Tumgik
enrisanc · 3 years
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Carta en respuesta al artículo https://www.libertaddigital.com/ciencia-tecnologia/salud/2021-05-23/el-lobby-antivacunas-en-espana-quienes-son-y-cual-es-su-objetivo-6757700/ de
Yésica Sánchez en libertad digital del 23/05/21
Un saludo doña Yésica, perdón por la tardanza en la respuesta y muchas gracias por su artículo porque desde mi punto de vista no hay nada más estimulante en la vida que aprender cosas nuevas cada día y debo reconocer que con la lectura de su escrito he aprendido algunas muy interesantes, aunque también otras que me desconciertan.
Comienza su texto con "Los movimientos antivacunas" y desde ya tropezamos con un pequeño problema de concepto. Hace no muchos años, cuando alguien pensaba en una vacuna la identificaba con una inyección que contenía unos "microórganismos muertos o atenuados" que estimulaban en el organismo la creación de anticuerpos con el fin de generar inmunidad contra un patógeno concreto. En la actualidad se ha sustituido el término "microorganismos muertos o atenuados" por el de "antígeno" que puede ser cualquier sustancia o molécula extraña al organismo.
Pero incluso con esta nueva definición se puede lícitamente llegar a dudar de que el fármaco preparado para la Covid-19 entre en dicha categoría puesto que su formulación no contiene antígenos ni microorganismos muertos o atenuados que puedan inducir inmunidad específica y activa, ya que es RNAm sintético. Es por ello, que para alguna gente, este inyectable se acercaría más a la descripción de terapia génica que a otra cosa. Según Ruiz Castellanos una terapia génica se desarrolla para tratar enfermedades humanas transfiriendo a las células de la persona material genético con el fin de restablecer una función celular determinada, introducir una nueva función o intervenir en una función existente.
Me aceptará, doña Yésica, que es perfectamente razonable aplicar esa capacidad natural que tiene el ser humano de dudar, criticar u opinar sobre un concepto o idea de algo sin que eso suponga menosprecio o menoscabo del que piensa diferente.
Por otro lado, también existen legítimos motivos éticos para dudar de las vacunas de adn puesto que para sintetizarlas se necesitan células de riñón extraídas de fetos vivos, de la mayor edad posible y sin anestesia, atrocidad que supera en horror a las ocurrencias del mismo Mengele y como comprenderá, no todo el mundo tiene un estómago ético tan suave como el suyo.
Pero como diría Bugs Bunny ¡no se vayan todavía, que aún hay más! Ese tipo de preparado supuestamente conseguido en tiempo récord, porque ya se partía del conocimiento previo de los estudios del SARS-CoV-1, según nos comunican por activa y pasiva los defensores del fármaco, resulta que nunca se había aplicado en humanos (eso no nos lo contaron) y las pruebas que se hicieron en animales para obtener el antídoto provocaron graves efectos adversos, cuando no la muerte en los mismos (esto tampoco). Por ello el uso del término "vacuna" en este asunto no es baladí, ya que entre ofrecerle a la población una inyección que contiene una "vacuna", concepto plenamente insertado en la conciencia colectiva o una terapia génica experimental no hay color.
A continuación nos ilustra con el hecho de que los negacionistas, esos seres de oscuridad, "difunden mensajes falsos con fines de índole política, religiosa o lucrativa" y aquí lo importante no es lo que dice, sino lo que calla, porque se le olvida mencionar los motivos científicos. Pero para ser justos, lo más probable es que usted ni siquiera considerase esa posibilidad ¿un científico criticándo? ¡Imposible, la verdad es única e incuestionable y el verdadero científico la acepta por principio! En el hipotético caso de que fuese una omisión consciente, debo decirle, que intentar desacreditar cualquier tipo de estudio o análisis crítico relacionándolo con unas posiciones acríticas e irracionales, ciertamente existentes, pero situadas en universos totalmente irrereconciliables no es más que la típica treta de la falacia por asociación. Sería semejante a despreciar los argumentos oficiales porque coinciden en sus conclusiones con las opiniones de Belén Esteban, Ana Rosa Quintana o José Sacristán.
Pero lo más curioso de todo es que basa toda su argumentación en afirmar que oponerse a la inoculación es "Algo realmente peligroso teniendo en cuenta que las vacunas son nuestra principal herramienta para frenar y controlar la propagación del Sars-Cov-2." Me gustaría indicarle, doña Yésica, que nunca se ha visto realizar una campaña de vacunación al tiempo de la enfermedad por los problemas que eso podría generar ¿o algún médico recomendaría vacunar a alguien que tuviera la enfermedad que desea combatir? o ¿Lleva usted a su hijo con sarampión a que lo vacunen para que se cure?
Por otro lado, ¿No sabe que no se deben realizar campañas de vacunación si existe tratamiento? Terapias como la de la ivermectina, hidroxicloroquina, dióxido de cloro o la ozono terapia han sido ya plenamente confirmadas como seguras y efectivas contra la enfermedad. Lo que deberíamos entonces preguntarnos es, que motivo podría haber para que alguien se negase a autorizarlas, pero imagino que ese tipo de razonamientos son algo que no cabe en su cosmovisión del asunto.
