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01 octubre 2021
La carta de F. Ocean alentó a escribir esto, lo culpo a él
Prosigo:
La valentía que se necesita para comer una cereza - que en particular no le agrada - es prueba de mi llamado de atención hacia él y particularmente la bala en donde la quiero poner.
El intercambio simbólico de dos paliacates rojos, en los que cada uno tienen su propia historia y su propio ambiente, simbolizan la pérdida del uno y la ganancia del otro. Es un trueque con intención, y sigo poniendo la bala.
La manera en la que él puso su paliacate en mí y lo amarro diciendo: “imagina que son mis manos sujetando tu cuello”. Fue suficiente para cargar la pólvora y empezar a disparar, sin embargo, la noche no terminaba todavía.
La osadía/incertidumbre de viajar por la ciudad en un mini carro, a media noche, con THC corriendo por mi sistema vascular, con un regaño en lengua koreana y un miedo imperante de la policía estatal avecinaba un gran momento para mi cámara mental. La bala se cargó por si sola.
En el momento en que llegamos a la fiesta noté particularmente el coqueteo en él, tratando de marcar esa asimetría intelectual de la que ya estoy acostumbrado que hagan, lo hizo más interesante. El cartucho quedó vacío.
Procediendo con este memento mori la ingesta de un trozo de MDMA no sonó nada mal, pues al contrario, levantó en mí mi lado introspectivo, necio, cachondo, inquisitivo y obstinado. El plomo empezaba a resbalar en la mirilla.
Al terminar la fiesta, regresó conmigo a mi casa, mi cuarto que se encontraba en penumbras y solo iluminado por una lampara naranja. ??? FALTA AÑADIR
Fue 3 minutos después que terminé escuchando poesía de su autoría a las 5:00 AM. Y en uno de sus poema comprendí el conflicto interno de él con respecto a una mujer y una manzana de Adán, sin embargo, yo estoy muy cansado para convertirme en Mesías Salvador y pude ignorarlo.
Este gran chico me confesó que se había dado cuenta del coqueteo con la cereza un día antes, sabía que lo que hablaba era dirigido hacía mí, le gustaba llamar mi atención, pudo conectar conmigo desde un nivel territorial hasta un nivel un tanto íntimo
Al final le pedí la gran llave de su alma -un beso- porque no me atrevía a robarlo ni hacer intromisión al templo de su alma, sin embargo su respuesta fue negativa, de rato accedió pero me pidió que quería ahora él besarme bajo sus propias condiciones:
-Superficialmente. Solo tocando los labios. No saliva. No pasión. No emoción.
El automatismo de ese beso tan frío y seco me dio tanta risa que en mis adentros acepté tomando su oferta pues me recordó a un juego de niños preocupados por no arriesgar de más pero no perderse de la experiencia.
El pensamiento que tengo de esa noche me tiene con mi ínsula cerebral pensando en los diferentes rumbos que puede tener mi vida pero también he madurado y he aprendido a dejar soltar y no tomar lo que no es mío.
Celebró el duelo western de balazos intelectuales, winks heteroflexibles, la remota posibilidad de un beso formal pendiente, la amplitud de relaciones que tengo que formar y la post-inseguridad que tengo que matar, pero sigo sin saber si la victoria la gané yo, la perdió él, la ganó él o la perdí yo.
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David McNew, Fallen brush glows immediately after the Powerhouse fire passed south of Lake Hughes, California, June 1, 2013

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Clementine: You know me, I’m impulsive.
Joel: That’s what I love about you.
Eternal Sunshine of the Spotless Mind (2004)
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Nyiragongo volcano by Sergey Zamkovoy on Flickr.
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