kkgmd507 - Tumblr blog

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Hasta la carne - José Saramago

Otros dirán en verso otras razones, Quién sabe si más útiles, más urgentes. Éste no cambió su naturaleza, Suspendida entre dos negaciones. Ahora, inventar arte y manera De juntar el azar y la certeza, Se lleve en eso, o no, la vida entera.

Como quien se muerde las uñas cercenadas.

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La paloma cautiva - Anne Brontë

Pobre paloma inquieta, te compadezco; Y cuando oigo tu gemido lastimero, Lloro por tu cautividad, Y en tus aflicciones olvidar la mía propia. Para verte estar preparada para volar, Y batir aquellas alas tuyas inútiles, Y la mirada distante en el cielo, Derretiría el corazón más duro que el mío.

En vano ¡en vano! No puedes ascender: El techo de tu prisión te confina allí; Sus hilos delgados engañan tus ojos, Y apaga tus ansias de desesperación. Oh, tú fuiste hecha para vagar libre En el soleado prado y por el umbroso bosque, Y más allá del mar agitado, En climas más lejanos, ¡para errar a voluntad!

Sin embargo, has tenido al menos un compañero amable Tu corazón un poco desanimado para alentar, Y compartir contigo tu estado cautivo, Para que pudieras ser feliz ahí.

Sí, hasta ahí, si, escuchando al lado, Una querida compañera fiel de pie, Mientras miraba en su ojo completamente brillante, Tú podrías olvidar tu bosque nativo Pero tú, pobre paloma solitaria, Debes realizar, desatendiendo, tu gemido sin alegría; El corazón que la naturaleza formó para amar Debes sufrir, abandonada y sola.

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Una escena de muerte - Emily brontë

¡Oh día! ¡Él no puede morir   cuando tú brillas tan bellamente! ¡Oh Sol, en un cielo tan glorioso,   tan tranquilamente declinando;

¡Él no puede dejarte ahora,   mientras soplan frescos vientos del oeste,   y alrededor de su frente juvenil   brilla tu alegre luz!

Eduardo, despierta, despierta.   La tarde dorada brilla   cálida y brillante en el lago de Arden.   ¡Despiértate de tus sueños!

A tu lado, de rodillas,   mi querido amigo, te ruego   que, para cruzar el mar eterno,   tardes aún una hora:

Oigo rugir sus olas,   las veo espumar alto;   Pero ningún atisbo de otra orilla   ha bendecido mi vista cansada.

No creáis lo que instan   de las islas del Edén más allá;   Vuélvete, de esa oleada tempestuosa,   a tu propia tierra natal.

No es la muerte, sino el dolor   lo que lucha en tu pecho.   No, recuperate, Eduardo, levántate de nuevo;   ¡No puedo dejarte descansar!

Una mirada larga, esa llaga me reprendió   Por el dolor que no podía soportar;   Una mirada muda de sufrimiento me movió   A arrepentirme de mi oración inútil:

Y, con un repentino freno, la agitación   de la distracción pasó;   Ningún signo de mayor dolor   conmovió mi alma ese terrible día.

Palideció, por fin, el dulce sol poniente;   La brisa del crepúsculo hundió en la paz:   el rocío del verano caía suavemente, mojando   cañadas, claros y árboles silenciosos.

Entonces sus ojos comenzaron a cansarse,   pesados ​​bajo un sueño mortal;   Y sus orbes se volvieron extrañamente lúgubres,   nublados, incluso cuando lloraban.

Pero no lloraron, pero no cambiaron,   nunca se movieron y nunca se cerraron;   Todavía preocupados, y todavía no se desplazaron. ¡   No deambularon, ni aún descansaron!

Entonces supe que se estaba muriendo...   Se agachó y levantó su lánguida cabeza;   No sentí aliento ni escuché suspiros,   así que supe que estaba muerto.

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Lo perdido - Jorge Luis Borges

¿Dónde estará mi vida, la que pudo  haber sido y no fue, la venturosa  o la de triste horror, esa otra cosa  que pudo ser la espada o el escudo  ¿y que no fue? ¿Dónde estará el perdido  antepasado persa O el noruego,  dónde el azar de no quedarme ciego,  dónde el ancla y el mar, dónde el olvido  de ser quien soy?

¿Dónde estará la pura  noche que al rudo labrador confía  el iletrado y laborioso día,  según lo quiere la literatura?  Pienso también en esa compañera  que me esperaba, y que tal vez me espera.

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La noche estrellada - María Luisa Bombal

En la noche estrellada me pierdo,

entre constelaciones y sueños,

contemplando la inmensidad del universo,

y sintiendo mi pequeñez en comparación.

Las estrellas brillan con intensidad,

guiándome hacia lo desconocido,

y en ese instante efímero,

siento que soy parte de algo mayor.

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Una carta de amor - Julio Cortázar

Todo lo que de vos quisiera es tan poco en el fondo porque en el fondo es todo

como un perro que pasa, una colina, esas cosas de nada, cotidianas, espiga y cabellera y dos terrones, el olor de tu cuerpo, lo que decís de cualquier cosa, conmigo o contra mía,

todo eso es tan poco yo lo quiero de vos porque te quiero.

Que mires más allá de mí, que me ames con violenta prescindencia del mañana, que el grito de tu entrega se estrelle en la cara de un jefe de oficina,

y que el placer que juntos inventamos sea otro signo de la libertad.

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Desconocida - Chary Gumeta

Llueve

Y su rostro recibe el llanto del cielo.

Sus ojos miran fijamente hacia el sur

Buscando una señal

Un regreso.

Semidesnuda

Permanece inerte en aquel lodazal.

Su cuerpo

Cubierto con señales de violencia

Muestran unas piernas blancas

Con gélida belleza;

Sus manos delgadas como alas de mariposa

El color de las violetas.

En aquella soledad

Solo se escucha el murmullo del día en el día

Y el de la noche en la noche.

¿Cómo se llama?

No tiene nombre,

Se pierde entre todos aquellos archivos

Que cuentan historias de desaparecidas.

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Espejo - Sylvia Plath

Soy de plata y exacto.

No tengo prejuicios.

Todo lo que veo lo trago de inmediato

tal y como es,

sin la turbiedad del amor o de la antipatía.

No soy cruel, solo veraz-

-el ojo de un diosecillo con cuatro esquinas-

La mayor parte del tiempo medito

sobre la pared de enfrente.

Es rosada. Con manchas. La he mirado tanto

que creo que forma parte de mi corazón. Pero se mueve.

Caras y oscuridad nos separan una y otra vez.

Ahora soy un lago. Una mujer se asoma sobre mí,

buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.

Luego se vuelve hacia esas embusteras, las velas o la luna.

Veo su espalda y la reflejo con fidelidad.

Me recompensa con lágrimas y gesticula con las manos.

Soy importante para ella. Viene y va.

Cada mañana es su cara lo que sucede a la oscuridad.

En mí ha ahogado una muchacha, y desde mí

una mujer mayor

se eleva hacia ella día tras día, como un pez terrible.