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Estoy afónica otra vez. "Tu cuerpo habla. Hay algo que no estás diciendo". Si, ya sé que hay algo que no estoy diciendo porque justamente estoy eligiendo no decirlo. No necesito que estés somatizando todo cuerpo, ya te vi.
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No sé cuánto vas a tardar en darte cuenta lo que te duele todo esto.
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Devorabas de madrugada un plato de fideos fríos mientras yo pensaba qué asco, como me gusta este pibe.
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#not#
No sé. No me gusta que me quieras en secreto pero tampoco me interesa que lo publiquemos en redes sociales. Las redes sociales son un grito mentiroso, histérico, desafinado. No gritemos nada, para qué. Quiero que me quieras públicamente pero más para el público ocacional, ese que nos puede ver chapando en una plaza o apretando (vintage) contra una pared. No, no me quieras con hashtags. No me arrobes. No me dediques emoticones. Salgo horrible en las selfies. Tocame el culo en la panadería mientras pensamos que carbohidratos le ofrendamos al bajón y que se sonroje la señora que pide un cuarto de mignones. Ese tipo de testigos quiero de lo nuestro. Los mozos del bar de la esquina que nos ven hablándonos a la boca y desafiandonos pinta a pinta. O tu vecino abriendo el ascensor abruptamente mientras un hilo de baba de boca a boca nos delata. Eso quiero, que no posemos nada.
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Vos sos una caja desordenada en el entretecho de casa. Un juego de esos llenos de fichitas de colores, que ya no entretienen pero tiene ese olor a 'acá me reí' que te hace mirarlos con cariño. No es que no te quiera ordenar. Siempre me faltan piezas. Siempre termino diciéndome ya va a aparecer y no, quizás no. Quizás la pieza nunca aparece y el juego queda roto, trunco, incomprensible. No me acostumbro a lo roto. Yo soy fan de arreglar.
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La dictadura del lenguaje.
Un día descubrí que no era la primera Carolina en tu vida. No me dolió. Fue más un dedo en las costillas, ese que no ves venir, que es como una descarga eléctrica y te obliga a cambiar de posición. Me sentí menos especial, si. Pero eso me pasa todo el tiempo. Yo, en cambio, después de vos no quise más nadie con tu nombre. La dictadura del lenguaje, diría Hernán. Lo que no tiene nombre no existe.
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Cine independiente.
-No sé, yo ya me enamoré. Cuántas veces te podés enamorar? -Re trama de película, ponele, tenés tres oportunidades para amar. Entonces cortás con el segundo y te desesperás, entendés? -Si! hasta que alguien se enamora del cuarto. -Y descubre que está muerto. -Filmemos!
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Vani S.
En un vagón de la línea B sentido Leandro N. Alem un pibe al lado mío le sonríe a la pantalla de su celular. El gesto me sirve de espejo. Lo veo y me veo a mi sonriéndole a ese cuadradito luminoso y listo, mi atención se acomoda ahí. Me arrimo un poco, nadie lo nota igual (es más común tener contacto en el subte que en una primera cita). Chatea con Vani S. Yo agendo a todos con nombre y apellido o con nombre, apellido y referencia entre paréntesis onda (peluquera). Los nombres sólos no me duran agendados. Vani S. está escribiendo. Él bloquea el celular. Suena y al instante lee las notificaciones. No entra al chat. Espera. Tiene la mirada perdida. Alrededor hay un montón de gente pegoteada por la humedad. El chico que viaja al lado mío no los ve. Ensaya una respuesta en su cabeza, imagino, se rasca la barba, mira el techo del vagón, mira el celular, se rasca la barba otra vez. Qué bueno tener barba para pensar. Entra al chat y su cara se transforma en una mueca alegre. Escribe, no sé qué, un poco porque no llego a ver y un poco porque estoy mas entretenida con sus gestos. Levanta los dedos de la pantalla, los mueve en el aire como entrenándolos para lo que van a decir y sigue escribiendo. Sale del chat. Bloquea el teléfono. El subte llega a Medrano. Entra una señora, lo empuja, le pide disculpas, él se mueve abstraído. Mira el teléfono. Nada. Mira el teléfono otra vez. Entra al chat. Nada. Suena. La cara se le ilumina como acto reflejo. Vani S. contestó. No entra al chat. Espera. Está enamorado. 'Es obvio chico del subte B!' quiero gritarle. Lo sabe? Vani S. lo sabe? Se imagina las pausas y las respuestas ensayadas, la coreo de la barba, la alegría colapsándole la cara? Yo nunca me doy cuenta. O sea, veo un pibe en el subte y en dos estaciones tengo un veredicto pero cuando me toca ser Vani S. necesito un cuadro conceptual de doble entrada porque sino no sé, ni idea. Tendría que encontrarme al pibe que me gusta en el subte, esconderme, escribirle. Se bajó en Callao.
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Te stalckeo más ahora que cuando dormíamos juntos (no es metafórico, yo no digo dormir juntos para decir coger). Nosotros además de coger dormíamos, respirábamos sueños uno al lado del otro. Cada uno el suyo. Soñábamos distinto. Es de histérica, si, un poco. Quiero ver si ya sos feliz, ponele. Si ya te olvidaste que dormíamos juntos. Ahora te busco en redes sociales y te miro de lejos. Es de histérica, si. Tenía re ganas de enamorarme de vos. Tenías ganas de quererme y eso no me pasa mucho, pero el control remoto de mis sentimientos es de esos que tenés que golpearlos y cambian cuando quieren y suelo sintonizar cualquier verdura mal subtitulada.
