Mi nombre es Bella, me encanta la compañia de un buen libro y una taza de té junto a una chimenea en una noche de invierno, mucho gusto.
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Seguí sobando mi brazo, maldiciendo en mi cabeza lo impulsiva que había sido y más odiaba el muro que nos separaba del mundo exterior. — Si, eso parece... Lamento si te sorprendí, tú tranquilo que al parecer el responsable de habernos puesto en esté lugar nunca dará la cara. — Acomodé mi vestido ya liberado y recordé que era una princesa y debía comportarme aunque poco me interesaron los modales en ese momento. — Lo sé, es solo que estaba tan... Necesitaba saber si había alguna manera, de salir o... No lo sé. — En mi rostro se estaba tornando un gesto de vergüenza. — No, solo un poco, pero estoy segura que mañana en la mañana lo sentiré más.
Al ver cómo aquella persona se quedaba quieta por un instante al igual que yo, me quedé petrificado. Aunque unos segundos después pude reaccionar al reconocer la dulce voz de Bella. —Oh, eres tú Belle. ¿Quemado? Rayos, creo que tenemos que volver al castillo, al parecer no soy el único curioso.— Mascullé al liberar su vestido de las ramas y tomarla del brazo. —Debes ser cuidadosa, tienes una piel sensible. Pero tengo algunas medicinas adentro. ¿Te arde mucho?— Pregunté atento, mirando por si la quemadura no hubiese hecho un enorme daño.
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— ¿Lo prometes? Será mi bien más preciado. — El tono sarcástico se notaba en mi voz y en mi gesto, aunque por dentro trataba de no ahogarme en una enorme carcajada que me estaba guardando. Pasar tiempo con Alicia era una de las pocas cosas que me levantaban el animo desde que habíamos llegado a esté lugar. — Vamos Ali, sabes que esté lugar para mi es un edén. Es decir, es mucho más grande que cualquier otra biblioteca que haya visto en mi vida, es lo único bueno que puedo encontrar en esté sitio. Pues no lo vi, pero me lo imagino, será otro día, atardeceres hay muchos Ali. — La verdad, estaba pasando un muy buen momento, aunque si podía decir que me sentía un poco mal por mi. En mi vida de ensueño que me fue arrebatada siempre me la pasaba buscando aventuras y no leyéndolas, aunque ahora todo había cambiado; cuando noté su cambio de voz un extraño sintiendo se formo en mi pecho llenándome de un poco de temor. — ¿Su-sucede algo?
No otra vez...
—Así me gusta, si quieres un día te regalo mi autógrafo. Sólo por tratarse de ti.— Bromeó mostrando aires de grandeza, mientras dejaba por un momento su biscocho en el plato que se encontraba en la bandeja y lo intercambiaba por la tasa de chocolate. —¿Estás segura de que no te estás ahogando aquí? Llevas mucho tiempo encerrada, a pesar de que suena una buena historia, deberías de haber visto el atardecer de hoy, fue precioso.— Compartió con la castaña, bastante animada por las cosas más triviales que vivía; después de todo, Alicia sólo era una niña, a quien la simpleza se le daba, además de hacerla feliz, aunque por un instante, su sonrisa se desvaneció tan rápido como apareció, reemplazándola con una mueca de preocupación. —Bells, la verdad es que tengo m��s de una razón para ser tu heroína el día de hoy… Hay algo que me preocupa enormemente.—
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Ver como mi mejor amiga pasaba por problemas sin que yo pudiera hacer nada, me partía el corazón, no sabía que hacer, pero tenía que estar para ella en ese momento y en todos. — Vamos, Jas. Conoces a Aladdin, estoy segura que no tienes nada de que preocuparte. El sabe cuidarse muy bien. No tienes que preocuparte por eso; apuesto que el también debe estarse preguntándose como estas tú, debes de sonreír, obviamente a el no le gustaría verte tan angustiada.. Aunque ¿donde crees que pueda estar?
