lasilvinna - Tumblr blog

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(vía https://open.spotify.com/album/01UVt7untipj7IgRkC4Kng?si=D2gxwE9lQSOmMqbs_UPYpw)

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La locutora.

El siguiente escrito se hizo con la intención de construir el personaje de “la locutora”, el cual sirve de entremés en Una función para dos obras.

Dice que mi padre pudo haber sido el más grande locutor de su época, pero que soy mujer y debo conformarme con el futuro que él me puede ofrecer; tener y criar a sus hijos. No nos hemos casado aún y ya me siento prisionera, pues aparentemente solo a su lado viviría una vida tranquila y cómoda. Me pregunto constantemente si una vida tranquila y cómoda es la que quiero, si realmente valdría la pena vivir sin tener un micrófono en frente mío. La respuesta siempre es NO. Vivir sin mi radio no es vivir, es someterme a una existencia vacía, pasiva e inconsciente. No somos marido y mujer, ante la sociedad aún no soy su posesión, pero si ésta me obliga a pasar el resto de mis días atrás de él, tal vez no tenga más remedio que refugiarme en las palabras que en los libros de Virginia Woolf encuentro en cada noche solitaria: No hay barrera, cerradura, ni cerrojo que él pueda imponer a la libertad de mi mente. 

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Just one of those days 🙈

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No era un perro excepcional, no sabía dar la pata ni tampoco se sentaba cuando se lo indicábamos, ni siquiera le gustaban las caricias, era amargado. Sin embargo, era nuestro perro, nuestro amigo y lo amábamos, eso lo hacía especial.

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“Yo no necesito que me toleren. Yo necesito que me respeten. Punto”

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Don Jorge.

Cuando tenía 11 o 12 años mi papá me regaló News of the World de Queen, luego de eso serían copias de The Beatles, Los Fabulosos Cadillacs, Sui Generis y Fito Páez. A los 6 años me regaló ¿Dónde Están los Ladrones? de Shakira, a pesar de no gustarle sabía que con esa forma mía de cantar sus canciones yo sería fan de la entonces pelinegra de las caderas que no mienten. Mucho tiempo después mi papá me dijo que la mejor voz en el mundo era la de Freddie Mercury y yo claro, le creí. Así conocí también a Silvio Rodriguez y a Soda Stereo.

Parece entonces que la relación con mi papá ha estado mediada por la música, pero no solo eso, a una edad que no puedo recordar, mi papá me regaló quizá el primer libro que leería por gusto y no por obligación; La Provincia Perdida de Eduardo Santa y, más adelante, Recuerdos de mi Aldea del mismo escritor nacido en el Líbano- Tolima, como él. Y así empezó un largo camino de amistad con García Márquez, Álvaro Mutis, Tolstoi, Cortázar, Gorki y con muchos de los escritores que hacen parte de la Biblioteca Libanense de Cultura.

A mi papá le debo haber elegido Sociología, le debo que ya casi, ya casi, haga de las Ciencias Sociales y Humanas mi modo de vida.

Al parecer le saqué muchas cosas a mi papá… ojalá tuviera su habilidad para hablar en público.

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Fermandeza es como mi amor platónico.

Olvidar(se)

La solución es realmente difícil: escapar de la propia cabeza. Generalmente la propuesta sería sacarse a la persona que duele de dentro, pero en este caso esa no era una opción. Sí, al principio fue lo que se procuró. Sabían que dolería, pero también sabían que era necesario, como es siempre de esperarse en estos casos. Así procedieron, pues, todos los cercanos al unísono, ayudándola a quitarse de dentro a quien de dentro era menester quitar. Sin embargo, fue mucho tiempo. La gente al rededor se olvidó que tenía que estar con ella y ella, también terca, pensó que sola podría. Sus errores se sumaron a otros errores, intentó, sin reconocer su desesperación, desencarnarse el nombre del que dolía con besos forzados de otros, pero éstos siempre terminaron por herir más.

Nadie le dijo a Alicia que lo mejor era llorar hasta secarse.

Los disparos a ciegas fueron tantos que un día, una bala perdida por ella misma disparada le atravesó la cara. En ese momento renunció; la imposibilidad habría triunfado. Se dijo que si él no iba a salirse de ella, ella lo dejaría ahí solo. Tardó un poco, sangró, pero al final consiguió irse de ese espacio infectado por quien debía olvidar. Nadie sabe si él sigue ahí de donde Alicia se fue; lo único que se dice es que ella está irreconocible, que nunca volvió a ser quien era.

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Escribiendo...

