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*todo-concluye-al-fin-nada-puede-escapar.mp3* aAAAAAAAAAAAAAA no sé si anda alguien por el dash pero quería dejar un post de despedida porque fue un gustazo rolear con cada uno de ustedes y me llevo un muy muy lindo recuerdo del grupo

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¡Felicidades! Guarda este beneficio para la fiesta de disfraces, recién allí sabrás para qué podrás usarlo.

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“Que no estoy haciendo nada...” es con dificultad que se muestra ante el coordinador. Su mirada, recelosa, va clavada al suelo, incluso debe levantar la pierna más de lo planeado para lograr atravesar maleza sin quedar atrapado en las plantas enredadas. “Luca, Luca...” se le escapa el nombre un par de veces, en tanto se posiciona frente al contrario. Basta observarlo unos segundos para (creer) sentirlo alterado, y el consejo de aminorar la velocidad (a su corazón, a su noche, a la travesía que afronta) no tarda en llegar: “Tranquilo, hombre, te prometo que no hay ninguna criatura peligrosa suelta, Marco debe estar durmiendo, y las bromas que hacen aquí no son dignas de que andes de este modo.” tiene una seguridad que no coincide con su desconocimiento sobre todas las jugadas que se han hecho por el campamento, pero inspirarle calma al contrario es su prioridad actual. “¿Qué haces aquí?” si es trabajo o las búsquedas de figuras lo que los hizo coincidir, quiere saber.

El haz de su linterna no es más que una baja guía de cómo tenía que andar para encontrar aquellos misterios ocultos que pretendían dar beneficios durante la fiesta. Le parecía genial por un lado pero por el otro era extraño sentirse campista, quizás podría pensar que era una buena idea de tenerlos vigilados en el mismo juego. Desviado por la zona del bosque que se acercaba al río sus oídos zumbaron y se volteó con rapidez — Si estás intentando asustarme — Dejó una pausa en la oración — Lo conseguiste, ahora sal antes de que me de un paro cardíaco — Avisa con el pulso algo agitado. 

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“¿Se trata de una trampa para recalcar que estoy desocupado...” menea la cabeza junto a cierta desconfianza superficial, poco le preocupa recibir un sí cargado de sinceridad (está seguro de su rendimiento y la despreocupación que lo rodea no es más que una simple forma de afrontar el trabajo, una estrategia que posibilitó terminar sus tareas antes de lo planeado). “... o te da miedo ir sola?” las bromas parecen ser moneda corriente en el campamento, según presenció. Y sin esperar respuesta, abandona el sillón: “No tengo ningún problema en ayudarte a colgar las más altas, es un placer resultarte un ejemplo de buen compañerismo.” por supuesto, a cambio desea obtener la oportunidad de jactarse al respecto.

@isvm

“Isaak, ¿crees que puedas darme una mano con algo?” Inquiere, acercándose al coordinador con todas las intenciones de transferirle por completo la tarea que le ha sido encomendada: “Un campista me dijo que algunas de las decoraciones del bosque se cayeron, hay que devolverlas a su lugar.”

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flashback‌:

Lentos son los segundos que cubren la tensión del momento, duda plagando su mente mientras un par de gotas de sangre bajan por su dedo. Una extraña sensación penetra su pecho como un tenue calor que se congela al escuchar las órdenes ajenas, ojos moviéndose hacia el dueño de la voz para ofrecerle una mueca. “No creo que sea muy higiénico.” dice, mas desconoce la lógica detrás de su sentencia. Es quizás una excusa para no ver el color escarlata diluirse en una corriente cristalina, o negarse a órdenes que le son impuestas. “¿No existe una regla que prohíbe la contaminación del agua?” pregunta, doblando su dedo para ( intentar) ocultar la herida.

“Y es más higiénico que la herida se infecte...” pronuncia la conclusión encontrada siguiendo lo hilado por la campista, siendo su único propósito el defender la postura propia (evidenciando las fallas de lo que escucha). Sin embargo, consigue tomar consciencia sobre la suavidad que probablemente escaseó segundos atrás. Serenar un poquito su voz al pedir colaboración es la decisión que toma: “Las tuberías se encargarán de hacer lo suyo, ambientalista, puedes despreocuparte... ¿me permites ayudar?” tiene en claro dónde se encuentra el botiquín con las tiras adhesivas, ubicación que fue señalada a todos y cada uno de los coordinadores, mas limpiar la herida resulta primordial. “Puedo ser terriblemente insistente. Y el agua se est�� desperdiciando.” ya que pareció interesada en el medio ambiente, presiona por allí, recalcando el grifo abierto.

