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memoria muscular.
Volvimos a dormir juntas y se sintió como estar en la casa que vives en tu infancia antes de mudarte, mi brazo estuvo dormido casi toda la noche porque tu cabeza descansó sobre él con una familiaridad que me atravesó, recuerdo no poder dormir y quedarme ahí, viendo tu nuca y sintiendo el calor de tu cuerpo cerca del mío, embonando de manera perfecta como lo habían hecho muchas veces antes, en medio del insomnio, el dormir de mi brazo y tu respiración tranquila, me puse a pensar en la última vez que habíamos dormido juntas, fue después de aquel concierto donde bebimos un poco, nos pusimos las pijamas y de inmediato nos metimos en la cama, era diciembre, el frío estaba más fuerte que otros diciembres que habíamos ya compartido, nos acurrucamos de la misma manera en la que nos acurrucamos esta noche y comenzamos a platicar, era una rutina que mi cuerpo conocía a la perfección, mi respiración en tu nuca, tú abrazando mis brazos, tu pierna entre las mías y nuestros cuerpos a ninguna clase de distancia, pero también era algo que mi memoria almacenaba con un poco de sutileza, quizá para no lastimarme, las pláticas profundas después del sexo, quedarnos dormidas en medio de esa conversación, despertar con besos en la cara, chistes malisimos y la manera en la que pedías un abrazo a miradas para tan solo volver a dormir, desayunar entre risas y un recuento de recuerdos que no podríamos abarcar en un desayuno, tu mano sútil sosteniendo la mía y esa mirada que me atravesaría en cualquiera de las vidas que nos encontráramos.
Caminar hombro con hombro, mi reloj en la mano derecha y el tuyo en la izquierda, sincronizar nuestro andar y probablemente nuestro latir-
Nunca volvimos a vernos después de aquella noche, ni siquiera volvimos a hablar, concibo que era la única manera que teníamos para dejar descansar nuestra memoria muscular y cerrar este ya largo capítulo de nuestras vidas, me gustaría ver otra vez aquella foto que te tome con la bandera lgbt de fondo y el día nublado, me gustaría saber si algún día me voy a recuperar de esto, de ti, de tu amor o como quieras llamarlo, alguna vez me recuperaré de esa noche? de las mil que compartimos?, me gustaría saber si alguna vez volveré a sentirme así respecto a alguien y temo que la respuesta para todo lo anterior sea que no.
Ahora sé que a pesar de que nunca encontramos aquel punto en común donde ambas quisiéramos lo mismo, ahora puedo ver en retrospectiva lo mucho que nos quisimos a nuestra forma y ritmo, indescifrable para la otra, pero sucedió y aquella tarde lluviosa podría atestiguar sin ninguna clase de objeción.
De repente pienso que todas estas líneas que escribo es tan sólo un recuerdo que quisiera arrancar pero luego, lo pienso más a fondo y me aferro a él con tanta fuerza que parece desgarrarme los brazos y es cuando pienso que no hay necesidad de ello, que a veces tan solo basta con cerrar los ojos y saber que no fue una ilusión o alucinación que sucedió y tal vez que así es como tenía que ser, que no hace falta desgarrar mis brazos para dotarlo de realidad.
Quizá debíamos soltarnos para olvidarnos de una vez por todas, aunque de volvernos a ver, estoy segura de que nuestros cuerpos nos recordarían todo lo que fuimos alguna vez.
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¿el momento circunstancial que cambio mi vida?
Íbamos por Vertíz y eje central cuando la noche ya nos había alcanzado, no recuerdo muy bien que estaba pensando en ese momento pero recuerdo que me sentía bien, creo que hago este escrito como para testificar que esto alguna vez sucedió, que tú me sucediste, me siento como si hubiera tomado una siesta pequeña pero reparadora en la cual tuve un sueño y desperté con la sensación de extrañar lo que soñé pero no recordarlo con claridad porque ya había pasado el tiempo.
Cómo decía, íbamos por vertíz y eje central, sonaba the 1975 y hacíamos las dos voces de la rola que sonaba, "seremos el momento circunstancial que cambiará nuestras vidas" dijiste y yo no lo cuestione, porque ahora desde acá, creo que fue de esa manera.