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— Si, un rato a solas con mi esposo, Adam, el hombre del que me enamoré. — Dije resaltando el nombre del hombre que tenía frente mio y por el cual podía seguir sintiendo ese temblor en las piernas al momento de ver sus ojos y sus perfectas facciones. — Bien, entonces vayamos, haremos lo que tú quieras. Nada de términos inteligentes, ni temas sobre libros, solo tú y yo. ¿Tienes algún plan en mente?
-Un rato a solas con tu esposo, la bestia, pensé que eras inteligente y de buenas ideas, Bella.- Dijo en juego, en realidad le agradaba que su esposa aún quisiera pasar un tiempo con el, con un amargado, un monstruo. Le encantaba mirar sus orbes castañas, sentía seguridad, se sentía en casa y sentía sobre todo que todo problema se desvanecía, así que al ser rodeado por los brazos de ella y correspondió rodeándola de la cintura. -No te voy a dejar sola, nunca.- Dijo en un tono suave, solo para a continuación depositar un suave beso en los suaves labios carmesí de su Bella. -Solo si me prometes una cosa.- Dijo con una sonrisa. -Nada de libros, nada de términos inteligentes o esas cosas, por una vez desde que llegamos a este maldito sitio quiero sentirme como alguien normal, ¿está bien? solo tontear un rato, relajarnos, ¿que tal?-
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Cerré mi libro no sin antes doblar la esquina de la página donde estaba, no había tenido contacto humano en todo el día por lo que tenía que aprovechar este momento. — De acuerdo; se quien eres linda, es decir después de unos cuantos meses he conocido casi a todos en este lugar... Incluso a algunos que no hubiera sido mi preferencia. — Le devolví el apretón de manos con una enorme sonrisa. — Aunque creo nunca habíamos tenido la oportunidad de hablar... Soy Bella, dime Belle por favor.
¡Perdón, perdón!
Reí un poco al escucharlo, al parecer me había topado por una muchacha apasionada a los libros. Aunque realmente no la culpo, es tan interesante saber cómo unas cuantas páginas pueden cambiar tu día de una manera muy brusca, pero agradable —No te preocupes corazón, no es tú culpa. Ambas estabamos distraídas, así que relájate— Asentí, y sin más le ofrecí mi mano— Soy Aurora.
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Después de sentir como Eric se levantaba del sillón y se iba volví a mi lectura, completamente despreocupada; cuando volvió con los aperitivos una sonrisa se dibujo en mi rostro, no podía esperarse más del príncipe Eric. — Vaya... Todo un caballero... Aunque no estés tan seguro de que no me acabaré esto yo sola eh. — Tomé un sándwich de la charola y lo deguste rápidamente, miré como rebuscaba entre una de las estantería y sonreí. — Pues a pesar de ser todo un genio... No, el pobre señor no hizo ninguna continuación y la verdad me alegro de que así fuera, ¿vamos? Qué más podía haber después de la muerte de los personajes principales ¿ah?, además lo que lo hace tan valioso es el significado de la muerte que nos da, no tanto el del amor verdadero... Si no la muerte y finito. — Mencione como último con una ligera sonrisa en mis labios, miré mi libro de nuevo y puse en marcador en el lugar en el que me quede. —
No otra vez...
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Podía ver como Adam peleaba contra sus demonios internos, parecía que en ese momento había podido controlarlos y podía mirar en sus ojos una pequeña porción de ese hombre gentil y amable del que me había enamorado, mirar su expresión dirigida hacía mi me recordaba tantas memorias que habíamos pasado en nuestro castillo, nuestro hogar. — La verdad solamente me desperté pensando en pasar un rato a solas con mi esposo. — Lo tomé de la mano mirándolo profundamente, mientras suspiraba esperando una respuesta aprobatoria. — Vamos, salgamos un rato al jardín, como antes solíamos hacerlo. ¿Lo recuerdas? Ven conmigo... No me dejes sola. — Dije mientras rodeaba con mis brazos el cuello de Adam y sonreía.
