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Mis pequeñas flores con sus cinco años en el mundo

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¡Feliz quinto cumpleaños, Aster y Leilani! 🎉

31/08/2031

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-Río cuando de das ese beso en la mejilla, con esa forma de decirme que querés tu último regalo-. Bueno, este último también tiene que ver con la familia como eres una madraza, y yo sé que además siempre te preocupas mucho por toda tu familia… Te conseguí algo, a partir de una idea que seguro sabrás de donde la he sacado -digo dándote entonces para que abras una caja más grande que la segunda pero que también se puede tener sin problema en una mano-

-Sonrío de vuelta, esperando a que me entregues esa caja que contiene mi último regalo, aunque los regalos más grandes los tengo cada día desde hace tiempo y llevan tú nombre y el de dos flores. Escucho lo que me explicas mientras voy abriendo de a poco la caja, sintiendo como se me escapa un “oh” de sorpresa cuando encuentro ese curioso reloj que me transporta hasta la casa de mis abuelos, donde un reloj más grande sigue teniendo lugar, aunque le falte una manecilla.- No sé qué decirte… -Porque la emoción me está cortando las palabras y tengo que tragar para poder hablarte.- Si siempre termina por señalar aquí -Empiezo, tocando con mi dedo la palabra “Home”.- Me vas a hacer la mujer más feliz del mundo…

-Mantengo tu mirada hasta que veo la sonrisa que me devuelves y tomas la caja del último regalo. Espero que lo abras para explicarte-. No solo te dirá dónde estoy yo, sino cada uno de los que más amas, en el momento en que pienses en ellos -te explico señalándote la única manecilla que tiene-. Y las palabras pueden llegar a cambiar si ninguna se adecua al lugar en donde esa persona está. Es como el de casa de tu abuela, pero una edición casi de bolsillo.

-Tu voz me hace volver a mirar al reloj, apreciando esas pequeñas diferencias que guarda con el que he visto toda mi vida, pero que el significado es el mismo. De pequeña me gustaba sentarme a ver como alguna de las manecillas se movía para anunciar la llegada de alguien. Y ahora, algunos años después, me estás dando la posibilidad de repetir esos momentos, no solo con nuestra familia, si no con todas las personas a las que llevo en el corazón.- Si que aprovechaste las visitas a La Madriguera… -Aparto mi dedo de la carátula, aún emocionada por ese último regalo.- Es precioso, me encanta… -Afirmo dejando con cuidado el reloj sobre el sofá para poder abrazarte mejor.- Es que eres increíble… -Murmuro en ese abrazo, porque no sé cómo agradecerte cada pequeña cosa, aunque sé por qué lo haces.- Sabes que te amo, ¿verdad?

-Observo cada instante de tu reacción, sabía que este regalo te iba a llevar a otro tiempo y otro lugar. Sabía que te iba a gustar-. Que quede claro que igual lo que más aprovecho en las visitas a la Madriguera es la comida de tu abuela -agrego riendo antes de que me abraces y yo también lo haga con ambos brazos, escuchando esas palabras que decís contra mí- Y yo te amo a vos, porque eres increíble y me haces a mi increíblemente feliz… Feliz cumpleaños Lily Luna -te digo antes de dejar un beso sobre tus labios-.

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-Apoyo mis manos en tus hombros, inclinándome para robarte un beso que me sabe a tu sonrisa.- Eres el mejor, ¿lo sabes?

¿El mejor qué? -pregunto sin dejarme perder esa sonrisa. Esperando a que me respondas antes de darte el segundo regalo, uno que viene en una caja mucho más pequeña que el anterior. Te lo tiendo para que lo puedas abrir y ver los dijes con forma de cuerno de unicornio unidos a una cadena que puedes llevar al cuello-.

