No es un diario, pero sí un conglomerado literario sobre mi vida. El título ya es irrelevante.
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Más allá de la distancia
Extraño mi construcción de Octavio. Esos mensajes personales e íntimos. Podría decirse que no es la primera vez que ocurre; total, cuando manteníamos el contacto las primeras veces era la cosa más random, cada quien con sus propias voces y asuntos.
Luego tuvo su relación española e igual bromeábamos y yo nomás pensaba en lo lindos que se veían, y cómo estaba viviendo un sueño mío de irme al extranjero y tener una relación con un hombre extranjero que me complementara. Luego dejamos de hablar a media pandemia, así como dejé de hablar con muchas personas.
Y pensar que en mi memoria casi ni está su presencia allá en 2018, cuando nos conocimos y supe que tenía novia y en automático dejé de pensarlo, aún cuando me pareció muy atractivo en su lectura en medio de la biblioteca y cuando me provocó ternura y apoyo las veces que me preguntaba que si todo bien cuando me decidía irme sola a algún lugar. Hasta que volví a Tijuana supe que él andaba buscando algún involucramiento del momento con alguien, y pensé entonces qué oportunidad tan desperdiciada la mía. Curioso que nos hiciéramos amigos en la virtualidad entonces.
De repente poco a poco retomamos el contacto, aleatoriamente. Me chismeó sobre su ruptura. Lo vi andar con alguien más y luego ya no. Seguimos con mensajes y reacciones random. Una insinuación por aquí. Una reflexión profunda por allá. Ese pequeño vínculo de amigos coquetos a la distancia.
¿Cuándo comenzó el cambio? Quizás el año pasado, con mensajes más seguidos y afirmaciones más intensas.
Los halagos y afectaciones. Un mensaje anunciando una posible reunión frente a frente.
Octavio iría a San Diego a la boda de su hermana. No me invitó. Naturalmente no pensé siquiera en preguntarle que me llevara, aunque de cura sí estuve a punto de decirle. Como alguien que públicamente se ha encargado de profesar su amor por las bodas y las ganas de ser invitada, esperaba que se diera cuenta. Se dio cuenta.
Por coincidencias de la vida, se pospuso la fiesta, pero aún así el llegaría hasta esta frontera.
Quedamos de vernos. Las conversaciones se hicieron más específicas, más idealistas. Una promesa de un beso. Una propuesta posible de ser pareja por unas horas.
Opté por no idealizar los escenarios que aún ahora idealizo y quizás vuelva cuento. Pero verlo fue sentir familiaridad, conocimiento y similitudes que hace rato no sentía. “Yo no quiero nada a distancia”, coincidimos; él tras el trauma con esa ex y yo tras mis propios asuntos con el casi ex. Fue un domingo divertido de pláticas, introspecciones y besos. Muchos besos. Aunque haya sido yo quien a la fecha diceque no quiere novio, sentirlo fue despertar en mí el deseo de una pareja, de estar con él más allá de un instante. Si vivieras en San Luis o yo en Tijuana ya te hubiera pedido ser mi novia, me decía. Lástima que no es así.
Me invitó a la futura boda. Por supuesto que acepté, pero también le dije que no había problema si para entonces ya tenía novia, que naturalmente la llevara. Él me respondió que de todos modos iría yo. En esa sintonía de las relaciones abiertas, volvió la tentación de invitarlo a salir en la virtualidad. Me dije que no. Yo ya sabía que él buscaba algo más formal, que apareciera alguien con quien salir en persona y mostrarle todo su afecto.
Cerró julio, pasó agosto. A veces conversábamos sobre ese día, o sobre la vida. A veces nuevamente por lo literario profesional. Ya no recuerdo la última vez que me chuleó, pero supe que había algo extraño (en el sentido de peculiar) la primera vez que ya no reaccionó a una historia. Después ni un like. Ya está conversando con otra, pensé, pero a los pocos días volvió y creí que quizás sólo andaba ocupado, distraído.
Historias previas a Morelia me provocaron esa reacción ácida que hace mucho no sentía. Celos. Otra amiga a la distancia, literata, artista, ella poeta, cuentista, extrovertida, también con becas y, claro, alguien a quien ya había visto con más frecuencia. Me puse celosa. Coincidió que familiares míos fueron a Morelia, y subí un recuerdo de ese entonces. De chismosa, anduve revisando, y pensé que si llegó a pasar algo, probablemente fue como lo mío. Otros instantes. De repente, una foto a mejores amigos con alguien más, que no era la que yo pensaba. Dije, están saliendo. Reconocí esa familiaridad y cercanía en la foto con lo que me dio cuando nos vimos.
Después de entonces, fue más notoria su ausencia virtual. No intenté conversaciones, pero de vez en cuando sí reaccionar o comentar con normalidad.
Hace algunas semanas pensé que ahora sí estaba saliendo con alguien con formalidad. No hubo pistas, pero a mi mente llegó esa reflexión cuando una vez más sentí cierta indiferencia a interactuar conmigo, justo en las fechas posibles para la boda de su hermana, que sigue sin realizarse.
El viernes por la noche subió una historia. Otra vez a mejores amigos. Ahora sí muy cerca de alguien más. La misma de la otra foto. Y pensé, ahora sí. De chismosa, revisé el perfil de Octavio y nada. Por casualidad le di click a sus fotos etiquetadas y ahí estaba: una publicación de amor y reencuentro de parte de ella, cifrada a finales de octubre.
Es un golpe en el ego recordar que hay muchas personas iguales o similares a ti. Y así como me puse celosa de esa amiga que en realidad es de Jalisco, pero vio en Morelia, ahora sentí la desazón al ver el perfil y currículum de vida de la que ya es su novia. Literata, Morelia, círculos que coinciden, igual de chaparra, lentes, escritora, becada y hasta un tatuaje de una mujer. Y claro, el mentado reencuentro y una oportunidad al amor que quizás pudo haber sido mía de verme más lanzada y con los intentos de salir a distancia.
Él no quería una relación a distancia, decía. Quizás en la negación estaba la verdad de que no importaba si era a distancia o no, sino que él estaba listo para una relación, y tanteaba cómo me sentiría al respecto. No encuentro otra explicación para su nuevo vínculo, pero también sé que es feliz.
Extraño esa construcción que estaba haciendo de quien denomino mi amigo schnauzer porque si bien reconozco el distanciamiento que en automático realizo con las amistades, él superó esa barrera y siguió hablándome, emocionándome.
En nuestra última gran conversación, luego de responderme que estaba para cualquier duda que tuviera de la beca que obtuve y que él ya tuvo, me dijo que claro que seguía invitada a la boda aunque no haya fecha. Yo pienso que cuando ocurra, ya no me dirá, pero una parte de mí tiene la esperanza de que sí, que ese vínculo con su actual pareja corresponde a la visión que hablábamos de una relación abierta, donde entonces saldrá conmigo y haremos todo lo prometido. Otra pequeña parte de mí, la más perra, espera que terminen, aunque no creo que ocurra. La última, la más fatalista, piensa que ya nunca me dirá nada.