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Estuve por tu barrio y pensé en tocarte el timbre, sólo para pedirte un abrazo. Así, muy comedia romántica taquillera. No me acuerdo tu piso igual. Además, nosotros somos más cine independiente llenos de silencios y finales abiertos. 'Nosotros', ponele.
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Quiero tejerte una bufanda, me acabo de dar cuenta recién, cuando volvía a casa. Quiero que compremos un colchón juntos y vayamos a probarlo y rebotemos así, todos estúpidos sobre los resortes enfundados individualmente mientras el vendedor nos odia pero no puede dejar de mirarnos, como nos pasa a todos con Tinelli. Quiero que desayunemos en la cama y después sigamos durmiendo un ratito más, con gusto a café con leche y lagañas. Quiero que bailemos un lento descalzos en el balcón porque lo vi en una peli y me parece una ridiculez imperdible. Quiero aprenderme de memoria la mueca que hacés cuando te querés reír y te aguantás. Quiero saber cuál es tu gesto delator, qué parte de tu cara se rinde primero a la sonrisa...
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WIP
'Ves? me gusta cuando te peinás así'. Estoy recién levantada y lo que tengo en la cabeza no se parece nada a un peinado. Me hundí la mano izquierda en el pelo y lo dejé enredándose en una ola sobre mi frente. -Estoy despeinada. -Pero se te ve la frente, me gusta cuando se te ve la frente. -Tengo la frente arrugada. -No -Si. Yo me veo la frente hace años y la conozco más. Siempre me apuro en dejarle claro que no, que todavía no me conoce, que falta. No importa si se trata de mi frente o de mis mecanismos de defensa. Todavía no Javier.
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Última edición: nov 19, 2015.
Pensé en escribirte, en decirte hola, ya está. Paz. Sé que vos no sos de esos, esos que priorizan lo profundo, lo verdadero. Bah, no se si sé. No sé si te reconocerías en mi descripción. No sé cuánto te conocí. Este último año te tuve abajo de la alfombra, a vos y a casi todos los recuerdos, borré fotos, bloqueé. Pero quiero amigarme con lo que tuvimos. Quiero incorporarlo. Ordenarlo. Entenderlo. Si te veo, me gustaría poder abrazarte sinceramente. A veces siento que fue otra vida. Otro plano de conciencia. A mil años luz de hoy. Pero fue sólo hace poco más de un año que pegamos un portazo a todo lo que teníamos y caminamos en direcciones distintas. Ojalá algún día nos crucemos y estemos a la altura.
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Ayer fui a un bar, me hacía pis, fui al baño y confirmé que si, me gustás. Siempre que salgo me testeo en el baño; dientes, maquillaje, flequillo, si me cuesta el equilibrio de no apoyarme en la tabla, tengo que dejar de beber, si te pienso y quiero que estés ahí listo, me gustás. Pasó.
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Me mirás.
Estoy sobre tu cama deshecha. Me mirás, así, semi desnuda. Tu mirada me incomoda y te calienta y me calienta. Me siento expuesta, a vos te divierte invadir, también, mi mente. Te inclinás sobre mi y antes de darme cuenta tu lengua ahoga mi boca, húmeda, inquieta, perfecta. Me besás desesperado y te interrumpís bruscamente, mis labios quedan entreabiertos. Me inclino, toda, hacia vos como si estuviéramos imantados pero tenés otros planes y te alejás. Me mirás. Te delizás sobre mi. Llegás a mi concha. Jugás con mi tanga, me da escalofríos. Respirás agitado. Tu aliento se choca conmigo. Me besás, lento. Me apretás contra tu boca. Besos cortos, como si fuera tu primera vez de mi. Me recorrés. Tu lengua ancha, caliente, mágica envuelve mi clítoris. Mi cuerpo se arquea ingobernable. Me mirás. Tus labios me rozan, ahora, toda la concha. Me encanta, quiero quedarme a vivir acá! Me clavás los ojos, mientras te llevás los dedos a la boca. El gesto me excita, sé que vas a tocarme y me mojo. Te das cuenta y te gusta, me sonreís desafiante. Me penetrás, tus dedos se mueven dentro mío y vos no dejas de comerme. Exploto, colapso, me doblo. Acabo, te acabo. Me lamés salvajemente, pornográficamente. Mi orgasmo no termina. Siento espasmos. Me voy. Estoy inconsciente, posesa, flotando. Me mirás. Subís buscando mi boca, satisfecho y decidido. Me besás, tenés mi sabor, olés a mi. Te incorporás. Mis piernas entre tus brazos y tu pija dura, mojada, sobre mi concha. Me mirás. Vas a cogerme, sonreímos, calientes, disfrutándonos antes de sentirnos.
-Pedímelo.
-Cogeme.
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Volví del baño y habías gugleado 'Punta Alta'. Divertido mirabas fotos del centro de mi ciudad natal, como buscando la punta de mi ovillo. Creo que ahí empecé a bajar la guardia.
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