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TODO lo que aprendí cuando compré la copa menstrual
Tengo que confesarles que soy una persona tipo A, de las que hace listas para todo, busca recomendaciones, se lee los estudios y cuando compra algo se sienta a leer el manual de instrucciones. Aunque eso tiene muchas ventajas, una de las que más me gusta es que no hago tantas compras impulsivas, por eso cuando fui a comprar la copa quise que fuera una decisión consciente y aquí les comparto todo lo que encontré.
La copa menstrual es una herramienta de higiene que se inserta en la vagina para recolectar el sangrado durante la menstruación.
Escuché por primera vez de la copa en un artículo de Buzfeed en el que hablaban de la diva cup como la invención del momento que estaba revolucionando la vida de las mujeres, y la verdad se me hizo exagerado. A mi en ese momento me daba pánico ponerme un tampón entonces no entendía como uno se ponía ALGO GIGANTE (o eso pensaba en ese momento) pero bueno, ese miedo ya se me pasó.
Años después, llegó el boom de las copas y también de la reconciliación entre feminismo y ecología. Entonces la copa también brindaba una alternativa para no gastar más de 300 mil pesos al año en productos de higiene menstrual. Y ahí decidí cambiarme.
Como yo soy una persona SUPER intensa le pregunté a mis amigas por Twitter, Whatsapp, Instagram y cuanta red social hay si me recomendaban la copa y la respuesta de casi todas fue, literalmente:
"La copa me cambió la vida"
Así que empecemos con las recomendacionessss:
1. ¿La copa es para mi?
Primero lo primero, la copa no es para todo el mundo. Antes de decidir comprar una copa menstrual hay que tener en cuenta un check list y hacer unas mediciones y aquí te las dejo lo más simple posible:
a. ¿Cuál es la altura de tu cervix (o cuello del útero)?
Cuando vas a comprar la copa esto es algo que te pueden preguntar y es muy importante saber para poder elegir la talla y tipo adecuado de producto.
No importa si ya tuviste no no has tenido relaciones sexuales, eso no influye en la altura de tu cerviz y ponerte la copa no va a dañar tu primera relación sexual (te lo prometo) 💜.
Para medir el tamaño de nuestra cervix nos vamos a lavar las manos, a dejár los tabús a introducir uno de nuestros dedos en la vagina hasta que toque un tejido un poco más firme, se siente más durito.
Si solo alcanzas una falange, lo tienes bajo; si alcanzas dos falanges medio y tres es porque lo tienes alto.
Si tu cervix es baja quizás tengas que comprar una talla S o petite, y si es media o alta una talla M o L o única van a quedarte super bien.
b. Tu tonicidad vaginal
Tu tonicidad vaginal puede ser fuerte o flácida. Es fuerte, por ejemplo, si no puedes tener relaciones sexuales penetrativas, si por ejemplo te duele mucho cuando intentas ponerte un tampón o introducir un dedo.
Y es flácida si puedes introducir más de 5 dedos y si los tampones se caen cuando los introduces.
Si eres de tonicidad fuerte es mejor que busques una copa pequeña u otras alternativas. Y si eres de tonicidad flácida hay copas talla L que pueden servirte, hazle saber esto a la asesora cuando la compres.
Si estás en la mitad, una copa talla única s/m o m te va a servir.
c. ¿Qué tan abundante es tu flujo?
Esto importa para saber cada cuanto tienes que cambiarla y cuál resiste mejor.
d. ¿Tienes alergias o usas la T (Dispositivo Intra Uterino)?
Si tienes alergia al látex o a la silicona quizás lo mejor es que busques otras alternativas 💔
Y si usas T tienes que ser muy cuidadosa cuando la uses porque puede quedarse atrapada en los hilos de cobre que se usan para retirar el DIU y puede que se te salga cuando la vayas a quitar. Para aprender a ponertela primero tienes que aprender bien dónde están los hilitos para poder acomodar la copa. En general no hay problema, solo es aprender a quitártela con muuuucho cuidado, pero si tienes cerviz bajo quizás es mejor asesorarte bien sobre con qué copa corres menos riesgo de halar el dispositivo.
2. ¿Dónde compro la copa? Hay MIL opciones, muchísimas tiendas en Faceook y en Instagram y también las he visto en los supermercados de cadena. Pero hay también copas falsas que son en plástico y pueden ser MUY dañinas aquí les doy unos consejos para identificar que copas son falsas:
1. LEAN REVIEWS: los comentarios de las fotos, las fotos del producto, si tienen experiencias de compradoras, página web, si dicen los materiales y tienen certificaciones de los mismos. En Colombia, si te dicen que la copa tiene certificado Invima o de la FDA, corre de ahí porque el Invima no da registro sanitario para las copas. Si es certificado invima, es de no requerimiento.
2. Las copas con diseños super raros en el palito o que tienes tú que cortar el palito... no. Estas copas generalmente son hechas con materiales extraños y con moldes genéricos que no han sido ni probados.
3. Si está MUY barata. La copa también es una inversión y te dura como mínimo 3 años y como máximo 10 años (bien cuidada). Una promoción de dos copas por 40 mil pesos es sospechoso. El precio va desde los 60 mil hasta las más caras que pueden valer 100 mil.
4. Si no tienen información del fabricante. Si son una copa más en una caja con nombre genérico... esa copa pudo ser comprada por Aliexpress, no la vayas a comprar.
Una copa pirata es un peligro al ntroducir en tu cuerpo y te pueden producir infecciones, rajarse, y tener químicos cancerígenos.
¡Nuestras seguidoras nos recomendaron muchas!
Isha, Bloom, Beppy, Flow Fem, Diva Cup, Life Cup, Eva Cup... hay muchas opciones buenas, busca la que más se adapte a ti.
3. ¿La copa tene más beneficios?
Me dijeron DE TODO. Hay mujeres a las que les reduce los cólicos y otras que los aumentan. En general como está más arriba insertada puede durar menos el periodo y puedes hacer de TODO (si está bien puesta): correr, nadar, dormir... hay copas con las que hasta puedes tener relaciones sexuales, entonces ya es tu decisión elegir la que más se acomode.
Igual encontré que también la copa puede dar shock tóxico e infecciones, pero es muy raro. No dejes que eso te asuste para compar una.
4. ¿Por qué comprar la copa?
Mi primer pensamiendo fue "sostenibilidad". Las toallas higiénicas y los tampones contaminan mucho y otras alternativas como las esponjas, el sangrado libre y las toallas de tela pueden no ser tan prácticas (pero eso lo decides tú)
Pero después de escuchar a mis amigas, la experiencia de la copa también te conecta con tu ciclo menstrual. El poder conocer tu vagina, tu vulva y tu sangrado, también es una forma de conocerte, de entender tu ciclo y de poder comprender el momento que experimenta tu cuerpo. La menstruación para muchas de ellas dejó de ser solo una época del mes indeseable en la que se ponían una toalla y tenían que esconderse, a ser una experiencia de reconciliarse con su cuerpo y su ciclo.
También tengo amigas que me recomendaron la copa porque hace que no les da tantos cólicos y eso para mi que sufro de menstruaciones dolorosas sería un alivio, pero no es igual para todas las mujeres y primero hay que probarla para ver a ti que te sienta bien.
Yo aún no puedo decirles eso porque no la he probado (a decir verdad por físico miedo) pero ya la compré y no hay marcha atrás.
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Bueno esta es mi guía para comprar copa. Ya compré la mía y en un mes les cuento que tal me fue, gracias por los consejos a las que me contaron sus experiencias ♥️ y espero que les sirva a las que están como yo, en la búsqueda para comprarla.
Gracias especiales a Lulu, Valentina, Mafe, Maria Camila y Luz, que me llevan intentando convencer de la copa desde hace TIEMPOS. Ya por fin les hice caso 👏
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“no le pongas cuidado, que estaba borracho”
Por: Samantha Barrios
Fui víctima de violencia verbal de género pero “no le pares que estaba borracho”
No es hasta que vives una situación de agresión verbal que entiendes lo vulnerable que puedes sentirte, la sociedad prepara a las mujeres para defenderse porque es incapaz de educar a las personas para que se respeten.
Para mi la peor parte es la cantidad de veces que me pregunté, ¿por qué no hice algo para defenderme? Y es que en ese momento solo quieres que termine, que dejen de gritarte y agredirte en público, algo que nunca te imaginaste que podía pasarte. Además, pensé que no me iba a afectar y que lo mejor era no ponerse a discutir con un borracho. Me pregunto si él hubiese hecho eso con alguien que sabía que pelearía de vuelta y quizás hasta con golpes.
¿Qué fue lo que pasó? El viernes en la noche salí con un grupo de amigos y me encontré con unos ex compañeros de trabajo, todos estábamos bebiendo... cuando era el momento de irnos, una persona con la que hice negocios comenzó a decir comentarios como “esa es la canción de las perras” y alguien se me acerca y me dice “no le pares, está borracho” por lo que entendí que estaba diciéndolo por mi. Acto seguido comienzan a cobrarle la bebida y él dice “cobrale a Samantha que ella me debe” y comenzó a vociferar un problema laboral con toda la intención de dejarme mal parada delante de las personas que estaban en el lugar.
NADA justifica que alguien intente humillarte y te grite, que alguien crea que tiene algún tipo de poder sobre ti, porque, aunque "el que queda mal es él", no sabía el malestar que me iba generar esa agresión, esos gritos que decían “sal de allí” yo estaba en un espacio al que él no tenía acceso físico a mí, pero quién sabe si lo hubiese tenido qué pudo pasar…
Es muy difícil que una persona que no lo ha vivido entienda lo que es que alguien te ataque como nunca nadie te había atacado. Yo leo sobre violencia de género, pero es hasta que lo vives que entiendes lo que significa tener que defenderte de un bully, que cree que por tener empleados o ser hombre puede tratar sin respeto.
Busqué en internet las razones por las que una persona puede solicitar una orden de alejamiento: Violencia, abuso sexual, homicidio, acoso (y me imagino el nivel que se debe necesitar), porque en esta sociedad a menos que alguien te "haga algo" que te traumatiza para toda tu vida “no ha pasado nada” porque la pregunta es, ¿pero te pegó? Y la verdad es que sería más sencillo explicarlo sin sonar “intensa” si me hubiese pegado, sería más simple mostrar lo que está mal.
Escribo por catarsis y publico para alguien que puede estar siendo víctima de agresiones verbales o psicológicas se defienda, porque la sociedad no lo hará. Para mi, las personas que callan o no hacen nada ante una agresión para evitar “empeorarlo” o por solo un “no le pares” son parte del problema. Mi intención no es acusar, es que reflexionemos, porque NADA justifica la violencia verbal y el maltrato o el intento de humillación. Una agresión sea verbal, sea de género, sea física, siempre deja marcas, marcas que pueden sanar, enseñarte o hacerte más fuerte, pero lamentablemente esto no pasa en todos los casos, la resiliencia es necesaria para superar marcas que nadie debería tener.
Samantha es una apasionada del mercadeo y las comunicaciones digitales. Es fundadora de una agencia, defensora de la igualdad de género y la protección del planeta. Sus amigos la consideran una persona entusiasta, empática y enérgica.
