¿Para qué sirve la poesía?
La poesía es resistencia, justamente contra este mundo tan sombrío en el que estamos viviendo de manera tan mercantilista, donde se nos quiere amputar el espíritu, donde se nos quiere uniformar para convertirnos en tierra fértil para cualquier autoritarismo. La poesía enriquece a quien la lee y le descubre espacios interiores que ignoraba tener y que por eso no tenía. Logra eso. En cuanto a la utilidad o no de la poesía, no sé si sirva en términos mercantiles; seguramente cualquier editorial te lo podrá responder. Pero lo que sí recuerdo es lo que decía un filósofo chino -no me preguntes su nombre porque no lo recuerdo- sobre esto: “Todo mundo habla de la utilidad de lo útil, pero nadie habla de la utilidad de lo inútil”.
- Juan Gelman
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Si el mundo termina mañana
La vida, mi más hermosa musa; aquella que nunca está quieta
Aquella celosa, y preciosa bandida
Me apapacha mientras el mundo se cae
Y alrededor de mi veo amapolas frescas
y escuelas como cualquier niño rebelde querría verlas,
como entre la tragedia esos bastardos roban a su gente,
arrebatan la esperanza de aquel que fue arrebatado su hogar
hogares inundados, hogares en pedazos.
Y en aquellos ojos, ojos color sol, ojos dadores de vida
Veo una última esperanza
Veo a la gente plantando laureles donde yacían amapolas
y veo personas besando las lágrimas derramadas en su tierra,
Otros cuantos limpiándose el polvo
Y veo una comunidad, una familia
Recogiendo sus pedazos
y sacando su alma de entre ellos.
He visto la belleza y me he detenido a contemplarla
pero a este acto de solidaridad
a este ejemplo del amor más puro
no se le compara
ni el atardecer más bello.
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Plegaria
Arrebátame, sepúltame, pero no te lleves mis memorias
déjame sembrarlas
déjalas crecer en estas mentes infantes
para sentir que aún estoy vivo
deja que sepan quien fui.
yo desde aquí abajo veo como todo se
de ru b
r m a
y te ruego que no acabes con todo
déjalos vivir a ellos
que nada malo han hecho
yo por mi parte he pecado, y he saboreado cada parte del amor
pero ellos, que aún no han vivido
que su inocente sonrisa es su mayor gesto de amor
y su mayor pecado fue levantar unas faldas
y mirar unas bragas en el tendedero
que los espera en la calle un balón y una bolsa de frituras
y correr tras usar dicho balón como arma contra una ventana
Aún les queda cubrirse en la sombra de este laurel que estoy plantando
mientras bajo su regazo plantan
La sombra de sus nietos.
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Para cuando me di cuenta que te había perdido, ya era demasiado tarde
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