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Central Córdoba 1 – Deportivo Morón 0, a 40 años de un partido memorable
El 30 de agosto de 1980 se cumplió el duelo entre el primero y segundo de la tabla de posiciones de Primera C. Crónica de final anticipada en un Gabino Sosa colmado.
Julio Rodríguez
Los hinchas atesoramos en nuestra memoria aquellos partidos con connotaciones decisivas, tales como una definición de llave, una final o un desempate para salvarnos del descenso. También pueden haber influido situaciones meteorológicas o con la participación de algún futbolista de lujo. Hoy recordamos aquel sábado 30 de agosto de 1980, cuando recibimos a Deportivo Morón en un mano a mano pugnando el liderazgo de Primera C. Ambos clubes habíamos descendido de categoría en 1977 y uno de los dos ansiaba volver a la segunda división de entonces. Finalmente, fue el Gallo quien se quedó con el título en el filo de la temporada luego de un sprint impresionante que lo coronó, quedando nuestro equipo, un escalón abajo.
Sin embargo, la expectativa que rondó a la 25ª fecha, fue sensacional. Central Córdoba venía de ganarle 3 a 2 en forma ajustada a Berazategui en Tablada y había achicado el margen ante Morón a tres puntos de distancia. Por eso, durante la semana los medios hicieron especial foco en la visita del conjunto del oeste bonaerense anticipando una verdadera final. Revistas como El Gráfico y La Voz del Ascenso, o diarios como Clarín, Crónica y Popular, dieron el presente en la barriada.
Las autoridades de la Institución, encabezada por el presidente Doctor Néstor Arroyo, hicieron principal hincapié en la organización del partido, las comodidades del estadio y una amplia cobertura policial con el fin de evitar choques entre las hinchadas. Por aquel año, el Gabino Sosa contaba con una capacidad permitida en ocho mil espectadores ya que la cabecera sobre la calle 1º de mayo había sido desmantelada y unos pocos tablones lucían en su estructura. Las viejas plateas estaban ubicadas en la popular de espaldas a la estación ferroviaria, mismo sector donde se encontraban los bancos de suplentes.
El club, precavido ante la notoriedad del duelo y a instancias de la habilitación municipal, puso a la venta 7.800 entradas que volaron al mediodía del sábado. Una previa impresionante en el sur rosarino.
“Una avioneta arrojó volantes sobre distintos sectores de la ciudad, en los que se pedía el aliento del estadio. Algunos intentaron ver el partido trepado a un vagón del ferrocarril Belgrano, al que empujaron casi 150 metros. Pero no pudo ser ya que la policía los desalojó. Otros, más audaces, se treparon a la estación de Central Córdoba y desde allí siguieron el match”[1].
La hinchada de Morón completó el sector visitante sobre calle Gálvez con 1.500 hinchas que llegaron en 25 micros, varios camiones y numerosos automóviles. Por su parte, el público charrúa dijo presente en ambas cabeceras –a último momento se agregaron tribunas tubulares en la parte este– y la hinchada hizo pata ancha en su lugar histórico sobre calle Virasoro. Allí, flanqueada por banderas de Newell’s y Rosario Central, los colores azules y rojos ondearon al viento aquella tarde gris bajo una leve llovizna.
El juez Osvaldo Schiavone llamó a los capitanes y Eduardo Quinto Pagés junto a Raúl Franchocci se reunieron en el círculo central. Los equipos componían figuras de renombres como Tomás Felipe Carlovich y Eduardo “Lalo” García versus Miguel Ángel Colombatti y Atilio Romagnoli. Además, como dato particular, ambos arqueros serán futuros médicos: Quinto Pagés y Roberto Peidro. En el minuto cero, ocurrió un hecho como presagio al resultado final.
“Momentos antes de iniciarse el partido, fue lanzado un gallo desde el sector de plateas donde se encontraban los hinchas de Morón. Rápidamente Murillo se llegó hasta el lugar y con notable velocidad lo arrojó sobre el alambrado para romper lo que acaso fuera una cábala de los visitantes”[2].
La visita arrancó mejor dominando el mediocampo mediante el buen trabajo de Héctor Milano complementándose con el habilidoso Oscar López. Central Córdoba esperó bien parado en el fondo y buscó atacar mediante el buen juego de Omar Di Benedetto en sintonía con la peligrosidad de Hugo Cabrera. A los cuarenta minutos del primer tiempo, dicho delantero fue tomado del brazo por el lateral Vicente Stagliano en una falta dudosa afuera del área, pero como el nueve charrúa cayó dentro de ella, el árbitro compró penal. Luego de las protestas, Eduardo García acomodó la pelota y con un derechazo hacia la izquierda venció a Peidro que eligió el palo opuesto. El delirio en Tablada fue total extendiéndose durante el entretiempo.
El complemento mostró la desesperación de Morón por atacar buscando el empate ante un rival que priorizó la defensa parándose de contraataque. Un cabezazo de Romagnoli fue salvado por el capitán charrúa y sobre los 25 minutos el juego del Gallo aflojó cuando la expulsión de su mejor hombre, Milano, quien junto a Norberto Picatti, vieron la roja por agredirse.
Los últimos minutos fueron vibrantes y casi embocamos el segundo, gracias a una escapada de Carlos Aquino que encontró bien ubicado a Chiavello, pero su remate fue desviado con los justo por Franchocci. A continuación, Osvaldo Schiavone pitó el final y de inmediato el preparador físico de Morón, Raúl Rodríguez, salió en su búsqueda intentándolo agredir mediante una patada y trompada que el árbitro esquivó con sutileza y la policía terminó por retirar al colaborador.
La victoria nos puso a sólo un punto del líder y las goleadas siguientes ante Dock Sud en su casa (4-1) y Luján en Tablada (4-0) continuaron la pelea por el campeonato. Pero, en las últimas fechas, el equipo no pudo mantener el ritmo. Un empate sin goles en casa ante Merlo y la derrota 0-2 frente a San Telmo en Isla Maciel, nos quitaron la chance de campeón, obteniendo el segundo lugar con 59 puntos a cinco de Morón.
Ficha del partido
Central Córdoba 1 - Deportivo Morón 0
Central Córdoba: Quinto Pagés (capitán); Ovando, Ariel Murillo, García, Aquino; Cecotti, Carlovich, Di Benedetto (86' Eduardo Schram); Chiavello, Cabrera y Cicapolli (58' Picatti). Suplentes: Rufini, Aguilar Agüero, Lebioso. DT: José Minni.
Deportivo Morón: Peidro; Guerreño, Franchocci (capitán), Sauk, Stagliano; Colombatti, López, Milano; Acuña (68' Pinasco), Ruiz y Atilio Romagnoli. Suplentes: Ferrari, Gómez, Marucci, Areco Larrañaga. DT: Mario Griguol.
Gol: 41' García (penal).
Árbitro: Osvaldo Schiavone. Expulsados: 70' Picatti y Milano.
Cancha: Gabino Sosa. Recaudación: $ 52.340.000.-
[1] 31 de agosto de 1980. Córdoba. Un éxito de resonancia. La Capital.
[2] Ibídem.
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La historia del Club de Niños 27 de Febrero
En el Día del Niño y cercana a la fecha aniversario de su fundación, la historia del Club de Niños 27 de febrero, filial Central Córdoba.
Por Julio Rodríguez
El 26 de febrero de 1942, los asociados Tomás Olivero, su hermano José, Tomás Vottero y Enrique Salcedo se presentaron en la reunión de Comisión Directiva de Central Córdoba en la vieja sede de calle Laprida 2412, con el proyecto de fundar un club de niños tendiente a ser filial de nuestra Institución. Entre los propósitos se nombró la práctica general deportiva, instalando un gran parque de niños y excursiones en el sector de las canchas llamadas Beccar Varela, en honor al título obtenido por el plantel charrúa el 11 de febrero de 1934, comprendiendo las calles Alem, Ocampo, Ayacucho y las vías del ferrocarril, propiedad de la familia Olivero.
El acta inicial de la filial se labró el 23 de agosto de 1942, siendo sus firmantes y fundadores los señores Tomás Olivero, Julio Gesende, Andrés Dorricot, Manuel Pérez, Francisco Bermúdez, Roberto Gago, Manuel Cordero, Silvio Battaini, Antonio Benítez, Enrique Salcedo, Cándido Máspero, Timoteo Marty, José Olivero, Félix Marty, Hilario Temporelli, Francisco Romero y Tomás Vottero. Muchos de estos nombres formaban parte del padrón de asociados de Central Córdoba y tendrán cargos importantes en la Institución –por ejemplo, Tomás Olivero será presidente en los períodos 1947 y 1952, y Tomás Vottero dirigirá al club entre 1948-1950–.
La C.D. de entonces, presidida por el Doctor Tertuliano Martín, autorizó la constitución de la filial y dispuso la dirección y administración de la misma, fuera autónoma de Central Córdoba, no obstante teniendo representación en las reuniones de su Comisión Directiva, mediante la presencia del Secretario charrúa, Raúl Bordenave. A su vez, el club de Niños redactó su Estatuto y Reglamento, que entre sus principales artículos se destacó una insignia similar a la de Central Córdoba, esto fue, un círculo azul en fondo blanco en cuyo centro está colocada una bandera azul y en el centro de la misma un rombo grana con las iniciales C.N. en dorado.
El artículo 3º explicaba la función social que tendría dicha filial, estableciendo, sosteniendo y fomentando toda clase de distracciones, ejercicios físicos y deportes en general, especialmente para los niños de ambos sexos, cultivando al desarrollo de actividades sociales y culturales en beneficio general, como la instalación de una biblioteca y la realización de conferencias de extensión cultural, conciertos, etc. Asimismo, las categorías de socios fueron: fundadores, honorarios, vitalicios, cooperadores, activos, cadetes e infantiles.
El 25 de octubre de 1942, el flamante club abrió sus puertas con la presencia del Intendente Municipal de entonces, Agustín Repetto, quien llegó acompañado del Secretario de Finanzas, Pompeyo Filetti. El palco fue completado por el presidente Tomás Olivero y su par charrúa, Tertuliano Martín. Luego de los discursos pertinentes, las autoridades recorrieron aquel paraje con una extensión de norte a sur de 150 metros y de este a oeste de 120 metros.
El parque, ambientado como una verdadera ciudad de los niños para la barriada, contaba con 46 juegos y 15 variedades. La parte de juegos infantiles, dividida en dos secciones: una para niños menores de 5 años, con juegos especiales y novedosos, tales como los caballos, patos, el látigo o espiral, el canasto loco, etc., y la otra para niños de 6 hasta 15 años. Un monumental tobogán fue toda una novedad para la época, contando de dos deslizadores, calesitas, columpios, trapecios, anillos, pista de patinaje y un velódromo de unos 400 metros con pista de equitación en su interior.
Los chicos que se movilizaban en aquellos juegos, tuvieron a su disposición vehículos para excursión, tales como un auto con capacidad para veinte niños, bicicletas y triciclos; sumándose además, distintas hamacas, rueda de elevación o vuelta al mundo; poni de paseo, etc. Alrededor del club, existió un pequeño jardín zoológico con la presentación de diversos animales junto al palomar que se constituyó en el segundo de la ciudad –junto al existente en el Parque de la Independencia–, pero que se achicó tiempo después con la apertura de la doble traza del bulevar 27 de febrero.
Las autoridades también habilitaron un mástil con busto de bronce del General Manuel Belgrano, que era un sitio obligado para homenajear a las fechas patrias del cual participaron las escuelas de los barrios La Sexta y Tablada, incluyendo invitaciones a los Hospicios de Huérfanos e Infancia Desvalida.
Desde su fundación en 1942, se habían inscriptos 1.565 socios, y hacia mediados de aquella década, la filial se expandió por toda la zona sur fichando a 4.500 asociados. Ante ello, se habilitaron sectores para practicar deportes como básquetbol, bochas, un gimnasio, juegos de martillo y tiro al blanco, levantamiento de pesas y una cancha de tenis.
La cultura también se hizo presente en aquella experiencia inaugurando una biblioteca que funcionó en la secretaría. Luego se sumaron peñas folclóricas que se llevaban a cabo los viernes desde las 20.30 horas y bailes dominicales con entrada libre y gratuita para socios. En la Nochebuena de 1942, se representó un pesebre navideño y, para la temporada de verano, se efectuaron cenas y bailes nocturnos.
El trabajo comunitario del club le permitió a Central Córdoba atraer una innumerable cantidad de asociados y vecinos que disfrutaban de sus instalaciones, ya que por entonces, nuestra Institución estaba en plan de mudanza hacia la actual ubicación de San Martín 3250, y el poco espacio existente en la anterior sede de barrio La Sexta, no lograba contener la demanda barrial. Una vez instalados en la avenida, el club cimentó su propia rutina social, cultural y deportiva, decayendo el apoyo hacia el club de niños.
