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Yo fui un blogger (parte 1)

Con un café entre las manos escuchando a mis sobrinos hablar sobre el último video que subió su youtuber favorito no puedo evitar recordar la época en la que yo también fui, sin saberlo, famoso.

Mi primer blog trataba de ser un diario acerca de mi vida, adornándolo con sucesos graciosos y comentarios ingeniosos que no resultaron. Tenía dos visitas al mes y se trataba de mis mejores amigos: Raúl y Sergio.

El segundo blog que creé fue más exitoso, me enfoque en lo paranormal, comencé a compartir anécdotas paranormales que recopilaba en las salas de chat, subía anécdotas que mi abuelo me contaba de niño y algunas me las inventaba; confieso con orgullo que yo fui el creador de varias leyendas urbanas que después se comenzaron a compartir por email en forma de cadenas.

Pronto las visitas  diarias fueron aumentando, la sección de comentarios estaba repleta de lectores pidiendo más y compartiendo algunas anécdotas personales. Incluso escuchaba el nombre de mi blog durante las horas libres que teníamos en la escuela.

Pero después de unos meses de éxito paso lo inevitable, estaba cansado de publicar historias, los usuarios de los chats ya no estaban interesados en compartir anécdotas, muchos de ellos incluso estaban molestos porque sus anécdotas habían “salido a la luz”. Y yo no estaba de humor para ponerme a inventar alguna historia, debía aceptar que mi época había pasado.

Los lectores fueron disminuyendo llevándose sus visitas con ellos, pero de vez en cuando me llegaba un comentario de alguien que había descubierto el blog recientemente y quería más historias.

Hasta este punto no hay nada anormal, el blog, como muchos otros siguió su curso natural hacia la extinción. Hasta que una tarde al entrar a mi correo tenía un mensaje de un usuario llamado Alecc, era el típico mensaje de lo que hoy en día llamaría  un niño rata alabando mi blog y buscando colaborar con él.

En el correo me contaba que era un fan de lo paranormal y tenía varias fotos que me podían interesar, cuando revise las fotos que había adjuntado me reí, Alecc había realizado fotomontajes usando recortes de revistas; había tomado fotos, imagino que de su familia, y se había pasado las horas recortando siluetas de fantasmas y demonios y pegándolas en las fotografías originales, después le había tomado fotografías con su móvil a esas “fotos de fantasmas” y me las había enviado.

Era tan absurdo que no me tome el tiempo de responderle, grave error, ahora que puedo ver las cosas en perspectiva me hubiese gustado hacer las cosas diferentes, darle a Alecc mi blog y dejarlo solo con sus delirios. Sin saberlo a partir de esa decisión mi vida se iba a torcer de una forma que no hubiese imaginado.