Y una vez finalizada esta ilustrativa introducción pasa sin más preámbulos al meollo de la cuestión; proceder a desenmascarar a los verdaderos culpables de este sinsentido; los médicos y biólogos por la verdad, pero hay que hacerlo de manera contundente, para que no quede ningún atisbo de duda sobre la falsedad de sus postulados de modo que una vez apagado este fuego, de sus cenizas no pueda resurgir ningún otro grupúsculo disidente por ínfimo que sea. Porque estos médicos y biólogos por la verdad no sólo son el origen y germen de la expansión de las peligrosas ideas negacionistas sino además, a diferencia de los lunáticos, tienen apariencia de respetabilidad y eso es muy peligroso en el mundo de la propaganda.
Es así, que estos pseudocientícos, a diferencia de los extravagantes artistas, confieren a sus teorías, expuestas como aparentes trabajos científicos, un refinamiento y una sensación de racionalidad y verosimilitud tal, que el ciudadano medio no es capaz de distinguir la ciencia de la ficción, arrastrando de ese modo a muchos inocentes hacia el mundo de lo paranormal y creando una duda razonable que suscita en el ingenuo un peligroso alejamiento de la única y verdadera ilustración: el pinchazo sanador. Y como eso no se puede consentir, usted, como buena periodista, pero mejor ciudadana se ha embarcado en la honorable tarea de desenmascarar a ese reducido (pero dañino) grupo de farsantes, los cuales como nos evidenció nuestro Ilustrísimo señor ministro, don Pedro Duque, no son más que unos "oportunistas, cantamañanas o sacacuartos".
Y con miras hacia la victoria final plantea o refiere unos hechos, para el lego aparentemente contundentes, pero que para los que han vivido el nacimiento y evolución de estos grupos, se revelan repletos de inexactitudes y medias verdades. Pero no importa, porque el verdadero objetivo consiste en destruir a los ideantes y tras ellos, como un azucarillo, se disolverán sus ideas. Así, mientras presenta sus argumentos va introduciendo a algunos de los principales actores de esta trágica obra, con la curiosa circunstancia que a ninguno lo identifica enumerando sus títulos académicos o cargos profesionales (excepto si eso nos sirve para desprestigiar aún más al negacionista. Presidente del colegio de Biólogos, pero enfrentado con sus colegas; doctora, pero perseguida por el colegio de médicos...) sino que los engloba en una misma categoría, la del esotérico mundo de los 'pseudocientíficos' para que quede claro que la afirmaciones de estos pseudoprofesionales de la medicina y la biología no son más que teorías, tan cercanas a la realidad, como el terraplanismo o la sanación espontánea y su valor no supera las de las surrealistas e inverosímiles aportadas por esos famosos que enumera al inicio de su artículo. Y sinceramente debo reconocer que no sé cual puede haber sido el resultado de su exposición; si ha atraído a más terraplanistas al mundo de la "verdad" o alejado al oscurantismo a gente de buen vivir porque se escapa a mis capacidades, pero sí puedo afirmar que su realista imaginación desborda, supera y transmuta el concepto de información en fantasía psedoverdadera.
En todo caso, como todo buen conspiranoico sabe, siempre es bueno poner una vela a Dios y otra al diablo. Es por ello que me gustaría ayudadarle a desenmascarar algunas de las principales cabezas visibles de dicho movimiento, con el fin de que ninguno quede sin su justo escarmiento, porque echo en falta en su escrito algunos nombres destacados, no sé si por falta de espacio o desconocimiento.
Así, en primer lugar me gustaría denunciar al pseudo premio Nobel de química Kary Mullis que osó afirmar que los test pcr inventados por él no sirven como método de diagnóstico. Por cierto doña Yésica ¿se ha dado cuenta que las cajas que contienen los kits de dichos test llevan impreso un aviso de los fabricantes donde indican que ese producto no sirve para hacer pruebas de diagnóstico? Imagino que debe ser un pseudoaviso porque de otro modo no se explicaría tamaña desafección.
Al también pseudopremio Nobel de química Michael Levitt que parece, ha sido censurado en Facebook por sus pseudoideas pseudocientíficas.
Delatar al pseudo premio Nobel de medicina Luc Montagnier por condenar la vacunación obligatoria contra la Covid-19
Al pseudoespecialista en vacunas Geert vanden Bossche por declarar que se debe detener la vacunación contra el Covid-19 porque vacunar en medio de una pandemia puede generar variantes altamente infecciosas.
Al pseudoprofesor Dr Ioannidis por manifestar la escandalosa idea de que la mortalidad del Covid-19 se estima entre el 0,15 y el 0,20%.