El 5 de febrero de 1954, en una Asamblea General Ordinaria realizada en la sede de 27 de febrero 368, los socios de la entonces filial, decidieron un cambio de rumbo. El asociado Víctor Torti mocionó que se modifique la denominación de dicha entidad por la de Club 27 de febrero, Anexo Club de Niños, eliminando el aditamento “Filial Central Córdoba” fundamentando principalmente que Central Córdoba hacía mucho años que no prestaba ayuda económica y moral prometida en su oportunidad, impidiendo por entonces, la obtención de la personería jurídica el hecho de figurar como filiales de dicha entidad. A su término, se aprobó la modificación a la insignia que quedará diseñada en forma de V en color celeste, envuelta por un escudo también del mismo color, involucrando en su interior las siglas C. 27 F.
Por último, los bienes de la Institución, que en caso de su disolución, debían ser entregados a Central Córdoba, por moción de Tomás Olivero, se resolvió como destinatario al Hospicio de Huérfanos u otra institución de caridad o beneficencia. En 1970, a raíz del fallecimiento del propio Olivero, dueño de los terrenos, sus herederos no reconocieron a dicha entidad y lotearon los sectores, vendiendo una parte a los trabajadores del Banco Provincial de Santa Fe, quienes decidieron fundar el actual club que ocupara la antigua filial sobre el bulevar.
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Se cumplen 100 años del debut de Octavio Díaz
El 1º de agosto de 1920, uno de los mejores arqueros del fútbol rosarino, debutó en nuestro club y se convirtió en el primero que hizo goles. En el centenario de su llegada, la historia de otro Negro ferroviario en Tablada.
Julio Rodríguez
Octavio Juan Díaz nació el día de la Virgen de la ciudad en el comienzo del siglo XX, o sea, el 7 de octubre de 1900, en cuna auriazul, ya que papá Juan y tío Zenón jugaban por aquel entonces en Rosario Central. La familia le legó la pasión por el fútbol y los rieles, y a partir de 1917, debutó en Sparta, permaneciendo dos años hasta su arribo al club de sus amores, desarrollando a la par su oficio de tornero en los talleres del ferrocarril Central Argentino.
La temporada 1920 consagró a Rosario Central campeón de la Copa Competencia, aunque también inició su segunda desafiliación de la Liga Rosarina –en 1913 constituyó junto a otros clubes la Federación que volverá a germinar en éste período–. Por su parte, el 29 de junio, Octavio se puso el buzo del combinado local en la victoria 2 a 0 ante los porteños en el estadio de Newell’s por Copa Rosario y tuvo una buena actuación en el Día de la Independencia ante el mismo rival cuando la Copa Reyna, en Sportivo Barracas, finalizó sin goles.
Una semana después recibió el telegrama del Consejo Superior de la Asociación Argentina con la convocatoria para el clásico rioplatense ante Uruguay, estando en juego once medallas distribuidas por el Ministerio de Institución Pública de aquel país. Tal situación apresuró su búsqueda de un club que estuviese afiliado a la Asociación firmando en Central Córdoba.
El debut en el seleccionado se dio el 18 de julio en Montevideo con victoria local 2 a 0. El diario La Nación comentó la actuación de Octavio quien “evidentemente nervioso al principio, vaciló en varios casos, pero después, más tranquilo en el segundo período, justificó su inclusión en el equipo”. Luego del partido, el arquero viajó a Buenos Aires permaneciendo varios días entrenando junto a los futbolistas santafesinos Atilio Badalini, Adolfo Celli, Julio Libonatti y Antonio Miguel, a la espera de la revancha, en este caso por Copa Newton. El 25 de julio, la Celeste se quedó nuevamente con los festejos luego del 3 a 1 en el estadio barraqueño y el Negro emprendió el regreso a su ciudad para estrenarse en la escuadra charrúa.
El 1º de agosto, el diario Crónica se hizo eco del debut de Octavio visitando a Provincial en su casa del Parque de la Independencia.
“El equipo reaparecerá después de la larga relache provocada por la serie de partidos interprovinciales y de combinados, lo hará con su flamante guardavalla en el arco, Octavio Díaz, cuyos méritos son necesarios hacer resaltar, pero que, sin duda alguna, es buena adquisición para los charrúas”[1].
Por la novena fecha de la Copa Vila, fue triunfo nuestro 3 a 0 con sendos goles de Virgilio Paz y el restante de Antonio Mansilla. El siguiente partido fue otra goleada, en este caso 8 a 0, aprovechando la inferioridad numérica de Sparta, que presentó un equipo con nueve futbolistas. Esa tarde del 22 de agosto en la zona norte de la ciudad, el Negro inscribió su nombre en la historia ya que fue el primer arquero en marcar un gol. A los nueve minutos del primer tiempo, tomó propio un penal tras un foul del back Schnoors convirtiendo el segundo tanto. Nuevamente desde los doce pasos, estampó otro gol, en la vieja cancha de Belgrano en el barrio de dicho nombre, siendo el descuento para una goleada 4 a 1. Luego de una falta de Florindo Bearzotti a Francisco Ballart, el juez Alfonso Poudes pitó penal. Díaz, con un tiro bajo y esquinado, dejó sin defensa a su colega, Jorge Repucci.
Octavio cumplió actuaciones bajo los tres palos en la derrota 2 a 1 ante Rosario a Puerto Belgrano, en el clásico barrial jugado en Tablada y participó de la novedosa Copa Estímulo, organizada por el club Estudiantes, jugada el lunes 1º de noviembre en el estadio de Newell’s. El torneo se diagramó con siete futbolistas, consistiendo el premio en una medalla de oro donada por la Liga Rosarina para adjudicarla al jugador más eficiente en su doble faz deportiva y caballeresca. El primer partido le ganamos al organizador 2 a 0 con goles de Ciro Dagnino y Vicente Aguire, pero en el cotejo siguiente ante Tiro Federal, el revés por 1 a 0, luego de media hora de tiempo suplementario, nos dejó sin medalla dorada.
El 5 de noviembre, nuestro biografiado fue convocado por el combinado rosarino para enfrentar a los cordobeses poniéndose en juego la Copa Liga Cordobesa. Vuelto al campeonato local, atajó en la victoria ante Estudiantes 2 a 1 en terreno rojinegro y Crónica razonó su franqueza para calzarse el buzo charrúa.
“Hacemos mención a nuestro reputado guardavalla internacional -por más que le pique a los amateuristas; internacional, así como suena- militante en Central Córdoba por el que ha cobrado en breve tiempo un cariño absoluto”[2].
El 28 de noviembre, visitamos a un Newell’s que pugnaba llevarse el título de campeón. Aquel domingo había amanecido lluvioso, pero rumbo a la tarde el cielo fue clareando y el terreno de juego estuvo perfecto con mucho público en las tribunas. El partido arrancó favorable con la apertura del marcador por intermedio de la Pirincha Paz a los cinco minutos. Sin embargo, en apenas 25 minutos, el poderoso equipo rojinegro torció la suerte primero con Ernesto Celli y sobre la media hora, mediante el petiso Antonio Miguel. Recién en el complemento, la lucha fue para los azules cuando el Chueco Aguirre logró el empate y sobre los 16 minutos otra vez Paz se hizo presente en la red. Lo que quedó fue aguantar con los experimentados backs Manuel Fernández y Silvio Battaini, quienes colaboraron en su tarea al Negro para sostener el triunfo.
La despedida de Octavio fue ganando la Copa Nardi luego de vencer 3 a 0 a Central de Santa Fe, un amistoso jugado en el estadio de Newell’s. Al año siguiente y según Acta 118[3], resultó nombrado en una subcomisión de formación de equipos junto a su compañero Ciro Dagnino y los dirigentes Esteban Paita, Juan Dagnino y Antonio Segado Orrico, aunque el destino prosiguió en otro club ferroviario: Rosario a Puerto Belgrano.
Su enorme trayectoria futbolística volvió a Rosario Central y durante 1925 fue convocado para la primera gira europea realizada por Boca Juniors escoltando a su compañero en el seleccionado, el legendario Américo Tesoriere. Representó a nuestro país en once encuentros, siendo subcampeón del torneo Sudamericano 1926 y campeón en el siguiente. Justamente el 27 de agosto de 1927, en la edición 425, compartió tapa de la revista El Gráfico junto a su amigo Gabino Sosa, otro futbolista trabajador del riel. En 1928 acreditó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam.
Se retiró se dio en Atlanta en el año 1932. Luego de su paso en el fútbol, vivió modestamente junto a su familia en el Cruce Alberdi, el barrio de toda la vida, Salta 3547, continuando su labor en el ferrocarril Central Argentino. Falleció en Rosario el 11 de noviembre de 1973.
[1] 1º de agosto de 1920. Crónica.
[2] 24 de noviembre de 1920. La franqueza de Octavio. Crónica.
[3] Acta 118. 8 de febrero de 1921. Libro de Actas Club Atlético Central Córdoba. Tomo III 1921-1922.
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Juan Luis Pratti, a 80 años de su fallecimiento
El 9 de julio de 1940 en la ciudad de Córdoba murió uno de los dirigentes más importantes de la Institución. El recuerdo para el Socio Nº 1 y primer asociado honorario en el 80º aniversario de su fallecimiento.
Julio Rodríguez
Juan Luis Pratti nació en Rosario durante el año 1892 y vivió desde siempre en la República de la Sexta, actual calle Juan Manuel de Rosas 2483. Por la cercanía barrial, ingresó muy joven a la empresa ferroviaria Córdoba y Rosario y, en 1911, su apellido comenzó a aparecer en los planteles de fútbol que participaban en la Liga Rosarina. Dos años después, llegó el primer cargo en una Comisión Directiva de la Institución, como Prosecretario, iniciando su trayectoria en los compromisos dirigentes que lo tuvo como uno de sus protagonistas más vibrantes.
En 1914, a la par que desempeñaba funciones en la C.D., capitaneó el plantel de la segunda división que disputaba la Copa Santiago Pinasco. Igualmente, su paso por los fields rosarinos, fue breve para enfocarse en el trabajo institucional. En 1917 llegó a ocupar la Secretaría y, en los dos años posteriores será elegido vicepresidente, secundando, en primer término a Eduardo Swimbourne, con quien tendrá una discusión que lo obligará a presentar la renuncia.
El 29 de septiembre de 1918, en el viejo estadio de Gimnasia y Esgrima en el Parque de la Independencia, y previo a la obtención de los puntos ante la no presentación de Sparta, ambos dirigentes tuvieron una charla subida de tono, que constó en actas de esta manera.
"Con fecha primero del actual, este señor (por Pratti) por causas que no cree oportuno divulgar se le impone la irrevocable decisión de presentar su renuncia indeclinable del cargo de vicepresidente de esta institución. El Señor Presidente supone que el motivo de su renuncia, es consecuencia de una altercado tenido con él en el field del club Gimnasia y Esgrima, antes de la realización del match de nuestra primera versus el club Sparta. Después de un cambio de ideas, por moción del señor Henning y apoyado por el Secretario, resolviese aceptarla"[1].
Sin embargo, para el período siguiente, acompañará en la vicepresidencia a Manuel José Estévez. De ahí en más, integrará el Secretariado en 1922, 1924 y 1926-1928. La llegada del Doctor Antonio Carlos Onis a la presidencia lo ubicará nuevamente como vicepresidente en 1929 y en el año 1930, siendo vocal titular, será el encargado del ingreso de las mujeres al padrón societario, redactando la nueva categoría “Socias”.
El inicio del profesionalismo tendrá al conjunto Charrúa como principal animador en el fútbol de la ciudad y los títulos vendrán de la mano de futbolistas surgidos del semillero. Pratti continuará sus tareas en diversas áreas del club, como por ejemplo, integrando la Subcomisión de la Sede Social que, por ese entonces, estaba ubicada en el bulevar 27 de Febrero 902. El 14 de junio de 1932 presentó la renuncia indeclinable a la vicepresidencia ya que las obligaciones de su nuevo empleo –un cargo jerárquico en el Ferrocarril Central Córdoba– no le permitían disponer del tiempo necesario para atender el cargo.
La ausencia durará poco, ya que en los períodos siguientes, será reelegido como vicepresidente hasta 1935, donde participará de las primeras elecciones con dos listas en la historia del club. Las mismas se llevaron a cabo en el nuevo local de calle Laprida 2412, el penúltimo día de aquel año, y la lista Azul encabezada por Carlos Urrutia, y que integraba Pratti, venció a la “Beccar Varela”, que buscaba reelegir al Doctor Onis a la Presidencia, por 828 votos contra 430.
El derrotero de Juan Luis Pratti lo tendrá como Tesorero en 1936, temporada donde el primer equipo obtendrá el torneo Molinas de la mano de una figura prometedora: Vicente de la Mata. A principios de 1937, la transferencia de dicho futbolista a Independiente, produjo notables divisiones en el interior del seno de la Comisión Directiva, donde afloraron las renuncias que hicieron delegar el mando al Síndico Claudio Muñiz quien, en ese agitado verano, decidió rápidamente el llamamiento a elecciones entre las listas Azul de Carlos Urrutia y Unión, comandada por Ángel Fresia. Pratti no ocupará cargos en la C.D., aunque presidió la Mesa Nº 1 donde votaron los socios vitalicios y todos aquellos que su apellido comprendieron desde la letra “A” hasta la “F”. Los comicios coronaron a Urrutia como presidente por 380 a 337 sufragios.