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Demostrar que no somos mujeres
Sergio Daniel Arrieta Vera
Como recordarán, hace algunos meses, un adolescente fue brutalmente golpeado en el barrio El Batán en Bogotá, en una de las tantas riñas ocurren en la ciudad cada fin de semana. Más allá de la paliza, que merece todos los reproches, este evento nos invita a una serie de reflexiones que quiero compartir en esta columna: primero, el rechazo a la violencia – siempre tan innecesaria – que estamos acostumbrados a replicar como sociedad; segundo, la peligrosidad del mandato que nos exige, especialmente a los hombres, utilizar la agresión como mecanismo para alcanzar nuestros objetivos; y tercero, la utilidad del feminismo para reducir la violencia de la que somos perpetradores, pero también – muchas veces – víctimas.
Publico este escrito en un portal feminista, no para acudir a aquellos lugares comunes que afirman que “la violencia no tiene género” y que se tapan los ojos ante las victimizaciones de las son sujetas, sobre todo las mujeres. Por el contrario, recurro al feminismo porque son sus principios de equidad y no-violencia los que nos permitirán abolir los comportamientos de los que somos, como hombres, víctimas y victimarios, como en el caso de las riñas. Aprendimos a ser violentos. Creo que hablo por la mayoría cuando afirmo que, desde pequeños, los hombres aprendemos la agresividad como mecanismo para cumplir nuestras metas; se nos enseña a ser agresivos para ocupar un rol social por encima de nuestros pares, y hasta se nos dice que actuar con violencia es una manera de “hacernos respetar”, ¡irónico! Con esto no quiero decir que las mujeres no aprendan ningún tipo de violencia, pero sí – aunque sea discutible – considero que se desarrolla de otras maneras, quizás menos directas. Sin embargo, entre la agresividad ejercida por hombres y mujeres, sí hay una diferencia fundamental: los hombres aprendemos a usar la violencia para demostrar que no somos mujeres.
Tener que probar que no se es mujer – usando la fuerza bruta como método – es un asomo de la jerarquía patriarcal que gobierna casi todas nuestras prácticas sociales. Frases tan comunes como “no sea niña y pelee” o “usted pega como una mujer” esconden varios preceptos profundamente machistas: primero, que es preferible “ser hombre” a “ser mujer”; segundo, que “ser hombre” es equivalente ser fuerte y valiente, mientras que “ser mujer” es igual ser débil y cobarde (nada más alejado de la realidad); y tercero, que es mejor agredir y ser agredido que ser considerado como alguien femenino. Estas ideas son constantemente reforzadas, y aplaudidas, por nuestro entorno. Y es por esta razón que los principios feministas son los que abren la posibilidad a los hombres de construir nuevas masculinidades basadas en elementos diferentes a la ‘no-feminidad’, dejar de replicar este tipo de violencias y, por consiguiente, ser menos víctimas de ellas. El objetivo de la lucha feminista – aún tan lejano – de que se considere a todas las personas, independientemente de su género, como ciudadanos de “igual valor social” elimina las jerarquías y, con ellas, desaparecería la necesidad que aprendemos los hombres de demostrar que no somos mujeres.
El feminismo, por su naturaleza, ha concentrado sus esfuerzos en abolir las victimizaciones que afectan principalmente a las mujeres; sin embargo, el carácter pacifista del pensamiento feminista es tan amplio que nos permite a los hombres encontrar refugio de las violencias que solemos generar, adoptar nuevas masculinidades, y liberarnos de la carga que implican los mandatos del machismo (por su puesto, que esto también implica renunciar a los inmensos privilegios que están en esa misma mochila). Esto abrirá las puertas a mejores relaciones y, por ende, a mejores sociedades.
Por eso, invito a mis lectores hombres a objetar el patriarcado; los invito a acoger los principios de equidad, de cuidado y de paz implícitos en el pensamiento feminista, no solo por “solidaridad” o por pagar la deuda histórica que tenemos por haber relegado a las mujeres a ser ciudadanas ‘de segunda clase’, sino porque nos conviene a todes.
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La mujer: cuerpo-territorio en Colombia
Por: Maria Juliana Quintero
Para empezar a leer esta columna de opinión quiero que sepan esto: sin la mujer, los diferentes y variados territorios de Colombia no se hubieran desarrollado.
Las mujeres en Colombia, según las estadísticas del DANE en el Censo poblacional y de vivienda del 2018, representamos el 51,2% de la población. Siendo las mujeres de 15 a 64 años de edad el grupo generacional que aporta más personas al género femenino.
Según lo anterior, las mujeres somos el grupo poblacional más grande del país; no obstante, hemos sido las más violentadas por el mecanismo impune y represivo del Estado. A pesar de esto, hemos empezado una lucha por la protección de nuestros territorios y cuerpos.
Para el feminismo, el concepto de cuerpo-territorio es importante y aun más para el caso de Colombia. Muchas académicas en el país han querido desarrollar esta significación. Quiero traer a colación a Juana Lara (2019), menciona que las mujeres se construyen desde la asignación que le dan a su cuerpo, pero también influyen las prácticas ambientales y culturales según el territorio que habiten.
En Colombia, los actores armados ejercieron una violencia que no solo atacó al entorno físico, sino también el entorno simbólico de las diferentes comunidades. Siendo las mujeres el grupo poblacional más afectado, ya que, sus cuerpos se volvieron territorio de hechos barbáricos.Pero, las mujeres víctimas que se caracterizan por ser rurales, campesinas afrodescendientes e indígenas también han aprendido a resistir, donde empiezan a reconocerse y crear organizaciones de resiliencia.
El conflicto armado puso a la mujer ante una nueva realidad llena de violencias contra su cuerpo y su territorio. También, marcó nuevos roles ante la sociedad y cambios en las relaciones de subordinación. La violencia a la que se vieron enfrentadas muchas mujeres en el país van desde las ejecuciones extrajudiciales, el desplazamiento forzado, la violencia sexual, hasta el derecho a la tierra. Esto ha producido un impacto psicosocial en ellas y en sus comunidades. Por ejemplo, en regiones como los Montes de María, la violencia sexual predominó y dejó una marca en las mujeres que habitan y habitaban esta zona; ya que, el concepto de mujer y sexualidad se basa en la cultura del honor, donde se castiga a la víctima porque pierde su prestigio y reputación, dejando libre de culpas al victimario. En este caso, el territorio también se ve afectado porque las víctimas y sus familias debían abandonar sus hogares dejando atrás la construcción de la asignación que le dieron a sus cuerpos y lo simbólico que tenían sus lugares de vivienda. Las mujeres que eran categorizadas como lideresas sociales, que protegían sus territorios y las personas que vivían en ellas, se volvían un objetivo como señala un informe del Centro de Memoria Histórica porque con “…su actitud y actividad retaban el poder y la supremacía de la figura masculina…” (2011). Uno de los casos que me llamó la atención cuando estaba haciendo la investigación para este escrito es el de la Señora Rosalba Córdoba Salazar, una reconocida lideresa social en el Chocó. Ella ha defendido a su población, desde los derechos humanos, el territorio, hasta la protección ambiental. Ella fue una de las víctimas y testigos de la “Operación Orión” ejecutada por la Brigada XVII del Ejército Nacional en cabeza del General Rito Alejo del Río Rojas. Esta líder ha representado a las víctimas en Comunidades de Autodeterminación, Vida y Dignidad del Cacarica.
Esta lideresa social, durante los últimos cuarenta y cinco años de labor, ha buscado resguardar las tradiciones ancestrales de su pueblo; sumándole, que fue una de las primeras personas en construir la Zona de Biodiversidad de su comunidad, una forma de protección que las comunidades aplican para defender el territorio frente a su acaparamiento. La muerte le ha seguido los pasos ya que, en los últimos años ha recibido varias amenazas de muerte. Sin embargo, lo importante es que buscan la defensa de la vida y del territorio sin métodos violentos. En conclusión, la realidad de la lucha de las mujeres en Colombia, por una búsqueda de respuestas sobre la dignidad de sus cuerpos y tierras, ha sido fuerte. Con adición a esto, es importante visibilizar a la sociedad de lo ultrajante que ha sido el conflicto con las mujeres y su territorio, para que estas prácticas no se vuelvan a repetir.
Bibliografía Colombia. Centro Nacional de Memoria Histórica. (2013). La vida cuenta: serie radial basada en el informe¡ Basta ya!, Colombia: memorias de guerra y dignidad. Centro Nacional de Memoria Histórica De Suecia, E., en Colombia, E. S., & Semana, F. (2016). Mujeres y guerra: víctimas y resistentes en el Caribe colombiano. Organización Internacional para las Migraciones (OIM-Misión Colombia). De Las Mujeres, R. P. (2013). La verdad de las mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia. Informe de Comisión de Verdad y Memoria. Bogotá: Ruta Pacífica de las Mujeres. Lara De La Rosa, Juana María. (2019). El lugar de los cuerpos-territorios de las mujeres indígenas en procesos de desterritorialización y reterritorialización radicadas en Bogotá, Colombia. La ventana. Revista de estudios de género, 6(50), 45-79. Recuperado en 24 de agosto de 2020, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-94362019000200045&lng=es&tlng=es. Salvalaselva.org. 2012. Mujeres, Territorio Y Vida En Colombia. [online] Available at: <https://www.salvalaselva.org/noticias/4123/territorios-y-vidas-con-nombre-de-mujer-en-colombia> [Accessed 25 August 2020].
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Crisis carcelaria en Colombia ¿por qué necesitamos un enfoque de género?
Por: Mariana Botero Ruge
Antes de que se desatara a la crisis por el COVID-19 en Colombia, la situación en las cárceles ya era delicada y poco a poco se hacía insostenible. En la actualidad, uno de los temas mas delicados dentro del marco de la crisis carcelaria y penitenciaria en Colombia es el hacinamiento. Según el diario “El Espectador”, la situación de hacinamiento en la actualidad supera en un 48% por sobrepoblación, cifra que puede llegar a aumentar, dependiendo de la cárcel (Redacción judicial, 2019). Es tan generalizado el conocimiento de esta situación que el movimiento nacional carcelario denunció estos hechos ante las Naciones Unidas, a través del Alto Comisionado para los D.D.H.H aduciendo que “Es tan la dramática situación que se vive dentro de los penales en Colombia, que el hacinamiento en algunos pabellones de cárceles como la Modelo, la Picota, el Buen Pastor (para mujeres) en Bogotá, o Bellavista en Medellín y Villanueva en Cali, superan el 400%” (Agencia de información laboral, 2020).
Para la fecha en que se escribe este trabajo, 29 de julio del 2020, ya son existen mas de 200 casos de contagios y una fallecida en la cárcel “El buen pastor” (López, 2020). Sin embargo, las reclusas continúan sin tener asistencia médica adecuada ni una alimentación adecuada, incluso compartiendo baños y duchas con las mujeres contagiadas.
Sin embargo, esto parece ser solo el comienzo de la crónica de una pandemia anunciada: además del notorio hecho que el COVID es un virus terriblemente contagioso, estamos hablando de un sistema habilitado para 80,000 personas, que en este momento alberga mas de 120,000 (Montaño, 2020) donde, por supuesto, es imposible practicar algún tipo de aislamiento o distanciamiento social.
