Contemplación del paisaje filosófico al filo de la nada.
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Soy una persona espiritual, no religiosa. No me gusta llegar a Dios a través de la religión, me parece un método arcaico, sesgado y altamente contaminado por las intenciones del hombre y el poder. Normalicemos la libertad de culto fuera de las religiones.
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Una procesión patética. Una mujer de avanzada edad encabeza la corte marcial acompañada de su doctor. Su cara muestra sufrimiento al estilo barroco de las imágenes de la iglesia católica. Detrás de ellos, en la segunda fila, los familiares de la enferma caminan a un paso lento y casi uniforme, con semblantes apagados y la vista inclinada al suelo. Las faldas de la señora del frente se desplegaban, como extendiendo su bendición, a lo ancho del gélido pasillo donde esperan los pacientes a ser atendidos. Curiosos, alzan la mirada y contemplan en slencio el paso de esta anda de dolor. Saben que más del alguno encabezará más tarde esta misma procesión. La luz del sol entra a bocanadas por el único agujero al final del pasillo, hacia donde se dirigen los enfermos, y alumbra con ironía este espectáculo de miseria.
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"Ay, ay, ay" - Expresa don Jaime - "ojalá fuera canción, pero no es", agrega con sarcasmo. Todos los ayes hacen eco encerrados en este complejo a plenas 7 de la mañana. Jaime se presenta como cualquier señor contemporáneo, abuelo de alguien, esposo de una. Su camisa de botones entreabierta hasta el pecho y sus pantalones de tela de acuerdo al buen vestir; una gorra, zapatos bien lustrados, lentes fotosensibles de aumento y tres coronas de metal en su dentadura. Espera sentado en la fila de curaciones para que le revisen una herida no muy grande que trae en el antebrazo. Es diabético hace 20 años, y antes de eso nunca había puesto un pie en el hospital.
"Un amigo mío padecía de eso de la azúcar, y mire que se golpeó los deditos del pie. Para no cansarlo, se los tuviero que quitar, pero la cangrina ya le bía avanzado mucho", contó don Jaime. Temía correr con la misma suerte, por eso se acercó a la clínica de Fosalud de San Jacinto esta mañana de agosto, casi septiembre.
"Qué le pasó a usted" - me pregunta- "es que lo veo bien cipote".
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Boda de la colonia
Hoy es, casi sin querer, un día especial. Hoy se casa la niña Lilian, y es un evento importante. Pocas veces tenemos pretextos para alegrarnos en esta colonia gris, y hoy llegó uno de ellos.
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Hace no mucho, la niña Lilian puso un negocio frente a mi casa. Inmediatamente pensé que nos convertiríamos en "la central del chambre", porque toda la gente llega a contar sus cosas a la tortillería por alguna razón muy salvadoreña.
Antes de la hora del almuerzo, más y más gente venía a encargar sus tortillas donde la niña Lilian, lo sabía por el número de mantas que colgaba en un alambre, arriba de la plancha, sobre su cabeza. Al mediodía, tortillas; en la tarde, antojitos; en la noche, algunos chirritos. De todo vende.
El ruido de la gente no me ha gustado nunca. Me parece molesto cuando no lo estoy buscando, mucho menos cuando viene con información que no he pedido, como que la niña A... le debe no sé cuánto a la C..., o que a don G... "ya no le enciende el motor".
Con el paso de los días, la verdad es que sí quería que eso pasara solo para darme la razón a mí mismo, pero fracasé rotundamente en mi premonición porque la historia fue otra. Quizás al final sí tengo algo de suerte con que haya sido así, ya veremos.
Y es que en poco tiempo, la niña Lilian se iba ganando el corazón de la gente con mucho respeto y cordialidad. Por supuesto que escucha a sus clientes cuando le quieren contar algo, pero más que solo escuchar, toma notas en su cabeza de las cosas que les molestan, que las alegran, que las hacen llorar o que andan necesitando.
Todos los días saluda a sus clientes, como es habitual, y casi siempre tiene alguna frase de bondad para ellos, de acuerdo al archivo de quejas y sugerencias que cada cliente le ha llega a alimentar cuando van a comprarle.
Me di cuenta que al quizás era yo el chambroso, por ponerme a escuchar lo que la niña Lilian les decía: "Mire, la linaza es buena para eso de la azúcar", "¿cómo está Samuelito?", "¡hoy no trajo al perrito, pues!", "que le vaya bien". Una vez vendió su propio almuerzo, no por necesidad suya, sino porque la otra lo necesitaba... pero bueno, aquí tenemos masa para buen rato.