La paz, durante aquel año, duró muy poco, ya que nuevamente hubo renuncias masivas de los dirigentes y el Síndico Muñiz, a cargo de la Institución, llamó a una Asamblea General Extraordinaria para el 22 de enero de 1938. Todas las miradas se posaron sobre Pratti, quien como prenda de unidad entre los bandos, fue elegido presidente por una lista única gracias al apoyo de 149 asociados, asumiendo el mando el 27 de enero.
Los viajes permanentes por su cargo en la empresa ferroviaria lo irán alejando de a poco del manejo del club. Así, según Acta Nº 531, el Presidente “presentó una carta manifestando tener que ausentarse de la ciudad por razones de servicios y a tal efecto solicitó un mes de permiso, resultando favorablemente”[2].
El 5 de mayo, Pratti vuelve a pedir dos meses de licencia por razones de trabajo, siendo concedida. Finalmente, el 9 de junio, renunció a la Presidencia, por el traslado definitivo a la provincia de Córdoba, siendo reemplazado por su vice, Ángel Fresia.
“Renuncia de la Presidencia: En virtud de la carta renuncia presentada del cargo de la Presidencia de la Institución por motivos de su traslado definitivo a la ciudad de Córdoba, para trabajar en el ferrocarril, la C.D. resuelve atento a la considerando de la renuncia muy a pesar, aceptarla dando las gracias por los importantes servicios prestados”[3].
La noche del 2 de julio, se le realizó una cena-homenaje en el salón Petit Menú, donde un grupo de asociados le entregó un pergamino plagado de firmas, como reconocimiento a su trayectoria en el club. En 2012, Miguel Ángel Cappella, por entonces vocal titular de la Comisión Directiva, encontró en un volquete situado en el barrio La Sexta, dicho documento y lo restauró para exhibirlo en la sede social, donde actualmente forma parte de nuestro patrimonio histórico.
El 30 de noviembre de 1938, por iniciativa de la C.D. se designó a Pratti, como Socio Honorario y la moción fue aprobada en la Asamblea General Ordinaria del 17 de enero de 1939.
“Socio Honorario: El Sr. Llorca hace uso de la palabra, recordando que en oportunidad de la despedida que se le hiciera al Sr. Juan L. Pratti con motivo de su definitivo traslado a la ciudad de Córdoba, surgió en el brindis la idea de que en la primera Asamblea General que realizara el club, solicitaría se incluyera en el Orden del Día, la designación de socio Honorario al Sr. Juan L. Pratti, en mérito a los grandes servicios prestados al club desde su juventud y por los méritos conquistados a través de los tantos años que actuara en las diferentes Comisiones Directivas y en distintos cargos. Como estas manifestaciones fue recibida por los presentes con una extensa salva de aplausos, se permite hoy mocionar ante la C.D. se incluyera en la respectiva Orden del Día de la próxima Asamblea General Ordinaria la designación de socio Honorario de la Institución al Sr. Juan L. Pratti. Por unanimidad, se aprueba”[4].
El Día de la Independencia de 1940, Juan Luis Pratti, casado con Ángela Radice –otro apellido de identidad Charrúa– y padre de cinco hijos, falleció en la ciudad de Córdoba. La noticia conmovió a la barriada y la Comisión Directiva convocó de urgencia a una sesión extraordinaria, donde los dirigentes presentes se pusieron de pie a modo de homenaje, enviando nota de pésame y una corona de flores naturales a la familia. Además, se designaron a los miembros para concurrir al sepelio, indicando que todos los planteles del club de la Asociación Rosarina, actuasen con un brazalete negro en los partidos.
“Intenso sentimiento de pesar ha causado entre la masa de asociados y simpatizantes de nuestra Institución, la prematura desaparición del Sr. JUAN LUIS PRATTI, socio Nº 1 y socio Honorario con que se le distinguía.
Poseído de una vasta y sólida preparación, unida a sus hermosas dotes de hombre de bien y de caballerosidad, hace doblemente más sentida, la pérdida sufrida.
De un carácter firme y de una nobleza ingénita, llegó a ocupar los más altos cargos de nuestro Instituto, igualmente como representante ante las autoridades máximas del deporte, conquistándose a su paso, la simpatía y el cariño de la inmensa masa de asociados, simpatizantes y amigos.
En los momentos más críticos para nuestro Club siempre se encontraba entre los primeros, dispuesto hasta el sacrificio, y su palabra serena y reposada, pesaba al igual que sus consejos sanos y desinteresados, orientando con ellos, a esta inmensa pléyade de jóvenes que han desfilado por nuestros equipos defendiendo nuestro glorioso pabellón.
Ha perdido Central Córdoba, y con él sus dirigentes y amigos, la columna más sólida en que descansó este Instituto y sus dirigentes, asociados y simpatizantes, se inclinan reverentes rindiéndose el homenaje póstumo, a que se hizo acreedor por sus hermosas virtudes y dotes personales que le adornaban”[5].
Al año siguiente, la Presidencia autorizó, que al haberse cumplido el primer aniversario de su fallecimiento, la confección de una placa de bronce para ser colocada en su tumba en el cementerio El Salvador, donde desde hace ochenta años, descansan sus restos.
[1] Acta Nº 75. 9 de octubre de 1918. Libro de Actas Club Atlético Central Córdoba. Tomo II 1913-1921.
[2] Acta Nº 531. 17 de marzo de 1938. Libro de Actas Club Atlético Central Córdoba. Tomo VII 1936-1940.
[3] Acta Nº 543. 9 de junio de 1938. Libro de Actas Club Atlético Central Córdoba. Tomo VII 1936-1940.
[4] Acta Nº 564. 30 de noviembre de 1938. Libro de Actas Club Atlético Central Córdoba. Tomo VII 1936-1940.
[5] Memoria y Balance correspondiente al 34º Ejercicio, 1º de diciembre de 1939 al 30 de noviembre de 1940. Página 18. Club Atlético Central Córdoba.
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Veinte años del título en Reserva
Fue en la temporada 1999/2000 mientras jugábamos la Primera B Nacional bajo la tutela de Arnaldo Sialle como D.T. y un nutrido grupo de futbolistas que luego accedieron a la primera división.
Julio Rodríguez
La división Reserva sirvió como partido vermú, antesala ideal para el plato fuerte de primera, aunque en la actualidad este partido haya ingresado al ostracismo. En Rosario, era habitual que los hinchas llegasen muy temprano al estadio y, como cartelera cinematográfica, incluían además a la Tercera división, redondeando tres partidos en un mismo día. Desde la afiliación a la Asociación del Fútbol Argentino en 1943, nuestra Institución participó solamente una vez en los torneos de Reserva y fue en la temporada 1999/2000 jugando la Primera B Nacional, casualmente única participación y único título.
La Comisión Directiva de entonces encabezada por el actual Presidente, Eduardo Bulfoni, probó suerte aquella temporada con la idea de foguear a los futbolistas juveniles que intercalaban la primera división con la local en los torneos de la Asociación Rosarina. El reglamento establecía que no era obligatorio por parte de los clubes presentar a sus equipos, por eso, en aquel torneo, jugamos apenas catorce partidos y muchos planteles no viajaron a Tablada, por lo cual, ganamos los puntos.
El debut se dio el 19 de septiembre de 1999 en Parque Patricios con goleada de Huracán 4 a 0. Aquella tarde previo al partido que se jugó de noche, el arquero Germán Gassman atajó los noventa minutos en Reserva y tuvo que reemplazar por expulsión a Gambandé en el encuentro principal desde los 36 minutos del primer tiempo, concluyendo en otra derrota ante el futuro campeón de la divisional.
La campaña trajo una racha de cinco triunfos al hilo que sirvió para el despegue del equipo. Por ahí pasaron un 2-0 ante Quilmes, goleadas a Almagro 5-1, a San Miguel 5-2, victoria ajustada 4-3 visitando a Morón y la ansiada revancha 2-1 a Huracán, en el Gabino Sosa. En la recta final del campeonato, hubo un gran partido ante Quilmes a quienes vencimos 3-0 en su estadio y en la última fecha, jugada el 27 de mayo de 2000, la victoria 2-1 versus Temperley de visitante, permitió el título festejado en la intimidad del vestuario con varias botellas de sidra gritando ¡dale campeón!
La tabla de posiciones final incluyó 25 partidos, sumándose los que no se presentaron los rivales, pero de los catorce encuentros jugados hubo siete victorias, cinco empates y dos derrotas en el campo de juego. Guillermo Formica y Luciano Pignatta fueron los goleadores del plantel con cuatro goles, seguidos de cerca por Gustavo Jaime con tres; Leandro Bartolini, Sergio Martínez, Lucas Romero, Claudio Tocaymasa y Leandro Vecchio, dos goles; Javier Boveri, Claudio Estévez, Ángel Germano, Silvio Iuvale y Esteban Zambrano, un gol.
El plantel dirigido por Arnaldo Sialle junto a Marcelo Geranilk como preparador físico, estuvo compuesto por los siguientes futbolistas: Acevedo, Rodrigo; Autino, Santiago; Ávalos, Néstor; Bartolini, Leandro; Bonomi, Leandro; Boveri, Javier; Burgués, Adrián; Camuglia, Pablo; De Pomo, Gastón; Dichiara, Gustavo; Estévez, Claudio; Formica, Guillermo; Gassmann, Germán; Germano, Ángel; Herrera, Cristian; Iglesias, Leonardo; Iuvale, Silvio; Jaime, Gustavo; Martínez, Sergio; Meli, Ricardo; Messi, Rodrigo; Módica, Pablo; Peralta, Fabián; Pereyra, Diego; Petrovelli, Ezequiel; Pignatta, Luciano; Romero, Lucas; Staffollarini, Danilo; Suárez, Lucas; Tocaymasa, Claudio; Toffoletti, Leandro; Vanrell, Carlos; Vecchio, Leandro; Urquiza, Lisandro; Verón, Gonzalo; Zambrano, Esteban.
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Cuando el Trinche llegó a Tablada
Hoy Tomás Felipe Carlovich cumple 74 años y la mejor manera de festejarlo es contando su arribo a nuestra Institución en el verano de 1972.
Julio Rodríguez
En 1972 Central Córdoba deambulaba su quinta temporada en Primera C, épocas de transición, con nuevos futbolistas surgiendo del semillero que hacían sus primeros pasos y otros muchachos que no podían asentarse al fútbol de ascenso. Por eso, a comienzos de año y una vez constituida la subcomisión de fútbol que presidía el Doctor Néstor Arroyo, se decidió buscar futbolistas que, tanto Newell’s como Rosario Central, dejaban de lado de sus planteles de Primera División.
Carlos Cognini, también integrante de dicha subcomisión con un incipiente trabajo en las divisiones inferiores, puso manos a la obra y de inmediato estableció contacto con Jorge Ainza, un lateral derecho que Central no tenía en cuenta, para ficharlo. La noche del 11 de febrero se apuró un amistoso en el Gabino Sosa ante Sarmiento y Ainza llegó acompañado por un hombre alto y pelilargo a quien conocía de su paso por la entidad canaya y que había jugado sin poco éxito en Flandria el año anterior. Su nombre: Tomás Felipe Carlovich. Un partido para probarlo sirvió para el comienzo del romance del Trinche con los Charrúas. Al minuto marcó la apertura del marcador y cinco minutos más tarde metió el segundo. Las pocas luces que emanaban de los postes de madera de nuestro estadio se encendieron aquella noche de verano.
“Los goles del ex delantero de Rosario Central, Carlovich, fue lo mejor que tuvo el partido de anoche en la cancha de Central Córdoba, especialmente el primero de ellos, que fue extraordinario...”, contó el diario Crónica de nuestra ciudad sobre aquel amistoso inicial.
La buena performance llevó a los dirigentes a incorporarlo al primer equipo dirigido por Rodolfo García. El 23 de febrero un nuevo ensayo en casa, en este caso, frente a la tercera división de Central que finalizó empatado 2 a 2 con otro gol de Carlovich, lo instaló como titular para el debut oficial en Primera C. El fixture trajo a Justo José de Urquiza como primer rival en Tablada y una goleada 5 a 3 fue el comienzo alentador para la hinchada. Una tarde donde el Trinche cedió varias cortadas para el delantero también debutante Hugo Zamora, quien marcó cuatro goles.
En las primeras cuatro fechas, Carlovich ocupó la banda derecha en el mediocampo y alternó un partido en la delantera, su antiguo puesto en Rosario Central. En ese ínterin, García renunció al cargo y llegó Guillermo Abbas como nuevo entrenador. El Trinche estuvo ausente por una vieja lesión durante cinco partidos y reapareció el 6 de mayo en la goleada 5 a 1 a Deportivo Riestra en el Gabino Sosa. Una semana más tarde, la derrota en el clásico 3 a 0 ante Argentino en barrio Sarmiento enardeció el clima en la hinchada que terminó explotando en la fecha siguiente en casa ante Defensores de Belgrano, la sensación del torneo.
El partido comenzó favorable y a los tres minutos ya ganábamos 1-0 con gol de Viassolo. Pero la tarde se puso espesa, primero con la expulsión de Nicoletti, más tarde por una falta de Carlovich sobre Giardello donde el árbitro José Aramburo decidió amonestar a todo el plantel de Central Córdoba, entonces la visita aprovechó para dar vuelta el marcador. Sin embargo, Pappalardo puso el empate, aunque a seis minutos del final se desató una batahola con invasión de los hinchas al campo de juego agrediendo al juez y forzando la suspensión del partido.
