—Fue lo más rápido que pude conseguir —mintió.
Suguru sonrió detrás de él, rodeando su cintura con sus brazos.
—No es cierto, le gustó y se lo compró.
Satoru cruzó sus brazos contra su pecho, mirando su ropa.
—Nadie me puede negar lo increíble que me veo.
Suguru no lo podía negar.
Realmente lo podía.
Su cabello estaba peinado, solo un poco, pero era lo necesario para resaltar más, ese brillo labial de durazno que le gustaba y hacia resaltar sus labios.
Y su yukata.
Vaya.
Era azul claro, con un patrón de nubes adornando toda la tela, su obi envolvía su figura, que era más marcada gracias al entrenamiento, el moño adornaba su espalda.
No se veía femenino solo por tener una yukata femenina, no, se veía... Bueno, muy Satoru.
Y Satoru siempre brillaba al ser él mismo.
—Se te van a meter las moscas —Satoru le dijo con una risita a Suguru, sosteniendo su barbilla y plantando un labio pequeñito en sus labios, que estaban entreabiertos.
Suguru sonrió, pasando su brazo por la cintura de Satoru.
—¿Vamos?
—Por supuesto.
Amanai levantó una de sus cejas, cruzando sus brazos.
—Son tan tontos.
Satoru ni siquiera le contesto, estaba ocupado manchando los labios de su novio con labial.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Estaban cansados.
Habían corrido por toda la feria unas seis veces, comiendo todo lo que encontraban, jugando todo lo que podían y esquivando a los que alguna vez fueron sus compañeros.
Ahí estaban todos, Haibara, Nanami, Shoko, MeiMei y Utahime.
No querían que se volviera una situación incómoda, así que solo los evitaron.
Amanai se sentía mal al saber que, en teoría, era su culpa que ya no pudieran hablar con ellos.
Pero sus "padres", como Satoru los había registrado en la posada (aunque seguramente, los encargados lo tomaron como broma de adolescentes), se veían felices, caminando uno al lado del otro, sonriendo, riendo y siendo cursis.
Le gustaba verlos así, a su ahora pequeña familia.
Pronto se irían de Japón y podrían vivir sin tener que ocultarse, tal vez ellos volverían a hacer amigos.
No estaba segura.
Pero viéndolos ahí, besando al otro debajo de los últimos fuegos artificiales, lo supo.
Sin importar en donde, mientras estuvieran juntos, todo estaría bien.
Porque de eso se trataba ser una familia.
—¡Vamos, dejen de ser asquerosos! —interrumpió cuando Suguru pasos sus manos hacia dentro de la yukata de Satoru.
—Oh, por dios, ¡La niña! —Satoru dijo, fingiendo cubrir lo que ni siquiera se veía y soltando el gritó más agudo que pudo lograr, haciendo reír a Suguru y Amanai.
#geto suguru#gojo satoru#satoru gojo#suguru geto#sugusato#gego#sgst#夏五#suguru x satoru#fanfic en español#jujutsu kaisen#jjk#oneshot#riko amanai
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VIII - Mi esposa
AU sin maldiciones. Drabble.
Por la empresa corría un gran rumor, uno que a todos sorprendió.
Suguru Geto, el CEO de la empresa, el más amable, aquel que era tan codiciado entre las mujeres... Estaba casado.
—¿Es cierto? —le preguntó Shoko después de que terminaron una reunión.
Suguru levantó la mirada de sus papeles.
—¿Qué?
—Escuché que se mudaron juntos.
Suguru frunció el ceño.
—¿Quién?
—Y que cocina para ti, además de que decora tus bentos —añadió Haibara, sonriendo.
Suguru sonrió, esos rumores no le molestaban en absoluto, más bien le divertía como todos estaban tan interesados en confirmarlo.
—Oh —dijo Suguru, sonriendo.
—No es 'alguien' —les aclaró en tono tranquilo—. Es mi esposa.
Haibara, Shoko y Nanami giraron su cabeza hacia él, con expresiones de sorpresa en sus rostros.
Shoko entrecerró los ojos.
—¿Te casaste y no nos invitaste?
—No es realmente un matrimonio —Suguru dijo, soltando un suspiró— es más bien simbolico que otra cosa, aún no podemos hacerlo formal... O legal.
Nanami ladeó la cabeza.
—De igual forma, no tenía idea de que salias con alguien.
Suguru asintió, sonriendo nuevamente.
—Sí, y realmente me hace muy feliz.
—¿No dijiste que las relaciones eran una trampa social?
Suguru soltó una risita, antes de meter la mano en el bolsillo de su traje, sacando una foto que aliso con cuidado, parecía algo gastada, pero bien cuidada.
