giselaroizz
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In The Middle Of Nowhere
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giselaroizz · 3 years ago
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I can never read all the books I want; I can never be all the people I want and live all the lives I want. I can never train myself in all the skills I want. And why do I want? I want to live and feel all the shades, tones and variations of mental and physical experience possible in my life. And I am horribly limited.
Sylvia Plath, The Unabridged Journals of Sylvia Plath 1982
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giselaroizz · 3 years ago
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𝓒omenzar es difícil, pero acabar es aún más, prefiero comenzar mi vida amando, a odiando a mi propio ser.
El cielo cobraba penumbra por sus nubes grises a punto de estallar en lluvia, el suelo sentía el temblor de ellas para comenzar a absorber y sanar su sequía temporal. Yo conseguiría lo mismo si no me apresuraba a llegar a tiempo a casa.
Corría sin descanso entre los árboles, saltando ramas, surcos y raíces que sobre salían buscando terreno. La lluvia me alcanzó y no tuve mas remedio que mojarme en ella.
-Gracias Dios -. A lo lejos vi mi casa, y vi a alguien fuera -. ¡Espera no cierres, ya llego!
-Corre Gia, que hace frío.
Era mi dulce hermana mayor Maddie, ella era el sol de la casa, cada vez que hablaba brillaba todo a su alrededor, todo hombre del pueblo estaba enamorada de ella, y no era de extrañar, hasta mi difunta abuela siempre dijo que se casaría con el mejor muchacho del mundo, y no me cabe duda.
-Llegue.
-Siempre llegas -. Me besó la mejilla, y yo la ayudé a cargar con la leña que llevaba entre sus brazos.
-Dámelo, no seas tonta.
-Toma.
Lo cogí y entramos juntas hasta el salón para llenar el cesto de leña y calentarnos la fría piel del exterior.
-Pero bueno, ¿qué hacéis aún así?
-¿Qué pasa?
-Hoy venían los William a cenar a casa -. Me aclaró en un tono más bajo Maddie.
-Es verdad.
-Venga niñas, subir.
-Ya vamos mamá.
La di un beso en las mejillas y corrimos las dos juntas hacia nuestro cuarto.
-¿Quiénes son esos? -Pregunte cerrando la puerta de nuestro cuarto.
-Boba, son el conde de Brighton, su mujer y su hijo.
-Sin animo de lucro, me parece una estupidez traer a esa gente a nuestra humilde casa.
-Es un viejo amigo de papa, siempre han estado muy unidos a nosotros.
-Pues nunca había oído hablar de ellos hasta ahora.
-Claro que si-. Me corrigió-. Han venido muchas veces a veranear, es más su mujer es de la zona, prima de mamá.
-Ademas familia.
Nos ayudamos a vestir mutuamente, así que bajamos tras oír el tintineo de la puerta.
Corrimos escaleras a bajo riéndonos y saltando, hasta que nos topamos con seis ojos desconocidos mirándonos.
-¡Niñas! -Nos regaño nuestra dulce madre.
-Estás son mis hijas, Maddie y Gia.
Nos inclinamos sutilmente frente a ellos, y ellos nos respondieron con las mismas. El joven precia de la edad de Maddie, era muy apuesto, pero demasiado refinado a su vez con tanta vestimenta noble.
-Como han cambiado, están preciosas. La última vez que las vi, Maddie tenía quince años y corrías junto a mi hijo Ewan, y tú pequeña Gia, te quedabas conmigo leyendo mientras te hacía trenzas en el pelo, y ahora sois unas preciosas mujeres, y seguro que a punto del compromiso.
-Que no caiga esa breva -. Me aclaré la garganta y me regaló una sonrisa aún mi grosera respuesta.
-Hola Ewan -. Dijo con benevolencia Maddie.
-Hola Maddie.
-Pasad al comedor, por favor.
Seguimos a mi madre en fila hasta la mesa. Papá estaba ensimismado con el señor William hablando de recuerdos y poniéndose al día uno con otro. Mamá y la señora William se sentaron juntas dejando a los hombres hablar de sus cosas, mientras ellas hablaban de sus otras cosas en común.
Ella, la sirvienta nos servía en los platos a los hombres primero.
Maddie y yo nos echábamos miradas sin saber que hacer ni decir, a la vez que nos miraba indiscretamente Ewan y nosotras le respondíamos riendo como niñas inocentes.
-Ewan acaba de terminar la universidad, y ahora quiere ejercer la militancia, pero se lo he prohibido, no hasta que contraiga matrimonio -. Contaba la señora entusiasmada del éxito de su hijo.
-Eso es maravilloso -. Respondí irónicamente.
El cochero de su carruaje interrumpió las risas y las conversaciones entregándole al señorito una carta. La leyó mientras todos le mirábamos con templeza a sus reacciones de incertidumbre a alegría.
-¿Que pasa? -Le preguntó el señor.
-James finalmente vendrá. Probablemente llegue mañana al medio día de Londres.
-Es verdad, se nos olvidaba comunicar, que mi hijo pasara aquí un tiempo, le gustó mucho la última vez Gloucestershire, cuando vino con su clase de universidad, se instalará en Dyrham.
-¿Es suyo también el bosque?
-Si Gia-. Me respondió el señor.
-Gia se suele pasar las tardes merodeando por la zona, lee y escribe, o simplemente se relaja.
-Estaría bien que fuera también la señorita Maddie -. Dijo Ewan y comenzó a ingerir el plato con entusiasmo.
Me giré sutilmente y vi cómo Maddie enrojecía su blanca piel alrededor de sus mejillas. Durante los dos siguientes horas no se quitaban ojo el uno al otro, y hablaban disimuladamente. Yo solo me disponía a tocar el piano callar y otorgar para mis adentros.
Cuando finalmente se fueron me fui descalza hasta mi cuarto para tumbarme en la cama y dormir, aunque tampoco estaba por la labor de ello.
-Dulces sueños mis niñas -. Dijo mi madre tras la puerta.
Maddie acababa de entrar y se sentó en la silla para desabrochar la hebilla de su tacón.
-Con que Ewan...
-Gia no empieces, es muy tarde.
-Debo decir que es muy atractivo y hermoso al mismo tiempo. Es raro ver algo así por estos entornos, aquí suelen ser rudos y desaliñados, pero él no, él es de Londres, y es diferente, y eso te gusta.
-¿Cómo se puede ser atractivo y hermoso al mismo tiempo? -Reía avergonzada.
-Atractivo porque es alto, fuerte, un rostro bonito, y hermoso porque es inteligente, le gusta saber cosas, a la vez incrédulo, tiene buen tacto para las mujeres, cada vez que te hablaba, tu quedabas embelesada con su lengua viperina chasqueando su paladar.
-Para Gia, no estás escribiendo ahora, por favor resérvate esos prejuicios para tus novelas.
Se metió en la cama junto a mi, y ambas nos metimos bajo las sabanas.
-Pero no me lo puedes negar.
-Vale... no te lo puedo negar, es un caballero.
-¡Viste!
-¡Shh! No chilles, vas a despertar a papá y a mamá.
-Vale, pero estás enamorada.
Sople con fuerza la llama apagándola, dejando el cuarto a oscuras.
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