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Quiero estar en todos tus sueños aunque sea como un extra

Los vecinos están en una cena. Es de noche pero es sábado. Gritan y piden súper dulce de leche y chocolate. Hoy quiero pero mañana me voy a arrepentir de esto. Quería avisarte. Cuando fuimos a una fiesta en la calle finochietto la noche que hubo veda discutimos en la esquina de martín garcía y te quedaste a dormir en mi casa. Armé un colchón en el living , corrí la mesa ratona , como una gatita sigilosa traje tres almohadas y dos remeras de pijama. Cuáles son los sonidos que te importan? Perdimos las elecciones y al año siguiente nos separamos, a la noche, después de la feria de editores. Una chica me habla sexy por internet. Cada vez que conozco a un hombre pienso que quiere coger. Al final me conquistan las chicas de pelo finito , las del mechón rubio, las mujeres que quieren cogerme cuando estoy sangrando. Te aviso otra vez , mañana seguro me arrepienta así que no me despiertes tan temprano. Después de las noches blancas llegan los días de marcha : búnker, 24 de marzo, 2 de abril. Plaza de mayo de noche me hace acordar a las fiestas en el microcentro, al subte de les adolescentes mayores, les que me enamoraron a los catorce años. Todo esto que me excita no existe en el hemisferio norte, el que es frío al revés, el de los dos besos vacíos. Este mes no podría no existir porque en este mes nací. Mi mamá se asusta cuando duermo en el auto en la puerta de casa. Soy como las princesas rotas de las películas de la infancia que daban miedo: Laberinto, un caballito que me lleve por mi ciudad favorita, Buenos Aires. La primera vez que me metieron la mano en la bombacha era de noche y me hablaron de los tipos de orgasmo. Orgasmo, tóxico, exótico, articulado, las palabras más feas del mundo. Sexo, caramelo, daguerrotipo, emoticón, birome, mis palabras favoritas. Este viernes santo rompí todos los vasitos de cortado. El niño Jesús y yo en una estampita jugando sobre el verde de plush de la mesa de pool. Jugás con la mano inhábil, arqueas el culo y ella se apoya suave arriba tuyo, por atrás. Querés darme un beso en silencio hasta que la dicroica de este bar se apague? No ves el sol porque no querés el calor de este mundo natural. Querés un artificio, un gritito de dolor, el quitaesmalte. La noche es tan precoz, te succiona, es un túnel rápido en la autopista, el auto sin estéreo, manejas drogada y a todxs nos parece bien. No quiero morir hoy.

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La noche es adictiva. Después de 10 horas en el baile con botas de suela dura, 

mi cuerpo está pegado a la cama,

mi mente está despierta

y mi cuerpo pesa como un elefante blanco.

No quiero salir nunca más para volver a extrañar todo y a la vez, mientras veo al cielo volverse opaco desde un 39 que pasa por calles donde siempre es Navidad, me tiento como si abriera el plato de porcelana que esconde los caramelos. Quiero caminar en Buenos Aires a la madrugada escuchando canciones que solamente repiten un estribillo, que mi piel blanca refleje los faroles más feos de la ciudad. Caminar en una ciudad sin tráfico y descubrir quién camina conmigo esta noche. Ahora que creo que ya no tengo miedo me animo a estar sola un lunes a la madrugada, enfrentar a los casos policiales, mirarme en todos los reflejos, cantar la canción que tengo pegada desde esa tarde.

La noche es una oferta: el corazón del mundo, mis ojos miran con brillos alrededor, como si una cámara de fotos pudiese tomar alcohol. Me enamoro

todas las noches, 

de una complicidad que no existe con luces más fuertes. 

Soy adicta a los vasos de vidrio, las chicas con frizz que caminan en Once, protegidas del mal, sostenidas por la noche. Si el fin de semana durara más días . . . a pesar del cansancio me visto, mirándome en el espejo de la Verdad y proyecto una ciudad con el punto de fuga en el obelisco. Una linterna mágica que cuando la prendo mi cabeza funciona como un juguete que repite canciones de Virus y el deseo vuelve a mover el mundo.

A la noche todo esto fue un error, y sin embargo soy una adicta a tus encantos, estimulada por las luces de una fiesta, las burbujas de una bebida desconocida. Hay una selva que no se esconde, murciélagos que vuelan y caminan, ratas, amigxs, hermanxs. Me iluminan lxs otrxs y mi cara se llena de sudor, un velo que registra las fiestas, la adolescencia, el calor. Las cosas importantes tienen nombre y las que no, guardan un secreto. Las avenidas lo susurran, sutiles, me despiertan como cuando te veo, a la velocidad de los autos frágiles

al borde del choque. Son

los objetos del miedo y de la luz. 

Yo camino con un revólver imaginario. 

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