fionapardolupardo
Fiona Pardo Lupardo
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Amante de la escritura y la lectura. Me gusta apreciar lo bello dentro de lo cotidiano.
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fionapardolupardo · 2 years ago
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Cita de Adolfo Bioy Casares en La invención de Morel
"Creo que perdemos la inmortalidad porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado; sus perfeccionamientos insisten en la primer idea, rudimentaria: retener vivo todo el cuerpo. Solo habría que buscar la conservación de lo que interesa a la conciencia."
Fragmento de interés en mi lectura actual: La invención de Morel, escrita por Bioy Casares.
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fionapardolupardo · 2 years ago
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dibujo simil vitraux, retrato femenino realizado por mi, Fiona.
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fionapardolupardo · 2 years ago
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My Mind is my happy place
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I find happiness in every flower looking upwards I stumble upon walking through town.
I feel joy when I hear little kids having fun, their vision of life flooded with naiveness.
I laugh in complicity with the walls who listen to me when I sing into the air.
I sense motion in me when the wind dodges my skin and it feels tingly.
But mostly, I encounter fulfillment in getting to know myself, every single day.
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fionapardolupardo · 2 years ago
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La luz amarilla, aprender a leer el semáforo
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La luz amarilla en el semáforo tiene que ver con la advertencia de peligro, el deber de tener precaución.
Tomar precaución significa ser consciente de los escenarios posibles y tomar medidas para minimizarlos. Investigar y evaluar las posibles consecuencias de una acción antes de tomarla y estar atento a los signos de peligro.
Debemos aprender a leer las advertencias de la vida y saber accionar en base a ellas, distinguir las luces amarillas en la cotideanidad. Analizar cada situación particular y saber cuando es necesario ser precavido y cuando podemos actuar impulsivamente, dejar que fluyan nuestras emociones.
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fionapardolupardo · 2 years ago
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“He construido un jardín”, amar y ver morir
Un análisis literario de “He construido un jardín”, poema de Diana Bellessi.
Un jardín es una parte de terreno donde, con la función de transformarlo en acogedor y de proporcionar aire y sol a sus habitantes, se cultivan distintas plantas. Así, uno cuida y mantiene su jardín para que este le dé felicidad.
En este poema, el yo poético nos relata:
“He construido un jardín como quien hace
los gestos correctos en el lugar errado.
Errado, no de error, sino de lugar otro,
como hablar con el reflejo del espejo
y no con quién se mira en él.”
De esta forma, el yo poético nos relata que construyó felicidad en donde no debía hacerlo. Sin embargo, sus modos fueron los correctos pues menciona, al hablar del jardín y al hablar del espejo, que la acción era la indicada mas, el destinatario, no lo era. Esto, si lo ponemos en términos de ‘acción correcta, lugar errado’, no puede provocar algo distinto al fracaso, que también genera frustración.
“He construido un jardín para dialogar
allí, codo a codo en la belleza, con la siempre
muda pero activa muerte trabajando el corazón.”
Hemos establecido que, construir un jardín, era con el objetivo de obtener felicidad mientras se está en él. La belleza del jardín contribuye proporcionalmente a nuestra felicidad. Resulta notable que Diana utilice la preposición ‘en’, al pronunciar “codo a codo en la belleza” ,porque esto significa que el yo poético se halla codo a codo con alguien que no es la belleza puesto que habla de esta última como una locación. Está en la belleza, no con la belleza, y eso, hace una gran diferencia.
Luego, se nos dice que habla del comportamiento de la muerte, siempre muda, silenciosa, pero activa, presente. Aquí es donde descubrimos, que ese alguien en quien invierte tiempo, con quien yace en la belleza, es, nada más y nada menos, que la muerte. Es esta última quien le aconseja que abandone su equipaje frente a la visión de dos orillas y, además, le advierte que cuide lo que pierde; Aclarándole que, aquello que perdería es: “La sola compañía que te allega, a la orilla lejana de la muerte”. En otras palabras, si deja su equipaje, si abandona lo que la retiene en ese jardín, perderá toda la compañía que tiene, a pesar de que esa compañía la acerque cada vez más a la orilla de la muerte.
En consecuencia, si una orilla de las dos mencionadas fue nombrada como la muerte, la otra debe pertenecerle a la vida. De este modo, el yo poético se halla en una clara encrucijada: la vida o la muerte. Más en profundidad, abandonar aquello que le hace mal y lo acerca a la muerte, pero perder su jardín, en pos de ser feliz y ser jardín de nuevo.
