moralitos
El séptimo y yo
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moralitos · 5 years ago
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Un encuentro inesperado con Alberto Iglesias
Siempre dejo este blog abandonado, supongo que sucede porque me dedico a escribir muchas cosas, y muchas de esas cosas no son personales, no por falta de gusto o interés.
Escribir puede ser un ejercicio que física y mentalmente a veces agota, es de lo que más disfruto y amo hacer en la vida porque la palabra es mi única arma, mi gran herramienta, mi compañera de combate. La palabra, mis palabras, así son, en femenino, como una fuerza constante que entre la razón imperante y los sentimientos llevan a un mundo desaforado y necesario de emociones, de ideas que también tienen su lógica.
No puedo prometerle a nadie que seguiré escribiendo siempre aquí con todo el rigor, seguiré escribiendo, pero muchas veces se va a diversas redes sociales.
Quizá podría plantearme que aquello que esté escrito en redes como Facebook, donde sin quererlo y por la inmediatez, suele ser un espacio donde empecé a ejercitar algún tipo de crónica breve, que a mi estilo, simplemente ha querido detallar mi cotidianidad, mi percepción.
Con los años me he dado cuenta que no solo creo en el valor de las pequeñas grandes historias, sino que también creo que es necesario reflexionar sobre la escritura, sobre mi profesión, creo que para muchos soy una persona grande, para otros soy una jovencita, pero para mí misma, la relación que tengo con lo que soy y con lo que hago, sin duda, es una balanza, sobre todo, curiosidad absoluta; orgullo por sentir pasión y amor con un compromiso indeleble, comunicar.
Comunicar desde cualquier espacio que permita contar cosas y con ellas, blindarme de humanidad, ética e integridad a mí misma, quizá por eso nunca perseguí entrar a alguna mega cadena de medios de comunicación cuando tuve la oportunidad. A veces pienso que igual la sigo teniendo.
Es verdad que mayormente he realizado mi carrera en el sector privado, y de manera independiente en medios de comunicación en los cuales, a nivel periodístico o cultural, he creído en ellos.
En medio de las altas o bajas, me siento orgullosa de eso.
Nunca me he dejado comprar, y tampoco nunca he tenido algo que no me haya merecido o ganado con trabajo.
Mi querido tumblr universitario existe porque el propósito siempre ha sido ese, contar desde la cotidianidad y la simpleza el valor de lo que existe, de los pasos que se dan cuando caminas con la mochila al hombro, cuando llegas a un punto donde disfrutas más de ti, dónde estás dispuesta a compartir eso con los demás, donde los errores o equivocaciones vienen con fundamento, y no con una rebeldía absurda, y bueno, qué decir de los aciertos... te hacen sonreír y te emocionan de igual forma.
Hace unas semanas, viví uno de los momentos más bonitos de mi vida, me tardé en escribir de él porque quería esperar el momento adecuado, de alguna manera me he dado cuenta lo agradecida que estoy con Dios y con la vida por permitirme aprender tanto, a veces miro con curiosidad la forma en la que viven muchas personas a mí alrededor, veo siempre las mismas cosas, y eso no quiero decir que yo no tenga rutinas, que las tengo, pero digamos que no sé...
Hay algo en mí que no deja que siempre reine lo establecido, lo monótono, una decisión consciente de abrazar la vida como va viniendo, celebrando lo bueno, y quizá llorando en el día malo. Pero también alguien me enseñó que por lo general el día malo, solo dura un día.
Los que me conocen a profundidad saben la importancia del cine de Pedro Almodóvar en mi vida, esa conexión kármica, como digo yo, me hace valorarlo desde mucho tiempo atrás. Lo que más me gusta es que una película suya se sabe que es de él. Así me gusta el cine, cuando sabes a quién le corresponde cada cosa. Siempre he pensado que Pedro está mucho más valorado en el exterior que en España, y aunque su última película ha recibido mucho apoyo, es cierto que la pasión de su cine siempre es más exterior, pero tampoco lo juzgo, creo, incluso, es lo normal.
Muchas veces uno no es profeta en su tierra, pero quizá, al volver a ella de algún modo, se encuentra algún tipo de redención.
Con Pedro, un rasgo distintivo es su música, y sí, a Granada llegó Alberto Iglesias, el afamado compositor aclamado y nominado al Oscar, al Goya, y demás, esa noche, mientras esperaba que se llenase una sala, que tuvo un aforo decente, mas no espectacular, estuve en primera fila aprendiendo del maestro.
No solo nos enseñó el proceso de creación musical dentro del cine, sino de su trabajo con la música misma, debo reconocer que lo que más me llegó al corazón fue el nivel de sencillez y humildad con la que presentaba su trabajo, es verdad que estaba para apoyar a la Orquesta de la Ciudad de Granada en un concierto donde tocarían unas de sus suites compuestas para cine, justamente dos, del cine de Pedro Almodóvar, “Volver” y “La Piel Que Habito”.
Estaba muy contenta por la bella casualidad del destino, en esa misma noche pude conocer y de manera muy simple al contratenor Carlos Mena, no sabía quién era la verdad, suponía que era alguien importante porque le decían “maestro” o nombres de ese estilo, él ha dirigido varias orquestas, con Mena el encuentro fue tras bambalinas, él iba saliendo de una habitación con una chaqueta, yo iba saliendo del auditorio, me felicitó por mi intervención, y me dijo que le gustaba mi elocuencia, que sintió que mi pregunta era la más conmovedora y articulada, que se sintió como cuando leía a los escritores del barroco europeo cuando realizaban una crítica a una obra musical, que así era como le gustaban a los músicos a dar entrevistas, su educación y su hablar pausado inspiraban muchísima serenidad, no eran sus cumplidos los que me hacían sonreír, sino la posibilidad de poder entablar un diálogo con personas que querían responder.
La verdad yo no sé de cómo escribían crítica musical en esa época, en el barroco. Para mí hay cosas que son distantes y cansadas, ciertas élites intelectuales me fastidian; pero disfruté la elegancia y el respeto del contratenor.
Mena me preguntó cómo era ser mujer en México, me preguntó qué era ser mujer en el sur español. No sé si respondí bien, pero le dije que la diferencia siempre es la misma, contextos, contextos y más contextos, llegamos a un mismo punto en común, Latinoamérica es la muestra perfecta de que no hay otra sonoridad así, porque no hay ningún tipo de pureza, lo que más viajan son los instrumentos, como dice Iglesias, quien recordó una anécdota de Fernando Meirelles que le pedía “África” en The Constant Gardener , y el maestro Iglesias le recordó que no había que salir para traer algo, él no conoce ningún país africano, la música por sí misma siempre hablará y es identitaria porque tiene que ser mezclada.
Allí aprendí la existencia de un instrumento llamado nyatiti, usado para hacer cuerdas en la composición de la película.
De su experiencia contó que cuando compone le gusta hacerlo recibiendo una copia en bruto con el primer corte de la película de turno y dos meses mínimos de anticipación en la post producción para encerrarse a componer, y claro, necesita leer el guión de la película un par de veces mientras están rodando para él intentar inventar cosas así sean a modo de apoyo o que no queden finalmente, pero esa seguridad le permite empezar a trabajar, redes sociales no usa para no desgastarse, tiene una relación de amor odio con Facebook, usa los chats del móvil, pero intenta ser cumplido con sus horarios.
También reflexionó sobre su capacidad para evitar conflictos y tragedias, y más, familiares, con lo cual bromeó mucho con el tema.
Dice que su rabia no se la saca verbalizando sino haciendo música.
La creación puede ser colectiva, pero muchas veces es un proceso también solitario y hay que aprender a estar con uno mismo.
Iglesias agradece a los directores que se toman el trabajo de dirigirlo a él. Siente un compromiso y una devoción por directores que saben pedir de los músicos, siempre piensa que su música está al servicio de la historia del director, no como un lucimiento de su técnica.
Al cine llegó por casualidad, su hermano hacía cortos en el País Vasco, y así le presentaron a varios directores que iniciaban sus carreras, o que no eran tan famosos en aquel momento, siempre dice que sus amigos del cine han sido por su hermano José Luis, y porque se volvió en algo asiduo estar rodeado de ellos y ellas, sin duda, guarda un cariño infinito por Julio Médem que fue su primer compañero de aventuras, y luego llegaría Pedro, con quién tiene una relación muy especial, poco se ven en los momentos no cinematográficos, porque cuando Pedro termina una película y lo llama, desde 1995 es su músico, con “La Flor de mi Secreto”, suele ir los domingos por su casa con un donaire a mostrarle las cosas de sus proyectos y lo que le pide, también confesó que es intenso y le gusta ver resultado rápidos, son dos caracteres distintos, uno busca resultados y el otro necesita más aire, como su relación suele ser intensa porque pasan muchas horas juntos en las etapas iniciales de la sonorización prefiere cuidarla de esa manera, entre los dos hay mucho entendimiento y se siente dirigido por él, siempre. No le genera ningún tipo de incomodidad, tiene anécdotas muy divertidas de Pedro diciéndole que a veces lo que hace con el ordenador suena más bonito que con músicos en vivo, y decirle eso a un músico...
Su parte más juguetona aflora allí, en un principio solo trabajaba con ese círculo pequeño de directores vascos y navarros pero luego su carrera se hizo internacional, pero se le nota una fidelidad absoluta al cine español.
Es tan respetuoso que dice que nunca suele preguntarle por el trabajo musical de otros músicos a los directores para saber qué faltó, solo piensa en tiempo presente y en la película que está por delante.
Confiesa que a pesar de todo, con Pedro es con quien siempre piensa:
¿Será que me llamará para la próxima? Y cuando suena el móvil o ve un e-mail de preproducción, empieza a sentirse nuevamente en el viaje del cine.
Un aspecto interesante es que suele tomar distancia de las películas que no han sido mayoritariamente el caso, pero sí se ha dado de películas que no le agradan o le aburren y tiene que componerles la música, allí siente que el reto es más grande y es cuando más atención pone, por lo que supone costarle.
Alberto fue franco con su método de trabajo, él siempre prefiere también ser como un actor al que le dan indicaciones básicas, habló del proceso de adaptarse a los programas de edición musical y también saber trabajar bien con ellos, pero de cabecera prefiere tres músicos que desde hace más de 20 años lo acompañan en pruebas por Madrid cuando está componiendo.
Iglesias, vive a las afueras de la capital española, vive en un municipio con aspecto de pueblo, lo prefiere porque le gusta el silencio, lo necesita, pero a su vez, no dejaba de lanzar piropos a Granada y de preguntarse por qué todavía no se había venido a vivir aquí una temporada, entre bromas, manifestó que era la ciudad andaluza que para él tenía magia. Decía que en esos días que estaba por acá, necesitaba salir de dónde estaba y sentirse bien aquí.
Era muy agradecido con los estudiantes, mayormente, de música, que estaban en la sala, y otros músicos profesionales, el coloquio venía con regalo incluido, y era que los ensayos iban a estar abiertos a público, en este caso, enfocado a los de la universidad, en el teatro Manuel de Falla al día siguiente en horas de la mañana.
Hoy, Alberto disfruta un montón hacer música para thrillers o películas más oscuras, las películas “de besitos”, como llama divertidamente a otros géneros, siente que son fáciles de hacer, los thrillers suponen un reto porque él también va como el gato y el ratón, por eso le gustó “La Piel Que Habito” y sin duda, “Tinker Tailor Soldier Spy” de Tomas Alfredson.
Durante el coloquio le pregunté a Iglesias:
Con una carrera como la suya, sin duda su música de inmediato se reconoce en una película, es evidentemente un sello de compositor, sea de Almodóvar o de quien sea, ¿cuál es el momento en el que mejor se siente con todo ésto? Porque sin duda, se le considera el músico de cine español más internacional que hay a raíz de todas las nominaciones, y quiero alejarme de la luminaria, ¿realmente se siente cómodo con eso? ¿Qué le apasiona después de tanto que ha hecho?
Iglesias soltó una carcajada y me dijo: Esa es una buena pregunta, bueno, varias preguntas en una, y te diré: lo que me apasiona es crear. Lo que me interesa son las posibilidades narrativas de la música, y te lo digo a ti, lo que sea que quieras crear, hazlo con pasión. Es agradable que reconozcan tu trabajo, pero nunca ha sido mi motivación, estudié música porque era mi vocación, hice música para cine de manera accidental, mis trabajos están para ballet, folclore y otras historias dentro de mi mundo, el cine ha sido un trabajo constante, la composición para cine, quiero decir.