Hace poco recordé a una creadora de contenido cuyos seguidores cuestionaban sobre su última producción musical, en la cual no hablaba de su ex con el que casi había terminado, sino de un posible vínculo fallido que terminó con un vecino. Eso mismo ocurrió cuando una cantante internacional lanzó su último disco y no era sobre su pareja de años, sino sobre otro artista y una pequeña relación que no prosperó.
Es que idealizamos más esos escenarios tentativos, uno en el que este año llegué a imaginar mucho y que, por ahora, ya es sólo imaginación.
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En 2009 tuve una relación de un día.
En 2011-2012, una de ocho meses.
28 days after, este 2020 acaba de terminar mi tercer relación.
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Dolores
La vez que soñe que J. sufría, le envié mensaje al día siguiente y resultó que ya iban varias veces en poco tiempo que terminaba en el hospital.
Naturalmente, ahora que había desactivado su facebook por un día (y que la rara de mí fue a revisarlo en whatsapp, donde desactivó mostrar su último inicio de sesión, y a instagram, donde seguía sin activarse) me preocupé.
Podríamos decir que pasé por muchas etapas.
Primero, la certeza de que estaba ocupado, buscando no distraerse con sus redes sociales por enfrascarse en un proyecto.
Luego, la incertidumbre de que me estuviera ghosteando.
Casi al instante, llegó la preocupación de que algo le hubiera pasado; de no saber si estaba bien. O de que estuviera “bien”, pero en su entorno hubiera pasado algo que lo afectara profundamente al punto de desactivarse.
En este punto, para entender la magnitud de mi consternación, cabe aclarar que siempre -siempre- ha sido un asiduo a las redes sociales y a su celular.
Cuando recordé que justo él había tenido una junta y conversaciones con otro amigo, quien dice que ya ni gusta de usar facebook, fue cuando fui a buscar al otro y me percaté que tenía desactivada su cuenta.
Entonces, la sospecha de que quizás era idea del otro por algún plan de trabajo, llegó.
No sé qué está pasando, la verdad. Mis ojos lagrimean, y no entiendo.
Me dije que me tomaría un día para enviarle mensaje por whatsapp, esperando que esté bien o que sepa que puede contar conmigo, en caso de que eventualmente lo viera.
Ya lo vio. Dijo que está bien dentro de lo que cabe. ¿Qué es eso? ¿Es mi lugar el preguntarle? No sé. Ya añadió en tono bromista postivio que también ahí estaba. Pero me siento confundida y agotada, sin razón alguna.
Siento que no es mi lugar el haberme preocupado tanto. Que quizás esto tiene que ver más con el sentido de que volvió a mí el problema de autoestima; de que en el momento de que alguien se va, es porque se enfadó de mí; o que quizás tiene sus rollos, y yo solo sería una molestia.
Lo siento.
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El único problema de querer publicar mi sentir en la famosa nube es que al mismo tiempo no quiero que a quienes incluyo en mis vómitos verblaes se les ocurra leerme y sentirse extraños.
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All The Boys I've Kissed Before: 3.El típico juego revelador (versión Suiza)
Ignacio me gustó desde que lo vi en una competencia de matemáticas.
Luego fuimos compañeros del Bachillerato Internacional. Es de esos crushes que te interesan, pero a los cuales no pretendes llegar a mostrar que te interesan porque no entendería más allá de tu imagen ingenua de adolescente. Y porque nunca me sentí completamente a gusto siendo yo cerca de él. Quizá porque era demasiado extrovertido o porque siempre me echaba carrilla de algo o porque solía lanzar comentarios sobre los contenidos-clase que yo deseaba refutar. Lo que sí, es que su voz me encantaba y su actitud fraternal ante todos. Pero bueno, me enfocaré en el beso.
Era de noche en nuestra habitación en Lucerna y la mayoría estábamos reunidos allí. Entre retos, el último que me pusieron fue besar a quien yo quisiera de la habitación. Y claro, me lo pusó un amigo a sabiendas de que yo quería besar a Ignacio, pero que probablemente nunca me atrevería.
-Bueno, pero apaguen la luz.
Finalmente me atreví, luego de mucha insistencia y de yo calculando la distancia.
La verdad, no fue un beso espectacular, sino un juntar mis labios con los suyos y ya.Y claro, el tipo estaba muy “sorprendido” porque en verdad creo que lo disimulaba muy bien en la escuela.
Y pues, seguimos el tour y todo como si no hubiera pasado. Ya en el avión de vuelta, nos tocó sentarnos juntos en la primera parte y ya me preguntó al respecto y obviamente le expliqué que no estaba esperando nada. Y pues obviamente a él nunca le he gustado. Y ajá, todo quedó como que bien, aunque no llegamos a ser amigos ni nada.
A veces cuando lo veo en las reuniones anuales todavía siento un pinchazo de emoción, pero nada que ver. Y claro, siempre me quedaré con la incertidumbre de haber tenido un verdadero beso con él, pero con la satisfacción de haber probado sus labios.
Dato curioso: Lleva como dos años con su novia a distancia. Ella se llama Andrea.
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All The Boys I've Kissed Before: 2.Mi primer (y único) novio
Óscar ha sido mi único novio. Mentiría si dijera que recuerdo la primera vez que lo conocí, incluso si mientras termino de expresarlo llega a mi memoria el que uno de mis nuevos amigos de la nueva secundaria me lo presentara. La verdad no me llamó mucho la atención en un inicio, sólo fue una actitud de “ah, es su amigo” y ya. Creo que comenzamos a hablar más hasta meses después.
[PAUSA]
Aunque esto me parezca más una revelación de como nos conocimos y volvimos novios, considero que es imprescindible, no sé por qué, quizás porque por alguna razón decidí finalmente ser su novia.
[CONTINUAR]
No entiendo cómo repentinamente comenzamos a platicar más, hacia finales de febrero. Ya para finales de abril sabía que le gustaba porque mi amiga Claudia me había contado que tanto él como Miguel y Alejandro se habían puesto muy tristes al verme besarme con Pedro en sus xv, así que su presencia más constante no me parecía tan extraña y sorprendentemente no me sentía incómoda a su alrededor. Claro que por esa época todavía me seguía gustando Sergio y no me había dado cuenta que me gustaba Alan (hasta que fue su cumpleaños y claro, unos amigos me dijeron que ya lo habían pensado aunque yo no lo supiera). Terminó la escuela, demás, vacaciones...
[SALTO]
Cuando me pidió que fuera su novia, la verdad no le quería decir que no, pero tampoco que sí. Era algo raro. Al final nos hicimos novios, y un mes después nos dimos nuestro primer beso.