Odiaba eso, odiaba por completo el sentir que ya no era merecedor de su Bella, pero por más que intentaba resguardar ese lado, siempre este monstruo salía a flote, su mirada se centró en las orbes castañas de su amada. -¿No deberías de estar arreglándote para esas absurdas fiestas de te?- Su tono era suave, no quería herirla, no quería hacerle daño con sus palabras, así que por más que le costara, intentaría reprimir ese lado por esa vez. -¿No viniste a buscarme para llevarme a una de esas a socializar con un montón de princesas, o si? Además, detesto el te, ugh.- Dijo en juego cuando una leve sonrisa en sus labios se formó.
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Había estado metida todo el día en la biblioteca, devorando uno tras otro cada libro de aventura que encontraba en mi camino, mi corazón se aceleraba cada vez que terminaba con los libros, descubriendo los finales más felices y más trágicos. Al final me había decidido terminar uno de mis favoritos que leía por quinta vez en el mes, fuera del castillo en el jardín. Estaba sentada en una de las bancas leyendo el intrépido final hasta que por fin lo acabe, una sonrisa se dibujo en mi rostro y mire hacía la lejanía del castillo. Un lugar que si no fuera por las murallas y el hechizo que nos mantenía a todos reclusos, ya hubiera sido completamente explorada por mi, ¿Qué habría más allá de las murallas? Yo siempre he tenido sed de aventura, pero ahora tenía que mantenerla si es que no quería salir herida. Sin más, no pude soportar y camine casi corriendo a la barrera que daba inicio a la reclusión en la que todos estábamos, me adentre en los arbustos, tratando de ver hasta donde más podía dar. Sin darme cuenta, mi vestido se había atorado entre las ramas y al momento de agitarlo para zafarme mi brazo había rosado con el humo ponzoñoso y ahora estaba quemado y rojizo. — ¡Genial! Justo lo que me faltaba! — Escuche la voz de alguien llamando y enseguida salí de un brinco de los arbustos para dar con la cara petrificada de Rajah. — Ey... Hola, lamento haberte asustado, soy solo yo.... Am, ¿Podrías ayudarme? Me quemé con el humo el brazo y... Torpe humo. — Dije molesta conmigo misma mientras me sobaba el brazo. —
Caminaba sin rumbo alguno por la orilla del castillo, proponiéndome encontrar cuál era el límite de aquella muralla que nos mantenía encerrados, excluidos del mundo en el que se supone que deberíamos de estar, era tanta mi curiosidad que no podía evitar querer correr el riesgo, sabía que aunque no hubiese alguien que impusiera la reglas, por simple instinto se sabía que no había que sobrepasarse de aquel humo negro, que con el simple roce quemaba. ¿Qué había allí? ¿Por qué no se podía ver más? Nervioso, miré a mis costados, cuando escuché un ruido proveniente de uno de los arbustos del jardín. Por poco y me escondo detrás de la roca más cercana, pensando que alguien podría descubrirme y encerrarme dentro antes de que se me ocurriera volver a respirar, pero aquella melena se me hizo conocida, así que me atreví a musitar. —¿Hola? ¿Quién ésta allí?—
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Claro... Lo sé, pero no puedo evitar encontrar el lado malo de todo esto. Es algo que odio de mi ahora, yo siempre le veía un lado bueno a toda situación, pero ahora... Me es cada vez más difícil; pero estoy segura que juntas nos ayudaremos mutuamente. — En el momento en que noté su cambio de expresión, mi corazón se estrujo un poco, detestaba ver a mi mejor amiga de esa manera y más si me sentía impotente, debía ayudarla de cualquier manera. — ¿Qué sucede? Sabes que puedes decirme lo que sea y sabes que siempre te ayudaré en todo, vamos, cuéntame que pasa.
