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Se detuvo tras escuchar como una voz femenina se dirigía a el—Frank—respondió—por tu entusiasmo noto que eres una recién llegada. 

Eh... ¿hola?

—Dijo mientras entraba a lo que, durante un gran período de tiempo, iba a ser su hogar. — Hey, hola, soy Rebecca, ¿y tú? —Preguntó con una gran sonrisa.—.

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—Mi baba ha plantado territorio—Aunque era el sofá de la mansión, no importaba ya que lo había visualizado desde el principio y se apropió de el—ve a otro.

Después de un largo primer día en la mansión, Patrick encontró un sofá el cual le pareció perfecto para poder descansar. Empezaba a dormirse, cuando una masculina voz interrumpió el inicio de su siesta. — ¿Qué? — preguntó confundido — ¿El sofá es tuyo ó…? — habló un poco adormilado, ladeando vagamente la cabeza —. 

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—¿A que te refieres con tu "locura"?—preguntó frunciendo el ceño—Si hablas de ser bisexual...Yo no lo encuentro como una locura, pero si esperas a que salga corriendo con gusto lo hago. No me importa dejarte sola, ya que tu lo has pedido. 

— Y yo solo bromeaba, en realidad estoy acostumbrada a que la gente sepa prácticamente todo sobre mi. — Comentó riendo levemente. — Lo sé, ya va a superarlo, siempre lo hace. — Mencionó mientras arrugaba un poco la nariz, mirando por primera vez al contrario. — ¿Y todavía no saliste corriendo, espantado por mi locura? — Preguntó con una sonrisita divertida, haciendo referencia al último comentario del chico.

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—Ya veo, bien. Envíale saludos a los policías de París de mi parte—agregó levantando las cejas—que les vaya bien en sus casos de adn, y todo eso. Solo quiero que si me matan encuentren al culpable, y que lo maten también—.

No pudo evitar que una amplia sonrisa se dibujara en su rostro al notar como el contrario le hablaba a su hija. Una de las maneras más sencillas de ganar la confianza de Camille era siendo bueno con su hija. Al notar que alguien se dirigía a ella, la pequeña comenzó a reír de una forma adorable. — Un gusto, Frank, yo soy Camille. — Se presentó. — Soy Criminóloga, trabajo con la policía de París, y el año pasado trabajamos un caso así.

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—Bueno, deberías seguir practicando. Aún te falta, pero me quedare aquí para juzgarte en tu ensayo. Necesitas que alguien te diga como vas—. Se acomodó en un lugar junto a ella, asintiendo de manera que esta entendiera que continué tocando la guitarra—Soy Frank.

La la, la la la...

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—No contestare a tu pregunta, ya que depende lo cuan aburrido que este—suspiró—entonces puedes darme clases de como pelar con mi reflejo, eso estaría bien—. Brome��.

-¿Entonces que es lo que haces para pasar el tiempo?Porque en un lugar como este hay demasiadas cosas entretenidas si uno sabe buscar-muestra una leve sonrisa al escuchar lo ultimo que el chico le dice-Puedes practicar de igual forma la pelea con tu reflejo, es entretenido

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Se sumergió al notar como la chica dio un chapuzón en la piscina—. Noto que traes el traje de baño siempre contigo, ¿verdad?—preguntó nadando un poco—¿o tenias pensado meterte?

Verona...

Se quedó boquiabierta cuando la salpicó, pues si había algo que aborrecía Alyssa era el agua fría, aunque de tantas vacaciones en islas la habían acostumbrado a ella. Por esta última razón fue que se quitó rápidamente la ropa, quedando así en traje de baño. “Siempre lista.” pensó, para luego saltar al agua. Quería demostrar lo audaz que podía llegar a ser, además de también sentirse un poco culpable por haber mojado al chico.— ¡Bú!—exclamó una vez en la piscina.

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—¿Qué?—susurro por lo bajo al darse cuanta como la chica lo empujaba a la piscina. Comenzó a maldecirla, y al agua fría también—¿Sabes que, no esta tan fría como parecía?—Dijo para luego salpicarla, y así quedara lo mas mojada posible. 

Verona...

Escuchó lo que decía e hizo una mueca de lástima.— Eso es una pena, Frank.—acto seguido, se levantó rápidamente del borde de la piscina, para colocar sus manos en la espalda del chico y empujarlo con todas sus fuerzas a la piscina. Alyssa era fuerte, físicamente hablando, por lo que logró hacerlo sin ningún problema.— Porque yo sí.—dijo riendo a lo que observaba al chico.

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Asintió unas cuantas veces con concentración, tras escucharla releer la página pedida—. ¿Cuántas veces has leído ese libro?—volvió a interrumpirla ya que le entro con curiosidad sobre cuanto le gustaba a la morocha aquel libro, por lo que veía suponía que mucho. Pero aun así lo pregunto—¿muchas?

Ante la petición del chico, releyó la página número cuatro, que era por la cual iba antes de ser interrumpida por su acompañante.— Me costó mucho tiempo comprender de dónde venía. El principito, que me hacía muchas preguntas, jamás parecía oír las mías… —amaba ese libro como alguna vez había amado a quien rompió su corazón. Las metáforas simplemente la fascinaban, y ni hablar de las ilustraciones y sus correspondientes borradores.

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—Un gusto también Alyssa—Chapoteo un poco los pies en el agua, para luego sacarlos—podría tirarte pero no lo haré, esta vez—. Dijo con una voz algo burlona—Solo porque te acabo de conocer, si no, lo haría.

