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Atardecer en Playa Ancha, Valparaíso.

3 horas y media en 1 minuto.

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Laguna Verde, Valparaíso.

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Vivir de viaje te pone a prueba todos los días. Casi te obliga a enfrentar tus miedos, a integrar ese lado oscuro que todos tenemos escondido por ahí para darle luz de a poquito. Vivir de viaje te humaniza, te empodera y te libera. Te enseña a agradecer todo lo que te pasa, lo bueno y lo no tanto. Te destruye y al mismo tiempo empieza a rearmarte. Te desnuda. Te recuerda todos los días que estás solo, aunque muy bien acompañado; que sos el único dueño de tu vida y que tenes la responsabilidad de hacer que cada día valga la pena. Te obliga a confiar en extraños que de un segundo al otro se convierten en familia y son tu único sostén. Te hace sentir insignificante en un mundo gigante y al día siguiente te hace sentir invencible en un mundo inofensivo. Muchas veces te marea, otras tantas logra frenar tu mente y hacerte sentir una paz inmensa. Vivir de viaje te expande, te hace ver tu propia conexión con ese “todo” sincronizado. Te enseña a cachetazos e intensifica todas tus emociones.

Vivir de viaje es para mí la mejor escuela. Es hermoso y no lo cambiaría por nada, pero de la mano de todas las fotos lindas y los grandes maestros que uno se va cruzando en el camino, aparecen un montón de sensaciones que no todo el mundo comparte cuando describe su experiencia. No es fácil lidiar con tanta cosa adentro, y hoy siento que voy a explotar.

Tengo una mezcla de sentimientos imposible de ordenar. Mi cuerpo está cansado y mi mente acelerada. Quiero subir corriendo una montaña y llegar a la cima para gritar muy fuerte, y al mismo tiempo quiero dormir 4 días seguidos o pasar una semana entera en silencio mirando el mar. Siento que llegué a un nuevo comienzo, que no soy nadie, que no soy nada. Solo un punto inquieto sobre una gran pelota de tierra girando alrededor de una de fuego. Quiero abrazar a toda la gente que amo y agradecerle a cada uno/a por haber aparecido en mi vida.

Estoy ansioso (se nota, no?). Siento que estoy cambiando muy rápido y necesito tiempo para procesar todo. Tengo miedo. Tengo miedo de todo esto que me hace feliz. Tengo miedo de haber encontrado algo que hacer para siempre y no poder parar. Tengo miedo de no poder manejar esa mezcla maravillosa entre “me siento en casa en todos lados” y “no soy de ningún lugar”. Me cosquillea la panza cuando intento pensarme de acá a unos años. Dónde voy a estar? Qué voy a estar haciendo? Voy a seguir sintiendo siempre tanta intensidad o voy a naturalizar esta forma de vivir? Por qué estoy pensándome “de acá a unos años” si ni siquiera sé qué voy a hacer mañana?

Tengo muchos proyectos y cosas que aprender. Sé que tengo que seguir confiando en mí y en esa voz interior que me dice que estoy haciendo lo correcto y que no hay límites fuera de mi mente. Aunque sé que la vida misma se va a encargar como siempre de mostrarme el camino a seguir, me permito sentir miedo y aceptar que la incertidumbre, aunque la elijo a diario y no la cambiaría por nada, muchas veces me incomoda y causa la ansiedad que hoy siento.

Sé que todo es temporal y que lo que hay detrás de esta ansiedad es sólo miedo a dar el salto que sigue. Miedo a tanta libertad. Miedo por sentir que me espera algo grande, que solo tengo que seguir buscando(me) y dejándome guiar por todo esto. Hoy agradezco profundamente haber llegado a este punto en el que miro para atrás y sonrío por ver tanto crecimiento. Hoy me siento, de nuevo, más vivo que nunca.

— Antes de ponerme a escribir esto estaba editando algunas fotos. Ésta me gustó y cuando pensaba qué escribirle salió esto: “valora tu experiencia”. En el momento no entendí de dónde salió esa idea ni por qué se me ocurrió, hasta que me puse a intentar poner en palabras todo lo que me está pasando.

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Hace 15 días la Comunidad Descanso organizó una Minga para intervenir la calle Atahualpa y llenarla de color.

Imagínense dos días enteros y más de 50 puertas siendo pintadas al mismo tiempo por artistas locales de todas las edades, acompañados por vecinos y turistas que se acercaban a contagiarse de ese espíritu comunitario.

No sé si soy exagerado o qué pero a mí esto me parece increíble.

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Otro zarpado artista de Valparaíso. El Koki y sus remeras.

https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=10154782235119596&id=661864595&pnref=story

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Valparaíso, Chile.

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Valparaíso está lleno de artistas increíbles. Él es Lonko y lo que hace es una masa.

