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¿Cómo se siente la felicidad?
Hace unas semanas, en una racha de eventos desafortunados, alguien rompió el vidrio del auto y se robó mi iPod con el que tenía ya 7 años de increíble relación melómana. No he tenido el tiempo suficiente para hacer una nueva selección musical y colocarla en algún dispositivo para poderla escuchar mientras conduzco y por eso he optado por escuchar la radio. Lo he tomado como un ejercicio para varias cosas:
1. Ejercitar mi tolerancia. Es increíble la cantidad de comentarios homófobos, sexistas, clasistas y todo-istas que he escuchado en la radio. Siempre he tenido conflicto con este medio de comunicación. Creo que la mayoría de las personas que están “al aire” están simplemente flotando a la deriva, sin mayor responsabilidad con las cosas que dicen al universo y no entiendo por qué aún hay un público dispuesto a zumparse un programa de radio que se dedica a decir cosas sin mayor trascendencia y a poner música de manera arbitraria. Sin embargo, Morrissey ya atañía este problema aquí
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2. El factor sorpresa. A pesar de todo lo previamente citado, a veces me he topado con joyitas. Una vez me tocó escuchar el capítulo 7 de Rayuela en una manejada nocturna.
Hoy me tocó escuchar una conversación sobre superación personal. Caché el tema a la mitad y llegué cuando el locutor increpó al entrevistado: “¿cómo se siente la felicidad?, ¿cómo sé que es felicidad?, cuando creo que la estoy sintiendo me pregunto si esto es todo lo que podré sentir o si hay algo mejor…”. Justo después de eso siguieron los comerciales y después yo llegué a mi destino. Sin embargo, la pregunta quedó abierta en mi mente.
Yo creo que la felicidad tiene diferentes disfraces. A veces se viste medio equis y es difícil distinguirla del resto de las emociones y a veces es toda una diva con un collar de perlas que se contonea despreocupada. El tema con la felicidad es que sea cual sea su atuendo debemos estar listos para recibirla y vivir plenamente ese momento en el cual se presenta, porque sólo es un momento y luego le cede el lugar a la tranquilidad en las buenas rachas y a la tristeza o a la melancolía en las rachas no tan buenas. Es un ejercicio de apreciación. Cada experiencia, cada nueva persona que llega a nuestras vidas nos pone a prueba para aguzar nuestra sensibilidad para la felicidad.
No creo que exista alguna fórmula para ser felices, pero creo que hay muchas razones por las cuales uno puede ser feliz a pesar de que exista tanta oscuridad en el mundo. Soy muy afortunada porque (casi) todas las cosas que he deseado han llegado a mí y las he vivido con la mayor devoción, porque estoy consciente de (casi todas) las cosas que no tengo y que probablemente jamás tendré y he estado aprendiendo a vivir con (sin) ellas e incluso todas las negativas o las ausencias me han llevado a lugares increíbles.
Una de las razones menos obvias por la cual uno puede estar feliz es la simpleza de coincidir y disfrutar la unión de seres humanos que han decidido plenamente compartir el mismo tiempo y espacio. Las coexistencias no son una casualidad.
¡Hasta siempre, Memo!
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Barcelona: el sueño azul
Hay un fenómeno cerebral bastante curioso que consiste en una enredadera neuronal, algo se desconecta aquí y se conecta por allá y uno termina poniéndole sabores a los sonidos, olor a los colores, color a los sonidos y todas las combinaciones, conexiones y reconexiones posibles.
Descubrí que esto me pasaba a los 16 años cuando comenzaba a escuchar música con mucha más atención. De repente, al estar sumergida en la oscuridad de mi cuarto me bombardeó un ataque totalmente inesperado de secuencias de paisajes y ambientes coloridos que no tenían una relación directa con lo que estaba sonando a través de los audífonos. Es decir, las canciones no hablaban de paisajes boscosos y profundos ni de pozos en el fondo de mi mente color lava.
Por supuesto que se volvió una de mis rarezas preferidas. Luego supe que esa rareza tenía un nombre y que se le podía educar. Hola sinestesia, el placer es todo mío.