Yo he crecido con ésto, guiado por mis propios instintos, por mis sospechas, por mis inferencias, porque años atrás en España no había formación académica para ésto, a diferencia de otros países, como en Estados Unidos, pero sí que hay buena formación musical en los conservatorios. Disfruto que un director o una directora me de indicaciones, disfruto solo aportar algo pequeño que es parte de un engranaje más grande. Sé que la música no es algo puro, es la representación en el arte donde todo converge, todo puede converger en la música. Hay que escuchar a los instintos. Hay que escuchar todo tipo de música.
Aprecio que los directores con los que he trabajado sean tan diversos en su forma de ser, así como de dirigir, Julio (Médem) es muy abstracto, somos vascos los dos, yo soy de Donostia, y quizá nos entendemos más por eso, suelta una risa amable.
Pedro, y es con quién tengo una relación más larga y fructífera, es directo, es limpio y metódico, pero siempre sabe qué quiere y te lo dice puntualmente, Julio no, Julio te da una idea y tú haces propuestas y disertaciones desde otro punto musical, eso también aporta mucho. Y hay otros directores que son más estilísticos, hay otros directores más “ausentes” en el proceso musical.
Ni Los Ángeles, ni los Oscar’s, Ni Madrid, ni los Goya, ni los BAFTA y sus nominaciones me han quitado el sueño, prefiero ser un tipo que hace música y luego se va con su familia y sus amigos, mi vida es muy sencilla y me gusta así. El mejor momento siempre será crear con convencimiento de lo que se hace, y para hacer algo, tienes que creer en ello.
Al terminar el coloquio me acerqué con mucho respeto y le pedí si nos podíamos sacar una fotografía de recuerdo, me dio un abrazo de los más bonitos que he recibido en mucho tiempo, me miró y me dijo: ¡Eres preciosa!
Luego me susurró a modo cómplice: Lo que vayas a hacer, hazlo.
Me sonrojó, lo reconozco. Al momento de que nos sacasen la foto me dijo que si podía darme un abrazo y yo le dije que sí, que había disfrutado mucho las cosas que le pregunté, me dijo que si yo era crítica musical para algún medio y le dije que no, que sí había estudiado comunicación social y periodismo, pero que era una estudiante de máster en la universidad, y seguía viéndome sonreído, una sonrisa tierna, inocente, excesivamente educada. Es quizá de los hombres más educados que he conocido.
Al día siguiente fui allí, al auditorio Manuel de Falla a escucharles en vivo, el grupo estaba más reducido, fui verdaderamente feliz por unas horas, Iglesias me dio los buenos días con mucha dulzura y sonreía nuevamente, era cercano, le dije que tenía más preguntas, me dijo que seguro nos veríamos más adelante y me guiñó el ojo. Y sí, le creí. Por alguna razón, le creí.
Me gustó ver como se sentó en el centro del auditorio de una manera muy apacible, si la orquesta se detenía, pausaba, si se iban de descanso, él se quedaba allí, luego miraba un poco su móvil, un móvil bastante sencillo. Nada de lujos.
Se quedaba quieto viendo la orquesta tocar su música, era notorio que en ciertos momentos, el violinista principal, quería lucirse de alguna manera, él le decía cosas técnicas y era como un calmar algo, se notaba que habían otros que se sentían intimidados, no sé por qué la verdad, a mi oído todos tocaban estupendo y el ambiente era bastante íntimo, no sé si quizá era porque había más gente que lo normal para un ensayo, aún así, la piel se te eriza cuando empieza a sonar la suite de “La Piel Que Habito” de Almodóvar, era como ver pasar las imágenes de la película en aquella sala de cine en el Cinépolis de Paseo Acoxpa donde la vi hace unos años.
Quizá la vida es circular, justamente Alberto hizo la música de esa película que marcó a mi generación, “Los Amantes del Círculo Polar” de Julio Médem, si alguien me hubiese dicho que conocería a Alberto Iglesias y que iba a conversar con él para aprender un poco diría que no, y no porque no pueda existir gente cercana dentro del cine, que la hay, así como hay gente antipática, pero sin duda, es porque todo cine que te ha formado, que te ha hecho persona también, es la base para seguir adelante en la vida y en el arte. Porque de vez en cuando es bueno que ciertas personas que parecen que están lejos en un firmamento para que tú no busques ser una estrella, sino una caminante en aquella galaxia cuyos 24 cuadros por segundo te abrieron un mundo de posibilidades a preguntarlo todo, cuestionarlo todo, pero más, a preservar la curiosidad de quien ve la vida a través de un lente.
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moralitos · 5 years ago
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LA PATRIA ES UN INVENTO
En la década de los años ochenta, Pilar, una granadina joven y estudiante llegó a Mountain View en el condado de Santa Clara, California. Llegaba a hacer una pasantía para concluir sus estudios y aprender inglés "con acento americano porque molaba más". 
Era otra España, como últimamente me dicen muchos; aquella que vivía toda la movida madrileña que desde el sur se veía como cosas que pasaban en Madrid con la entrada de la incipiente democracia, en el momento que socialmente supuso la época del cambio en las estructuras políticas y sociales del país, Pilar decidió irse de España, otras cosas se le hacían más interesantes, y a casa, se podía volver siempre. 
Durante su estancia en Estados Unidos recorrió buena parte del territorio,  lo que más disfrutó fue California y le encantó, tenía una curiosidad tremenda por seguir bajando y curioseaba con la idea de aproximarse a México, en un principio a las ciudades fronterizas y ver cómo era la vida al otro lado. 
En aquel momento las políticas migratorias no eran tan enfermas, entonces el cruce de personas no era violento, inseguro en ciertas zonas, pero no violento. Luego de estar terminar sus estudios se quedó trabajando y obtuvo una residencia estadounidense, Pilar, como muchos latinoamericanos, sí tenía un american dream aunque no lo reconociese en aquel momento aderezado por las películas que veía en la televisión dobladas al castellano, y ciertamente con matiz, porque era verdad que el país, ni su economía le imposibilitaba no estar, no le apetecía vivir en España, ni en otra parte de Europa. 
Sentía, por alguna extraña razón que California y esas fronteras eran algo diciente para ella. Lo mismo el amor, siempre supo que sus hijos serían mitad latinoamericanos y mitad españoles, daba igual donde crecieran, era algo que tenía perfectamente claro y decidido, pero matrimonio por amor, las costumbres de Latinoamérica y sobre todo la parte emocional era algo que era un misterio para ella, o al menos así lo pensaba décadas atrás. 
Ella creció en un pueblo de Granada, en el que su familia en algún momento pudo lograr alguna bonanza económica y por eso las mujeres de su casa lograron ser independientes y ver “otras cosas” mientras sus amigas se casaban con algún funcionario estatal de turno del pueblo, o con el novio de toda la vida.
Con el tiempo conoció a un hombre que ella consideraba atractivo, aunque a muchos no les pareciera así, perdido de sí mismo, culto y trabajador -cuando quería- originario del estado de Michoacán, México. 
Pilar se enamoró perdidamente de aquel hombre que desde el día uno instintivamente le hacía sentir que esa historia no terminaría bien, y presa, ahora sí, de un amor que la desbordó, sin pensarlo dos veces, y con un noviazgo bastante breve se casaron en Estados Unidos. A la boda asistieron una muestra representativa de Hispanoamérica, mexicanos, ecuatorianos, hondureños, guatemaltecos, y españoles, también unos estadounidenses de los típicos. Eran los amigos que habían hecho allí.
La familia del mexicano había emigrado de Michoacán durante los sesentas y setentas de México a Estados Unidos entre los estados de California y Nueva York, a día de hoy son poquísimos los que quedan en México, aunque todos en Estados Unidos conservan sus tradiciones mexicanas y hablan el 80% en inglés, el otro 20% español, y sus vidas transcurren con mucha comodidad en el condado de Santa Clara.
Pilar quedó embarazada del mexicano, y nació Michelle. Michelle vivió los primeros años de su vida en Mountain View, se acuerda de sus primeras costumbres muy estadounidenses y algunas cosas. Luego de un tiempo, ambos padres se hartaron de Estados Unidos y Pilar dijo es hora de irse a España. El mexicano no objetó, se le hizo bien porque al final España en ese entonces no estaba mal, y quería complacer a Pilar. De vuelta en España, en Granada Pilar consiguió trabajo de una vez, Michelle y su spanglish llegaban "al cole" donde era una niña peculiar. Su fisionomía latina, su acento más andaluz que el gazpacho.
El mexicano puso un bar que empezó a ser frecuentado por la comunidad latina de la ciudad y de los pueblos, y que poco a poco en los noventas cuando España recibía la mayor migración Latinoamericana de su historia ésto también significó una mejoría en sus ingresos. 
El hombre nunca se vio en una oficina, haciendo trabajo habitual y poco le importaban tanto los prejuicios de su familia en Estados Unidos, México, y los de su familia política tradicional en otros aspectos de España. A Pilar le tocaba defenderlo a cada rato de las críticas y de las cosas, a pesar de que el hombre según cuenta Michelle ha sido peculiar y despreocupado, también tiene muchas cosas buenas, pero la constancia nunca fue una de ellas, ni la estabilidad.
Con los años el hombre se cansó de España. No quería volver a México, ni a Estados Unidos, pero sí quería estar en Latinoamérica. El matrimonio terminó. Pilar, con la malafollá (término asociado a tener muy mala hostia en Granada. Y que la gente de la ciudad y su provincia son famosos por eso en una Andalucía "cálida") lloraba a solas por las noches y durante muchos años por ese esposo que se fue y del que cual siempre, y dice Michelle bajando la voz, yo creo que todavía lo quiere aunque se haga la dura. Pero no lo recibiría en la casa, eso te lo juro. La conozco. 
Su madre más nunca rehizo su vida. Una vez se separó, hasta el sol de hoy, nunca le vio otro novio o pareja. Durante la época de aquel pequeño bar, consiguieron mayor respaldo económico y en medio de la catástrofe emocional de la separación el restaurante despegó, visitado por locales y extranjeros. Pero confiesan que mayormente su público son turistas o personas de otros países de América Latina, y calcula al ojo que los españoles que van o son por curiosidad o porque tienen alguna vinculación con México. 
Los españoles son muy de sus tapas, dice Michelle con desparpajo andaluz. Al llegar al pequeño restaurante, y en efecto, escuchar que la música, la comida, la bebida y todo, era bastante apegado a la realidad con el matiz local de las aceitunas andaluzas (bañadas en Salsa Chamoy o Valentina), veo como Michelle me mira y me mira, y a cada rato me hace alguna pregunta simple para intentar hacer conversación.
Cuando le pido la carta nuevamente, veo que me queda viendo por la manera en la que cojo la tortilla y la doblo, sí, la tortilla tiene un lado bueno y otro lado. Me observa como me armo el taco, como no se me desarma y como me lo llevo a la boca, había gente que se comía los tacos con cubiertos, y en ese momento mientras tengo el bolo alimenticio en la boca me pregunta con desparpajo: ¿Tú no eres española, verdad? ¿Tú eres latinoamericana, pero por tu acento y no sé... no eres mexicana, verdad? Pero sabes coger la tortilla y hacerte el taco. Tragué de inmediato y solté la carcajada. 
Eres muy observadora -le dije-. Y eso es bueno. Las españolas son mujeres bastante observadoras, eso también he aprendido aquí y complejas. Por un lado tienen un caudal desbordado de pasión y luego un paso a pasito, para todo. Como una contradicción constante. Se sonrojó muchísimo con mi comentario. 
Tú nunca has venido aquí porque yo me acordaría de ti, me dijo. La sonrojada esta vez fui yo, me lo dijo como cuando una niña le recrimina algo a alguien mayor, en su forma de hablar percibí un dejo de inocencia y por alguna razón, nostalgia. Yo suelo acordarme de la gente que viene aquí, me replicó. Pero tú eres granaína, le respondí. 
Brevemente, le dije que México es mi otro hogar, pero que era de Colombia. Así que la línea de Colombia y México a veces es difusa. Pero uno puede ser la suma de muchas cosas, y a veces es mejor ser la suma de muchas cosas para que la vida funcione.
Desde que me abordó veo como su madre, una señora que se notó que en su juventud fue una mujer muy hermosa, unos ojos azules transparentes y algo intimidantes, un cabello entre rubio y canoso, que no se mata por ser tinturado para evitar el paso del tiempo, y a pesar de su edad en buena condición física, con varias arrugas en su rostro y en sus manos. 
Con unas zapatillas Nike negras relucientes que parecían hacerla volar al servir tan rápido y meterse de vuelta a la cocina. 