Aquel mes resultó decisivo para el futuro en la temporada ya que nuestro estadio fue suspendido por cuatro fechas y nos descontaron 16 puntos. En ese lapso, el equipo mantuvo un invicto de quince encuentros con once triunfos y cuatro empates que sirvió para reacomodarnos en la tabla aunque impidiendo el ascenso. Justamente la racha finalizó ante Defensores, cuando el futuro campeón nos goleó 4 a 1 en su estadio.
El balance del Trinche en el primer año bajo nuestros colores, fue auspicioso marcando seis goles –uno de tiro libre y otro de penal, sus especialidades– en 28 juegos. El cierre del año trajo versiones acerca de su alejamiento, primero a River Plate, dónde según informó La Capital, actuaría a préstamo a solicitud del técnico Juan Urriolabeitía y más tarde hacia Quilmes.
"En principio, se cuenta con la conformidad del número cinco que se comprometió a viajar a Buenos Aires en los primeros días del año entrante para conversar con los dirigentes cerveceros sobre su probable incorporación, aunque se ignora que dirá Central Córdoba al respecto, en el caso que Carlovich esté ligado por contrato con los charrúas, porque se dice también que Carlovich es dueño de su pase”, rumoreó La Tribuna en su edición del 29 de diciembre.
Aunque nada de eso ocurrió y Carlovich, centrándose como un futbolista fundamental en el mediocampo, bien secundado por Walter Mainonis y Oscar Cassinerio, conformarán un trío que dará sus frutos en la temporada siguiente.
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El recuerdo para Mario Bassignani
Se cumplen sesenta años de la trágica gira a Bolivia que tuvo consecuencias lamentables con el fallecimiento de nuestro futbolista. Un recorrido por el verano en la altura que significó nuestra última salida del país.
Julio Rodríguez
El último año en Primera División traía la esperanza de volver a jugar en nuestro remodelado estadio luego de un año de localía en el Parque de la Independencia. El club había abierto la solicitud engrosando en sus filas a diez mil socios que gozaban las instalaciones de la vieja sede, justamente, en ésta época de Carnaval. En tanto, el primer equipo realizaba una mini-gira por la Docta con victoria ante Belgrano y derrota ante Rosario Central. Un nuevo triunfo, en este caso en Santa Fe, visitando a Unión sería la antesala al viaje a Bolivia.
El 14 de enero se había presentado en la secretaría el señor Eraldo Ettolitu, empresario de espectáculos deportivos de Bolivia, invitándonos a participar de dos amistosos y un cuadrangular a jugarse en La Paz. La Comisión Directiva aceptó la proposición firmando el contrato respectivo y recibiendo un anticipo financiero de treinta mil pesos.
La delegación estuvo integrada por: Delegado: Juan L. Cornú. Médico: Dr. Adolfo Ramírez. DT: Félix Ibarra. PF: Luis Aldana. Masajista: Carlos Lapetina. Utilero: Ramón Múñoz. Futbolistas: Palminteri, Álvarez, Rivoiro, Valenti, Villagra, Fruttero, Novillo, Basignani, Móbili, López, Vizzo, Cecchini, Federico, Bertral, Delogú, Gallego y Ayuzzo.
El regreso a Bolivia –habíamos jugado allí durante 1942– se inició el 23 de febrero cuando un combinado local “B” nos recibió con una goleada 8 a 2 en el estadio del Bolívar. En dicho encuentro, Mario Bassignani ingresó en el complemento reemplazando a Armando Novillo. Tres días más tarde, un empate vibrante 3 a 3 ante Bolívar en su casa fue el comienzo del fin. Bassignani volvió a entrar, en este caso, durante la primera etapa redondeando apenas veinte minutos en cancha. Luego del partido, ya en el hotel, comenzó a sentirse mal y fue asistido por el médico del plantel quien ordenó su internación urgente en la clínica Virgen de Fátima.
El futbolista ingresó en las primeras horas del 27 con un edema pulmonar y los médicos locales no pudieron salvarlo, certificando que Bassignani falleció a las 16.40 horas por una “bronconeumonía fulminante”. La noticia corrió de inmediato desde La Paz hacia Tablada. La congoja era infinita.
Las autoridades del club suspendieron las actividades deportivas y sociales por tres días, entornaron las puertas de la sede social e invitaron a los socios al sepelio. Seis futbolistas regresaron a nuestra ciudad poniéndose disposición de la familia. “La enfermedad de Mario fue algo que nos dejó anonadados, y que nos costará muchísimo olvidar lo ocurrido”, afirmó el arquero Alfonso Palminteri a Democracia. A su lado, Fernando “Toti” Bertral mostró su tristeza: “No nos podemos explicar lo sucedido. Todo ocurrió en una forma tan imprevista que se nos hace cuesta arriba aceptar la realidad que significa la muerte de nuestro compañero”.
El resto del plantel continuó en La Paz a la espera del cuadrangular “Federación Boliviana de Fútbol” que siguió su curso a principios de marzo. Nuestros muchachos, reforzados con valores del fútbol local, hicieron lo que pudieron para cumplir el contrato. El 1º perdimos 1 a 0 ante The Strongest, el 5 le ganamos a Estudiantes 6 a 4 y cerramos la trágica gira goleando a Internacional de Oruro 5 a 1. El petit-torneo finalmente viajó a La Plata y fue la última salida del país que tuvo un plantel Charrúa.
El cuerpo de Bassignani viajó primero a Buenos Aires, casualmente en el mismo avión que el seleccionado de Bolivia que iba a disputar el torneo Sudamericano. El 3 de marzo sus restos fueron inhumados en el cementerio El Salvador. Roberto Mario Bassignani había nacido en Rosario el Día de la Patria de 1927. Su familia regenteaba un hotel enfrente a la estación ferroviaria donde se fundó el club. El pibe, aquerenciado por el barrio, cruzó el bulevar, hizo Inferiores de punta a punta y debutó en Primera el 23 de agosto de 1947 ganándole 2 a 1 a Argentinos Juniors. Entre 1956 y 1957, vistió la casaca azulgrana de Tigre regresando al barrio al año siguiente. En total completó 87 partidos, con 7 goles y una expulsión. Casado, dos hijos y ésta nota es un pequeño homenaje a su memoria.
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Bodas de Brillantes de la compra de la sede
El 12 de abril de 1943 el club decidió dar una vuelta de página y establecerse para siempre en la avenida San Martín. Transitamos diferentes etapas de nuestra historia anclando un presente con re modelado natatorio.
Julio Rodríguez
Desde nuestra fundación en la sala de espera de la estación del ferrocarril Córdoba y Rosario, la institución aferró su corazón en el barrio La Sexta. Primero la secretaría funcionó en el mismísimo edificio señorial, en otras ocasiones mutábamos a la casilla del estadio, luego a 27 de Febrero 696 y mudarnos por el mismo bulevar pero al número 902 esquina Maipú. A principios de la década del ’30, como no poseíamos un amplio sector para los asociados, la gran mayoría de tertulias, reuniones o incluso asambleas se realizaban en el Cine Universal, sito en la calle 25 de Diciembre 2235 y propiedad de quien años más tarde sería presidente, Carlos Urrutia. Luego, a partir de 1935 llegamos a Laprida 2412 y esquina Viamonte, un extenso lugar con frontón de pelota y un patio donde, ahora sí, los socios podían disfrutar veranos al aire libre.
La idea tomó vuelo a partir de 1942 cuando el club se vio obligado a ampliar sus instalaciones debido a la estupenda convocatoria social. Por eso, el 8 de julio, Enrique Marino, dueño de la finca ubicada en avenida San Martín 3262, la tasó en 70 mil pesos. El terreno, con una superficie de 2.714 m2, estaba ocupado hasta el 31 de Julio de 1944 por el club Social Zona Sud. El 12 de abril de 1943 se efectuó la compra bajo la gestión del presidente Doctor Luis Sgrosso, un hombre vinculado al Partido Demócrata Progresista.
El 10 de Septiembre de 1945 se realizó la primera reunión de Comisión Directiva en la nueva secretaría de avenida San Martín 3250. Tres años más tarde, el 14 de julio de 1948 se decidió la adquisición del terreno lindero a la sede, componente de 18 metros de frente al este, por 44 metros de fondo, colindando por sus costados sur y oeste. El precio se conminó en 76 mil pesos.
Para la década del ’50, la sede acogía los juegos de bochas, casín, pelota a paleta, yudo, básquetbol, tenis criollo, ajedrez, danzas e incluso béisbol. El aspecto cultural tomó un vuelo altísimo con los bailes de carnaval, en los cuales desfilaron por el histórico escenario las orquestas de Alberto Castillo, Francisco Canaro, Juan D'Arienzo, los jazzeros Los Bambucos, el maestro Carlos Di Sarli, los tangueros Aníbal Troilo y Alfredo De Angelis, Domingo Federico. Grupos musicales como Varela Varelita, Antonio Tormo, Los Panameños y Trío Avileño. Más cerca de finales de los ’60 la seguimos con los 5 Latinos, los Iracundos, Los Gatos y el “Polaco” Roberto Goyeneche.
Por aquella época de esplendor también se instauró “El baile dominical”, con una gran concurrencia de familias de asociados, contando con este motivo con “extraordinarios de bailarines que pasan momentos de sana alegría y esparcimiento”. Para 1968 quedó inaugurada la pileta de natación.
Cuando cumplimos los setenta años, la sede siguió creciendo con la instalación de gas natural y la habilitación correspondiente a la calefacción, además de renovar la caldera y proveer de agua caliente a todas las dependencias. Dos años más tarde se procedió a la remodelación total de las instalaciones emergiendo a su actual fachada. Merced a un convenio con la empresa constructora, se cedió el terreno aledaño donde funcionaba la caja mutual y la biblioteca edificando un nuevo local con 620 m2 cubiertos.
El año del mundial trajo consigo también un sector parquizado de 50 metros de frente por 20 metros de fondo. “El nuevo edificio consta de planta baja y dos pisos altos. En la planta baja se instalará la confitería y comedor, al que tendrán acceso los socios y público en general. El primer piso, al que se accede por una cómoda escalera situada en el ángulo nordeste de la construcción, estará el salón de juegos sociales para socios y en el mismo un departamento que será destinado a jóvenes futbolistas del interior que jueguen en el club”, afirmaron los constructores al diario Tribuna quienes se extendieron contando que “el segundo piso será destinado a la administración y dirección de la entidad. Constará de una sala para la gerencia, sala para la presidencia y salón de reuniones para la comisión directiva, todo ello unido por un amplio pasillo que permite la independencia de cada una de esas instalaciones”. La inauguración se llevó a cabo el 18 de diciembre de 1978 con una cena-show.
Para 1980 funcionó un Departamento de Educación física incluyendo las siguientes actividades: gimnasia modeladora femenina, gimnasia masculina, destreza y recreación, patín, aerobismo, escuela de voleibol, fútbol de salón, judo, natación, béisbol, contándose además con un servicio de guardería y colonia de vacaciones. A mediados de los ’80 se realizaron trabajos de revestimiento de durlock en las paredes y acondicionamiento total en los sanitarios, revestidos en cerámicos y totalmente pintados. Colocación de 17 ventiladores de techo y trabajos en el salón principal de la planta baja. Asimismo se construyó un parrillero en las adyacencias a la zona de vestuarios para ser alquilado conjuntamente con el salón de fiestas cuando así fuere solicitado
En 1995 el natatorio fue climatizado y se pasó a la construcción del parabólico sobre la cancha de básquet contando con 14 disciplinas y 600 chicos que las practicaban. A comienzos de 2002 y debido a la crisis financiera que asoló a nuestro país, finalizaron las tercerizaciones de los deportes pasándolos a manejar exclusivamente el club.
En febrero de 2005 la sede sufrió la amenaza de su posible remate por el juicio laboral iniciado por el exfutbolista Daniel Laffitte por 35 mil pesos. La mañana del 18 un grupo de hinchas y socios quemaron cortaron la avenida quemando cubiertas en señal de protesta. En ese entonces, el presidente Santiago Pezza contó “me llama la atención que se ejecute sobre la sede porque hay un montón de alternativas antes. Además es un edificio que tiene un valor mucho mayor a la deuda”. Finalmente se llegó a un acuerdo. Pero en octubre de 2007 nuevamente la subasta volvió a surcar el cielo charrúa, en este caso con el juicio establecido por el exDT Ricardo Palma, en este caso, por la suma de 50 mil pesos. “Realmente es un absurdo pensar que se pueden rematar las instalaciones de un club al que asisten alrededor de mil chicos y no sólo de Central Córdoba, sino de muchas escuelas que vienen a trabajar acá”, sentenció el entonces titular Carlos Vitta. Sin embargo, la sangre no llegó al río y se logró acordar con el abogado.