Desde los inicios de la crisis por coronavirus, la gente exigió al Ministerio de Justicia actuar frente a la situación de las cárceles. Se pedían medidas mas flexibles y comprensivas frente a los reos. Así pues, el Gobierno Nacional declaró la emergencia carcelaria, y, después de 23 días, el Ministerio de Justicia y el INPEC expidieron, el 14 de abril, el decreto 546 del 2020 “Por medio del cual se adoptan medidas para sustituir la pena de prisión y la medida de aseguramiento de detención preventiva para evitar propagación de Covid-19 en centros penitenciarios”, con el cual el gobierno nacional buscó mitigar la situación de crisis carcelaria (Ministerio de Justicia y del derecho, 2020).
En un principio, el decreto del ministerio de justicia parecía responder a las necesidades de la crisis actual, e incluso, tener enfoques de género y discapacidad. De manera muy amplia, este consiste en conceder una medida de prisión domiciliaria, transitoria por seis meses, a adultos mayores de 60 años, madres gestantes o con hijos menores de 3 años, personas con enfermedades graves, con discapacidad o movilidad reducida, personas que hayan cumplido el 40% de su pena privativa de la libertad en la cárcel, y aquellas que estén pagando penas por delitos menores.
Sin embargo, fueron muchos los abogados que se decepcionaron a la hora de analizar el decreto 546. Lo anterior, porque a la hora de aplicarse, termina sin ser un verdadero alivio a la crisis, debido a que la lista de delitos que están excluidos del beneficio sustitutivo de la pena, no solo es muy larga, sino que incluye los punibles que han llevado la mayor cantidad de reos en las cárceles. Así las cosas, son mas de 70 tipos penales donde aquellos que hayan sido condenados o sean sindicados con medida de aseguramiento no serán beneficiados.
Siguiendo, es entonces necesario analizar cómo el decreto 546 se relaciona con la condición de la mujer en el sistema penitenciario de Colombia, y si este tiene un enfoque de género lo suficientemente efectivo. Partimos de la base que este decreto busca ayudar a las mujeres por dos medios: primero, favoreciendo a las madres gestantes y con menores de tres años; y segundo, no permitiendo que los perpetuadores de violencia sexual e intrafamiliar sean favorecidos con este decreto. En un principio, entonces, se podría pensar que este es un decreto que lo pensó todo, pero realmente es un decreto que no solo deja desamparada a la población carcelaria, sino que afecta principalmente a las mujeres. Lo anterior debido principalmente a dos cuestiones: primero, no responde a las necesidades básicas de las mujeres en situación carcelaria; y segundo, excluye los delitos por los que existen mas condenas hacia mujeres en Colombia, desconociendo profundas dinámicas sociales.
Para entender por qué este es un decreto que vulnera los derechos de las mujeres, hay que partir de una base muy importante: la situación carcelaria de las mujeres es sistemáticamente ignorada. Si bien, en un marco mayor, la situación de hacinamiento en Colombia es crítica, siempre que se abren debates sobre el tema, giran únicamente alrededor de los reclusorios masculinos o, si es el caso, hablan de forma muy general, desconociendo el hecho que las dinámicas por las que los reclusorios de hombres y mujeres están en crisis, son diferentes.
La excusa histórica para no invertir en los centros penitenciarios femeninos ha sido la misma: son muchos mas los reclusos hombres que mujeres, por lo que estos necesitan mayor cantidad de recursos; Esto, sin embargo, es una verdad acomodada pues aunque, evidentemente, son muchas mas las condenas hacia hombres que a mujeres, esta afirmación ignora que la población carcelaria femenina ha crecido en mas de un 429% desde los años noventa (Comité Internacional de la Cruz Roja, 2019) Así es como en la actualidad, de los 141 centros penitenciarios a cargo den INPEC, únicamente 6 son para mujeres (menos del 5%), no por falta de necesidad, sino por ausencia de compromiso, pues el índice de hacinamiento es de 86% en los reclusorios femeninos, mientras que en los masculinos es de 53,7% (Ariza, 2013). Además, olvida la gente que analiza el hacinamiento en el país, que aparte de las mujeres que aparecen en las cifras por condenas, se deben tener en cuenta los registros de menores de tres años que viven con algunas reclusas dentro del centro carcelario.
El sistema penitenciario es un sistema construido por hombres para hombres, que busca adaptar las necesidades de estos a las “pocas” mujeres que deben ser privadas de la libertad y que ignora dinámicas diferenciales como lo son la presencia de menores, las condiciones que responden a la naturaleza propia de la mujer y las razones por las que las mujeres terminan siendo recluidas. Así pues, las reclusas viven de primera mano la precariedad de los sistemas de sanidad, alimentación e infraestructura; con limitado acceso a médicos, comiendo comida en estado de descomposición y manipulando instalaciones eléctricas son artesanales (La FM, 2016).
Así mismo, con lo que respecta a los tratamientos de salud existe una gran diferencia con las cárceles masculinas: la necesidad de ginecólogos, psicólogos y psiquiatras por los cuidados que se deben tener con las reclusas en estado de embarazo y lactancia. En las cárceles no existen espacios propicios para un cuidado de madres y neonatos, quienes están expuestos a situaciones insalubres y a la propagación de todo tipo de enfermedades e infecciones. Mucho menos hay espacios de cuidado a los menores de tres años que viven con sus madres, donde puedan aprender o tener actividades recreativas durante el día. A parte de las madres y sus necesidades particulares, es importante tener en cuenta que, por ejemplo, en el reclusorio “El Buen pastor”, ha habido brotes de varicela, sífilis, VIH y hasta tuberculosis, sin recibir un tratamiento adecuado ni digno (Jaramillo, 2018)
Ahora, teniendo en cuenta lo anterior, es necesario entender las dinámicas propias de la criminalidad femenina en el país. El perfil de la mujer condenada en Colombia es bastante marcado: cabeza de hogar, de bajos recursos, sin estudios superiores, y víctimas de algún tipo de violencia (Comité internacional de la cruz roja, 2019). Pocos se preguntan la raíz de la criminalidad femenina, y son muchos menos los que detectan la causa: la necesidad y la pobreza. Según cifras del CICR el 53.4% de las condenadas e imputadas en el país indican que entraron a la delincuencia por razones relacionadas con su vulnerabilidad económica.
Además, la pena privativa de la libertad para una mujer en Colombia tiene un impacto directo en uno de los bienes jurídicos tutelados por la constitución: la familia. Según el informe del CICR, al momento de su encarcelamiento el 85% de las mujeres capturadas eran madres, y el 54% de ellas vivían con sus hijos menores de 18 años, de los cuales eran las principales cuidadoras y fuente de ingresos económicos para su manutención. Las repercusiones no solo propician una condición de injusticia de género, sino un desamparo a los menores, que seguramente tendrán que acudir a medios delictivos para sobrevivir. Así, la primera pregunta que nos deberíamos hacer es ¿Es la cárcel una herramienta idónea para solucionar el problema de delincuencia femenina?
Mirando mas de cerca las cifras de delincuencia femenina, el el 43.48% de las mujeres procesadas penalmente, lo están por delitos relacionados con la fabricación, tráfico o porte de pequeñas cantidades de estupefacientes (Corte Interamericana de derechos humanos, 2006). Lo verdaderamente curioso de esta situación, es el trato que se les da ante la jurisdicción: se les castiga como cabecillas, cuando realmente son el último eslabón de la cadena de producción y realmente su condena no tiene ninguna repercución en la lucha contra las drogas. Al momento de impartir justicia, es importante cuestionarse que tan necesaria es una pena, mucho mas intramural, cuando estamos frente personas que no representan un riesgo alto para la seguridad ciudadana.
Ahora, en relación con el decreto 546 del 2020 existe un grave problema: dentro las excepciones a la pena sustitutiva por seis meses se encuentra el tipo penal de “delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes” el cual cobija a casi el 50% de las reclusas del país. Si bien, esta excepción puede no afectar a tal magnitud la población masculina privada de la libertad, pues estos delitos no son los mas cometidos ni perseguidos para este género, el decreto emitido por el Ministerio de Justicia y el Derecho es un ataque directo a la población femenina, víctima una vez mas de un sistema que propicia condiciones desiguales para ellas.
Además del tráfico de estupefacientes, el decreto exceptúa los tipos penales de “concierto para delinquir simple y concierto para delinquir agravado”,y el tipo penal de “hurto”, que son el segundo y el tercer tipo penal mas cometido por mujeres respectivamente. Así, sin entrar a analizar a profundidad el resto de delitos excluidos por la norma, cerca de 5388 mujeres (al rededor del 70% de las reclusas) quedan inmediatamente, y sin ninguna consideración personal, fuera de la posibilidad de ser beneficiarias, en riesgo del COVID19 y continuando con el hacinamiento.
El decreto 546 es la clara muestra de una verdad que muchos no quieren ver: las decisiones en materia penal nunca son pensadas de manera inclusiva. Los enfoques diferenciales han sido satanizados y suelen ser tildados de “injustos” o que “rompen la igualdad ante la ley”, pero son todo lo contrario. Es necesario que el Ministerio de Justicia comprenda que el enfoque de género no es, de ninguna forma, un favoritismo hacia las mujeres. Según el texto “Feminismo y política criminal” el enfoque de género son “consideraciones a fin de reconocer y comprender las diferencias que existen entre hombres y mujeres, pero no perpetuarlas, sino más bien, propender a relaciones equitativas que reviertan el histórico rol de sumisión de la mujer” (Barra, 2019, p.47). Entones, entendemos que el enfoque de género en el derecho no busca, de ninguna forma, favorecer a las mujeres, sino propender por establecer condiciones más justas para las personas que, a causa de su identidad de género han sido sistemáticamente discriminadas.
No es posible seguir evadiendo la realidad de que las mujeres necesitan condiciones diferentes y que el sistema penitenciario colombiano es arcaico y obsoleto frente a los retos que trae una sociedad como la que hoy tenemos. Es necesario buscar medidas alternativas a la pena privativa de la libertad, que sean más efectivas y tengan un menor costo, pero no solo eso, sino que busquen reducir la reincidencia y mitigar las vulnerabilidades a las que se ven expuestas las mujeres cuando entran en el sistema penal.