Pero, ¿Qué es eso que lo acerca a la muerte? Analicemos el siguiente fragmento:
“Solo digerible al ojo el terror
si la belleza lo sostiene. Mira el agujero
ciego: los gestos precisos y amorosos sin reflejo
en el espejo frente al cual, la operatoria carece
de sentido.”
En definitiva, el martirio solamente es sostenible en el tiempo si hay algo que haga que valga la pena. Un vínculo amoroso que lastime solo puede perdurar si hay amor. Es por esto que yo creo que ‘el jardín’ en este poema simboliza al amor puesto que el amor se cultiva, se ve crecer, se ve morir y renacer. Un jardín, un amor, no puede cuidarse solo, necesita de más de uno. Es por esto mismo, que resulta triste que los gestos amorosos o cariñosos del yo poético no sean recíprocos. No hay reflejo en el espejo, el amor va pero no vuelve y eso mata el alma, y ese amor.
“Tener un jardín, es dejarse tener por él y su eterno movimiento de partida.”
Amar es entregarse, es estar vulnerable, es tener fé en un otro y su amor. Por lo tanto, es esa falta de reciprocidad la que inclina al vínculo a morir. Para profundizar sobre esto, el yo poético expresa lo siguiente:
“El jardín exige a su jardinera verlo morir.
Demanda su mano recorte y modifique
la tierra desnuda, dada vuelta en los canteros
bajo la noche helada. El jardín mata
y pide ser muerto para ser jardín.”
Las expresiones del amor pueden lastimar y, es por eso, que el jardín pide a su jardinera verlo morir. Ambos extremos del amor matan, el que solo poda, y el que solo puede ser podado. El yo poético, el amante, pide a su amado que lo ame a su manera, pero sus modos lo lastiman, lo matan.
El poema termina de la siguiente manera:
“I wish you were here amor, pero sos jardinera y no jardín. Desenterraste mi corazón de tu cantero.”
En línea con lo dicho, ser jardinera es un componente de tener un jardín o ser uno. Ambas cosas van de la mano, el jardín le retribuye a la jardinera, que lo poda y lo cuida, siendo jardín, amando, siendo bello. Ambas partes deben ser, al mismo tiempo, jardín y jardinera. De esta manera. si el objeto de amor es jardinera, pero no jardín; quiere decir que no lo ama al yo poético, solo se encarga de podar, recortar y vivir del amor del otro.
Aún así, la acción de desenterrar algo, implica que ese algo estaba allí en primer lugar. Es por esto, que podemos decir que el amor del protagonista parecía ser reciproco y, de hecho, lo parece a simple vista, pero no lo es, puesto que su amado lo quitó de su jardín, lo privó de su amor, le permitió verlo, ilusionarse, para luego quitarlo, y ver el vínculo morir lentamente.
Previamente, se hablaba de como la muerte le aconsejaba al amante que deje su equipaje, que se vaya; la pregunta es, entonces, quién morirá primero: el amante, de tristeza, o el vínculo.
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fionapardolupardo · 2 years ago
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Mirar sin ver y la palabra que inmortaliza
Comentario y análisis personal de las obras “Un rostro” y “La noche”, de Alejandra Pizarnik.
“Un rostro”, mirar sin ver
A. Pizarnik da inicio a esta prosa de la siguiente manera:
“Un rostro frente a tus ojos que lo miran y por favor: que no haya mirar sin ver. Cuando miras su rostro -por pasión, por necesidad como la de respirar- sucede, y de esto te enteras mucho después, que ni siquiera lo miras”.
¿A quiénes dedicamos este tipo de miradas? ¿Qué significa mirar sin ver?
Un rostro son mil rostros.
Esto perdura hasta que un rostro genera algo en nosotros y se vuelve ‘ese’ rostro. El que, de verlo, reconocerías al instante, el que podés recordar a día de hoy por el sentimiento apegado a él. Resulta indiferente la clase de emoción. Ese rostro y, ya que al hablar de rostros estamos hablando de gente, esa persona, provoca una sensación en nosotros que resulta movilizante, en menor o mayor medida, y, de esta forma, se vuelve proporcionalmente memorable.
La impronta que un rostro deja sobre nosotros hace que pierda su cualidad de desconocido. Es así que ese rostro gana singularidad y pasa a ser recordado. Por lo tanto, cuando deseamos acordarnos de alguien, estamos anhelando guardar con nosotros todo aquello que nos remite a ese alguien y todo lo que significa para nosotros.