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En el momento en que oí la voz de la persona sentada al lado mio una sonrisa se dibujo en mi rostro, Gene era la persona más optimista en todo esté lugar y desde que lo conocía, siempre sabía como convertir cualquier momento en uno sin igual. — Un pequeño error... Como siempre, el desayuno es la comida más importante del día, mi querido Gene. — Sonreí mirándolo y dejando mi libro sobre la mesa enfrente mio. — Lo sé... Tal vez vaya a robarme algo en cualquier momento... ¿Qué dices? ¿Me ayudaras en esta misión?
No otra vez...
Gene volvió su atención hacía la persona que yacía a su lado. —¿Por qué no cenarás? Tengo entendido que la cena es la comida más importante del día, ¿o era el desayuno?— se cuestionó tratando de recordar las bases de la comida. —¡Que va! Sería un pecado perderse ya sea el desayuno, almuerzo o la cena, señorita.—
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Sin soltar mi libro por un segundo con la intención de no perder la página en donde estaba de vista dirigí mi mirada a la dulce rubia que se acercaba con esa sonrisa que siempre la caracterizaba, inclusive el primer día en que todos llegamos a esté lugar, ella siempre se la pasaba sonriendo, algo que admiraba de Alicia, siempre trataba de sacar el mejor provecho de cualquier situación, tenía que decir que gracias a ella no me la pasaba encerrada en mi habitación deprimiendome. — Supongo que tienes razón... Como siempre. — Me reí en tono sonoro e hice una mueca graciosa. — Mi... Heroína. — Me incline para tomar una de los biscochos que estaban puestos en orden en la charola, siguiendo tome una de las dos tazas de chocolate y me acomode en el sillón. — Solamente otro cuento que encontré en la última repisa... Es la historia de una princesa que decide huir de su castillo y vivir aventuras por todo el mundo, junto a su mejor amigo un plebeyo que pronto se convertirá en el amor de su vida... Estoy segura. — Suspire poniendo el libro sobre la mesa de café enfrente del sillón.
No otra vez...
Movió de un lado a otro la cabeza, cuando la morena simplemente no pudo despegar su mirada del libro; por un momento la imagen frente a ella se congeló, queriendo capturar a su amiga de esa forma. Así era siempre que se trataba de Bella, con la nariz en los libros, aunque era dulce, bondadosa y creativa. Y por supuesto, por eso y muchas cosas más; su mejor amiga. Rió alegremente, con ese aire jovial que siempre la caracterizaba, sin guardarle rencor alguno, y suavemente se acercó. Dejando la delicada porcelana del juego de té que había traído en la mesa cercana al sillón donde se encontraba Bella, con toda confianza, se dejó caer en la manija del sillón, justo a un lado de la castaña. —Belly-Bells.— Canturreó con dulzura ante el apodo, le hacía recordar a aquellas campanas que escuchaba cada tarde en Londres, armoniosas y a la vez tan propias. —Nunca cambiarás. ¿Quién va a venir a castigarme? Mi madre no está por aquí, a menos de que quieras decírselo a Diana. Toma un poco antes de que te rujan las tripas. ¿Qué lees?— Preguntó ya tomando un biscocho, y por supuesto, mordisqueándolo con toda intención.
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Giré por un segundo mi cabeza para ver de donde provenía la voz, tratando de no perder mi punto de lectura, lo miré algo extrañada y sonreí sintiéndome tonta por haber hablado sin darme cuenta a quien podría molestar. — Lo sé, pero supongo que podré robarme unas uvas del jardín... No pienso perderme el final de este libro por nada. — Seguí leyendo un poco y acaricie una de las hojas de mi libro como si fuera mi mayor tesoro, por el rabillo de mi ojo pude notar el libro que el castaño tenía en sus manos y sonreí para mi misma. — Que buen gusto... Estoy segura que ese en especial te encantara, aun más por su inesperado final.
No otra vez...