Pasó unas tres veces y presentía que algo diría, en eso, con ese modito fuerte de decir las cosas: Bueno, Michelle tú estás cascando todo el tiempo criatura (cascar = hablar en granaíno) y no en la cocina, molestando a la clienta. Y yo le hice una seña de despreocupación absoluta a la mujer.
Michelle con la bandeja como accesorio apoyada en su cintura derecha hablándome. Y ella con desparpajo le contestó a su madre, que no había hablado con nadie en todo el día , que yo había vivido en México. Me contó que años atrás, su padre le enseñó el proceso a su madre para tratar el maíz pozolero aquí, que perfectamente puede crecer, el mexicano se dio cuenta que con el maíz del pozole se alimentaban los cerdos en las porquerizas locales.
Cacahuazintle, ese es el nombre del grano del maíz en náhuatl. Pensé. De la manera más inocente, me preguntó cosas que para muchos podrían ser obvias pero que estaban llenas de curiosidad. A lo que de la manera más tranquila y precisa posible, le respondí.
Luego pregunté: ¿Quién es el mexicano(a) que cocina? Porque la sazón estaba buena. Y me dice, nuevamente, con algo de inocencia y con la voz más baja: Todo lo cocina mi madre. Mi papá le enseñó. Y ahora que hay uno del pueblo que está aprendiendo bastante bien. Yo hago solo lo que me dice mi madre, replica. ¿Hablas con tu padre? -Sí, a veces- Me contestó. Cada tanto aparece por E-mail porque no usa redes sociales, y ahora por lo menos tiene WhatsApp. Anda viviendo en Ecuador desde hace algún tiempo. A mí me gustaría verlo en Ecuador y decirle que no le guardo rencor, porque al final, aunque ellos tienen años separados, porque su madre le dijo que se separaban pero que el divorcio no se lo daba, ella se casaba una vez y para toda la vida, y que además eso salía muy caro económicamente, mi mamá siempre me ha dicho que nunca debo perder el contacto con él, porque tendrá todos los defectos del mundo y es un desastre, pero es mi papá y tiene cosas maravillosas.
Le he dicho que su madre ha tomado las cosas con sabiduría, y qué no fomentar ningún tipo de rencor es algo bueno. Michelle me dijo que ella entendió temprano que hay gente que va "a su bola", es decir, de una forma autónoma con despreocupación sin que ninguna cadena les ate, aunque a veces eso traiga consecuencias no siempre tan agradables en algunos casos. Al restaurante llegué con melancolía, no físicamente, de estar en México, sino de comer. 
La comida, como bien aprendí en México, es el retrato y la manifestación de amor que puede haber entre dos o más seres. Porque al final, esa es mi casa también aunque pronto terminará mi residencia legal, y porque para algunas personas, la mejor manera para manifestarme algo por mi presencia, o por mí, es decirme: A ver cuándo vienes para hacerte tal cosa. O si vamos a comer con mi familia.
Esas dos cosas, son elementos suficientes para entender que el amor y la comida son maridaje del latinoamericanismo, de aquella pasión y aquella nostalgia que está en los pies de quien siempre intenta ver más allá de sus fronteras, y no por un holocausto social, sino por la apertura a una vida misma que te cambia y te transforma hacia las puertas de algo mucho más grande que tú, y es la perspectiva con la que ves el mundo, y cómo valoras muchas cosas, desestimas otras en el proceso y aprendes unas nuevas.
Michelle no tiene la nacionalidad española, a pesar de haber crecido en España, a pesar de que su madre es española. Para el estado español, Michelle es una estadounidense con residencia permanente al ser hija de una española, no puede votar, no puede opositar en las oposiciones que le sirven realmente para su carrera profesional (hacerse funcionaria mediante un oficio del estado español) porque no nació en España, sino en Estados Unidos. 
Para optar a la nacionalidad española, debe casarse con un(a) español(a) o tener un(a) hijo(a) en este suelo patrio, o renunciar directamente a la nacionalidad estadounidense, ser apátrida un tiempo y luego, ahí sí, el estado español puede proveer -dado que creció en el país- su madre y el 100% de su familia materna son de un pueblo andaluz, así se puede decir que será española por nacionalizarse. Lo cual, ya Michelle lo dice con comedia.
Mientras tanto, su madre, a fines prácticos, puede vivir y trabajar en Estados Unidos con comodidad si ella quisiera, le dice que no renuncie a la nacionalidad estadounidense, y en un hecho menos pensado, Michelle ha desistido de hacerse española, las vías legales no la convencen, se le hace absurdo eso que le han dicho en Extranjería, y le gustaría buscar mediante una vía consular en el exterior alguna forma de que lo pudiese intentar. Sería el último recurso. 
Todo el conflicto adolece a que las relaciones históricas entre España y Estados Unidos desde la última etapa colonial en términos diplomáticos son mucho más complicadas a nivel de burocracia de lo que alguna vez pude pensar, o tener conocimiento. Y como es España, esta historia se adereza con tiempo, libros, re interpretaciones de un lado y del otro de la historia en común.
Michelle siente más ilusión por lo que se viene, pronto iniciará el proceso de tramitación de la nacionalidad mexicana al ser su padre mexicano, tiene que ir a Madrid donde se ha dado cuenta que hacer papeles de México es algo complicado porque son excesivamente burocráticos, a lo que yo solté un chiste mordaz del tema migratorio mexicano, que es ridículamente tedioso el procedimiento, pero tarde o temprano resoluciona. 
Estudia en la Universidad de Granada el grado, donde siente que sus compañeros casi no la entienden, qué hacen bromas ignorantes de un país que ella no conoce pero que quiere y siente suyo. Los recuerdos más bonitos de su infancia las ha pasado jugueteando entre las botellas de tequila, cervezas y mezcal artesanal, tatemando chiles o triturando en el molcajete, también practicando su inglés con acento californiano, en medio de turistas, en medio de gente de un montón de países y de españoles "diferentes". 
Le pregunto a qué se refiere con esa noción de diferencia y me dice: gente como mi madre, que le da igual de dónde viene la gente y lo que haga, tú la ves con malafollá, pero mi madre es más buena que un pan. Durante mi estancia en el sitio, al percatarme de cómo me observaba la madre con recelo o no sé, me acordé de un consejo de mi abuela cuando estaba pequeña: si alguien alguna vez te mira raro, o sientes que te mira feo, o simplemente te mira mucho, tú mírale directo a los ojos, no le quites la vista y luego sonríe, lo más amplio que puedas. Yo la miraba bien, a la segunda vez que me mira, la vuelvo a mirar a los ojos, y a la tercera vez que me mira le sonreí con mi mejor sonrisa y mi máxima expresión. La misma sonrisa recibí de vuelta.
Michelle está ahorrando para ir a México. A Mountain View va con un poco más de frecuencia cuando a su madre se permite que vayan las dos. Su madre estuvo en el invierno en México, haciendo negocios en temas alimenticios con la distribuidora que le envía los insumos a Granada, y a su vez "ampliando el negocio", pensando en cómo crear una red de restauranteros mexicanos y cómo sería el proceso adecuado de esos negocios, estuvo viajando con sus amigas de allá y luego va a Estados Unidos a ver a su ex familia política, que para ella es su familia, y a las amistades que también dejó en Estados Unidos.
A México, Pilar no la ha querido llevar, porque le dijo que ese viaje se lo tiene que costear la propia Michelle, porque ese pedazo de la historia lo tiene que armar ella sola, porque hay cosas que las mujeres tienen que resolver solas en este mundo de machos.
Lo que Pilar no ve con mucho agrado es que sí, una vez visite México, quiere bajar a Ecuador y ver a su padre, a decirle que todo bien. Y que a pesar de todo, ella le quiere. Por WhatsApp o por e-mail no le salen las palabras. Palabras de amor, cuando perfectamente podrían ser más de recriminación.
Al terminar de pagar, y preguntarme Michelle como en una comedia, el nombre de los bancos en México, y a los que yo en orden le enumeré lo más que pude, le di las gracias, a lo que ella me dio las gracias a mí. 
Le pregunté por qué me había contado todo ésto y me dice: no sé... te ves muy seria pero está como guay hablar contigo, siento como si te pudiera contar lo que sea, además está guay que hayas vivido en México. -Ve con tu pasaporte mexicano cuando esté listo, no antes-. Le dije con seriedad. 
Me dijo que eso era justo lo que quería, que ojalá pronto su padre se digne a renovar el pasaporte y a escanearlo totalmente y enviárselo por correo, porque no quiere que nadie la saque de ningún sitio, ni ningún drama raro. No te va a pasar eso, tienes el pasaporte más famoso y más codiciado del mundo. Malamente codiciado, eh. Me vuelve a recalcar que no tiene pasaporte español, a lo que le repliqué, no. Me refiero al azulito de Estados Unidos, pero eso es muy español, le dije a modo de chiste y soltó la carcajada.
Aunque ella sabe que en México será una española, yo le dije: pero nadie le importará de dónde vienes. Además española con pasaporte mexicano, alguien querrá escuchar tu historia, le digo con picardía. - No como aquí- me replicó.
No siempre, no seas tan dura, pero no es fácil. Pero nada en la vida lo es. Al menos no en lo que vale la pena.
En eso limpiaba otra mesa.
Me despido. -Le dije- Su madre pasa con la bandeja llena de unos chilaquiles en salsa verde que me tenían mareada de antojo y me dice: Vuelve pronto, ¿vale? Adiós, señora. Me despedí.
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moralitos · 6 years ago
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La bibliotecaria a la hora del desayuno
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Vamos a inventarle un nombre, pensé. Pero luego he tenido una idea que funcionará mejor. Contaré su historia, sabrán su nombre verdadero, y si la vemos por la calle la imaginaremos en una de miles de mujeres que, como ella, a diario están en la Ciudad de México. Esa ciudad basta, hermosa y palpitante, dónde, como dijo Chávela Vargas, sus calles educan a las mujeres cabronas porque las han educado en ocasiones a las patadas.
Si la ven en la universidad, sé que sabrán callar, sé que no dirán ni una palabra, a mis amigos lectores sé que se sentirán en comunión con mi silencio y que en ese momento sería como si estuviésemos juntos tomándonos una taza de café, observándola también a ella, también en secreto, siendo cómplices de esta aventura.
Su historia me llegó por casualidad, y las historias que me gustan escribir tienen que llegarme así; nunca tuve el delirio del/la cronista que salía en tempestades a buscar qué contar, para mí el ejercicio se ha reducido a: prefiero poco y bueno, que mucho y malo.
Preferí hacer piezas de vida, más que géneros tradicionales en el periodismo, por eso me he disciplinado también entregándome a la escritura para marcas, tampoco me genera mayor culpabilidad, tengo que comer, pero mi compromiso de contar lo que debo contar está allí, bajo el vehículo que sienta que es el adecuado, y bajo la enseñanza absoluta del tiempo, pero más, de la vida.
Guadalupe Uribe Rodríguez nació en Michoacán, le calculo unas seis décadas atrás. Nació siendo la quinta de un hogar pobre, prácticamente en estado de mendicidad, de nueve hijos. Ante la precaria situación económica, sus hermanos mayores, muy jóvenes, se fueron a Estados Unidos.
Su padre alcanzó a uno de ellos tiempo después. La historia de ellos en EEUU no fue menos dolorosa que su vida en Michoacán. Su madre se fue a trabajar a una casa de familia como empleada del servicio, los más pequeños de la casa tenían hambre y la mujer tomó la decisión de irse, dejándolos al cuidado momentáneo de un familiar. Los niños estaban siendo adultos desde entonces.
Aquí no había tiempo de reclamos. 
Hoy no hay tiempo de reclamos progresistas occidentalizados del por qué tantos hijos, del por qué del “abandono”, aquí solo había tiempo de sobrevivir y no morir en el intento.
Al pueblo llegaban señoras de la capital que pedían una niña para trabajar en el servicio doméstico, nadie ha hablado públicamente de estos temas. Bajo una opinión nacional de que “el o la chamaco(a) es bien trabajador(a)”, muchísimos han sido víctimas durante décadas de la explotación infantil, y muchos hemos sido culpables silenciosos al escuchar estas historias que las enfocan desde un punto de superación cuando jamás nadie legalmente pensó en las verdaderas víctimas y las consecuencias.
Guadalupe soportó malos tratos y explotación, un buen día se escapó huyendo a la calle, de sus hermanos sabía que, los más grandes estaban en Estados Unidos, y de los otros, repartidos por diversos estados de México, las más cercanas eran niñas como ellas en Querétaro y otras en otros municipios del Estado de México, también sobreviviendo. Sabía de sus papás que su madre trabajaba de doméstica para alguien y su papá en Estados Unidos.