Recuerdo cosas importantes de ese día, creo que fue uno de los días donde de verdad el concepto de empezar de nuevo se hizo literal y lo vi suceder frente a mis ojos, quizá cuando leas esto pensarás (como siempre) "aaaaay itzel, ya estas idealizando todo otra vez", pero te prometo que esto si sucedió, nos sentamos en ese toks, comimos una sopa de tortilla porque se nos antojo y platicamos de nuestros traumas, me escuchaste ir por las ramas y yo escuché el origen de muchos traumas que nos preceden, después subimos al auto, abriste la puerta, pusiste taylor swift, fuimos a bosforó a escuchar jazz y beber cerveza (que se pensaba originalmente como mezcales) nos besamos en la oscuridad del lugar, tocabas mi pierna mientras manejabas y mi lipstick se quedaba en tus labios cada semaforo en rojo.
yo pensé y pienso, ¿Cómo le diré algún día todo lo que significaron nuestros encuentros en el segundo piso de una calle en la colonia del valle, en el metrobus goma, en el metro chilpancingo, yendo a las pizzas atrás del angel, tomando té en el sofá escuchando música y hablando de cosas muy deep, y creo que esta es la forma, nunca pude decirte cuanta luz trajo a mi vida tu vida, pero fue de esa manera y aunque nuestros caminos originalmente se encuentren separados y vayamos a direcciones completamente distintas, me alegra pensar que existió un sofá donde te vi llorar y consolé, donde tomábamos té que preparabas perfectamente en las noches lluviosas, donde me escuchaste ir por las ramas y me decías constantemente que tenía que usar mi poder, donde abrace a tu perrita y te abrace a ti, donde te besé y un par de veces tuvimos arranques sexuales que llenaban de rush nuestra rutina, el sentarme al sofá fue el momento circunstancial que cambio mi vida, porque nunca imagine cuanto ese gesto de complicidad y camaradería reconfortaría mi vida y se volvería uno de mis lugares y momentos favoritos.
Conocerte, más allá de ser una de las cosas más padres que me sucedió este año, ha sido también un parteaguas de reconocimiento e introspección que hace mucho no tenía, así que te agradezco, quizá un día leerás esto o quizá no, pero hoy esta lloviendo, pensé en lo mucho que ha cambiado mi vida en los últimos años y fue inevitable pensar en ti, en que gracias a ti, reconocí y acepté mi poder para encontrar mi lugar en el mundo y creo que esta sucediendo.
aaaay mi itzel, dirás y te reirás entre dientes, tocarás mi cuello como la primera vez que torpemente lo hiciste en el péndulo y yo me reíre.
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estoy leyendo el libro que me regalaste y ya entendí porque te gusta tanto.
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Querido lector: ¿me seguirás queriendo cuando no sea nada nuevo?"
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te vuelvo a ver y me desarmas toda.
Si hubiera adivinado que las cosas iban a terminar por segunda vez así, hubiera elegido la primer huida.
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Robot dreams y el inevitable dejar ir.
pienso mucho en la cantidad de veces que "deja-ir" se ha convertido en un tema realmente relevante en mi vida. Entre más lo pienso más encuentro momentos en donde me he quedado inmiscuida en ese sentimiento, lo difícil que es guardar todo en una cajita a la que nadie más jamás, incluso yo tendrá acceso y tirarla por ahí, en algún lugar fuera de mi alcance, pienso en cómo a pesar de precisamente eso, mantenerse fuera de mi vista, si cierro los ojos y me esfuerzo un poquito, podría recordar el acomodo perfecto que hice en aquella caja enviada al vacío; de lado izquierdo las canciones, al fondo las fotos, y de lado derecho probablemente todos los recuerdos que sacarían una sonrisa en mi rostro, porque para los demás, no hubo ya espacio.
Y ese es el gran problema al que me enfrento cuando intento dejar ir, que solo recuerdo lo que decidí que llevara aquella caja, como si todo lo demás no tuviera alguna relevancia en todo aquello, cuando en realidad es lo que, en primera, me hizo guardar todo en aquella caja.
Robot dreams es la metáfora más hermosa de lo liviano que a veces es dejar ir, porque eventualmente el mundo sigue su curso y este encuentra un acomodo perfecto en donde aprendemos y reaprendemos cosas que creímos que eran de-determinada-manera y nunca más tendríamos que resignificar.
jamás nos imaginamos que la pérdida se siente como que te corten un pie en la mitad de la playa o quedarte esperando por ahí a que alguien regrese a devolverte aquella movilidad que no te explicas cómo y cuándo perdiste, sin saber que es lo que ocurre del otro lado, ¿estará perdiendo un pie o se siente tan inmovilizada como yo?