Algo que solo yo podía experimentar, pero que necesitaba invariablemente un detonante, generalmente era la música. Luego descubrí que también me pasaba con algunos besos. Misterio y revelación. Imágenes construidas de no sé dónde que se encontraban cómodamente escondidas en alguna circunvolución y que saltaban al lóbulo frontal en el momento menos esperado.
Hasta aquí, todo más o menos en orden.
Pero desde acá comienza otra historia, otro misterio y otras revelaciones.
¿Qué pasa cuando los paisajes ya no están escondidos en algún callejón del cerebro y más bien están en la vida real? Tan reales como el concreto y el azulejo de que están hechos. ¿Qué pasa cuando ya no son solo un puñado de neuronas que se confundieron de enchufe y cada terminación nerviosa en cada rincón del cuerpo esta experimentando una revelación. La revelación. Las revelaciones. La textura de tu cabello, la simetría de tu sonrisa, el ritmo de tu caminar, el tiempo exacto que tarda cada uno de tus pestañeos, tu voz y todas sus reverberaciones...
La he nombrado geosinestesia.
En cada calle, en cada vuelta de esquina, en cada nueva avenida, en cada callejón sin salida, en cada jardinera, en cada pasaje, en cada parque, en cada escalón, ahí, una nueva revelación.
¿Acaso es esta la ciudad escondida que había construido para nosotras en sueños?
Rodeada de montañas y de mar, ese mar.
De pedreras coloridas y criaturas fantásticas. De callejones, de nuestros callejones y de ramblas infinitas.
¿Acaso es esta la ciudad que ya me había construido con todas las canciones y ahora todo me estaba gritando que lo único que falta eres tu caminando conmigo?
¿Acaso es esta la ciudad que ya me había construido en todos los escenarios posibles justo como nos había imaginado también en cada uno de ellos y los atravesábamos sin miedo?
Una vez alguien me dijo que el amor es loco, que te toca y se va y que el amor no puede contenerse en un beso, es inmenso como el mar, inmenso como el cielo...
Tal vez el amor es el mar y en uno de sus tantos locos arrebatos te toca, te abraza, te sumerge hasta lo más profundo ahí donde se encuentran los tesoros y te mantiene ahí, envuelto de azul, lejos de todo, flotando tranquilo. Y en otro arrebato te toca y se va en una infinita sucesión de olas, todas diferentes y todas iguales, que se van y se funden con el cielo y que se agitan y se enturbian y al final... al final regresan.
#barcelona#españa#la pedrera#casa mila#catalunya#barceloneta#saint sebastian#montserrat#arco del triunfo#fotodiario
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Tübingen
No sé qué ubicación darle a Tübingen en la cronología de este relato. Si esto fuera un bonche de postales, Tübingen aparecería al inicio, en el medio, más adelante, de nuevo más adelante y al final. Entonces tal vez esta historia no debe de concebirse como una flecha que corre en una sola dirección, sino como una esfera con puntos que se conectan al epicentro y el epicentro es Tübingen.
Tübingen: ciudad universitaria al sur de Alemania, cuna de la poesía de Hölderlin, lecho del Neckar, casa de descanso de Hesse. Tü de cariño, cuando ya descubres que te regala un besito cada vez que lo mencionas y una sonrisa cada vez que lo escribes.
Este pequeño lugar me recibió con una centena de árboles con las ramas abiertas dándome la bienvenida. Árboles que en tiempos más cálidos visten hermosas hojas y flores. Árboles que ahora se disculpan por la decoración minimalista del paisaje pero que al mismo tiempo te susurran que estas en casa.
Y todo lo que faltaba por llenarse de hojas, flores y colores, se llenó de sonrisas, risas, carcajadas, buenos ratos, compañerismo, amistad, hermandad, atardeceres, noches de poesía, noches de música, noches de tranquilidad y de tregua.
Creo que en la vida existe el equilibrio pero es muy fino y hay que ser lo suficientemente aguzado para saber que a veces a uno le toca tener la delicadeza de esperar y hacer ciertas maniobras para estar de nuevo un poco más arriba (o menos abajo). Y eso fue Tübingen. Quitar miedo, ensimismamiento, confort, rutina. Poner simpleza, paciencia, buena fé, corazones valientes y esperanza.