No había teléfono tan fácilmente, los recados eran escasos y llamar de Estados Unidos era costoso y la señal mala o casi inexistente en el pueblo, y si no sabías escribir, comunicarte era todavía más difícil.
Guadalupe en el día tenía su grupo de niños con los que estaba, que, como ella, estaban en situación de calle, vagaban de parque en parque, de esquina en esquina buscándose la vida, por las noches tenían ciertos parques en los que dormían en el centro de la capital mexicana.
Ella recuerda como desde pequeña tuvo que liberarse de pedófilos y pederastas, que como bien dice, no necesariamente son hombres enfermos que llegan de la nada, me cuenta que muchísimas veces cuando ve las alertas ámbar que indican los desaparecidos, o que si tal mujer está perdida o no la encuentran, no o es trata de blancas siempre, no siempre desaparecen así, o personas que sin ningún vínculo criminal aparecen descuartizados, mujeres en muchos casos, me cuenta que la repulsión que siente y la aversión general hacia la policía es porque muchas veces ellos se drogan y beben, pero sobre todo, utilizan drogas en turnos nocturnos en los patrulleos en la calles populares en las madrugadas, y están tan perdidos que muchas veces ellos mismos abusan de los niños, de las niñas, de las mujeres en la calle y luego desaparecen.
Cuando habla de esos recuerdos su mirada se torna fría y distante, por un lado llena de un recuerdo que quisiera no tener seguramente. 
Pienso, que está recordando más de lo que ha podido verbalizar, y recordando más de lo que quisiera.
Por un momento yo también me callo, yo también trago en seco el nudo que tenía en la garganta, y no sabiendo si era indelicadeza o no, pero con respeto tenía la necesidad de preguntar, me lanzo y le expreso con reverencia impoluta: ¿Usted ha sido sexualmente abusada o en su cuerpo hubo tocamientos no adecuados en la infancia y/o pubertad?
Guadalupe sonríe con ironía, pensaba que me iba a decir que sí, en eso sus ojos se cristalizaron, los míos también tenían ganas, pero tenía que ser fuerte, no podía, ni quería terminar de escucharle, ni quería pensar en la posibilidad de un cambio abrupto de tema.
Me respondió que no, y le creí. 
Me dijo que no porque desde niña andaba con palos y elementos filosos en la mano para evitar eso, aunque también responde que cada persona que desafortunadamente vive esa experiencia y logra salir de ella es porque necesita hacer algo con ello para evitar que muchos más sufran y para poder buscar justicia también.
En ese momento, veo como se expone ante mí con una vulnerabilidad absoluta, mientras pedimos otras quesadillas para comer, quiero ser cómplice de su existencia, de su silencio, de ir a su ritmo, y ella, se abre, solo la escucho, y también pienso en mi propia vida, en los escalofríos que a veces nos recorren el cuerpo cuando nos sentimos impotentes ante ciertas situaciones.
En eso me cuenta que varias veces hubo intentos de abuso pero que siempre podía correr muy fuerte y nunca pasó nada, y el día en que parecía que el destino era inevitable, su mejor amigo, ella lo sigue llamando así, y no hay día que se acuerde de él, le apartó al abusador, y se fueron corriendo. 
Con el tiempo, aquel chiquillo murió herido en una pelea callejera, por supuesto, nadie hizo nada. Y ella quedó con una promesa, tenía que salir de esa situación de calle y ser feliz, y ella desconsolada, le dijo que sí.
Pasó el tiempo y seguía sobreviviendo, vagando en la calle. Hasta que en un día por Tlalpan se aproxima un vehículo que transitaba despacio, se detiene ante ella y un hombre con pinta de oficinista le dice: ¿Niña, a dónde vas? ¿Niña, estás bien?, como era de esperarse ella estaba a la defensiva, pensaba: otro que quiere darme algo, otro que quiere que le pague con algo.
El hombre se veía nervioso, le decía que tranquila, que le juraba por lo más sagrado que él no quería hacerle nada. Solo quería saber a dónde iba y si había comido, ella le dijo que no. Se sentaron, aunque las miradas de los transeúntes no fuese la más amable. El hombre le preguntó de dónde era y en dónde vivía, ella simplemente le respondió el nombre del parque dónde estaba.
El hombre se veía preocupado y consternado, porque ni él mismo sabía qué decir o hacer, ni siquiera se aproximaba físicamente lo suficiente como para generar algún tipo de vínculo. Según recuerda.
Luego de un silencio largo y tendido, el hombre le dijo a la pequeña que no tuviera miedo, pero que le acompañara a un lugar. Ella no quería, pensaba que iba a ser un sitio de mayor peligrosidad, y él le dijo que estaría bien, que eso se lo juraba.
Pese al miedo, llegaron juntos a un edificio pequeño, específicamente a una zona que parecía una bodega, dentro vieron a una mujer vigilante. Le llamó la atención que la veladora de la empresa era mujer. y no hombre como usualmente era, pero eso era lo de menos, pensó la niña.
El hombre en plan de broma le dijo a su empleada: no sé cómo le van a hacer, pero tendrán que llevarse bien, tú enseñarla y ella a comportarse.
Fueron a la parte de atrás. Había una pequeña bodega acondicionada como un departamento sencillo, había una cama adicional en la habitación de la vigilante, y ella solo asentía a lo que dijera su patrón.
Aquí te vas a quedar, le dijo el hombre. Aquí cerca se puede comprar comida y le dio dinero a la veladora, y no sé qué haya que hacerse por tus papeles, pero tienes que ir a la escuela y ni chilles sino quieres estudiar, es tu obligación ir. Luego de la escuela, y de hacer la tarea, en los ratos que te queden libres pasarás a la oficina y ayudarás a ordenar papeles, hacer café, atender un teléfono, aprenderás mecanografía con las secretarias, y a saludar a la gente cuando venga y llevarlos de una sala a la otra. Y vendrás a platicar conmigo al menos media hora diaria.
La pequeña asintió que sí a todo, aunque por dentro tenía muchísimo miedo. El tiempo fue pasando y el señor intentaba localizar a su familia, a veces con éxito y a veces sin poco éxito, la pequeña conoció a su esposa y se le hacía una mujer muy bella, era japonesa, y ya luego había entendido que el señor, mexicano, hablaba japonés y por eso se había casado con esa señora, quién después de varios intentos médicos le encontraron una infertilidad irreversible.
Pese a la mirada de muchos de lástima, pudieron arreglar papeles de una adopción adecuada, primero el señor tenía mucho miedo de que su esposa le rechazara a aquella niña que había encontrado en la calle, pero la mujer, aunque tímida, era muy amorosa e inteligente para los números recuerda Guadalupe, la niña empezó a ver que la empresa era México- japonesa, por eso venía tanto pinche asiático, soltaba entre risas el comentario.
El señor, papá, poco a poco y con mucha paciencia cada vez más intentaba que yo pasara tiempo con la señora, para hablar, para salir a comer, para ir de compras, cuenta. Ella intentó aprenderlo todo, cómo se sentaba, cómo hablaba, cómo comía, cómo gesticulaba, para que la quisiera.
No pasó demasiado tiempo. La señora le dijo al marido que se trajera a la niña de la bodeguita de descanso de la oficina a la casa, todavía se acuerda de ese recorrido y de esa noche, eran calles y calles enormes para ella, era una zona que no conocía. La colonia era Bosques de Las Lomas.
Guadalupe creció como una niña de Las Lomas que salió de la calle, al llegar la adolescencia fue consciente de los dolores de cabeza que les dio a sus padres adoptivos, los señores, como ella dice, trasladaron su vivienda a Tlalpan después de unos años, a una colonia también de la clase alta al sur, Colinas del Bosque, así el señor que estaba más cerca de sus empleados.
El señor también venía de abajo, por llamarlo de alguna manera, pero lo que más admiraba Guadalupe era el nivel de sencillez del hombre, quien no le contaba mucho de sí mismo, sino que siempre quería hablar de ella o de otros temas.
Guadalupe recuerda con agrado todas esas mañanas felices al tomar el café con su papá en la oficina. Y cómo la defendía de la lástima ante las miradas clasistas y racistas de la gente.
La empresa empezó a mermar su producción y la mejor solución para seguirla sosteniendo era vender y ellos irse de México. Guadalupe no quiso irse con sus padres, estaba rebelde, decía. Sus padres se comprometieron a darle una mensualidad a cambio de seguir estudiando y cuidarse, no podían hacer más por ella, ni tampoco querían obligarla.
Guadalupe, juntó buena parte de esas mensualidades y le pagó a un pollero para que la cruzara a Estados Unidos, quería buscar a sus padres biológicos.
Llegó hasta una parte de la frontera y la regresaron, me contó detalles de ese viaje que fueron horrendos, en esos momentos se sintió muy mal por haber sido rebelde frente a sus padres adoptivos, en ese momento entendió que tenía mucho coraje y dolor adentro y no lo había querido reconocer.
A los días de todo aquello, su padre voló para verla y conversar con ella, por primera vez le metió la regañiza de su vida, como bien recuerda y prácticamente le ordenó que se tenía que meter en la universidad si quería ser alguien, o que si quería echar en saco roto todo el progreso de esos años.
Guadalupe entró en la UNAM, su amada universidad, estudiando Biblioteconomía y Estudios de la Información, pese a cualquier cosa, Guadalupe también quería ser independiente de “los japonesitos”, como les llamaba cariñosamente, aunque su papá era mexicano, haciendo hincapié.
Me contaba la manera en la que su papá adoraba a su mamá, a la “japonesita”, la veneraba como a una virgen, dice con amor y admiración.
También recordó el día en que su papá le dijo que ella se tenía que casar con un buen hombre, daba igual si rico o pobre pero que fuese trabajador, amoroso, correcto, sin vicios raros y que mirara sus relaciones familiares, y que ella sintiera que pudiesen ser amigos para toda la vida, que esa era la clave, y que se sintiera segura, pero que tenía que trabajar y ser independiente para que ningún cabrón se quisiera pasar de listo.
Esa fue la máxima que mantuvo durante muchos años en su vida, y allí, en la universidad se enamoró de uno que era como le había dicho su papá.
Con el tiempo, el padre biológico de Guadalupe regresó de Estados Unidos y pudieron reencontrarse, su mamá también regresó desde otro punto y sus padres biológicos se asentaron en la Ciudad de México, con la buena nueva de que a su papá un sindicalista de Luz y Fuerza del Centro le habían dado una concesión para hacer mantenimientos e instalaciones de servicios eléctricos en las nacientes facultades de la universidad por lo que había aprendido en Estados Unidos. Guadalupe sentía que tenía más familia ahora de la que alguna vez pudo pensar.
Le pregunté si sintió resentimiento por sentir desprotección, o porque ahora era cuando volvían sus papas, me contó que, en ningún momento de su vida adulta, en la adolescencia sí, su mamá, la japonesa, muchas veces le hablaba de filosofía oriental y le hablaba de cómo las relaciones que más nos importan en la vida había que trabajarlas y que nada, nada era fácil cuando de amor se trata y de proyectos de vida. Sus consejos de madre la levantaron, como dice ella, a ver la vida desde otras formas.
Guadalupe logró estudiar, logró seguirse preparando, logró tener una plaza sindicalizada de trabajo en la universidad y ser una profesional de respeto, logró verle cumplida la promesa de su papá de ser independiente.
“Sana por dentro, Lupe. Por dentro”, decía su papá. Cumplirle. Como también, intentar tener una familia hermosa con el compañero más adecuado que podía Dios y la vida darle. Ella dice que es malísima teniendo deudas, por eso intenta cumplir con todo, deudas de todo tipo hay que pagarlas, y suelta la carcajada.
Guadalupe reconoce a estos años, donde ya empieza la tercera edad a hacer de las suyas, lo importante de siempre buscar ayuda, para ella, la fe en Dios me comentaba le tomó años construirla y siente que la tiene y que está en buen punto de su vida, después de unos años, su vida espiritual ha sido importante, dice que no cuestiona, sino que busca soluciones, incluso cuando a veces ha querido rendirse ante ciertos dolores de la vida.
Ella reconoce con orgullo y con timidez su historia. Solo abre su corazón cuando siente que tiene confianza, y a mí, que no me conoce de nada, más que coincidir por unas quesadillas de barrio, me la contó sabiendo que me haría bien a mí y que quizá también a alguien.
Con orgullo cuenta que votó por Andrés Manuel López Obrador y siempre ha votado por la izquierda. Espera que López Obrador haga cosas realmente por la niñez desamparada de México y que las mujeres que lo rodean hagan algo de verdad por otras mujeres.