1
Eran los xv de una amiga y estábamos muchos de la secundaria. Cuando hubo banda y varias parejas bailaban, él me sacó a bailar y no supe en qué momento nos besamos. En retrospectiva, puede que para él haya sido romántico, aunque para mí no lo fuera. Creo que nos besamos unas dos veces más, cuando estábamos sentados mientras yo comía pastel y antes de irme. No recuerdo si lo disfruté o no, sólo sentirme extraña.
2
Nos besamos en su cumpleaños. Casi no estuvimos cerca ese día porque me daba pena demasiada cercanía, pero como guardó los suéteres en su cuarto, inevitablemente había que pasar por la prenda antes de irse. Claudia me acompañó por mi suéter, pero me pareció raro cuando salió del cuarto. En eso entró Óscar e intuí que era un "momento". No le había deseado feliz cumpleaños, pero fue cuando pensé en decirle finalmente. Cabe aclarar que no lo hice, pero rápidamente estaba muy cerca de mí. Nos besamos. Se sintió bien, dulce, pero sentía que faltaba algo. Me despedí.
3
Un concierto de un grupo que no me gusta. Realemente no me gusta Camila, pero Óscar era fan y me invitó al concierto, así que dije que sí. No diré que la noche fue horrorosa, porque tantas horas de radio me habían entrenado bien para saberme al menos el coro de la mayoría de las canciones, pero no estaba como el resto, gritándoloas a todo pulmón, o sintiéndolas como Óscar. El concierto concluyó y era demasiada gente para salir, por lo que nos quedamos adentro. Nos abrazamos. Nos comenzamos a besar. No sé en qué momento pasamos de estarnos besando a que yo sintiera que sólo seguía besándome porque sí, no porque estuviera sintiendo una intensidad al respecto. Varios "te quiero de tu parte". Varios "yo también de la mía". Hasta "te amo" a los que yo no podía responder exactamente igual porque no los sentía. Nos besamos largo rato, pero no puedes considerarlo una buena sesión de besos si en realidad tú estás pensando que llevan mucho rato así.
4
Fue a la fiesta de Halloween del trabajo de mi padre. Me sentí muy incómoda con su presencia y la de los demás. Los besos fueron pasables, ocultos bajo mi sombrero, pero todo el tiempo estuve muy incómoda y arrepentida de haber decidido ir e invitarlo.
5
Nos vimos en enero para una tocada de mi padre. Cuando mi papá se bajó del carro y dijo que nos podíamos bajar más tarde cuando empezaran, nunca pensé en "aprovechar" el tiempo para besarnos o algo así. Es más, ni siquiera pensé en quitarme el cinto. Nos bajamos. Finalmente nos besamos en unos columpios y luego en el carro de vuelta. Esta vez estuve menos incómoda, pero seguía pensando que faltaba algo en el beso, como si sólo le estuviera siguiendo la onda pero no estuviera poniendo toda mi concentración en ello.
6
¿Qué tan mal habla de mi percepción al pensar que el último beso fue el mejor? Claro, no sabía que sería el último, pero definitivamente hubo una diferencia porque ahora sí logré estar enfocada en besarnos por más tiempo en lugar de llegar rápidamente al punto donde creía que llevábamos demasiado tiempo. Y fue cuando comprobé que sí, me gusta que me muerdan el labio. Fue una sesión de besos bastante complaciente, después de haber comido nieve y platicado mucho. Nos despedimos esperando la próxima ocasión.
[ADELANTO]
Obviamente no hubo una ocasión siguiente, puesto que me di cuenta que no quería seguir en esa relación donde chatéabamos y nos decíamos cosas cariñosas, viéndonos cada tantas semanas, pero que yo realmente no me sintiera tan cercana. Corté con él por mensajes no porque quisiera hacerlo de una manera que luego me enteré es considera cruel, sino porque tuve un error en mi mente y no supe que la fiesta a la que me invitó era en sábado y no en domingo (hasta que un primo suyo me preguntó que por qué no estaba en la fiesta o si iba a ir). Al final, creo que nunca encontré la pasión ni la confianza suficiente para superar la incomodidad que me suele generar estar cerca de alguien que me gusta. No pude volver a esa comodidad de los últimos meses de clases. Así que sólo me despedí, incluso sin pensar si realmente él estaba lastimado o no. Por la manera en que terminamos, es obvio que no hayamos mantenido una amistad posterior a la ruptura, lo cual es triste. Pero ni modo.
Todavía seguimos intercambiando comentarios en los respectivos cumpleaños y Óscar quedará como mi primer novio, incluso si el tipo de encuentros que tuvimos parecería corresponder más a las relaciones que se tienen al inicio de secundaria y no al final. Estuvo bien porque yo no era buena para él al descalificar mentalmente su estilo de vestir y su porte y demás. Desconozco si ha tenido varias novias después, pero estoy segura que ha sido más feliz sin mí que conmigo (y yo también). Ahora finalmente me parece atractivo en fotos, cuando antes prefería alejarme de su imagen.
[BONUS] Recordé que nos besamos una ocasión más, pero no recuerdo en qué mes fue. Sospecho que en noviembre, pero no estoy segura. Él fue a mi prepa porque llevaron a todos los estudiantes de la suya. Nos besamos por las canchas. Aunque breve, creo que fue el beso que más me gustó de todos porque sentí una chispa que no hubo en el resto. Fue la única vez.
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Crush
Generalmente me la vivo en tragedia porque no le gusto a quien me gusta; así, pensaría que no le gusto a nadie. Pero sé que esto es una falacia, porque en realidad sí puedo gustarle a alguien, e inclusive en contadas ocasiones me he enterado de este “imposible” hecho; más bien, es que no me suelen gustar a quienes les gusto.
En contraste con esas contadas veces en que era correspondido, como Rafael a los 13, Leonardo a los 14, José Angel a los 15 y recientemente Javier, ése fue el caso de Pedro, Miguel, Carlos, Alejandro... y hasta de mi objeto de afecto actual. Y con ellos he sido insensible, o al menos procuraba hacer como que no me daba cuenta de que sentían algo por mí. Siempre es más fácil manejarlo así. Pero me pregunto cuánto daño les habré hecho. Ahora me lo pregunto cuando recuerdo el tono de un amigo al que sé que le gusto y que a mí no, pero que ambos hemos compartido momentos pasionales a sabiendas de como se siente el otro.
La primera vez que sospeché algo fue cuando publicó una foto de nosotros y noté que me miraba de manera extraña. Además, el sólo hecho de que subiera la foto cuando casi ni postea por esa red social ya era raro. Lo dejé pasar.
La segunda vez lo supe porque me lo dijo. Claro, luego se pueden negar muchas cosas aludiendo al efecto del alcohol, pero él admitió que le gustaba a sabiendas de que a mí no. Para entonces llevábamos besándonos en seis ocasiones contando ésa, así que simplemente lo acepté y dejé pasar como algo normal. Omitiendo, obviamente, el que me dijera que me quería (porque eso ya era 100% adjudicable al alcohol).
