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himikomalice-blog · 6 years
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The Secret World of Arrietty (2010), dir. Hiromasa Yonebayashi
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himikomalice-blog · 6 years
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¿Me equivoco? 
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himikomalice-blog · 6 years
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Edward Gorey- Pequeños macabros
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himikomalice-blog · 6 years
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rainy nights and cold tea
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himikomalice-blog · 6 years
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La boca.
Me toma con fuerza. Mis pies están flotando y sus brazos están rodeándome. Todo se torna lento cuando tengo su boca en la mía. Su lengua entra y sale con fuerza y me da nauseas. Sus ojos están blancos y me hundo en la perversidad de su expresión, que envuelve mi fuerza. Agito mi cabeza en una desesperada búsqueda de oxigeno, pero mi cuerpo está agotado. Hay alguien mas en la habitación que ríe con la energía que me falta y la observo. Una luz tenue le da brillo a su sonrisa familiar, y me pregunto cuando será suficiente. Tengo los ojos cansados de tanto ausentarme y la oscuridad me abraza arrastrándome hacia el centro. Observo desde adentro a mi firmeza y la reclamo. Y ella viene hacia mi con paso lento, pero hay esperanza. 
Ya viene... me repito mientras las luces juegan en mis parpados... Abro los ojos tan grandes que podrían rodar por el piso. Tengo su saliva goteando en mi cuerpo y un alarido me aturde. 
-Ya basta, ya basta, ya basta!!!-. La risa del fondo se expande y todo está húmedo y caliente...
Hay un eco del pasado que se está jactando y me electrifica. Estoy llorando sobre la melodía del horror que es recurrente y un recuerdo asoma el final. ¿Podré cambiarlo está vez?. 
Sacudo mis huesos mientras grito. Libero uno de mis brazos y me estiro a su semblante. Pongo distancia a ese macabro ser que se deforma. Abre su boca tan grande que podría meterme dentro. Ese agujero negro esta absorbiendo todas mis capacidades y estoy luchando por retenerlas. Meto mi mano dentro de su boca para detenerlo pero de repente me vuelvo pequeña. Mi cuerpo adulto es ahora la de una pequeña niña que llora aun con mas entereza. Siento su lengua girando entre mis dedos mientras presiono mas a fondo mi extremidad. Tengo las uñas afiladas como un pequeño gato que ahora esta clavando en la carne. Y siento que todo es tan rojo como la sangre que me hierbe. 
No hay expresión en el rostro de mi hermana que observa quieta desde la luz que asoma sobre algún rincón. No estoy haciendo daño aunque pequeña me siento inmensa. Entonces, me doy cuenta, que ya no hay nada que temer y me detengo. 
Hiperventilo mientras miro a  mis gatas durmiendo a mis pies y la calma me sonríe.
Espero impaciente, tu próxima visita.
Malice.
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himikomalice-blog · 6 years
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himikomalice-blog · 6 years
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La cerillera
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himikomalice-blog · 6 years
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Era la última noche del año y mientras todas las familias se preparaban para sentarse a la mesa rodeados de ricos manjares, en la calle estaba descalza ella: la joven vendedora de cerillas. La pobre llevaba el día entero en la calle, sus huesecitos estaban ateridos de frío por culpa de la nieve y lo peor de todo es que no había conseguido ni una sola moneda. - ¡Cerillas, cerillas! ¿No quiere una cajita de cerillas señora? Pero la mayoría pasaban por su lado sin tan siquiera mirarla. Cansada, se sentó en un rincón de la calle para guarecerse del frío. Tenía las manos enrojecidas y casi no podía ni moverlas. Entonces recordó que tenía el delantal lleno de cerillas y pensó que tal vez podía encender una para tratar de calentarse. La encendió con cuidado y observó la preciosa llama que surgió delante de sus ojos. De repente apareció en el salón de una casa en el que había una gran estufa que desprendía mucho calor ¡que bien se estaba allí! pero la cerilla se apagó rápido y la estufa desapareció con ella. - Probaré con otra, pensó la niña. En esta ocasión vio delante de ella una gran mesa repleta de comida y recordó los días que llevaba sin probar bocado. Alargó la mano hasta la mesa para tratar de llevarse algo a la boca y…. ¡zas! Se apagó la cerilla. Eran tan bonitas las cosas que veía cada vez que encendía una, que no se lo pensó dos veces y encendió una tercera cerilla. - ¡Oooohhh!, exclamó la niña con la boca abierta. Que árbol de Navidad tan grande, y cuantas luces… ¡es precioso! Se acercó a una de ellas para verla bien y de golpe desapareció todo. La pequeña cerilleraRápidamente buscó una nueva cerilla y volvió a encenderla. En esa ocasión apareció ante ella la persona a la que más había querido en el mundo: era su abuela. - ¡Abuelita! ¡Qué ganas tenía de verte! ¿Qué haces aquí? No te vayas por favor, déjame que me vaya contigo. Te echo de menos… y consciente de que la cerilla que tenía en su pequeña mano estaba a punto de apagarse, la pequeña siguió encendiendo cerillas hasta que agotó todas las que le quedaban, instante en el cual la abuela cogió dulcemente a la niña de la mano y ambas desaparecieron felices. La pequeña dejó de sentir frío y hambre y empezó a sentir una enorme felicidad dentro de sí. A la mañana siguiente alguien pasó junto al mismo sitio en que la pequeña se había sentado y la encontró allí, rodeada de cerillas apagadas, inmóvil, helada por culpa del frío pero con una sonrisa inmensa en su cara. - ¡Pobrecita!, exclamó al verla Pero lo que no sabía nadie es que la pequeña se marchó feliz, de la mano de su abuelita, hacia un lugar mejor.
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