Bibliografía Agencia de información laboral. (2020). Crisis carcelaria en el COVID – 19: una bomba de tiempo. Obtenido de http://ail.ens.org.co/informe-especial/crisis-carcelaria-en-el-covid-19-una-bomba-de-tiempo/ Ariza, Libardo. (2013). https://uniandes.edu.co/es/noticias/en-el-corazon-del-buen-pastor. Obtenido de https://uniandes.edu.co/es/noticias/en-el-corazon-del-buen-pastor Barra, Francisca (2019) “Feminismo y política criminal” en: Feminismos y polÍtica criminal : una agenda feminista para la justicia ; 1a ed. - Buenos Aires, Instituto de estudios comparados en ciencias sociales y penales. Pp. 41-49. Comité internacional de la cruz roja. (2019). Informe cárceles y mujeres en Colombia. Obtenido de https://www.icrc.org/es/document/informe-carceles-y-mujeres-en-colombia Corte Interamericana de derechos humanos. (2006). MUJERES Y PRISIÓN EN COLOMBIA: ANÁLISIS DESDE UNA PERSPECTIVA DE DERECHOS HUMANOS Y GÉNERO. Obtenido de http://corteidh.or.cr/tablas/24314.pdf Jaramillo, Miguel (20 sep. 2018 - 6:20 p. m.) “Sin psicólogos de planta y comiendo pollo podrido, así viven internas de El Buen Pastor” Diario El Espectador. Recuperado de: https://www.elespectador.com/noticias/judicial/sin-psicologos-de-planta-y-comiendo-pollo-podrido-asi-viven-internas-de-el-buen-pastor/ La FM. (8 Mar 2016 12:11 PM). Defensoría halló condiciones precarias en centros penitenciarios de mujeres. Obtenido de https://www.lafm.com.co/colombia/defensoria-hallo-condiciones-precarias-en-centros-penitenciarios-de-mujeres López, Juan (29 de julio 2020 , 08:38 a.m.) “Así está la grave situación del coronavirus en las cárceles de Bogotá” Periódico El Tiempo. Recuperado de: https://www.eltiempo.com/justicia/servicios/grave-situacion-en-carceles-de-bogota-por-el-coronavirus-523378 Montaño, María (15 abr. 2020 - 5:25 p. m) “Cárceles en Colombia, una “olla a presión” en tiempos de COVID-19” Diario El Espectador. Recuperado de: https://www.elespectador.com/coronavirus/carceles-en-colombia-una-olla-presion-en-tiempos-de-covid-19-analisis-articulo-914794/ Redacción judicial (20 de agosto de 2019 10:59 a. m.) “El hacinamiento en cárceles ha sobrepoblado estaciones de Policía y URIs, advierten expertos” Diario El Espectador. Recuperado de: https://www.elespectador.com/noticias/judicial/el-hacinamiento-en-carceles-ha-sobrepoblado-estaciones-de-policia-y-uris-advierten-expertos/
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El amor de las mujeres
Por: Gabriela Forero Amézquita
De entrada, tengo que decir que crecí pensando que lo normal era odiar a otras mujeres. Crecí con el pensamiento de que las mujeres no son de confianza, son chismosas, cizañeras, les gusta hacer sufrir a los demás, tienen planes malvados, meticulosos, quieren sobresalir a toda costa; las mujeres no quieren a otras mujeres y por eso lo mejor es tener únicamente amigos varones.
De niños tenemos pactos silenciosos que no le contamos a nadie, contratos secretos, y dentro de esos nuestras propias reglas para hacer amigos: tiene que gustarle el color amarillo, mejor si también no le gustan las matemáticas... Para mi una de esas reglas no escritas era que no hay amistad real entre mujeres, que las mujeres te traicionan, te tienen envidia, no te soportan y por eso no podía confiar en ellas. Y con esta regla, fui yo muchas veces la mujer que traicionó, habló mal, juzgó, tuvo envidia y odió a otras mujeres. Yo perpetué el estereotipo e hice parte de un sistema que enfrenta las mujeres las unas con las otras.
Mucho más tarde en mi vida, ya en la universidad, empecé a tener amigas y esta perspectiva fue cambiando. Mis amigas se convirtieron en mis cómplices, en mi mayor apoyo y había una gran admiración mutua. Fueron ellas las que me impulsaron a cumplir metas que para mí parecían irrealizables, un poco locas. Me animaron y me reconfortaron cada vez que uno de mis proyectos no salía como quería y quizá en su momento minimicé su apoyo y lo di por sentado, hoy es mi recurso más grande.
Mis amigas fueron mis primeras seguidoras en La Oficina, mis principales colaboradoras en las columnas; fueron mujeres que a pesar de estar distanciadas del feminismo o de tener una agenda feminista distinta a la mía, me alentaron y me dieron alas y aún me las dan todos los días. Las amistades poderosas tienen ese algo que te impulsa. Para mi ese algo no puede ser otra cosa sino amor.
Leyendo para hacer uno de los post de La Oficina, porque mi pasión más grande es investigar, me encontré con un texto de Marcela Lagarde sobre sororidad en la que nos pregunta: ¿qué sería de las mujeres en el patriarcado sin estar la una para la otra aguantando juntas? ¿qué sería de las mujeres sin el amor de las mujeres?
No hay lucha feminista sin el amor de las mujeres, sin el empuje de una a otra para insistir por un mundo equitativo. Cientos, miles de libros y sonetos se han hecho elogiando el ciego amor romántico hacia las mujeres, pero pocos mencionan el amor y la complicidad entre mujeres. En esa experiencia compartida, en la complicidad y sororidad que viene con el ser mujer hay también un vínculo de amor.
Por eso hoy le hago esta carta abierta a las mujeres en mi vida: gracias por hacerme valiente. Gracias a las mujeres que apoyaron mi crianza, que me hicieron ver que era fuerte , con talentos, que me ayudaron a cultivar disciplina y rigor. A las que me acompañan en el día a día con palabras de aliento y sostén. A las mujeres que luchan por los derechos, que creen y defienden sus ideas les tengo una gran admiración porque se requiere coraje para ser activista. A ellas, gracias por enseñarme y debatirme. Si no hay espacio en el debate, nuestra libertad no existe.
Y gracias a todas las que siguen La Oficina, a todas desde todas las aristas, incluso a las que no creen aún. Gracias a cada mujer que deja un comentario y a cada corrección. Incluso gracias a aquellas que no estando de acuerdo incentivan el debate porque como decía Habermas, los mensajes crean riquezan e influencia política.
Amar, en definitiva, es un acto feminista.
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BDSM: romantización del maltrato o descubrimiento erotico y sexual?
Por: Maria Juliana Prieto Gracia
Antes de empezar con la columna quisiera decir que esto son cuestionamientos propios que he vivido a partir de mi interacción en el mundo del BDSM.
Para quienes no saben, B.D.S.M se traduce literalmente a Bondage, Disciplina, Sumision/sadismo y masoquismo. Con modalidades eroticas que en conjunto se refieren a "sexualidades alternativas", es decir, que se exploran varios puntos del sexo para "avivar" la relación, sentir cosas nuevas y encontrar gustos que no se sabían que existían.
Yo empecé mi camino con el BDSM exactamente a los 18 cuando de manera desfavorable empecé a leer 50 sombras de grey. Varias personas parte de la comunidad están de acuerdo con que 50SDG romantiza el abuso y el control y no es para nada BDSM, sin querer extrapolar vivencias distintas, aquí les cuento la mía y mis cuestionamientos frente a estas prácticas sexuales.
El BDSM si bien se diferencia de cualquier abuso o violación porque NECESITA de un consentimiento, hace uso de los roles y de la disciplina como factores FUNCIONALES para su realización en el plano sexual. El BDSM explora un sinsentido de placeres que vienen relacionados con la cultura de la violación; se esconde bajo la premisa de descubrir el erotismo que se esconde entre parejas, pero la realidad a mis ojos, es otra. El BDSM representa el abuso consentido, es todo lo que te gustaría hacer pero no puedes, es la puerta del sí para abusar de tu pareja y lo más curioso es que la mayoría de sumisos que se encuentran en esta red, son mujeres.
Aquí se toca un punto importante, pues parece que esta misma cultura nos afecta en todos los sentidos… nosotras sabemos que no queremos ser sumisas de nadie pero si lo transferimos al ambito sexual, a muchas les gustaría intentar ser dominadas. Yo le debo este tipo de sentimientos al porno y es claro que ha influenciado mucho en las prácticas de este estilo, a pesar de que muchos practicantes del mismo dicen que el BDSM no es violencia porque TIENE CONSENTIMIENTO: pues dejenme decirles que sí lo es, el BDMS no solo romantiza la violencia sino que la sexualiza.
Hace ver como que la violencia consentida puede llegar a causar placeres sin pensarse que puede estar causando manipulación en la otra persona. El BDMS contiene además un componente de pedofilia que muchos no identifican, por el mismo hecho de que esto se ha visto como un imaginario sensual que no permite una valoración más allá del placer. Palabras o frases como "tell me im your master" [dime que soy tu amo], "tell me im your daddy" [dime que soy tu papi] son componentes pedofilicos pues se asume que la sexualidad es mucho más placentera si lo ponemos en un plano de juventud temprana y de dominación en el que si se dice "yes baby" [sí bebé] significa que la representación de lo infantil y lo vulnerable, produce deseo y sensualidad.
El BDMS es una prática lejos de ser empoderante, feminista o liberadora. Es una creación más para someter a las mujeres bajo la excusa del placer.. placer que además, es condicionado a los saberes y deseos del "maestro". El bdsm solo por requerir consentimiento jamás significará la liberación de la violencia.. es solo otro patrón más de opresión.
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Vivimos en un mundo que normaliza el acoso sexual Por: Violeta Brock
Hemos crecido en un mundo en donde nos enseñan a las mujeres desde muy pequeñas a cuidarnos entre nosotras, a no salir solas y no ponernos ropa “provocativa”. Hemos crecido en un mundo que le echa la culpa a la mujer que denuncia acoso sexual, y la tilda de “loca”, “mentirosa”, “resentida” e “histérica”, mientras que el hombre, acosador sexual, se vuelve la víctima. Nos han enseñado a las mujeres a no dejarnos violar, pero no a los hombres a no hacerlo.
Lastimosamente vivimos en un mundo que ha normalizado el acoso sexual, y tristemente ninguno de nosotros se salva. Todos y todas hemos caído en patrones machistas y comportamientos que ayudan a perpetuar la misoginia y la violencia de género. Nos hemos reído de la niña que borracha se dio besos con desconocidos, las que hemos sido esa niña nos hemos sentido culpables al día siguiente, no hemos hecho nada cuando nuestros “amigos” acosan sexualmente a otras mujeres sin siquiera darse cuenta, y nos hemos creído el cuento de que el acosador o violador es solo ese man que se esconde en una esquina y nos sigue por la calle a las dos de la mañana.
El acosador no es el que nos sigue a las dos de la mañana, ni el que nos da miedo cuando vemos en la calle, no es “el feo”, ni “el raro”, es nuestro amigo. Hace poco me recordaron esa frase que se dice por ahí sobre los acosadores, la que dice que “el acosador o violador no es un loco criminal, sino un hijo sano del patriarcado”. La frase parece volverse más cierta con el paso del tiempo, pero la verdad es que ha sido así desde siempre.
Para mi los modelos de ONU fueron espectaculares. Los seis años que estuve metida en ese mundo fueron los mejores de mi vida y cada modelo fue mejor que el anterior. En ONU conocí a mis amigos de la vida, cree vínculos y me construí a mi misma. ONU fue siempre mi lugar seguro, mi burbuja. Es por eso que me ha dado tan duro entender que para muchas ha sido todo lo contrario. Todas las denuncias que han salido durante estos días sobre acoso en Modelos de Naciones Unidas me han obligado a reflexionar sobre las veces que, sin darme cuenta, permití que sucedieran este tipo de cosas, las veces que pude haberme portado diferente y no lo hice, las veces que dejé pasar comportamientos violentos porque el man era mi amigo, o las veces que debí darme cuenta y no lo hice.