Yo nunca escuché que alguien le preguntara a niña Lilian por sus hijas, por sus nietos, por su dolor de espalda o si le costaba trabajar sola mientras cuidaba a Dieguito. Este niño va a crecer con el don del encanto de su abuela, y eso se ya se puede escuchar el tierno "hola" que el niño de 6 años te extiende aunque no te conozca.
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En un racho de playa en Cangrejera se están casando niña Lilian y don Toño, el rancho de unos gringos que Toño cuidaba cuando no le tocaba pesca. Hoy se los quisieron prestar para que hicieran ahí su evento. El portón está abierto para todos, y una vejigas blancas ya algo desinfladas en el marco anunciaban que ahí era el lugar de la boda.
Estaba bastante lleno. Ya nadie se podía sentar, pero llegamos a tiempo mi mamá y yo porque la ceremonia estaba comenzando, y el sol nos había esperado para esconderse.
Fue una boda católica, con sus reglas y fundamentos, pero su catedral era la playa en toda su extensión, con su cúpula de cielo y vitrales de nácar, dejando entrar la luz de Dios. Creo que así suena más bonito que decir "fue una boda de unas sillas de plástico en la arena, de las que tienen reposabrazos, y un altar adornado de ramas frente a ellos; un sacerdote y sin sacristán, y una sola bocina que dio virote todo el evento". Sencillo, pues, pero un deseo cumplido al fin.
La tristeza y la aspereza de la colonia hoy andaban disfrazadas en sus mejores galas posibles. Era un espectáculo de variedades. Lo que sí destacaba de entre todo este cuiste era el tocado floral de niña Lilian, que armonizaba con el sol poniente, como despertando en el ocaso. Pero mejor que eso no lo sepa la gente, o que no se hayan dado cuenta, porque ya con eso la harían santa.
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Que en el mercado lo conoció, dice niña Lilian, cuando andaba de ambulante y él llegaba a dejar el pescado. "Él mismo lo pescaba con otros compañeros la noche anterior, y a él mismo le tocaba venir a San Salvador a venderlo", decía la niña Lilian que don Toño le decía, quien luego se convertiría en su esposo.
"Aló, Toño, ¿cómo está? (...) si no viene, mejor voy yo mejor el fin de semana (...) que cuándo les va a traer curvina dicen aquí, ve (...) vaya pues, cuídese, y buenas noches". Después de esta llamada, ya se sabe que es la hora de cerrar el negocio.
"Este es Toño ve", enseña una foto del Facebook del señor a las clientas, "nunca se quita esa su gorra, él dice que es por el sol, pero yo le digo que es porque ya está pelón". Suenan las risas respectivas.
Por si mi estimado lector está en duda, yo trabajo desde la casa, y como estas casas son tan pequeñas, a cualquier chucho que pasa se le escuchan las pizuñas. Así es como se da cuenta uno de las cosas, no es que uno busque el chambre.
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Ya son las 5:30 de la tarde, y el calor de abril está como siempre. Me pregunto si la niña Lilian se estará asando adentro de ese vestido. En busca de una respuesta, veo su rostro, y muy contrario a eso, su expresión era de paz.
Al fin vimos a don Toño sin gorra, solo porque lo obligaron. Que mientras anduviera el traje, no se la podía poner, le dijeron sus hijas, pero no se pudieron escapar de que la gorra también se casara con ellos porque don Toño la mantuvo en su rodilla durante toda la ceremonia "por si las dudas".
Llegó el momento que todos esperaban, que los anillos y que el beso. Por eso habían venido todos desde la colonia hasta Cangrejera, para ver cómo doña Lilian también besa, a ver a dos señores de edad algo avanzada en el ocaso de su vida uniendo sus espírutus por el resto de sus días. Morbo o alegría, cualquiera para satisfacer a todo el público.
Ahí en la puesta del sol, no pudo haber mejor momento para representar el tono de su amor. Ahora todos celebran porque eso ya es oficial. No solo niña Lilian había realizado un trámite más en su vida, sino que también la colonia sintió que obtuvo algo al ver a su amiga, su confidente, su madre acaso, siendo feliz también. ¿Habrá soñado algún día doña Lilian que se casaba en la playa?