—Este de aquí —dijo, con una sonrisa tan grande que ellos nunca habían visto— Es mi esposa.
En la fotografía, Satoru aparecía con el cabello despeinado, los lentes apenas torcidos sobre su nariz, dejando ver sus ojos, que se arrugaban con suavidad ante su sonrisa.
Shoko observó la fotografía, luego miró a Suguru.
—¿No iba con nosotros en la preparatoria?
Suguru asintió.
—Me reencontré con él hace poco, lo intentamos y... Ahora vivimos juntos, él trabaja desde la casa, insiste en hacer mi almuerzo, por eso los bentos decorados.
—¿Entonces no lo obligaste?
—¿A vivir juntos? Claro que no, fue su idea... También fue su idea que le llamará 'mi esposa'.
Haibara sonrió.
—No pareces muy disgustado por eso.
—Claro que no, le brilla la cara cuando le digo así —Suguru soltó una risita.
Nanami entrecerró los ojos, soltando un suspiró al ver a Suguru sacar su cartera.
Suguru sacó otra imagen, esta vez era de Satoru dormido en el sillón, con un gato tricolor en el pecho y una manta enorme en las piernas, el cabello aún más desordenado que de costumbre y la boca entrabiera.
La sonrisa de Suguru se volvió más suave, acariciando con suavidad la fotografía.
—Y está es cuando se duerme en el sofá para esperarme, me daja espacio por si llegó tarde, PomPom, nuestra gatita, se duerme con él.
Nadie dijo nada por un buen rato, porque Suguru comenzó una reunión impovisada para presumir todas las fotos que tenía de Satoru, incluso sacando de su maletín, de su bento y de su camisa.
Shoko encendió uno de sus cigarrillos, antes de murmurar.
—Este idiota está enamorado hasta los huesos.
Nanami bostezó, entrecerrando los ojos.
—Me tuve que ir cuando pude.
—Vamos, Nanami —Haibara le dijo con suavidad— Higuruma y tú...
—No me compares con este idiota.
Yu sonrió, rodando los ojos antes de asentir y seguir viendo como Suguru decía anecdotas de cada una de las fotografías de Satoru.
Luego de una hora y media, Suguru soltó un suspiró, tomando todas las fotos para guardarlas con cuidado, luego se estiró, observando por la ventana de la oficina, el sol ya comenzaba a bajar, pintando las nubes de naranja.
—Me debo ir —anunció, levantandose— quiero cenar con él.
Nanami se levantó de golpé.
—Al fin.
Suguru ni siquiera le puso atención, siguió observando la primera foto que sostenía, antes de meterla en el bolsillo de su camisa, cerca de su corazón.
—Hasta mañana.
#geto suguru#gojo satoru#satoru gojo#suguru geto#sugusato#gego#sgst#夏五#suguru x satoru#jjk#drabble#jujutsu kaisen#fanfic en español
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VII - Tratando de recordar (Parte 2 de 3)
Parte 1: https://www.tumblr.com/myoneand1/788722035575635968/vi-accidente-parte-1-de-3?source=share
—Soy... —Suguru tragó saliva, respirando hondo— soy Suguru.
El albino ladeó la cabeza, como si pensará en el nombre por algunos segundos.
—Lo lamento —se disculpó, sin saber bien porque— me parece que no te conozco.
Las enfermeras giraron la cabeza hacia Suguru, pero él solo sonrió con suavidad.
—¿Te duele algo?
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
El alfa médica llegó dos semanas después, cuando confirmaron que Satoru estaba bien.
Teóricamente.
Sus costillas aún no sanaban, aún presentaba migrañas, pero estaba bien para irse a casa.
Las instrucciones eran estrcitas, medicamentos a horas específicas y Suguru, por nada del mundo, debía forzarlo a tratar de recordar.
—Los recuerdos pueden o no regresar con el tiempo —Shoko le confirmó, soltando un suspiro pesado, Satoru estaba ahí, dormido en su camilla y Suguru, como siempre que descansaba, se permitía verse como se sentía: Destrozado.
—Ya van dos semanas así...
Shoko asintió.
—Sí... La amnesia puede durar días, semanas, meses o...
Suguru bajo la cabeza, observando las puntas de su cabello, estaban abiertas, su cabello estaba grasoso, ¿Hacía cuánto ni siquiera se permitía una ducha decente?
—Ser permanente —terminó él mismo, soltando un suspiro.
Shoko asintió, extendiendo la mano, pero terminó por bajarla.
Ella había estado en la preparatoria al lado de esos dos, los había visto en citas, los acogió cuando sus familias los corrieron de sus casas. También estuvo en su boda.
Y aún así, saber que su amigo había olvidado todo eso... No se compraba con lo que Suguru sentía.
