Hay Dios Kira plz. Bueno pues me llamo Lady Bier :D me gusta mucho el chocolate y la comida en general, me gusta jugar, escribir, dibujar y leer. Mi OTP era UsUk, pero ultimamente me e estado viciando con el Rubelangel y el Wigetta, ya saben, cosas de la vida. Me mola mucho hacer amigos y sonreir. Algo que me caracteriza; Mi sonrisa y mi manera de hacer reir a la gente. Soy Feliz si mis Amigos lo son <3
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Dulce Amor l Catorce
Capítulo catorce.
México y sus amigos habían despertado ya hacia un rato, pero eso no significaba que ya estaban levantados haciendo cosas productivas.
Como ya muchos han de saber, la borrachera siempre termina en la fatídica y espantosa molestia, la muy nombrada “cruda”.
Pero claro, lo bailado nadie se los quitaba ¿verdad? Y, la verdad, ninguno se arrepentía de aquella noche tan divertida, en especial el argentino, quien había tenido la oportunidad de poner celoso a su pareja más de una vez con las hermosuras mexicanas.
Pero bueno, la noche pasada había sido eso, pasada ¿Por qué hablar de ella y no del doloroso presente? Imaginen esto, un vaso de agua, con una pastilla haciendo burbujas dentro de él, un chico que parecía tener los 21 años apenas, con la piel canela y los cabellos azabaches, una expresión de odio que mataría a cualquiera y, para rematar esta magnífica visión, una pareja de extranjeros quejándose a susurros.
—Con una chingada— dijo México tras tomarse de un trago su vaso con alka setzer. — si iban a estar de mariquitas ahorita mejor ni los hubiera invitado…
—Tendrías que hacerlo tarde o temprano— Argentina estaba dispuesto a pelear, pero por favor, en voz baja y sin hacer mucho ruido. — a-pues-ta.
—Ya la cumplí, ¿no? Así que está bien que los corra de mi casa ahora que ya se les paso la ebriedad.
Chile miro sin expresión alguna a su fiel amigo México. Una punzada en su garganta le impidió hablar. Pero no, no estaba molesto, ni triste, ese nudo se había formado porque el vomito se estaba acercando a su boca. Y eso no es bueno.
Tal vez estaba siendo muy brusco, pero necesitaba estar solo y pensar un poco, anoche no sabía cuánto había bebido, pero sabía que fue más de lo usual. Era normal que después no recordase si ocurrieron cosas, pero no era normal el hecho de que solo recordaba haber entrado al bar. Y para acabarla de amolar, no sabía dónde estaba su jodida cartera. Por lo menos había dejado el móvil en casa…
—Bueno, no vale la pena pelear con ustedes, en todo caso, supongo que nos divertimos anoche y todo eso. ¿Quieren desayunar algo?
Está bien, si no iba a recordar nada, por lo menos revisaría que sus amigos tampoco lo hiciesen.
—Perfecto, ¿no te parece Chile?— el nombrado no contesto, salió corriendo rumbo al baño del más moreno con una mano tapando sus labios.
º/º/º/º/º/º/º/º/º/º/º/º
Rusia despertó, el olor a comida casera inundaba sus fosas nasales. Se levanto algo torpe, debido a que el sillón en donde se encontraba dormido era demasiado pequeño para su cuerpo. Una vez sentado se enfoco en buscar el lugar de donde venía aquel exquisito aroma, dando se cuenta de venia desde la cocina.
Se acerco a ella, caminando torpemente debido a que recién despertaba, su hermana estaba sirviendo la comida en los platos, con una hermosa sonrisa pintada en el rostro.
—Justo a tiempo. — exclamo mientras ponía ambos platos en la mesa.
Ambos comenzaron a comer sin iniciar conversación alguna, era una costumbre, comer era algo sagrado, en especial si se hacía en familia.
Terminaron, cada uno sequia con lo suyo en un silencio que mas que incomodar reconfortaba de alguna manera.
— ¿Y bien? — Ambos sabían a qué se refería Ucrania, quería saber la magnífica noticia que su hermano le diría la noche anterior, la hermana mayo miro a Rusia, este le miro un segundo y después, con un sonrojo que delataba su vergüenza, comento.