-Veo tus ojos cerrados después de ese beso y la sonrisa que dibujas tras hacerme una pregunta a la que no dudo en responder.- El mejor novio del mundo. -Respondo antes de dejar otro rápido beso en tus labios antes de separarme de ti para poder hacerme con el segundo regalo que me das y que me ocupo de abrir de pie frente a ti. De la pequeña caja extraigo una cadena que termina con tres dijes que me hacen sonreír al sostenerlos frente a mis ojos. Dejo la caja a un lado de las pijamas en el sofá y, sin decir nada, me todo la libertad de sentarme sobre tus piernas para entregarte el dije y después apartar mi cabello para que me ayudes a ponérmelo.- ¿De verdad no hay un unicornio afuera? -Pregunto sin aguantar la risa después.-

-Niego ante tu pregunta cuando te sientas sobre mí y con cuidado te coloco la cadena cuando me dejas hacerlo apartando tu cabello-. De verdad que no lo hay, bueno hay muchos… Pero ninguno en nuestro jardín –digo antes de volver a reír contagiado por tu sonrisa-. Veamos… Y quiero saber si sabes que significan esos tres dijes ¿Lo sabes?

-Niegas a mi pregunta y yo chasco la lengua como si estuviese decepcionada de la respuesta, aunque el gesto no dura mucho al sentir el roce de tus manos cuando me colocas la cadena que me has dado.- Una pena, seguro que les encantaba… -Suspiro de manera exagerada antes de moverme solo un poco para poder pasar uno de mis brazos por tus hombros. Con mi mano libre sostengo la cadena con los dijes, observándola.- Los dos pequeños me han hecho pensar en las niñas. -Confieso antes de apartar la mirada del dije para verte a ti y que me digas si voy por buen camino.- El otro me gusta creer que es por ti, para llevar a mi familia conmigo. -Aventuro porque eso es lo que eres para mí, para nosotras. Pero no sé si tú piensas en lo mismo-

Una verdadera lástima, si -pasas tu brazo alrededor de mi cuello y yo uno de los míos alrededor de tu cintura-. Vas bien -digo cuando decís lo de las niñas, y finalmente solo asiento cuando decís que el otro es por mí-. Somos tu familia. Y hay un par más de repuesto en la caja, por si se pierden o tenemos que agregar a alguien más -digo esto último guiñándote un ojo-.

Igual a base de lástima te convenzo. -Alzo ligeramente los hombros antes de sentir tu mano en mi cintura y apoyar mi cuerpo en el tuyo. La sonrisa aparece cuando me dices que he acertado con las niñas y se hace más grande cuando descubro que también lo he hecho contigo. Asiento cuando me explicas que hay un par más porque lo de perderlos lo veo posible, no por gusto, si no por algún tirón del que no me entere o un robo no planeado en horas de trabajo, pero es lo último lo que me hace mirarte justo cuando me guiñas el ojo, entendiendo lo que dices sin decirlo.- Pues no suena mal eso de agregar más…

-Río dejando escapar un suspiro por tu insistencia sobre el tema de tener un animal de semejante tamaño en casa. Y no es hasta tus últimas palabras que sonrío de oreja a oreja porque lo que dejo caer como idea también lo dejas caer vos y eso me dice que estamos por la misma página, y aunque no haya nada que nos apure, es bueno saber que tampoco nada nos detiene.-

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No me podría permitir pasar mi vida con alguien que no deja cada tanto salir al niño que lleva dentro, no podemos olvidarnos nunca de él.

Es que sería muy aburrido… pero mira, ya era el destino encontrarnos.

El destino nos tenía preparados todo esto y nosotros ahí pensando en otros futuros

Ningún futuro que pude haber pensado me gusta tanto como este, contigo.

-Nico y Lily

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Vale, este primero tiene que ver con algo que me pediste hace un tiempo que querías tener en la casa… ¿Te acordás de algo? -pregunto viendo si adivinas de que va la cosa-.