No tiene reparo en decir los votos que consiguió junto a sus amigos sindicalistas de la universidad para el caudillo de los sueños, como últimamente me gusta llamarle, ante los ojos de esos mexicanos de a pie, que pese a todo, le siguen apostando a su proyecto.
Guadalupe me cuenta que fue quedando embarazada una tras otra, su esposo era un ingeniero estable, como dice ella.
Cuando su situación económica fue mejor, empezó a trabajar en pro de niños y niñas huérfanos o en situación de calle, en ciertas organizaciones al sur de la ciudad.
Un día fue con su esposo a dejar unos víveres, ropa y calzado en un orfanato de bebés y varones abandonados. Cada vez que iban, veían y veían como un chiquitín de 5 años se desvivía por ayudarla a limpiar, arreglar, organizar a los compañeros y demás cosas para las actividades del sitio.
El pequeño se le hacía encantador, pero hasta ahí. En ese sitio pueden estar hasta los 18 años, mismo que un patronato intenta buscarles empleo técnico y tienen que abandonar el orfanato, algunos logran estabilizarse, otros, regresan a la calle.
Un día su esposo la acompañó, y le dijo que él adoraba a sus hijas pero que él soñaba con tener un hijo varón, ella le dice que ya son cinco en la casa, que son muchos gastos y que las niñas no saben cómo van a tomar las cosas. 
Ella le soltó la carcajada al cabo rato, y le dijo: ¿Santiago, ¿verdad? Él le dijo que sí.
Hablaron con el cura abogado que coordinaba los procesos legales de adopción, como no eran una familia de clase alta sino clase media los procesos eran todavía más tardados, obtener la custodia y adopción de Santiago fue un proceso largo, costoso y por momentos triste.
Y así, como unas décadas atrás ella había llegado de la mano del señor a los ojos de la veladora de la empresa, Santiago llegaba de su mano y les dijo a sus hijas más grandes: Tienen un hermano, es Santiago y a ver cómo le hacen.
Durante mucho tiempo oró para que no tuviesen ningún problema con las niñas, de hecho, dice que muy rápidamente se acoplaron todos. Y su marido feliz porque tenía un hijo varón. Santiago seguía jugando con sus amigos del orfanatorio.
Sus hijos, todos fueron a la Universidad Nacional, su hija la mayor es pedagoga infantil, trabaja también con el gobierno en la UNAM, es maestra de la escuela que queda justo por mi casa, tiene una niña pequeña, su nieta, su adoración, su todo, sentencia Guadalupe.
Dice de su hija que no sabe cómo saca el tiempo para haber terminado la universidad, hacer sus posgrados, casarse tan joven y tener a su hija, piensa que su primogénita en ese sentido ha sido más clásica, y quiere más hijos.
Me aclaró que es verdad que se quiere más a los nietos que a los hijos.
No lo sé. Supongo que si llego a esa edad y si tuviese nietos podría decirlo o no.
Su segunda hija es ingeniera y trabaja en una empresa que la tiene viajando por todo el mundo, tiene esposo y trabajan igual, dice que llevan un montón de años desde el noviazgo, que no quieren hijos, y que son felices así, no sé qué clase de matrimonio funciona con tanta distancia entre los dos viajando y trabajando, pero pues por eso no pelean, porque ni se ven, esa relación es extraña para mí, pero uno los ve y parece que se quieren. Eso sí, ambos son buenas personas. Y yo en sus vidas y sus acuerdos no me meto. Pero son detallistas de siempre invitarme a viajar con ellos, la verdad es que también un poco por eso lo he disfrutado también, he ido a Cuba, a Argentina, Bolivia, Uruguay, Brasil, Venezuela “en sus años mozos”, a Panamá, a Chile y espero pronto ir a tu tierra, a Colombia, me dice.
Reconoce sin ningún tipo de reparo su vocación es latinoamericanista más que otra cosa. Eso lo respiró desde hace décadas atrás en la UNAM, y esa para ella es la mejor virtud de la universidad. Una pena que la universidad no esté en todo el continente, sostiene.
Europa, nunca la ha trasnochado por eso no piensa gastar en ir allá a gastar, si la invitan es otra cosa. Fue a Japón -por sus otros papás- y de allí guarda bonitos recuerdos.  
Ese sitio para ella, la Universidad Nacional Autónoma de México, y del que pronto se tiene que jubilar, y piensa qué no sabe qué hará, es su segundo hogar. Porque ese sitio no se va a ir a ningún lado. Quizá deba estar más cuidando a sus nietos y al trabajo comunitario.
Su tercera hija es trabajadora social, es muy joven, pero por lo menos le dice que sí quiere casarse y sí quiere hijos, pero en un futuro lejano, por lo menos me da esperanzas, dice a carcajadas.
Dice que la mandó a estudiar a Barcelona un rato y que eso es carísimo, si el gobierno no ayudase con becas, una no se puede ir para allá, me dijo.
Yo no le quise decir que en mi país, a menos que sea un crédito, no tienes un fondo de apoyo de becas públicas para la ciudadanía en el que te ayuden a estudiar fuera. ¡Puto neoliberalismo! Pensé.
Su hija, quiere fundar una empresa social con sus dos mejores amigas. Tienen una visión de negocio que siente que socialmente importa y el foco de trabajo son niñas y mujeres en riesgo de exclusión social a través de programas especializados, buscarían brindar formaciones técnicas profesionales y retribución por parte de esas mismas personas para ampliar la cadena de utilidad, o algo así me dijo en lenguaje financiero.
Me contó que una de las amiga de su hija, la catalana, instaló maletas en México, se había conocido cuando su hija había caído en el piso familiar de esta chica en Barcelona cuando estaba estudiando, la amiga con el tiempo tomó maletas y le dijo que aquí sería más útil que allá, la colombiana que es la otra, y que fue recibida en la casa de la otra chica cuando también fue a estudiar a Barcelona, se le da bien vender cosas a nivel corporativo, dice que han logrado cosas buenas con donaciones y otro tipo de inversores, esperan pronto legalmente establecer una oficina, y le desocupen la oficina de su esposo en casa, su hija es una investigadora de campo, ella cree que esa triangulación llegará lejos, son de irse a selvas, resguardos, barrios peligrosos en absoluta libertad, dice que amistades así piensa que deben ser para toda la vida, aunque sea tan diferentes, a todas les apasiona lo mismo, intentar que la vida de la gente esté un poco mejor.
Su cuarto hijo, su adoración como dice, Santiago, con los años el potencial matemático del niño se desarrolló y en la escuela lo alentaron a que se fuera por ese camino, es contador y trabaja para una multinacional, hace previsiones de riesgo, pensó que al no conocerle novia era gay. En una fiesta pasada le dijo: Mijo, te quiero como sea. A ver dime, eres gay. Porque los gays también pueden tener hijos.
Santiago soltó la risa y le dijo que no, que no lo era. Solo que no quería estar con alguien solo por estar, y que tampoco le llamaba la atención ser un noviero, quería conocer a alguien, así como su papá había conocido a Guadalupe y casarse con ella y ya.
No sabe si biológicamente querrá tener hijos, pero ella piensa que seguramente también adoptará. Ella conoce a su hijo, dice.
Santiago es el único de sus hijos que puntualmente, sin importar dónde esté, la llama todos los días a las ocho de la noche sin falta y le pregunta siempre: ¿Qué tal tu día, mamá?
Veo que su corazón se sobrecoge de ternura al contarlo, sus ojos brillan y dice que realmente Santiago se parece mucho en el modo de ser a su difunto esposo y eso que no pudieron compartir muchos años juntos.
Hoy, a esta edad, donde hay más dolencias en el cuerpo y achaques, siente que la vida es hermosa a pesar de tanta complejidad. Sabe que Dios la salvó de la calle, me dice. Porque la vida en la calle es breve, mueres rápido generalmente. Por eso sigue trabajando por las mismas dos o tres cosas en las que cree en la vida, y analiza que la mitad de sus hijos tienen vocación de servicio profesionalmente hablando.
Muchísimos estudiantes han pasado por sus manos, también algunos profesores y directivos le echan broma de cuando se iba con todo el kínder a la biblioteca y jamás le dijeron nada.
El tiempo pasa, y si no sabes tomar las oportunidades y cómo vivir te arrepentirás, en medio de todo eso, el dolor más grande con el que lidia día a día es el no tener a su compañero, a su esposo. Él murió al poco tiempo de haber adoptado a Santiago de un cáncer fulminante. Y vérselas con una pensión no tan alta, con tener que trabajar y terminar de criar a 4 hijos no es tarea fácil, son noches largas, noches en las que vuelves a la calle, pero la diferencia es que allí ya no estás y que hay otros que sí te necesitan y te quieren de verdad. Para ella ese es el verdadero punto de inflexión entre una vida aprovechada y sana de aquella que la que no lo es. Cuestionarse para sanar.
Es una frase que me clavó muy dentro, y que su tesis, que considero cierta apunta a que no hay que tener miedo de lo que puedas encontrar cuando revisas todo el dolor o daño que puedas tener, los recursos están en las manos para sanar, no hay que engañarse uno mismo, no hay que pensar que la solución de la vida depende de otros, eso es momentáneo, uno convive consigo mismo hasta el final y uno tiene que buscar ayuda si la necesita.
Intuyo que en su momento la buscó, pero no quise preguntar.
Su enfoque de la vida es más que positivo, reconoce la bendición de tener una familia extendida. Me habla de la importancia de los valores, de saber escuchar y me habló del poder del perdón a uno mismo y ese es el más difícil.
Me ha extendido la invitación en la biblioteca, o en su casa para lo que necesite.
En algunas mañanas a veces voy por un café si no me lo preparo, voy por unas quesadillas con un jugo de mandarina o naranja. Eso lo extraño cuando no lo tengo cerca.
A veces, observo a Guadalupe, va corriendo con su nieta, o están presurosas en el carro, la deja en la escuela, porque su hija ya ha entrado a trabajar y luego ella va rápidamente a su amada biblioteca, mientras yo la conocí en una de esas pausas del desayuno, mientras no respondo la intensidad oficinista mexicana que me perturba por toda la mensajería instantánea en el celular, entre quesadillas, café de olla y jugo natural, mientras ella me levantó a mí también sin saberlo, mientras ella me devuelve al lugar más hermoso de todos, contemplar, escuchar, elevar tu voz y decir lo que realmente tienes que contar, incluso, como en aquella película, las historias que nos contamos a nosotros mismos.
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moralitos · 9 years ago
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Después del plano secuencia: True Detective, la segunda temporada
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Hablar de la tan esperada segunda temporada del éxito más recién de HBO la serie True Detective es redundar en una experiencia sensitiva, mental, cognoscitiva y llena de referencias culturales dentro su género, de otras corrientes artísticas en pintura, fotografía y literatura que ostentaban la psique de su creador, el escritor Nic Pizzolatto en la primera entrega.
La fundamentación de la serie tenía un acierto claro para la televisión, si veíamos una escena del crimen desde la secuencia inicial del primer episodio nos interesaríamos en saber el qué, cómo, cuándo, dónde y por qué hubo un asesinato, qué pensaría el asesino y por qué escogía a dichas víctimas. 
El rompecabezas Pizzolatto -que siempre vale mencionar- estaba ideado para ser una novela policial que terminó en serie de televisión; buenas razones para entender el proceso –casi artesanal- de la realización audiovisual de la obra.
Un aspecto relevante del arranque de la segunda temporada es que más allá de compararla, siento que los espectadores deben entender que las series de antología son eso, historias que llegan con una dinámica nueva y la intención sobre una base argumental, narrar un nuevo capítulo desde su génesis en el tema madre. Pobre o enriquecido, el resultado comparativo siempre será inevitable.
Algunos podrían añadir que sería el sistema de producción, que su guionista y casi show runner en cada episodio no estaba en el mejor lugar de su proceso creativo.
Los errores o aciertos de casting son evidentes, aunque que sin duda no es despreciable el programa sí es baja su calidad en comparación a la estética y la forma que suministraron las ráfagas de Pizzolatto y Cary Fukunaga en el storytelling inicial en la temporada anterior.
Uno de los problemas que enfrenta la segunda temporada en el arranque es la dirección. Una serie criminal o de detectives necesita la pericia narrativa de un contador de historia que apueste sí por la profundidad humana, pero también por la preocupación existencial de un mundo que rodea su historia, que se contrae, que entiende la psicología, la naturaleza de un crimen, incluso la poesía en lo prohibido, en lo que se piensa pero no se dice y que audiovisualmente ese recurso lo supieron usar en la entrega anterior. Un diseñado rompecabezas. 