Y Tübingen con su Neckar y los otros cuerpos de agua que en su aparente estática iban conectando una historia alterna. El viento le ponía una suave textura al agua y una quedísima voz. No se podía tocar y apenas se podía oír. Y cuando prestabas la suficiente atención te pedía que la dejaras correr, que la dejar pasar, que la dejaras fluir... porque eventualmente ella llegaría de nuevo a ti para envolverte. Eso contaba la voz del agua.
Y el azul como preludio que se iba tiñendo cada vez hasta volverse el color del exacto del sueño.
Si desde lejos (Wenn aus den Ferne) - Hölderlin
Si desde lejos, aunque estemos separados, aún me reconoces y el pasado, oh tú que compartiste mis penas, representa algo hermoso para ti,
dime, ¿dónde podía esperarte tu amada?, ¿en aquel jardín donde nos encontramos después de un tiempo terrible y oscuro?, ¿o aquí junto a los ríos del sagrado mundo? Tengo que decírtelo. Había algo hermoso en tu mirada cuando, desde lejos, te volviste alegre para mirar, tú, hombre siempre tan prudente, de oscuro semblante. ¿Cómo transcurrían entonces las horas? ¿Cómo podía mi alma sentirse serena sabiendo como sabía, que estábamos separados? Sí, lo confieso. Fui tuya. De verdad. Tú me traes a la memoria cuanto ya sé y me lo escribes en tus cartas. También a mí se me representa ahora cuanto te dije en el pasado. ¿Era primavera? ¿Era verano? El ruiseñor, con sus dulces cantos, convivía con los otros pájaros en los arbustos cercanos, y con sus perfumes los árboles nos envolvían. Los claros senderos, el bajo matorral y la arena sobre la que caminábamos, volvían más alegres y amables los jacintos, o los tulipanes, la violeta y el clavel. Arrimada a los muros y paredes crecía verde la hiedra y lo mismo hacía una sagrada oscuridad en las altas alamedas. A menudo, mañana y noche, estuvimos allí hablando de muchas cosas y mirándonos gozosos. Revivía en mis brazos aquel joven que, ya perdido, llegó desde los campos que con melancolía me mostraba. Pero él conservaba los nombres de aquellos raros lugares, y toda la belleza que florecía o se ocultaba en las sagradas riberas para mí tan queridas, en el suelo patrio. Desde lo alto contemplar puedo hasta más allá del mar donde nadie quiere vivir. Alégrate y piensa en aquella que aún se siente complacida porque un día radiante brilló para nosotros. Ese día, que comenzó con mutuas declaraciones y entrelazando nuestras manos, nos unió. ¡Ay de mí! Fueron unos días hermosos. Pero pronto una triste oscuridad llegó tras ellos. Querido. Siempre me aseguras que te encuentras muy solo en el hermoso mundo. Pero tú no sabes...
#tübingen#tuebingen#tubinga#deutschland#germany#alemania#badenwürttemberg#fotodiario#hoelderlin#poema
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The xx
Uno nunca logra imaginar todos los lugares a donde lo llevará la música. O tal vez, a todos los lugares a donde se dejará llevar uno por la música.
Esto es algo que siempre pasa por mi cabeza cada vez que llego a un nuevo lugar y sé que se volverá especial por la música que resonará ahí. Es un asombro que esta presente desde mi primer concierto hace casi 10 años y es un asombro al cual me aferro cada vez con más recelo en el tornado de la vida que a veces parece arrebatarte todo aquello que no sostienes con la suficiente fuerza.
Esta vez me tocó vivir mi primer concierto en otro país con una banda a la que estuve persiguiendo por años en un idilio que no lograba consumarse.
Hay un proverbio popular que dice que «las cosas pasan por algo» y precisamente por su carácter tautológico me gusta vestir a esta frase con hermosos y coloridos significados o con los peores harapos que encuentro en el fondo de mi mente según la ocasión. La vuelvo mi drag. Esta vez se vistió con perlas y diamantina para explicarme que a veces —simplemente — todas las circunstancias están a favor en un tiempo y lugar determinados.