¿Podría ser una pista más específica? -Pregunto mordiendo mi labio inferior mientras pienso, porque por pedir pido muchas cosas en cuanto las veo.- ¿Se mueve? -Insisto para descartar una mitad de las cosas que he pedido-

Bueno… Vamos a decir que tiene que ver con algo que sé que has pedido toda tu vida -digo estirando el sonido de la palabra “Toda” para exagerar-. Y bueno, lo de que se mueve o no, depende -digo mirando al interior del paquete con una sonrisa-. No se mueve por sí mismo, no. ¡Ah! Y aunque es un regalo significativo para vos, es algo que vamos a poder usar los cuatro en casa.

-Me dices que es algo que he pedido toda mi vida y yo solo puedo pensar en una cosa, por lo que frunzo el ceño porque dudo que sea eso.- ¿Un hipogrifo? -Pregunto dubitativa cuando me dices que depende si se mueve o no y, mientras eso sucede, caigo en otro pedido.- También te pedí adoptar un unicornio, pero no entiendo cómo se podría usar eso en casa. -Admito, porque ninguna de esas respuestas parece adecuada y yo me siento hecha un lío.-

Bueno, ya dijimos que la casa no daba para tener un hipogrifo ni un unicornio así en todo su esplendor, ya bastante tenemos con los perros y demás -digo dejando delante tuyo entonces el primer paquete-. Pero se me ocurrió regalarte algo que nos haga sentir como que lo tenemos -digo bromeando, esperando que abras el paquete que envuelve cuatro pijamas, dos de tamaño adulto y dos para niño de unicornios para poder usar todos juntos-. A ver qué te parece mi idea.

-Arrugo la nariz a la vez que aprieto mis labios cuando me dices que la casa no da para tener uno, porque yo sigo viendo muchos fallos en esa lógica, pero lo dejo un poco por la paz.- Tampoco son tantos, solo son tres. Y Coco apenas y hace ruido. -Digo, buscando con mi mirada la jaula del erizo en un rincón del salón. Pero dejo de protestar cuando, por fin, me das el paquete que tanta curiosidad me genera y con el que, a diferencia de ti, no soy tan cuidadosa al desenvolver, pero que intento no romper del todo. El tacto suave de lo que identifico como un pijama me hace apurarme un poco para poder extenderla y reír al ver de lo que se trata, al descubrir el cuerno de unicornio en la capucha. Me levanto del sofá, poniéndola sobre mi cuerpo para observarla.- ¡Me encanta! -Exclamo dando una vuelta con ella.- ¿Sería mucho si recibo a todos vestida así?

-Dejo escapar una risa antes de verte desenvolver el primer regalo. Te veo feliz de lo que encuentras, sé que en algún punto te sorprende y es que eso es lo que buscaba. Pero se que también es algo que te va a gustar usar y tanto tiene que ver con lo que hablábamos hace un rato de permitirnos ser niños cada tanto-. Yo creo que no sería mucho, puedes hacerlo si me dejas que yo también use el mío… ¿Como ves a Harry viéndonos a los dos así vestidos de unicornio?

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Bueno… Es que primero me merezco que me digas como lo has pasado hasta ahora en tu día -digo tomando tus manos entre las mías-. Después si ya vendrán los presentes.

Miras a los regalos y, cuando me explicas la razón, vuelvo a reír antes de poder hablar.- ¿Seguro que me lo vas a poner tan fácil? -Pregunto antes de ocuparme del trozo que resta del chocolate para tener las manos libres y poder dejar la caja de dulces sobre la mesa de centro.- Pues ya con verte al abrir los ojos, es garantía de un buen día. -Comienzo volviendo a mirarte.- Y recibiendo tanto amor, es que no me lo puedo pasar mejor…

Bueno, creo que ya no está siendo fácil para vos desde el momento en que me senté con ellos acá… Además -frunzo el ceño antes de continuar mi frase-. ¿Qué clase de novio haría sufrir tanto a su chica justo el día de su cumpleaños? -pregunto sonriendo finalmente por lo que decís de verme a mí y el amor que has recibido-. Cosechas el amor que das Lily… Eso te tendría que decir muchas cosas.