La tercera vez resultó curiosa. Fue una madrugada de escucharnos. Cabe aclarar que él es una persona muy cariñosa con todos, pero su masaje o el estar cerca de mí en parte seguía relacionándolo con el factor de saber que le gustaba. Cuando contó la historia de que, al seguir al amigo de Ciudad Guzmán, lo acompañó en su intento de romper cosas porque tenía mucho coraje, por alguna razón lo relacioné conmigo. Pero eso sería darme demasiada importancia, ¿no? Pensé que de alguna manera podría tener coraje porque seguí tratándolo igual que siempre tras habernos acostado, o qué sé yo.
Esa noche caminando de vuelta al hostal asumí que cada quien seguiría su camino y ya, hasta que decidió agarrarme de la mano y besarme (de nuevo). Ya adentro, mi amiga se fue a acostar y nos quedamos platicando. Realmente he olvidado el orden o detalles menores, pero la primera parte incluyó a él quejándose sobre que yo había asumido que no iría a los xv que lo invité y yo quejándome sobre que fue porque nunca dijo que sí. Como estábamos hablando algo fuerte, nos trasladamos a la pseudosala con sillones, donde platicamos distintas cosas.
-¿Te gusto?
-No.
-A mí tampoco.
Recuerdo muy bien ese minidiálogo porque estaba segura que saldría con otro comentario, pero en su lugar negó que le gustara. Y luego salió con toda una argumentación sobre que deberíamos tener una relación falsa porque él realmente no quiere una, pero que podría ser divertido salir, platicar, tener sexo, bailar, ayudarme a que otros quieran estar conmigo, etc., por unos meses sin necesidad de explicarles a nadie más, y que incluso eso no significaba que no pudiéramos ver a otras personas mientras. Yo no estaba tan de acuerdo, y creo que el alcohol y el sueño me impidió explicarle que no era sólo por no haber tenido una relación propiamente nunca, sino porque lo que no quiero es decir que estoy en una relación.
Terminamos saltándonos a una crítica-apreciación del chico del que estoy enamorada para luego volver al tema al yo decirle que lo que realmente querría es una relación abierta, como la que finalmente el susodicho tiene en la actualidad. Mi amigo me respondió que esas relaciones no suelen terminar bien para alguno de los dos y yo por dentro pensaba “pero si es lo que me estás proponiendo justo ahora”. No le refuté ese comentario. Luego hablamos sobre a cuántos molestaríamos si tuviéramos esa relación y demás.
Por mi parte le expliqué cuánto me molestó que mis amigos dijeran que merezco algo mejor cuando se enteraron que me había besado con él, porque no entendían que no estaba buscando nada, pero aún así me lo seguían diciendo. Comprendí en qué medida me enoja porque él comentó que en realidad no sólo lo juzgan a él, sino también a mí, y eso es muy cierto.
Por su parte, fue confuso, porque terminó diciéndome las razones por las que le gusto. Por ser rara, egoísta, tierna, bonita, dramática y un personaje demasiado irreal, como Amelie (lo que resulta curioso, porque no me gustó la película ni la protagonista). La verdad me sentí a gusto con su descripción. Creo que una de las razones por las que siempre me he sentido cómoda con él es que me ataca, a mí, a mi imagen aparente, pero al mismo tiempo me eleva a una categoría etérea (incluso si sé que lleva a la exageración sus comentarios o que no siempre es creíble el tipo). El caso es que fue divertido escuchar por qué le gusto, y que inclusive dijera que dos amigos suyos le hayan comentado que deberíamos ser pareja, justamente en la misma conversación iniciada con él afirmando que no le gusto.
Hay un vacío mental que no recuerdo.
Hablamos también sobre mi designación como delegada. Aunque firmemente crea que no habrá líos al respecto, en ese instante le di la razón porque una parte de mí tiene miedo de que sí haya líos.
Vacío mental.
Uno de los espacios finales, tras otros vacíos y algunos besos donde me mordió la nariz, fue mi voz diciéndole que, aunque siempre he dicho que todos me caen bien (y haber encontrado alguien que me cayera mal en Morelia), él me caía bien, y era curioso que en realidad seguía siendo menos incómodo compartir tiempo con él que con algunas que inclusive son mis amigas. No sé qué tanto se pueda describir la expresión de alguien en la oscuridad, pero sentí en él un cambio, como un intento de expresar todo lo que le hacía sentir, y me besó de nuevo, con intensidad.
La conversación se acabó un poco después, con él pidiéndome que durmiera con él y conmigo queriendo acatar las reglas (hasta ebria) de una persona por cama. Quizás pude haberle dicho que sí, pero quizás habría sido darle a entender que sí a lo de la relación fake, incluso ahora que recuerdo que le dije que en dado caso sería hasta después de semana santa. Él se fue a acostar, y yo a seguir cargando mi cel, al baño y luego a dormir. “¡El tipo se quedó con mi almohada!” exclamé internamente antes de decidir que no por eso me dormiría con él. El último contacto entre nosotros fue un beso que me dio en el cabello, quién sabe a qué hora.
De todo esto saco un poco de culpa. Porque sí, sé que le gusto, incluso ahora que lo negó a sí mismo, pero acepto pasar el rato con él entre besos y algunas pláticas porque me sirve como escape. Que él haya afirmado que no le molesta ser usado es un plus. Pero a veces pienso que sí le afecta, como cuando le dije que si aceptaba el trato sería para escapar de mi problema, del cual ambos sabíamos, y él contesto que también ocupaba escapar de su problema y yo le dije que ya sabía.
-¿Ya lo sabes?
-No
Le dije que no porque por un momento me puse a reflexionar que sería darme demasiada importancia el creer que su problema soy yo; porque no creo que él sea tan inepto como yo, que mi mayor problema es estar enamorada de un chico al que no le gusto, ¿no? No lo comenté en voz alta, pero es algo que a momentos creo. Que quizás busca esta farsa porque así tendrá lo que nunca. Soy egoísta al seguir cerca, pero ambos tenemos claro el tipo de tratamiento, creo. Y puede que todo esto sean puras exageraciones mías, como siempre.
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Regalos
Por un breve momento sentí una chispa de culpa al reaccionar tan efusiva ante el obsequio de una libreta.
No por la libreta, sino porque allí estaba Javier, sabiendo que nunca reaccioné así de entusiasta ante el libro que me regaló, ante las galletas, el café, los postres. Es algo sobre lo que probablemente nunca me disculpe, pero ojalá algún día sepa que no es porque no lo haya apreciado, sino que así soy. No suelo reaccionar bien ante los regalos provenientes de chicos que me gustan, que me atraen profundamente. No sería la primera vez que reacciono así, casi impasible además de un gracias intenso, intentando reprimir mi emoción e incredulidad ante la visión de que me obsequien algo.
Y simplemente no es lo mismo cuando viene aleatoriamente de alguien más, porque realmente muestro mi sorpresa y alegría sin importarme tanto. Sé que estoy mal al ser así, porque es injusto para quien se ha esforzado por regalarme algo, pero lo siento. Quiero que él sepa que al menos pensé en él, como agradecimiento por todo lo que se esforzó por mí, mientras esa efusividad fue cortada por mis pensamientos retrospectivos.