Esta ocasión presentaron su tercer disco “I See You” que salió el año pasado (2016). Un disco más upbeat a diferencia de sus entregas anteriores pero sin dejar de lado toda la profundidad y sentimiento lírico. Ellos han dicho que el disco esta inspirado en todos esos momentos de fiesta que venían después de cada show de su tour anterior (Coexist, 2014). Y es clara la influencia del confeti y el ambiente de euforia, sin embargo, uno nunca deja realmente de ser aquel individuo vestido de negro, en medio de la pista intentando seguir los pasos desenfadados de la gente que baila en colores más amigables.
The xx es una banda que siento particularmente cerca y particularmente mía.
La conocí cuando recién entré a la Universidad y los ponía todos los días en mi camino a la escuela. Los conocí cuando recién tuve mi primer romance y canciones como “Do you mind?” y “Hot like fire” se volvieron soundtrack de todas esas primeras veces.
Los siento tan cerca y los siento tan míos porque eran tres chicos de mi edad haciendo música en la intimidad de sus cuartos y de su complicidad, con la libertad total de moverse musicalmente entre Joy Division y Beyonce. Tres chicos tan comunes como cualquiera de nosotros. Los siento tan cerca y tan míos porque hemos crecido juntos.
Recuerdo la primera vez que escuché “Angels” y la sensación exacta que me brotó del centro y me erizó la piel. El intro con las guitarras de Romie parece que fue escrito con tinta de un sueño azul marino. Desde los primeros acordes ya se siente la fuerza y la ternura de ese abrazo melódico y las letras que hablan de ese amor que va pasando lento pero invadiendo todo.Silencioso e invisible para los ojos de todos los que estan fuera de él, de ese amor valiente, de ese amor que se avienta al riesgo con la esperanza de seguir flotando como el estruendo in crescendo de los tambores de Jamie y el pulso simplísimo del bajo de Oliver.
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Me gusta pensar que nos vamos acompañando en esta extraña transición hacia lo que sea que nos estemos convirtiendo. Me gusta pensar que nos estamos volviendo cada vez más complejos y que a la vez nos estamos quitando los complejos, que nos estamos volviendo más atrevidos, que cada vez nos afianzamos más a la incertidumbre de la vida.
Uno nunca logra imaginar todos los lugares a donde lo llevará la música...
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buen viaje
He vuelto. De nuevo. Después de una pausa —bastante— prolongada. Aunque realmente no estoy segura si he vuelto completamente. Quizás nadie vuelve igual de los viajes que se emprenden, incluso de aquellos en donde ni siquiera te mueves de lugar.
En Febrero emprendí un viaje a Alemania cuyo motivo principal era visitar a mi hermana que se encontraba ahí desde hace ya unos meses. Muchos le llamaron un viaje de vacaciones, sin embargo, no tuvo que pasar tanto tiempo para intuir de qué se trataría realmente y al final más bien fue como una especie de retiro espiritual.
Los meses previos al viaje fueron particularmente brutales para mi, traumáticos, incluso. Me mudé de ciudad para comenzar un nuevo trabajo y comenzar a ser más independiente, solo para darme que la única diferencia era que ahora yo estaba eligiendo de quien dependería mi libertad.
Pensar en esto y en muchos otros tópicos que estaban dando vuelta en mi mente, desde lejos, ha sido nuevamente un shock. Es increíble como, la mayor parte del tiempo, la libertad parece una ilusión y en cuanto la tenemos, no sabemos muy bien qué hacer con ella, porque no la reconocemos ni sabemos cómo funciona.
Libertad para hacer lo que queramos, libertad para amar, libertad para estar solos, libertad para elegir...
Aquello que comenzó como un viaje al extranjero se convirtió pronto en un viaje hacia mi misma, hacia observarme de lejos, muy lejos, desde otra perspectiva, fuera y libre por fin. Se convirtió en una fiesta para romper esquemas a palazos, como piñatas.
Ibargüengoitia decía que mientras más enojado y más lejos viajaba de Mexico, más mexicano se sentía.
Ahora, esa frase retumba particularmente dentro de mi, porque no solo me siento así respecto a mi país, sino tambien a mi latinoamérica y también conmigo misma.
Esta es la introducción hacia el recorrido de este viaje y del cual espero describir de la manera más fiel la cartografía de los lugares —geográficos y emocionales— por los que pasé.