Al final del día pienso que somos un recuento de todo lo que alguna vez nos conformo y tuvimos que dejar ir para aligerar nuestro propio viaje y aunque pasen los años, los recuerdos se vuelvan más borrosos y que no recordemos ahora con exactitud el acomodo de todo lo que hay en aquella caja alejada de nuestro alcance, a veces solo basta poner esa canción de los 70's y celebrar que todo aquello que nos conformo, no lo hace más, pero que fortuna que alguna vez lo haya hecho.
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de sweet nothing y el poder de la vulnerabilidad.
yo no entendía sweet nothing, creo que la primera vez que la escuché, no me gusto para nada, tanto que no volví a escucharla, recuerdo que volví a ella un día que me sentía terriblemente triste y asumí que por la melodía tal vez encontraría un poco de consuelo en aquella canción, pero para mi sorpresa me encontré con la canción más profunda de amor que haya escuchado en mi vida. Sé que la afirmación puede causar sorpresa pero es así, desde aquel día azul sweet nothing se convirtió en mi canción favorita de Taylor Swift.
La canción en cuestión es una conversación muy íntima entre una pareja, es tan íntima que siento que la única persona que puede entender por completo aquella canción es la misma taylor y su ahora ex novio, con quién escribió esa canción. Es una conversación llena de cosas que podrían pensarse insignificantes, esos pequeños chistes y referencias que se vuelven un idioma entre dos uno que nadie más podría entender.
A través de esta conversación se va abriendo paso un discurso que ha rodeado a taylor al rededor de los años, el hecho de que constantemente hay gente opinando de su vida, de su arte, de sus vivencias, emitiendo juicios, prediciendo lo que sucederá al rededor de su vida, para ella admitirse en este mismo hilo de la conversación "demasiado suave para todo eso".
La primera vez que escuché concientemente sweet nothing fue como si algo se hubiera desbloqueado de mi, pensé en mis relaciones pasadas, pensé en mi vulnerabilidad, pensé en que difícil es admitir que a veces llegamos un poco raspados a nuevos lugares, pensé en que abrazar mi vulnerabilidad es una de las cosas más hostiles que he vivido y no sé con certeza si lo he conseguido aún.
Pensé en que, qué padre poder terminar el día frente a alguien que crea que tus pensamientos random son una cosa digna de celebrar, pensé que me gusta la intimidad emocional un poco más que la física y por supuesto pensé que qué precioso debe ser utilizar tu vulnerabilidad como tu poder y no como lo contrario a ello.
pienso que sweet nothing y yo tenemos algo real, no la escucho a menudo, pero cuando necesito recordar el poder de mi vulnerabilidad siempre esta ahí, incluso la siento tan mía que me parece una completa locura el hecho de que la única vez que Taylor decidió cantar esa canción en vivo entre sus miles de fechas al rededor del mundo haya sido en la fecha donde yo estuve presente, gran gesto taylor.
yo no entendía sweet nothing pero un día de agosto entendí.
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“diré tu nombre
y pensaré
en todo lo que vivimos,
la magia entre tú y yo”.
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de la cortada en la frente recuerdo muy poco.
tengo una cortada en la frente, tal como lo dice la canción de méne en la maquina persona, habré tenido dos o tres años cuando la cortada y yo comenzamos nuestra vida juntas, recuerdo muy poco del accidente que nos unió pero desde que tengo memoria no concibo mi vida sin aquella marca en forma de rombo en mi frente.
han pasado poco más de veinticinco años desde entonces y pienso que a pesar de ser una marca que esta en mi cara, muy pocas personas pueden verla en realidad y suceden dos cosas cuando eso pasa, algunos preguntan y otros pasan de largo, la gran mayoría, lo segundo.
tengo una cortada en la frente, no sé si ha pasado tanto tiempo que ya casi es imperceptible o si nadie presta atención a los detalles pero cada mañana al mirarme al espejo sigue ahí, la veo abarcando una parte cada vez más pequeña de mi cara y pienso que solo frente a un espejo podría verla con tanta claridad, en los demás espacios de mi vida, en el ideal, la cortada no esta ahí, nunca ha estado ahí.
pienso que las heridas ajenas además de generar morbo generan una especie de empatía que solo quiénes tenemos otras heridas en el rostro que ya se han vuelto tan parte del acomodo del mismo, podríamos entender, así que el silencio me parece algo lindo de compartir cuando la herida de la frente se pone, valga la redundancia, frente a ambas.
me gustaría inventar una gran historia de como la herida y yo comenzamos nuestra vida juntas, algo hilarante, como que salve a mi hermana de caerse de la cama poniendo mi propia vida en juego a los tres años y que ahora, cada que la miro, es el recordatorio de que a veces, como dice little jesus somos capaces de dejar la vida por lo que llamamos casa, pero la realidad es que de la cortada en la frente, recuerdo muy poco.