—¿Quieres qué los llevé?
Suguru negó con la cabeza, observando como Satoru despertaba.
—Lo llevaré yo.
Suguru firmó los papeles mientras Shoko acompañaba a Satoru al auto.
No le pidió estimaciones al doctor.
No suplicó soluciones mágicas, porque sabía que no las había.
Solo escucho, asintió y firmó cuánto papel le pusieron enfrente.
Se volvió a sentir como cuando le contaron sobre el accidente: en piloto automático.
Shoko le dio un leve abrazo antes de irse, le sonrió a Satoru y Suguru se volvió a quedar solo.
—¿Listo para volver a casa? —preguntó, quería decir nuestra, como siempre había sido, pero su voz salió robótica, ni siquiera estaba seguro de que fuera la suya.
Satoru levantó los hombros.
—Supongo.
Su mirada estaba fija en la ventana del auto, viendo cada cosa cómo si le pareciera familiares, sin saber el por qué.
Suguru si los reconocía.
Era el callejón al que Satoru lo arrastró para confesarle que le gustaba.
Era el parque dónde se dieron su primer beso.
Era el restaurante dónde tuvieron una cita.
El motel dónde tuvieron su primera noche juntos, el puente donde encontraron un gatito, la fuente donde Satoru resbaló al pedir un deseo, la tienda donde Suguru compraba los helados de Satoru, la florería donde se compraban flores...
La cuidad estaba llena de recuerdos, de sus recuerdos.
Pero esos recuerdos ya no le pertenecían a Satoru.
Porque ahora miraba la cuidad con aburrimiento, ya no significaba nada para él.
Tampoco lo miraba a él.
No le llamaba por su nombre, ni le respondía si no era necesario.
Satoru estaba, pero su esposo no.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Satoru miró fijamente la casa, el portón negro, el buzón con la firma de ambos, el gran jardín, aunque ahora estaba un poco seco.
La casa era de dos pisos, llena de plantas, libros y de color azul con toques de morado en algunas paredes.
Satoru miro a los lados, antes de mirar a Suguru, como pidiéndole explicaciones.
—Nos gustan las plantas —dijo con simpleza, levantando los hombros.
Pero fue suficiente para el albino, quién asintió, caminando hasta él patio trasero, donde vio un árbol grande, seguido de otros siete, cada vez más pequeños.
Satoru los miro, se acercó y trazo con la punta de sus dedos las inscripciones ahí.
—¿Los reconoces? —preguntó Suguru.
Satoru duro unos segundos sin responder, antes de negar con la cabeza.
—No.
Suguru asintió.
—¿Qué significan?
—Tu y yo plantamos uno por cada aniversario —Suguru le explicó, acercándose y poniendo la mano en el S + S del árbol más grande, aquel que retocaban cada tanto, pues se borraban con el paso de los años.
Soltó un suspiró y sonrió con suavidad.
—Fue tu idea, las inscripciones la mía.
Satoru volvió a contar los árboles, antes de mirar a Suguru nuevamente.
—Llevan mucho tiempo aquí.
—Nos casamos jóvenes —Suguru dijo con suavidad— a los veinte, siete aniversarios juntos. Cómo casados, claro.
—¿Desde cuándo te conozco?
—Desdé los quince.
Satoru asintió despacito, antes de frotar su nuca.
—No recuerdo.
Suguru sonrió con cuidado, sin querer mostrarse afectado.
—No hay problema —Suguru respiró hondo— iré a acomodar la habitación, debe de estar algo desordenado, pero tiene su propio baño, vista al jardín y... Supongo que te sentirás mejor ahí.
—¿Y tú?
—Iré a la habitación de invitados —no le quiso decir que era una habitación que usaba como almacen y ni siquiera tenía cama, Satoru no necesitaba saber eso.
—No necesitas hacer eso.
—Pero quiero —Suguru lo tranquilizó al instante.
Satoru no respondió, pareció querer decir otra cosa, pero no lo hizo, solo regresó su mirada por unos segundos, antes de volver a ver al árbol.
Suguru asintió solamente alejándose para dejarlo respirar.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Las primeras noches fueron lentas y muy pesadas, Satoru dormía con la puerta cerrada, se la pasaba ahí la mayor parte del día, sin hablar.
Suguru no preguntaba de más, no lo miraba si no era necesario, aunque queri, solo se limitaba a preparar la comida, dejarle notas para tomar sus pastillas.
Solo eso, porque no era tonto, veía las muecas de Satoru al ver su anillo de bodas, la forma insegura en la que veía a Suguru, como si no procesará que fueran algo.
Y él no lo iba a presionar.
Satoru comía en silencio, tomaba sus pastillas y a veces, solo a veces miraba a Suguru de reojo.