Yo creo que la niña Lilian, en su bondad, celebró su boda solo para avivar el corazón muerto de la colonia. Toño, la bendición, y su unión permanente eran lo secundario.
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Ahora resulta que sí, que yo soy el chambroso, el lleva-y-trae, el mátalas callando, porque me eché todo el rollo de esta historia y ahora estoy aquí contándoselo a ustedes.
¿Y a mí qué me dijo o hizo la niña Lilian para que la estime tanto? Nada precisamente. En realidad ni hablamos. He sido yo el que se ha humanizado con ver la compasión con que trata a esa masa triste.
Quisiera algún día ser recordado con el cariño con el que la colonia recordará a niña Lilián. Que conste que no la estoy eliminando de la historia desde ya, si esto apenas comienza para ella.
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Yo quiero mucho a los integrantes de la BAES, sobre todo porque ahí están un par de amigos míos y algunos integrantes de la orquesta en la que estoy, entonces congracio en que cualquier oportunidad de hacer música y que esto te haga feliz, merece la pena tomarlo.
Sin embargo, sí hay algo un poco malintencionado detrás de todo esto: el futuro de estos muchachos.
Ya nos dimos cuenta que en El Salvador hay talento, que en cualquier municipio del país resuena con más fuerza el corazón musical de algún o alguna joven, que muchos de ellos hacen grandes esfuerzos por darle cabida a la música.
Es muy bonito que, al fin, alguien reconozca tu talento y lo exponga; se siente maravilloso portar el uniforme que representa una iniciativa tan grande y que implica tener el cariño de la gente; se siente bien pertenecer, en pocas palabras. No hay duda alguna que estos muchachos tienen garra, lo van a dar todo a la hora de marchar por las calles o dar una presentación pública en alguna plaza o en alguna inauguración gubernamental. Esa fuerza está en su naturaleza como jóvenes.
Público general, pregúntense, ¿donde aprendieron a tocar estos muchachos? No necesariamente ha sido en iniciativas gubernamentales, porque si las hay, son muy pocas e muy limitadas (o son maquilas que producen músicos express). Muchos de ellos aprendieron en las bandas de sus escuelas, en iglesias, o les enseñó alguien que, al igual que ellos, fue un joven enamorado de la música en su momento y quiso compartir su conocimiento para hacer que su agrupación funcionara.
Sí, los muchachos pueden tocar y salen a marchar, y al parecer eso es lo único que importa: el espectáculo. ¿Pero qué pasa si todos estos jóvenes de la BAES (y también todos a quienes no les alumbra el reflector del Gobierno) quieren dedicarse a la música como profesión? ¿Qué pasa si estos muchachos quieren seguir ofreciéndole al país su talento, buscando hacer de esto su vida? ¿Estamos asumiendo que todos estos muchachos se van a dedicar a otras cosas luego de que pase su juventud musical?
En El Salvador no tenemos una academia superior de música en ninguna (bueno, en la única) universidad nacional, ni tampoco tenemos un conservatorio. Entonces, ¿cómo se garantiza que estos muchachos van a seguir formándose en música si así lo desean? Por años, este tema no ha avanzado ningún centímetro, obligando a nuestro talento a migrar.
Desde hace unos años existe la carrera de música en la Universidad José Matías Delgado, cuyo enfoque está orientado más a la educación que a cualquier otra disciplina, con solo tres opciones de especialización en instrumento: canto, piano o guitarra. Esto ha sido el alivio de muchos, pero vamos ques cartera de profesionales recién graduados están dando apenas sus primeros pasos y conociendo las carencias que la misma carrera puede tener y el reducido espacio de acción que hay a nivel profesional en el país. No se le puede entregar ni exigir a la Matías toda la responsabilidad de formar músicos profesionales y acreditados en el país.
El aquí y ahora, la percepción del momento, es la que nos tiene a todos felices. Esto es un ganar-ganar: mientras el Gobierno te da toda la visibilidad que necesitabas para lucir tu talento, también ellos te están ocupando como emblema y trofeo político. Vos estás feliz porque pertenecés a la banda y lo das todo por lo que te gusta, y el Gobierno también está feliz porque le levantás la imagen. Pero eso es el aquí y el ahora.