A todas las personas que están contando sus historias quiero pedirles perdón. Toda mi vida desde que tengo memoria he dado esta pelea, incluso sin entender bien de que se trataba. De niña fui victima de acoso sexual, gran parte de mi vida se centró en eso, pero tuve apoyo legal y psicológico, y salí adelante. Estudié derecho en gran parte porque dentro del sistema judicial colombiano, lento, vago, y poco eficaz, hubo algo que me protegió y me permitió ser quien soy hoy en día. Esta es una pelea que doy hoy y que daré hasta el día que me muera, lo he vivido, lo he estudiado y lo he reflexionado. Aún siendo este el caso, entiendo que he sido parte del problema, y a todas estas mujeres valientes quiero decirles que tienen mi apoyo siempre. No necesito ver un video de cómo les levantaron la falda, o cómo les lamieron el cachete sin que quisieran, porque para mi es suficiente su palabra y su historia. Las quiero, las respeto y las admiro.
Lo que quiero que guarden de toda esta carreta es que somos seres humanos y nos equivocamos. Vivimos en un mundo profundamente misógino y retrogrado, y nuestro deber como seres pensantes, inteligentes y sensatos es entender que debido a eso, muchas veces no caemos en cuenta de que lo que hacemos está mal, y que puede hacer mucho mucho daño.
El hecho es que vivimos en este mundo machista, y lo mínimo que tenemos que hacer es entender que precisamente por eso no estamos exentos de ser parte del problema. Lo mínimo es sentarnos y reflexionar sobre las veces que hemos caído en esos comportamientos, mirar adentro de nosotros mismos y revisar esas veces que pudimos haber actuado diferente y no lo hicimos. Todos en el mundo tenemos responsabilidad en esto, y darnos cuenta de eso nos permite conversarlo con otras personas, pedir perdón, reparar, aprender y seguir adelante.
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Sobre cómo el feminismo es paz y viceversa
Por: Estefanía Daza Gutiérrez
“A la pregunta sobre cómo se detiene la guerra, referida al escenario bélico informal contemporáneo que se expande en América Latina, he respondido: desmontando, con la colaboración de los hombres, el mandato de la masculinidad; es decir, desmontando el patriarcado, pues es la pedagogía de la masculinidad lo que hace posible la guerra y sin una paz de género no podrá haber ninguna paz verdadera”. Rita Segato en La Guerra contra las Mujeres (2018).
La división histórica de los roles entre hombres y mujeres no solo trajo siglos de opresión y desigualdad hacia la mujer, sino que también invisibilizó todo aquello considerado como “femenino”, asociando lo masculino a lo que es ‘deseable’. Y con lo ‘deseable’, me refiero al poder, al territorio, al modo de vida e, incluso, al pensamiento filosófico. Por eso, desde que existe este binarismo entre lo femenino y masculino, característico de este sistema patriarcal (Segato, 2018), en las formas de actuar de los Estados y los individuos, siempre se ha privilegiado la fuerza por encima del cuidado.
En la búsqueda de mantener la seguridad, los Estados han preferido el uso de marcos conceptuales de paz y seguridad que operan bajo la misma lógica de dominación patriarcal (Warren y Cady, 1994): una seguridad militarizada, una justicia retributiva y una pacificación que, en palabras de Galtung (2007), no tiene en cuenta los intereses de la contraparte en un conflicto, perpetuando una relación de dominación –en la que los oprimidos no tienen voz ni contra-poder– con el fin de alcanzar la “paz”.
La paz no es solo la ausencia de guerra. La paz –al igual que el feminismo– busca una sociedad libre de dominación, equitativa y basada en consensos, y promueve un desarrollo sostenible desde la visión local, y el no uso de la violencia para gestionar conflictos. Estos elementos implican pensar la sociedad desde la óptica de la ética del cuidado, un marco conceptual feminista sobre la moral y la toma de decisiones. Por eso, los aportes de las teorías feministas al concepto de seguridad permitieron el desarrollo de lo que se conoce como “seguridad humana integral” .
Este principio fue reconocido en El Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP. De ahí que, en este Acuerdo, se esboza todo un enfoque transversal de género que da cuenta de la relación entre la construcción de paz y el feminismo: porque es un acuerdo que busca la equidad, promueve una justicia restaurativa y reconstruye la convivencia, a partir de la deconstrucción de la cultura de la violencia y de la venganza, tan propia del machismo. Si no se disminuyen las brechas existentes entre las mujeres y los hombres, y entre grupos poblacionales marginados y el hombre “hegemónico”, no hay una verdadera seguridad para todes, y por consiguiente, no hay paz.
Lastimosamente, la visión en torno a la seguridad del gobierno Duque es una seguridad militarizada; se habla de una “paz con legalidad”, en la que todo aquello fuera de lo considerado legal es excluido y acribillado; no hay oportunidad de diálogo con los actores fuera de la ley –ni con las comunidades víctimas de estos actores– y, por lo tanto, la paz del Acuerdo se implementa bajo el mismo sistema estructural que se propuso cambiar. No hay cambios significativos, porque no hay ética del cuidado. La dominación de los actores “más fuertes” sigue prevaleciendo, las desigualdades, en general, en casi todos los sentidos, persisten, y en las mujeres y los grupos poblacionales vulnerables se acentúan las conflictividades.
Sería apresurado decir que el Acuerdo no se ha logrado implementar efectivamente por la falta de liderazgos políticos femeninos. Sin embargo, una visión feminista de la forma de entender el conflicto armado colombiano y las formas en cómo se debe construir paz en el país sería más que necesaria para acabar de una vez por todas con esta guerra que nos azota diariamente, esa guerra que desdibuja y victimiza a la mujer de todas las maneras, como todo lo que implica “dominación” en este sistema patriarcal.
Referencias:
Faerman, R. (2015). Ética del cuidado: Una mirada diferente en el debate moral. Revista de Teoría del Derecho de la Universidad de Palermo. 2.(1). pp. 123-146.
Gilligan, C. (1985). La moral y la teoría. Psicología del desarrollo femenino. México. Fondo de Cultura Económica (ed).
Instituto Interamericano de Derechos Humanos. (2010). Seguridad Humana en América Latina. Recuperado el 12 de junio de 2020 de https://www.iidh.ed.cr/multic/default_12.aspx?contenidoid=82796aa5-db81-45f2-a31e-f55e5e60d9a1&Portal=IIDHSeguridad#[1]
Segato, R. (2018). La Guerra contra las Mujeres. Buenos Aires, Argentina. Prometeo (ed).
Warren, K.J. y Cady, D.L. (1994). Feminism and Peace: Seeing Connections. Hypatia. 9. (2). pp.4-20.
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Violencia Psicológica. Un testimonio de violencia en MUN
La fuente de este testimonio desea permanecer anónima.
Quiero empezar diciendo que escribo este testimonio con el ánimo que por medio de este muchas mujeres identifiquen lo que es el abuso psicológico por parte de una pareja. La finalidad de este testimonio no es recriminar o denunciar a mi expareja, sino poder expresar todos los sentimientos que por tanto tiempo guarde en mi corazón. Yo salí con una persona del circuito de Naciones Unidas, esta persona tenía y tiene un alto cargo en el grupo estudiantil al que pertenece. Nos conocimos en la fiesta de un modelo, a partir de ese momento empezamos a salir, como cualquier otra relación las cosas iban bien al principio. Él era una persona muy encantadora, se la llevaba bien con muchas personas del circuito, y era una persona muy graciosa.
Con el pasar del tiempo las cosas fueron cambiando, cuando él tomaba se tornaba agresivo me trataba de manera ofensiva gritándome por alguna cosa que según él yo había hecho mal. Recuerdo que la segunda vez que lo lleve con mis amigos estábamos celebrando el cumpleaños de uno de ellos y como era lógico, empezamos a tomar. Él ya estaba tomado, y había empezado a discutir con uno de ellos, mientras que yo ayudaba a limpiar el vómito de otro de mis amigos. Me acerque a decirle que se calmará, él se alteró y comenzó a gritarme enfrente de todos, yo me sentí muy apenada y le pedí que nos fuéramos; sin embargo, eso solo hizo que se molestara más, yo solo quería huír de ahí. Uno de mis amigos, quién era el dueño de la casa, se acercó a él para calmarlo, pero la respuesta de mi pareja fue agredirlo verbalmente y enfrentarse a él. Yo tuve que que jalarlo para poder sacarlo de la casa, una vez fuera del apartamento de mi amigo salimos a la calle para pedir un uber. Él empezó a decir que “era una loca que nunca estaba conforme con lo que él hacía”, me dijo que si nos íbamos terminamos que ya estaba cansado de mi actitud, cuando lo único que había hecho era decirle que se calmara. Me quede hablando con él en la calle, intente calmarlo, él reiteraba que todo había sido mi culpa, dure una hora intentando calmarlo en la calle, hasta que llegó un punto en el que quería irme. Me empezó a doler el estómago y le pedí que nos fuéramos. Aceptó que fuéramos a su casa, una vez llegamos empezó a gritarme de nuevo; decía que yo había tenido la culpa, que por culpa mía él le había gritado a mi amigo. Yo solo me quedaba callada, ya no sabía qué decirle y me dolía mucho el estómago; finalmente, me dijo que termináramos. En ese momento, rompí a llorar no sabia que hacer ya me sentía cansada. Él seguía gritando y diciendo qué iba hacer, si me iba a ir o qué iba hacer para recuperarlo. Yo solo lloraba, el dolor de estómago me estaba matando; lloré un buen rato hasta que él reacciono y me pregunto qué me pasaba. Por primera vez, en toda la noche se calmó, se acercó a mí a ayudar, cuando me calme me preguntó si necesitaba algo, pero yo no entendía lo que había pasado. Momentos como este se repitieron en diversas ocasiones ya que cada vez que salíamos a una reunión el peleaba conmigo, y yo me volvía a enfermar del colon o me daba migraña. Siempre pensé que me enfermaba por ingerir algún tipo de alimento; sin embargo, hoy después de llevar un proceso con una psicóloga, sé que me enfermaba porque el nivel de estrés era tanto que la única respuesta que encontraba mi cuerpo era somatizar lo que estaba pasando.
Empezó a aislarme de mi círculo social, me decía que esas personas no eran mis verdaderos amigos, que eran personas tóxicas, que no me merecían. Cada vez que le contaba algo que me molestaba sobre alguno de mis amigos, él me decía que tenía razón y que esas personas eran malas influencias para mi vida, o que no merecían mi amistad, que eran malos amigos. Me dejé de hablar con un grupo de amigas que habían sido muy importantes para mi vida porque ellas consideraban que mi pareja no era una buena influencia para mí. Me alejé de mi grupo de naciones unidas porque mi pareja me hizo creer que no me merecían porque por más esfuerzo que yo hacía siempre hacía preferían a la gente tóxica. Empecé a pelear con mis papás porque consideraban que mi pareja no era la adecuada para mi porque me veían solo pelear con él; y así me fuí quedando con un muy reducido grupo de apoyo, por no decir que en algún momento él, era la única persona a la que podía acudir. Todo el tiempo me la pasaba en actividades y reuniones de su círculo social, a pesar de sentirme incómoda en muchos momentos decidí callar porque sabía que si hablaba iba a tener problemas con él. Deje de hablar de muchos temas con él por temor a tener una pelea porque sabía lo que implicaba, ya en los últimos momentos de la relación solo hablamos de sus proyectos, de sus amigos, de su grupo de onu y de ese tipo de cosas.