Justin Lin, director en buena parte de la saga “Fast & Furious” y la aplaudida comedia “Community”  no era el encargado ideal para ello; Lin es un director que si bien en la comedia logra resultados evidentes, en este tipo de drama policial no llega a la altura, es un director industrial que no se toma el espacio para ser autor, liga a la que claramente estaban apostadas todas las cartas del programa. Por otra parte, el director del tercer capítulo es Janus Metz un documentalista que pasa a la ficción y apenas empieza ese proceso de encontrarse en la dirección.
No se trata de contrastar qué técnica hacía superior a Fukunaga vs Lin- Metz, se trata de entender que este tipo de series requieren nuevamente una forma estética e interpretativa que viene de una creación argumentativa muy interna y visual que sabe servir en porciones pequeñas al televidente, así quitando las capas sobre sus personajes durante los ocho capítulos de cada temporada. Estaba tan bien estructurada la narrativa de la serie que al terminar  la primera temporada parecía una película de ocho horas.
Evidentemente, los errores de dirección también van acompañados de un proceso apurado y ya industrializado de la segunda temporada con unos niveles de ansiedad tremendos acarreados por una carrera mediática inesperada. En términos creativos, seguro que Pizzolatto ha querido probarse así mismo que podía salir de su zona de confort y dejar los desolados paisajes del sur de Estados Unidos y buscar en una urbe el lado perverso desde esa experiencia clara oscura citadina de las personas, representando a su vez una interpretación política del retrato social que pretende narrar de Estados Unidos. El intento es válido con un relato televisivo que no es “tenso y filosófico”, va más a la convencionalidad de la televisión de género.
El problema es que la serie no termina de encajar en si nos quedamos con un retrato maniatado en la Chinatown (1974) de Roman Polanski o cualquier otro relato contemporáneo de crimen, detectives y castigo. Uno de los aspectos más olvidados en el inicio de temporada era la importancia del silencio como elemento de narración. La clave fundamental para conectar al espectador en la primera temporada, la forma en la que se analiza un crimen.
Los personajes encarnados por Matthew McConaughey y Woody Harrelson cumplieron su papel con precisión porque fueron medidos, dando poco a poco en el desarrollo de los capítulos, se entendía la luminosidad, la cotidianidad y lo perverso en Harrelson contra el vehículo del dolor, del cuestionamiento existencial pero a la vez los valores humanos del personaje de McConaughey. Ambos dicotómicos pero ambos en tono. 
El dolor o la visión del mundo del detective Rust Cohle (McConaughey) no incomodaba porque había convicción argumentativa para ello, había una transmisión lógica al público. 
El dolor o la visión del personaje de Colin Farrell en el inicio de la segunda temporada se torna en un espectáculo no tan convincente de violencia evidente, cargada por sus directores, un intento forzado porque entendamos que está pasando un mal rato y que tiene problemas con la bebida. Vince Vaughn como Frank Semyon está condensado en la historia como el arquetipo del villano en busca de redención. Dejar el lado oscuro, buscar la legalidad, Los Ángeles es el sitio ideal para ello. 
Vaughn, fue elegido directamente por Pizzolatto que lo quería en el rol, no hubo proceso de casting para su personaje. Vaughn, no es un actor que suela ofrecer mucha profundidad a sus personajes. No de momento en este tramo inicial de True Detective.
El villano converso de la historia debe buscar conectar, debe seducir y nos debe poner a cuestionar su lugar en el mundo para comprenderlo. Evidentemente es de la dirección y desde el guión que encontramos aquello. Taylor Kitsch puede que prometa porque logra buenos momentos a cuadro pero no termina de encajar en el ensamble inicial del argumento.
El gran mérito de True Detective en su segunda temporada es la actriz Rachel McAdams, que de nuevo, Pizzolatto se enfrenta a un gran reto y es que se le cuestiona mucho el que no sabe contar historias que sepan desarrollar un punto de vista femenino plural. Aquí McAdams está tratando de interpretar en escena una con altura lo que se le ha ofrecido y eso se agradece.
McAdams, que proyecta ser el personaje mejor establecido en el entramado inicial, parece ser un elemento más de una división para todos los protagonistas de las preocupaciones del ausente detective Cohle de la primera entrega.
También cojea en ciertos aspectos porque adolece de elementos que le corresponden a la dirección, destacando que su personaje tiene la mayor carga moral en la historia. Una cocción entre su deber natural como detective y la posición sus sentimientos. La pluma de Pizzolatto complejiza una conexión plena porque expone prácticamente lo mejor de su personaje con inmediatez.
Una muestra de esto, es la cámara excesiva en los primeros planos sobre las armas del personaje de McAdams en el primer episodio; pudiendo rodar mejores planos y sin exceder en diálogos, se encuentre más lo sugerente la preocupación de su mundo interno. Allí estaría la forma más coherente de jugar con lo que presenta el episodio sin todo el tiempo mostrar sus heridas, su ambigüedad, sus perturbaciones; porque de lejos es el personaje que más promete.
Con el inicio de la segunda temporada de True Detective también se aprecian unos guiños a David Lynch, de cierta manera, en Muholland Drive. La serie para nada queda exenta del hecho de querer ser vista más por curiosidad que otro motivo, mantiene al espectador a la caza de un desarrollo más relajado de una historia convencional policiaca.
La entrada musical con Leonard Cohen tiene por cortinilla la canción “Nevermind”, canción a la que le editaron las frases en árabe para la televisión estadounidense, es buena técnicamente la entrada y guarda con nostalgia la similitud al primer intro en la temporada uno. 
El diseño y producción musical vuelve a repetir con gracia el gran T- Bone Burnett; sosteniendo el nivel como marca. De momento, con el desarrollo de los tres primeros capítulos, Burnett se anota un buen trabajo de musicalidad en lo que va en esta parte de la temporada. Los aspectos técnicos en fotografía, diseño de arte y vestuario siguen estando a la altura de las producciones de HBO. 
Las lecturas que pueda recibir True Detective en su segunda temporada con sus tres primeros capítulos visionados por la prensa quedan a juicios y preferencias tan subjetivas, desde los que aplauden el que la serie se haya hecho más convencional como un drama policíaco, o como la culpabilidad o inocencia de un asesino que ante las pruebas frente a un jurado sabe que recibirá una sentencia.
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Qué simpática forma tienes de querer, me agradan esas cosas raras que te definen. Veo como haces esfuerzos por ser mejor, hasta mí me antojas de serlo.
Cuántas posibilidades tiene un ser humano para querer, sabrá tu boca las mías. Me gusta el olor a detergente en tu ropa cuando no usas loción, cuando ríes se te hace una línea tres acordes alrededor de tus ojos. ¡Vaya que me gusta!
Pateas con la pierna izquierda y escribes con la derecha, nunca un lado necesitó más al otro. Divierten tus gestos cuando dices que mis brazos son una tormenta, Créeme cuando te digo que soy capaz de inventarme relámpagos y centellas para que te quedes en casa.
Que no te diga que te echo de menos no quiere decir que no lo sienta,
ni que tú no lo sepas.
Un poco torpe sí que soy, un poco imbécil sí que eres, lo único que de ahora en adelante puedo prometerte es que al salir por las mañanas te dejaré un beso en la frente mientras sigues durmiendo y jamás sabrás que sonrío cuando te veo dormir con la boca entre abierta.
Dices no creer en Dios pero en secreto profesas sus misas,
porque s��lo de esa manera me puedo explicar este acto de comulgarnos.
Así voy yo, pensando que esto no tiene sentido pero lo tiene, porque no habrá necesidad de decirte nada.
Cuando me cuando me veas los ojos en una mañana de domingo lo habrás entendido; aunque te resistas, lo sabrás. 
Aunque me resista, me he perdido.
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moralitos · 9 years ago
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                                          Bravuras de cornisa Amor como pérdida ilusoria de la realidad. Para llorar te lloro, para no arrepentirme de ti. Como el destellazo de una lluvia de septiembre, como el frío en el invierno me has enseñado que puede ser tibio. Te lloro para que mis recuerdos no se desvanezcan, entre la neblina espesa del amanecer, así como el sabor de té, como los zapatos debajo de la cama, como ese libro que te di y que no terminarás de leer. Te lloro sin remedio, te anhelo así, ¿estás infancia? Pena y dulce llena de mí, de tu voz y de tu cuerpo que ya no tengo. De todas mis dudas, el abismo. Y si vuelvo a llorar arrumbando tus ayeres es por pura nostalgia, por sentirme capaz o impotente. Por insumo, cadena, oferta y demanda, por ver lo que nadie pudo. Ni por virtud, ni por lo errado, ni por el reproche ausente, las culpas otorgadas, las culpas heredadas. Te lloro amor desde una infinita nada, desde un exceso, de ropa mojada, tendida y goteada al sol en el balcón pero con la torcedura del alma al saber que estamos mejor así, que lo que fuimos. De nuevo amanece, hace sol. Hay protestas por las calles y desde esta ventana va hacia ti un pedazo tonto y fébril de un incipiente, absurdo y nauseabundo yo que se encuentra mejor en sí mismo, pero es amor que busca al amor. ¡El tuyo! Porque el mío ya fue lo suficientemente valiente. Aun así, gracias.
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moralitos · 10 years ago
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Ab imo pectore
<< Me puse a pensarle a pecho abierto para terminar escribiéndole. Para darle la certeza de que al menos me puso a escribir, para contarle una historia en la que he perdido todo, en la que levanté grandes muros a un castillo que quedó sólo, vacío, sumido en el más profundo de los ecos donde hubo voz.
Me puse a reconsiderarme y sentirme en nervio, en ridiculez, en ganas, en nauseas, en impulso, en un imus, en lo profundo de mi miedo, de mi desesperanza, de mi tarea más absurda para contarle historias de amor.
Me río de mí y de los extraños latidos sonoros del pecho, me da vergüenza, me da miedo que rompan el cuero, que los escuche, que vayan muy rápido, a destiempo, sin tempo, sin sonrisa. Cuando ríe, o cuando siento que lo hace, todas las estrellas del cielo dan vueltas, y yo siendo el pez más chiquitito del estante azul me hago espada.
Si por un azar del destino tuviese la más mínima posibilidad de que algo fuera cierto, entonces volvería a creer en el… no lo digo. Si por un momento supiera qué le preocupa o qué sueña me gustaría contarle que no hay afán ni desespero en la vida por lo que viene. Que tendría toda la paciencia y ante la rabia animal es mejor beber en calma.
Me da una punzada en el estómago presentir en lo que me es obvio, en lo que no quiero pensar, pero es que real podría serlo. Entonces es como si a un niño se le parte un juguete y se va a un rincón desolado, alzando los brazos a mami para que le diga que todo estará bien, que papá le comprará otro.
Me preocupa que sólo alimente su ego de falsa vanidad y de mentira, de moda e intrascendencia, de ocasión, de desconexión. Pero al menos, no espero nada porque si esperara me rompería y no puedo romperme. Necesito y le exijo con respeto me acepte así, como soy, con lo viejo, con lo nuevo, con lo que vendrá.
Pero si todo lo bucólico existe, entonces le agradezco que llegase o que se haya querido marchar, porque entonces significa que la luz de sus ojos revistió la hierba para todo el pastoreo y en el fondo me dio esperanza. >>
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moralitos · 11 years ago
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La mentira de la verdad
Tocopilla, Chile. 1 de septiembre de 2013. Más de ocho mil personas abarrotaron el Estadio Municipal Ascanio Cortés para ver el estreno en pantalla grande de “La Danza de la Realidad” de Alejandro Jodorowsky, su regreso al celuloide después de casi 25 años de ausencia luego de la ya legendaria “Santa Sangre”.
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Jododowsky, presentó la película aclamada por la crítica escializada en mayo en la pasada edición del Festival de Cannes en 2013, logrando elogios y una evidente distribución internacional que expondría el trabajo del chileno afincado en Francia en muchas más salas de cine de las esperadas en su habitual filmografía.
“La Danza de la Realidad”, constituye así misma una sinopsis simple, un viaje al pasado, a los recuerdos, un pasado de preguntas, descubrir el yo, un viaje de su director hacia su niñez, hacia Chile, hacia su pequeña ciudad puerto llamada Tocopilla, el lugar que vio nacer y crecer hasta antes de trasladarse a Santiago al artista Alejandro Jodorowsky, hijo de familia judía de origen ruso-ucraniana asentada en Chile luego de escapar de la guerra ruso-japonesa de 1905.
Desnudando su alma y retratando con sinceridad su pasado y su vida expuesta ante los espectadores, Alejandro Jodorowsky lleva una película honesta,  dolorosa, por momentos a la pantalla. Lleva el recuerdo como quien de una buena vez busca liberarse, tal vez así mismo, tal vez a Jaime, su padre.