-Vuelves a mirar los regalos y yo aprovecho para levantarme ligeramente del sofá intentando curiosear un poco más aunque sé que no voy a tener éxito por la envoltura.- Cómo me conoces, ¿eh? -Pero la pregunta que haces me hace volver a sentarme en el sofá y disimular una risa.- Pues no sé, ¿cómo te describirías a ti mismo? -Respondo viendo tu sonrisa, sintiendo que lo que me dices sobre mi cosecha de amor, me llega dentro. Porque dar amor debería ser lo más normal y común del mundo y, a veces, parece algo extraño entre todo lo que pasa.- Eso me dice que siga por el mismo camino…

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¿Tú crees que si parezco de 24?

Depende del momento, a veces pareces de menos. Cuando te dan dulces, por ejemplo, pareces una niña chiquita, Pero, cuando me miras y cuando me besas, cuando estas con tus hijas, cuando trabajas. Ahí pareces ya toda una mujer.

-Lily y Nico

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“El día de mi cumpleaños siempre ha sido un suceso, no sé si por mi entusiasmo notorio o por la fortuna que tengo de tener una familia y amigos que comparten lo que siento, pero soy capaz de recordar ese cosquilleo en la barriga que sentía antes de ir a la cama la noche anterior y la emoción que apenas y me dejaba dormir desde que era pequeña, y que sigo sintiendo hasta el día de hoy.”

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Bienvenidos sean los 24 🎉

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Que la vida te deje celebrar mucho más de treinta años y que yo pueda verlos todos… -Pido en ese abrazo, porque aunque tú seas el que cumple años, yo quiero darte también mi deseo.-

-Me abrazas entonces y yo sonrío por tus palabras, porque eso mismo es uno de los deseos que he pedido yo. Que la vida me deje vivir muchos años más, y que todos esos años los pueda pasar a tu lado, y al lado de tus hijas. Al lado de mi familia y también de la tuya. De la familia que de a poco quiero formar contigo-. Te amo, Lily, gracias por este día de tanto, tanto amor.

-Tu emoción es la mía, verte sonreír me hace sonreír a mí, tu mirada empañada nubla la mía y los latidos de tu corazón hacen que los míos se acompasen a los tuyos. Y es que es algo inevitable, no puedo no compartir contigo todo lo que siento, porque es lo que me haces sentir. Confío en que la vida cumpla ese deseo que llevo pidiendo todo el día, cada vez que te veía, cada que alguien te felicitaba o cada vez que me sorprendía pensando lo mucho que deseaba que días como hoy no se terminaran nunca. Y vuelvo a sonreír cuando te escucho, porque a pesar del ruido y del alboroto que nos rodea, yo solo te escucho a ti en ese abrazo.- Te mereces toda una vida así, lo sabes. -Respondo antes de separarme ligeramente de ese abrazo para poder verte.- Y yo te amo a ti, hoy y en lo que venga… -Porque de eso estoy segura, porque es tan real como el tacto de tu piel en las palmas de mis manos cuando, con estas en tus mejillas, te atraigo a mí para darte un beso en el que te pueda decir todo lo que ya te he dicho y que me gustaría que, como hoy, no terminara nunca.-

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Te queda uno… -Indico, señalando el bolsillo del pantalón que llevo puesto para que seas tú quien lo saque y abra, y que también te guste porque, de los tres, creo que es el que más ilusión me hace darte.-

¿Cómo? -pregunto riendo otra vez-. Lily Luna Potter, no debías… -digo antes de llevar mi mano a ese bolsillo de tu pantalón donde señalas, para buscar mi último regalo de la noche-

