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Todo

Todo se ha ido, forma parte del todo, polvo de estrellas, polvo de la calle, de lo que más te convenza, pero ya no volveremos a escuchar sus patitas.

Cuando estaba en mi ciudad natal el 31 de diciembre y mi ama se despidió de mi porque se iban a trabajar lo sabía, no volvería a ver ese gordito nunca más, estaba mayor, rengueaba, sólo veía sombras, sordo como una tapia, delgadito... Pero cómo comía y cómo olía, así se guiaba por el mundo, como un topillo, subiendo los 4 pisos de la casa con la fuerza de un pequeño jabalí de 16 años.

Hace 16 años, cuando aún vivía en casa, yo con 17, volvió mi hermana del pueblo de mis tíos con una bolita color café con leche, un dulce de leche peludo, que se hacía bola en cualquier sitio con esquinas y calentito. Le quise mucho, se juntaba a mí, a todos, aún no tenía un nombre claro, un día hablando con mi amiga Raquel de que lo había dejado con Gartxi, el novio de turno, mi ama escuchó el nombre y con él se quedó, Gartxi iba tomando forma, crecía, comía, era hermoso.

Una mañana apareció mi padre con el perro sangrando que se había caído desde la Plaza de los Fueros, 10m en picado siguiendo una paloma, el enano sangraba y lo llevamos al veterinario en cohete. A partir de ahí cambió, se curó rápido físicamente pero se quedó a medio camino, se quedó "a medio cocer", a partir de ahí sí que Gartxi fue único. No se dejaba acariciar a no ser que fuese por mi ama, ladraba sin sentido, se mordía la patita de atrás con estrés y nervio. Los accidentes ocurren y hay que seguir, así que ahí siguió con nosotros, como un sultán, paseando 200 veces al día, comiendo de restaurante, las hamburguesitas como plato predilecto, yéndose de vacaciones a Francia, Portugal...

Han sido 16 años caóticos, un perro verdaderamente ruidoso, peleón, no se dejaba dar mimos jamás, rápido como un galgo, un terremoto, no podías echar la siesta con sus ladridos, era un horror y el mejor compañero para correr y para ir al monte, maldito perro.

Como todos nosotros, tenemos fecha de caducidad, ya no comía, seguía corriendo como podía y le seguía a mi ama por toda la casa: "¡Este perro cualquier día me mata!", pero lo amaba. Su calidad de vida se redujo tan rápido que en menos de 3 semanas desde que nos dijeron que tenía metástasis se nos fue, se quedó pequeñito, sin comer, él sabía que se iba.

Me contaban todo por teléfono, al estar en otra ciudad estas cosas son casi más duras, son un asco.

El pasado viernes 9 de febrero lo llevaron a dormir, estaba sufriendo y al despertarme de la siesta el gordito ya se reunía con el resto de la familia del piso de arriba.

Estas muertes muchas veces duelen más que las de los seres humanos, Gartxi, maldito gordito, tus patitas por el pasillo se quedan con nosotros.

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Nadie

Nadie tiene tu culpa, lo arrastrado del "lo dejo para después", me me vienes a la cabeza una y otra vez.

-Nena, se ha marchado, ya está.

-Pues no, no quiero.

No es que quieras o no, es que no está; se dice a sí misma.

Recoge su habitación, no habla, piensa, intentando restarle importancia, es sábado, son las 09:30 de la mañana, tengo todo el día por delante, recoge la habitación, dúchate, hidrátate, vístete, desayuna y vete.

Así fue, se vistió con mil capas, las suficientes para sentirse segura, protegida por sí misma, salir a la calle, querer encajar, sentirse desencajada, las mil capas harán que nadie sepa nada; seguro.

Se despidió de sus aitas, cogió la bici como todos los sábados y se fue a clases de coro, de 10:00 a 12:30 no tenía que pensar en nada más que en variar sus respiraciones, lo que le relajaba el diafragma, lo que le relajaba todo el cuerpo.

Saludó a los cariñosos amigos cantores, bendita preadolescencia.

El coro compuesto por niños y niñas de entre 8 a 17 años empezaba un nuevo ensayo, "Tchak!", energía pura, "Rhythm of Life", la odiaba. La mañana iba pasando, cada vez era más consciente de lo que había pasado, ¿me he ido a coro con este percal?¿de verdad?. Me sentía fría, pero es que, tampoco quería llorar.

Al despertar esa mañana yendo a desayunar, su madre se acercó a ella.

-Sarita, tu tía Begoña ha muerto.

Pensaba que era una broma, no entendía, hacía tiempo que no se veían, pero no tanto como para que pasase algo así, ¿no?

-¿Qué?¿Por qué?¿Cómo?

Su madre al principio no quería responder, era cariñosa pero cerrada, cerrada de los nervios, de querer proteger, de no saber cuál es la mejor opción.

-...se la ha encontrado Jon, en Plentzia.

Se puso fina a ansiolíticos, y no se ha despertado. Mi tía se ha suicidado y yo me he ido a coro, con 10 años.

Han pasado 20 años de este momento y aún me acuerdo como si hubiese sido ayer.

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Nunca me fui de allá, del desaparecer en la niebla, de que nos acompañes hasta la carpa, de descubrir, del respeto completo y absoluto al ambiente, al local, del saludar, de ser amable, de callar y escuchar, de querer llegar, ¿a dónde? No sé, pero vamos por allá.

Del día que acabamos muy dentrito de la hermosa selva ecuatoriana en un camping abandonado que nunca llegó a acabarse. Subimos, con el Maxi y un amigo perrito que nos cuidó hasta el día siguiente cuando nos fuimos, solos, con los grillos, las arañas gigantes y demás abrazos.

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I never left, from disppearing through the fog, from you taking us back to the tent, the discover, complete and absolut respect to the nature, to the local, saying hi, being kind, not speaking and listening, the feeling of wanting to arrive, Where? Don´t know, but let´s go that way.

IG. saraesparcida