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Prefiere evitar los talleres. Cree innecesario presentarse como coordinador de respaldo dentro de los mismos, es consciente de que la mayoría de las veces termina deambulando entre campistas sin aportar real ayuda (ya que el profesor a cargo puede apañárselas por su cuenta). Sin embargo, no encuentra alternativas tratándose de trabajo. Es de ese modo que terminó siendo testigo de la clase culinaria, en la que un quejido logra captar su atención: “Coloca el dedo bajo agua.” imperativa sugerencia, su diestra se toma la libertad de abrir el grifo.

La gastronomía, y todo lo ligado a actividades de cocina, son uno de los puntos más débiles para Bae Ji. ¿Por qué elegir un taller que detesta? Si tiene tantas opciones ( todas ridículas a su parecer ) por explotar. Allí, en medio medio de su encrucijada, sólo puede preocuparse en no rebanar sus dedos al intentar cortar un par de vegetales, aunque su problema llega demasiado rápido. “Ouch.” Un quejido bajo escapa de sus labios, mientras contempla el corte en su índice. 

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freyabird‌:

Risa emerge cuan nerviosismo al percatarse del rostro conocido cuan coordinador, quien siempre disponía a ser presa de sus tragos, pero por esta ocasión la de tez morena se encontraba completamente sobria, por lo tanto la victoria se sentía en relajación. “¿Más? Estás rodeado de naturaleza y, ¿no puedes admirarlo?” interrogó con brote bromista, hombros se elevaron y dejaron caer para restar importancia al asunto. “De vez en cuando es bueno tener un poco de adrenalina.” mencionó alardeando su travesía. 

“Bueno...” se le escapa una sonrisa y ladea el rostro a un lado, expresión con la que admite cierta derrota frente al argumento impropio. Y es que es cierto, el regalo de la naturaleza hoy trascendió desapercibido a su ojo. “el problema es que prácticamente paso por aquí todos los días, y hay muchas cosas que me parecen bellas. Que estés sobria es una, por ejemplo.” entre que bromea, barre el entorno con la mirada y comprueba la observación ajena. “Prefiero la vista del lago, si te lo preguntabas.” la ligera curva en sus labios busca transmitir que es consciente de que la curiosidad probablemente no cruzó la mente ajena (y no le importa). “Siempre y cuando no te pierdas, ¿no?”

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nicsyoon‌:

Se encuentra a punto de utilizar un lápiz para golpear en la puerta de aquella cabaña, la voz del otro coordinador interrumpe sus planes, la lleva a buscar encontrarlo con su mirada. “Tal vez, ¿tú pondrías las manos al fuego por cualquiera de los campistas?” Inquiere, sin descartar la posibilidad de que el culpable esté, como se sospecha, entre ellos. Lo que duda, sin embargo, es que el método que utilizan ayude a que se encuentren más cerca de hallarlo. “¿Por qué no estás trabajando? Últimamente me cuesta distinguirte de los campistas, has logrado incluirte bien en el grupo”, ladea el rostro, se plantea por un instante si ha de citar ejemplos, pero termina descartando (o posponiendo) la idea. “Tal vez deba revisar tu motorhome, o interrogar a tu compañero. ¿Con quién compartes?”

“Ninguno de los que llegué a conocer me parece capaz de algo tan... estúpido,” es probable, muy factible, que su percepción haya adherido una cuota de inocencia a los encuentros desarrollados con campistas. Es una exención a culpas que no tiene razón de ser, teniendo en cuenta (y es ahí donde falla) la escasa diferencia de edades que los distancia de gran parte. “¿a ti se te ocurren opciones?” quiere conocer nombres, si ese es el caso. “El descanso laboral es un derecho.” dice, con clara pronunciación. “Es curioso que tú abras esa puerta, duermo-para-espantar-campistas... Tu intenciones de curiosear no significan un mejor desempeño.” manos en los bolsillos de su pantalón, despreocupación ante lo que le critica. “Shane. Investígalo, por favor, seguro esconde algo.” no cree que lo hará, pero imaginar a su compañero siendo interceptado por la coordinadora resulta una situación que adoraría presenciar.