¿Es que aún no queda claro que yo de lo que debo, hago poco caso? -Chasco mi lengua en un sonido de negación, como si no me creyera lo que dices, moviéndome ligeramente cuando te ocupas de buscar en mi bolsillo.- ¿Recuerdas que hace un año te dije que no podía llevarte a tu playa? -Pregunto cuando veo que tienes ya la cajita entre tus manos.- Bueno, este año tampoco hemos ido aunque sé que este año no importa mucho. Pero creo que puedes llevarla contigo de otra manera. -Guardo silencio para volver a ver yo también esa esfera que, aunque es regalo mío, no te lo estaría dando si no fuese porque tu padre me ayudó al darme las coordenadas que a mí me cuesta encontrar y que necesitaba para que, con un par de hechizos, al agitarla, puedas ver en su interior, como la arena dentro deja de verse para dar paso a la vista de ese lugar donde naciste y creciste, esa playa que es tan tuya, justo como está en el momento en el que lo hagas.-

En algún momento de nuestra vida voy a acostumbrarme -digo riendo antes de tener la caja en mis manos. Escucho las palabras que me decís, que parecen introducir a la sorpresa que hay dentro de esa caja. La abro y me encuentro con una pequeña bolilla llena de arena. La alzo para examinarla y por las palabras que decís hablo tratando de adivinar-. ¿Que la arena es de allá? -pregunto mirando fijamente a aquel regalo-.

¿Tú crees? -Pregunto moviendo mis cejas en un gesto de duda, aunque me causa más gracia que duda. Levantas la pequeña esfera y yo río cuando me preguntas si es por la arena.- No, no es arena de allá. No se me ha ocurrido hasta ahora. -Confieso frunciendo ligeramente el ceño porque eso hubiese quedado mucho mejor con la idea general del regalo.- Agítala un poco. Como a las esferas de nieve. -Te pido, para que puedas ver lo que de verdad guarda en su interior.-

Yo creo -respondo antes de que me digas que no es arena de allá, hago un gesto sintiéndome algo mal por decir algo que no era que te dé una idea que no pudiste cumplir. Pero me pides que la agite un poco y eso hago. Entonces entiendo a qué te referís con llevar a todos lados esa playa que me vio nacer, que me vio enamorarme del mar, de sus olas, de sus veranos y también sus otras estaciones-. Lily -susurro viendo esa playa, ahora de invierno, fría, vacía, con tanto espacio para correr. A esta hora ya no queda nadie, aunque apuesto a que no falto alguien que recorriera dejando sus pisadas por la mañana. Esa playa que extraño siempre que no estoy en ella. Ahora la puedo ver desde acá-. Lily…me encanta -digo buscando tu mano con la mía-. Ahora la tengo para siempre conmigo.

-Veo el gesto que haces y yo niego suavemente, porque en realidad ya me estoy planteando si es posible traer arena de allá y hacer otra cosa con ella para ti. Pero mi nombre en tus labios me hace parar esos pensamientos, porque ese susurro me dice más que solo cuatro letras, la forma en la que contemplas ese lugar que tantas veces pisaste y que yo siento conocer por lo que me has contado y la emoción en tu voz. Vuelves a llamarme y yo sonrío aferrándome a tu mano cuando buscas la mía. Me dices que te encanta y yo aprieto tu mano.- Un día vamos a celebrar tu cumpleaños ahí, ¿quieres?

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-Vuelvo a buscar por la segunda caja, igual de pequeña que la anterior, mostrándotela en la palma de mi mano para que te hagas con ella.-

¿Mas? -pregunto casi como un niño feliz por ver tantos regalos para él-. Pero que ¿Toca uno por cada año que cumplo? -pregunto ansioso por abrir ese segundo regalo y descubrir que es lo que guarda, porque estoy seguro de que será tan significativo y hermoso como el que me has dado-.