—México me llamo y… me dijo que, bueno, no estoy seguro por completo de que sea lo que creo… — Ucrania le miro expectante. Jamás suele dar con rodeos ¿Qué le pasa a Rusia? — Bueno, para resumir— dijo con una voz más fuerte— Él me dijo que yo llegue a gustarle.
Ucrania sonrió enormemente y se sentó junto a su hermano en la mesa, tomó sus manos y comento agitadamente debido a su excitación.
— ¿Qué le gustas? ¿Eso te dijo?
—N-no, dijo que llegue a gustarle, es decir que… ya no, supongo. Además, eso no es todo— soltó un suspiro que causo otro de parte de Ucrania— él se entero acerca de la Unión Soviética.
La hermana mayor reacciono de una forma bastante audible, soltó un chillido de estupefacción que le llego al alma a su hermano.
— ¿Cómo? — No podía hablar, las palabras no le salían.
—No lo sé… es tan frustrante todo esto…
Efectivamente, era frustrante y triste, pero como siempre, Ucrania se mostro positiva ante la situación.
—Bueno, pero, el que te haya dicho que le gustabas significa que, de una u otra forma, puedes cortejarlo. Enamorarlo. ¿No crees? — Rusia le miro con suplica, intentando mostrar que no sabía cómo hacer eso. — ¿Por qué no lo invitas a tu casa? Beben algo, platican un rato y después… que pase lo que tenga que pasar.
A Rusia le pareció una excelente idea, después de todo, la última vez que México había ido de visita sintió que no había disfrutado del todo el estar ahí.
—Muchas gracias, Sestra. Lo llevare a cabo en cuanto llegue a casa.
º/º/º/º/º/º/º/º/º/
México ya no tenía visitas en casa, estaba completamente solo. Si, era bastante tarde ya, pero no tenía nada de sueño.
Estaba leyendo algunos formatos gubernamentales, lo cual le estresaba al notar la estupidez que en ellos estaba escrita, cuando su teléfono celular comenzó a vibrar. Rápidamente lo tomo y contesto la llamada.
—Hola México. — Era Rusia.
— ¿Qué tal? ¿Qué pasa?
—Bueno, debido a que me he comunicado con Cuba para arreglar algunos asuntos, él se ha tomado la libertad (y espero no te moleste) de comentarme acerca de tus cuestiones sobre la Unión Soviética— Muy bien, perfecto. A México le alegraba que por lo menos no tendría que iniciar el tema. — ¿Te gustaría venir a mi casa, y platicar sobre el tema?
—Claro, me alegra que tomes la iniciativa, mañana mismo compro el boleto de avión…
—No será necesario. Eres mi invitado, México, me encantaría que aceptases que yo pase por ti. Claro, solo te pediría que ya estés en el aeropuerto.
México no entendía de donde venia tanta amabilidad por parte del ruso, normalmente era más tímido, además, ¿su voz no estaba un poco más gruesa? Hasta parecía que se había aprendido todo lo que dijo de memoria.
—Bien, pues… allí estaré. Nos vemos mañana Rusia.
Colgó la llamada y miro fijamente su papeleo de vuelta, aunque realmente no estaba leyendo. Su mente estaba perdida acerca del tema que hace poco había abordado con su amigo el euroasiático. Era muy extraño, ¿para que querría Rusia hablar de la Unión Soviética con él?
Y de repente, como si fuese la única opción en todo el rompecabezas, pensó…
—“¡ES EXNOVIO DE ELLA!”
Si. Así es.
Se levanto con un entusiasmo terrorífico ¿mañana que pasaría? Ojala que no se diera una pelea, no le gustaba pelear… estando en sus cinco sentidos, claro.
No valía la pena pensar en eso. Lo que pase, que pase y punto. ¿Qué más da si peleaban? El amor lo valía todo.
º/º/º/º/º/º/º/º
Por primera vez en su vida, no se había quedado dormido. Estaba entusiasmado, y a la vez acomplejado. Angustiado era la palabra.
