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Estar solo te hace entender muchas cosas.
N. (via otro-blog-mas-del-monton)
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Un poco de dolor te hace recordar que estás vivo, pero mucho dolor te hace preguntarte para qué.
(via youaremyyheavenn)
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Amistades de mierda con nombre de princesa anglosajona
Hace un mes, aproximadamente, dejé de hablar con la que podría considerar mi mejor amiga de la facultad. A día de hoy nos llevamos bien, pero bueno, sin más.
Cuando dejé de hablar con ella no fue por capricho. Esta persona está llena de veneno porque su vida no va bien. Pero mi vida tampoco está bien, tengo un montón de horas de psicoterapia y gimnasio para poder sobrellevar la semana.
Pero nunca nadie se ha interesado por mi. Dan por supuesto que yo no tengo problema en cargar con las personas y ya está, vuelcan toda su mierda en mi como si yo fuese un enorme vertedero para frustraciones ajenas. Y nadie se da cuenta de que mi vida tampoco es fácil y que yo también necesito agarrarme a algo.
El caso es que cuando dejé de hablar con ella porque ella no estaba bien, yo tampoco y si no puedo conmigo misma no me veo en la obligación de cargar con nadie más, apareció -un poco de la nada- una amiga que tenemos en común. No apareció para saber qué había pasado, porque yo no había dado explicaciones y entendía que me las pidieran. Apareció para decirme que todo era mi culpa y que mi obligación como amiga es cargar con mi otra amiga, independientemente de lo que suceda en mi vida. Cargar con ella, lidiar con sus problemas y seguir adelante, porque eso es lo que hacen las amigas.
Sigo sin entender por qué yo soy más amiga que esta tercera persona, porque así es lo que percibo. Veo que estamos en distintos grados de amistad. Y en su grado, ella puede vivir a su puta bola, sin estar esclavizada por la amistad, volcando sobre mi toda la responsabilidad.
¿Por qué yo tengo la obligación de cargar con ella y tú no? Pensé que las tres éramos amigas.
A partir de ese momento, esta tercera amiga dejó de hablarme como antes. Que igual no era lo que yo necesitaba para mi proceso de quietud y recuperación, pero qué más da.
Sin embargo, un mes más tarde, la que era mi mejor amiga de clase y yo hemos vuelto a hablar. No es como antes, ni de lejos. Pero estamos intentando volver a ser buenas amigas. No confío en ella para contarle lo que me pasa, así que asumo que jamás volverá a ser como fue. Porque cuando se enfada cuenta secretos. Y la verdadera y sana amistad debería estar por encima de eso.
Por una parte siento que he perdido algo importante para mi, por otra parte veo que si yo quiero estar bien, ahora no debo cargar con nadie. Y menos con alguien que en vez de preguntarme si hago esto porque estoy mal, me dice que yo siempre jodo su vida, y que no hago nada a derechas, que mi amistad no vale la pena. Igual nunca ha valido la pena. Igual sólo debemos coexistir en el año que nos queda.
El caso es que cuando yo volví a hablar con mi amiga, la otra volvió como si no hubiera pasado nada. Y en realidad eso no puede hacerlo. No puede someterme a un periodo de ostracismo porque cree que la otra chica tiene razón. En realidad si que puede. Pero no está bien. Lo que no puede es pretender que después de hacerme el vacío un mes a la hora de comer luego todo siga como antes. Porque tengo memoria, guardo rencor, soy humana y me has hecho sentir mal. Así que no quiero estar como antes. Eres egoísta y falsa. Y no me apetece comer contigo ni hacer planes.
¿Sabe tu otra amiga, a la que tanto has defendido y por la que tanto me has echado en cara, que tú también le abandonaste?, ¿sabe acaso que no quisiste tirar de ella y pretendías obligarme a hacerlo a mi, porque así tú no tenías que hacerlo?
Eres tan egoísta que para no ver peligrar tu mundo, pretendías joder el mío.
Y ahora te sientas en la cafetería con mi mejor amigo, que ahora ya no pasa mucho tiempo conmigo porque lo pasa contigo. Y el que pasa, lo pasa hablando de ti. Y pretendes que seamos amigas como siempre.
Eres mala persona.
Y me molesta que vayas de buena y todos te crean.
Tienes un problema para controlar tus emociones. Las cosas pequeñas buenas derivan en euforia, que ni un adicto al ácido. Las cosas nimias y malas hacen que bloquees en una sarta de redes sociales a la gente y luego les condenes al ostracismo.