En la última década sufrimos una recaída en el aspecto social. Pasamos desde tener un estacionamiento en el patio principal, un bufet cerrado sirviendo como pensión, un ring-side de boxeo en la cancha de planta alta y hasta un boliche bailable en el histórico salón. A partir de 2014 con la asunción de la Comisión Directiva encabezada por el Doctor Carlos Lancellotti, y sobretodo, con la ayuda de un grupo de hinchas y socios, el club comenzó a retomar su vida deportiva. En primer lugar, se erradicó “Póker Night”, más tarde se indemnizó a la encargada que vivía en el comedor y por último se clausuró el denominado “Estadio Sur” en el primer piso. Más tarde comenzaron los trabajos en el sector del natatorio que lucía literalmente arrasado. Ahí se juntaron los hinchas sacando los árboles y acomodando lo poco que quedó.
En 2016 se formó una subcomisión de jóvenes que continuó apuntalando diferentes sectores abandonados en el club y trabajando en conjunto con las disciplinas que volvieron a la estructura social. Gracias a eventos realizados en conjunto con el Ministerio de Cultura de la provincia y a recursos propios, se logró pintar el frente de la sede con el escudo identificatorio, colocar las banderas en el antiguo mástil, reparación del baño, limpieza de la cancha de básquetbol –hoy de futsal– y arreglos en el patio, pintura y habilitación del baño.
La actualidad nos encuentra con el flamante natatorio inaugurado –gracias al respaldo del gobierno provincial que emitió dos subsidios que sirvieron para recuperar el lugar–, un bufet concesionado pugnando su lugar en el patio como cervecería y un boliche bailable que funciona los fines de semana. Como se ve, todavía falta mucho para recrear aquellos años dorados donde los hinchas y socios eran artífices de su propio destino.
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100 años del nacimiento de Vicente de la Mata
Máximo referente de nuestra historia, nació en el barrio República de la Sexta el 15 de Enero de 1918. Fue un futbolista espectacular que marcó una época en el fútbol argentino. Un enfoque de su trayectoria con la casaca Charrúa, las dos etapas, su función como entrenador y formador. Breve homenaje al Gallego quien será por siempre Capote.
Julio Rodríguez
La familia De la Mata llegó de la ciudad de Galicia a principios del siglo veinte con el sueño de prosperidad para intentar "hacer la América" como la mayoría de los europeos que viajaron a los principales puertos de nuestro país. Los De la Mata anclaron a orillas del río Paraná ahí donde Rosario comenzaba a establecerse como ciudad portuaria con su incipiente empuje. Según el historiador local Nicolás Zinni, en su libro el Rosario de Satanás, "la madre de los padres de Vicente de la Mata tenía una quinta que le llamábamos La Quinta de Juan Mentira y estaba ubicada atrás de la cancha de Central Córdoba", el detalle no es menor ya que así nació el fanatismo de don Vicente por los colores azules y rojos. El 15 de Enero de 1918 nació el primer hijo del matrimonio de Vicente de la Mata y Elena García, el nombre elegido fue el del padre.
Criado en la Sexta, Vicentito se nutrió de los numerosos potreros que circundaban aquella zona. De pequeño incursionó en los equipos del barrio que nacían al son de la tiento. Compartió el team del Estudiantil Porteño con José Casalini y los hermanos Villalba quienes más tarde ficharían en Central Córdoba. "De pibe me gustaba el arco. Era chiquito y flaco. En los partidos disputados en el hueco, esperaba siempre que un forward avanzara para tirármele a los pies...Era mi gran alegría...Ahora comprendo que no me lastimaron porque mi escaso físico los paralizaba", le contó en una entrevista al reconocido periodista Borocotó para El Gráfico tras su aparición rutilante en 1937.
Su papá fue trabajador portuario y los domingos cruzaba el bulevar 27 de febrero en la peregrinación de toda una barriada al viejo estadio Charrúa. Ahí los azules intentaban hacer pie en la liga Rosarina eclipsados por la genial batuta comandado por Gabino Sosa. En 1930, cuando Vicente cumplió doce años firmó su ficha con la institución para alegría paterna. "Mi papá era un gran hincha de los charrúas. Siempre me decía: 'Mi gusto sería que jugaras al lado de Gabino...Es mi esperanza...Y vas a jugar junto a Gabino...Verás...' Y llegué a jugar al lado del Negro, pero mi padre no alcanzó a verme...Pobre viejo, se murió antes", soltó con melancolía el insider.
La quinta división fue su destino inicial. "No me pusieron muchos partidos porque temían que me lastimara. Carballada, exjugador de Central Córdoba y delegado de la quinta, me cuidaba. Fue mi consejero. Él sabía esperar más que yo. En 1931 jugué casi efectivo en la quinta en donde quedé hasta el final de 1934. En el 33 fuimos campeones invictos, siendo scorer el insider izquierdo Miño; al año siguiente también finalizamos invictos, pero me correspondió a mí ser el scorer".
En la previa a la finalísima del trofeo Beccar Varela en el viejo estadio de River entre Racing y los Charrúas, De la Mata vivió en carne propia la pasión por nuestros colores. Si bien fuimos goleados en el preliminar de quinta contra Tigre 7 a 2, el pibe se aquerenció gracias al histórico título logrado aquel 11 de Febrero de 1934.
Un año más tarde y gracias a la recomendación del maestro debutó en primera. "El club andaba buscando un winger. Sosa dijo que no compraran a nadie; que yo podría llenar ese puesto. Dos partidos antes de terminar la temporada pasé al lado del maestro como insider derecho. Después, el año pasado, me tocó reemplazarlo...Cuando lo sacaron a Gabino porque estaba un poco lerdo, según dicen, fue cuando más consejos me dio..."Largala...; te van a lastimas...; no gambetees tanto...".
El 12 de Mayo hizo su estreno en el estadio de Belgrano ubicado en la esquina de Italia y Rueda. El partido se suspendió por incidentes del público y continuó el 23 a la mañana con cinco mil hinchas en las tribunas. Se completaron 17 minutos y apenas iba uno de juego cuando De la Mata recibió un pase de Stagi y mediante un tiro bajo marcó su primer gol. Un debut inolvidable. En dicha temporada redondeó 17 juegos y 13 goles. Por si fuera poco, aquella aparición explosiva recibió la convocatoria del combinado rosarino donde le tocó viajar a Montevideo para enfrentar a Uruguay en el estadio Centenario. El 28 de Diciembre, el Gallego estrenó la casaca rojiblanca con una victoria por 3 a 2. Al año siguiente fue la figura rutilante en el seleccionado local sumando seis encuentros y tres goles.
El verano de 1936 comenzó con todo en una gira de los Charrúas por Bahía Blanca y Mar del Plata, que luego continuó en febrero por la provincia de Mendoza. Allí los medios nacionales se hicieron eco de su gran labor que sirvió para mantener el invicto en los ochos partidos con seis victorias y apenas dos pardas. "Poseedor de una gambeta endiablada, De la Mata puso de relieve un dominio extraordinario de la pelota y una exacta noción del 'possing', y su característico juego de 'apilador' hizo que desde el primer momento se convirtiera en un ídolo de las graderías y sobretodo de los pibes, que vieron en De la Mata, a un franco exponente de ese juego teniendo algo del clásico potrero del barrio, se ha depurado al pulirse con la técnica y las exigencias del profesionalismo", así lo graficó el diario bahiense La Nueva Provincia.
Central Córdoba coronó ese año con un rutilante torneo local destacándose por varios cuerpos sobre el resto de los rivales. Vicente de la Mata fue su as de espadas en un tiempo de recambio del equipo ya que comenzaba a declinar la figura de Gabino Sosa y aparecieron numerosos futbolistas para seguir el camino de grandeza trazado por el viejo maestro. "A éste pibe lo mantenemos con espinaca", remató chispeante el back José Bussano cuando los medios rosarinos ya se hacían eco de las gambetas del Gaita. Esa campaña tuvo picos extraordinarios como el 23 de Noviembre cuando goleamos a Rosario Central 5 a 1 en nuestro estadio y el Gallego se destapó con tres tantos. "Vicente de la Mata ha sido fuera de toda duda uno de los jugadores nuevos que en forma más rápida llegó al camino de la consagración, el domingo último actuando como centro delantero y ocupando el puesto que llenara por tantos años Gabino Sosa, tuvo, podemos decir su consagración definitiva como director de la línea de ágiles. (...) Puso De la Mata el domingo último los mismos al servicio de una voluntad amplia de triunfar y de esa manera llegó al final de la lucha con un saldo amplio a su favor y sin dejar de reconocer que tuvo en sus demás compañeros a colaboradores eficaces puede decirse sin temor a equivocarse que mucho de la victoria de los charrúas se debe a la labor brillantísima de su centro delantero", describió su juego deslumbrante el periódico local, Crónica.
La seguidilla de ocho triunfos sucesivos con 36 goles permitieron la vuelta olímpica en 25 de Diciembre y Virasoro. La figura de Vicente eclipsó al entonces director técnico del seleccionado nacional, Manuel Seoane que de inmediato lo convocó para el inminente campeonato Sudamericano a jugarse en el verano de 1937 en el Viejo Gasómetro. Lo que siguió es historia pura, la consagración, el nacimiento de Capote, su rutilante venta a Independiente -por 27.500 pesos, récord para nuestro club-, la idolatría en los rojos signando más de una década de equipazos y títulos que lo catapultaron a lo más alto de la escena futbolística del país.
En 1951 pegó la vuelta a la ciudad para calzarse la rojinegra de Newell's. Pero en el Parque jugó poco por una serie de lesiones dejando un saldo de apenas 23 partidos y un gol entre dos campeonatos. En 1953 decidió por fin el regreso a barrio Tablada donde hacíamos el estreno en la segunda división luego del ascenso obtenido el año anterior. Hasta la revista El Gráfico se interesó por el regreso a su primer amor. "(…) Ha vuelto a su Central Córdoba después de un período en que vistiera en el pecho la E de entrenador. No aguantó el retiro. Aquel pibe que quería jugar es el mismo que quiere jugar aunque ya tenga 36 almanaques, ¿hasta cuándo? Hasta siempre".
A comienzos de 1954, desmintió al diario La Acción que vaya a irse del barrio. "Diga usted que me hallo muy cómodo en Central Córdoba y que no voy a abandonar sus filas. Aquí comencé a gustar las primeras satisfacciones de mi vida deportivo y he podido comprobar a mi regreso que todo sigue igual que antes. Nada ha cambiado. Los mismos compañeros y amigos y los afectos de siempre". Capote desplegó su experiencia al servicio de una base de juveniles e imitando al Negro Gabino, ofició de maestro para algunos apellidos que comenzaban a tener vuelo propio: el "Gallego" Dante Álvarez, José "Pocho" Chan, el "Petiso" Antonio Delogú, Indalecio López y el "Cabezón" Antonio Scavone.
En esos tres años acumuló ochenta encuentros y anotó once goles. Su capítulo como futbolista finalizó el 19 de Noviembre de 1955 luego de la victoria 2-1 versus Excursionistas. Después encaró para la localidad cordobesa de Leones donde siguió desplegando sus genialidades e igualmente su vínculo con los Charrúas permaneció intacto, por eso en la madrugada del 1º de Diciembre de 1957 mientras una multitud de hinchas esperaba la llegada del plantel que había ascendido a Primera División en Quilmes, la mítica figura de Capote apareció por la sede de avenida San Martín para festejar, ahora sí, todos juntos el arribo a la "A".
El 13 de Agosto de 1960 se calzó el buzo de D.T. cargo que honró durante tres campeonato en la vieja Primera B. Años más tarde ofició de mozo de su propio bar enclavado en la esquina céntrica de Corrientes y Urquiza llamado por supuesto, "Capote". Hasta ahí llegó el periodista Justo Palacios para entrevistarlo circa octubre de 1976 y la nota salió en el diario La Tribuna. Se lo notaba hastiado del fútbol moderno y evocó la simpleza con que se jugaba antes. ""Hacíamos la pared, la bocacalle, todo. El jugador de antes construía todo eso que quiere asomar como novedad en el fútbol actual. Yo me aburrí de hacer paredes. Pude construir miles de casas. Y tengo una sola".
Cuatro años más tarde llegó el final. "El ‘Gallego’ fue internado el 22 de Julio en un sanatorio de la calle Corrientes al 1200, como consecuencia de un enfisema pulmonar, dolencia que ya había experimentado cuatro años antes y que se había confirmado ahora con otros problemas de tipo circulatorios. Eran las 5.15, aproximadamente, cuando “Capote” sufrió el primero de los dos ataques cardíacos casi sucesivos, que determinaron su posterior deceso, alrededor de las 6", informó el diario La Capital en su edición el día después al fatídico 4 de Agosto de 1980. Había fallecido un grande y fue despedido con todos los honores. “Se fue el mejor alumno de Gabino; se fue uno de los últimos grandes del fútbol argentino. Nosotros lo acompañaremos en esta última jugada, en la que no pudo gambetear al último adversario”, afirmó su excompañero, Félix Ibarra durante el sepelio en el cementerio El Salvador.
Ficha técnica
Lugar y fecha de nacimiento: Rosario, 15 de Enero de 1918. Debut: 12 de Mayo de 1935 (vs. Belgrano 3-2). PJ: 124. G: 45. T: 1936 Torneo Gobernador Molinas. Como DT: PD: 61. G: 26. E: 12. P: 23. Eficacia: 52,45%. Fue directivo entre 1953 y 1956.