Tenía puesto un abrigo que se veía muy calentito, esperaba ya en el aeropuerto, sentado en una de las bancas mirando la pista desde el cristal.
No veía al ruso por ningún lado, y tampoco era demasiado importante verlo, pero, ¿a qué hora le había dicho que fuera? A las ocho ¿Qué hora era? Las nueve. Tenía la razón de estar un tanto nervioso.
Un avión sin logo apareció en una de las pistas, el lo observo inmediatamente, esperanzado de que fuese su amigo. Acertó.
Tras haber detenido la aeronave noto como una puerta se abría, y de ella, la grandeza de Rusia, mirando por toda la pista en busca del mexicano.
México rápidamente se acerco al ventanal y agito su mano, esperando que el ruso lo observara. Rusia notó el alboroto y rápidamente señalo a su amigo para que sus conductores fueran a recogerle.
México apenas y llevaba una pequeña mochila con algunos cambios de ropa, no sabía cuánto tiempo estaría en casa del ruso, pero aun así prefirió estar prevenido.
Cuando los pilotos llegaron con él, México se asomo y noto que el ruso ya había entrado. Era un avión privado, según le hicieron saber. Cada vez se sorprendía más de la riqueza que el ruso tenía.
Al entrar México un agradable aroma invadió sus fosas nasales. De inmediato supo que se trataba de la colonia de Rusia, sin querer conocía su olor.
—Buenos días, México. —Rusia se encontraba sentado en uno de los asientos, le miraba con una sonrisa.
—Buenos días…—México dudo un momento en entrar sin más, pero después dio largos pasos hasta donde el ruso se encontraba.
Rusia hizo una señal al asiento que había frente a él, México obedeció y se sentó en él.
Durante el trayecto a Rusia (lo cual ocurrió en cinco horas, gracias a la magnífica maquina volátil que el ruso tenía) tomaron temas variados, ninguno realmente importante. Los nervios estaban carcomiendo la mente del mexicano, y la verdad era que por mucho que intentaba disimularlo el ruso se había dado cuenta. La forma en la que sus manos temblaban no podía ser otra cosa.
Llegaron. Finalmente habían llegado.
Tomaron una limusina a casa de Rusia. Normalmente este solía utilizar un simple taxi, pero quería intentar mostrarle a México lo mejor que tenía, y lo estaba logrando.
Entraron a la mansión. Apenas sentarse y la tensión ya estaba encima de ambos.
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Dulce Amor l Capítulo
Capítulo trece
Rusia miro fijamente un punto de su pared mientras intentaba razonar con lo que México le había dicho hace unos segundos, pero salió rápidamente de su letargo cuando escucho un “Adiós” y seguido el “pip” de la llamada cortada por el mexicano. Se sentía sorprendido, con una sonrisa pequeña y un sonrojo que se había establecido en su cara. Por un momento, olvido todo aquello que hace un rato le había preocupado. Más sin embargo, aquellas palabras que había pronunciado México se habían atorado en su mente, muy profundamente, como si las hubiesen clavado en él. “Llegaste a gustarme alguna vez” Si tan solo México supiera lo mucho que Rusia lo quería a él, al grado que podía incluso afirmar que lo amaba. Se levanto, con una presión en el pecho enorme, estaba feliz, demasiado feliz, tomo el vaso de vodka que hace un rato había ignorado y se lo tomo de un trago. Salió de la habitación, estaba intentando no llamar la atención, no recordaba si Belarus había regresado a su casa o si seguía intentando “dominarlo”. En todo caso, si se la encontraba, si eso pasaba y ella intentaba atacarlo, entonces le dejaría en claro que a él no le interesaba tener una relación con ella, y de paso le diría lo enamorado que estaba. Pero grata fue su suerte, en todo el camino hacia la entrada no noto que ella estuviese por ahí. Paso de forma rauda hasta la puerta, la abrió y salió como una bala hacia casa de su hermana mayor.