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chiarxs‌:

Se permite recostarse con el rostro hacia el contrario, deteniéndose a observalo mientras cumple con su pedido. — No sé qué pudo haberte hecho pensar eso — Se ríe con cuidado, acomodando su mejilla sobre el dorso de su mano para mayor comodidad — Asumo que pudiste encontrar cómo peirnarte hoy ¿Eh? — Se burla con una corta risa asomando en su rostro, más no intenta recriminarle nada, pero recuerda todo — Deberías recortarlo un poco, te quedaría mejor, al menos se te podría ver el rostro — Comenta atendiendo a la extensión del cabello masculino. 

“Shhh —  deja de criticarme, que te estoy haciendo un favor.” protector ya aplicado sobre la tez femenina, cierra el pote antes de colocarlo a pocos metros de la campista. Posteriormente, se pone de pie. “Mh, para eso tendría que viajar hasta una peluquería de la ciudad, yo me haría desastres... Y quién sabe cuántos brownies prepararían en mi ausencia.” se le ocurre bromear al respecto de los últimos sucesos, porque sinceramente no los cree obra del campamento y, por lo tanto, un tema que deba ser tomado con seriedad. “Una vez oí que sólo se deben hacer críticas a cosas que se pueden cambiar en los próximos cinco minutos, ¿sabes? Si no entran en ese rango de tiempo, es preferible guardárselas y no crear un complejo irreparable, y de por vida al otro...”  tintes dramáticos decoran su respuesta, con el único propósito de que su cabello continúe en paz.

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Da dos lentas negaciones de rostro: “Ni un instrumento...” le toca admitir, no muestra pudor sincero. Lo cierto es que no recuerda un punto de su vida en el que se plantee la idea de investigar las artes musicales, sus intereses se movían por sitios diferentes. “Espero que la lleves a algún fogón, que tenga otro uso aparte del de humillarme.”

Falanges acarician cada cuerda, vibraciones delicadas saliendo del instrumento de fina madera negra sobre regazo, una pobre abandonada que suena algo desafinada, pero nada insalvable y aún capaz de soltar alguna melodía decente. “Hm, ¿sabes tocar?” indaga a interlocutor, curiosa de algún talento oculto. 

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Por orden del cronograma del día, se dirigía hacia la zona de carpas. No es la primera vez que le asignan la tarea de inspeccionar que estén armadas (independientemente al poco uso que se les brinda), por lo que conoce cierto atajo para llegar pronto a su destino. Es mediante el mismo que se topa con la campista, para sorpresa del trayecto rutinariamente silencioso. “Freya, eh.. tendrás que ser más específica,” se siente incapaz de opinar bajo tales condiciones, mas su atención recae sobre una interrogante completamente diferente. “¿qué haces aquí...? ¿Decidiste recorrer sola?”

Era la primera ocasión que la poseedora de tez morena había decidido saltarse las actividades semanales y recorrer los alrededores con el respectivo permiso ( por que sí, no quería más problemas ), extremidades transcendían los senderos verdes del campamento. Relajación / felicidad se posaron en sus orbes, profundizando en el brillo singular. No fue hasta que una anatomía ajena se posó como reflector de distracción, cuan atrevimiento le llevó a disminuir distancia. “Es bello, ¿no?” quiso saber opinión impropia, otorgando curvatura de sonrisa. 

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Es de casualidad que la amenaza llega a sus oídos, pero el azar es capaz de que detenga su paseo por el complejo: “Ahora somos carceleros...”  centella en sus palabras la absoluta desaprobación frente a la escena. “¿No te parece una ridiculez esto de las inspecciones?” anhela compañía en la postura que toma dados los últimos sucesos. Desde su punto de vista, el descuento de puntos y la intrusión resultan injustificadas cuando hay posibilidades de que los responsables hayan sido terceros ajenos al campamento.

Ha descartado la mayoría de las actividades que podría (y debería) cumplir en ese día, y no es hasta que el aburrimiento se hace presente que decide decantarse por hacer algo. Golpea la puerta del primer lugar de descanso que encuentra. “¡Inspección sorpresa!”, anuncia, elevando el tono de voz para que se escuche por encima de sus insistentes golpeteos. “Si no abres en quince segundos, usaré la llave maestra”, amenaza, pero la existencia de esta última (o la promesa de que se encuentra en su poder) es por completo inventada. 

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“Como vidente pasarías hambre...” porque se equivoca: cree saber, o calcula, dónde se encuentra el grupo. Si el coordinador que lo acompaña en el recorrido respetó la ruta trazada, tiene una vaga idea de dónde se ubican actualmente. “¿Qué rol se supone que cumples en este lugar...?” dentro del contexto del taller de orientación, se refiere.