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Photo
Siempre he dicho que Bobby era el mejor perro del mundo.
No lloré cuando murió.
No lloré hasta años después, mirando una película.
Hay películas que me recuerdan mucho a Bobby que me hacen llorar.
Por eso lloré tanto cuando ese perro que teníamos de vecino medio cercano murió.
Supe que moriría cuando lo vi tendido en el patio de su casa, con su faz sufriente mientras con la manguera su dueño intentaba mitigar el dolor.
Lo vi y vi a Bobby al mismo tiempo.
Esta vez no le prometí que estaría bien.
Tan sólo me despedí a lo lejos y me fui a llorar.
Adiós.
Driving around Alaska last spring.
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Adiós, amigo(s)
Me ha sucedido en diversas ocasiones que me gustan chicos que en realidad no son muy cercanos a mí. Puede que formemos parte de un mismo círculo social, pero realmente no somo tan cercanos como para llamarnos amigos.
Si me remontara a secundaria, recuerdo haber querido con todas mis fuerzas volverme amiga de José Ángel porque me gustaba, no sólo por esa sensación que me atraía hacia él, sino porque realmente quería ser su amiga. Lo logré a medias debido a una mezcolansa de mi marca de ignorarlo a veces como método preventivo de mis sentimientos y porque él estaba en la búsqueda de ser amigo de la bolita cool de chicos.
Conclusión 1: fuimos algo cercano a amigos, intento de mantenerse luego por medios digitales, pero que se fue desvaneciendo.
En preparatoria, recuerdo saber con seguridad que me gustaba aquél niño bonito que primero me impactó en un concurso de matemáticas. Durante dos años supe que nunca tendría algo con él, y que estaba bien con ello, porque en realidad sufría por no poder estar en contacto de una manera cercana, duradera, no implicando una relación. Porque no quería una relación, aunque él no lo entendiera.
Conclusión 2: nunca llegamos a ser amigos ni conocidos cercanos, aunque ahora ya pueda estar cómodamente en el mismo espacio que él y siempre haya un vínculo tan irrompible -como lo puede ser formar parte del mismo grupo de bachillerato internacional- que nos hará coincidir al menos una vez al año.
Cuando entré a la universidad, estuve cerca de dos años y algo más totalmente atraída por un compañero. Me gustó, y había (hay) algo en él que me hacía querer acercarme a platicar, o al menos estar en el mismo espacio. Hay algo en él que te da confianza para estar largo tiempo platicando, incluso a solas, incluso si eres una chica cuyo método de salvaguarda sea el procurar correr en la dirección contraria. Pero eso no es suficiente para volverte amiga de alguien. Lo sabía cuando sólo hablábamos si coincidíamos o estábamos en el mismo grupo, cuando esa conversación amistosa no traspasaba otros ámbitos, cuando no era él quien iniciaba el contacto. Tampoco logré hacerle entender que no pretendía buscar una relación, sólo momentos inspiracionales y una amistad suave. Al menos ahora que ya no siento lo mismo sé que puedo convivir con él a gusto; todavía mantiene esa chispa.
Conclusión 3: no somos amigos, pero podríamos llegar a ser muy buenos conocidos y me creo capaz de iniciar conversaciones que fluyan al menos unos minutos.
Hace poco más de un año comencé a hablar más con un conocido de la licenciatura. Me inspiraba confianza y, a decir verdad, me había atraído desde que lo conocí (aunque no habláramos hasta un año después). Conversaciones aleatorias y entretenidas, sentirme en confianza para acercarme a él en una fiesta. Incluso si mi técnica-Andrea se pusiera en marcha en clases y no me acercara (o también no sintiera la necesidad de acercarme tanto), había un aura en él que me atraía irremediablemente. Luego de una ocasión que nos involucró a mí borracha queriendo besarme con alguien y a él siendo el elegido por mi mente, estuvimos quedando por varios meses donde sí, me di cuenta de lo mucho que disfrutaba estar en su compañía (y hasta hablar por teléfono, lo que casi nunca hago), pero al final yo sabía que lo que deseaba no era una relación tradicional. O, en todo caso, formalizar lo que intentábamos hacer. Porque incluso con toda la confianza que me inspiraba, no podía alejarme de mi salvavidas Ignóralo, por lo que llegamos a un punto raro. Lo único que sabía con seguridad es que realmente quería ser su amiga, que pensaba que podríamos ser muy buenos amigos si se pudiera. Luego se dio lo de que no supe manejar finalmente cómo explicarle que nunca pasaría algo serio, rompí su corazón, nos alejamos y demás. Momentos incómodos. Y aunque obviamente ya no hablamos tanto como antes, creo que ahora estoy más cerca de lograr ser su amiga que antes.
Conclusión 4: somos muy buenos conocidos, aunque con el tiempo y más intentos míos de disipar los vestigios de incomodidad y culpa, creo que podríamos llegar a ser buenos amigos
Cuando iba a mitad del primer semestre de universidad hice mi primer amigo. Algo bueno, tomando en cuenta que antes de eso estuve en un periodo muy estresante donde no me sentía capaz de socializar fuera del aula. Nos hicimos amigos, aún si después resultó que le gustaba pero me vio demasiado inocente como para concretar algo más que una única pseudocita. Nos hicimos amigos más allá de lo universitario, pudiendo platicar y mantener contacto a través de los semestres y periodos vacacionales, a través de los grupos de amigos, cruzando la distancia entre carreras vecinas. No me había dado cuenta que extrañaba a mi amigo hasta que dejó de hablarme. Ha sucedido en cuatro ocasiones. Una fue luego de la pseudocita. Otra fue luego de que se sintiera traicionado por mí. Una tercera, después de nuestro “tan esperado” encuentro de verano. La última en este semestre. Es cierto que nunca me he considerado buena haciendo y manteniendo amistades, pero era fácil conservar el vínculo con él. Lo era. Pero me enojan sus alejamientos, me enojan los míos. Porque una llega a rendirse cuando sientes que alguien no quiere hablar contigo. Y podré ser exagerada, pero lo percibo. Y duele saberte parte de ese alejamiento. Nunca he querido asumir que es porque finalmente consiguió lo que quería, porque meses después pareció que todo volvía a la normalidad; pero a veces sería más fácil asumir que sí, que ya no tienes el mismo peso para alguien que ahora reconoces que era importante, pero para quien probablemente dejaste de estar en la categoría de amiga hace mucho. Y no puedo tener más la confianza de procurar enviarle mensajes de diverso índole porque una se cansa de sufrir.
Conclusión: buenos conocidos con derechos, pero no más amigos.
A la fecha sigo sin llegar a ese amigo con quien pueda compartir tanto, incluso el que me guste, pero que no haya problemas al respecto.