º/º/º/º/º/º/º/º/º/º/º/
“Al llegar pudo notar que había una gran revuelta con gente, estaban todos caminando de un lado a otro, cada quien en sus cosas, abrigados hasta las orejas. Rusia estaba tranquilo, seguro de que, ocurriese lo que ocurriese, él seguiría contento todo el día, su corazón se lo decía. Al cruzar la calle pudo escuchar un disparo, uno bastante lejano, pero que aun así logro llamar la atención de la gente que pasaba. Algunos se iban de largo, no es común escuchar el cañón de un arma expulsando su bala por esos lares, por lo que no era un sonido conocido y la gente solía creer que eran fuegos pirotécnicos. Pero Rusia lo reconocía, sabía lo que era. Era todo un experto en armas, nunca pudo evitar que ese sonido no le llamara la atención. Estaba quieto, esperando otros disparos, a la mitad de la calle, los coches hacían sonar su pitido en contra de las personas que se habían detenido junto con el ruso a escuchar el ruido de la ciudad. Dos disparos más, patrullas comenzaron a cruzar con ambulancias tras ellas, yendo a toda máquina. La gente empezó a asustarse demasiado, no era normal eso “¿Es un robo?” preguntaban algunas personas entre ellas “No lo creo, no hay bancos cerca” comentaban entre sí. Rusia comenzó a caminar más rápidamente, abriendo las piernas de par en par para llegar a casa de su hermana e informarle lo que estaba ocurriendo, por si no se había dado cuenta. Tres pasos más, casi lo atropella un chico en bicicleta, su rostro le era terriblemente conocido, pero no supo quien era ¿la gente se había vuelto loca ese día? Cuatro pasos más, Una anciana salió de una casa despavorida con un gato en la cabeza. Seis pasos más, llego a casa de su hermana. Estaba prendida en fuego.”
Rusia abrió los ojos repentinamente, era muy tarde ya, no estaba acostumbrado a estar despierto a las altas horas de la noche que eran las once y media de su casa. El chofer seguía conduciendo tranquilamente, el aire pacifico que se sentía por la ciudad ucraniana era el común, el mismo de siempre. El sueño que había tenido estaba dejando secuelas, su mente estaba hecha un lío, le dolían los ojos y la cabeza a la vez, como si en cualquier momento fuesen a estallar. Ordeno al chofer que se detuviera y señalo que iba a irse caminando, pues prefería sentir el aire directo a la cara. Se colocó su abrigo y salió del coche, pasando por las calles húmedas de una reciente lluvia que el ruso no pudo ver. Aquel sueño era tan extraño, demasiado, no hacía falta ser un experto para darse cuenta de que se estaba volviendo loco. El jamás se preocupaba, rara era la ocasión en la que entraba en pánico, jamás había demostrado alguna exaltación repentina, pero ahora era diferente. Por primera vez desde hacia cien años se sentía asustado. Aquellos sentimientos de culpabilidad se lo estaban llevando. Sin darse cuenta sus pasos se hicieron más fuertes y rápidos. No podía hacer nada, quería llegar rápido a con su hermana, contarle lo acontecido, preguntarle si estaba bien. Y en caso de que no… Fue rápido el momento en el que llego a casa de su hermana y notó que estaba como normalmente. Dos luces encendidas en aquella pequeña casa- debido a que a pesar de todo Ucrania no era una nación rica como lo era su hermano- pero con ese toque de calidez que irradiaba y que hacía que la gente se detuviera a admirar lo lindo de su arquitectura. Rusia tocó la puerta, con esa paz que nunca estaba en él pero que le gustaba demostrar. Ucrania salió unos instantes después.
—Buenas noches, Sestra.— dijo mientras hacia una pequeña reverencia en la que se permitió recargar un poco su frente con la de su pariente. —Buenas noches, Brat. ¿Qué haces aquí tan tarde? Pasa, prepararé te enseguida. Rusia entro mientras Ucrania se hacía a un lado para permitir que su hermano pasara. El ruso se sentó en la mesa, Ucrania lo hizo tras poner el té y algunos dulces. Rusia dio un largo trago a su té y miro a su hermana.
—Estoy preocupado, vine a darte una noticia excelente y en el proceso me quedé dormido, tuve un sueño terrible.—comento mientras se llevaba a los labios un bocado de galleta.
