Antonio Nariño en 1793-1794 imprimió cerca de cien ejemplares de la traducción al castellano de los Derechos del Hombre, en el taller por él creado y nombrado “Imprenta Patriótica”. Estas hojas impresas tuvieron que ser quemadas y desaparecidas pues cualquier evidencia de esto seria una prueba de vandalismo y desobediencia a la corona española. “Las señales del impreso son, hallarse en un papel grande, grueso y prieto; en cuarto y con mucha margen, todo de letra bastardilla y de tres clases, de mayor a menor, siendo la mas pequeña la de una nota o especie de adición con que finaliza la cuarta y ultima hoja”. - Las cenizas de Los Derechos del Hombre en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. XLIV, 1957, páginas 238 y s.
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· Proyecto Idea - Descripción Hombre
Dentro del amplio margen de libertad que otorga el desarrollo del presente proyecto y con la antelación del caso e inclusive pidiendo excusas previas, me permito poner de presente que asumo esta tarea desde un punto de vista completamente subjetivo, sesgado y que no puede ser otro que el mío.
Quizá la anterior salvedad parezca un tanto tonta (por no mencionar otro calificativo) y acaso innecesaria pero prefiero hacerla ya que abordo esta labor con todo el sentimiento o mejor dicho con todo el resentimiento de frustración que le significa a un oficinista fracasado el tener que sentarse nuevamente frente a un computador luego de permanecer inexorablemente atado a una maquina similar gracias al oficio que en la actualidad me encuentro desempeñado muy a mi pesar.
Sin embargo, una vez manifestado mi mediocre inconformismo, procedo a justificarme diciendo que al igual que la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano fue el producto de una serie de presiones económicas, políticas y sociales que tras la ilustración generaron un nuevo pensamiento que se difundió por todo el continente europeo y algunas colonias americanas, alcanzando su cumbre en Francia a través de la revolución; este cumulo de palabras son consecuencia de mi realidad actual marcada por dudas, decepciones y rabia, pero ante todo por un rotundo facilismo que definitivamente se presentara a lo largo y a lo corto del presente texto, si es que así se le puede llamar.
Resulta apenas obvio que mi intención no es la de trascender ni alcanzar, ningún grado de repercusión con las insulsas líneas que escribo pero todo acontecimiento por pequeño que sea, por lo general se encuentra determinado por una serie de circunstancias que terminan desencadenándolo y en esta ocasión dichas particularidades no son otras que mi propia realidad.
Bajo ese entendido, al abordar la titánica tarea de realizar una reinterpretación del texto traducido e impreso por Antonio Nariño; irresponsablemente manifiesto desde mi nimiedad, que la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano es una mentira. Con esta posición no pretendo sorprender ni impresionar a alguien y lo más probable es que sea completamente incapaz de defenderla.
Sí, pero me refiero a una de esas mentiras que son necesarias y porque no decirlo, hermosas. Todos los postulados y promesas que contiene, se constituyen en una romántica concreción de los anhelos de una sociedad que ante todo es humana y que gracias a la condición de los seres que la componen, a pesar de que de por medio se pongan otro tipo de intenciones e intereses, nunca renuncia a esa característica esencial que la determina.
Tan exquisita resulta esa ilusión, que en ella se inspiraron todas las luchas sociales del siglo XIX, tras las cuales se inició el largo camino, inconcluso aún, hacia lo que podemos denominar como las democracias occidentales que conocemos, con todas sus imperfecciones y bondades. Inclusive hoy en día, la gran mayoría de cartas políticas constitucionales que determinan la organización y forma de las actuales naciones, continúan basándose en las premisas que por vez primera fueron plasmadas por la Asamblea Nacional Francesa.
No obstante, así como ese cuerpo colegiado promulgó tal declaración, presionado en parte, por los sucesos y por las bases parisinas, intentando configurar los deseos eufóricos de un pueblo impulsado por la emergente clase burguesa; en los tiempos que nos correspondió presenciar, continuamos contando con representantes de la voluntad popular que se encargan de emitir toda una serie de pronunciamientos, llámeseles leyes, sentencias, ordenamientos, estatutos y etc., por medio de los cuales se sigue pretendiendo establecer lineamientos que rijan porciones humanas dentro de un marco de dignidad, en procura de un ideal que permanece en el imaginario de todos los que continúan viviendo la mentira, con la firme y mundana convicción de que los mínimos deseos humanos y algunos de sus indicios pueden incluirse en un papel o en el medio que las condiciones impongan.
Y así como esa bella serie de promesas fue una reacción al Antiguo Régimen que por ese entonces imperaba en el Estado francés, hoy en día algunos continuamos esperando --me incluyo porque seguro que existen otros que si toman partido-- que se formule una nueva serie de ilusiones que nos reconforten y que nos permitan conservar la esperanza de que principios como la igualdad, fraternidad y la libertad, finalmente van a ser tomados en cuenta y van a dejar de ser las mejores estrategias políticas de los burgueses del momento para posteriormente satisfacer sus necesidades absolutamente personales.