Si mañana ya no pertenecés a la BAES, ya sea porque te toca ir a la U, porque comenzaste a trabajar, porque te expulsaron (puede pasar) o porque simplemente ya no te gustó cómo funcionan las cosas ahí, ¿qué vas a hacer con todo ese talento? ¿Te ofrecerá el gobierno todo lo que necesitás para continuar haciendo música y desarrollando tus habilidades? ¿Cuántas plazas disponibles hay para músicos en el sistema público y privado? ¿Son estas plazas lo suficientemente reconocidas monetariamente? ¿Además de las fotos y lo que podés hacer con tu instrumento, cómo podés demostrar tus credenciales como músico ante las instituciones?
La música va más allá del aquí y el ahora, de lo que sonó y ya dejó de sonar. La música sensibiliza, transforma realidades, transporta cultura y protege las identidades. Amigo mío, si pensás que hacer música es solo tocar hoy en tu banda u orquesta favorita y mañana olvidarte de todo, pues déjame decirte que no estás en el lugar correcto. Por supuesto que la música es lo suficientemente bondadosa para llenarte de alegrías y experiencias durante hagás tu recorrido a través de ella, y verte ir cuando ya no le necesités más; pero ella sí te necesita a vos para seguir existiendo. La música no es hobby, aunque se presta para serlo.
Amigos músicos salvadoreños, jóvenes sobre todo, que hoy están ejerciendo su arte en diferentes plataformas: siempre pregúntense por su futuro y por el futuro de la música en el país, por lo que tienen ahorita y por lo que tendrán mañana, por lo que se puede hacer por las nuevas generaciones, por honrar al arte que busca unirnos a todos. Cuestionate dónde estás parado, qué estás haciendo y hacia dónde vas, si ese uniforme te va a quedar toda la vida, si las notas que estás tocando se quedaron atrapadas en una fecha que pronto se te va a olvidar...
"De este lado también hay sueños", dice un refrán que se ha hecho popular en las últimas décadas.
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Hay un lugar que recuerdo con un encanto que para entonces no podía apreciar por no saber mucho, pero que desde entonces me parecía un poco descolocado y por tanto interesante. Se trata del Simán del Centro, en los años 90 y tanto, unos poco después del 3, cuando ya conectaba mis ojos con la razón.
El lugar tenía una elegancia frívola, muchas figuras verticales y geométricas, una muy junta de la otra, componiendo un todo fragmentado. Parecía un otoño triste, metálico y permanente, con un olor a madera vieja. Más tarde iba a entender que ese es el olor del Art Nouveau.
Desde abajo se veía cómo el cielo chocaba con el suelo haciendo espirales cuadrados hacia abajo. Se sentía una especie de vértigo, pero invertido. ¿Para qué subir al cielo, si aquí abajo ya estamos en él? Era más cómodo aproximarse al suelo a medida subía las escaleras. Al llegar al último piso de arriba (según lógica) me gustaba ver hacia abajo: era el mismo espiral dorado que el cielo formaba, pero esta vez se elevaba desde el suelo (el que la lógica sugiere). En ese reflejo sin fin o inicio fui consciente por primera vez del infinito. Si desde acá me lanzo al centro de ese espiral amarillo, no sé si estaré cayendo o subiendo, pero lo único seguro es que no regresaría. En ese instante de incertidumbre, entre querer descubrir el infinito y el permanecer en el sitio de la cordura yace y nace nuestra existencia. Lanzarse y no volver, lo que el sitio de la cordura dicta, para seguir vivo, contemplando el centro del espiral para siempre sin conocerlo; lanzarse y volver, el improbable incierto al que solo se puede saltar una vez y para siempre (un volver eterno al mismo centro) y hasta nunca (la muerte segura o el abandono del sitio de la cordura). Un precipicio ascendente.
¿Y si alguien conoce el infinito sin desearlo, como por accidente? Desde el sitio de la cordura, esa persona no volverá. ¿Y si desde el infinito alguien quiere regresar al sitio de la cordura? Sí, puede hacerlo, pero aunque regrese al mismo punto donde abandonó la cordura, ese sitio ya no será su lugar de origen. El ser infinito pierde su origen, y cualquier acción que haga o punto en que repose es irreal en el planonde la cordura. No improbable, irreal, porque existe la certeza de que eso NO se puede, es un axioma, una determinación. Pero en su triste irrealidad, el ser infinito sí convive con el habitante de la cordura, aunque este no pueda percibirlo. El ser infinito puede hacer una mímica perfecta y precisa del ser de la cordura, pero nunca poseerá su consciencia, no será dueño del cuerpo que está imitando, no tiene su identidad aunque sienta (si acaso siente) que es él o se parece demasiado. El ser infinito no existe para el ser de la cordura, únicamente porque no puede comprobarlo, y para comprobarlo debe alcanzar el infinito. El ser de la cordura podría ser infinito en su lugar estático solo si el infinito se detuviera, es decir, que no existiera. Por lo tanto, el infinito existe mientras haya un ser cuerdo que lo contiemple o lo perciba. Lo que llamamos fin, al final, es el inicio del infinito. La cordura y el infinito son "espacios" negativos y completamente repelentes entre sí.