-Asiento cuando me preguntas si hay más, viendo surgir a ese niño que guardas dentro hasta que rompo a reír cuando me preguntas por la cantidad de a��os.- Mira el que decía que ya le había dado suficientes regalos… -Murmuro a modo de broma.- Solo cumples uno, cariño, los otros ya los tenías. -Aclaro dando un suave toque con mi índice en tu nariz.- Pero en la noche igual negociamos para compensarte por los que me van a faltar. -Te guiño un ojo con toda la intención antes de ver como abres el siguiente, esperando a ver cómo la brújula en su interior recupera su tamaño al salir de la caja. En la cara interior de la tapa están grabadas las coordenadas del lugar donde estamos, de esta casa que compartimos y es nuestra. Porque aquí siempre será para ti un puerto seguro, un lugar al que volver. Pero no son permanentes.- Van a cambiar para mostrarte las del lugar a donde quieras ir. Pero espero que a muchos de esos, me lleves contigo… -Explico, sabiendo que vas a entender de qué hablo cuando las veas.-

-La brújula se agranda apenas la saco de la caja y eso es lo primero que me sorprende, pero no es lo único que me sorprende porque al abrir la brújula e inspeccionarla mejor encuentro unas coordenadas. Me explicas que son, me cuentas cómo funcionan, y yo leo atentamente las que aparecen ahora-. Estas son las coordenadas de la casa -digo mirándote a los ojos otra vez-. Será que el lugar que quiero ir es a donde estás vos…

Si, esas son las de la casa. -Repito lo que dices, aunque no deja de sorprenderme lo rápido que eres para adivinarlo.- O será que sin importar a dónde quieras ir, aquí siempre vas a poder volver. Y todos esos lugares son los que te va a mostrar. -Añado aunque ahora no estoy segura de que vayan a cambiar mucho, al menos no después de lo que me acabas de decir. Pero no lo pienso mucho, a mí lo que me importa es lo que acabo de decirte.-

-Río porque repites lo de la casa-. No voy a decir que no lo marque en algún mapa ya -digo bromeando antes de escuchar tus palabras-. Siempre voy a querer volver, no importa que tan lejos me vaya

Menos mal que tú entiendes de mapas porque si fuera por mí… -Sigo la broma, aunque lo mío es un poco más en serio. Me dices que siempre vas a querer volver y yo sonrío, porque es todo lo que necesito saber.- Pues es justo lo que me importa, que quieras hacerlo.

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-Aparto mi mano derecha de ti para rebuscar en mi bolsillo donde, gracias a un poco de magia, llevo las pequeñas cajas para ti. Me hago con uno de ellos y antes de buscar tu mano para dejar en esta la primera caja, me acerco más a ti para volver a robarte un beso, porque nunca son suficientes para mí.- Venga, te toca abrirlo… -Canturreo esperando a que lo hagas.-

-Cierro la mano alrededor de esa caja que dejas en mi mano y la llevo junto a mi oído agitándola suavemente, como si en eso pudiese descubrir que es. Obviamente no lo puedo, y por eso me separo un poco de vos para poder usar mis dos manos con el firme objetivo de abrir esa pequeña caja que estoy seguro de que encierra un poco más de toda mi felicidad. Me cuesta un poco al principio, siempre me encuentro en la disyuntiva de romper o no el envoltorio, pero después de sortear ese problema, finalmente abro la caja-.

-Me hace gracia ver lo que haces con la caja, intentando descubrir su contenido, y probablemente algún sonido conseguirías si no me hubiese encargado de eso. Te separas de mí y muerdo mi labio inferior, jugando un poco con este mientras veo cómo te entretienes un poco al intentar abrirla y, cuando lo haces, sonrío esperando a que veas el interior, ese colgante que guarda en su interior una pequeña memoria con todas las fotos que he ido tomando desde tu último cumpleaños, algunas sin que te dieses cuenta y otras que me encontré en la galería de mi móvil, producto de las niñas y su descubrimiento de que se puede usar la cámara sin desbloquear el aparato.- Seguro que no se te ha olvidado pero, si la abres, puedes recordar todo el año que tuviste 29…

-Al abrirla me encuentro con un bonito colgante al que le encuentro dentro una memoria, puedo imaginarme que puede haber allí, y más me lo aseguro cuando escucho tus palabras-. ¿Ya empezaste a regalarme memorias? pregunto guardando otra vez la memoria en ese colgante y alzándolo entre nosotros para ponerlo sobre mi cuello-. Para tener siempre eso junto a mí… Me encanta mi amor -digo mirándote a los ojos-. Gracias…

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“Nunca le voy a decir que no a un regalo. Lo que digo es que no te voy a pedir nunca más de lo que ya me has dado.”