En muchas ocasiones, llegó a culparme de cosas que a él le pasaban. En una ocasión, él participó de un modelo en calidad de delegado y yo era staff. Desde que inició el modelo tuvo una actitud preocupante ya que no le estaba yendo bien en el comité. Al final del primer día, se sentía frustrado y lo acompañé a su casa, comenzó a golpear los objetos que habían a su alrededor, me quedé quieta, me sentí aterrada. El último día, antes la premiación le dije que ya sabía los premios pero que no le iba a decir, yo estaba feliz porque había quedado de tercer lugar y pensé que después de todas las dificultades estaba bien. Llegó el momento de la premiación y cuando dijeron su nombre me emocioné mucho, e iba abrazarlo; sin embargo, solo recibí una negativa por parte de él, me devolví rápidamente a mi puesto, me sentí mal porque todos lo habían visto. Luego él volvió a su puesto, me pidió disculpas y me dijo que no se sentía bien, le dije que tranquilo y lo felicité por su premio.
El resto de la ceremonia me sentí muy mal por lo que había pasado, todo el mundo lo había visto; sin embargo, entendí que estaba pasando por un momento difícil y al finalizar la ceremonia le escribí para saber cómo estaba, en ese momento vi que me había bloqueado. Me sentí frustrada y triste, no entendía que había hecho mal, intenté buscarlo al salir pero me rechazó; de nuevo me sentí triste y frustrada por no entender. Me fuí a llorar a lado del baño, algunos de mis amigos me vieron y fueron a acompañarme, en un momento apareció cerca de donde estaba y solo me miraba de lejos. Era momento de irnos y alguien me dijo que él me estaba buscando; pero sabía que estaba molesto conmigo y no quería que me gritara de nuevo delante de la gente. Estaba caminando hacia el carro y me di cuenta que venía detrás de mí, en ese momento decidí correr hasta el carro. Cuando me subí le pedí a uno de mis amigos desesperadamente que nos fuéramos porque ya en otra pelea que habíamos tenido él había reaccionado de manera agresiva lanzando un marcador a mis amigos y no quería que eso pasara de nuevo. Después de unas horas decidí hablar con él, lo llamé y él empezó a llorar me decía “que había decepcionado a su delegación, y que era culpa mía porque yo le dije que no fuera tan duro con una de las delegadas de mi universidad que estaba en su comité (que ganó best)”. Al igual que con el caso del alcohol este tipo de comportamientos se repitieron una y otra vez. Yo me sentía devastada porque al parecer todo lo que hacía o decía estaba mal, pensaba que algo malo debía tener yo para que él dijera que todo era culpa mía.
Sin embargo, creo que lo que más me destruyó como mujer y persona fue saber que cada vez que me acercaba a él porque me sentía insegura o porque no me sentía bien con alguna situación mía minimizaba mis sentimientos. Nunca he sido la persona más segura de sí misma, siempre me ha costado aceptar cómo me veo o cómo luce mi cuerpo. Sumado a eso al final de la relación, él no quería tener intimidad conmigo, cuando le preguntaba por qué siempre me respondía que no se sentía bien con cosas que yo había hecho, o que simplemente yo no lo satisfacía de esa manera. Por supuesto, todo esto afectó mucho mi autoestima porque no sabía bien porque él decía ese tipo de cosas, cuando le preguntaba solo me respondía que no se sentía bien porqué según él yo lo saboteaba en sus cosas. Al final de la relación, simplemente creía que no era lo suficiente, nunca más le pedí algo porque siempre me hacía sentir como que me estaba haciendo un favor.
Por supuesto, esto generó que en muchos espacios me sintiera insegura. En dos momentos específicos decidí acercarme a él para decirle que me sentía insegura, que no me sentía bien conmigo misma. Uno de esos momentos fue un día que un amigo de él cumplía años. Habíamos quedado de vernos para ir a comer antes de llegar a la reunión, durante la comida estuve un poco triste porque desde hace rato me venía sintiendo insegura porque el decía que no lo satisfacía. Antes de entrar a la casa de su amigo le comenté que no me sentía bien anímicamente, pues estaba insegura, él me respondió que le dijera si podíamos ir a la reunión o no, porque no quería que yo hiciera mala cara si íbamos. Le respondí que tranquilo que no pasaba nada que entraramos porque me ayudaría a distraerme. Fuimos a la reunión y realmente intenté pasarla bien, vi que los amigos le estaban escribiendo sobre un ex-cuento que él había tenido, me sentí mal porque esa persona se había intentado meter en nuestra relación en diversas ocasiones, pero deje pasar la situación. Intenté pasarla bien e integrarme al ambiente, pero él empezó a tomar desmedidamente, me preocupe porque sabía cómo se ponía con el alcohol. Él no quería irse, así que decidí irme yo; le pedí que me acompañara a tomar el uber. Mientras bajamos empezó a decirme que yo era una aburrida, una loca, que cuál era el problema con que tomará. Yo no le dije nada porque sabía que estaba bastante tomado, mientras esperaba el uber siguió hablando del tema hasta que empezamos a discutir. Como era común empezó a decirme cosas como que no entendía porque estaba conmigo si yo le formaba tanto problema por tomar. En muchas de las ocasiones me digo que yo era un fastidio, que madurara, entre otro tipo de comentarios, yo le dije que me respetara que ya no me gritara más. Él se alteró y empezó a empujarme, a decirme cosas como “qué iba hacer”; ya en ese punto solo quería irme. El uber ya había llegado, yo quería irme pero él se puso en frente de mí, me agarró de las muñecas y me preguntó qué era lo que quería. Le dije que me quería ir e intente forcejear con él, pero solo me agarraba más duro, le dije que me estaba lastimando, y él repetía que era lo que yo esperaba de él. En un punto me levanto la mano, yo no sé como pero pude zafarme y salí corriendo al uber; él señor el uber me pregunto si estaba bien, yo le dije que si que si podíamos irnos. Al darme cuenta de lo sucedido empecé a llorar. Sumado a eso, a la mañana siguiente él me llamó y me contó que me había puesto lo cachos con una de las chicas que estaba en la casa, en cierta medida me echó la culpa porque yo le había peleado borracho. No podía sentirme más devastada ya que le había comentado mi inseguridad y con todo lo que había pasado la noche anterior; no obstante, después de un tiempo decidí seguir con él.
El segundo momento fue al final de la relación cuando ví que estaba coqueteando con un excuento que había tenido, esto sumado a situaciones que me preocupaban. Decidí contarle, pero al acercarme solo encontré rechazo; me dijo que no entendía porque le contaba, qué quería que él hiciera. Me dijo si quería que él me acompañara en estos momentos debía saber que esto solo lo fastidia y lo alejaría de mí. Fue en ese momento cuando empecé a darme cuenta de que no quería estar con una persona a la cual no podía acudir cuando me sintiera vulnerable. Al final del día discutimos, decidí terminar con él, me sentí cansada de todo lo que me había pasado. Cuando terminé con esta persona me acerqué a algunas amigas que me hicieron sentir culpables, porque decían que mi inseguridad y verme vulnerable no era algo que quieren los hombres. Duré semanas deprimida intentando entender como yo la había podido embarrar tanto, hasta que llegó el punto que solicite ayuda psicológica. Fue ahí cuando me dí cuenta de lo que había sufrido en estos momentos que relato era violencia psicológica. Al principio me costó reconocer que había pasado, sentí mucha frustración y rabia de pensar que yo había permitido esto. Me llené de culpa, pero poco a poco entendí que no había sido mi culpa, nadie debe pasar por este tipo de situaciones.
Quiero aclarar que yo reconozco que no todos los momentos de mi relación fueron malos, y que en ningún momento pretendo decir que yo no cometí errores. Utilizo este espacio no sólo para desahogarme, sino para hacer un llamado de atención sobre la violencia psicológica. Es un tipo de violencia que muchas veces en invisibilizado, pero que también causa mucho dolor a las personas que lo padece.
*Si en algún momento lees esto, quiero decirte que ya te perdoné. Mi intención no es que hagas algo más al respecto, más allá de reflexionar sobre el comportamiento que tienes con las demás personas. Espero que algún día seas consciente que este tipo de actos no están bien.
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MI TESTIMONIO
ANONIMO
Me uní a ONUJAVERIANA sin ser de una carrera afín, sin tener idea de lo que sería este mundo, el primer día me recibieron con una integración, la cual se tornó un poco pesada, allí conocí a mi acosador, no sabía a qué me enfrentaría.
2018: después de la integración empecé a salir con este hombre, todo iba bien hasta que me entere que en un evento al que había ido se había acostado con una chica, le pregunté y me respondió que el tenía un problema, era Ninfomano, que el me quería pero a la vez quería estar sexualmente con más mujeres, me negué y dejamos hasta ahí, el siguió acosándome, me perseguía, a todo lado en donde yo estaba el llegaba, no me dejaba sola un segundo.
Pasó un tiempo hasta que en un modelo empece a salir con otra persona, fue algo secreto debido a que sabíamos en el fondo que si aquel personaje se enteraba iba a ser un gran problema.
En esta época falleció un familiar cercano, yo estaba afectada emocionalmente por esto, mi acosador se enteró de alguna forma sobre mi relación y aparte sobre la calamidad por la que estaba pasando, consiguió mi dirección, llego a mi casa ebrio, llamo repetidas veces a mi celular, sus amigos mandaban notas de voz diciéndome “eres una perra”, “eres una hijueputa que no quiso acostarse con mi amigo”, “ese man esta esperándola acá afuera, de la cara” y cosas por el estilo, me escribió por mensaje -te mereces todo lo que te está pasando (haciendo alusión a la pérdida de mi familiar) -más que a usted le digo a él que se cuide -yo no me ensucio las manos, tengo alguien que lo hace por mi.
Alerte a la persona con la que estaba saliendo, esa noche ninguno pudo dormir tranquilo.
Las amenazas hacia mi y la persona con quien salía eran cada vez más, llegamos al punto de terminar lo nuestro por miedo, nos alejamos entre nosotros y de nuestro grupo social, muchos Sabían lo que estaba ocurriendo y más que decir -Que grave- jamás hicieron nada al respecto
Todo el año continuo así, encontrándomelo en modelos, en la universidad, en todo lado, jamás me sentí segura.
2019: este año tuve un problema personal, terminé una relación a lo que mi acosador se enteró, al verme mal me ofreció llevarme a mi casa, yo me negué y seguí mi camino. Esa noche había una fiesta a la que el fue invitado.
Mencionó que yo había terminado con mi pareja porque en el fondo lo amaba a él y quien se Interpusiera en su conquista hacia mi se las vería con el, amenazo y casi golpea una amiga que por buscar defenderme y desmentir esas declaraciones se vio afectada, adicional amenazo entre el y su grupo de amigos a mi ex pareja, le dijo que no se volviera a meter conmigo o se las vería con el.
Busqué muchas veces estar en buenos términos con el, me daba más miedo tenerlo como enemigo que como amigo, pero siempre que estaba tomado o en “confianza” sacaba el tema de lo sucedido y me reprochaba no haber estado con el.