—¿Siempre cocinas tú? —preguntó una mañana, de pronto.
—No. Solemos turnarnos, yo el desayuno, tu el almuerzo, yo la cena y después al revés.
Una pausa, pequeña.
—¿Y yo trabajo en…?
—Eres abogado penal, privado, no sueles tener mucho trabajo, pero te pagan muy bien, trabajas en una firma prestigiosa de Kyoto.
—¿Me gusta?
—Mucho. Tienes tu oficina, está al final de este pasillo, por si gustas ir.
Satoru no respondió.
Solo terminó su desayuno y regreso a su cuarto.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Dos dias después, Suguru encontró a Satoru en la sala, viendo un álbum de fotos. Él había escondido esos en lo más hondo del armario, esperando que Satoru no los encontrarán, para que no se abrumara.
Pero ahí estaba, segurmanete lo había buscado.
—¿Este soy yo? —preguntó Satoru, señalando una foto.
Suguru se acercó, mirando por encima del hombro del albino.
Ambos estaban en la playa, llenos de arena, con comida chatarra a medio terminar y sonriendo como idiotas enamorados.
—Sí —respondió Suguru, tragándose el nudo en su garganta— fuimos el año pasado, para tu cumpleaños.
Satoru se le quedó viendo, así que siguió, apretando los puños detrás de su espalda.
—Tu cumpleaños es el siete de diciembre y odias que sea en invierno, así que viajamos a un lugar cálido, te gusta la playa y... Te pusiste esa flor morada, aunque era de plástico en el cabello porque dijiste que te recordaba a mis ojos, aún la tienes guardada.
Satoru se quedó callado, antes de volver a ver el álbum.
—Parecemos muy felices.
—Lo éramos.
Satoru apretó los labios.
—No recuerdo nada.
—Está bien.
Satoru regreso su mirada hacia él, respirando hondo.
—¿De verdad?
Suguru levantó los hombros, dándose la vuelta para que Satoru no viera como se le llenaban los ojos de lágrimas.
—Somos esposos... Pero no voy a forzarte a nada, no espero que vuelvas... A amarme. Lo prometí en el altar, te cuidaré en las buenas y en las malas, hasta que la muerte nos separé... Pero en realidad solo quiero que estés bien, feliz, cómodo y seguro. Y si eso significa que no recuerdes nada, o que un día decías irte yo... Yo no te lo negaré.
Satoru miro fijamente su espalda, en silencio, por varios segundos, como si luchará por lo que estaba por decir.
—Debes de haberme querido mucho.
¿Haberme? ¿En pasado? Eso no le gustó.
—Te amo.
Satoru negó con la cabeza, soltando un suspiro pesado.
—No entiendo cómo terminamos juntos, no te lo tomas a mal, pero, ¿Yo? ¿Con otro hombre? Es... Es raro pensarlo.
Suguru sonrió, sin tristeza, más bien con melancolía.
—Que curioso. Cuando empezamos a salir también pensaste eso, te tomo tres citas dejar de hacer chistes homofóbicos, tres semanas en dejar de incomodarte y un mes y medio en besarme.
—¿Fui yo el que besó primero?
—Era de noche, muy noche, casi las tres de la mañana —Suguru se sentó en la orilla del sillón, casi derrotado— peleaste con tu familia y me llamaste, dijiste que debías verme urgentemente, fuimos al parque y te pusiste a divagar, no me quisiste decir que pasaba, y luego empezaste un juego de apuestas.
Suguru soltó una risa amarga.
—Dijiste que si tú trepabas un árbol más rápido que yo, debía besarte.
—¿Gané?
Suguru negó con la cabeza, una sonrisa más suave apareciendo.
—No, perdiste, con caída y todo. Me besaste igual.
Satoru soltó una risita, la primera en mucho tiempo, suave, como el viento en verano.
—Lamento no recordar eso, suena a una buena historia.
Suguru asintió.
—Tómate tu tiempo.
Suguru se levantó para irse, sonriendo a Satoru para que no se preocupara.
—Suguru.
El nombrado se quedó de pie, cerrando los ojos y respirando hondo. Había extrañado como se escuchaba su nombre en la voz de su esposo.
—¿Si, cari... Satoru?
Satoru dudo, pero finalmente extendió el álbum hacia él, señalando otra foto.
—¿Me cuentas qué hicimos en esta?
Durmieron en el sillón ese día, Suguru no le dejo de contar historia tras historia.
El parque acuático dónde Satoru casi se rompe el pie al salir del tobogán, como terminaron cuidando de un gato dos semanas, antes de enterarse que era de una alumna de Suguru, como Satoru rompió una lámpara con la escoba al tratar de matar una cucharada que volaba, la vez que ambos enfermaron y parecían payasos por tener la nariz tan roja.