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¿por qué te tengo a un lado si ya sé que no estás hecha para mí?
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a veces.
a veces me pregunto por ti, me pregunto que piensas a esta hora de la noche, si enciendes la pantalla de tu celular para jugar aquellos juegos que te gustaban y si de vez en cuando revisas la barra de notificaciones para ver si hay alguna mía.
me pregunto por ti cuando ni siquiera sé si debería hacerlo, cuando sé de sobra que no soy algo que ocupe tu mente ahora (ni nunca) pero en el fondo me gusta creer que si.
me pregunto si sales a caminar por ahí con tu chamarra negra y el frío atravesándote los huesos, me pregunto si en esas calles te preguntas por mi, si me imaginas a tu lado.
me pregunto si comiste hoy o cual fue tu plan para el día, me pregunto si bebiste el mismo café de siempre y si algo te hizo reír, sonreír, sentirte especial.
a veces me pregunto por ti y duele cada vez menos, creo que ya casi no me acuerdo de tu voz, ni de tu risa a medio beso, ni de como te tocabas la nariz cuando estabas nerviosa, tampoco me acuerdo de esa fría noche después del concierto de marco mares en donde nos besamos en tu departamento hasta el cansancio y me dijiste que me amabas arrastrando las palabras porque estabas borracha, ya casi no me acuerdo del lunar de tu brazo que a ratos cambiaba de tamaño y sobre todo ya casi no me acuerdo de que me querías, parece tan lejano que apenas puedo recordar que todo eso sucedió.
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degustación de poesía.
Abrí la degustación de poesía que me regalaste la última navidad y encontré la última carta del último cumpleaños del último año que pasamos juntas, nunca leí las degustaciones, hasta hoy.
Degustación uno:
“Si lograra arrancarte
un brote de ternura,
sólo uno,
me desnudaría de tantas invenciones
y sería la que fui
sólo si lograra arrancarte
un brote de ternura” - Isabel silva Cano
cierro la degustación, suficiente por hoy.
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¿te gusta el chocolate?
Hace unos cuantos años, me di cuenta de que era lesbiana, puede leerse fácil e incluso pensarse que fue demasiado sencilla la situación, pero tengo que confesar que para nada fue así, fue un proceso de reconocimiento que me tomo años de identificar, asumir y ahora, de celebrar.
Tenía alrededor de veinte años cuando me descubrí por primera vez interrogándome si mi vida en ese momento era lo que realmente quería, empecé a preguntarme si ésta era realmente mía, si todo ese camino que ya llevaba andado me hacía sentir una mujer realizada y completa a mis veinte años, las respuestas, por más que quiera negarlo siempre resultaban negativas y aunque a los ojos de mis amigos (algunos) y de mi familia, realmente gozaba de una “buena vida”, (y era así), no podía quejarme, no me faltaba nada, tenía amigos, estaba apunto de terminar la carrera, tenía un novio con el cual llevaba una relación muy muy buena, habíamos estado juntos por lo menos los últimos siete años y nada podía estar mejor, invertía mi tiempo libre en leer, cualquier cosa, ver películas, tomar fotos e ir a conciertos, así que sí, creo que gozaba de una buena vida, todos estaban convencidos de ello, excepto yo.
Siempre había algo, no sé explicar con certeza que era, pero que por más bien que me salieran las cosas me impedía sentirme enteramente feliz o satisfecha con lo que hiciera, me sentía como una especie de impostora, como si todo lo que estuviera haciendo realmente fuera por puritita inercia y no porque Itz se lo ordenara a Itz.
Así pase muchos años, de verdad, muchos o al menos los suficientes para tocar fondo en algún punto, me gusta pensar que todos tenemos uno de esos momentos en los que la vida te pone los pies en la tierra y te truena los dedos en la cara como para que despiertes de aquel sueño largo, pues mi momento, fue por desgracia, la muerte de mi papá.