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Tiempo de espacio publicitario
En el marco del 110º aniversario del primer partido en nuestro estadio recorremos los primeros carteles de publicidad que lucían allá por los años ‘20 y ‘30. Empresas amigas que cobijaron los sueños de un field espectacular.
Julio Rodríguez
Central Córdoba es el único club de la ciudad que juega al fútbol en un mismo lugar desde hace 110 años. La esquina de 25 de Diciembre y Virasoro condensó miles de hazañas y mitos que hicieron grande a nuestra institución. En este caso el recuerdo se encuadra con la ayuda que prestaron dos fábricas relacionadas con la historia charrúa. Estamos hablando de Chiesa y Decaroli Hermanos, quienes además se encargaron de embellecer el sector de tribunas sobre la calle 1º de Mayo con las primeras carteleras publicitarias.
Chiesa Hermanos
El aserradero contiguo a nuestra cancha ocupaba el sector comprendido por las calles Alem, Virasoro, Bulevar 27 de Febrero y Necochea. Bien pegado a los rieles de los ferrocarriles Central Córdoba y la Compañía General de Buenos Aires, en 1920 abasteció con madera las reformas en la casilla que habitó el primitivo field y años más tarde colaboró en apuntalar las primeras tribunas. Además, el dato saliente es que nuestra actual cancha se estableció en 1907 donde antes había funcionado un depósito de piramidales de dicha empresa.
El Corralón General Belgrano, atiborrado de cosechadoras, maquinarias, hierro y madera, extendió su trabajo en toda la ciudad y localidades aledañas. En la antesala del profesionalismo, Central Córdoba adquirió a Chiesa la estructura de una tribuna de 150 metros de longitud y 10 metros de ancho con un espacio vacío en la parte central de 5,5 metros de ancho por 5 metros de fondo. Se inauguró el 4 de abril de 1931 en un amistoso contra Newell’s con capacidad para siete mil espectadores sobre el sector de la calle 1º de Mayo.
En 1958 cuando las obras de remodelación de nuestro estadio tras el ascenso a Primera, los tablones del aserradero llegaron mediante las vías del ferrocarril para su posterior colocación en las cableadas. A mediados de la década del ‘60, la empresa dejó el lugar mientras el estadio charrúa creció a ritmo de completar cuatro tribunas de madera que sirvieron para jugar el segundo año en primera división y el resto en los torneos de ascenso.
Imagen de un encuentro ante Newell’s a principio de la década del ‘20. La pared que dividía el sector que daba a la calle 1º de Mayo con la inscripción de la empresa.
Decaroli Hermanos
La empresa de carrocería fue fundada en 1924 por los hermanos Carlos, León, Lorenzo y Benito Decaroli. En aquellos años se transformó en pionera en la fabricación de carrocerías metálicas de excelente calidad convirtiendo a Rosario en la capital del ómnibus.
Carlos había vestido la chaqueta azul y roja de Central Córdoba junto a su hermano Natalio. El primero sólo jugó un partido como full-back en 1918 para luego ejercer diferentes cargos en las comisiones directivas. En tanto que Bichito, centre-forward, tuvo una eximia carrera en la etapa amateur. Debutó en 1917 completando 80 encuentros y marcando 45 goles.
El cartel Decaroli luciendo en una colmada tribuna durante un encuentro ante Rosario Central en 1931.
Los talleres funcionaban en Zeballos 1960 y supieron emplear a más de 150 operarios. En 1953 nació la carrocera DIC (Decaroli Isacson y Compañía) y en la actualidad se denomina Centro Industrial Decaroli ubicada en Vera Mujica 4836.
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Federico Monestés centenario
El delantero nacido en nuestra cantera hubiese cumplido cien años el 14 de junio pasado. Un repaso por la notable trayectoria de un pibe nacido en La Sexta y criado en la usina de talentos de barrio Tablada.
Julio Rodríguez
Pasó un mes exacto desde que se cumplieron cien años del nacimiento de Federico Oscar Monestés. Por olvido y confusión de quien ésto escribe llegó el momento de homenajearlo haciendo un recorrido por sus años en el balompié. El centre-forward de bigote prominente nació en un barrio que se transformó en la cuna de futbolistas excepcionales: La Sexta, un 14 de junio de 1917. A comienzos de la década del ‘30 comenzó a entreverarse en los potreros de la zona hasta vestir la chaquetilla del American Club compartiendo team junto su hermano Guillermo -los Monestés eran diez y Federico el menor- y otros jugadores que más tarde llegarían a recalar en la primera división de la ciudad: José Casalini, Ignacio Díaz e Ítalo Emanuelli.
En 1932 comenzó a escribir su historia en Central Córdoba. Llegó al club recomendado por don Ángel Marchesini, quien además de ser hacedor de cracks cubría sus horas de trabajo en un bodegón del barrio La Sexta. Monestés debutó en la quinta división y tuvo el privilegio de integrar el equipo que jugó el partido preliminar de la final de la Copa Beccar Varela el glorioso 11 de febrero de 1934. Aquella calurosa tarde en el estadio de River en la Recoleta, los juveniles charrúas fueron goleados por sus pares de Tigre 7-2, aunque luego se quedaron en las tribunas para vivir el título más importante de nuestra institución.
Un par de palmarés en las divisiones menores hasta saltar a primera división. El 13 de septiembre de 1936 fue un debut soñado recibiendo a Gimnasia y Esgrima en Tablada ganando 2 a 1 y con ambos goles suyos. En aquel torneo Molinas completó apenas dos partidos formando parte del plantel campeón de la temporada. Al año siguiente cubrió cinco partidos convirtiendo un gol y en 1938 completó apenas tres cotejos con otro gol.
El Torneo del Litoral 1939 fue su campeonato de explosión. La decisión de Newell’s y Rosario Central de participar en los torneos de AFA en ese año mermó la convocatoria del fútbol rosarino. Sin embargo a partir de junio, la Asociación Rosarina ideó un torneo convocando a los clubes de la ciudades de Paraná y Santa Fe. Central Córdoba cumplió un gran papel juntando en la delantera a nombres que luego tomaron trascendencia en el fútbol nacional: Francisco De la Mata, Humberto Fiore, Federico Monestés, Waldino Aguirre y José López. Con ese ataque, los charrúas llegamos a la final en el filo del año enfrentando a Unión. El primer chico jugado en la capital provincial finalizó con un inesperado revés de 6-2. La revancha se jugó la tarde de Nochebuena en el estadio de Rosario Central y allí Monestés se destacó convirtiendo los tres goles para forzar un tercer partido que el día de Reyes de 1940 en el Viejo Gasómetro con un nuevo triunfo de los azules, en este caso 2-1, dándonos el ansiado título.
La trascendencia del Litoral lo puso mano a mano frente al poderoso Independiente en la única ocasión que disputó la Copa Ibarguren. Nuevamente el viejo escenario azulgrana en Boedo tuvo a los charrúas como protagonistas aunque poco pudieron hacer ante los Rojos quienes redondearon un 5 a 0 lapidario. Ese pasaje por la Capital Federal, le sirvió a Federico para mostrar su juego en lo que fue su último paso por barrio Tablada. En 1941 fue transferido a Boca Juniors donde permaneció doce cotejos marcando siete goles.
Una severa lesión en la rodilla lo marginó de las canchas algunas meses y al año siguiente fichó en otro grande: Racing Club redondeando 77 encuentros entre 1942 y 1946 marcando apenas seis goles. El buen paso por Avellaneda le permitió ser contratado por la Universidad Católica de Chile donde construyó sus mejores momentos en el fútbol ganando el campeonato en 1949 y tirando paredes con el Charro José María Moreno.
El delantero echó raíces en el país trasandino. Se casó con Eliana Floresco y tuvieron dos hijos, Federico y Paola. El 18 de diciembre de 1982 mientras su Central Córdoba natal ascendía a Primera “B” en la localidad bonaerense de José Ingenieros, Federico pasaba a la inmortalidad en Santiago de Chile con 65 años.
Su homenaje a Gabino Sosa
Hijo dilecto de los potreros del sur rosarino, Monestés recordó a su maestro en los huecos. “El fútbol para mí es arte; lo comprendo así porque vi jugar a Gabino Sosa, el jugador más grande que ha existido en el mundo y en sus alrededores. Lo que era capaz de hacer con la pelota no es para contarlo, sino para verlo. Era difícil quitársela; tenía el diablo en el cuerpo y, con fintas y movimientos, desmarcaba y engañaba al más diestro rival. Bailaba la conga con la pelota en los pies ¡Qué centrodelantero extraordinario! Y jugaba en la forma aquella que se cree es una invención de ahora. Era un centro forward retrasado, y de allí mandaba sus pases a los insiders; allí apilaba adversarios y entregaba goles hechos. Él no buscaba el gol; pero cuando había necesidad de hacerlo, lo hacía. No pateaba nunca, si no era para hacer el gol. Gol colocado, justo, como si lo pusiera con la mano. Tuve la suerte de jugar a su lado en el Central Córdoba, él con 36 años y yo con 16 ¡Qué honor tan grande!”.
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110 años de nuestro estadio
El 23 de junio de 1907 el predecesor Córdoba y Rosario jugó su primer partido de fútbol en la esquina 25 de Diciembre y Virasoro recibiendo la visita de Tiro Federal por la Copa Santiago Pinasco de la Liga Rosarina de Football. El debut fue con derrota 1 a 0. En esta primera parte hacemos un repaso por todas las canchas hasta llegar hasta nuestro actual hogar.
Julio Rodríguez
Central Córdoba es el club rosarino más antiguo que sigue jugando al fútbol en su estadio. Desde 1907 estamos en el cónclave de la actual Juan Manuel de Rosas -para los memoriosos 25 de Diciembre- y Virasoro. Una esquina que dice mucho en la historia de la ciudad. Llegamos hace 110 años luego de deambular por canchas y potreros de la zona cercana a la estación ferroviaria que nos vio nacer. La historia detrás del actual Gabino Sosa.
La famosa banda de Tablada
Según los historiadores Leonidas Ceruti y Pablo Sapei, autores del Libro del Centenario de nuestra historia en 2006, hacia el año del nacimiento de la institución, en octubre de 1906, el barrio estaba urbanizado en los sectores que "comprendía las calles 27 de febrero, San Martín, Rueda, Buenos Aires, Virasoro y Alem. El resto eran franjas de terreno sometidas a explotación agrícola por diferentes propietarios. Cuatro años más tarde el área se había expandido hasta la calle Gaboto. Para ese entonces, las arterias principales del barrio eran las actuales calle Alem (que comunicaba con el barrio Saladillo y con la ruta a Buenos Aires), la calle Necochea que unía al matadero municipal con el centro de la ciudad y la calle San Martín que actuaba como límite oeste de Tablada".
La denominación de Tablada surgió porque eran los sitios donde se ubicaba al ganador que provenía del área rural cercana que llegaba en el tren. También se lo llamó Mataderos justamente por la cercanía con frigoríficos y triperías que abundaban en el incipiente barrio. "El paisaje resultó tan significativo en la vida cotidiana de los habitantes de esa franja del sur de la ciudad fueron las actividades del arreo y la matanza que la barriada pasó a denominarse Tablada", como lo contaron las investigadoras Silvia Gergolet y Silvia Simonassi.
Estación del ferrocarril Córdoba y Rosario hacia 1910.
De los rieles vinimos...para quedarnos
En noviembre de 1891 quedó librado el servicio de trenes desde la estación Córdoba y Rosario hacia la localidad cordobesa de San Francisco. "El edificio comenzó a erigirse en el verano de 1891, con tres pisos y acceso principal enfrentando a la calle 25 de diciembre (antes Mensajerías) con dos alas para dependencias anexas. En la planta baja se concentraban las áreas de atención al público; afluencia, boleterías, sala de espera, buffet, depósito de equipajes y encomiendas, estafeta postal, jefatura y oficina de movimiento. Los pisos superiores se destinaron a las distintas reparticiones operativas y administrativas del ferrocarril", graficó el historiador Ángel Ferrer en su trabajo Del Bulevar a la Frontera: Reseña histórica del Ferrocarril Córdoba y Rosario.
En 1897 se jugó el primer partido entre las secciones Almacenes y Contaduría de los empleados ferroviarios. Aquel encuentro se disputó frente al señorial edificio y constituyó el puntapié inicial que luego continuó con la participación en la Rosario Association League para arribar a una historia que se institucionalizaría casi una década más tarde. Con la fundación de la Liga Rosarina en 1905, el primer equipo de Córdoba and Rosario Railway Athletic Club participó de la Copa Santiago Pinasco aún sin constituirse en forma oficial como club. Para eso hubo que esperar al 20 de octubre de 1906 donde se labró el acta Nº 1 en la sala de espera de la estación.
El historiador rosarino Cipriano Roldán contó que aquel team "trazó su primera cancha en la esquina de 25 de Diciembre y Bulevar Timbués. Son los terrenos que ocupan Pedro Alles y Juan Ventura. La esquina donde estaba el café de Díaz. Más tarde va al campo situado entre las calles Viamonte, Ocampo, Buenos Aires y Laprida, lugar que ha ocupado la barraca de los Luzurraga. Poco después se traslada a la intersección de San Martín y Virasoro, donde fenecía la estación del ferrocarril Compañía General Buenos Aires".