       “si venías a preguntarme a dónde se fue el grupo, no sé.” pausó, aprovechando el estrecho paréntesis para dar otra calada. “les pedí que me griten cuando encuentren agua, de ahí verás.”

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Pese a que busca (se aconseja no invadir el espacio personal de campistas, especialmente el de Chiara, especialmente después de la fiesta de las termas), no encuentra ninguna razón para disuadir el pedido. Seguido de un asentimiento, recibe el producto y comienza a esparcirlo por la espalda femenina. “Asumo que ninguno de los talleres logró convencerte.” pues está allí, y no con los grupos de recreación.

Despojada de la prenda superior, la americana intentaba descansar luego del viaje de regreso al campamento. La movilidad de su cuerpo distaba en ser fluida por el cansancio que se concentró y pedía a gritos que bajara. — Disculpa — Pide sin mirar a quién parecía cercano a su lugar, a orillas del río — ¿Podrías, por favor, pasarme bronceador por la espalda? — Pide extendiendo su brazo con el que sostenía el pomo dicho. 

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lucahrends‌:

— Ese que chocas las manos mientras divides en sílabas — Explica y toma la iniciativa, eleva manos ajenas a la altura de sus hombros, y expone las propias en la misma altura y posición ( palmas enfrentando al contrario ) — Entonces dices — Choca su derecha con la izquiera ajena — Cho — Hace lo mismo con las contrarias en diagonal — Co — Canturrea de forma lenta y procura terminar la palabra con el cantito — ¿Ves? La idea es que sea más rápido — Informa entonces el objetivo de juego, de otra forma no tenía sentido jugar de forma lenta sin un desafío que comprenda la diversión. Se protege del agua entre una carcajda — ¡Acepto! — Dice y lo salpica en venganza por no haberlo dicho — Yo nunca he robado dulces de mi casa — Y salpica al contrario, tenía infinidades de travesuras de cuando pequeño, quizás ser el menor traía esas consecuencias en su forma de ser y sus acciones, consecuencias que se resguardaban en la visión maternal que lo protegía por ser pequeño.  

Imposible desplomar la sonrisa a lo largo de la explicación. “No, ni hablar, no jugaré a eso, mi cabeza funciona muy lento para poder seguirlo...” descarta el juego de manos, con nulos ánimos de llevarlo a cabo (al igual que durante su infancia, jamás le agradaron ese tipo de actividades). Cierra sus ojos para protegerse del contraataque, permitiendo que el agua de todos modos dé en la cara. Su diestra se encarga de desprenderse de las gotitas de agua que siguen allí: “ — bah, eso no sería un robo. Están en tu casa... A menos que, ¿no seas hijo único?” personalmente, no se declara culpable de lo dicho. En su hogar no contó con gran severidad de parte de sus padres, por lo que cualquier chocolate o dulce de cierto modo le pertenecía. “Yo nunca... miré a una o un campista de un modo que no le corresponde a un coordinador.” dicho esto, levanta sus dos palmas para declararse completamente inocente de lo dicho, revelando así, la trampa que le ha puesto al contrario.

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benjxrk‌:

— No lo sé, quizás te pasó más temprano a ti ¿Cuántos años tienes? — Indaga curioso dada las pequeñas arrugas a los costados de los ojos ajenos, le daba curiosidad y comenzaría a pensar en cuánto tiempo le quedaba hasta que algunas similares se aparecieran en su rostro. — ¿Cuánto se supone que debo estar? — Pregunta ahora con seriedad, no era un tipo de los que se pasaba por cualquier lado las reglas, les gustaba cumplirlas, más también era por cuestiones de salud que mejor no extralimitarse, no tenía quince años. 

“Veinticinco años de experiencia ampliamente constructiva, la cual no me interesa conocer si a tus ojos la aparento.” molestia fingida figura entonces, pues sinceramente no es un tema que por el momento le preocupe. No desea volver a vivir los años que ya transcurrieron, desea que el presente le importe lo suficiente como para no mirar hacia atrás. “¿Y tú cuántos tienes?” frunce el ceño, con dificultades para llegar a un número por el que inclinarse a adivinar. “De quince a media hora.” informa, entre que se coloca la camiseta que llevaba en una de sus manos. En la piscina interna se sentía más cálido que ahora: “Sirvieron brownies y cocteles adentro, por si no los has probado.”