Asi empezó este viaje, con las luces de esta ciudad diciendo ¡buen viaje!
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La La Land
Hace unos días una amiga me atacó con una serie de preguntas sobre la película. Todo comenzó con un inocente ¿tienes intenciones de verla?, luego siguió con un temeroso ¿acaso toda la expectativa que hay detrás de abruma? y finalizó con un certero y decisivo ¿te molestan los musicales?.
Sí, no y no. En realidad no tenía grandes intenciones de ver la película pero había algo en los colores del poster que capturaba mi atención más allá de toda la prensa que han generado las diversas nominaciones en los premios Óscar.
Como buena millenial tomé mis precauciones: evité spoilers en la medida de los posible (imágenes, gifs o cosas que revelaran el contenido de la película). Ni siquiera vi el trailer. Ni siquiera leí la sinópsis. En esta era en que nos tocó vivir, la era del internet, en la cual podemos estar hiperinformados, decidí no saber nada al respecto. Uno se debe dar ciertos gustitos mientras se pueda, ¿no?.
Así que entré sin prejuicios a la sala de cine, ni siquiera con aquel que pudo haber sido el mayor de todos: que sea un musical. Creo que la vida misma puede ser un musical con bellos y bizarros números en los momentos más inesperados; aquella canción triste mientras uno espera en la fila de las tortillas o la canción de moda que va sobre ruedas en una motoneta y que puede ser el preludio de un trifulca de barrio o esa canción que hace estallar de euforia a todas las personas en el bar y de la nada se crea un —breve pero intenso — lazo de hermandad.
Tuvo que pasar poco tiempo para intuir que la narrativa y la intensidad de la película no recaería totalmente en la parte musical.
Tiene una premisa simple. Chico, veintitantos, con un trabajo que detesta, soltero, vive en departamento pequeño, sueña con abrir un club de jazz en donde pueda tocar todas las noches libremente. Chica, veintitantos, barista dentro de un set de grabación en Los Ángeles, vive en un departamento que comparte con amigas, tiene un novio insípido y aburrido, sueña con ser actriz y escribir sus propios guiones. Chica conoce a chico y todo comienza.
Hasta aquí todo parece otra película más de Hollywood con la pareja estrella del momento.
Sin embargo hay una emoción tan real y tan especial que se esconde debajo de todas las escenas, en todos sus colores y todas sus notas, una emoción que matiza y le da esa sombra característica de la nostalgia anticipada. Esa emoción que uno tiene cuando reconoce que esta viviendo un momento particularmente especial. Ese microsegundo en donde uno se sale de todo y reconoce que ese momento, en algún punto en el futuro, tendrá una estrella en el diario de la felicidad, brillando independiente del tiempo y del espacio.
Hay algo tan general y a la vez tan particular con esta historia. Y es que el verdadero tema de la película son los sueños y cómo uno se vuelve espectador, cómplice, benefactor — y en el mejor de los casos— testigo de todos ellos.
Es justo aquí donde se conjugan los elementos para ofrecernos aún más posibilidades: el sueño del amor, el sueño de la felicidad, el sueño del éxito, el sueño de la tranquilidad, el sueño de tenerlo todo y esperar que al final, todo salga bien.
Hacia el final de la película se deja una incógnita pendiente: ¿cómo se cumplen los sueños?. Una incógnita en la cual caben aún más posibilidades, más caminos, más historias, más colores y más sombras. Sin embargo, no nos deja flotando en el vacío y nos da una pista, el pulso de los sueños, es la pasión.
City of stars Are you shining just for me? City of stars There's so much that I can't see — City Of Stars - Ryan Gosling
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poemario
Hoy inauguramos una nueva sección para coleccionar los mejores arreglos de palabras sobre el amor y otros monstruos.
Centímetro a centímetro
-Piel, cabello, ternura, olor, palabras- mi amor te va tocando. Voy descubriendo a diario, convenciéndome de que estás junto a mí, de que es posible y cierto; que no eres, ya, la felicidad imaginada, sino la dicha permanente, hallada, concretísima; el abierto aire total en que me pierdo y gano.