—¿Qué clase de sueño?-—dijo la hermana con interés, mientras miraba a Rusia y le daba un trago a su té.
—Uno donde tu casa estaba… incendiándose— respondió el ruso mientras agachaba la cabeza lentamente con vergüenza, debido a que el sueño que tuvo era demasiado desalmado y loco.
—Cariño, sabes bien que eso no va a pasar— Le intento reconfortar Ucrania mientras tomaba la mano de Rusia y la acariciaba — además, somos países, no va a ser tan fácil deshacerse de nosotros. Ucrania soltó una risita que más que tranquilizar a su hermano le causo un escalofríos. Tenía razón, ambos eran países, y no se podía destruir a una nación simplemente quemando su casa.
—Solo fue un sueño— seguía hablando la ucraniana— Jamás va a pasar eso, tú lo sabes más que nadie.
Ucrania se levanto de aquella mesita y, tomada de la mano con su hermano, lo llevo a un sillón e hizo que posara su cabeza en sus piernas. Comenzó a cantar una canción de cuna para tranquilizar a Rusia, estaba tenso. Las tenues y suaves notas que salían de los labios de Ucrania eran profundas, la letra haría que a cualquiera se le ablandara el corazón. Rusia empezaba a relajarse, las manos de su hermana en su cabello y la música que le cantaba cuando era niño lograban hacer que se sintiera de nuevo en casa.
—¿Qué ibas a decirme? ¿Cuál es aquella “noticia excelente” que ibas a decirme antes de que tuvieras ese horrible sueño? Rusia estaba soñoliento, con los labios pegados y con esas ganas de no hacer nada debido a lo cansado que se encontraba.
—Es respecto a… México.
—¿En serio?— Preguntó ella mientras seguía enredando sus dedos en la cabellera de su hermano.— ¿Qué hay con él?
—Me llamó, y me dijo una cosa… extraña…— soltó un bostezo.
—Será mejor que te vayas a dormir, tu habitación sigue tal cual a la última vez que viniste, estaré en mi habitación si necesitas algo. Mañana terminaras de contarme ¿de acuerdo?
No hubo respuesta, Rusia se había quedado profundamente dormido en las piernas de su hermana, quien al darse cuanta sonrió y con un “buenas noches” y un beso en la frente, le puso una manta y se fue a dormir.
º/º/º/º/º/
México. 712 a.m.
Chile y Argentina estaban ayudando a México a meter la llave en la cerradura de la puerta del último. Eso si mandarle porras gritando “¡La cochina llave al agujero mete mi amigo el culero!” Al parecer, la “celebración” había terminado en una fiesta que paso de un antro a otro, bebiendo demasiado y divirtiéndose como los adolescentes que parecían ser. Aún estaban ebrios, de hecho, no hace menos de una hora y media estaban metidos en un bar, donde fueron sacados debido a lo “tarde”(o más bien, temprano) que era para tener borrachos.
Los tres se habían rendido, ahora estaba con una botella de tequila, sentados en el suelo de la puerta de la casa, México cantando una vieja canción que España le había enseñado y Argentina manoseando a Chile, mientras que el chileno cabeceaba debido al sueño que le entraba estar sentado con el arrullo de los pajaritos cantar. No era el desenlace perfecto para una noche de borrachera, es más, no es un desenlace. Chile estaba más ebrio aun que sus dos acompañantes, y no por ser mal bebedor, todo lo contrario, tal vez México era un cabrón con eso, pero Chile iba justo a su lado en esos casos.
—Ey, <<wewon>>— decía mientras abría los ojos lentamente México seguía con su animada canción, Argentina había dejado de manosear a su pareja y ahora estaba dándole la vuelta a la perilla de la casa del mexicano.
—Alexssss… << Alexss cabrwon>>, no me <<ignwores>>— seguía hablando, ahora mientras sonreía y jalaba un poco de las mangas del abrigo de México. —¿¡<<Qwe>> quieres, vil bella… HIP… co!?— comento México con una ira falsa mientras se retorcía en el suelo de la risa.
—¿Y <<qwe>> la mina esa no eh´rusa?-— dijo Chile con una expresión de dolor, debido a que el sol le daba en la cara.