"El primer campo de juego de aquellos jóvenes entusiastas del ferrocarril, aún antes de la existencia formal del club, habrá surgido de que 'un buen día se plantaron cuatro palos cerca de la estación ferroviaria de Córdoba y Rosario'. Potrero que estuvo situado muy cerca de la estación en 27 de febrero y 25 de diciembre (hoy Juan Manuel de Rosas), tras un breve interludio en un yelmo terreno de calle Viamonte y Ocampo, para 1907 (a sólo un año de su formal fundación) se asienta en el espacio comprendido entre Virasoro, Gálvez, Juan Manuel de Rosas y 1º de Mayo", memorizaron los mencionados Ceruti y Sapei.
La imagen del corralón de la empresa Chiesa Hermanos. A la izquierda el naciente campo de deportes de Córdoba y Rosario. Circa 1910.
Rumbo a 25 y Virasoro
El actual campo de deportes que ocupa el club era por aquel entonces un depósito de piramidales con pilas de madera de la empresa Chiesa Hermanos, que tendrá mucho que ver en la evolución del estadio. El terreno se arrendó a partir del 14 de marzo de 1919 a la Compañía "The Argentine Northern Land Limited", equivalente a una manzana inmediata a la estación del ferrocarril Central Córdoba. El precio fijado fue de cincuenta pesos moneda nacional de curso legal por año, pagadero por adelantado.
Dos tribunitas pequeñas de no más de cuatro o cinco escalones, separadas por un pequeño arbolito que en ocasiones era aprovechado por los simpatizantes durante los días tórridos, para cobijarse bajo su sombra. Dichas tribunitas se encontraban instaladas sobre calle 25 de diciembre. Un señor de apellido Ghío se encontraba a cargo del mantenimiento del campo de juego y que el mencionado señor poseía un grupo de ovejas con las que desmalezaba dicho campo.
En 1916 se construyó el primer alambrado de tejido en todo el perímetro del campo de juego. El presidente de entonces, señor E. A. Johnston se entrevistó con el Administrador General del Ferrocarril con el fin de obtener un precio reducido en la venta del alambre, postes, etc. Se obtuvo un feliz éxito en estas gestiones. Como las finanzas no podían hacer frente al desembolso de la cantidad necesaria para dicho fin, se emitieron ciento cincuenta acciones de cinco pesos cada una para ser colocadas entre los asociados, operación que tuvo eco favorable toda vez que se colocaron rápidamente.
El año siguiente también se dispuso el arreglo de la lona, la cuál se encontraba en malas condiciones y se empleaba para circundar el field en los días de partido. El presupuesto costó ochenta pesos de los cuales se hicieron cargo dos asociados para la mano de obra.
Acta donde se instó a la construcción de la nueva casilla en 1920.
La casilla
En 1919 se exhortó a una comisión compuesta por el presidente Manuel Estévez junto a los vocales Esteban Paita, Juan Pratti y Baldomero Espina quienes elaboraron un presupuesto para la construcción de una nueva casilla, que hizo las veces de vestuarios, oficinas y anexos. Dicha comisión autorizó al señor Carlos Manilo a construir una nueva garita a un costo de tres mil pesos, la cual a los pocos meses de concluida albergó a la secretaría del club.
En febrero de 1920 finalizó la construcción de un nuevo pabellón para los jugadores locales y visitantes y para el funcionamiento de secretaría, el que comprendió una extensión de 13 metros de frente por 6 de fondo construido a todo costo y con las mayores comodidades. Su ubicación resultó distinta de la que tenía el antiguo que se demolió, quedando frente al este, de espaldas al sol. Al mismo tiempo se corrió el field trece metros hacía el lado este.
La vieja canchita - Jirón de gloria y recuerdo (Revista Central Córdoba, 1936)
"La historia más vivida del club está en su pedazo de terreno adornado con el coqueto césped. Es el mismo del pretérito ayer. Solamente la evolución de los años indicó la necesidad de mejorar sus instalaciones y demarcar en mejor forma sus blancas rayas. Pero el duro suelo ha quedado incólume como las glorias que se conquistan a fuerza de puro corazón.
La canchita estuvo siempre rodeada por el cinturón de hierro de las locomotoras y de los vagones (cuántos portugueses, encimados en grotesca conjunción balconearon trenzadas memorables). Y el humo, el hollín y vapor del Central Córdoba saturó al campo de juego con su extraño intercambio otorgando una distinción proletaria al instituto que por virtud inicial contó con un fuerte núcleo de hombres vestidos con la blusa azul.
Así la canchita compitió con las mejores y tuvo la honda satisfacción de afirmar el esfuerzo de los atletas en algunas épicas luchas que Central Córdoba fue actor principal. Jirón de gloria que no se destroza pese a la arremetida de los años es a la vez, el recuerdo más grande, el libro más gráfico del recuerdo de una época que ya pasó y que no ha de volver".
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La mascota de Gabino
Una curiosidad que sucedió en la década del '30 y revivió en 2001. La historia de Santiago Travieso, un hincha charrúa en Bahía Blanca que fue mascota de nuestros equipos en los buenos tiempos del Payador de la Redonda.
Julio Rodríguez
Central Córdoba y la ciudad de Bahía Blanca tuvieron varias historias en común. La gira veraniega de 1936 provocó enorme admiración del público local hacia nuestros players quienes redondearon un invicto en los tres amistosos jugados en las canchas de Puerto Comercial y Olimpo. En aquella oportunidad deslumbraron los goles del Kelo Stagi y la pronta aparición explosiva de Capote De la Mata.
El 23 de abril de 1989 nuestro primer equipo regresó a tierras bahienses para jugar el torneo Sureste frente a Olimpo. Un partido durísimo, arbitraje imparcial -cobró dos penales en contra- dejó la derrota en 3-2 y una semana más tarde la igualdad en cero en el viejo estadio de Newell's nos privó de pasar de ronda. Los últimos dos encuentros (en 1997 y 2001) fueron triunfos charrúas y, en el último, justamente se descolgó la anécdota que ilustró el diario La Capital el 30 de septiembre de 2001.
La mascota de Gabino visitó al plantel
"Santiago Travieso, un hincha charrúa afincado en Bahía Blanca desde hace más de treinta años, se acercó en el mediodía de ayer al hotel donde se aloja la delegación de Central Córdoba para pedirle a los jugadores que le autografiaran un banderín de la entidad que un amigo le envió desde Rosario. Travieso conversó durante varios minutos con Ricardo Palma y Eduardo Bulfoni, les mostró varios recortes de La Capital con los títulos ganados por la entidad de Tablada. Pero no fue todo. Además exhibió orgulloso una foto en la que aparece como mascota del equipo, y nada menos que al lado del máximo ídolo de Central Córdoba, Gabino Sosa".
La historia sirvió como disparador para quien ésto escribe a raíz de su trabajo biográfico sobre el Negro. El primer contacto fue vía Facebook con Alejandro, su hijo radicado en Bahía Blanca para conocer un poco más sobre aquella mascota. Y aparecieron fotos de la familia Travieso en el viejo portón del Gabino circa 1972 donde aparecen Santiago con sus hijos Ricardo y Alejandro.
Santiago nació el 30 de marzo de 1930 en Rosario, hijo de don Manuel, un español quien llegó a nuestro país en 1922 y trabajó como repartidor de hielo. La familia Travieso adoptó la pasión charrúa por los colores del F. C. Barcelona y cada vez que hacíamos un gol, Manuel revoleaba su boina color bordó. Hace pocos días, Alejandro revisó el álbum familiar y encontró la imagen que ilustra la nota donde su papá posa orgulloso debajo de la figura del Payador en un partido jugado en nuestro estadio entre 1933 o 1934 por la presencia de varios jugadores.
En 1970, los Travieso embarcaron hacia el sur de la provincia de Buenos Aires y vivieron en la calle Alvarado. Como bien contó La Capital, la familia en pleno visitó a la delegación en aquel triunfazo ante Olimpo que justamente en el tumultuoso diciembre de 2001 ascendió a Primera División. Santiago falleció el 3 de julio de 2009 dejando el legado charrúa para sus predecesores.
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La única visita de River Plate a Tablada
Tito Funes atrapa la pelota ante una carga del conjunto visitante.
El 30 de mayo de 1935 la escuadra millonaria llegó a la legendaria esquina de 25 de diciembre y Virasoro para jugar un amistoso con nuestro equipo. El encuentro finalizó 1 a 1 y significó el primero y, hasta ahora, único pasaje de los riverplatenses en el barrio charrúa.
Julio Rodríguez
Se cumplen 82 años de un acontecimiento histórico para la institución: la única estadía del Club Atlético River Plate en nuestra cancha. Se dio en el marco de un match revancha que había sucedido un año atrás y además coincidiendo con la llegada de clubes de la Primera División afista como Estudiantes de La Plata, Ferro Carril Oeste y Vélez Sarsfield, todos visitantes ilustres y vencidos en el viejo reducto azul y rojo.Tablada se preparó como nunca para recibir a un grande del fútbol argentino.
El antecedente entre ambos se había dado el 3 de marzo de 1934. En aquella oportunidad, Central Córdoba venía de ganar la Copa Beccar Varela en el estadio millonario de Recoleta y fue invitado por dicho club para el amistoso que se llevó a cabo en la vieja cancha de Chacarita en el barrio de Villa Crespo y fue victoria de River 3 a 1 con tres goles del imparable Bernabé Ferreyra, mientras que Telmo Collins anotó nuestro descuento.
Con el primer título nacional, el Charrúa se dio el lujo en el comienzo de 1935 de invitarlos -y ganarles- a Estudiantes, Ferro y Vélez en 25 y Virasoro. Aquella serie de partidos tuvieron a un temible Ricardo Octavio Stagi, autor de seis goles. El punta, que había llegado del club Washignton y pronto haría historia en esa fructífera etapa. Por su parte, River llegó a nuestra ciudad con un pesado recuerdo ya que en ese verano había sido goleado por Newell's nada menos que 5 a 1 en el Parque de la Independencia.
El amistoso quedó pautado para el jueves 30 de mayo. La delegación visitante llegó en el rápido de las 11 de la mañana hasta la estación Rosario Norte ante la ansiedad de los curiosos e hinchas que asomaban desde el andén. Presidida por Antonio Vespucio Liberti junto a los delegados Roberto Bucich, Gustavo González y Francisco Cerruti, el plantel de River arribó con el respaldo de 500 hinchas que lo acompañaron desde Retiro.
El team charrúa con el flamante rombo sobre el bolsillo izquierdo que recibió a los millonarios.
La escuadra local presentó la novedad de un joven wing derecho que había debutado una semana atrás: su nombre Vicente De la Mata. El diario La Capital lo anticipó en la edición del mismo día. "De la Mata, un hábil delantero de la cuarta división, con verdadera clase de jugador, actuará como extremo derecho". También destacó que había expendio de entradas en la sede de calle Laprida 2412 desde las 8.30 y a partir de las 11 en el estadio. Aquella tarde los tickets volaron y el estadio lució repleto.
El aperitivo estuvo a cargo de las sextas divisiones de Central Córdoba y Tiro Federal. A las 14.45 puntual aparecieron ambos equipos. El Negro Gabino encabezando a los matadores y el Mortero de Rufino a la visita. Una sucesión de hurras y loas bajaron de las tribunas. El árbitro Aníbal Rotondo reunió a los capitanes quienes fueron obsequiados los tres con muñecos prolijamente diseñados para la ocasión a modo de homenaje. Los once locales posaron para la eternidad y la delegación de River brilló a pleno en el verde césped.
La banda roja reluce sobre el campo de juego de barrio Tablada.
La primera llegada le correspondió al Negro Guillermo Fernández remató un tiro cerrado que salvado por el santiagueño Teófilo Juárez, quien había salido a la palestra desde Rosario Central. Contestó la visita con un shot de Moyano que neutralizó el seguro Tito Funes. El partido se hizo de ida y vuelta, el arco de Loayza se salvó con un fuerte shot de Ibarra que rozó el travesaño. Enfrente, otra vez Funes le ganó el duelo a Moyano, en este caso mandando la de tiento al córner. Tito volvió a hacerse grande sacándole el primero a Bernabé Ferreyra con la punta de sus dedos rozó la pelota que alcanzó a desviar cerca del poste, el back Garramendi.
El complemento arrancó con todo para River. En su primera aproximación, Carlos Desiderio Peucelle, de atropellada y haciendo honor a su apodo -Barullo- emprendió una veloz corrida y sacó un shot que devolvió el horizontal, en el rebote Ferreyra falló su remate cuando el arquero charrúa estaba vencido. Fue un aviso ya que a los 18 minutos llegó el gol millonario. Minella dio un pase largo a Deambrosi, quien mandó un centro cerrado, Bernabé falló al cabezazo y Vaschetto encaró libre de adversarios mediante un potente shot elevado dejó sin chances a Funes.
La reacción de Central Córdoba se hizo esperar casi veinte minutos cuando sobre los 37 Stagi combinó con Bussolini, quien quedó frente al arco visitante y con un tiro corto y bajo batió a Loayza, quien alcanzó a tomar la pelota pero no pudo detener el remate. Y para el final, el conjunto charrúa tuvo la victoria cuando nuevamente el Pelao Bussolini quedó sólo frente al guardavalla pero cabeceó la pelota sobre el horizontal.