Sí podemos percibir personas que son inconscientes del infinito y decir que son reales. No son infinitos, precisamente, porque los podemos percibir. El grado de consciencia que un tercero tiene sobre el infinito no altera la existencia de quien observa desde un punto estático. Ambos son seres de la cordura (del "plano" finito), siempre que uno pueda percibir al otro.
¿Cómo nace el ser infinito? El ser infinito nace cuando el ser finito deja de existir, cuando se acaba su cordura.
¿Cómo nace el ser finito? No, un ser infinito jamás entra en un plano finito a tomar un lugar, por lo tanto el fin del ser infinito no es el inicio del ser finito (pues el infinito no tiene fin)(Conjeturas de la percepción religiosa de la reencarnación, que al final es el relato del ser finito pero extendido). El ser finito nace cuando es percibido por primera vez por otro ser de la cordura. El ser solo es, independientente si "hace" o "no hace".
Entonces, ¿el infinito existe o no? Pues, existe y no existe a la vez. Existe desde que el ser es conscientes de él (una categoría finita que depende de la existencia del que observa), y no existe desde que no se puede percibir (porque es irreal, y lo irreal no puede ser percibido).
¿Cuáles son los límites de la cordura? Un límite de los gordos es la fe, la ferviente convicción de que algo existe y todas las justificaciones posibles para hacer que ese algo sea "real" incluso cuando no es percibido. Lo lógico, es otro de los límites más duros de la cordura.
La cuarta dimensión, por ahora, es el infinito. Todo es posible porque no existe la improbabilidad, como también todo es posible porque existe la probabilidad.
La cuarta dimensión, donde por ahora habita el ser infinito, solo puede ser vista por el ser infinito, pero el ser infinito no puede alterar la existencia ni influir en la dinámica de otros seres en dimensiones menores desde que estos no pueden percibirlo, independientemente de si el ser infinito puede "percibirlos" o no.
La cordura es nuestro órgano o sentido perceptor de la existencia. Es nuestro contrato entre el fin y otros seres finitos. Quizás por eso la psiquiatría jamás será precisa.
¿El ser infinito es el mismo infinito? Solo se puede decir que el ser infinito es incorpóreo, por lo tanto no ocupa un espacio en ningún medio. Y si la cuarta dimensión es un medio, entonces el habitante de la cuarta dimensión es su mismo medio.
Alguien puede creer y tener la plena convicción de que los dragones existen en Bélgica y que lanzan fuego y queman cosas, pero aunque su razón tenga una fascinación por lo que asevera, él sigue siendo un ser finito desde que hay alguien más que lo percibe. Aunque la aseveración del primero no sea "real" para quien le percibe, y aunque el otro tenga la plena convicción que eso es cierto, este último seguirá siendo un ser finito. El yo consciente, y por lo tanto finito, tiene inherentemente el sentido de la percepción, y todo lo percibido es evaluado bajo los filtros de la lógica y la fe.
Todo lo que existe puede ser aceptado al menos en uno de los dos filtros, incluido el mismo yo de quien observa, ya que este es una percepción. Existo porque percibo, y percibo porque existo.
Aunque el tipo de los dragones crea fervientemente en estos, para quien percibe, su aseveración cabe en lo irreal, en lo infinito. Él puede ir a Bélgica y comprobar, según la lógica, que los dragones no existen en lo real, sería un punto para el ser de la cordura y ambas existencias, la de él y la del loco, son reales. Pero si el tipo de los dragones sí es capaz de comprobar que los dragones existen (una realidad únicamente posible en lo improbable, el infinito), entonces es un ser infinito. Eso implica que no existe en el plano "real" o de la cordura, de hecho nunca existió ni nunca existirá (no tiene un inicio ni un fin).