El día que se propusieron matrimonio.
Satoru no hablo más que para pedir más relatos, solo observaba, en silencio.
Veía la sonrisa tensa de Suguru, las lágrimas ocultas, los temblores en su voz y como sostenía el álbum con más fuerza de la necesaria.
Pero también veía como sus ojos brillaban al hablar del pasado, como reía, la forma en que su rostro se iluminaba cuando le pedía otra historia.
El corazón de Satoru dolía, incluso si no sabía bien porqué.
Aunque en los días siguientes, la distancia seguía ahí.
Suguru lo notaba en las miradas que me evitaba, en los silencios incómodos o en la forma en que Satoru evitaba cualquier roce físico.
Pero también se daba cuenta de que Satoru no se había quitado el anillo de bodas.
Y con eso le bastaba para aferrarse a la esperanza.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Satoru cerró la puerta, suspirando y comenzando a abrir los cajones como loco, sacando cualquier cosa que le trajera un recuerdo.
Suguru estaba dando una clase en su oficina, así que no saldría por un buen rato, tenía tiempo.
Busco debajo de la cama, detrás de los cuartos y en el armario, pero no encontraba nada en su cuarto.
Así que entro al de Suguru.
—¿Qué carajo...? —susurró al ver el montón de cajas ahí, solo había un pequeño espacio en la esquina, donde había un futón.
¿Ahí había estado viviendo Suguru esas últimas semanas? ¿Por qué?
Estaba por salir de ahí cuando una caja le llamo la atención.
"Nuestra boda".
Se acercó en silencio, abriendo la caja, que, para su sorpresa, estaba sin cinta y mal cerrada.
Había dos trajes, uno negro con una rosa azul de plástico y uno blanco con una rosa morada, también de plástico, estaban perfectamente doblados y en bolsas.
Había otro álbum ahí, más grueso que el que había encontrado antes, no tenía ni una sola pizca de polvo.
Lo saco con cuidado, estaba por abrirlo cuando vio un disco debajo.
Tenía la misma inscripción que los árboles, pero con muchos corazones alrededor.
Lo saco con cuidado y observó la habitación, acercándose al DVD y la televisión que ya estaban ahí.
Lo puso con cuidado y se sentó enfrente, esperando que se reprodujera.
#gojo satoru#geto suguru#satoru gojo#suguru geto#sugusato#gego#suguru x satoru#fanfic en español#jujutsu kaisen#夏五#jjk#parte 2#angst with a happy ending
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VI - Accidente (Parte 1 de 3)
TW: Angst con final feliz.
Satoru se negaba a abrir los ojos, era tarde, seguramente, debía llegar a la oficina para la ruinión que él mismo había programado.
Pero estaba cansado, carajo, no quería levantarse de su cama.
—Cariño —Suguru dijo con suavidad, poniendo una mano en el hombro de Satoru y moviendolo con suavidad— debes levantarte para ir a trabajar.
Satoru soltó un quejido bajo, estaba cansado, muy cansado.
—No quiero —susurró, abrazando su almohada— estoy cansado y es tu culpa.
Suguru sonrió con suavidad, pasando sus dedos con suavidad sobre algunos chupetones que habían en el abdomoen de Satoru.
—Perdón, cariño, ¿Te cansé mucho?
Satoru asintió, bostezando y estirandose en la cama.
—Te odio.
—Me amas.
Satoru abrió uno de sus ojos, observando a Suguru.
Su cabello suelto, sin camisa, mostrando sus musculos en todo su esplendor, una sonrisa cansada y los ojos a medios abrir.
—Sí, te amo... Pero eso no significa que me voy a levantar.
Suguru rodó los ojos, se levantó de la cama, sostuvó los tobillos de Satoru y tiró de él hacia la orilla, sacandole un gritó de sorpresa.
—¡Oye! —se quejó el albino, quedando contra el pecho de Suguru, antes de sonreír, pasando sus brazos por la cintura de Suguru y recargandose, listo para volver a dormir.
—No se te ocurrá —Suguru le susurró, tirando con suavidad del cabello.
—Oh, ya se me ocurrió.
El nombrado se rió, apartando nuevamente a Satoru, poniendo sus manos en los hombros de Suguru.
—Ya levantate.
Satoru rodó los ojos.
—Bien —murmuró de mala gana.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
La cafetera llenaba la cocina con el suave olor a café, el pan tostado uniendose a su lado con suavidad, adormilando más a Satoru, pero despertando su apetito.