Ese año recuerdo que en la última reunión de delegación a la que acudí me llamo perra y empezó a ofenderme, se fue con sus amigos riendo, mientras que yo me puse a llorar, dije que no soportaba más, que lo sacaran! Que yo no me sentía segura con el ahí, me dijeron que no tenía pruebas suficientes para hacer algo, que pido poner una orden de caución pero no se podía sacar del grupo.
Todos aquellos que eran mis amigos permitieron que el siguiera en el grupo de ONU, yo me fui y el tema quedó silenciado, el siguió en el grupo mucho tiempo, casi un año más, yo me salí y dejé de delegar, trataba de estar ayudando como staff en modelos, pero evitando a toda costa encontrarme con el, y en los casos en los que me lo cruzaba debía actuar hipócritamente como si me cayera bien.
Diciembre del 2019: desde el celular de otro miembro de onujaveriana empezó a mandar audios borracho a mi ex pareja, eran insultantes y amenazantes, al siguiente día quien prestó su celular para esto se excusó diciendo “no me di cuenta, déjalo tranquilo, tú sabes cómo es”
Siempre hemos vivido con miedo, no queremos encontrarlo en ningún lado, el tiene influencias y sus amigos son iguales que el, mucha gente aún sabiendo la clase de persona que es le alaba lo que hace, vale más que tenga Plata y les gaste trago para las fiestas, que hacer valer a una “amiga”
Amo mi universidad, amo mi delegación, pero el abandono que sentí cuando todo esto pasó fue gigante, mucha gente bajo la mesa me decía que estaban conmigo, pero siempre prevaleció la amistad con el, mande mi carta de renuncia a la junta en la cual expliqué que me iba por motivos de convivencia, todos sabían a que me refería, tuve la esperanza que alguien me dijera que no me fuera y que tomarían cartas en el asunto, pero en vez de eso dijeron que lo mejor era que me saliera del grupo y me alejara de él y de ser necesario pusiera caución, jamás hice esto, solo me aleje de onujaveriana con el corazón roto, sabiendo que no valía para las personas a las que llamaba amigos, que prefirieron sacarme a mi antes que a él, que mi seguridad jamás importó, a fin de cuentas el era mejor delegado, estudiaba una carrera afín, tenia mayor preparación de yo, siempre iba a valer más mantener un delegado que te de premios y suba el estatus del grupo, que mantener a una amiga.
No necesito decir nombres, la mayoría no hicieron nada pero saben la historia, los que son sus amigos, los que le acolitaron todo lo que hizo, los que valoraron más una botella de alcohol que una amistad TAMBIÉN SON CULPABLES LES DEJAMOS PARTE DE LOS CHATS:
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MI TESTIMONIO.
Por: Laura Villarreal
Hoy me siento completamente sorprendida por todo lo que he leído, especialmente porque, hasta anoche, creí que no hacía parte del grupo de víctimas. Después de mucho reflexionar me di cuenta que yo misma me encargué de bloquear cómo me sentí por más de un año. No sé si lo que buscaba era evitarme sufrir más de lo que ya lo estaba haciendo, pero creo que terminé normalizando situaciones que hicieron más mal que bien. Me enfermé, lloré durante meses, me frustré, dejé que las cosas pasaran, dejé que hicieran conmigo lo que quisieran… quién sabe cuántas más cosas pasaron y ni siquiera tuve la fortaleza de darme cuenta. De lo que sí tengo certeza es que la violencia psicológica que viví durante más de 12 meses, no quiero bloquearla más. Quiero hablar; quiero que me escuchen; quiero que tú que sabes la otra versión por fin te dignes a escuchar mi parte. Esta es mi recopilación de microhistorias que recuerdo y desbloqueé, y que permitiré que fluyan sin pensarlo dos veces:
1. Mayo – junio de 2017: me insinuaron que yo no tenía criterio para separar mis relaciones interpersonales de mis relaciones profesionales. Ahí me empecé a sentir menospreciada y empecé a notar que mi voz, en contra de la voz de dos hombres, no tendría mayor peso. 2. Agosto de 2017: empecé a tener problemas con una persona de mi senior staff que estaba pasándose de la raya. Nadie me creía porque mi superior confiaba más en ella que en mí. ¿Quién era el que no tenía criterio para separar sus relaciones interpersonales? Definitivamente no era yo, pero a mí no me escuchaban… me empezaron a minimizar. 3. Octubre de 2017: me dijeron mentirosa, que por mi culpa no habíamos podido organizar algo porque en mi casa estaba todo y yo no quise dar las llaves. Esa misma persona que empezó su estrategia de minimización en contra mía para poder crecer, hizo creer que yo lo había hecho quedar mal a propósito. Vi conversaciones, escuché audios… él hizo que le creyeran. Solo pocos confiaban en mí. 4. Noviembre de 2017: la situación interna con la persona del senior staff se salió de control. Nuevamente mi voz y mi experiencia no tendría más peso que la voz del SG, a pesar de que el resto de miembros en una reunión, defendían mi versión y mi propuesta para solucionar la situación. Como raro, él decidió y me ignoró. 5. Diciembre de 2017 - enero de 2018: empezaron los rumores de que yo no estaba haciendo mi trabajo. Los rumores los empezó él por defenderse, porque él no estaba haciendo su trabajo. Me defendí, se dieron cuenta, pero nadie le dijo nada. Así fue esta el último día… 6. Febrero – marzo de 2018: después de muchas frustraciones, un superior solo me decía que yo tenía que hacer lo que él dijera, a pesar de que tenía argumentos contundentes para demostrarle la poca efectividad de sus estrategias para con el Modelo. Me hicieron llorar mil veces de la rabia. Ya para este entonces, eran pocos los que me escuchaban y me defendían. Después de tres años en la organización, renuncié a ONUJAVERIANA porque ellos también empezaron a tener actitudes que me recordaban todo lo que no quería ver en un espacio de estos. Además, empezaron a correr rumores de mi anterior relación, donde no solo se jactaron de desprestigiar mi nombre y mi profesionalismo, sino que también se metieron y revolcaron mi vida personal. No les bastó con el caos que armaron por un lado, para ellos (hombres y mujeres), fue necesario decir más mentiras. 7. Abril de 2018: me enfermé, no pude salir de mi casa por 15 días o mis médicos me iban básicamente prohibir ir al Modelo por mi propio bien. Mis superiores (y algunos pares) alegaban que yo no quería salir porque no quería dar la cara… yo no entendía de qué me culpaban hasta que alguien me confrontó diciéndome que era mi culpa que ciertas cosas del Modelo estuvieran saliendo mal. Me defendí, no me creyeron… de nuevo, ellos no tuvieron criterio para separar sus relaciones interpersonales, pero yo terminé siendo la que hacía todo mal.
Los que verdaderamente me conocen y estuvieron en todo el proceso saben que me desviví más de la cuenta por el bienestar de las personas a mi cargo. ¿Pude hacer más? Claro, estaba aprendiendo y absorbiendo conocimiento por montones. Sin embargo, me arrepiento de haberles permitido a esos hombres, definir mi futuro en los Modelos. Me arrepiento de no haberme sentido capaz de levantar mi voz en son de protesta. Me arrepiento por haberme dejado menospreciar por aquellos que creen que el poder se construye pisoteando a los demás. Ustedes me hicieron renunciar. Renuncié a lo que más me había hecho feliz en mucho tiempo. Renuncié a lo que me motivaba a ser mejor persona. Renuncié a lo que definió mi vida profesional. Renuncié a aquellos que alguna vez llamé amigos. Renuncié a dejar que me silenciaran y me dijeran que yo no hacía lo que debía. Renuncié a que tú me dijeras que yo no hacía las cosas bien, cuando eras tú quien no eras capaz de aceptar tus propios fracasos. Renuncié por tu actuar, por tu omisión.
Yo sé que sabes que hablo de ti. No necesito tu nombre tachando mis palabras porque fue tu nombre el que me puso una cinta en la boca para que yo no pudiera defenderme. Fue tu nombre el que hizo que muchos que antes creían en mí, lo dejaran de hacer. Fuiste tú quien se atrevió a mentir y el que se atrevió a hacerme ver como una loca gritona que no tenía las capacidades suficientes para continuar por el camino que tanto me logró construir, buscando alejarme de gente como tú. Tú también fuiste culpable y ahora silencias tu voz como si nada hubiera pasado. Tú también defendiste a los otros, pensando que yo no tenía derecho a dar mi propia versión de la historia. Ahora yo soy la que te digo que yo no juego con tus reglas; yo no minimizo a los demás para crecer. Por el contrario, empodero, fortalezco, ayudo, escucho… pero tu quisiste proyectar otra cara en mí.
Gracias a todos aquellos que me conocen de verdad y se tomaron el tiempo de empoderarme, fortalecerme, ayudarme y escucharme. Ustedes son la pieza clave de esta historia, de mí historia.
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De la pantalla a la cama: sujeta de mi propio deseo
Por: Lina Danniela Cardona Aguilar
Desde que empezó la cuarentena han emergido olas de indignación en redes sociales por casos en los que se hace público contenido sexualmente explícito durante llamadas grupales. Incluso ha llegado al punto en el que el contenido incluye violaciones. La sociedad se escandalizó por esto, no obstante, son muchas personas que diariamente entran a sus habitaciones con lubricante en mano y acceden a plataformas de pornografía como Pornhub, como si fuera un ritual. ¿En que se relacionan estas dos cosas? Además de que se sabe que dentro de este portal hay videos de violaciones, material de delito de pornografía con personas menores a 18 años y películas “caseras” subidas sin consentimiento de alguna de las partes involucradas, tenemos que hablar que la industria de la pornografía está dominada por violencia inherente hacia la mujer. Asimismo, la pornografía está realizada para entender al hombre como sujeto de deseo mientras las mujeres somos determinadas como objeto de deseo del hombre.
Para profundizar en esto ingresé al sitio Pornhub para analizarlo desde la perspectiva de alguien que se opone al porno de lleno. En el portal web, lo primero que veo es que hay clasificaciones en donde no sólo se refieren a las mujeres (y una mínima parte de hombres) por sus nacionalidades sino también las clasifican por etnicidad y según características físicas puntuales, convirtiéndolas, nuevamente, en objetos de deseo. De la misma manera, hay violencias de género que no son explícitas por las acciones en los filmes sino por las relaciones de poder que hay dentro de las mismas: “jovencitas/viejo” es una categoría donde podemos ver que el poder es una relación estructural patriarcal (ya sea por edad, jerarquía o dinero). La violencia de género comienza en la cama, y la pornografía es una imagen animada que se enfoca en la cuerpa como objeto para el deseo masculino, para que un hombre detrás de la pantalla se masturbe.