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All The Guys I’ve Kissed Before: 1.Sucedió en una fiesta
Conocí a Pedro en los quince de mi mejor amigo de la secundaria. Ese sábado, otras dos amigas y yo fuimos a la misa y ella nos había invitado a pasara el rato en la limusina antes de la fiesta. La primera vez que él me habló fue al final de la misa.
-¿Eres Andrea?
Por supuesto que él ya sabía quién era yo, pero no me lo diría hasta tiempo después.
La verdad en ese momento me pareció un tipo demasiado raro. Ya adentro de la limusina llegamos a platicar un poco, pero no consideré que hubiera tanto que destacar. Fue hasta que llegamos al parque donde le tomarían fotos a mi amiga que él comenzó a flirtear en serio conmigo, buscando mi atención pero sin ser grosero.
Llegando la noche fuimos a Playas; la verdad la tarde se atrasó mucho porque la limusina se descompuso, pero habíamos pasado un buen rato todos juntos. Ya en la playa nos dispersamos un poco y él y yo subimos al pequeño mirador. Y fue muy raro. Un momento estábamos platicando y al otro estábamos frente a frente y simplemente se acercó a mí. No tan rápido como para sorprenderme, pero no tan lento como para que no me diera cuenta. Y me besó.
Recuerdo que más que sentir el estómago revuelto o algo así, sólo pensaba en que estaba dando mi primer beso. Y me dejé llevar.
Luego nos fuimos y seguimos como si nada.
Ya en la fiesta yo estaba con mis amigos y todo, ni siquiera servían la cena todavía. Y en cierto momento que decidí salir al balcón/entrada donde estaban algunos, él se acercó y me besó de nuevo. Y yo le correspondí.
Lo recuerdo muy bien porque básicamente estaban la mayoría de mis compañeros de secundaria, y todos se quedaron muy sorprendidos.
Y a lo largo de la noche seguimos besándonos. Bailando. Sentados. Y era divertido besarme con él y cada vez sentirme más confiada de lo que hacía. Besa bien, ése es un hecho, y me agradaba que siguiera besándome. No me forzaba a acercarme más a él, sino que se quedaba conmigo. Me besó incluso mientras yo sentía que me quedaba dormida por cansancio de días anteriores. A pesar de que era mi primera experiencia besándome con alguien, descubrí que me gusta mucho que me muerdan el labio. Y el único momento en que sentí algo de pánico fue cuando besó mi cuello,principalmente porque había leído de los chupetones y no quería que de una fiesta de XV llegara a mi casa con una marca en mi cuello que tendría que explicar.
Ciertamente, perdí el número de la cantidad de veces que nos besamos. Ni siquiera estoy segura de cuál fue el último. Pero podríamos decir que allí quedó todo.
O al menos afirmar que fue el único día que nos besamos.
Porque ciertamente esto adquirió unas proporciones que no imaginaba.
Durante la fiesta mi mejor amiga me dijo que tuviera cuidado con él porque era mujeriego y le gustaba romper el corazón. Claro que le dije que tendría cuidado, porque ni siquiera me gustaba, sólo estuve besándome con él.
Durante el domingo, fue enterarme de la opinión de mis compañeros sobre que eso que hice no estaba bien, que no debí andar besándome así con alguien. Incluso provenía de mis amigos. Hasta fue recibir mejor un mensaje de apoyo de una compañera de la que siempre me habían dicho que le caía un poco mal por haber llegado a su grupo a superarla en todo. Sinceramente,el mensaje de ella fue el que más me ayudó a sentirme mejor conmigo misma y a superarme de las críticas, incluso ahora que no soy capaz de recordarlo enteramente ni de volverlo a releer porque pertenece a una aplicación que ya no existe, (aunque también recibí uno pequeño de otra amiga).
Con el tiempo fue entender que la actitud seria de tres amigos en realidad fue porque yo les gustaba. Fue enterarme de que quien me gustaba opinaba menos de mí por creer que había caído en las redes del tipo (de quien, al igual que mi mejor amiga, conocía su historial): Fue entender que mi mejor amiga estaba algo molesta, por más que nunca me lo dijo, porque ella había sido de ésas a las que le rompió el corazón.
Con el tiempo fue reflexionar que tal vez ella fue la incitadora. Porque resultó que le pesó más el hecho de que siempre presumía de mí y le decía que no estaba a mi altura y etc., para que luego resultara que me beso con él, su chambelán de honor. Pero claro, yo no me enteré de esto hasta semanas después.
Con el tiempo fue enterarme de que intentó conocer más de mí y pedirle ayuda a un amigo, pero que le salió mal la jugada cuando resultó que yo le gustaba a ese amigo, quien se convertiría en mi novio.
Pedro quedó algo traumado conmigo, al parecer, porque luego de eso seguimos hablando y siempre me insistía en salir o buscar algo, pero siempre le daba evasivas de que no podía. Creo que nunca tuve la capacidad de ser totalmente honesta y decirle que sólo había sido algo de esa noche. A la fecha seguimos hablando esporádicamente, pero no pasa de allí.
Cabe concluir que aprendí mucho sobre mi primer beso.
*El acto de besar resulta placentero siempre y cuando encuentres un ritmo con la otra persona.
*Si vas a besarte frente a público conocido, sabes que hablarán de ti
*El estigma contra una adolescente fue demasiado fuerte
*Ten cuidado si parece una persona especial para tu amiga y ella nunca te ha comentado sobre él
En general, me sorprendió lo rápido que el chisme sobre mí se disipó. Creo que no soy una persona propensa a ser objeto de ellos , porque ciertamente luego siguió la vida como si nada. También me sorprendió lo insistente que puede ser un hombre. Pedro es sólo dos años mayor, pero esa mínima distancia es suficiente para una total diferencia. Y así como me advirtieron sobre él,creo que nunca estuvo preparado para que en realidad yo le rompiera el corazón sin querer.
Los detalles de sus besos son cada vez más difusos. Una vez escribí al respecto, pero nunca sabré dónde lo puse. Lo que sí sé es que fue agradable. Y que realmente fue un buen primer beso.
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All The Guys I’ve Kissed Before
En cierta ocasión estaba en twitter y redacté un tweet que a la fecha no deja de ser válido en mi vida: “y descubrí en los besos la fórmula para la despreocupación temporal”. No es el gran descubrimiento, ni siquiera ha de contar como descubrimiento, pero ha sido algo que ciertamente aplica. Y gracias a mi extraña memoria que recuerda aspectos banales de mi vida, he decidido ponerme a pensar en todas aquellas ocasiones en que me he besado con un chico.
“¿Por qué? No tiene importancia.”