— Nico

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-Me parece que el tiempo ha pasado muy rápido y que aquel primer cumpleaños de Nico que celebramos en la playa fue hace apenas un par de meses y en realidad ha sido un año justo. Ese día le dije que no podía llevarle a su playa, a su hogar y, este año, su hogar ha venido hasta él. Y sé que no hay mejor regalo que ese, pues lo he visto desde el primer día y lo he seguido observando en cada encuentro y con la vuelta al valle el fin de semana. La manera en la que sonríe el hombre que se robó mi corazón al completo cuando está con ellos, es indescriptible, es magia y yo soy la más feliz al verla.  Sé que ha sido un día especial desde que abrió los ojos a mi lado, cuando las niñas irrumpieron en la habitación cantando para abrazarle y darle los dibujos que le habían hecho como es su costumbre, cuando le vi abrazado a su madre y compartiendo risas con su padre y con cada minuto del día que pasaba mientras la familia y amigos llegaban a casa. Aún ahora puedo verlo por la manera en la que me sonríe mientras me aproximo a él, tras seguir sus pasos cuando me he percatado que salía de casa. Y es esa sonrisa la que provoca la mía mientras apresuro mis pasos para atrapar tu mano con la mía y robarme un suave beso de tus labios antes de hablar.- Así que… ¿huyendo de la fiesta?

-Tus pasos se aproximan y me coges la mano tal y como yo quería. Me besas los labios y yo te rodeo con mis brazos dándote la vuelta para que puedas mirar hacia adentro como lo hago yo-. Necesitaba respirar este momento, mirarlo desde afuera para no olvidarme de esta imagen nunca en mi vida -te digo dejando un beso en tu mejilla, poniendo mis manos unidas sobre tu vientre-. Estos son los momentos que valen la pena…Todos juntos, felices -respondo, puedo ver adentro a algunos de tus primos, a tus padres, tus hermanos y hasta tus abuelos, quienes tengo que admitir, fueron mis invitados más especiales-.

-Me haces dar vuelta y yo no puedo evitar la risa por ese movimiento que no esperaba, pero que me emociona cuando tus palabras me hablan, porque me parece precioso que digas que necesitabas respirar ese momento, porque también es parte importante de las memorias que conservamos con nosotros. Besas mi mejilla y yo coloco mis manos sobre tus brazos, abrazando la parte de ti que me permite mi posición.- Todos nos damos cuenta de la fortuna que tenemos cuando vemos algo así… -Aseguro al contemplar la misma imagen que ves tú, ese ruido lleno de vida que hay dentro de casa.- Es imposible que lo olvides pero, si es necesario, yo te regalo todas mis memorias… 

-Me abrazas tanto como te lo permito y me miras para guiñar uno de tus hermosos ojos, yo que no he parado de sonreír en todo el día lo sigo haciendo-. Si es necesario regálame tus memoras, pero solo para compartirlas, porque no quiero recordar nada que vos no recuerdes junto conmigo -respondo-.Todo lo que me regalas lo quiero compartir contigo.

-Tú sonrisa sigue ahí, reluciendo como siempre. A veces creo que tu sola sonrisa iluminaría la noche más oscura, del mismo modo que ha ido iluminando todos mis días desde que los comparto contigo.- Por eso te las regalaría solo a ti, porque tú eres quien hace que todas existan. -Replico y sin apartar mis ojos de tu rostro, vuelvo a hablar.- Aún no te doy mis regalos, ¿sabes? Tal vez no las has olvidado, pero podría empezar por eso…