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Si yo tuviera dinero y mi vida estuviera resuelta, encontraría mi propósito en caminar por el mundo con una cámara y una libreta. Retrataría todo lo que fuera viendo y escribiría lo que me viniera a la mente al percibirlo. Por supuesto que me encantaría compartir mi trabajo, sacar más de alguna sonrisa o provocar algunas lágrimas ante cualquier escena de piedad.
Vestiría ropas ligeras para caminar por el trópico, y me arroparía hasta los talones en las frías cumbres. La luz de la luna se reflaría en mi pecho y mis pies descalzos pizarían el pasto con rocío.
Esta noche la luna se espace y se reproduce en cada espejo que deja el frío al filo de cada hebra de cesped, en cada lágrima, en las ágiles aguas del río.
Qué afortunados fueron nuestros antepasados de pasear por estas tierras cuando la mala intención del hombre con la tierra no era tan cínica.
Algún día, quizás, llegaría al punto donde empecé, el mismo donde todo termina. Aplaudiré y celebraré, pero en breve me embarcaré en una segunda exploración. Cuatro exploraciones necesitó Colón para conocer su nuevo mundo.
Haría amigos en todo el mundo. De ricos y pobres, de mañosos y empresarios, de la señora del pan y del conductor del transporte público. Es en esos corazones donde me interesa habitar.
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Una rosa, Madre Santa, por tu bondad y tu amor. Hacé de mí un receptáculo de tu eterna piedad para poder aprender a ser como vos y ayudar a otras personas a encontrar la paz en sus corazones. Por tu merced, mamita chula, podemos ser una mejor familia, un mejor grupo, un mejor país, si aprendiéramos a ver a los demás con la dulzura con la que vos nos ves.
Otra rosa, mi Reina del Cielo, por mi casa, para seguir recibiendo tu amor y tu bendición como hasta lo hemos hecho. Que este olor perenne a ofrenda floral se adhiera a nuestros espíritus para saber tomar buenas decisiones, para seguirnos tratando con amor y dulzura entre nosotros, para conservar mi trabajo y con él traer prosperidad y gozo a la casa, y la felicidad y la comodidad a mis padres que tanto se la merecen. Madre ayudame a ser un pilar más fuerte, sin que mis venas y mi sangre se convirtan en piedra.
La última rosa, mi Consuelo Divino, por este corazón atormentado y perdido que a gritos llama tu sabiduría y tu guía. No me dejés solo en los momentos que más te necesito, mi niña hermosa, y tomame de la mano cuando el panorama se difumina en la nada. Dale fuerza a mi corazón enamorado para seguir latiendo al ritmo adecuado. Ayudame, madre, a elegir bien a la persona que me va acompañar el resto de mi vida bajo el techo del amor y danos luz en el camino. Mi corazón ama demasiado, como te amo a vos, pero necesita un ajuste para saber tomar las mejores decisiones. Indicame, hoy más que nunca mi Virgencita, qué es lo que mi corazón necesita para que no se siga perdiendo.
No necesito propósitos de 2024 si sé que voy a contar con tu acompañamiento.
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Estoy quedando cada vez más loco. Y no es la locura como resultado final la que me asusta, sino conservar aún la cordura a fuerza de una voluntad que no conozco. No es la consecuencia la que me atormenta, sino que el proceso para llegar a ella.
Es una tortura invisible, fina, que urga cada hendidura de mi cerebro, como buscando los restos de algo que se quebró allá adentro.
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Cuatro de copas
Un cuarteto de cuerdas que se reúne con la simple intención de explorar ese género musical, sin mayores pretensiones.
No busca presentarse en grandes teatros o auditorios, su público está en los bares, ahí donde la gente no sabe qué está escuchando, pero se acerca a ver.
Tiene que proyectar una imagen súper fresca, jovial y cercana, pero sin perder la elegancia. Los músicos que estén en el cuarteto, deben ser realmente buenos.
Debe haber un equipo de marketing muy bien preparado para tomar video profesional y audio.
El tono de voz en redes sociales debe ser rebelde, sarcástico, inteligente.
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Orquesta del Pacífico
Misión: descentralizar la música.
Explorar la musicalidad salvadoreña nacida en la franja costera del Pacífico.
Formar de manera integral el talento musical de los jóvenes involucrados.
Democratizar el acceso a la formación musical en la franja del pacífico.
Visibilizar las necesidades artísticas de los habitantes de la franja del Pacífico y las zonas aledañas.
Atraer el interés de proyectos de inversión para fundar nuevos teatros en la zona del pacífico como atractivo turístico y como diversificador de la agenda cultural.
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