Y después, qué delicia la de ponerme lejos nuevamente. Mirarte como antes y llamarte de "usted", para que sientas que no es verdad que te haya conseguido; que sigues siendo tú, la inalcanzada; que hay muchas cosas tuyas que no puedo tener.
Qué delicia delgada, incomprensible, la de verte lejos, y soportar los golpes de alegría que de mi corazón ascienden al acercarse a ti por vez primera; siempre por primera, a cada instante. Y al mismo tiempo, así, juego a perderte y a descubrirte, y sé que te descubro siempre mejor de como te he perdido.
Es como si dijeras: "Cuenta hasta diez, y búscame", y a oscuras yo empezara a buscarte, y torpemente te preguntara: ¿estás allí?", y salieras riendo del escondite, tú misma, sí, en el fondo; pero envuelta en una luz distinta, en un aroma nuevo, con un vestido diferente.
Ruben Bonifaz Nuño
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Otra era con Javiera
Hace unos cuantos días estaba recordando el mejor concierto al que he asistido hasta ahora; toda la emoción compactada antes de todo y la incredulidad y asombro después de todo. Para mi siempre será sorprendente cómo algo tan intangible, tan efímero y tan invisible como la música nos haga sentir tanto.
En este caso especial con la brava de Javiera me sorprende aún más pensar que algo que comenzó hace 10 años solo con una caja de sonidos y un sintetizador haya tocado ya a tantos corazones y cruzado continentes.
Una idea simple, una ejecución simple y una infinidad de caminos tremendamente complicados. Pero los que logran abatir todas esas vicisitudes y salir airosos en la batalla de cumplir los sueños, esos quienes después de todo aún tienen fuerzas para cantar su mensaje a otros corazones guerreros, ellos son la fuerza y son la bandera.
Nunca dejaré de estar fascinada de la manera en que la música nos une, nos hace vibrar, nos renueva, nos mueve, nos enfrasca en viajes físicos, mentales, emocionales, espirituales. Probablemente, lo más acertado en eso de hacer música es que, en realidad la música nos hace a nosotros.
Esta vez me tocó ser espectadora de la Javi que además de haber creado Otra Era creó también otro Universo, uno lleno de libertad y buena vibra.
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También me tocó ser espectadora de alguien que estaba viviendo el mejor concierto de su vida. A veces uno es demasiado ingenuo para poder imaginar los escenarios que la vida nos tiene preparados y con el tiempo una va aprendiendo que lo importante es recibir cada uno de ellos con los brazos abiertos y disfrutarlos al máximo.
Justo estoy por terminar de leer “La elegancia del erizo” en donde la pequeña niña Colombe, a pesar de su corta edad, absorbe y procesa la vida a pasos nada cortos. A continuación una de sus reflexiones, que bien podría ser también, sobre la música: Quizá estar vivo sea esto: perseguir instantes que mueren.
¡Hasta la verdad!
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esto es lo más cerca que estuve de dar un beso hoy
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mi niña interior disfrutó mucho este paseo
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Nara
La lluvia caía sobre sus cuerpos y se evaporaba casi al instante y dejaba una estela colorida a medida que avanzaban entre pasos torpes y entrelazados. Era una noche de verano con las condiciones perfectas de calor y humedad tanto en exterior como dentro de las sábanas.
Los cuerpos hacen una función magistral de cada uno de sus finísimos mecanismos de defensa y ataque. La tensión de cada músculo, el ritmo exacto de la respiración que sigue el meticuloso compás de un director invisible y el corazón que dispara…
Esta noche las manos se convierten en ojos y los ojos son radares de cualquier luz indiscreta. Porque lo verdaderos amantes se conocen y se construyen de acuerdo al roce de cada poro, la exploración de cada accidente y del lenguaje invisible de la armonía.
La devoción es darse por vencido en la batalla de egos – porque se sabe ante mano que es una lucha perdida – y los cuerpos lo conocen bien al hincarse el uno frente al otro, al abrazarse y sentir la llama que sostiene el frágil equilibrio. La devoción es entregarse, en cuerpo y alma. Porque en cada centímetro del cuerpo hay un alma que palpita mientras se encuentra y se reconoce y se extiende por fin con otra y que solo ahí se sabe que todas las almas son gemelas bajo la oscuridad y que pesan lo mismo que la gravedad, eso que nos mantiene tan atados a lo que sea. Y también se sabe que tal vez no hay complementos porque los encuentros más cercanos duran poco y las probabilidades de volver a coincidir son casi nulas.