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Hace dos días una persona entró al hostel en el que trabajo y me robó toda mi plata y mi documento. Eso que muchas veces escuché que le pasó “al primo de un amigo” esta vez me tocó a mí. Hace dos días, en vez de disfrutar la superluna en la playa como había planeado, al anochecer estaba arriba de un patrullero a toda velocidad subiendo y bajando por los cerros de Valparaíso. Me enojé durante un rato. Después quise entender por qué pasó y qué es lo que tengo que aprender de esto. No me importa la plata, no me importa mi DNI, no me importa que la policía me haya dicho que no tiene sentido denunciar el hecho y que no van a hacer nada. No me importa que un desconocido haya revuelto mis cosas y elegido qué llevarse casi delante de mi cara. Realmente no me importa nada. Todo se vuelve mínimo en comparación a la otra cara de la situación. Como siempre, pasar por “una mala” te hace mirar alrededor y valorar lo que tenes. Qué me robaron? Nada realmente. Absolutamente nada. Se llevaron billetes y me dejaron una enseñanza enorme. De nuevo no puedo parar de agradecer. Quizás necesité esto para frenar y darme cuenta lo increíble que es todo lo que tengo y lo que estoy viviendo. No solo por tener la posibilidad de estar haciendo lo que quiero y donde quiero, la libertad de elegir “aprender haciendo” y de tener siempre el apoyo de mi familia aunque sea a distancia, sino también y más aún a cada persona increíble que el camino me pone enfrente para seguir aprendiendo y conociéndome a mí mismo. En el hostel somos un equipo de voluntarios que se conoce hace menos de un mes pero bien podríamos ser amigos de toda la vida, casi hermanos. No hay manera de agradecer por esto. Cuando conté lo que pasó varias personas me preguntaron cómo iba a seguir viajando ahora que “no tengo nada”. Estoy seguro de que tengo mucho más de lo que necesito. Estoy muy tranquilo. Tengo maestros al lado que día a día potencian mi lado más humano, más real. Tengo miradas sinceras y todo el apoyo que necesito. Tengo una familia acá y otra más esperándome en casa. Qué más puedo pedir? Tengo la seguridad de que voy por el camino correcto y en este momento tengo alrededor una ciudad hermosa como Valparaíso mostrándome su intensidad. Que lindo es volver a confirmar y alimentar el sentido comunitario de la vida, ese que siempre me demuestra que hay algo mucho más poderoso en nosotros que lo que pueden ver nuestros ojos. El mismo que responde a todos los cuestionamientos que aparecen cuando pienso por qué viajo y por qué elijo hoy transitar mi vida de esta manera. La superluna la vi más tarde de lo que planeaba y desde una terraza, con un cansancio gigante y un llanto atragantado en la garganta producto de un día de película. Obviamente, con mi nueva familia alrededor. Gracias.

"Para construir un nuevo mundo hay que imaginarlo. Y para imaginarlo hay que liberarse. Liberarse de las visiones abstractas y reductivas [de la noción de país] del vivir. Contemplar la cotidianeidad como única posibilidad de encontrar caminos comunes, puentes de comprensión entre lxs seres de este bosque".

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Pascuala Ilabaca, Bazar “Putamadre”, Valparaíso, Chile.

Hace unos días conocí a Pascuala Ilabaca A.. Nunca la había escuchado ni sabía nada de ella. Una sorpresa increíble. Que placer escuchar a alguien cantar con el corazón y compartir un show con tanta humildad. Ni foto ni video serían suficientes para describir el ambiente que logró generar.

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Dueños de las calles.

Valparaíso, Chile.

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Rosa.

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Fuego

"Cuando camines, hazlo junto a los soñadores, a los que confían, a los que tienen coraje, a los alegres, a los que hacen planes, a los que actúan; todos aquellos tienen la cabeza en las nubes pero los pies en la tierra. Deja que su espíritu encienda tu fuego interno para que entonces puedas también dejar el mundo mejor de lo que lo encontraste".

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Todo está pensado para que te sientas solo, para que creas que a nadie le importa lo que te pasa y que el resto del mundo está en paz, viviendo sus vidas, logrando sus objetivos uno tras otro. Por las noches, tu mente te hace creer que todos se van a dormir tranquilos menos vos. Todo está pensado para que creas que sos el único perdido, el desviado, el que no supo manejar las riendas de su vida y no fue capaz de tomar decisiones correctas. Todo está pensado para que tengas miedo de salir a buscar, para que creas que tenes mucho que perder y vuelvas a tu casa día tras día agachando la cabeza, convenciéndote de que acostumbrarse es lo mejor. Qué circo. Nos quieren hacer creer que en la carrera de la vida gana el que menos duda, el que consigue seguir un camino más recto. “Ganar”? “Carrera de la vida”? Ya estoy usando sus términos, tan tendenciosos, tan deshumanizantes. Tan muertos. Mi vida no es una carrera y no tengo nada que ganar.

Me gustan las vueltas, los cambios rotundos, las decisiones fuertes. Me gusta que la vida sea un quilombo, que la sangre hierva adentro de mi cuerpo y mi corazón se acelere. Me gusta mirar a los ojos, sonreír mostrando los dientes y abrazar fuerte. Me gusta no saber qué voy a hacer el año próximo, ni siquiera el mes que viene, porque hay tantos caminos posibles como estrellas en una noche despejada y sin luna. Gracias a aceptarme perdido es que empecé a buscarme. Gracias a “desviarme” entendí el valor de tomar decisiones, de elegir.

Y lo mejor que aprendí es que no estoy solo. Somos muchos, miles o millones, los que nos animamos a aceptar que no sabemos qué carajo estamos haciendo ni para dónde vamos. Que nos guiamos por lo que nos hace feliz, sabiendo que para hacerle bien al resto primero hay que estar bien con uno mismo. Somos muchos y seguiremos creciendo, porque aunque creas que tenes tu vida bajo control, tan estable y seguro, te juro que ahí adentro, en lo más profundo de tu ser, hay una chispita de mi mismo fuego esperando por arder.

El mundo cambia si vos queres que cambie. El mundo sigue siendo una bola de determinaciones si vos no te animas a ver por fuera de ellas.

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"Como el camaleón adáptate a nuevas situaciones sin cambiar tu esencia".

Valparaíso, Chile.

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Convivencia. 

Valparaíso Chile