Mi papá siempre fue un ejemplo a seguir para mí en todos los sentidos posibles, profesionalmente era un profesor excepcional, no educaba, porque no era su trabajo, más bien comprendía, acompañaba, ayudaba y se adaptaba. Fue el mejor padre, jamás me falto nada y no hablo solamente de cosas materiales, podría afirmar que todo lo que me dio fue más sentimental que otra cosa, pero sin duda gocé de una infancia muy feliz, nunca me falto un abrazo, una charla, una palabra de afecto y sobre todo, nunca mis dudas se quedaron en el aire.
Cuando papá compro su primer auto, salimos a dar un paseo por la ciudad, tendría yo unos siete u ocho años quizá, en ese viaje que recuerdo mucho porque mi papá había decidido comprar un carro color amarillo porque era mi color favorito, íbamos todos en la familia y mi tío miguel, quién siempre fue como un segundo papá para mi, mientras íbamos avanzando por ahí entre el trafico de la ciudad, vi algo que me impacto de una manera que todavía no logró describir, creo que eso cambio mi vida desde entonces, estábamos en un semáforo, había dos mujeres agarradas de la mano, yo solamente las observaba de reojo sin decir palabra alguna, para que nada se diera cuenta de que mi atención y curiosidad estaba puesta sobre ellas, de repente, sin aviso ni absolutamente nada, una se acerco al rostro de la otra y le dio un beso, ahí, en medio de una de las avenidas más transitadas de toda la ciudad y yo, sin más, quedé tan atónita, que ya no lo pude ocultar, mi tío vio toda la acción, notó mi inquietud en cuestión de segundos, así que me dijo “si quieres saber algo, pregunta” y así lo hice, me acerque al asiento del conductor y señale de manera inocente a las chicas y dije “¿se pueden besar dos mujeres?”, mi papá las observo y no dijo nada, simplemente espero a estar en un lugar más tranquilo para responder aquello, pensé yo, que su silencio era sinónimo de algo malo, pero cuando estuvimos en un lugar más tranquilo, retomo con toda la amabilidad y respeto del mundo aquel tema, dijo algo que sigue grabado en mi mente desde entonces, dijo: “¿a ti te gusta el chocolate, mi amor? Y yo respondí que sí con la cabeza y no entendía a donde íbamos a llegar con esa pregunta, después me pregunto que, si me gustaba la vainilla y dije que no, que a veces, lo que dijo a continuación es algo que nunca se me ha podido borrar de la mente, dijo “Pues recuerdas a las chicas de hace un rato? Tenemos una ventaja muy poderosa y es que tenemos el derecho de elegir lo que nos gusta y lo que no, a ellas no les gustan besar a hombres y hay hombres a los que no les gusta besar mujeres y esta bien, porque es su vida y ellos tienen el poder de decidir lo que quieran, a ti te gusta el chocolate, pero hay gente a la que no y tienes que aprender a respetar y a aceptar que todos en este mundo somos diferentes”
Les prometo que escribo y casi recuerdo su cara de señor amable explicándome algo de la mejor manera que encontraba, y con palabras que creo entendí en el momento, fue justo en ese momento en donde esa información entro en mi ser, y me cambio de una manera muy orgánica, mi concepto de diferencia, preferencia, respeto, se modifico creo yo, a partir de entonces.
Nunca me he caracterizado por ser una mujer femenina, me gusta vestirme bien, sentirme bien, pero en cuanto a gustos y todas esas cosas, tampoco lo fui, siempre me gusto leer más que jugar barbies, me gusta muchísimo el fútbol desde que tengo memoria, de hecho, el primer libro que mi papá me regalo fue uno llamado “pateando lunas “de Roy Berocay, un libro infantil maravilloso que habla de una chica que le encanta jugar futbol, pero la molestan por ello y aunque no fuera un tema en mi vida, pienso que fue la manera en la que mi papá me decía que el mundo a veces no era tan amable como se esperaría.
Volviendo al punto principal, supongo que en ese momento fue justo donde mi panorama se expandió, a los siete u ocho años, y había una nueva posibilidad de algo que desconocía completamente.