Las figuritas de la época se hicieron eco de aquel encuentro. En la imagen el Negro Guillermo Fernández arremete contra el arco riverplatense.
Síntesis
Central Córdoba: Ernesto Funes; Andrés Garramendi, Ricardo Onaindia; Mamerto Escalante, Félix Ibarra (68' José Bussano), Ricardo Solero; Vicente De la Mata (46' Félix Bussolini), Antonio Morales, Ricardo Stagi, Gabino Sosa (C) y Guillermo Fernández.
River Plate: Albano Loayza; Teófilo Juárez, Joaquín Bezos; Esteban Malazzo, José Minella, Aarón Wergifker; Carlos Peucelle, Carlos Moyano (46' Eladio Vaschetto), Bernabé Ferreyra (C), Pedro Lago (46' José Manuel Moreno) y Aristóbulo Deambrosi. Suplentes: Pedro Manzini, José Agnelli y Norberto Maiola.
Goles: 63' Eladio Vaschetto y 82' Félix Bussolini.
Árbitro: Aníbal Rotondo.
Cancha: Central Córdoba.
Aquella tarde de mayo resultó la única visita de River Plate a 25 de diciembre y Virasoro. Luego, en 1958 y 1959, las temporadas que jugamos en Primera se jugaron en el estadio de Newell's. El primero fue derrota 4-3 y al año siguiente la lluvia impidió el encuentro en la remozada casa charrúa mudando el duelo nuevamente al Parque de la Independencia. Esta vez con triunfo 1-0 con gol de Eduardo Pascual Federico.
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El dulce hogar de Gabino
Se cumplen 84 años de un homenaje charrúa cuando entre aquella dirigencia y un nutrido grupo de hinchas juntaron los fondos suficientes para regalarle una casa a Gabino Sosa. Un hito que demostró el amor de un club hacia su icono mayor.
Julio Rodríguez
La anécdota emociona. Si sos hincha de Central Córdoba -y de cualquier otro cuadro, también- tenés que saber que a fines de 1932 se juntaron los socios y la Comisión Directiva para construir un sueño colectivo: que el Negro Gabino tenga una casa propia. El capitán y emblema de nuestra institución venía de ganar primer Torneo Molinas en aquel año, y alquilaba el departamento número dos de pasillo en la calle Maipú 2074. Hasta que el merecido homenaje puso en funcionamiento el amor y la solidaridad de los Matadores hacia su gran maestro. Innumerables comidas, rifas y hasta un partido amistoso contra Tiro Federal, sirvieron de excusa para reunir los fondos suficientes. Cuando la identidad está en juego, los sueños son imparables y logran su concreción. Extracto de la historia que formará parte de El Payador de la Redonda. Vida de Gabino Sosa, que aparecerá este año.
El sueño de la casa propia, una realidad
“El 17 de marzo de 1933, la familia Sosa accedió a su casa de calle Mitre 2715. El esfuerzo de muchos hinchas y socios charrúas en conjunto con la dirigencia le permitieron al ídolo poseer las llaves de su felicidad. La casa contaba de dos piezas, un cuarto de baño y una cocina, todo edificado con materiales de primera calidad y en un terreno cuyas dimensiones son: 9,52 mts. de frente por 14,62 de fondo. La compra quedó convenida en la suma de siete mil pesos. El Negro se aquerenció plantando una parra de uvas que todavía persiste en el patio principal.
En aquel entonces, la calle Mitre permanecía cortada entre Virasoro y Gálvez. Por allí pasaba el ferrocarril que terminaba su recorrido en la estación Central Córdoba y a escasos metros lucía el antiguo Hospital Central, luego denominado Doctor Clemente Álvarez. Y antes de cada partido, algún curioso del vecindario con otros fanas charrúas timbraban la puerta de chapa para llevarle la valija marrón de cuero, con los botines, la camiseta, el pantalón y las medias del Maestro. Cumplir esa función era una tarea muy disputada en el barrio, aunque siempre sobresalieron dos personajes muy queridos por Gabino: Corrientes Rentería y Carlitos Cambiaso.
Las figuritas de los caramelos Campeón habían lanzado el álbum y el Negro era la difícil, por eso en innumerables ocasiones los pibes se amontonaban en la cuadra para que su vecino más ilustre les dé el cartón que les faltaba para llenar el álbum”.
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Centenario de Rodríguez de Lara
El 15 de marzo de 1917 nació en Armstrong, Juan Carlos Rodríguez de Lara, el delantero quien tuvo una destacada trayectoria con la casaca charrúa y años más tarde fue delegado en la Asociación del Fútbol del Argentino. Anecdotario de un winger.
Julio Rodríguez
"El viejo Gabino, que anda en todas, y que quiere tanto a Central Córdoba, que ni las divisiones inferiores se pierde de ver actuar; fue una mañana a ver la cuarta en la cual yo jugaba. Antes de comenzar el match me dio algunos consejos sin haberme visto desarrollar mi juego y los seguí al pie de la letra. Cuando terminó el cotejo, me palmeó la espalda y mirándome fijamente, murmuró: Pibe, estuviste muy bien; voy a pedir que juegues el domingo en la primera”, así comenzó contando Juan Carlos Rodríguez de Lara a la prestigiosa revista La Cancha en un reportaje concedido en 1939 sobre su llegada al sur rosarino desde Armstrong luego de haberse iniciado en el Defensores natal.
Con la blusa azul y roja hizo su estreno en la primera el 21 de abril de 1935 goleando a Tiro Federal nada menos que 7 a 0. Al año siguiente se ganó la titularidad sobre el wing derecho codeándose con otro monstruo que también despuntaba en el primer equipo: Vicente De la Mata. El recambio generacional surtió efecto ya que ganamos el Torneo Molinas 1936 y también se obtuvo el trofeo de la provincia de 1937 al vencer a Unión.
"Si tenés oportunidad de probar fortuna en Buenos Aires no la dejes escapar, aprovechala", fue el sabio consejo del Negro Gabino y la destacada labor bajo nuestros colores -65 encuentros y 22 goles- lo llevó al fútbol capitalino desembarcando en 1939 para embanderarse en los tricolores de Chacarita Juniors reencontrándose con sus compañeros charrúas Ítalo Emanuelli y Eugenio Maigán. Su buena perfomance en la entidad, por entonces de Villa Crespo, hicieron que se mude de barrio anclando en Boedo, tierra santa de los azulgranas donde se dio el gusto de compartir la delantera junto a otro hombre surgido del incipiente semillero de barrio Tablada como lo fue Francisco De la Mata. Juntos ganaron en la muy buena plantilla de San Lorenzo, la Copa de la República en 1943.
Al año siguiente fichó en Gimnasia y Esgrima y ahí también fue campeón del torneo de Ascenso para posibilitar el regreso a Primera del Lobo platense. Una severa lesión en su rodilla lo alejó del fútbol profesional en forma prematura y se radicó en la ciudad de Buenos Aires donde trabajó en su propio taller mecánico montado en el barrio de Flores.
En 1959 un grupo de directivos de nuestra institución viajaron hacia el barrio del Ángel Gris y lo convencieron para que representara los intereses charrúas ante la A.F.A. Rodríguez de Lara tuvo activa participación en aquel agitado año ya que sería la segunda y última temporada en Primera División finalizando aquella participación bajo un manta de dudas por la mala inclusión de un futbolista de Ferro Carril Oeste que hubiese merecido un cambio drástico en la tabla de promedios. El periodista Alejandro Fabbri en su libro Historias negras del fútbol argentino puntualizó que "se había comprobado fehacientemente que Ríos pertenecía al club Brown de Posadas y no tenía la autorización de su institución vigente. Además, uno de los artículos del Reglamento General de Transgresiones y Penas indicaba claramente que 'en el caso de que un jugador esté inhabilitado para integrar un equipo, inmediatamente se le dará por perdido el partido a ese club”.
Sin embargo, la votación de los representantes de los clubes arrojó cinco votos contra tres y la protesta quedó desechada. "Todos coincidíamos en que Ríos debía ser suspendido pues estaba mal habilitado para jugar. Pero después teníamos que decidir si le dábamos el partido ganado o no a Central Córdoba. Si lo hacíamos, descendía Gimnasia. Ahí entraron a jugar los intereses de siempre y las presiones. En el caso que estamos recordando, se hizo un desdoblamiento del reglamento que se dictaminó fue muy ambiguo. Por un lado se reconocía la mala inclusión de Ríos, pero por otro lado no se le daban los puntos a Central Córdoba. Fue un fallo muy extraño...", comentó Carlos Ponti, representante de River Plate a la revista Goles Match.
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Sueño de una noche de verano
Se cumplieron ochenta años del título argentino en el Campeonato Sudamericano 1937 con un protagonista indiscutible: nuestro querido Vicente De la Mata. De Tablada al Viejo Gasómetro con piel de crack.
Julio Rodríguez
Ocho décadas atrás un pibe cumplió su sueño: consagrarse campeón y figura en el seleccionado Argentino. Su nombre: Vicente De la Mata. Su club: Central Córdoba. Lo que hoy parece impensado en el verano de 1937 fue realidad. Un jugador surgido de nuestra cantera metió dos goles en la final del Sudamericano ante Brasil para ganarle 2 a 0 dándole el quinto continental a nuestro país.
La apuesta de Gabino Sosa fue la llave que le posibilitó a De la Mata construir su etapa de gloria en el fútbol. Es que allá por el año 1934, el club buscaba un wing derecho y después de muchas idas y vueltas, el “Negro” se plantó a la dirigencia y jugó su ficha. “En la quinta división hay un pibe que la rompe, denle la oportunidad de jugar en primera. No busquen más afuera”. La C.D. “Charrúa” le hizo caso y lo promovió a partir de 1935.
El “Gallego” había nacido un 15 de enero de 1918 en el barrio La Sexta, Colón casi esquina Ocampo y eso dice mucho. Criado en los potreros del barrio, llegó a Central Córdoba por pedido de su padre quien le auguró un futuro prometedor al lado del histórico capitán. Lamentablemente papá Vicente falleció un tiempo antes de ver sus deseos cumplidos y a su hijo en la primera de los azules.
En la previa a la final de la Copa Beccar Varela, De la Mata junto a Federico Monestés y otros valores que también llegarían al primer equipo, se presentaron en un amistoso ante una división menor de Tigre. Aquel flaco habilidoso comprobó con sus ojos la fiesta “charrúa” en el viejo estadio de River en el barrio Recoleta tras el encuentro ante Racing y abrazó para siempre la pasión por nuestros colores.
Luego del debut en 1935, cumplió un año excepcional en 1936 llegando al combinado rosarino, alzándose con el Torneo Molinas para Central Córdoba e ingresando definitivamente en el seleccionado Nacional que se preparaba para una nueva edición del Sudamericano a jugarse en la ciudad de Buenos Aires, el primer torneo nocturno en nuestro pais.
El 16 de enero de 1937 bajo el caluroso verano porteño, Vicente hizo su estreno reemplazando al Roberto Cherro a los 16 minutos del complemento en la victoria ante Perú 1 a 0 en el Viejo Gasómetro. Luego jugó desde el arranque el 23 en la derrota ante Uruguay 3 a 2 en una nueva versión del clásico rioplatense. Sin embargo, el 1 a 0 ante Brasil lo dejó cara a cara nuevamente ante los “Verdeamarelos” para definir el match final.
El 1º de febrero el barrio de Boedo ardió de tanta gente. Sesenta mil fanáticos coparon los tablones, tinglados y mástiles del histórico estadio azulgrana. Los noventa minutos iniciales fueron una verdadera batalla con trompadas entre los jugadores, bastonazos policiales y una suspensión de cuarenta minutos. Entre la probabilidad de abandono de los visitantes, la cordura argentina y el desconcierto de la mayoría, se pudo completar el partido finalizando sin goles. Ya en la medianoche comenzó el tiemplo suplementario y la final inolvidable para Vicente. “Pibe, juntate conmigo que entre los dos vamos a hacer Capote”, le señaló Antonio Sastre, compañero de equipo y quien también lo sería muy pronto en Independiente. El “Gallego” había reemplazado a Francisco “Pancho” Varallo a los 39 minutos del segundo tiempo y su final estaba servida.
Sólo tres minutos bastaron para De la Mata se convierta en “Capote” para siempre. A los 4′ de la segunda suplementaria, Lazzatti cedió la bocha a Peucelle y éste a Enrique García. Entre rosarinos resolvieron la papeleta, centro del “Chueco”, borbollón en el área y Vicente con un tiro bajo abrió el marcador.
El delirio colmó Boedo y tres minutos más tarde una nueva arremetida del “Chueco” quien mandó otro centro, Bernabé Ferreyra y el back Jahú chocaron en el aire y la de tiento le quedó servida a De la Mata, quien con un derechazo cruzado, desató la locura en las tribunas. Brasil protestó el gol por posición adelantada pero la historia no cambió y Argentina gritó campeón. La historia de grandeza para “Capote” recién comenzaba a dar sus primeros trazos...
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