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Ay Carlitos
Ay Carlitos,
Si tan solo supieras como las prácticas bareback se volvieron inmorales, como el sida se volvió no solo invisibilizado sino síntoma de falta de amor propio. Si tan solo vieras como aceptaron que lo sexual era lo privado y nos dejaron a fuera a quienes no queremos ser asimiladxs.
Si estuvieses acá, no soportarías ver que muchxs se olvidaron que la lucha no se terminó en el matrimonio igualitario, sino que es constante y permanente. Que somos accidentales, que solo preservamos en el ser y que el hecho de existir bajo los términos del tirano no nos alcanza.
Debería fugarme en aquellxs pocxs que aún buscan escapar, emanciparse y fugar. No se si quiero soportar estar un minuto más cerca de quien busca coercionar mi cuerpo y mi existencia, con sus mandatos morales y su necesidad de defender la verdad; de que verdad me hablad?! Si en vez de poner el cuerpo en situación de lucha, en vez de acompañar a la travas, a lxs trans y lxs no binarixs, simplemente te dedicas a asegurar que tus privilegios hegemónicos no sean vulnerados. No se merecen ser llamados marikas; las marikas estupendas no somos funcionales a lo que nos violenta.
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Lo que me condiciona
Por qué hay algo que siempre me frena?
Qué es eso que siempre termina ganando la batalla?
Cuando mas intento ascender, más barreras se me ponen en frente.
Será que todo es una respuesta a dejarlo todo? será que el lugar que ocupo esté afectando mi conatus?
O simplemente debería detenerme, debería dejarme fugar, debería dejar de deber.
Es muy extraña la sensación de estar haciendo lo correcto, de estar cada día afianzando más tu posición, de estar cada día más segurx del lugar que estás tomando en toda esta locura, y que a su vez, me siga explotando en la cara, me siga costando caro, me siga llevando por delante todo lo que consideraba parte de mi persona.
Pero a qué es lo que le tengo miedo? Que es lo que no me deja dormir? Que es lo que hace que mi cuerpo responda con dolor e insomnio?
Son como me verán lxs otrxs, como van a pensar de mi después que esto pase. Pero la culpa no es de ellxs, sino de lo que nos condiciona.
Lo que me condiciona para que sea lo correcto, lo entendible, lo escuchable, lo inteligible. Y que puedo hacer? Si me pesa más el existir, que el luchar contra el yo asimilado.
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¿Puede una mujer, mediante una libre elección, dominar a un hombre?
Primero, veo como necesario establecer las diferentes corrientes teóricas, dentro del feminismo (obviando varías vertientes) más mainstream:
Perspectiva desde el feminismo liberal: bajo esta corriente teórica se puede responder la pregunta de manera afirmativa; es decir, una mujer (entendida tanto en término biológicos como sociales) puede ejercer cierta dominación sobre un hombre (mismo entendimiento), ya que la corriente misma entiende como una de las formas de luchar frente a la discriminación multidimensional (económica, social, política, cultural) al empoderamiento individual. Es decir, bajo una terminología del paradigma liberal, la meritocracia del individuo y el evidenciar a la mujer en roles o cargos antes que visibilicen su capacidad para realizar las mismas tareas que, durante la historia social, se establecieron como dentro del campo dominante masculino. En otras palabras, permitir una competencia igualitaria entre masculinos y femeninos dentro de los mismos cargos, para así, de alguna manera, “Bridge de Gap” (terminología comúnmente utilizada).
Perspectiva desde el feminismo radical: bajo esta otra corriente la respuesta es claramente negativa. La teoría radical establece la persistencia como un sistema opresor (incluso al capitalismo) al patriarcado, el cual mediante su otorgamiento de privilegios y opresiones establece que la sociabilización masculina, ejercida sobre la genitalidad “macho” (desde un plano biológico inmutable) define por categoría extensiva a lo otro como lo femenino. Es decir, aquella genitalidad “hembra” sociabilizada como femenina que lleva consigo la opresión del sistema patriarcal; en consecuencia, establecen que el género es en realidad lo que oprime, es decir esa sociabilización construida empíricamente de inferioridad en consecuencia por portar como genitalidad una vagina y el de tener la capacidad biológica de gestar. Pero, permitiéndome abstraerme a un plano idealista, ¿podría presentarse un caso de dominación de un género sobre otro? La respuesta inmediata es el sí, aun así, sostenga la tesis de la feminista radical Shulamith Firestone que establece al Matriarcado como una no-solución a la problemática opresiva, sino como un intercambio de roles y de privilegiados por oprimidxs.