Es ese deseo el que recorre esta prosa de Pizarnik y lo podemos evidenciar en el momento en el que narra como el personaje que se empecina en recordar a otro, pero no lo logra y eso le aterra. Inmediatamente luego de pronunciar aquello, nos encontramos con la siguiente afirmación:
“El combate con la desaparición es arduo”
Asociamos a la desaparición con el olvido. Es aquí donde nos da a entender que la imagen de ese rostro tiene gran valor para el personaje puesto que no la quiere perder. Por consiguiente, la protagonista procura recordar las singularidades de la otra persona y tener presente lo que provoca en sí misma.
Con el fin de lograr eso, la protagonista se propone evitar ‘mirar sin ver’, concepto que alude a mirar sin percibir realmente al otro. Esto puede suceder cuando alguna cualidad del otro nos consume o capta la mayoría de nuestra visión. Así, fijada nuestra interpretación, dejamos de lado o pasamos por alto ciertos detalles que hacen que no podamos verdaderamente ver a la otra persona.
El cierre de esta prosa afirma que la imposibilidad de ver al otro es condición del amor que le tiene. Esto implica que solo puede amar a la persona pasando por alto ciertas cualidades que tiene. Es, de cierto modo, negar la realidad para no dejar de amar a la otra persona, que puede ser real o una personificación de la verdadera ella. En este último caso, se trataría de una protagonista que no se puede ver tal y como es porque su amor no lo concibe.
“La noche”, la permanencia de la palabra
Flora Alejandra Pizarnik abre este poema advirtiéndonos que no sabe mucho de la noche, pero que, en contraste, esta sí parece saber de ella y, sospecha, le tiene cierto aprecio:
“Poco sé de la noche
pero la noche parece saber de mí
y más aún, me asiste como si me quisiera
me cubre la conciencia con sus estrellas”
Interpretemos a ‘la noche’ como ‘la oscuridad’ y, en consecuencia, a ‘las estrellas’ como su iluminación. En cuanto a la conciencia, es definida como el conocimiento que tiene el ser humano de su propia existencia, de sus estados y de sus actos.
De esta forma, entendemos que la oscuridad llena a la conciencia, a la mente del yo poético, con su iluminación. Es así, que la oscuridad lo invade con su luz y, a pesar de que esta afirmación pueda sonar contradictoria, no lo es. En este contexto, el concepto de luz refiere a las palabras ‘ideas’ o ‘inteligencia’.
Reemplazando en el poema quedaría:
“Poco sé de la oscuridad
pero la oscuridad parece saber de mí
y más aún, me asiste como si me quisiera,
me cubre la conciencia con sus ideas”
Luego el poema progresa dejándonos ver al yo poético y su cavilación en torno a la noche y al día. Considera que es el día un martirio y lo compara con la muerte. Esto remite a una cita de “Diarios: edición definitiva” de la misma Alejandra:
“Suicidarse es perder la noción de la fatalidad y del destino. No tener más miedo de lo que todavía puede venir a hacerme doler y sufrir. Suicidarse es reconocer que lo peor está ocurriendo ahora. El suicidio es el rechazo profundo del presente. Por eso pocos neuróticos se suicidan, están a la espera de un mal mayor. Suicidarse implica la máxima atención y lucidez, decirse << Esta soy yo, aquí y ahora >>. Y saber, también, que no se debe esperar más. Suicidarse es cerrar una puerta, la de la sala de espera.”
La obra y el pensamiento de la autora se ven atravesados constantemente por la muerte; y este poema no es ninguna excepción. Nos habla de como la oscuridad conoce las desgracias que nos consumen y, al mismo tiempo, de como la noche llora y lamenta la pérdida definitiva de algo.
¿Qué representa la pérdida que sufre la noche?
El yo poético anuncia previamente: “Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos” y esto alude a su propia muerte. La oscuridad, la muerte, la noche, lamenta la pérdida del yo poético sobre su tumba, sobre sus restos. Teniendo en consideración esto, uno podría pensar que la oscuridad se alegraría al lograr que su victima sucumba ante la muerte. Sin embargo, la noche se alimenta de la tristeza del yo poético constantemente y, al morir una de sus fuentes de energía, se lamenta. La protagonista oye este lamento y se asegura de tranquilizarla, como uno haría con un amigo: “alguna vez volveremos a ser”.
Una idea que considera el yo poético es que la muerte no sea nada y la vida tampoco. Esto lo complementa con la idea de que todo es efímero, salvo las palabras. Entonces resulta, que uno pierde su finitud mediante la escritura. Es esta, la fuente de vida eterna.
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A Alejandra Pizarnik la habrá vencido la oscuridad, pero sus palabras la han vuelto inmortal.
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