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Salió el tercer número de nuestro boletín Los treiles! Actualidad y poesía. Puro Coñaripe #coñaripe #lostreiles #los_treiles https://www.instagram.com/p/BsWkWKWjkvy/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=ld21i5t2j8nd
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La edad
A la vuelta de la noche,
cuando los sueños se han vuelto un puñado de arena arrojado al viento,
la mañana de otro martes se estrelló contra mi cama.
Otro martes con ánimo de cobranza,
amenazando la siesta.
Martes que bien podría ser domingo,
o algún día de esos con gusto a feriado.
O aun más cierto; varios días, semanas,
una edad entera o casi treinta merodearon la mañana.
Tejí un huracán con las sábanas,
para sacarle la vuelta a los años
Y cuando estuve suficientemente mareada,
lista para caer, me puse en pié.
Entresaqué la mirada por la cortina
mientras la sirena de las 12 azotaba el mediodía.
Volteé hacia la muralla
y me quedé un buen rato mirando nada,
desnuda frente a la tele apagada.
Un remordimiento interrumpió mi reposo trasnochado
Viene a enrostrarme,
el no cumplir fantasías
(que sin ser no- deseos)
que nunca fantaseé.
Eso de “tener donde caerse muerta”
Sin querer caer, sin querer morir,
ni tener una casa, ni criar un hijo.
Tal vez levantar un techo
desde donde encumbrarme al cielo,
donde el sol flamée atravesando tejado y tejido
en la simpleza de una sabana tendida
como una bandera cercando el jardín.
-- Y me sorprendo en un recuerdo,
sintiendo piedad de unos niños.
Armaban castillos, con puñados de arena arrojados al viento,
al borde de una orilla, arrancada quizá de que vereda,
y gateaban alegremente sobre el suelo,
con el infierno por delante.
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ESPERA
Cómo te gustaría, desenterrar la mirada de tu lectura ahí en el metro.
Lanzar tu alarido, intraducible, sobre las techumbres aterrazadas de los edificios en la ciudad.
Poner el grito en el cielo y bajo el suelo, ardiendo como el cemento regar tu lamento.
Tu sombra fugitiva, borroneada por el barro, barre tus pasos, fugitivos también.
Y en medio del viento que arremolina la esquina, intuyes con certeza:
destila el arrollo mojando, la ternura más verde que tus pies van a pisar.
Planeas en la bruma sin buscar señales de ruta.
No las hay para ti.
Yo me conformaré con el tire y empuje de la puerta del café,
podría ser una pista.
Tú podrías ser, la de la mesa de al lado.
Yo estoy en la esquina.
El hombrecito del semáforo ha cambiado veinte veces de color y mientras te espero, le pido un baile.
Vuelvo los ojos a la calle, me tira y empuja el escaparate neón de ese restorán chino.
Sour barato, wantan y fútbol quedan para mí mientras te espero,
pero tú podrías ser, la de la mesa de al lado.
Igual si llegas, no podría nombrarte,
ni apenas preguntarte la hora. Si llegas, con valentía te saludaré por debajo de la mesa,
y aún si tengo coraje; podría dejar caer, con el más sigiloso disimulo, la boleta o la lista de compras, con mi número en tu bolsillo.
Te esperoadentro mientrasafuera, el atardecer se cuela, en el horizonte entrecortado.
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Verano en la ciudad
Me refugio del sol,
(está punto de salírsete por la boca y cuela sus rayos entre tus dientes)
A lo lejos se derriten los semáforos,
y recostado sobre el cemento
brilla el charco especular que vuelve río la calle.
Desde la costa una brisa,
vuelta soplido subterráneo
te levantó el vestido,
a eso de la hora peak.
El quitasol extendió desde tus piernas,
(Sin la menor consideración hacia el aburrimiento de los oficinistas)
una sombra refrescante de la que allá arriba,
mientras la vergüenza te enrojecía la cara
jamás te enteraste.
Me refugio del sol, deshecho ya en tu boca.
Calor desparramado que pinta y muerde el borde azúl,
de esas manchas con forma de banco y de iglesias,
donde los peregrinos se detienen a fumar mientras esperan que el tiempo cambie de color.
Que venga la hora peak, la que derrite montañas en tu frente,
y rompa tu humedad la sequía,
que agita las boyas en la pileta de la plaza.
Que arda la hora pico, a la hora de la más íntima sed.
Tu sed que arrancó del lago la orilla y tiende a tus pies su frescura en la vereda.
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De la boca pa dentro
Todo me importa una raja. Una soberana raja.
No lo decidí yo.
Lo decidió el chofer del taxi; la mujer que anuncia el pronostico del tiempo por la tele; tú, que no me contestas el teléfono.