Perspectiva desde la teoría queer: a priori la respuesta es negativa, pero va mucho más allá que la teoría patriarcal desde el radfem. Bajo un paradigma ideario post las teorías de Monique Wittig, adhiero a su idea de ver a la mujer como un despliegue de las fuerzas del régimen totalitario heterosexual. Por ello, a primera vista una mujer podría estar ejerciendo una dominación con sus prácticas sobre otro cuerpo, presuntamente masculino. Lo que en realidad estaría ocurriendo es que el cuerpo dominado obtendría, bajo la matriz de inteligibilidad heterosexual, un componente feminizado al afectar la virilidad, como uno de los valores obligatorios de la performatividad de género masculina. Como desde el plano de las ideas es bastante problemático visualizarlo, decido utilizar un ejemplo del pegging como una práctica de dominación sobre corporalidades. ¿Qué es el pegging? El mismo es la práctica de que una corporalidad sin tener el falo como parte de su biología, utiliza un agenciamiento que le permita penetrar a la otra corporalidad durante el acto sexual. En lo que compete a este estudio (dejando de lado la práctica en sí, y sus muchas otras potencialidades que puede tener), el acto de que una mujer cis decida penetrar a un hombre cis llevaría a perder algo parte base de la virilidad, el Ano. Basándome en la teoría, que nos trae a la mesa Javier Saez con su libro “Políticas Anales”, que pone al mismo como un significante en común entre las masculinidades, signo de que su apertura implicaría la pérdida de su virilidad. Por eso, en relación a este ejemplo en particular, y muchas otras prácticas donde puede observarse a un nivel superficial como dominación, como lo que domina no es el cuerpo feminizado sobre el masculinizado, sino que primero se des masculiniza el dominado y se lo pone en la misma situación de género que su dominador y en relación directa de debilidad. Todo esto sacando una idea normativa de la práctica (a la cual le encuentro una nivel de potencialidad de luchar contra los roles estereotipados sobre los géneros, pero eso es otra discusión).
Luego de esta breve introducción a la discusión; abro una temática relacionada y propongo criticar, desde una perspectiva queer, al concepto de “Espacios Seguros” para la coyuntura actual:
Empezando desde una perspectiva histórica, la mujer como sujeto aparece como uno de los mecanismos para mantener la hegemonía masculina, dónde autoras como Simone de Beauvoir dicen “el único género es el masculino”. Bajo esta lectura puedo visualizar una doble función del género femenino como tipo ideal universalizador, el de establecer a lo ideal dentro de la norma y de que en los rangos de los privilegios dentro de la mismas se controlen una a la otra. En sí, bajo la tesis de sociedades de control de Delueze, entender al poder dominante y disciplinante de las prácticas como parte de los mismos sujetos oprimidos. En esta relación de poder, el hombre, en su función de tipo ideal universalizadora aparece bajo el manto de una genitalidad aparentemente “macho” y cómo el único que existe, que consume, que domina y que ejerce la violencia sobre aquello que entiende como femenino, antes de la aparición de la teoría queer, rango ocupado por las mujeres (en especial las cis). Pero luego de la liberación sexual de los años 70′ y la aparición de corrientes queer, o antecesoras de esta, como el lesbianismo radical que establecía un tipo de humano (bajo un parámetro de Monique Wittig como sujeto político lesbiana, no mujer) que aparezca por fuera del domino masculino. En parte debido a este quiebre coyuntural y a la aparición de otras corrientes dentro del feminismo separatistas y biologicistas es que entra en juego la tesis de Deleuze: “los mecanismos de control van sofisticando sus aparatos de represión y captura”, por ello, y entendiéndolo bajo una paradigma post “el género en disputa” de Judith Butler, es que el poder no solo aparece para feminizar los datos aparentemente dados que otorga la naturaleza, es decir la asignación de sexos por diferenciación biológica-genital, sino la de todas aquellas corporalidades que no cumplan con la performativad de género masculina.