—¿Rusa? ¿RUSA? Esssss <<sovietiquenswe>> es DIFERENTE— dijo recalcando la última palabra— el RUSO de RUSIA es bien <<cabrwon>> y segurito que coge ¡Uff!— Argentina soltó una risotada— y la <<sovietiquenswe>> es… HIP… es… pos´es <<cabrwona>> YÓ-NÓ-SÉ.
Los tres rieron. Es una suerte para los tres saber que seguramente no recordarían eso para unas horas después.
—La mina esa, ¿Y <<qge>>? ¿<<Lwa>> vass a ir a <<Viswitar>> a donde sea que vi… HIP… va o qué?
—Clarín corneta*— dijo México mientras se levantaba (tambaleándose, por supuesto) y regresaba a su tarea de abrir la puerta—¡<<ASHUUUUUDAAAAA>>!- gritó de repente, haciendo que sus amigos le vieran horrorizados y asustados por la repentina exclamación y que la vecina entrometida de en frente sacara la cabeza por la ventana.— ¡<<ASSSSHHHHUUUUUDAAAAAA!
—¿Y a <<ste>> loco <<kge>> le pasa?— Dijo Argentina mientras se levantaba junto con su amigo y empezaban a forcejear con la llave.
Por supuesto, lograron abrir la puerta, a base de maldiciones y más gritos, pero abrieron y eso es lo que realmente importaba en este caso. No habían ganas de que la vecina entrometida de enfrente llamara a la policía porque “hacían escándalo”.
Al entrar los tres se quedaron en silencio, mirando el suelo con un sueño aturdidor, Chile se tiro al sillón con Argentina siguiéndole, mientras que México fue a parar a la cocina “por agua” y termino durmiendo recargado en la barra.
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Nunca tengas miedo. O si lo tienes, no se lo cuentes a nadie.
Jean Rhys, Ancho Mar de los Sargazos (via elcielosobremi)
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draw the OTP and the third wheel best friend
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Dulce Amor l Capítulo 12
Rusia se encontraba en su habitación, con los nervios de punta, esperando atentamente a que el teléfono que había en ella sonase con el tono molesto que los teléfonos celulares suelen tener.
Sus nervios estaban justificados, hace un rato había recibido una llamada de Cuba en la cual le decía que México le llamaría para cuestionarle sobre un nuevo tema que el ruso simplemente no quería tocar; La Guerra Fría.
Estaba enamorado del mexicano, eso lo sabía gracias a su hermana, y por lo mismo no quería que México se enterase de ciertas guerras en las cuales había participado y había hecho cosas desagradables, porque él lo sabía, las cosas que había hecho durante esa época no eran del todo morales o correctas, y no se arrepentía tampoco.
Su mente daba vueltas, no entendía lo que ocurría, Lituania varias veces había entrado a la habitación para preguntarle si deseaba algo, y el simplemente lo ignoraba. Una botella de Vodka le acompañaba e aquella habitación, junto a un vaso a medio beber. Rusia estaba tan ensimismado sacando conclusiones que ni siquiera le había dado un trago a su bebida favorita desde que la había servido.
Caminaba por toda la habitación, el eco de sus zapatos resonaba en su cabeza junto con la miles de preguntas imaginarias que se hacía sobre el moreno. Aquel sentido al odio que, a pesar de no olvidarlo, se había apartado de él desde hacía un rato ahora regresaba con una mayor intensidad, con una fuerza indescriptible hacia su pasado.
¿Cómo se había enterado México de lo que le pasaba? ¿A quién se le había ocurrido la grandiosa idea de decirle a México, SU México, aquella horrible historia? Y peor aun ¿A quién se le ocurrió la estúpida idea de decirle que la Unión Soviética era una chica?
º/º/º/º/º/
México sentía alegría recorrer todo su cuerpo, y eso era normal. Finalmente, después de mucho tiempo buscando y esperando, encontró a alguien que le hiciera sentir mariposas en el estomago, y si bien podía ser que no sabía mucho de ella, o que ni siquiera conociese su rostro, a él no le importaba, se sentía tan contento con su destino que había olvidado la amargura de recordar que era soltero y se había convertido en una alegría, pues siendo soltero podía relacionarse con ella.