Desde la fragilidad donde se sostienen los estribos de esta vorágine, me apoyo y armo un tabaco. Te observo.No sé si tu entusiasmo es heroísmo o estupidez.
Dices que en el fondo tú tampoco te lo crees. Pero igual riegas las plantas. Sospecho que te guardas alguna expectativa, alguna convicción por ahí que arde discreta en tus ojos: la esperanza.Tu indiferencia, niño, no termina de convencerme.
"Es que ustedes lo tienen todo. No tienen por qué luchar". Dice la mamá mientras unta el cuchillo en la mantequilla."Tener algo por qué luchar" dice la mamá.
Dime ¿ para qué querías democracia?¿para qué fuiste a la universidad casi descalzo?
Tu hijo estudia odonto en una privada y toma redbull en la piscina. Tu hija está cesante y llena su tiempo publicando fotos que se sacó en el ascensor, si no en el baño del mall. La abuela se hizo un perfil en tinder, y a mí me hace falta una convicción dice mientras unta el cuchillo en la mantequilla.
Cecilia, no quiero plantar un árbol; plantaría una T de cobre, mayúscula y bien chilena en mi vientre y en el tuyo. Sin permiso y mientras duermes, regarla y aparecer el abecedario entero. Sí, ¿qué nombre le pondremos? Juegan al crucigrama en el babyshower.
Todo me importa una raja y el que quiera que piense en los niños.
Jamás llegaron a conmoverme más que un hervidor eléctrico, y no por niños. Por humanos.
Y los providistas de providencia:
No jueguen a pelear por los tres meses.Ya fué el día en que aprobaron el aborto hasta a los novecientos meses de vida.
Para ti Cecilia, para mí Gabriela. Para los providistas y promuertistas; a mis ex pololos, amigos de facebook , queridos compatriotas y a mis compañeros de la alianza verde; métanse ya todos de vuelta en las vaginas de sus madres.
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Gran panal
Fantaseo que mi cabeza es un gran panal.
Abejas, desorientadas por las antenas telefónicas
preparan allí su morada de polvo y resina;
Colmena, dulce hogar en mi cabello revuelto.
Del enjambre, un zumbido laborioso.
Puedo oírlas;
erigen sus habitáculos
irregulares y anárquicos.
Trenzan escaleras,
pasillos y pórticos que dan hacia ningún lado
sin ángulos ni esquinas
así es el panal.
Habitáculos donde el pensamiento depositado
se derrite, se vuelve claro, dulce y resbala por las barandas
frente abajo.
La suave resina se desliza
derrite mi semblante
desarma surcos rabiosos
vuelve mi gesto amable
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Entreparpadeo
cierro los ojos y veo a una anciana andando fuerte en una trotadora... su pelito blanco se mueve como si un viento de carretera lo agitara - cierro los ojos más fuerte para ver claro - su maquina corredora está efectivamente al borde de la carretera y de fondo suena Javiera Mena. Ese paisaje señora, es demasiado estimulante.Quiero trepar esa montaña, tengo muchas ganas de bailar peroJúrame que nunca más te vas a irdemi lado.
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Me pinto
Me pinto la boca Date por satisfecho Otros días con suerte me hubiera lavado los dientes Es un gesto de conquista trazarle este borde a mi boca triste, una declaración de flujo: señalética rojo bermellón 505 de Pamela Grant Cuando me pinto la boca, comienzo el gesto desde mis pies, (será que voy a salir?, visto imaginariamente mis pies). En tanto el rojo me tiñe los labios, entiendo que mi boca tiene presencia. Entonces le aviso a mis oídos: presten atención a esas palabras coloradas. Para que recuerden su tarea cuelgo un aro de cada oreja. Me pinto la boca roja; mis palabras serán fuego cálido, no quemarán, ni querrán morder las manos de mi padre. Me pintaré la boca cuando quiera cantar sola en casa Para arrancar un beso Para ver en rojo lo que sale y lo que entra. Antes y después de lavarme los dientes, me pinto la boca. (guardar silencio es con la boca desnuda)
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Me gustaría escribir algo bueno
Me gustaría escribir algo bueno
solo para entrarte desde algún frente
Cecilia.
Y, disculpa que insista en tu boca.
Imagino la mía tambiénoye
cuando siento salir de ella tu nombre,
me aparece una alegría
se manifiesta un espasmo interno;
La sonrisa escondida
de mi paladar y lengua
cuando mi saliva enjuaga tu nombre
mientras te nombro
hombre onvre
Me gustaría escuchar mi nombre Haciendo temblar los dientes en tu boca Y que suene a algo bueno que quisiste decir solo para entrarme desde algún frente
hombreonvre
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Los computadores deberían traer más de esas teclas largas espaciadoras, Las rectangulares.