Debido a esto, en la actualidad las relaciones de poder están implícitas más allá de la genitalidad y todo lo que ese determinismo implicaría. Para poder trabajar este tema de manera menos compleja establezco como caso de estudio la violación. Para la misma utilizo en parte la tesis de Camille Paglia, la cual establece a el acto intrínseco de la violación como parte necesaria de la construcción de virilidad la cual afectaría a todo género masculino, independientemente de su genitalidad, además de establecer a la misma como “el precio que las mujeres pagan por transitar libremente como humanos”; contrario a una lógica más humanista, entendiendo a la violación no como una práctica deshumanizante sino como la que humaniza la otredad del género femenino, tesis que intento expandir, bajo la teoría queer, al entender no a la otredad del género femenino, sino a la pasividad como parte de los actos performativos que buscan la feminización de lxs cuerpxs. En relación a toda esta discusión, veo que en los casos de violaciones que se dan a mujeres cis por parte de mujeres trans, en dichos espacios catalogados “seguros” frente a la violencia contra la mujer (claramente sólo contra aquella que fue feminizada en relación a sus características biológicas), como por ejemplo una cárcel de mujeres, el declarar que dejar que mujeres trans asistan a los mismos en pos de proteger a las cis una clara manipulación de los hechos en vías de realizar una operación que delimite a las mujeres trans como mujeres falsas, o en cómo se ha dicho muchas veces “hombres con vestidos”; a la vez que oculta el hecho de que la violación funcione como un acto de dominación de unx cuerpx sobre otrx, acto que se hace incluso entre personas del mismo sexo para demostrar una cualidad de superioridad sobre otrx. Por eso, leer como peligroso para una mujer cis compartir espacios con otras trans implicaría una operación, del plano de las ideas, biologicista.
En conclusión, entender a las personas trans como una posible amenaza de los espacios de seguridad que ganaron lxs oprimidxs cis es:
Ignorar a la opresión y a la dominación como una relación de poder de implicancias feminizantes sobre las corporalidades.
Seguir manteniendo valores de privilegiación sobre aquellxs cuerpxs que más se acerquen al género único e inmutable, universalizante.
Y cierro, citando mi frase preferida de Simone de Beauvoir, “lxs opresores siempre tienen cómplices entre lxs oprimidxs”.
Lucas Roda
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Si no nos dejan entrar al baño le vamos a mear la puerta
La coyuntura social actual y un debate efímero, como lo son todos los debates en las redes sociales, me interpela, una vez más, para hablar sobre algo que no debería hablarse, pero lamentablemente es parte también de la configuración que nos sujeciona al ser constituídos por una matriz heterociscapitalista.
Los baños son un espacio, que como cualquier otro, no sólo funciona como un lugar en dónde se realizan actos relacionados a factores fisiológicos que la sociedad a condicionado como del ambito de la privacidad, sino que a su vez es parte de esa arquitectura que funciona, como diría Teresa de Lauretis, de Tecnologías de género-cuerpo-disciplinante. Por eso, cuando llegan a mi estos discursos donde se apela no solo al baño “como un espacio conquistado” sino como diría Paul Preciado, a ese lugar de escrutinio público dónde nuestra performatividad de género se pone a prueba. Se pone en comparación con los patrones que exige los sistemas opresores.