Verona...

Soy Alyssa, es un gusto Frank.—extendió su mano de una forma delicada hacia él. Cuando escuchó su comentario sobre el agua, rió levemente.— Esa es la razón por la que no estoy nadando.—explicó, pues la temperatura del agua de la piscina no estaba en las condiciones que a Alyssa le gustaban para nadar.

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Le enseño una sonrisa a la niña—Hola Soph, ¿cómo va todo? Se te es difícil caminar, ¿verdad? No te preocupes, al principio es complicado pero luego te sera fácil. Te lo digo por experiencia—. Bromeó—Soy Frank y, ¿cómo es eso que tuviste un caso?

— Unas quince personas, así que te conviene mantenerte alejado de mi. — Bromeó con una sonrisa divertida. — En realidad tuve un caso en el que usaron el adn que sacaron de la saliva de una persona para culparla por un asesinato. — Explicó con tranquilidad. — Sophie, su nombre es Sophie, pero si quieres puedes decirle Soph.

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Se sentó en el apoya brazos del sofá bebiendo del café—. O tan solo te arrojo de esto para que te quemes—bromeó—. Por cierto, soy Frank—añadió tomando el último sorbo de su bebida para así darlo por acabado.

— Creo que tendrás que sentarte encima mío, porque como te dije, no pienso moverme de aquí—respondió con una sonrisa burlona, acomodándose aún más en el sofá.

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Pensó unos segundos aquella pregunta—No hago muchas cosas en realidad, menos cuando estoy aburrido—. Suspiro volviendo a pensar si había alguna otra cosa interesante que hacia pero no se molesto en continuar—. No, no observo a la gente. Y no volveré a observarte de nuevo, excepto que te encuentre bailando con tu reflejo. Eso si seria entretenido.

-Solamente cuando estoy aburrido y eso suele ser demasiado tiempo ya que no soy alguien que se quede quieto por mucho tiempo-estrecha la mano del chico a manera de saludo-¿Qué es lo que tu haces a menudo?Espero que no sea observar a los demás

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—Yo solo espiaba el gimnasio, que tu estuvieras hablando por teléfono no me culpa de nada—. Contestó acercándose a la rubia, luego de darle un vistazo al lugar—. Si no te molesta, es una mierda que tu mama no comprenda que no hay problema en ser bisexual—bajó la vista para añadir en voz baja de manera que esta lo escuche:—quizás escuche un poco de la conversación.

La rubia se encontraba en el gimnasio de la mansión tratando de descargar un poco de energía. Llevaba hablando más de cuarenta minutos con su madre, y estaba llegando a un punto donde empezaría a romper cosas si no se calmaba. — Estamos en el siglo XXI, mamá es completamente normal que una persona sea bisexual. — Dijo para luego acomodar el manos libres en su oreja. — Tal vez me termine casando con un hombre sí, quien sabe… Eso no me hace heterosexual… No necesito tener ésta conversación de nuevo. Hablamos luego. — Finalizó la llamada sin esperar la respuesta de su madre. — ¿Nunca te dijeron qué es de mala educación escuchar conversaciones ajenas? — Cuestionó divertida al notar que había otra persona en el lugar. Si no se equivocaba, la persona llevaba lo suficiente ahí como para haber escuchado el final de la conversación por lo menos.

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Estaba dando una vuelta por el lugar, cuando escucho las cuerdas de una guitarra seguir un ritmo, y una voz que lo acompañaba—. ¿Te consideras torpe por tocar la guitarra, o por qué cantas?—preguntó. 

La la, la la la...

—La la, la la la…—canturreaba vagamente mientras intentaba tocar algunas notas con su guitarra. Su tío le había enseñado hace algunos años, aunque todavía le hacía falta perfeccionarse. Una mirada posada en ella le hizo perder la concentración; notó que había una persona a su lado, así que rápidamente levantó la vista. — Hola —saludó amablemente — ¿Desde cuándo estás aquí? —soltó confundida— Oh, lo siento, suelo ser muy torpe a veces.

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Se acomodo en el sofá, continuando con su café. Presto atención a la historia, ya que le daba algo de curiosidad saber de que trataba, aunque en un momento se perdió y no tuvo mas que interrumpirla en su lectura—. Espera, espera. Relee esa pagina de nuevo—Dado por acabado su bebida, dejo la taza en una mesita que se encontraba en la sala—iría a por mas de esto pero no quiero ir a la cocina y prepararme otro—susurro.

Escuchó sus palabras con atención y no pudo evitar sonreír, al notar que sus suposiciones sobre él eran erróneas, pues creía que la iba a insultar o algo por el estilo.— Claro.—mantuvo la sonrisa en su rostro y comenzó a leer el libro de Antoine Saint De Exupéry en voz clara.— Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen…

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Asintió al escuchar a la chica darle la razón—. Soy Frank, ¿y tu?—agregó extendiéndole la mano para luego arrepentirse de eso y meter los pies en la piscina—esta fría—se quejo en susurro con la vista baja. 

Verona...

No te preocupes.—se secó las lágrimas de los ojos rápidamente, pues había caído en la cuenta de que no valía la pena llorar por el idiota aquél que había roto su pequeño corazón.— ¿Sabes algo? Tienes toda la razón. No vale la pena.—sonrió ampliamente y acto seguido se quedó pensando por unos segundos.— ¿Cómo es tu nombre?