No es cuestión de si tiene o no importancia o que mi historial cambie al mundo. Es más el hecho de ser capaz de ponerme a recordar todos aquellos momentos de despreocupación hormonal y ser totalmente honesta conmigo sobre cómo me sentí con cada uno. Propiamente puede que no describa el beso en sí, sino cómo conocí al chico, cómo se dieron las circunstancias, cómo se sintió o simplemente si hubo un después.
abril 2011: Pedro P.
agosto 2011 - febrero 2012: Oscar
abril 2014: Ignacio
abril 2014: Eduardo
diciembre 2016 - mayo 2022: José Carlos
marzo 2017 - octubre 2022: Javier
abril 2017 - mayo 2022: Daniel P.
agosto 2017 - abril 2018: Alan
agosto 2017 - mayo 2018: Daniel N.
octubre - noviembre 2017: Manuel
noviembre 2017: Essau
mayo 2018: Josué
mayo 2018: Enrique
junio 2018: David
Abril 2019: Alejandro
Abril 2019: Abraham
Diciembre 2019: Elias
Febrero 2020: Pedro R.
Julio 2024: Octavio
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Confesarse
Mi historial de amores ha estado pletórico de casos donde de una u otra forma el sujeto de mi afecto se entera que me gusta. Bien, tal vez esté exagerando un poco, pero han sido cinco las veces en que he incurrido en este escenario de manera consciente.
La primera fue terminando segundo de secundaria.
José Ángel me había gustado por dos años y resultó que me cambiarían de escuela, así que tomé la decisión de dejar que se enterara. Dos amigas mías ya sabían, pero tomé la medida de hacerle saber que me gustaba mediante dos compañeros, porque no me atreví a decirle exactamente que me gustaba ni quería pensar en las consecuencias. Así que sólo dejé que ellos le dijeran (y a la fecha nunca me pregunté cómo habrá sido ese momento). Al final no nos dijimos nada de frente, aunque sí terminó por buscarme para tomarse una foto, pero luego me confesó por messenger que también le gustaba. Todo quedó en pláticas, porque no nos hemos vuelto a ver en persona desde entonces, pero al menos supe que había una esperanza de algo.
La segunda vez fue a mediados de tercero de secundaria.
Nueva escuela, nuevo todo. Primero me deslumbré por un compañero, pero eso se acabó al día siguiente, cuando me gustó Segio, que siguió gustándome durante el resto del año. Y, como suele suceder con alguien nuevo, me terminaron preguntando quién me gustaba o me parecía guapo. Claro que no decía que él, pero inevitablemente terminé diciéndole a mis amigos e inclusive a otros. Al final ni supe cómo se enteró, pero de lo que sí estuve siempre consciente fue de que no le gustaba; y claro, siempre era incómodo que me echaran carrilla con él.
La tercera sucedió también en secundaria, en el cuarto bimestre. Fue la primera vez que de pronto me di cuenta que me gustaba alguien, sin esperarlo. Y claro, dos amigos míos dijeron que lo habían visto venir, cuando inclusive quise esperar a que Alan saliera para felicitarlo por su cumpleaños. Tampoco recuerdo muy bien cómo fue que se enteró, pero recuerdo que fue un día en que a los más inteligentes nos llevaron a hacer un examen para el nivel de la secundaria, y antes de terminar un compañero me dijo que ya sabía que me gustaba Alan y que alguien más le había dicho al susodicho. Fue la vez menos incómoda, puesto que ya que salimos al receso él tomó una actitud de acercamiento, e inclusive creo que para vacaciones pudimos haber llegado a tener algo, pero no sucedió. Simplemente había decidido que las relaciones no eran lo mío (irónico, porque al mes de pensar eso me hice novia de un amigo).
La cuarta fue a finales de preparatoria, en un viaje de semana santa.
Estábamos jugando a la botella e inevitablemente alguien salió con algo sobre que besara a quien me gustara. Antes de eso ya habíamos varios confesado diferentes cosas y yo hablé sobre cómo me gustaba Ignacio, así que casi casi era inevitable. Podría haberlo evitado besando a alguien más, pero decidí hacerlo. Obviamente no le gustaba y al final sólo intentó ser amable conmigo, pero quizás hubiera querido que no se enterara.
El quinto y último sucedió en mi segundo semestre de universidad.
En realidad, podría decir a ciencia cierta que no me lo estaba proponiendo, sino que estaba siendo muy cuidadosa y en realidad sólo tres amigos sabían que me gustaba José Carlos, pero la curiosidad es inevitable cuando te topas con una persona como yo, al parecer. Estábamos dos amigos, él y yo en un bar y entonces una decidió lanzarme la pregunta, la cual quise ignorar. Insistieron y olvidaron, creía. Luego otro amigo la volvió a lanzar. Cuando José Carlos la lanzó, estaba al borde de explotar y por eso finalmente contesté que él. Sé que luego fue bastante incómodo y que tardé un buen rato en sacarlo de mi sistema, además de que medio mundo se enteró y por ende era medio raro (sumado a la coincidencia de que a otras dos amigas también les gustaba, lo que pasó de que unos amigos le apostaron que me besara y que finalmente me besé con él en una ocasión).
Tras este pequeño y "hermoso" historial, donde no incluyo aquellos que me han gustado y nunca permití que las circunstancias los llevaran a enterarse o a quienes les llegué a gustar (escenarios completamente alejados del propósito de este escrito), me di cuenta que en realidad una parte de mí quería que hacer que se enteraran, pero que fuera por mí. Sin embargo, es notable que en ningún caso sucedió así; lo más cercano fue el último, y sólo porque me encontré en una posición muy demandante.
Estuvo a punto de haber un sexto caso hace tres meses.
A diferencia de los otros, planeaba irme acercando a él poco a poco, dejando que se notara mi interés y atención especial. Cabe decir que esa idea ha fracasado y sido abortada por completo, porque ahora estoy segura de que no puede ser. Nunca pasará. Si se entera, si llega a saber que me gusta, no será porque finalmente esté llevando mi plan a cabo, sino porque impulsivamente se lo diga en un arranque de molestia o porque termine dándose cuenta en mi prosa.
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El drama fluye de mí, y precisamente cuando mis sentimientos estaban a flor de piel fue cuando fueron destrozados, algo que es enteramente mi culpa, no la de él, puesto que ¿es incongruente sentirse tan mal y luego intentar recuperarse besándose con otro?
Sé que mi discurso interno es no dejar que mis sentimientos salgan a la luz como en los cuatro casos anteriores donde al chico en cuestión no le gustaba y de todas formas dejé que de alguna forma se enterara, pero al fin y el cabo esto no es como ellos, ¿no? Porque él es tu amigo y se han conocido bien varios años. Además de que sé que nunca tuve derecho a reaccionar tan dramáticamente como lo hice, porque al fin y al cabo yo no busco una relación (o al menos no un noviazgo)
Es mi blog y me sentía mal de no poder compartir cómo me siento a sabiendas de que podría ser leído por el susodicho en cuestión.
Pero es mi blog, y ¿sabes qué?
Que te valga, Andrea.
Siempre puedes adjudicarlo a tu vena dramática y negar la credibilidad de todo.