¿Ella seria soltera? Se lo pregunto una vez y no volvió a pensarlo, era obvio que ella estaba soltera a su parecer ¿Por qué? Porque el destino debe unirlos, y si miente ¿Por qué olvido su paliacate en la sala de conferencias aquel día, se encontró a España y este le entrego un libro con un argumento prohibido de cómo debería ser una mujer? Luchona, ruda, perfecta.
Nadie podía profanar aquella felicidad que repentinamente su cuerpo había abordado al leer sobre ella, y justamente como buen mexicano decidió que lo mejor sería festejar su nuevo enamoramiento con un par de amigos, y de paso dejar de deberle a estos la apuesta qué hace no mucho había perdido. Hace como media hora que había llamado a Chile para avisarle que lo esperaba en el monumento a la Revolución para ir a uno de los incontables bares que se encuentran en la extensa Ciudad de México, Chile acepto, obviamente, gustoso de saber que por o menos bebería gratis esta vez, y que Argentina podía acompañarlo.
México estaba listo, con su paliacate amarrado al cuello y una chamara que resaltaba sus hombros, salió de su casa rumbo al monumento, el viaje ni siquiera lo sintió ¿se fue caminando o en camión? ¿Qué más daba? Cuando llegó espero un momento con los audífonos puestos, escuchando un poco de música mientras observaba a la gente pasar.
— ¡México! —El nombrado se dio la vuelta, mirando detrás de él una silueta conocida que agitaba una mano en el aire. Se acerco a él.
—Qué onda Chile, ¿Cómo estás?
—Muy bien weon, me sorprendió que después de todo si aceptaras que perdiste la apuesta.
—Solo lo hice porque tengo información por la cual debo festejar—dijo el mexicano con emoción, mientras que Argentina ladeaba un poco la cabeza juntándola con la de su pareja.
— ¿Y cuál es esa noticia, si se puede saber?—Dijo el rubio tomando por la cintura a Chile, quien solo tomo las manos de su pareja en su vientre.
— Que estoy enamorado
El argentino y el chileno se quedaron boquiabiertos al escuchar eso, no se esperaban que México fuese a dar tal noticia, ¡Que oculto se lo tenía el muy cabrón!
— ¿¡Quien es la mina!?—Pregunto Argentina con la emoción a flor de piel, mientras se soltaba de Chile y tomaba por los hombros a México.
— ¿Mina? ¿Y quién te dice a ti que no es un tipejo con cabello plateado? — comento chile con una sonrisa ladeada, mientras miraba fijamente a México. El mexicano le devolvió la mirada a Chile, pero de una forma no muy bonita.
—Oh, Chile, no es lo que tú crees, todo lo contrario, es una chica europea, es cierto, pero puedo afirmarte que es una MU-JER, con TE-TAS y CU-LO E-NOR-MES — México estaba poniéndose un poco a la defensiva, claro que eso no iba a arruinar la noche de fiesta que tenía planeada. Aunque pensándolo bien posiblemente no tuviese grandes tributos…
— ¿Eh? — La pareja estaba anonadada, Chile porque no podía entender a lo que se refería, los síntomas que México había expresado el día de la pelea eran de enamoramiento, y ahora decía que era una chica la que lo traía así, que cómico lo que estaba pasando. Y Argentina no sabía que pasaba ¿Chile conocía a la chica y le estaba insinuando que era gay de closet o qué?
México intento cambiar de tema rápidamente, comenzando a hablar acerca de donde querían ir. Obviamente todos quedaron de acuerdo en ir a un bar y después pasar a algún antro. La pareja iban tomados de la mano, mientras que México andaba caminando a pasos ligeros y danzarines.
Entraron a un bar cualquiera de la zona rosa, para mala suerte del cantinero el mismo que México había visitado con Rusia. Los tres e sentaron en una mesa redonda y pequeña, una mujer de grandes tributos se les acerco para preguntar qué es lo que deseaban beber, después de un rato regreso con los tragos solicitados.