No está sólo en el ritual que implica el baño, ya que el mismo al formar parte de la cotidianidad, a formar parte de esa serie de actos repetitivos que conformar la perfomatividad de nuestros géneros; por ello algo interesante que tomar de esta desafortunada experiencia, en palabras de Deleuze, las potencias a invocar que podemos encontrar de estas pasiones tristes es la de pensar que ocurriría, si en este caso, una persona cuya performatividad corresponde a lo que la matriz heterosexual lee y dictamica como “femenino” no se vería más violentada, seguramente en la totalidad de los actos, si entrase al baño que catalogado como masculino responde a dicha performatividad hegemonica que defiende a la virilidad como su principal valor?
Estaríamos frente una vez más a una respuesta que nos otorga la teoría queer; los mecanismos tecnogologícos disciplinantes y opresores del poder heteronormativo no lee aquellos datos supuestamente naturales que se identifican mediante un punto de vista biologicista, sino que es en su relación con el unico género, entendido como tal, es que la otredad entra en cuestión. La problemática está en entender que los dispositivos de represión van sofisticando sus herramientas logrando así no solamente oprimir lo que en un principio la biología, bajo un sesgo binario previo, determinó como “mujer” sino todo aquel ser feminizado en relación a la masculindad hegemónica.
Conclusión: en vez de quejarnos y gritar, que también es válido debido a que toca fibras muy cercanas a lo intrínseco de cada unx, podemos sacar potencialidades de esto. A lo que me refiero es ver como esto es un caso más dónde aquellxs que son oprimidxs por el régimen terminan siendo, no deliberadamente, cómplices de lxs opresores. Y por ello deberíamos buscar en vez de medir nuestro privilegio, nuestra opresión o nuestra lucha; esos puntos en común que nos dejé fugar a un espacio en común, a ese lugar que nos haga devenir en manada y potenciar nuestrxs cuerpxs mutuamente.
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Abrazos gordos y resistencia.
Entre polémicas, debates y coyunturas sociales, estuve pensando mucho en mi rol en el activismo gordx. Por eso en el día de ayer mientras viajaba en el colectivo un texto me interpeló; era un capítulo del libro “Cuerpos sin Patrones” donde la autora Laura Contrera habla sobre el activismo gordx y su interés en la lucha. Leyéndolo recordé que desde la nines yo fui sujetivado como gordx, y que a su vez sufrí todo el peso social que ellos conlleva, ya que no solo era gordx que, de por si, era motivo de burlas además soy un gordx marika. Incluso recordé cómo personas cercanas con miradas muy lejanas no podían evitar comentar algo sobre mi corporalidad disidente, no podían evitar comentar cómo me afectaría, que supondría o cómo era un signo de falta de amor propio; que alguien me explique cómo puedo tener un MÍNIMO de amor propio cuando durante toda mi crianza fui configurado para que me de asco ver lo que está reflejado en ese espejo. Lo peor de todo es que no es una singularidad, no es un caso aislado de falta de autoestima, tomo el atrevimiento (un poco generalizando) de hablar por toda chica, persona disidente, diverso funcional, etc. Que paso por esta vida teniendo alguna vez alguna condena social sobre su cuerpo terminando en algún tipo de desorden alimenticio. Por eso me hace cuestionar el valor de verme frente al espejo y pensar si algún día veré un ápice de belleza en esa carne, mutilada, lastimada, llena de cicatrices. No lo sé, ni lo puedo responder ahora, pero eso tampoco me alcanza, eso no me satisface, mi cuerpo me va a seguir dando ASCO no por lo que en si es sino por su significado, por ser el constante recuerdo que hay miles, millones, allá afuera que son constantemente oprimidos por la policia de los cuerpos, el capitalismo de la carne y las formas. Por eso yo no pido que se me festeje mi empoderamiento, ni que se halague mi físico y superficie, ni mucho menos si cambia mi corporalidad hacia lo hegemónico sea motivo de festejo, no! Quiero que te pongas a mi lado, que seas parte de esta lucha y le escupamos en la cara a este sistema que lo único que hace es cortar, mutilar, drogar, avergonzar y segregar a aquellxs que no entramos en la norma, no necesito más discursos médicos ni que me recuerden que la gordura indica enfermedad, ya que eso lo único que logra es:
(Des)informar sobre cómo funciona las respuestas corporales torno a las enfermedades
Estigmatizar a los que sufren ya de por si la condena social de no pertenecer a la norma.