Después de casi once años de aquel momento, me parece sorprendente que siga recordando con exactitud todo lo que paso, así que sí, cuando mi papá marcho de este mundo, fue como si alguien me soltara una cachetada realmente fuerte que me despertará de un sueño en el que prefería esta, porque no se alteraba para nada y todo siempre estaba bien, así que fue justo un par de días después donde me hice un montón de preguntas respecto a mi vida, mis sueños, mis ganas de vivir y a como sería el mundo sin mi padre.
La verdad es que, para esas alturas, aunque las cosas no fueran lo suficientemente claras para mí, sabía que algo no me estaba convenciendo del todo en mi vida.
Pasaron un par de meses, y de repente conocí a alguien que destruyo todos y cada uno de mis miedos a ser quién realmente vine a ser.
A veces me pregunto en qué diría mi papá si supiera que ahora no me gusta el chocolate, que elegiría la vainilla y que la vida que soñé de a poco se va concretando más, que no busco, sino que me dejo encontrar, que me encanta la palabra lesbiana, que no había tenido un sentido de pertenencia tan fuerte que cuando uso aquella palabra para describirme, que he amado a mujeres que me han hecho sentir un amor genuino que creo es real y que de no ser por aquel recuerdo de infancia probablemente estaría escondida en un lugar horrible. Supongo, que lo supo antes de que yo pudiera verbalizarlo y por eso me dejo advertencias de que el mundo no era tan amable como lo imaginé.
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¿Qué tan emocionales son las enfermedades?, me puse a pensar en esto desde que desperté y no tuve ni la más mínima intención de levantarme de la cama, eran las 07:25 AM, iba tarde, ya sabrás, sentía el cuerpo cansado, pesado, devastado y en la garganta, tenía atoradas miles de palabras que no pude, ni he podido sacar y que tal vez sólo por eso estoy aquí.
Tenía un par de “te extraño”, “podemos hacerlo mejor”, “no te vayas” y todo quedaba ahí, en medio de las cuerdas vocales que impedían que mi voz sonara con normalidad.
A veces, mi abuelita materna me decía que las enfermedades se derivan de choques emocionales que se nos hacen difíciles de manejar y terminan derivando en malestares físicos, que ningún medicamento puede aliviar. Cuando desperté sus palabras cruzaron mi mente todo el tiempo, continuaba con un dolor en la garganta, en el pecho y en cada centímetro de mi cuerpo que me impedía ponerme de pie, me rendí.
Es curioso como el simple hecho de extrañar a alguien puede traducirse en uno de los resfriados más desafortunados de todo el año, es como si ese dolor físico fuera tan solo una expresión palpable de un dolor sentimental que se regó por todo mi ser.
¿hasta qué punto dejaré que el dolor físico y sentimental se apodere de cada cachito de mi cuerpo? no hay ni una sola respuesta, porque todo parece absurdo y mínimo a la hora de compararlo con la manera en la que te echo de menos, todas las palabras que no he dicho se han acumulado en mi garganta produciendo un dolor que, en las noches, es difícil de aguantar, que me hace querer gritarlas sin atisbo de éxito.
Te echamos de menos, yo y cada cachito de mi cuerpo que hoy echa de menos tus abrazos que podrían salvarnos de cualquier resfriado desafortunado, te extrañan mi cuerdas vocales porque no hay ya palabras para ti y sobre todo, te extraño yo, que me siento en un loop mental infinito que me deja siempre en el mismo lugar de incertidumbre, de no saber si correr ahora hacia una dirección desconocida o correr a los brazos de la única persona que puede quitarme este maldito resfriado.
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04 AM.
peleándome con tu fantasma que reaparece de tu lado de la cama al anochecer para acostarse a contarme cosas que no quiero saber, que se acuesta como quién regresa a casa,
tarde,
después de un largo día y busca consuelo y compañía.
Me acuesto con tu fantasma en silencio, parece que cada tanto le oigo musitar una palabra que no puedo entender, solloza, escuece, araña, lastima.
Me peleo con tu fantasma una noche determinada cada tiempo, permito que se recueste porque sé que va a llegar un momento en el que no querrá volver a usar aquel lado de la cama,
le escucho sollozar, buscar consuelo,
compañía,
amor,
me acuesto con tu fantasma porque es la única manera que conozco para que ese lugar que dejaste en mi vida, en mi habitación, no se sienta tan grande y tan vacío, aunque esté se encuentre igual de frío y de vacío como cuando en lugar de tu fantasma,
eras tú,
quién musitaba todas esas palabras que nunca, nunca, logré entender.
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