A través de un viaje, podría decirse una odisea al mejor estilo de Homero, Jaime viaja por un Chile que se ve austero y que nunca le da la oportunidad de sentirse parte de algo. Fue traído de Rusia siendo muy pequeño, no aprendió hablar ruso porque sus padres (los abuelos de Jodorowsky) no quisieron que tuviera un vínculo con la cultura rusa pero tampoco fue lo suficientemente chileno para los nativos de su ciudad adoptiva. Era un judío muy blanco, de ojos de color, comerciante, comunista y ateo.
Jodorowsky juega con sus códigos habituales, sin perder la narrativa de su historia, es una película donde la imaginación está tan certera como la realidad. Esa realidad que baila con tiranía hacía la vida misma, que se burla de nuestra existencia y que en medio del dolor emana un bálsamo reflexivo sobre la vida, la muerte, la política, las injusticias sociales no sólo chilenas sino latinoamericanas.
El gran cine sanador, como el mismo Jodorowsky quiere que sea presentada su película se logró con un esfuerzo monumental de producción, la película costó cuatro millones de dólares, ya lejos estaba de ser una cinta muy independiente y barata. 
La ganancia de “La Danza de la Realidad” fue conseguir a través de las donaciones de los seguidores de Alejandro Jodorowsky en Twitter los primeros cuarenta mil dólares, que para él y su equipo de trabajo fue un apoyo moral de la gente que esperaba y creía en su palabra, en el desarrollo de un fin estético a través del cine, luego en consiguió un millón de dólares por parte de un sabido mecenas del arte mexicano Moisés Cosío, Jodorowsky de su dinero personal y familiar había reunido quinientos mil dólares, un joven chileno salió a flote con quinientos mil dólares más, bajo la condición de poder vincularse al proyecto como productor y contribuir, logrando un trabajo que respirara arte y un cine sobradamente de autor con efectos experimentales en pantalla.
Los otros dos millones de dólares que faltaban fueron conseguidos por Alejandro y su equipo, al convencer al productor Michel Seydoux del extinto film de Jodorowsky, “Dune”,  la inacabada célebre cinta que no pudo realizarse de la mano del chileno en los 70’s, porque retrasó durante muchos años el proyecto, lo que ocasionó el retiro de la productora principal pasando a manos de David Lynch siendo una súper producción de estudio de la mano de Dino y Raffaella DiLaurentis que finalmente vio la luz en 1984.
Una vez Seydoux se subió al barco rumbo a Tocopilla, el rodaje fue realizado entre el verano y el otoño del 2012, Sydoux jamás vio una sola hoja del guión, entregó a ciegas el dinero para la película hasta verla terminada para darle toda la libertad creativa y sanadora al realizador, así se logró filmar “La Danza de la Realidad”.
Es más que destacable la impecable cinematografía de la cinta bajo el lente de Jean- Marie Dreujou, deleitando una exquisitez visual en la composición de los planos, los movimientos de cámaras bien articulados y los puntos de vista de los personajes se ven en sus planos contra planos, totalmente armónicos. El diseño de arte es exquisito, no menos la sonorización y partitura original compuesta por Adán Jodorowsky (también actor en la película) pudiendo dedicarse a ser compositor para bandas sonoras para cine si se retirase de la escena alternativa de la música franco hispana.
En cuanto a la forma, la película está bien lograda. En su fondo, tal vez sea la mejor dirección de personajes hecha por el cineasta. Brontis Jodorowsky, realiza una actuación magistral, lleva en gran parte el peso de la película sobre sus hombros al interpretar a Jaime, su abuelo, padre de Alejandro, un hombre áspero y víctima de su propia negación y escasa educación emocional a quien el espectador no juzga, le comprende o al menos, intenta.
Alejandro, interpretado por el novel actor argentino Jeremías Herskovits, sería el vehículo para contar la historia autobiográfica, bien imaginaria y reflexiva en el universo del escritor, director, poeta, psicomago y psicochamanista chileno.  Es la primera vez que el joven actúa para cine y promete. Pamela Flores personifica a Sara, la madre dulce pero abnegada de Alejandro, esa mujer obediente que ha vivido reprimiendo todo tipo de emociones pero que es leal a los suyos por sobre todas las cosas. El canto lírico con el que el personaje interpreta todo el tiempo en pantalla no es más que un acertado matiz del rol dulce y afectuoso de la mujer, de la propia tragedia operística que tiene el teatro, otro campo que Jodorowsky domina con ahínco.
Las usuales muestras de surrealismo del cine, de la pintura y de la propia escritura, constituyen un rol muy controlado en repartidas dosis para el espectador, lo cual permite que la no sobre exposición de esos códigos, le de rienda suelta a la interpretación de la obra con tremenda curiosidad.
La presencia de los elementos del circo tan de Federico Fellini, de los mimos y del ritmo del montaje para favorecer escenas de comedia con tipos burlescos y deformes hacen de “La Danza de la Realidad” un viaje espiritual, un abrazo sanador de Alejandro hacia Alejandro ¿Quién no querría abrazarse así mismo, a su pasado y saber lo que debe dejar ir para siempre?
Renacer, creer, amar, entender, aceptar, perdonar, valorar, viajar, volver, verbos que delicadamente fueron expuestos ante una pantalla grande, tal vez invitándonos en silencio a perdernos en nosotros mismos en ese mundo que es tan personal que es el cine. Incluso, un cine que hable de nuestra propia vida, un cine que permita ser la pareja perfecta para “La Danza de la Realidad”.
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La producción de la película pagó por el sistema PayPal el regreso del apoyo moral reflejado en los cuarenta mil dólares otorgados de vuelta a los tuiteros de Alejandro Jodorowsky, que habían sido inicialmente productores del proyecto y mismos cuyos nombres salieron en los agradecimientos de la película.
http://www.youtube.com/watch?v=K1SwY8VdYik
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moralitos · 11 years ago
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¡No! No me arrepiento de nada: Piaf
Durante el año que estudié derecho, un día hastiada (como me ha pasado tantas veces) salí antes de terminar la clase de “Personas”, ya saben esos nombres bonitos que inventan las universidades para decir lo mismo, que en últimas era una clase de derecho civil.
Fui al Café Du Nord, pedí un jugo de naranja y un sándwich, me acosté en ese espacio de madera que tenía forma de piscina con cojines.Tomé una revista, la versión argentina de la Rolling Stone, no recuerdo quién escribió ese reportaje pero estaba segura que había encontrado algo muy bueno, hablaba con delicadeza de la vida y obra musical de Édith Piaf, era un especial, como los suplementos culturales de los calurosos domingos que sacaba el periódico El Heraldo de los que yo alcancé a leer. A medida que devoraba mi sándwich y mi jugo, en el silencio del café estaba abrumada por todas las cosas que le pasaban a esta mujer menudita, delgada, de ojos azules, que no era para nada a la francesa que estaría acostumbrada a ver, o más bien, la francesa que la moda europea nos ha vendido siempre. Allí me enamoré de la figura del anti héroe en el arte, entendí como los sujetos comunes y corrientes a veces jugaban sus mejores cartas, como Édith, con su voz, la única. No tenía mayor idea de ella, la única información que conocía me la proporcionaba esa lectura fogosa y apasionante, pero ante todo, lírica. Cuando leí el nombre de la canción "Ne Me Quitte Pas" de Jacques Brel, -Édith había hecho un cover , tal vez el más exitoso-, recordé la utilización de la pieza en la película del director manchego Pedro Almodóvar en 1987 en su filme "La Ley del Deseo" para la inolvidable secuencia del travelling de izquierda a derecha donde la pequeña Manuela Velasco interpreta el tema y Carmen Maura destroza todo el escenario en el ensayo de la puesta en escena escrita por Pablo, el personaje principal de la cinta, interpretado Eusebio Poncela; misma que tiene una raíz en “La Voz Humana” de Jean Cocteau.
Esa escena hasta el día de hoy me sigue conmoviendo por la precisión, la teatralidad y contundencia, creo que me seguirá fascinando por la sensación tan contemplativa y agónica, por la imposibilidad de detener el tiempo, por la desesperanza que a veces se encuentra en uno mismo. A medida que leía pensaba en lo buena que sería una película sobre su vida y su obra, desconocía si ya existían versiones, desconocía aún más que Olivier Dahan, haría del trabajo actoral de Marion Cotillard un acto decoroso y respetable, con un personaje sublime dando vida al gorrión francés y que le mereció a la actriz parisina todos los premios de la industria del cine tiempo después. Lo mejor de la película “La Vie En Rose” es el cierre interpretativo. El ocaso de una vida era el nacimiento de una leyenda musical. Es muy fácil (no, no es fácil) hablar estrictamente de la técnica cuando se tiene una aproximación al conocimiento de la forma del cine, mi querido lector; cuando hablamos de tiempo, espacio, composición, planos, fotografía, dirección de arte, sonorización, interpretación, dirección, referencias visuales, literarias, del metacine... en fin, de todo lo que le ha valido a la humanidad alimentar el arte.  Pero yo sólo puedo escribir estas líneas con esa dosis agitadas de pecho, porque pocas películas como esas, con la carga emocional que tienen a cuestas logran ser honestas y eso, es una sensación que con los años y grandes horas de dedicación devota a la observación se aprenden a olfatear. Le hablan al oído, no le dejan en paz. Y más aún, porque usted no quiere que le dejen. Al año siguiente, en un octubre moría mi bisabuela, mi viaje a México era un hecho pero muy pocos lo sabían, era hora de salir. Uno siempre sabe cuándo es hora de salir y cuándo es hora de llegar a otro lado. El destino me lanzó una pelota con la que me fui de contragolpe y modestamente anoté un gol; pensé que ir a México sería maravilloso, la bastedad y esa enorme masa de gente en una ciudad técnicamente pequeña (si uno mira el mapa) me haría bien para estar en silencio y dejarme sorprender con lo que me vendría preparando la vida y hasta hoy ha sido así, sin tener idea de cómo será el nuevo punto de giro en la historia. Mientras iba rumbo al cementerio a darle el último adiós a la bisabuela, caminaba discretamente siguiendo el féretro, portaba un audífono en mi oído y me daba pena que lo vieran (no es normal escuchar música en los caminos fúnebres), lo único que tenía mi reproductor eran las canciones de Édith Piaf, era lo único que quería hacer, escucharla, no quería llorar, no quería que me doliera más y la escuché durante semanas, era lo único que me provocaba, para mí, ella me era suficiente, entendía el dolor de perder a alguien, como yo lo sentía en ese momento.
Así que en la precisión de ciertos acontecimientos de la vida, el gorrión francés, me ha acompañado. La que amó, la que decía que lo único que podía hacer era cantar y atender a sus amores, eso Olivier Dahan en su película lo logró transmitir.  Me gustaría explayarme nuevamente en el sentido estricto de la escritura del por qué le sugiero que conozca a la Piaf y se encuentre con ella en esta película, y trataría de expresarme con relación al tiempo, espacio, composición, planos, sonorización, interpretación dirección, referencias visuales, dirección de arte, etc. Pero allí le espera el filme, le esperan las listas de instrucciones con los aspectos técnicos del cine que se pueden consultar en libros y en Internet. Yo sólo quise contarle el por qué la vi, porque siento la música de Piaf como mía y lo que sucede cuando en la vida el cine y la música se juntan en cualquier bar de la esquina. Hoy 11 de octubre se cumple un aniversario más de la muerte de Édith Piaf, pronto otro aniversario de la muerte de mi bisabuela, y lo más importante, cuando haces lo que amas... la vida está en rosa.  Así, son las canciones de la Piaf, una muestra fecunda de amor y dolor, una bofetada al alma y calor para fundir al hierro los escudos humanos más fuertes, por eso lo invito a ver “La Vie En Rose” y luego me contará. Vuelvo a escucharla mientras termino estas líneas sugerentes y atropelladas a altas horas de la madrugada, mi playlist cambia y suenan los primeros acordes de "Padam, padam".
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moralitos · 13 years ago
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El día que supe que los hombres mentían
Cuando tenía dieciocho años, mis amigos me invitaron a una fiesta. Luego de hablar con uno que otro conocido, un muchacho cartagenero (que por su inevitable acento reconocí) me invitó a bailar (ya saben ese ritual tan incomodo para tantos hombres con la posibilidad de un sí o un no donde uno como mujer, naturalmente escoge) me parecía genial, era bonito y bailaba bien.
¿Qué más pide una dama a los dieciocho, en Colombia al menos?
