fuckinghostface
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no importa si sigo sufriendo, no permitiré que ustedes sufran por mi
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se me hace tan triste como las conexiones se rompen
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Sometimes I wanna be heartless too but that's not who I am
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“Y ojalá logres encontrar a alguien con quien puedas sentirte muy seguro, tanto que no te asuste nunca el mostrarte vulnerable.”
— Lya
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te amo un montón, pero amarte también es dejarte ir
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Hola, soy alguien, que no es nadie.
Conocí a una persona hace 7 años y van como 6 1/2 desde que me enamoré por primera vez, pero intermitentemente. ¿Saben lo que es amar así? duele mucho. Duele mucho forzarte a pausar tus sentimientos, porque ya sea por alguna razón u otra, te abandonan y después vuelven o por motivos de la vida no se puede estar.
Viví con el miedo de ser abandonada pero siempre con la valentía de que llegaría el momento. Fui valiente al permitirme amarle, no saben cuánto lo amé.
Sigo en esa intermitencia al día de hoy, y estoy viviendo sólo de recuerdos, creo que lo que más me da miedo es el olvido... Olvidar el olor, olvidar los gestos, olvidar las caricias, cómo se sentía su piel sobre la mía o cuando la acariciaba o como me volteaban a ver esos ojos que entendía sin que saliera una sola palabra de esa boca, esa boca que con un solo beso podría lograr callarme . . .
Era algo mágico, pero la magia no duraba mucho, teníamos el tiempo contado y no nos dimos cuenta hasta que todo se desvaneció frente a nosotros...
Es difícil despedirte cuando encuentras un amigo que se convierte en tu pareja y por lo tanto, tu mejor amigo. La persona en la que confié mis dolencias y mis secretos, la persona con la que más me divertí en todos mis 21 ya casi 22 años de mi vida, la persona con la que me entendía perfectamente pero a la vez no, es rarísimo ¿verdad?
Conocí el amor y el desamor en la misma persona
Tuve que enterrar a mis hijos creados por producto de mi imaginación, quemar la casa de mis sueños y vender el ranchito lleno de mascotas y jardines, también despedirme de esa parte de mí que creció junto a él
Y tal vez es algo que jamás existió, ya que al parecer forcé todo, fui egoísta y necia, ¿por qué dejé que se alargara el dolor?
Yo me quedé aquí, atrapada en ese cementerio rodeada de las brazas y cenizas de aquellos planes que jamás existieron más que en mi cabeza
Y aunque ya no quiero que vuelva, porque sé que sí vuelve, volverá a irse. Le pido a la vida que siga su camino y pueda encontrar a alguien que de verdad le llene, que no se sienta forzado, que le nazca hacer esas miles de cosas que conmigo no eran más que exigencias y caprichos, ojalá que lo nuestro le sirva como aprendizaje sobre lo que sí quiere y lo que no quiere
Mucho amor para ti, donde quiera que estés.
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Roberto se llamaba y teníamos diez años. Ni siquiera sabía qué era esa cosquilla en la panza cuando lo veía. Todo empezó porque me cambiaron de asiento en el salón. Platica mucho en clase. Si me mandan a la fila de atrás, con niños, no voy a hablar mucho. Mucho menos atrás de Roberto que es el más introvertido de todos. Roberto tenía la piel color chocolate con leche y se le formaban unos hoyitos en los cachetes, me gustaba mucho hablarle y que me contara aventuras del rancho que cuidaba su papá. Él ayudaba con los caballos; "¿tú alguna vez has montado un caballo?" Mi yo maravillado de diez años lo escuchaba con tanta fascinación, las sillas de montar, cepillarlos, jugar en el campo. "Una vez ordeñé una vaca". Y yo quería todas las aventuras aquellas. Le pedí a mi mamá poner una porción más de sandwich y a la hora del recreo me quedaba en el salón escuchando a Roberto, claro que yo también le contaba mis aventuras aunque en este momento creo que no eran ni la mitad de grandiosas que las suyas. Y compartíamos un pedacito extra de sándwich. Roberto no hablaba con muchos niños, pero sí conmigo. Yo no hablaba con niños, pero sí con Roberto. Mis amigas me empezaron a preguntar por qué le hablaba. Dejé de salir al recreo a jugar con muñecas y el club de mis amigas por escuchar a Roberto. Estamos en edad de niños contra niñas...pero Roberto era mágico. Su mamá lo recogía de la escuela y ayudaba con el aseo de las aulas. Yo tenía que esperar a que mi papá entregara documentos y dejara todo en dirección; teníamos una hora más para hablar. Le regalaba dulces. Una vez me regaló un pedacito de papel con un garabato. En algún sitio estará. Hacíamos los ejercicios de mate juntos. Creo firmemente que era muy listo, no sé. Había una cosa extraña en mi pancita cuando pasaba tiempo con él. Tenía la piel de chocolate con leche y sonreía súper bonito. Fue el único niño que no se rió de mi cuando una mañana llegué con anteojos, fui la única que le ayudó cuando la profe le pidió que corrigiera todos sus ejercicios de sílaba tónica. Roberto fue la primer sensación bonita y nueva que sentí por alguien no cercano. Se puede llamar enamoramiento eso, supongo.
No sé cuándo crecimos tan rápido.
En secu poquito a poco nos fuimos distanciando hasta que me mudé a otra ciudad iniciando la preparatoria.
Pasaron años. Crecimos. Conocimos otras gentes y sentimos otras cosas.
Hace dos años ví a su mamá en consulta donde hice el servicio social.
"¡Ya eres doctora! Le diré a Roberto que estás aquí, se lastimó el otro día un dedo del pie, lo voy a traer para que lo revises. O un día ve a comer a la casa."
Roberto de piel de chocolate con leche y hoyitos en los cachetes.
Creo que le dió pena visitarme. Su mamá me hizo mole de pollo. No ví más a Roberto.
Roberto tiene un año más que yo. Sigue trabajando en el campo con su papá, que ahora es mayor. Cuida su casa y los caballos y a sus papás. No sé su historia romántica. Su mamá fue mi paciente todo un año: "no quiere venir pero te mandó saludos. Le duelen los brazos por el trabajo".
Paracetamol.
O venir y contarme sus historias de vacas y del rancho. Yo lo escucharé con toda la atención. Ya somos grandes, ya no es un crush de niños. Ya sé lo que era esa cosquilla en la panza. Se llama primer amor de la vida, con todo el título cursi y pomposo. Y gracias, Roberto, por dejarme escucharla, por encontrarte.
Clara Ajc
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“Mi problema es, que si se van y no me dicen “vete” yo no me voy, sin importar que me quede solo yo.”
— Lya
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