No seas cómplice de la gordofobia. Y no me digas empoderadx, no quiero serlo, quiero reinvidicar mi derecho a ser un monstruo y devenir en gordx.
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Por un Devenir Queer; por y para queers
La primera idea que me lleva a empezar a producir el siguiente texto surge de una charla a la cual asistí dónde un filósofo trataba la bibliografía de Judith Butler, que entre tema y tema dijo algo que no solo tocó una fibra muy interna sino que siguió resonando en mi cabeza, diciendo que de ella había logrado encontrar un “devenir queer heterosexual”. “Alerta intruso” fue lo primero que pensé que aunque luego en frío me dije a mi mismx “es una sensación nada más” ahora reflexiono sobre lo que me estaba diciendo; él como persona producida por el régimen político totalitario heterosexual encontró algo “raro” (de donde fue apropiada la palabra “queer”) que lo hacía sentir lo suficientemente cómodo como para no sólo hablar de ello sino que a su vez para producir un texto en referencia a esta idea.
Que cientos personas escupan sobre la tumba de Monique Wittig antes de que un sujeto intelegible de la matriz heterosexual encuentre su devenir en lo raro, lo puto, lo marica, lo monstruoso, lo tortillera. Que aquel que fue una mera construcción del accionar del dispositivo de sexualidad y de su poder que produce sujetos heterosexuales venga a posicionarse con una misma potencialidad que una travesti, un drag king o una persona no binaria me da el mismo miedo que el policía que golpea a la drag queen en Stonewall; salvando que al rati lo veo venir con su uniforme sexuado y su macana mata-putos mientras que al heterosexual “queer”, al puto-paki casado y con hijos y a la torta presidenta del senado se infiltran en las venas de este cuerpo insurreccionalista y poderoso como los anticuerpos-antirevolucionarios de la biopolítica contemporánea.
Que me cuelguen del techo de Casa Brandon antes de que me deje llevar por el régimen heterosexual y mi sueño sea producir la familia como el primer aparato de captura. Que mientras más me acerque a Ricky Martín más me aleje de mi devenir queer. Que si en la fila del boliche que funcionaba para nuestras prácticas místicas de masturbacion colectiva entre cuerpas disidentes apareciese un puto-paki-torta le digamos que vuelva a la vereda de enfrente desde donde su camada nos tira agua bendita y agita sus cruces.
Que si accedo algún puesto de poder no se me olvide colarme una tanga, subirme la pollera de tubo hasta el ombligo, pintarme las uñas y los labios, emprolijarme la barba y sacarle brillo a mis mocasines; que aún así vestida de seda esta mona no será objeto sexuado de tu matriz.
Si seguimos aplaudiendo a aquellxs que quieren hacer de lo suyo el instrumento patriarcal más antiguo poca vida por delante nos quedará a quienes queremos reivindicar nuestro derecho a ser un monstruo.