Argentina y México le dieron un largo trago a sus cervezas, Chile apenas y “beso” la botella mientras miraba fijamente al mexicano. Algo había de extraño con el moreno, eso de que llegue un día con esas cosas no era del todo normal, México no suele dejarse llevar… bueno, a veces sí, con eso de las fiestas, pero en cuanto a sentimientos nunca lo hace.
—Entonces, México, ¿Cómo dices que se llama esta muchacha?—Pregunto Chile mientras dejaba su botella en la mesa y con una mano recargaba su cabeza.
—Unión Soviética— Respondió México, tomó un cacahuate y se lo llevo a la boca.
— Disculpa que te diga esto — Comento Argentina soltando una risita — pero ese nombre no me suena muy femenino, ni siquiera me suena a nombre.
— Es que, no es una persona común y corriente ¿sabes? — ¿Cuántas veces se enojaría esa noche? ¿Acaso sus amigos lo iban a hacer enojar toda la noche? — Ella es un país.
Chile miraba fijamente la boca de su botella, pensando en el nombre de aquella mujer. Unión Soviética, Unión Soviética, Unión Soviética… si, le era demasiado familiar ¿lo había leído de alguna parte? Sí, eso debía ser, ¿en qué libro lo había leído? Se propuso que en cuanto llegara a casa revisaría sus libreros.
Entre cerveza y cerveza los tres fueron perdiendo el sentido, el alcohol empezó a apoderarse de su cuerpo y la sangre empezó a hervirles. Fueron bienvenidos a la borrachera.
º/º/º/º/º
Rusia se había quedado completamente dormido, con la cara oculta en sus brazos, recargados en el escritorio de su habitación. Entre la desesperación y el estrés el cansancio se hizo presente como su hubiese corrido un maratón de veinte mil kilómetros a la redonda sin beber nada de agua.
Su teléfono celular comenzó a vibrar dentro de su bolsillo, aun adormilado lo busco y, tras lograr sacarlo de aquel bolso, respondió la llamada aun con los ojos cerrados, sin fijarse en quien era quien llamaba.
— Da…
— <<Kiiiiiiuboleeeeeeee>> — Escuchó al otro lado de la línea.
— ¿Quién habla? — Preguntó mientras se sujetaba la nuca con la mano izquierda.
— ¿Apoco no sabes quién soy? — Una risa poco ahogada se escucho. Espera, esa voz…
— No —Rusia menciono aquello con una voz de más dura, como intentando intimidar a aquella persona que le llamaba cuando no estaba para nada de humor.
— ¡Por Dios! —se escucharon algunas voces y risas de fondo en la llamada — joder, soy México, ¿Qué no <<rweconoces>> mi voz? ¿tan rápido te olvidas de mí?
— No digas tonterías — La voz de Rusia salió de nuevo fría, pero esta vez con una mayor intensidad — ¿Qué pasa?
— Bueeeeeno, estaba “chupando” aquí con unos Cuates y me dije “¿Por qué no <<shamar>> a Rusia?” y te llamé, además que quería decirte algo importante…
— ¿Qué necesitas? —tal vez estaba sonando muy cortante, pero quería evitar que aquella conversación continuase, ya sabía lo que continuaba, le preguntaría lo peor.
— Quería decirte algo… egh… vergonzoso tal vez, pero ¡Ey! Estoy ebrio, así que, da igual — No, no estaba ebrio, se notaba cuando lo estaba y cuando no, hablaba con tranquilidad, tal vez intento al inicio sonar “mal” pero no lo estaba, él lo sabía.
Rusia espero paciente a lo que fuera que le diría el mexicano, pero solo escuchaba el tintinar de las copas, las risas, las fuertes palabras que las demás personas de la cantina gritaban, inclusive la respiración saliendo de México, pero palabras de él, no.
— Rusia —el ruso no contesto, espero a lo que seguía. — ¿Te he dicho que llegaste a gustarme?
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Boy: *is texting me* hey
Me: are you done
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Which brother would most likely listen to Rammstein?
I’m 110% sure they both equally listen to Rammstein
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