Pero por una noche, todas las almas que conforman a cada cuerpo se funden, el sudor se hace perlas y las perlas viajan al fondo del mar y el movimiento de los cuerpos se hace ecos y se hacen olas y se convierten en una marea sin pasado ni futuro.
In my youth the greatest tide washed up my prize...You Love is the warmest color
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Tender
Entre sueños, empezó a escuchar una queda melodía proveniente de un rincón del cuarto. Al principio pensó que era uno de esos sueños musicales semilúcidos que tanto le gustaban, pero después comenzó a reconocer de qué se trataba. Un tímido sonido de guitarra y las primeras lineas: Tender is the night lying by your side.
El conocía perfectamente la canción. Sabía de corazón cada acorde y cada letra. Del tipo de información que se aloja casi como una función fisiológica. No podía olvidar ningún detalle de ella como uno no puede olvidarse de respirar.
En el pequeño cuarto todo su universo cobraba sentido de repente. Pensaba que si todos los estadíos de soledad se compensaban con algo, esto era ese algo. El espacio se empezó a hinchar de una paz que esperaba explotar desde hace mucho tiempo. De esa paz que cambia las densidades de los cuerpos por algún artificio alquímico y los hace más ligeros. ¿Qué es lo que tiene que cambiar en uno?, ¿qué conformación deben tomar las moléculas para poder danzar en éter?, ¿qué equilibrio magnético debe darse?, ¿qué presión debe tener el ambiente?, ¿cuál es la temperatura ideal?. Todas estas preguntas acechaban su cansada mente pero en un pestañeo tuvieron respuesta.
Ella se había levantado un par de minutos antes para poner una canción en el estereo a volumen moderado y se las había ingeniado para meterse de nuevo en las sábanas sin que él lo notara. Y ahora estaban ahí, juntos, compartiendo un espacio de dos metros y calor, que bien podría ser la infinidad y sin cruzar ninguna palabra, el cuarto se había convertido en un pozo de significados.
No había sido una noche romántica ni una one night stand. Había sido una de esas noches en las que los cuerpos se buscan a ciegas. Algo superior los mueve. No deseo ni lujuria, pero, sin duda, algo que necesita como vehículo a los cuerpos. Tal vez la confirmación de la existencia de uno a través del otro, tal vez una declaración de egos rendidos: a veces uno solo no basta.
Y en un pestañeo, se encontraron. Habían sobrevivido a la noche.
Tender is the day, the demons go away...
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Kingston
Es en las horas más vacías cuando mis líneas de pensamiento se extienden y se enredan. Es en los tiempos muertos en donde el orden solo se conserva en la arquitectura de los muros y pilares de esta habitación. Justo cuando todas las cosas parecen más quietas, esa hora del día en donde el silencio corre por cada esquina y el ambiente se llena de estática, justo ahí es cuando comienza a regarse la ansiedad. Voy de un cuarto a otro, me detengo, veo sin prestar atención a través de la ventana e intento llenarme de silencio.
Primer intento: fallido.
Voy a la cocina y preparo agua para té, seguro esta ansiedad es el preámbulo de uno de esos episodios de pensamientos convulsos que buscan una vertiente única de luz y razón. Así que debo estar preparada y una buena taza de té parece ser una buena compañía.
Segundo intento: fallido.
Pienso en sustancias más fuertes. Algo que pinte el silencio, algo que lo vuelva ensordecedor, algo que vuelva visible la entropía. Nada. Mucha gente fuma en estos momentos. Yo aun no entiendo qué efecto tendría en mí sostener un poco de humo en mis pulmones. Luego recuerdo el olor a tabaco y tu piel y el fuego. En estos momentos debes estar fumando algún cigarrillo en algún lugar. Tercer intento: exitoso.
