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Todos quieren un maestro de Kendo con los ojos rasgados. Todos quieren estamparse en su do, como linaje tatuado, el apellido de un japonés. Como si aquello diese carácter de autoridad a como practica su disciplina y como la comparte. ¿Cuántos mexicanos no han sido enseñados por otro hijo del maíz? Pero, sinvergüenzas, disminuyen el nombre de quién los hizo hasta silenciarlo. Y pronto ya andan presumiendo un apellido nipón de algún maestro quien quizá les hizo una observación y ya es suficiente para enterrar al mexicano.
No es un fenómeno aislado. Es un aflicción general. Vivimos en está esperanza agónica. Como un grosería que anda ansiosa entre los dientes esperando el momento de insultar. Creemos que por decir alumno de Musashi ya somos portadores de un legado inaccesible para los demás. Como si los reflectores de un gran maestro iluminasen de rebote mi mediocridad. Y la virulencia se agudiza mientras más allegados al poder son.
El entendimiento que uno tiene del Kendo comienza con no negar nuestro origen maicero. Como practicante y alumno. Nuestra extracción ajena a Japón, no limita ni excluye nuestra capacidad de adentrarnos tanto en las profundidades de la práctica como un nipón. Pero ¿cómo puede haber desarrollo espiritual -o hasta donde puede llegar- para quien reniega de su origen?
En el dojo al que voy llegan individuos de todos lados. Gringos, brasileños, canadienses, coreanos, japoneses, rusos, polacos, y obvio mexicanos. Cada uno tiene una forma diferente de hacer Kendo. Mucho determinado por el carácter nacional de los individuos.
Yo… yo soy mexicano. Tengo mis colores muy marcados, y mi escudo me da alas.
Soy orgulloso alumno de los maestros mexicanos.
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Corrupción, cinismo y descaro en la Federación Mexicana de Kendo.
La Federación Mexicana de Kendo esta dentro del top 3 de federaciones deportivas más pequeñitas del país. En promedio y a duras penas, sus afiliados apenas suman 12 individuos por entidad federativa en el país. Unos 400 en total. De los cuales muchos son, naturalmente, integrantes fantasmas; practicantes en papel que las asociaciones estatales inventan para cumplir con los números que solicita el deporte organizado para constituirse como eso: asociaciones civiles. Eso ya es un mecanismo de corrupción del sistema que vive de la complicidad entre Federación y las Asociaciones estatales. Pero, también hay que agregar que sin ello no se tendría una federación de la especialidad. Como se puede ver, ya hay vicios de origen.
El último gran descaro tiene lugar cuando las jóvenes promesas, una selección mexicana cuyos 14 integrantes promedian casi los 40 años, salen a las redes sociales a estirar la mano y pedirle a la comunidad de kendo de México que los apoye. Hasta aquí no hay daño, salvo la falta de vergüenza de estirar la mano a esa edad. El cinismo viene cuando no denuncian que la Federación Mexicana de Kendo no les da recursos, y por tanto tampoco la CONADE ni el gobierno de México.
Para que la CONADE asigne recursos a las federaciones, estas deben tener las cuentas perfectamente claras, debidamente esclarecidas, donde cada peso y cada centavo pasa por el escrutinio de la legalidad. La CONADE es muy estricta con la justificación del gasto. Desde hace más o menos 5 años, con “la nueva fmk”, los administrativos han dejado de emitir recibos fiscales a sus afiliados. La razón es que los recursos que se captan por concepto de afiliación, torneos o exámenes se reparten entre los directivos. Así. Tal cual. Se sientan a contar efectivo y repartirlo. Por eso no puede justificar ni un peso ante la CONADE. A la CONADE tampoco le molesta la situación. Una federación a la deriva no le resta.
Los seleccionados, algunos deportistas de integridad, otros mafiosos enquistados en la ubre del deporte nacional -ninguno joven promesa- en lugar de alzar la voz y denunciar lo que acontece al interior administrativo, acallan y disfrutan del privilegio: tienen un pase a Milán. Lo único que tienen que hacer es dejar que la mafia enquistada lleve el barco, estire la mano públicamente y que la desvergüenza de unos los cubra a ellos sin mancharlos.
Y de las medallas?
Aunque no lo crean, ni la selección femenil o la varonil, ni como equipo o individuos, tienen posibilidad de estar cerca del podio. No hay ni la más mediocre aspiración. Así, no van a Milan a poner en alto el nombre de México, ni van a poner en alto su propio nombre. Sólo van.
Algo anda mal. Si no hay proyecto personal y no hay proyecto deportivo algo anda mal. ¿Cuales son los vicios de origen?
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