Suguru sonrió, observando a su esposo medio dormido en la mesa, la luz que entraba por la ventana del comedor haciendo que su cabello pareciera brillar, el radio que Suguru insistia en conservar transmitia una canción de los noventa con pequeñas interferencias entre estrofas.
Se acomodó contra el mostrador, sosteniendo su cabello aún humado en una coleta alta antes de llevarle la comida a Satoru, sonriendo y acomodando su cabello.
—Satoru, te vas a quemar con el café si no abres los ojos ��le dijo con suavidad, sin alzar mucho la voz, besando su mejilla.
El albino asintió, bostezando nuevamente antes de hacer lo que Suguru le pidió, frotando su rostro con sus manos antes de comenzar a comer.
—Que delicia —dijo con suavidad, soltando un sonidito de placer.
Suguru sonrió, comenzando a comer su propia comida, con la camisa aún a medio abotonar.
Satoru lo miró y sonrió.
—¿No puedo quedarme y hacer home office cómo tú?
Suguru soltó una risita, negando con la cabeza.
—Tú tienes reuniones, yo alumnos, no es lo mismo, además, si te quedas, volveré a llevarte a la cama y ninguno de los dos trabajará.
Satoru se rió con un trozo de pan en la boca, aclarandose la garganta antes de suspirar.
—No le veo lo malo.
—Lo sé —Suguru le preguntó, sonriendo con suavidad— pero no quiero perder el trabajo, me gusta ser maestro. Y me ayuda a comprarte las cosas caras que te gustan.
Satoru sonrió.
—Yo también te consiento, justo ayer te traje unas bonitas flores.
—Se marchitaron porque las olvidaste en el auto.
—¡Pero te traje!
Suguru negó con la cabeza, estirandose para limpiar los labios llenos de migajas de Satoru.
—Claro que sí, y me encantaron.
—¿Marchitas y todo?
—Marchitas y todo.
Suguru comenzó a acariciar su mejilla, antes de inclinarse por sobre la mesa y besar sus labios, no era un beso muy largo, era uno fugaz, doméstico, que a ambos les gustaba.
Uno que los dos daban por sentado, porque lo hacian todos los días.
Uno que parecía eterno y les recordaba lo mucho que se amaban.
Satoru fue quién tuvo que salir de la casa ese día, con la camisa bien abotonada y los lentes de sol correctamente colocados, su paraguas a mdias.
—Hoy me toca cocinar, así que no hagas nada, ¿Si? —Satoru le dijo con suavidad, dandole un beso en la mejilla a Suguru.
—¿Vas a llevar el auto?
Satoru asintió, sonriendo.
—Voy tarde, así que mejor lo llevo en lugar de caminar.
Suguru sonrió un poquito, antes de acercarse otra vez.
—¿No prefieres que te lleve yo?
Satoru rodó los ojos, quitandose las gafas.
—Ya lo dijiste, debes atender a tus estudiantes, yo puedo solo, nos vemos en la tarde.
Suguru frunció los labios, antes de asentir.
—Esta bien...
—Te amo.
—Yo a ti.
Suguru le respondió, sin saber que era la última vez en mucho tiempo que vería esos ojos que tanto amaba brillando tanto.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
—¿Entendiste? —Suguru le preguntó con suavidad a su estudiante.
Nanako asintió, soltando un suspiró.
—Entendí —dijo al fin, sacandole una sonrisa a Suguru.
—Bien, entonces podemos pasar al siguiente tema... —Suguru dejo de hablar cuando su celular comenzó a vibrar con insitencia— dame un momento, Nanako.
No reconocía el número y aunque usualmente no hubiera contestado, algo lo llevo a hacerlo.
—¿Si?
—¿Geto Suguru? ¿Es usted el contacto de emergencia del señor Gojo?
El cuerpo de Suguru se tensó al instante.
—Sí, lo soy ¿Qué ocurrió?
—Lamentamos informarle que el señor Gojo ha sido ingresado al Hospital General de Shibuya tras un accidente vial. Fue impactado por un automóvil mientras cruzaba una luz verde. Actualmente se encuentra en cirugía, usted es su contacto de emergencia. Necesitamos que acuda cuanto antes.
—¿Geto-san? —preguntó Nanako.
Suguru no respondió.
Se levantó del asiento, caminó fuera de casa y comenzó a conducir.
Ni siquiera recordaba sí había estado respirando.
El trayecto fue borroso, presiono el claxón más veces de las que recordaba, su cuerpo opero en automático, su mente en Satoru.
Solo en Satoru.
La recepcionista le hizo llenar un formulario, pero sus manos temblaban tanto que tuvo que rellenarlo tres veces hasta que su letra fue legible.
—¿Está consiente? —preguntó con voz temblorosa.