(Photo by María Azul Staniscia)
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el día del poema
hay poemas que dicen tanto y se callan tantas cosas más hay poemas con tantas vidas en todas direcciones, que se entraman y que se sueltan, que se tatúan en los p��rpados y que siempre están en la punta de la lengua hay poemas que son promesas en la oscuridad hay poemas que son estandarte hay poemas con vocación de credo
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febrero loco y Marlene otro poco
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El amor de mi vida
¿Qué es el amor?, ¿qué es la vida, ¿cómo definir un concepto dentro del otro?.
En este brevísimo instante en que he experimentado la vida como miembro de la extrañísima especie humana me atrevo a intentar definirla o mejor dicho, intentar poner en palabras mi percepción de ella:
Vida: una sucesión infinita de incertidumbres con o sin sentido.
Creo que uno atraviesa por la vida sin llegar a saber demasiado, no se saben muchos por qués ni cómos y se saben muchos menos paraqués. Sin embargo uno anda tratando de desenmarañar todo ese misterio- Unos siguiendo el camino que otros muchos han trazado previamente (medio vivos diría yo) y otros haciendo su propio camino, siguiendo su propia intuición y su propia voluntad, asumiendo toda la ambición o despojándose por completo de ella, renunciando a la seguridad y a la comodidad, sacudiendo todo; mentes, cuerpos, probabilidades…
Pero para cualquiera de los caminos; los que van de A a B en línea recta o los que describen una trayectoria ininteligible hay algo que hace que valga la pena cruzarlos y según los resultados que han arrojado mis investigaciones, es esto lo que da el sentido: esa extraña cosa llamada amor, ese espejo de n caras y n espectadores, eso que nos hace sentir los seres más dichosos y afortunados, eso que nos hace hacer las cosas más inverosímiles, eso que devuelve la esperanza, eso que irremediablemente nos salva del absurdo y del vacío, eso que nos hace sentir en casa sin importar el lugar geográfico ni el origen, todo lo que une, eso que vuelve más azul y más profundo al azul, eso que te pone la piel chinita y te llena de electricidad desde la espina, eso que queda cuando te desnudas de las máscaras y de los roles, cuando dejas a un lado el personaje y no hay más barreras, la tregua de la vulnerabilidad, esa manta de protección en la que nada malo puede pasar, eso que enternece hasta los huesos, todo eso que cuando falta lo vuelve a uno tan miserable.
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Los días perfectos
Hace unos días alguien me preguntó qué hace un día perfecto para mi. Es una pregunta que me gusta mucho porque los elementos que vuelven mi día perfecto han cambiado a través de mis diferentes etapas. Sin embargo hay algunos elementos que siempre se mantienen, me gusta pensar que son los elementos esenciales: buen clima (puede ser desde ligeramente caluroso y despejado hasta lluvioso torrencial), buena compañía y buena música. Todos los demás elementos son secundarios.
Mientras más avanzo en la vida tengo más clara una cosa: las cosas más simples se van haciendo cada vez más difíciles.
En esta carrera maniática hacia “ser un adulto” y todas las ideas y mitos que existen alrededor de ello , uno va olvidando las pequeñas cosas: detenerse un momento, llenarse los pulmones con aquí y ahora, llenarse los ojos con la belleza de la imperfección de las cosas que nos rodean y sentir que el corazón es feliz cuando uno se deja sentir, cuando uno se deja ser libre.
Yo creo que la madurez no consiste en llenarse de cosas ni personas, sino saber elegir y apreciar todo.
En esta carrera maniática por ganar, perder es toda una rebelión. Perder el miedo a no ser o hacer las cosas como todos los demás aun sabiendo que no hay nada nuevo bajo el sol, soltar las cosas que a uno no le hacen bien y agarrar con más fuerza todo eso que te hace sentir vivo y en paz, llenarse de vacío, tomar riesgos...
Mucha gente se cansa de nadar contra la corriente. Yo fui muy afortunada de encontrar otro río, uno que ya se reconoce como mar, pero disfruta el viaje.
Adjunto algunas memorias de mi aniversario 24 o lo que pudo haber sido cualquier otro día perfecto.
Cirros
Comida casera
Beber vino en la calle desafiando el orden social mexicano lml
Un momento después del mezcal y antes del papa
Ellos y el caracol
Amor que se confunde con amistad y amistad que se confunde con amor
Encontrar un lugar tranquilo y bonito en un día saturado
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