Decidí que abriría un blog porque creí que tal vez tendría cosas por contar, pensé que quizá las letras me vendrían a la cabeza como por arte de magia y que encontraría lo que llaman inspiración a la vuelta de la esquina. Lo cierto es, que aunque puede que tenga varias cosas por contar, no se trata nunca de inspiración, ni las letras llegan a la cabeza y se transponen a la pantalla del computador como por arte de magia. A mí eso no me funciona, puede que muchos escriban cuando sienten que están inspirados, pero conmigo no funciona así.

Creo que  es porque respeto mucho a la escritura. Para mí, la escritura ha de ser el oficio más difícil, pues considero que no solo se trata de escribir lo que se quiere expresar, sino de intentar que lo expresado llegue a otros, pocos o muchos; otros que se sientan conmovidos,  sientan que son ellos mismos en el papel o también que odien lo escrito, de eso se trata también la literatura. Pero incluso cuando no queremos ser leídos por otros, cuando la escritura es tan profundamente íntima, la impresión de haberlo hecho bien, de gusto por lo que escribimos, da una tremenda sensación de bienestar. Para ambos casos, la escritura debe tener un estilo y una gramática, una estética. No es escribir por escribir, no es la escritura como fin en sí mismo; es la escritura para comunicarnos con el otro, para intentar comprendernos a nosotros y al mundo, para hacer preguntas y buscar respuestas.

Por ello, si bien es el oficio más difícil, la escritura es también el oficio más bello. En ella se encuentra constantemente el fracaso, pero también las ganas de empezar de nuevo, de corregir lo arruinado. La escritura es un refugio; “cuando no podemos actuar, escribimos”, dijo Ricoeur, en la escritura nos resguardamos de la realidad.

La escritura me impresiona y me asusta. Escribir un blog puede resultar un buen ejercicio pues, como en la lectura, la escritura goza y es feliz en su soledad. 

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Pensar el futuro.

En un estado de Facebook de una compañera estudiante de sociología, leí: “Aún sigo aquí, en este presente que siento, miro y leo, por favor no me obliguen a seguir pensando en el futuro”. No conozco el motivo por el cual ella lo escribió, sin embargo, no pude dejar de pensar en sus palabras, pues me fue inevitable no considerar lo que para mí es una contradicción, a saber, la sociología y lo que parece una incapacidad de imaginar un porvenir.

Debo aclarar que no quiero juzgar los pensamientos de mi compañera, solo es mi posición sobre la forma en que espero asumirme como socióloga.

 Los dos conceptos que le dan cuerpo a mi trabajo de grado son la Utopía y la Distopía, conceptos que vienen directamente relacionados con la imagen de futuro, de porvenir, de lo venidero, etc., ya sea de una forma positiva, para el primer caso, o negativa, para el segundo. Intentar entender estos dos conceptos, me ha permitido no solo pensar en las proyecciones utópicas y distópicas que desde la literatura, por ejemplo, se han hecho del mundo, sino en la manera como la ciencia misma se ha hecho estas proyecciones a través de sus sistemas de pensamiento establecidos en las ciencias sociales, que a través de sus teorías parecen “indicar” la manera en que debe estar organizado el mundo. De este modo, como en las novelas utópicas, estas teorías plantean un modelo que se debe seguir para alcanzar una sociedad ideal, armónica y perfecta, en donde ya todo queda establecido y, por tanto no hay nada más por hacer; intentando construir una utopía, muy seguramente se terminará en una distopía.

Aquí lo dejo planteado. No pretendo desechar estas teorías, ni más faltaba, solo creo que si estas se asumen como la única verdad, entonces todo el trabajo ya estaría hecho y el oficio del sociólogo –y me atrevo a decir que de cualquier científico social– estaría de más. Por ello, considero que sí, que efectivamente debemos pensar en el presente que, resalto, creo es distópico (guerras, miseria, hambrunas, pobreza, deterioro ambiental, control al mejor estilo del gran hermano de Orwell, incluso amenazas de guerras nucleares), que supone conflicto y caos pero que, por eso mismo, no descarta nunca la posibilidad de imaginar otras realidades. Por ello, espero que como socióloga pero, además, como ser humano, encuentre la manera de caminar por el túnel que me permita materializar alguna de todas esas otras realidades imaginadas.

A manera de posdata: por estos días de reuniones familiares, novenas de aguinaldos y navidad, se recuerda  la salvación que el hijo de Dios traería al mundo  con su nacimiento, una utopía también, el paraíso del que fuimos expulsados tras el pecado de Adán, la tierra prometida.  La religión cuenta su verdad, la ciencia cuenta su verdad, los medios cuentan su verdad, nosotros contamos una verdad en nuestra cotidianidad, decidimos vivir con ciertas reglas, cierta ética y cierta moral. También decidimos si con estas nos jodemos o intentamos ser un poquito libres.