Muy seguramente tendría buenos sentimientos y sería todo amor del bueno, viajes Barranquilla- Cartagena, Cartagena- Barranquilla, encerrado en los globos rosas, caramelos Hershey's (cuando venían los aniversarios) pero en medio del buen baile y de las pocas cosas que hablamos, ambos visiblemente nerviosos no decíamos mucho, él buscó una excusa para hablar de otra cosa que no fuese: ¿Qué es más caliente (temperatura) Cartagena o Barranquilla? ¿Qué vas a estudiar ahora que dejes el colegio? Yo, naturalmente Derecho, él como su papá Administración de Empresas para ayudarlo con un negocio familiar que tenían en Cartagena. Algo engreído el muchacho, debo reconocer.
Entonces llegó la salsa, repican los timbales, la finura de un pianista de Julliard, Richie Ray, al canto de Bobby Cruz. El baile estaba bien, cero nervios, la fuerza del ritmo acaparaba toda la atención. 
Decía que sabía mucho de música porque de pequeño había tomado clases de piano pero lo dejó porque quiso perseguir, infructuosamente claro, una carrera en el fútbol profesional colombiano, pero como a todo jugador infructuoso le pasó algo en los meniscos y se acabó el sueño de ser un crack en la cancha. ¿Buenas piernas? ¡Totalmente! Ya había visto que su jean le quedaba muy bien. ¡Sí! porque para sorpresa de algunos, las mujeres miramos y mucho, lo que pasa es que nos encanta el disimulo y la privacidad que queda cuando nuestra imaginación vuela.
Modestamente asentía a su conversación. Estaba en la linea. Sí, esa delgada linea dónde no sabemos si nos mienten o sin son supremamente conocedores de un área. Yo preferí darle rienda suelta a la seguda, es que pensar de entrada en cosas malas, no es bueno.
Luego de "Timbalero", llega "Sonido Bestial", los que no se sentían familiarizados con el complejo tema se iban a sentar, los que nos atrevíamos valientemente a azotar baldosa nos quedamos en pie.
Él estaba como contento, yo, por verlo. Me dice: ¿No te parece genial ese tema? Es que es un temazo, Andre. Y yo respondí tímidamente que lo era, aunque también le podía hablar horas de una de las pasiones de mi vida, la música.
"Ese piano, escucha esa belleza que se inventó Richie Ray. Es que es un pianista excelente, escúchalo, siéntelo", me decía.
Y yo sentí. ¡Plop! al estilo Condorito. Era evidente que en esa excelencia, escucha y sentimiento musical, eran solo tetras para hacerse el interesante y todo lo que eso lleva implícito. 
Le dije: ¿Estás seguro que eso lo hizo Richie Ray?
El caballero responde: “Andre, tu serás muy inteligente, pero yo también puedo enseñarte cosas, mi amor (llevábamos una hora bailando y ya era su amor) tú sabrás de filosofía pero de música y fútbol hermosa, sé yo”. Ahí había acabado todo el encanto.
¿Por qué?
1. No soy el ser más instruido en música clásica u otros géneros, pero respeto íntegramente la  música, si dudo, pregunto. Conozco a groso modo datos del trabajo de los autores clásicos. Que obviamente son el referente en gran medida, de la composición existente hoy.
2. El solo para piano que Richie Ray interpreta en "Sonido Bestial" que va desde el 1:53 hasta el 2:56 jamás en la vida lo compuso. Es el llamado Estudio revolucionario cuya historia es preciosa, compuesta alrededor de 1.891 por Fryderyk Chopin.
3. Espero que Bobby Cruz dice "No es Stravisnky, es estrabancao" se refiera a las bondades técnicas de Richie al piano, en comparación al ruso y no que el solo, es de Ígor Stravinsky.
Bueno, ese fue el día que supe que los hombres mentían. 
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moralitos · 14 years ago
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Yo, a los 19 y él, a los 21
Ella: Está muy bueno el capítulo de C.S.I Miami de hoy, mataron a Marisol la hermana de Erick, ahora Horacio buscará venganza, creo que fue el tal Memo y su organización.
Yo: (rascándome la rodilla) Sigo preferiendo CSI New York creo que porque no me gusta tanto David Caruso como a ti, yo me quedo con Gary Sinise ¿Te acuerdas de el en "Forrest Gump"  el capitán Dan?
Ella: Ahh si si, el mochito.
Yo: ¡Déjalo! Sólo es el Capitán Dan de Forrest.
Ella: Es mochito Andrea, deja la pretensión, las piernas se las voló en Vietnam. 
Yo: ¡Ajá!
Ella (sorprendida) : ¿Qué tanto te rascas ahí ve?
Yo: La cicatriz.
Ella: ¿Te duele?
Yo: En ocasiones me arde, como la del mentón.
Ella: ¿Todavía no te las quieres quitar verdad? ya hay tanta cosa pa' removerlas.
Yo: ¡No! En la vida hay cicatrices peores.
Ella: Recuerdo cuando te sujeté la manito en el puesto de salud, no había anestesia y te hicieron la sotura de mariposa en el mentón, pero mira quedaron intacto los tres punticos que te hicieron. Como me dolía, pegabas unos gritos, no sabía que hacer, te quedaste dormida luego de la sutura.
Yo: Con semejante dolor tan animal y yo tan pequeña cualquiera ¿no? y la de la pierna también fueron demasiados puntos, porque esa si que me duele más, la del mentón me acuerdo estar acostada, agarrándote la mano, pero no me acuerdo del dolor y mira que tengo memoria de elefante. Tenía dos años, cuando lo de la rodilla, de esa no me acuerdo pero si me acuerdo de la del mentón.
Ella sólo me extiende la mano y me acaricia el cuello.
Ella (me mira seriamente) : Te acuerdas con mucho detalle del episodio de Soledad, tenías dos y esto del mentón tres. Tu memoria es de las cosas que más admiro, a mi se me olvida todo... bueno no todo. 
Yo: Aveces es bueno olvidar ciertas cosas, me parece a mí. Es como más fácil. Duele menos.
Ella: Lo sé, he olvidado varias, para que no me duelan tanto, se vuelven como recuerdos sin dolor.
Yo: Sí, aveces creo que estas cosas que me pasaron de chiquita son fruto de que tu estabas demasiado joven para ser madre y mi papá no sabía cuidar niñas sino niños. Bueno mi papá, sabe muchas cosas, pero otras definitivamente todavía no las sabe.
Ella: La de la pierna sí, fue cuestión de él, no darse cuenta que te cortaste con un galón en la ferretería y sólo cuando te vio la piernesita toda ensangrentada en la moto, fue cuando se puso nervioso y eso...no porque yo le dijera algo, sino porque "la administradora" fue la que le dijo que te habías cortado muy feo la pierna, pero tu ni lloraste, ni sentiste dolor.
¡Esa vieja todavía me cae mal!
Yo: ¿celos?
Ella: ¡No! Tu papá es como es.
Yo: Cuando estaba pequeñita me daba pena la cicatriz de la pierna la veía como muy grande, me daba pena alzarme el uniforme, pero ya no.
Ella: ¡La piel estira! Eso pasa cuando creces. ¡Ya no usas uniforme!
Yo: ¡Supongo!
Ella: Aveces creo que tu me naciste muy grande. Te me maduraste rápido, bueno tampoco es que dejes de cagarla ¿no?  los hijos son así. Entre cosas hermosas, se equivocan.
Yo: ¿Fui yo una equivocación?
Ella: ¡Nunca! Eres de las mejores cosas que me ha pasado. Tanto tú, como Andrés.
Yo: Yo, a los 19 y él, a los 21.
Ella: ¡Ajá!
Yo: El Sr. Woolf es más atractivo que David Caruso ¿Cómo es que se llama?
Ella: ¡Jonathan! Bueno, el personaje y la sureña Calleigh Duquesne.
Yo: ¿la mona verdad?
Ella: ¡Ajá!
Yo: Me gusta mucho su voz.
Ella: No te gusta su voz, te gusta su acento.
Yo: Jajajajaja ¡Sí! Es como el de Piper en "Charmed".
Ella: ¡Tengo hambre! Voy a llamar a Luigi Pizza, pediré una hamburguesa me la comeré con mi vaso de jugo de corozo que quedó del almuerzo ¿quieres algo?
Yo: ¡Sí! Un perro caliente que sea hawiano, sin cebolla, de lo demás bien.
Ella (al teléfono): ¿Algo de tomar?
Yo: Una colombiana, sino hay pues coca, sprite, naranjada o uva postobón, pero sólo de esas.
Se sienta de nuevo al lado mío en la mecedora y vemos el fin de CSI.
Ella: Le pedí también un perro caliente al Andrés.
Yo: Seguro que también querrá. ¿Dónde está?
Ella: Jugando fútbol con Mauricio, aquí a la vuelta, me pidió permiso le dije que a las 9:30 aquí.
Yo: ¡No lo regañes!
Ella: Ay pon RCN rápido ya va a empezar la novela.
Yo: Ok!
-Cambió de canal-
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moralitos · 14 years ago
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"Una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma".
Todo sobre mi madre 1.999
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moralitos · 14 years ago
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¿Andrea Morales Jiménez?
El cine es lo que más amo en mi existencia. 
Me gusta mi Twitter más que mi Facebook o Messenger.
Soy autodidacta, básicamente.
Siempre procuro regalarle una sonrisa y una palabra de aliento a alguien.
Me gustan mucho mis ojos pequeños y mi boca.
Tengo una obsesión con la dentadura de las personas.
Amo el alcohol, pero sin caerme en las esquinas.
Desprecio mucho el catolicismo porque lo conozco muy bien, pero conocerlo me divierte.
Soy voyerista (y no todo recae en lo sexual).
Me gusta manejar bicicleta y que el viento levante mi camisa, por la espalda.
La fresa es mi fruta favorita y es una adicción, como sea, me gusta.
Leo porque esos universos son más divertidos que los propios.
Quiero tener un hijo varón y tengo dudas en llamarlo Camilo Andrés (por mi papá y hermano) Lorenzo o Alejandro.
Me gusta que me roben besos.
Ser barranquillera, haber nacido en Barranquilla es estupendo.
Quisiera escribir una película en Cuba y que se ruede en Nueva York.
Tengo tendencia a que mis amigos sean mucho mayores que yo.
Dentro de mí, habita una hermosa anciana.
Mis cuatro perros se llamarán: Emiliano, Lennon, Orson y Allen.
Aprendí inglés con The Beatles, con "Cheers", "Sienfield", "Family Ties", "Taxi" y "Mad About You".
Comencé a ver "Friends" sólo porque Jennifer Aniston era la novia de Brad Pitt (mi amor de adolescencia).
A los 15 años quería que Paris Hilton me adoptara.
Jazz + vino = Vida.
Bebo cerveza como camionero y no pretendo dejarla.
Tengo un trauma con mis brazos, al mismo tiempo que me gustan los vellos que tienen.
No le tengo miedo a la oscuridad, por el contrario la disfruto y en silencio, mejor.
Ser mujer es de mis cosas favoritas.
No podría haber sido hombre.
Conocí la ópera por las hermanas con las que estudié, de ahí no pude dejarla de lado, lloraba escuchando a Mario Lanza y el aria final en Nessun Dorma.
Siempre termino siendo muy amiga de las ex parejas de mis amigos.
Sigo siendo muy tímida y penosa con muchas cosas.
Suelo tener relaciones muy largas.
No me gusta la comida japonesa.
Me da rabia tener un instinto muy atinado con las personas, cuando alguien no me cae bien, generalmente el tiempo, demuestra por qué.
No se me ha terminado la curiosidad.
Si la vida fuera perfecta sería directora de cine ya mismo.
La Ciudad de México es mi gran amante.
Nunca entendí por qué era popular en el colegio y en la universidad.
La persona que más admiro y respeto en el mundo es a mi mamá.
Una vez alguien me dijo que yo era "adictiva".
El mejor vallenato de mi vida es "Lucero Espiritual" de Juancho Polo Valencia en voz de Diomedes Díaz y en la acordeón de Juancho Roís (el compositor estaba delirando de la sífilis en un hospital cuando la escribió).
Me gusta rodearme de gente atractiva, tanto física como mental pero más espiritual.
Me es más fácil hacer más amigos varones que mujeres.
Mi paciencia es muy corta, mi fortaleza es muy larga.
Sólo muy pocas personas se atreven a conocerme.
Yo he sido mi propia religión.
Aveces me da miedo en convertirme en famosa y que me sigan los paparazzis.
Me gusta la arena del mar en mis pies.
Me gustan como huelen y cargar bebés.
Siempre he creído que moriré muy joven.
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