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La esteticién
Hoy tendría que haber tenido clase de 8 de la mañana a 2 del mediodía ininterrumpidamente; sin embargo, la de la primera hora no iba a venir, y el que nos daba clase de 11 a 13 tampoco.
El lunes nos hacemos la foto para la orla.
Por eso, pensando que me sobraba un poco de tiempo y con la esperanza de sentirme mejor, subí a una esteticién que hay cerca de mi facultad a arreglarme un poco las cejas.
Mis cejas son un mundo para mucha gente porque son muy pobladas, pero a mi sólo me gusta quitar un par de pelos para que sigan siendo bonitas, el entrecejo y punto. Porque me gusta que parezcan aniñadas.
Aclarado esto, creo que puedo proceder a hablar del drama con la zorra de la esteticién.
Cuando he entrado por la puerta he comprobado que la que estaba hoy y me iba a atender es una borde de mierda. De todos modos he decidido confiar en ella.
Le he dicho que quería limpiar los pelitos feos de mis cejas. Y ella ha decidido darles forma. Total, que cuando me he visto en el espejo me ha querido dar un infarto cerebral.
Mi infarto cerebral no viene de la forma de las cejas, que también; sino de que mi madre está obsesionada con que tengo que llevar cejas como acentos circunflejos, y esta señora ha violado a mis cejas y a mi personalidad. Igual “violar” es una palabra que puede parecer muy fuerte, pero me he sentido como una desconocida en mi propio cuerpo.
Además, tengo un trastorno de depresión y ansiedad y tampoco soy muy amante de mi físico, pero me gustaban mis cejas descuidadas, de niña. Y ahora parezco una choni del 2003. Parezco Úrsula de la Sirenita cuando se convierte en Vanessa para cazar al príncipe (como mi madre el día de su boda).
Es un puto desastre.
ES UN PUTO DESASTRE.
¡AAAAAAAH!
Aunque no todo ha sido malo.
Cuando he salido de ese lugar me he sentado en un banco cercano y he roto a llorar, como una niña, totalmente desconsolada porque no sabía si vendarme la cabeza, ir a la peluquería a que me pusieran flequillo o qué hacer con mi puta vida. En ese momento me sentía el ser más desdichado del lugar.
Así que se lo conté al único ser humano en el mundo que es capaz de hacer de las cosas malas cosas mucho mejores en cuestión de unos minutos. Llamé a mi padre.
Mi padre es un ser especial, mágico. Es divino, qué cojones. Y yo le quiero con locura. Siempre que me pasa algo malo le puedo llamar y el me escucha, luego me calma, me enseña que en realidad tiene algo bueno detrás y que sólo es una experiencia y luego ridiculiza lo que ha pasado hasta que me entra la risa tonta. A veces hace tándem con tío S. No es realmente mi tío, sino el mejor amigo de mi padre. Pero tiene un carácter muy fuerte y peculiar.
Total, que le he llamado y ha coincidido que estaba tomando café con tío S. Así que lo primero que he oído tras relatar mi experiencia entre lagrimones como puños ha sido a S: a que voy allí y me cago en Dios y le parto la cara a esa hija de puta.
Eso ha hecho que me sienta realmente bien porque sé que si fuera algo grave y estuviera en su mano, él lo habría hecho.
Así que me ha dado risa de niña pequeña que tiene un cómplice para una trastada.
Luego papá me ha dicho que sí, que tengo razón, que menuda putada (no con esas palabras, porque él nunca dice palabrotas). Y al parecer está puesto en el tema maquillaje y esas movidas (más que yo), porque si yo había pensado en ponerme flequillo o vendarme la cabeza, él me ha dicho que podría ir a otro sitio de belleza a que me micropigmenten las cejas a mi antojo. Y así podría estar tranquila hasta que crezcan. O maquillarlas para la foto de la orla y luego esperar a que crezcan.
Y tenía razón, así que me he ido calmando muy rápido. Y al final hemos hecho coña con que parezco una furcia, con que parezco Úrsula, con que ningún hombre me querría así (mi papá es feminista), etc.
Al final me ha dicho que si no tuviera depresión, seguramente no me habría afectado tanto. Y es cierto. Luego hemos seguido con las bromas sobre el tema. Y ya me encuentro bien y hasta me hace gracia.
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