Tomo un libro de la estantería, uno de sus favoritos, un libro grueso, rojo y notablemente polvoriento; soplo para quitarle el polvo de encima y lo abrió, sentándose a leer en el sofá junto a la chica, cuando la escuchó murmurar algo. — ¿Creo que quedarse sin comer suena mal? Sé que la literatura alimenta, pero no creo que llene ese tipo de hambre. — Dijo sin quitar la vista de su libro.
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Sin saber de donde provenía la voz, simplemente asentí con la cabeza sin darle importancia y balbucee unas lineas del libro para mi misma, hasta que pude reaccionar y dí un giro rápido en el sillón. — ¡Alicia! — Una sonrisa enorme se dibujo en mi rostro mientras la miraba, de un momento a otro mi olfato pudo percibir el dulce aroma del chocolate en las tazas y sonreí aún más casi rasgando mis ojos. — ¿No te meterás en problemas por sacar comida de la cocina, Ali? — Dije en tono burlón volviendo a ver a la dulce niña parada en la puerta.
No otra vez...
—Toc, Toc.— Dijo con una tierna sonrisa desde el marco de la puerta, tratando de despistar a la castaña con un poco de prudencia. —Ya lo sé, soy tu salvación.— Explicó señalando los buñuelos y chocolate caliente que traía en una charola. —Una tierna rubia me enseñó donde estaba la cocina y como siempre, supe que estarías aquí. ¿Cómo estás, Bells?—
#mi bb es muy amada por acá c:#me siento feliz asdfghj#hola hola Miry hermosa#dandote amor y besos llenos de baba\o/
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— Cada día uno va perdiendo más y más la esperanza de salir de aquí. es una tontería tener que resistir esto, es decir, nunca me ha gustado estar encerrada en ningún sitio aún cuando estaba en casa, lo mio siempre fue buscar mis propias aventuras y aquí se me arrebato ese derecho... A todos se nos arrebato. — A pesar de saber que había más gente en el castillo no podía evitar un toque de egoísmo cada vez que se mencionaba el tema. — Por supuesto, tú sabes que cuentas conmigo por igual, sea lo que necesites, hermosa. — Tomé su mano y la apreté un poco en señal de amistad y le sonreí. — ¿Y cómo has estado tú. eh?
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#ando super mega bien#aunque nerviosa#en una semana me sacan la muela y asdfghjk#Basmine(?#jajaja#pues ya es de día... so jaja#igual todo bien c:
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Al momento de mirar la sonrisa de la chica rubia tuve que sonreírle de vuelta, sin poder evitarlo para mi era algo automático. — Todo perfecto, en verdad lo lamento, debo tener más cuidado, esta es la segunda vez que me pasa. — Me sentí un tanto apenada al momento de decir lo último así que tuve una pequeña risa nerviosa.
¡Perdón, perdón!
Aurora observó a la castaña, a lo lejos la había visto; totalmente sumida en su lectura, algo que le parecía digno de admirar. No culpaba a la castaña del choque, sino a sí misma por mirar a donde no debía. Le sonrió amable, indicándole que todo estaba bien—No tienes nada de que preocuparte, estoy bien. ¿Tú lo estás?—.
#asdfghjk#está es mi primera vez roleandola(?#y ya la estoy amando por igualc:#hola Jo c:#soy Mar o/
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¿QUÉ LUGAR DE TU INSIGNIFICANTE PLANETA TIENES MÁS GANAS DE VISITAR?
Honestamente, no hay ningún lugar que desee visitar más que mi hogar, solamente quiero regresar.
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Al momento en que la morena volteó su rastro hacía mi pude notar por un segundo el cambio de su expresión vacía a una más sonriente, sin duda alguna cuando Jasmine sonreía no se podía evitar devolverle el gesto. — Claro que importa... Después de todo nadie sabe cuanto tiempo estaremos aquí, o si saldremos alguna vez. Claro que importa. — Mi tono de voz disminuyo un poco en mi última oración pero traté de recuperar la sonrisa de siempre. — Estoy... Igual que ayer, ya no hay días "buenos" en esté lugar, no para algunos.
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