Soy un convencido de que las luchas del hombre solo adquieren relevancia cuando muchos congéneres toman partido y necesariamente de alguna u otra forma tienen que verse representadas. Sin lugar a dudas, la inmensidad e importancia del texto analizado va mucho mas allá de su publicación para ese entonces en un trozo de papel, pero su temario, sin desconocer todos los sucesos históricos acaecidos, es un compendio que todavía sigue sin concretarse y que a pesar de que involucra a una totalidad, parece mentira que pueda convertirse en una generalidad, no obstante millones de casos aislados y cotidianos con los que convivimos y que nos corresponde hacer nuestros.
El ejercicio de la reinterpretación de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano se avizora como una labor sumamente interesante planteada a todo tipo de personas y espero que el desarrollo del proyecto rinda frutos y mas allá de su intención inicial de analizar lo paradójico del hecho de que el medio utilizado para reproducirla y todas las demás invenciones realizadas a la postre, se hayan convertido en sinónimos de opresión; deseo que se abra un espacio para la reflexión acerca de ese elemento que todos compartimos sin siquiera percatarnos, en parte gracias a las imposiciones del mundo, en parte debido a que no queremos y que es la condición humana.
Con la firme convicción de que no realice mayor aporte y de que la mediocridad una vez más me ha vencido, reitero mis disculpas por estas líneas tan poco disientes y por esta visión tan egoístamente personal, pero agradezco que se haya abierto esta posibilidad, en esta ocasión completamente mal utilizada por mí para desahogarme, espero que no públicamente.
Mi más sincero sentimiento de gratitud para con la gestora del proyecto esperando que pueda lograr sus cometidos y un poco más.
Por último no puedo dejar de mencionar que acabo de recordar que la más grande mentira soy yo mismo.
Cordialmente,
Me suscribo a usted.
Nelson Andrés Merchán · 2012
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Camilo Cabezas · 2013 · Yo la interpreto a grandes rasgos como aquella “promesa” inherente que lleva inserto cualquier medio y que trae sus consecuencias en nosotros. En mi caso con la fotografía y unas fotos de mi barrio, este aspecto empieza a cobrar cierta materialidad en dar cuenta de un espacio inacabado, (o que se completa mentalmente) mostrando muy especialmente a través de las construcciones ese estado intermedio, cruzado además por la indiferencia característica de una zona comercial de la ciudad.
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Neftalí Vanegas · 2013 · Mi punto de vista sobre el asunto se centró en la reflexión en torno a las posibilidades de acción histórica y cultural de la imprenta. En este orden de ideas pensé en hacer un "homenaje" a la palabra impresa a través de un "espécimen tipográfico" como respuesta a esta inquietud. Desde allí pensé en poner a dialogar a varios pensadores que han expresado sus ideas alrededor no sólo de la imprenta, sino también en torno a la libertad, como punto elevado del conocimiento, la autodeterminación, la igualdad, etc. Inicié esta reflexión con la pregunta: ¿Con qué letras se imprimen las palabras libertad, igualdad y fraternidad? en un intento por evidenciar las muy altas posibilidades de comprender el "hecho impreso" como un factor de cambio histórico. De otra parte pensé en línea con un ejercicio "benjaminiano" hacer el specimen tipográfico a partir de epígrafes que representan aquellas frases que por estar impresas y divulgadas han trascendido en el tiempo. Quise como te comenté, hacer una propuesta gráfica, que apuntara a dejar una reflexión sobre algunos temas considerados fundamentales en occidente y su profunda articulación con asuntos como la imprenta, las letras, la tipografía, entre otros.
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Cesar Puertas · 2013 · Estaba pensando que, como no hay evidencia física del panfleto impreso por Nariño, sería bonito imaginar cómo pudo ser. Utilicé la tipografía Legítima, de mi autoría.
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Proyecto Idea - Descripción Hombre
Desde hace algún tiempo trabajo con los usos y desusos de la impresión, la migración de las tecnologías y donde se sitúa el hombre en todo esto, en este camino he encontrado un texto que no lo pude dejar pasar, es el siguiente:
“Las señales del impreso son, hallarse en un papel grande, grueso y prieto; en cuarto y con mucha margen, todo de letra bastardilla y de tres clases, de mayor a menor, siendo la mas pequeña la de una nota o especie de adición con que finaliza la cuarta y ultima hoja”
Las cenizas de Los Derechos del Hombre en Boletín de Historia y Antigüedades, vol. XLIV, 1957, páginas 238 y s.
Esta descripción corresponde a la traducción de los derechos del hombre y el ciudadano al castellano realizada por Antonio Nariño en diciembre de 1793 o enero de 1794 imprimiendo alrededor de cien ejemplares en el taller de su propiedad el cual llamó “Imprenta Patriótica”, de esta publicación Antonio Nariño en su defensa ante el tribunal aceptó solo haber distribuido dos ejemplares y aseguró haber quemado los demás. Aunque esto no es claro, la declaración de los derechos del hombre fue un murmullo que se expandió por todos los dominios de la colonia española en el territorio americano lo que inspiró la independencia.
Este mensaje es una invitación que tiene por objeto colocar a consideración desde su óptica y desempeño intelectual, la re-interpretación del acontecimiento en base a la descripción del texto original impreso en castellano, apoyándose en la migración tecnológica que usted habitualmente emplea.
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