—Sigue en operación. Una fractura creaneal y dos costillas rotas, uno de sus ppulmones fue comprometido, el impacto fue severo.
"Si hubiera insistido" pensó mientras caminaba hacia la sala de espera "Si hubiera insistido no hubiera pasado esto... No pude cuidarlo"
Y aún ahí, el tiempo dejo de existir, la silla era metálica, pintada de azul.
Azul.
No era el azul de los ojos de Satoru.
Nada lo era, nada se le comparaba.
Miró su mano, el anillo que Satoru había comprado seguía ahí, se veía con menos brillo que nunca.
La noche cayendo sin que él se diera cuenta.
Una enfermera le ofreció agua, pero Suguru no pudo lograr que su garganta la pasará.
Pasada la media noche, un médico con expresión cansada salió de la sala de cirugía.
—¿Familiar de Gojo Satoru?
Suguru se levantó de golpe, levantando la mano, sin saber como responder.
—La cirugía fue exitosa. Esta estable, monitoreamos su información cerebral. Las siguientes 48 horas son vitales para su recuperación.
—¿Puedo verlo?
El médico negó con la cabeza.
—Aún no, deberá esperar a sea trasladado a otra habitación y se le encuentre estable.
✦﹒₊˚⊹𓂃。⋆☼⋆。𓂃⊹˚₊﹒✦
Suguru no podía apartar la mirada de Satoru, yacía ahí, inmóvil, con tubos conectados en sus brazos, uno en su boca y una venda gruesa cubriendo gran parte de su cabeza, su cabello había sido cortado y su pecho subía y bajaba con lentitud.
Suguru se acercó, tomando su mano con suavidad.
—Hola —susurró con suavidas a su esposo —estoy aquí. Perdón por llegar tarde.
Satoru ni siquiera se movió, seguía ahí, sin apretar su mano de regreso.
—Lo lamentó. Debí insistir.
Las lagrimas comenzaron a agruparse en sus ojos, pero se negaba a soltarlas.
—Pero estoy aquí, no me moveré de aquí. Lo prometo.
Los días pasaron, Suguru se negó a moverse, sin importar que pasará.
Shoko apareció la semana siguiente, con su bata de médico y expresión seria.
—Geto.
El nombrado levantó la cabeza.
—Shoko.
La castaña no respondió de inmediato, su mirada vaga entre Suguru y Satoru, antes de soltar un suspiró.
—¿Cómo está?
—Mejorando —Suguru dijo con voz débil— creo.
—Hablaré con el médico, ¿Si?
—Shoko —le llamó antes de que saliera.
—¿Hum?
—¿Tu piensas que despierté?
—Eso espero.
Suguru bajó la cabeza.
—Sí... Yo también.
Aún así, Suguru esperó otras dos semanas a que hubiera una esperanza más.
El monitor cardíaco subió apenas, los dedos de Satoru parecieron moverse.
Suguru levantó la cabeza, con los ojos vidriosos.
—¿Satoru?
Suguru apretó la mano de Satoru, inclinandose hacia él.
—¿Me escuchas? Soy yo. Aquí estoy.
Los párpados de Satoru se abrieron del todo, pupilas dilatadas y con el monitor cardiaco comenzando a acelerarse con rápidez, trantando de levantarse, de hablar, pero no lograba hacer ninguno de los dos.
—Tranquilo, tranquilo —Suguru dijo con rapidez, tomandolo por los hombros, volviendo a recostarlo— no te asustes.
Pero su toque solo pareció asustarlo más.
Dos enfermeras entraron con rápidez, tratando de tranquilizar a Satoru.
Y cuando finalmente lo lograron calmar, la vista de Satoru vagó entre todos los presentes, deteniendose en Suguru.
El doctor le quitó el tubo de la boca con suavidad, antes de que Satoru hablara, en voz baja, ronca, temblorosa.
—Tú... ¿Quién eres?
Suguru sintió que todo el mundo le caía encima, como sus pies temblaban y trataban de ceder.
Logró sentir como las lágrimas llenaron sus ojos, pero ninguna cayó.
Se debía mantener firme, porque Satoru lo necesitaba.
Incluso si debía soportar el dolor de su propio corazón roto.
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V - Cálido como el verano
Satoru miraba como uno de los niños que entrenaba nadaba con éxito, sonriendo cuando llegó hasta la orilla.
—¡Lo lograste, Megumi! —le dijo con algunos aplausos— ¿Quieres intentarlo sin flotadores?
El pequeño lo miró, pensando un momento antes de negar con la cabeza, aferrandose a sus flotadores con patrones de perritos.
—Esta bien, esta bien —dijo con suavidad, levantando las manos— ¿Por qué no das otra vuelta?
Megumi asintió, respirando muy hondo antes de volver a nadar, bajo la atenta mirada de Satoru.