Para que todo esto no quede implicado como el simple grito de una marica cansada de ver como al calor de los acontecimientos las masas empiezan a perder su motivo de lucha retomo la necesidad de defender aún con más auge las palabras de Monique Wittig en “el pensamiento heterosexual” (1980), donde ella dice: “Si nosotros, las lesbianas y gais, continuamos diciéndonos, concibiéndonos como mujeres, como hombres, contribuimos al mantenimiento de la heterosexualidad”. En pocas palabras, como vamos a poder hacer de nuestra cualidad queer un espacio de lucha que esté fuera de la esfera de poder de inteligibilidad heterosexual si seguimos adoptando las categorías subjetivas creadas por el efecto del dispositivo de sexualidad, es decir si continuamos aceptando como nuestro sujeto político el mismo que adoptaría aquel no queer, en resumen debiendo generando un sujeto por fuera de las categorías hombre-mujer. Debido a ello el seguir reconociendo como metas del colectivo LGBT+ todo aquello que nos lleva a asemejarnos cada día más a lo estipulado para dichos sujetos (hombre-mujer) sería dejar nuestra lucha, nuestra reivindicación a ser lo distinto para empezar a desdibujar nuestras líneas y terminar confundiéndonos en la masa. La autora lo mostraba claramente en las palabras de su ensayo, el régimen totalitario obliga a que hables el lenguaje del mismo para poder entenderte como un sujeto al cual dominar, un sujeto dominante u opresor no tiene la capacidad de ser sin la relación de poder que produce los sujetos oprimidos; “Cuando el Pensamiento Heterosexual piensa a la Homosexualidad, esto no es nada más que la heterosexualidad” y retomando una de sus frases más conocidas dentro del ensayo se produce una poetización del carácter obligatorio del régimen al establecer que “tú-serás-heterosexual-o-no-serás”1 . Esta última frase es donde en lo personal encuentro el motor para seguir adelante la lucha insurreccionalista contra el régimen ya que si el mismo tiene un arma que deberías empezar a visibilizar, si debido a que el poder no mide sus efectos y se empiezan a generar estos individuos que se mantienen fuera de la matriz heterosexual lo correcto es empezar a romper aquello que los mantiene en comunidad resistente y ofrecerles de alguna manera empezar a ser intelegibles. La cuestión reside en que aquellos que reivindicamos la monstruosidad, que somos maricas, tortas, travas y no queremos vivir una vida donde la institución de control creada por el dispositivo de sexualidad más efectiva (el matrimonio) termine siendo la meta de los que quedamos afuera, de lxs que no somos leídxs, de lxs que no tenemos solución. En vez de angustiarse por ello deberíamos salir a la calle a demostrar que podemos vivir fuera de la matriz, que mi relación sexo-afectiva entre tres lesbianas donde la única manifestación sexual es mediante prácticas sadomasoquistas es el espacio que tengo para poder controlar las relaciones de poder. Ni siquiera estamos hablando de las prácticas de “pareja abierta” donde sigue habiendo un jerarquía que luego genera toxicidad, no tengamos pareja, tengamos amigos, tengamos sexo entre amigos, no tengamos familia, seamos comunidad. Dejemos de pretender formar una sociedad donde lo que estamos llamando cultura sigue teniendo una base en “lo natural” ya que significaría cometer metalepsis, es decir le daríamos la cualidad de “efecto” a aquello que es producto, lo natural está tan socio-culturalmente construído como a lo que llamamos cultura y más aún todo está basado en un pensamiento donde lo que rige primero es el par binario sexo producido bajo los sujetos mujer-hombre. Para cerrar y dejar un poco atrás el tono académico; la sensación que me gustaría que surja de este texto es incomodidad. Mi respuesta política a que un heterosexual se sienta cómodo bajo la categoría queer es hacer todo lo posible porque se arrepienta de su decisión, de ser lo más “marica estupenda”, parafraseando a Paco Vidarte en Ética Marica, que pueda ser y de protegernos del lenguaje heterocapitalista que lo único que quiere es transformar los úteros en máquinas creadoras de sujetos de opresión y hacer de los oprimidos su lucha constante para mantener el régimen, ya que si algo hemos aprendido durante el paso de nuestra historia es que la única manera de mantener un régimen totalitario es buscando un enemigo a quien destruir.
Vengan a destruirnos, vengan a atacarnos, vengan a decirnos que somos lo incorrecto. Nos fascina ser el monstruo que asusta a aquel niño que bajo la cama se esconde en el inconsciente de todo ser dominante. A partir de este momento no lucho como el hombre que fuí, sino como la persona no binaria que soy, la marica antipatriarcal y el trans hormonado que defiende a la lucha contra la violencia cis-témica con palos y piedras.
Lucas Roda; una marika no binaria estupenda.
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Alberta Ferretti (1991) Linda Evangelista by Meisel
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I don’t belong in the world, that’s what it is; something separates me from other people.
Lana Del Rey, “13 Beaches”, Lust for Life (via lanadelreylyric)
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Smoking in Inglourious Basterds (2009), dir. Quentin Tarantino
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