Silencio en la computación
Silencio robotcito hambriento.
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El otro día conocí la casa de infancia de un amigo mío. Es algo difícil de hacer hoy por hoy. La gente no permanece mucho tiempo en una casa. Me invitó conocer su pieza y me detuve frente a la ventana, desde donde se podía observar la ciudad desde altura y ver las casas robustas al lado las frágiles y atrasito el mar abrazado por los cerros.
Entonces entendí por que mi amigo es amplio y hermoso.
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Agua corre, agua corriente
Que alegría dejar correr el agua y pararse junto al estero: ver la abundancia sin querer contenerla. Otros días hubiera dicho –Pero aquí hay mucha agua, necesito ir a buscar muchos frascos y guardar para cocinar, regar las plantas,.. Que alegría dejarla ir
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Ladrido
Un día escuche un perro ladrar en una esquina, posiblemente a tres cuadras de mi casa y tuve la certeza que era amarillo. Amarillo y esquinado se escuchaba el ladrido del perrito ahí en la cocina de mi casa.
( 2 de enero 2017, Licanray)
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Paraguas y encendedores
Por cada encendedor ajeno que inconscientemente he metido a mi bolsillo, hurtado sin querer, la vida me ha quitado un paraguas.
Ayer sumé el quinto paraguas perdido de este año:
Uno lo olvidé en una tienda. Cuando volví a buscarlo ya no estaba y a la salida, tuve que comprar uno nuevo.
Este nuevo paraguas se quedó enganchado desde el mango, en la baranda de una micro que subía desde Plaza Ecuador a Yerbas Buenas.
El siguiente lo olvidé en la oficina de Correos Chile, en Valparaíso, y el penúltimo siguió de largo camino a Con Con. Yo me bajé en Caleta barca.
Hoy que llueve los extraño a todos, a cada uno de los paraguas que extravié.
Cuando compro un paraguas, entiendo muy bien que estoy comprando un regalo. (La próxima vez que lo haga, le pediré al vendedor que me de una cinta de regalos. Una cinta roja que pondré coronando la falda del paraguas o que ataré a mi dedo para no olvidarlo.)
…Por otra parte, en el bolsillo de mi chaqueta, encontré un encendedor morado. En mi velador hay cinco encendedores más dando vueltas. Sólo reconozco haber comprado el amarillo.
Me gustaría recuperar mi paraguas, pensaba hoy mientras nos mojábamos bajo la lluvia con mi perro. Tal vez debería ir entregando cada encendedor que me llevé, a sus dueños. O por último el morado, mi hurto más reciente.
Tal vez esto haría regresar a mi paraguas.
Nos consolamos mi perro y yo, ahí .Bajo la lluvia, pensando en lo alegre que es la vida de los objetos cuyo destino es ser abandonados. ¿Verdad perro Filcolin?, como los paraguas y los encendedores, emparentados por el olvido, y el alegre destino de viajar jugando a cobijar y encender,
mojar.
Apagar.
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El no hallazgo o “De la expresión “No me hallo”
“No me hallo”: Cuando chica, en el sur, escuché varias veces esta expresión en la boca de mujeres adultas. (recuerdo nítidamente sus voces). Creo que nunca escuché a un hombre decir esto, y no se si es por que los hombres no se detienen a buscarse, o por que históricamente desde el lenguaje se proclama que :el mundo es el lugar del hombre. Está de antemano su lugar asegurado en este mundo.
Cuando se usa esta expresión siempre es en relación a un espacio o un objeto. Hablar de “no hallarse” sin más, sin aludir a una cosa exterior, sería síntoma de una vertiginosa indigencia existencial.
Es una expresión demasiado corriente para ser tan decidora. Bueno, de un tiempo a esta parte, se ha vuelto recurrente en mi pensamiento. No me hallo en mi ropero, no me hayo en mi música, no me hayo en la imagen que me saluda desde el reflejo en la vitrina de la tienda: Me detengo retrocedo me observo me desencuentro. Sigo andando en la ciudad,...en la que tampoco me hallo. No me hallo en las huellas que dejan mis pies, y sin embargo no hay vértigo. Este “no hallarse”, este desencuentro de si mismo no guarda desamparo. No hallarse, no significa que no “hay nada allí” más bien que “no hay nada que se ofrezca desde ese afuera, exclusivamente para mí”.
En esa huella mía, hay cabida para otros pasos. Todos los pasos. Este no hallar que traigo entre manos, se parece más al amor que a la soledad.
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