Sin embargo, también hay videos que trascienden de la venta de la cuerpa de la mujer a comenzar a avalar, a través de la imagen, depravaciones sexuales que afectan a otrxs individuxs fuera de la pantalla. Se recurre por ejemplo a prácticas como el “bukakke”, entre muchas otras formas de degradación. La que más me aterroriza es “fantasía de pederasto” no solamente por el hecho de que tener relaciones sexuales con menores de 14 años es un delito, sino también por la importancia que adquieren los roles de poder en las prácticas sexuales. La vulnerabilidad de un niñx es atractiva para los pederastas porque pueden imponer su poder sobre ellxs. En el porno, además de las filtraciones mencionadas al inicio del texto, también hay películas protagonizadas por adolescentes y otros que muestran a mujeres personificando a menores de edad, esto con el propósito de cumplir las fantasías sexuales de los hombres. La necesidad de imposición y de ignorar el consentimiento es una constante excitación para los hombres. Del mismo modo, del porno se traslapan elementos a la realidad. Por ejemplo, la depilación ¿quiénes son las que están naturalmente sin ningún vello en el cuerpo? las niñas, ¿por qué, entonces, las mujeres tenemos que cumplir esta estética para no pasar por antihigiénicas? El porno es una muestra de la cultura de la violación.
La industria de la pornografía ha sido constantemente dominada por machos: proxenetas, violadores, pederastas, entre otros. Es un territorio donde la mujer no es sujeta de su deseo sino es objeto del deseo masculino. Ahora la pregunta que queda por resolver es: ¿se puede pensar una pornografía alternativa en la que sean las mujeres sujetas de su propio deseo? Mi respuesta es corta: sí, se puede. Pero no bajo la premisa de las mujeres como bien masculino, sino como agente de sí misma y en una estructura donde no tenga que recaer a la venta de la cuerpa por necesidad o imposición. En conclusión, no bajo esta estructura patriarcal.
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¿Amor o violencia?
Por: Mariapaz Becerra
El amor NO todo lo sufre, el amor NO todo lo cree, el amor NO todo lo soporta. La violencia es violencia, así en ocasiones se trate de disfrazar de amor.
Crecimos añorando amar, crecimos imaginando historias de fantasía. Nos dijeron que el amor “valía la pena”, que debíamos luchar por él, cuales quiera que fueran las circunstancias. Nos enseñaron a ser complacientes, a que estaba bien la abnegación si era en nombre del amor. De discurso en discurso, nos acostumbraron a pensar que el amor todo lo aguanta, todo lo perdona. De discurso en discurso, nos llevaron a adoptar una concepción violenta de lo que es amar.
No podemos rendirnos cuando la lucha es por amor. Si dos personas se aman, todo es posible ¿no es así? Si dos personas quieren estar juntas, no importan las condiciones. No hay problema grande para el amor… el problema es que olvidamos que a nuestra concepción de amor se le coló la violencia. La violencia infligida por la pareja es una de las formas más comunes de violencia contra la mujer y ha sido considerada como priodidad en salud pública. Entre el 10% y el 69% de las mujeres han reportado haber sido víctimas de violencia por su pareja en algún momento de su vida, según expuso la OMS. Sin embargo, es un tipo de violencia que ignoramos y silenciamos; es violencia enraizada y normalizada. Es violencia de la que, en nombre del amor, hemos sido cómplices.
Se oculta y se le resta importancia a condiciones de maltrato, se subestiman los efectos en la salud física y mental de las que hemos sido violentadas. Si decidimos hablar, nos tildan de dramáticas y exageradas, somos señaladas y nuestro dolor es juzgado… y entonces, decidimos callar.
Incluso, algunos justifican la violencia, “no es para tanto”, “él tendrá sus razones”, dicen. Otros se excusan con que “los trapitos sucios se lavan en casa” y “en vida ajena no se mete cuchara”; pero esas frases no son prudencia, esas frases son aprobación, son encumbrimiento, son complicidad. Invisibilizar los testimonios de las víctimas permite que la violencia continúe. Hacerse el de la vista gorda y permanecer cerca de un abusador, aún sabiendo el daño que ha hecho, permite que la violencia continúe.
El silencio y la complicidad nos están matando, basta de normalizar los abusos. Ser insultada, humillada, intimidada o amenazada SÍ es para tanto. Ser abofeteada, empujada, pateada o golpeada nunca tiene justificación. Ser obligada a tener relaciones sexuales o tenerlas por temor a la pareja, es violencia. El comportamiento dominante traducido en impedimentos, limitaciones, acusaciones y control, también es abuso.
La violencia es violencia, sin importar quien la inflige. El abusador es abusador, sin importar el rol que ejerza en nuestra vida.
*Mariapaz Becerra es estudiante de octavo semestre de Ciencias Políticas en la Universidad de La Sabana.
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Sujutpala sukuaippa Wayuu: El valor de la Cultura Wayuu
Por: Ruth*
Está comprobado históricamente que el pueblo Wayuu en la Guajira está asentado desde hace muchos siglos y por ende durante los años transcurridos ha sido víctima de atropello, burlas, críticas, violencia y maltrato, hechos que han surtido un efecto negativo psicológicamente.
En algunas comunidades cercanas a las ciudades algunas familias de escasos recursos se han visto en la necesidad de aguantar actitudes injustas. Mientras los varones se dedican a la labor del pastoreo, construcción de vivienda y la agricultura, muchas mujeres realizan trabajos domésticos por un pago que a duras penas alcanza para comprar comida. Todo esto en busca de mejorar su calidad de vida, debido a las pocas oportunidades laborales que como Wayuu tenemos dentro de la sociedad aliijuna.
En el recorrido de nuestra vida como Wayuu debemos enfrentarnos a grandes retos, uno de ellos es salir y adaptarnos a una cultura totalmente diferente a la nuestra, la occidental, ciertamente de ella hemos tomado muchas cosas buenas que nos han ayudado a superarnos y a salir adelante. Sin embargo, también hemos tenido que pasar por situaciones difíciles, por ejemplo la discriminación por el hecho de ser Wayuu, a diario, en las escuelas y universidades. En los diferentes espacios donde interactuamos con los aliijuna percibimos la actitud de rechazo, escuchamos palabras ofensivas y constantemente nuestros jóvenes y niños deben soportar frases como: “indios”; “a ustedes las venden”; “indios brutos”; “animales” entre muchos otros.
Hace poco el periodista Fabio Zuleta en una forma irrespetuosa y falta de ética profesional en la emisora “Sistema Cardenal” hablo acerca del matrimonio wayuu (La Dote) y la intimidad de las mujeres wayuu. Cabe decir que lo expresado por este periodista está totalmente fuera de contexto, a esto se le añade la falta de conocimiento del Palabrero entrevistado, quien no supo explicar el verdadero significado de la dote.
Para nosotros la Mujer cumple un rol muy importante en la comunidad. Ya que por línea matrilineal se encarga de brindar la descendencia de su clan, es dadora de vida, es resistencia, es valentía, es liderazgo, es sabiduría ancestral. Por lo que referirse a ella como objeto de venta es una ofensa para la Nación Wayuu, ya que atenta contra la moral, la dignidad y pudor de nuestras mujeres.
Desde muy pequeños nuestros abuelos y abuelas en medio de tertulias nos enseñan todo sobre nuestra cultura, en nuestro primer periodo y durante “El Encierro” a las mujeres se nos forma, indica y enseña nuestro deber e importancia dentro de la sociedad Wayuu.
La Dote ha sido un tema de debate entre las personas ajenas a la comunidad, a los que llamamos Aliijuna, y los Wayuu, debido a que con el correr del tiempo y la interacción que hemos tenido con los occidentales ha crecido la idea de que “es una venta”, cabe decir que es un pensamiento occidental aliijuna, poniendo en riesgo el sentido original del matrimonio wayuu. La Dote proviene de la palabra “Adoptar”, el pretendiente da a conocer su intención de ser parte de la familia de la mujer por medio de un presente, este acto es una de las formas más claras de expresión para legalizar la unión de una pareja, además garantiza el respeto, el bienestar y la unión de dos clanes.
La indignación de nuestra nación frente a lo sucedido ha logrado que nos unamos como pueblo y podamos exigir el respeto por nuestra cultura y sugerir a nuestros hermanos aliijuna que antes de opinar y dar cualquier declaración primero analicen y conozcan nuestra cultura, y que sobre todo pongan en práctica la interculturalidad de una manera sana y sin ofensas para así garantizar una convivencia agradable teniendo como base el respeto. Es evidente la necesidad que hay de fortalecer y tejer conocimientos culturales en nuestro pueblo y en el espacio social actual (intercultural), después de lo sucedido es claro que debemos fortalecer nuestra identidad cultural.
Agradezco el apoyo que nos han brindado las entidades, organizaciones y amigos en redes sociales quienes se han pronunciado manifestando su inconformidad y rechazo.
Maleiwa les bendiga ¡Fuerza y Resistencia!
*Ruth es una mujer indígena Wayuu habitante de La Guajira y parte de la Red Juvenil de Rioacha en el departamento de La Guajira. Por motivos de seguridad el apellido de Ruth no es compartido en esta columna.
[Para esta columna también agradecemos la colaboración y el contacto de Valentina Nieves Mora y su disposición para acercarnos a la cultura de la Costa Caribe Colombiana. ]
#Wayuu#Feminismo#Feministas#Feminidad#LaOficina#Indigena#feminismo indigena#feminist#intersectional feminism#interseccional#feminismo interseccional#todas#oped
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Carta a Diego Padilla
Carta a Diego Padilla (siendo Diego muchos machitos que pululan por ahí
Por: Ana Karina Diaz.
Diego dañó mi día cuando me desperté y lo vi burlándose junto con su grupo de amigos en un Live en Instagram sobre un video sexual que habían grabado sin el consentimiento de una muchacha a de la cual presuntamente Diego abusó. Ella estaba en un estado de presunta ebriedad hasta estar casi inconsciente. Video que además luego divulgaron sin permiso de la mujer y esto me enojó mucho.
Me enoja, porque es una situación que se repite y se repite y siempre son nuestras amigas, nuestras primas e incluso nosotras mismas. Me enoja además que nos digan que no tenemos porqué molestarnos sobre estas situaciones, me molesta que a ella la traten de puta y a él lo defiendan. Me molesta, además, que sus amigos digan que eso no puede ser una violación porque ella “tenía cara de que estaba disfrutando” y que por estos prejuicios terminemos las mujeres sintiéndonos culpables, avergonzadas, decidiendo callar y orando para que las grabaciones nunca se hagan públicas.
Y eso nos deja claro que aún no han entendido que:
El consentimiento no se presume.
Estar borracha no es sinónimo de oportunidad para que se aprovechen para tener sexo.
Que no haya lágrimas, gritos o violencia no significa que no sea violación
Las grabaciones sexuales deben ser consentidas por las personas involucradas en los actos y no Dylan, que hayas estado en el mismo apto no te hace participe del acto sexual.
Que tu hayas grabado un video de alguien más no te da derecho alguno para hacerlo público.
Que NO ES NO.
Así que, Dieguito, de nada sirve que hayas cerrado la cuenta de Instagram, porque el daño ya está hecho, espero que te enfrentes a un proceso penal y entiendas.
A los otros “Diegos” y machitos que hay por ahí: APRENDAN QUE ESO NO SE HACE, porque ayer fue esta chica, pero mañana puede ser tu hermana, tu prima o tu mejor amiga y ahí las risas se borran de la escena.
En fin, que nosotras tampoco nos vamos a cansar, ni nos vamos a quedar calladas, vamos a seguir enojándonos cuando sea necesario, reclamando derechos y en nuestro más grande esfuerzo, intentado explicar que la integridad sexual existe y que se debe respetar.
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El feminismo es la idea radical que sostiene que las mujeres somos personas
Angela Davis
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