Añicos
En definitiva no fue la manera más apropiada de enterarme. No Que mi corazón se desgarrara en mil pedazos frente a él, justo dos días después de que finalmente me admitiera en voz alta que me gusta y estoy enamorada de él, no estaba planeado. No estaba planeado encontrármelo esa tarde de jueves en que decidí saltar mi rutina típica y hacer poco ejercicio para irme directo a beber un rato, mientras comenzaba la función de cine. Tampoco que por primera vez llorara por él mientras caminando recapitulaba sobre cómo acababa de aceptar mis sentimientos a las dos amigas que siempre habían pensado que había algo entre él y yo. No, en definitiva no estaba preparada para que súbitamente se besaran cuando yo estuviera sentada frente a ellos, y yo me hiciera añicos. Hasta resulta demasiado complicado intentar recordar mi desesperación, mi angustia en ese momento donde tuve que fingir que no me afectaba, agradeciendo por igual que ellos estuvieran tan concentrados besándose profundamente que ni se pudieran dar cuenta y agradeciendo la anterior despedida de otra chica, pues me había cambiado de lugar al que anteriormente ocupó ella, en vez de seguir enfrente de ellos como inicialmente estaba. Me hice añicos, pero tuve que aguardar. Gritaba internamente, pero me mantuve aparentemente tranquila por fuera, aparentando que la ligera ansiedad que tenía ante mi celular era por pendientes académicos y no porque aguardaba a que una de las dos amigas finalmente me contestara para entrar en crisis con ella. Y lo hice. Salí como un bólido del lugar y tuve mi mayor crisis sentimental a la fecha, llorando amargamente como nunca lo había hecho por alguien más, no sólo por ese hecho final, sino porque era el momento definitivo en que sabía que nuestra amistad estaba desecha por completo. No. Ya no puedo afirmar con seguridad que somos amigos, ni qué decir de aquellos buenos amigos que habíamos sido por los últimos dos años y medio. Y agradezco infinitamente el escape que tuve del lugar y de él, y los breves momentos en que pude sumergirme en los besos de otro y olvidar cuán mal estaba… estoy.
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Girl’s code
“-Have you seen anyone that you think is cute yet? -His name is Aaron Samuels, -No! You can’t like Aaron Samuels. Regardless, Ex-boyfriends are off limits to friends.”
La verdad, cada vez que veo Mean Girls me doy cuenta de que es una película que, sin querer, me sé de memoria. A pesar de esto, la escena de cuando Cady dice quien se le hace atractivo no es una que particularmente venga a mi mente. Hasta ahora.
Hace poco más de medio año me encontré en una situación peculiar. Estaba “quedando” con un amigo, pero mientras tanto todavía me gustaba otro, alguien que me había gustado desde dos años antes, pero que estaba empezando a sacar de mi sistema. Una amiga fue quien me dio las palabras definitorias para comenzar a abrirme a otras posibilidades.
¿El problema? A pesar de que según yo ya estaba aclarándome y que de todas formas sabía que no buscaba algo, esperaba poder volver a besarlo. Y pensé en proponérmelo en una tarde del jueves que mi amiga y yo salimos con él y otro amigo. Nunca pensé que ella iba a salir a decirme que pensaba seriamente en besarlo. Estuve muy sorprendida, pero en definitiva la alenté porque creí que era algo surgido del momento (ahora sé que debí haberme dado cuenta de aquellas pequeñas señales de coquetería entre ambos desde antes). La verdad no entiendo cómo el desarrollo de esos dos se volvió de conocmiento más público, pero un amigo terminó preguntándome, y me llamó la atención la postura molesta que tomó al respecto, diciendo que ella no debió de haber hecho eso debido a mí. Y yo contesté que cómo, si hasta yo misma la alenté. Dijo que de todas formas no era aceptable. Y no fue el único que pensó así.
Es curioso la manera en que no la pudieron ver igual por un rato porque consideraban que lo que hizo estaba mal. Sí, yo me sentí horrible y despechada por un buen rato, pero al mismo tiempo sabía que no había fundamentos morales para mis quejas, porque yo no consideraba que su actitud fuera incorrecta. Yo habría hecho lo mismo en su lugar, independientemente del drama interno en el que estuve al ver (y no ver) el desenvolvimiento de su no-relación y sentir celos por no haber logrado acercarme a él de alguna forma.
(Curiosamente, tiempo después una amiga me comentó que lo que no le pareció fue que recordaba cómo una vez ella nos comentó sobre un caso similar en un grupo de amigas suyas y su postura al respecto era que las amigas no se debían hacer eso).
“But even if I wasn’t allowed to like Aaron, I could still look at him”
No le guardo rencor porque dentro de mi código, eso no debería de contar como prohibido o traición -aunque eso no exhima los sentimientos negativos provocados-, pero ahora me doy cuenta de cuánto es tomada la regla no escrita de no acercarse al ex-novio/amigo/crush/etc de alguien y cuánto se es juzgado por romperla.
Así me di cuenta el fin de semana al escuchar a una amiga que rompió su amistad con otra al enterarse de que ésta anduvo saliendo con un chico que, si bien nunca fue su novio, sí le gustaba (y probablemente pasaron algunos eventos), y la otra estaba enterada de todos los pormenores. La verdad no tuve argumentoss suficientemente sólidos para justificar la acción de la otra, puesto que habría sido explicar más detalles sobre mi actitud hacia las relaciones que probablemente ella no habría comprendido, pero lo que ella me decía era que no había justificación alguna para lo que la amiga hizo, más al querer mantenerlo en secreto y sólo confesarlo (diciendo que haría lo que ella le dijera) cuando ya llevaba rato con el chico. En tal escenario de secretismo no cabía mi código moral para justificarla o hacerle entender a mi amiga que hay aspectos válidos y que no siempre se puede hacer de lado al deseo.
Amigos, películas, canciones, libros... la mayoría de escenarios muestran qye la regla inquebrantable es no acercarse o tener algún tipo de acercamiento romántico/sexual con quienes hayan estado involucrados de alguna forma en la vida de tus amigas. Pero considero que esa regla no debería de ser. Sí, probablemente dolerá mucho enterarse de que hay una conexión entre tu amiga y quién te haya gustado, pero siempre y cuando ella te diga en un inicio, no debería hacer problema en aceptar que simplemente no pudo suceder contigo.
Aunque eso te carcoma aleatoriamente por dentro.
La situación termina medianamente bien en Mean Girls, excluyendo el hecho de que hay mucho drama propio de películas y que obviamente Cady no podía acercarse a Regina a decirle sobre cómo le gustaba Aaron porque Regina era una maldita. Pero sé que en la vida real podríamos alejarnos de este código y aceptar que así suceden las cosas, siempre y cuando te digan inicialmente que algo está pasando.
P.S. Nota extra:
Sé que hablo sobre mi parecer respecto a esto, pero también tengo claro que no es lo mismo abiertamente hablar con una amiga sobre que algo podría pasar entre su ex, crush, etc. y tú, que tener una conversación sobre quien corta y vuelve con ella. En ese caso, el silencio es la mejor herramienta; sólo que el silencio tendrá que mantenerse perpetuamente si no quieres problemas.
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