Quién a su vez sentía la mirada de Suguru sobre él.
No era una mirada casual, era una mirada que le recorría todo el cuerpo, una y otra vez, deteniendose en su cadera y muslos más de lo que necesitaba.
Le gustaba sentirlo.
Le gustaba que su novio lo viera tanto, que lo siguiera con la mirada, que pareciera que solo él existía en toda la piscina comunitaria.
—Gojo —dijo Megumi, sacando su cabeza del agua, haciendo que Satoru dejará de pensar en lo que harían su novio y él cuando su turno terminará.
—¿Qué?
—Ya me cansé.
Satoru asintió, extendiendo los brazos para ayudar al niño a salir de la piscina, acomodandolo en el piso y señalando uno de los vestidores.
—Ve, le llamaré a tu madre para que venga por ti.
El pequeño asintió, corriendo hacia el vestidor mientras luchaba contra sus flotadores.
Satoru levantó la mirada, era un día nublado, así que no necesitaba estar todo el tiempo bajo su sombrilla, y ahí, en una de las esquinas de la piscina, estaba su novio.
Tenía el cabello en una coleta alta, con los brazos cruzados, reslatando un poco más de sus musculos, sus ojos morados fijos en Satoru, casi sin parpadear.
El albino sintió un pequeño estremecimiento en su columna, respirando hondo para controlarse.
Estaba en su trabajo, no podía lanzarse a los brazos de Suguru.
Pero Suguru no parecía pensar lo mismo, porque comenzó a acercarse cuando las pocas personas que habían ese día se dispersaron.
—Bonito, ¿Qué tal?
Satoru sonrió, observando a Suguru.
—Estamos trabajando, vida mía.
El contrario sonrió, inclinandose hacia donde su novio estaba sentado.
—¿A quién le importa? Estamos solos.
Satoru observo a los lados, era cierto, la poca gente que había comenzaban a salir, solo quedaban ellos dos.
—Supongo que tienes razón.
Suguru sonrió, poniendo una mano en la espalda de Satoru, quién se inclino hacia el toque.
Antes de ser arrojado hacia la piscina.
El albino sacó la cabeza del agua, mirando a Suguru con indignción.
—¿Pero qué carajo te pasa? ¡Esta ropa es cara!
Suguru levantó una ceja, metiendose a la piscina de igual forma.
—Es un traje de bajo, Satoru, no importa que se moje.
—Claro que importa, se ve horrible cuando...
Las palabras de Satoru se quedaron en el aire cuando los labios de Suguru se posaron sobre los suyos.
Las manos de Suguru se posaron en las caderas de Satoru, acercandolo más hacia él.
El agua les llegaba hasta el pecho, antes de que les llegara al cuello, bajando con suavidad hacia dentro del agua, hasta que los cubrió por completo.
El beso no se rompió por eso, en su lugar, se intensifico.
Los brazos de Satoru rodearon el cuello de Suguru, acercandolo más, antes de que la lengua de Suguru entrará a su boca.
No podía recostarlo, ni recargarlo contra ningún lado, pero de alguna forma, a Suguru le gustaba así.
El agua a su alrededor, la calidez de Satoru, sus labios contra los suyos, sintiendo su cuerpo tan cerca de él.
Y el estar en su trabajo... Bueno, lo emocionaba de más.
Satoru podía sentir como sus pulmones quemaban, necesitaba aire, necesitaba salir de ahí.
Pero su cuerpo no pensaba lo mismo, porque solo pensaba en estar más cerca de Suguru, porque estar cerca de su novio se sentía bien.
Se sentía bien estar cerca de él.
Cómo si todo estuviera bien, como si el verano lo abrazará para consolarlo de un día frío.
Todo se sentía mejor cuando Suguru estaba cerca de él.
—¿Gojo?
Satoru apartó a Suguru, levantando la cabeza, observando al pequeño cerca del borde de la piscina.
Casi jadeó, antes de salir del agua, sentía las mejillas sonrojadas, pero observó a Megumi, quién lo miró con el ceño fruncido.
—¿Sucede algo, Gumi?
El pequeño frunció sus labios, casi haciendo un puchero.
—No encuentro a mi mami.
El albino se golpeó mentalmente, antes de asentir.
—Yo... Lo siento, Gumi, olvide llamarle, le llamaré ahora mismo, ¿Si?
El pequeño cruzó sus bracitos.
—Cómo sea.
Satoru sonrió, saliendo del agua para correr por su telefono.
Megumi caminó detrás de Satoru, permitiendo que Suguru pudiera salir del agua, soltando un suspiró al ver a Satoru caminar.
Lo iba a esperar para ir juntos a casa.
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