Al pseudoinvestigador Peter Borger por encabezar el pseudoestudio que puso en evidencia el pseudofraude de los test pcr
Y así continuar con gente como la Dra. Dolores Cahill, Reiner Fuellmich, Sucharit Bhakdi, Karina Acevedo, Stefano Hockertz, Jessica Rose, Simone Gold, Stefan Lanka, Michael Yeadon, Sunetra Gupta, Roger Hodkinson, Vladimir Zev Zelenko, Alexandra Henrion Caude, Peter McCullough, Wolfgang Wodarg, Margaret Grays-Bryson, Martínez Wanner, Carl Heneghan, Stephanie Seneff, J. Patrick Whelan, Roxana Bruno, Byram Bridle... Y en algún punto debo detenerme porque la lista de proscritos, es para desgracia de la "verdad", verdaderamente interminable y peor aún, va en aumento.
Pero no importa, porque una vez identificados los conspiradores y destruidas sus reputaciones ya sólo queda enumerar sus rocambolescas teorías de la conspiración de modo que al lector no le quede más remedio que asentir con la cabeza, porque gente de esa catadura intelectual sólo es capaz de elucubrar disparates. Pero en un momento de euforia, viendo al enemigo derrotado y deseando aportar la credibilidad definitiva a sus argumentos se atreve a argüir razones lógicas con las que desmontar alguna de esas exóticas teorías, pero dejemos que sea la propia Yésica quien nos lo explique "Relacionan, por ejemplo, la administración de vacunas contra la gripe con un aumento de las muertes por covid-19. Un tramposo argumento basado en lo que los analistas llaman falacia post hoc o de falsa causa. Es decir, asume que si un acontecimiento sucede a otro, el segundo es consecuencia del primero, ignorando la posibilidad de un origen diferente". Pero entonces, cuando la oficialidad afirma que el número de enfermos ha disminuido gracias a la aplicación de las inyecciones ¿será que nos están trampeando con el mismo mecanismo de la falacia de falsa causa al considerar el efecto de la disminución de la enfermedad consecuencia de la inyección?
Respecto a la ironía que manifiesta al mencionar las técnicas del ridículo utilizadas por los conspiranoicos, decirle que no desmerecen en nada a su capacidad para menospreciar toda visión que no se acerque a su concepción intelectual. Reflexiones que realiza por cierto, sin aportar mucho más que opiniones construidas sobre la arena de esa supuesta superioridad moral concedida gratuitamente a todo seguidor acrítico con la oficialidad pero que lamentablemente sólo seduce a los ya convencidos.
Y es esa pretendida superioridad moral la que le autoriza introducir la siguiente idea, que es clave, y de la que ya nos previno el excelentísimo señor ministro de Ciencia e Innovación desde un principio; ¡"sacacuartos", son unos oportunistas sacacuartos! Porque todo el mundo tiene un precio y está gente no iba a ser diferente. Nos participa que la Dra. Natalia Prego acepta donaciones para poder defenderse del expediente presentado contra ella por el ilustre colegio de médicos. Un motivo más para no creer en estos iluminados ¿no veis que son perseguidos por todas las instancias científicas y académicas de este país? ¿No es eso prueba clara e inequívoca de que son gente expulsada del sistema por su mala praxis y sus peligrosas ideas? Y como siempre, doña Yésica, se queda en el limbo de su monocromática visión del asunto, la cual, no le concede penetrar la esencia de esta obra que nos ha tocado vivir. Precisamente la fuerza de esta gente es la de la libertad del que no le debe nada a nadie, y son libres porque el sistema los ha expulsado de su puesto de trabajo, y no por malos profesionales, sino por disentir de esa visión monolítica y dogmática oficial de una enfermedad desconocida de la que parece no se puede discrepar. Cuando alguien ve que a causa de sus pensamientos u opiniones está en peligro su seguridad material y/o física, que puede ser perseguido, perder amistades y aún así resuelve poner sus ideales por delante de su seguridad y la de su familia, puede estar segura que ese ejemplo de vida va a proporcionar una confianza tal que es capaz de crear vínculos indestructibles. Por eso la gente confía en ellos. Si usted se viese en la tesitura de tener que elegir entre su trabajo o su creencia frente a la pandemia ¿a quién elegiría? ¿realmente considera que en esas condiciones pedir donaciones para pagar los costes de una defensa jurídica es indigno? Creo que usted vive en un universo moral diferente al de ese grupúsculo de revolucionarios y por eso no los entiende. Pero no sólo Natalia Prego es perseguida, también Almudena Zaragoza, Ángel Ruíz Valdepeñas, María José Martínez Albarracín, Nadiya Popel, Carlos González, Alejandro Sousa y un largo etcétera y no sólo de médicos y biólogos sino de todo aquel profesional que ose discrepar ya sea bombero, policía, artista, profesor... o ciudadano. Usted no, doña Yésica, usted, por ahora, está a salvo.
Seguidamente hace incapie especial en uno de los maquinantes, al que sí introduce con algún retazo de su currículum o trayectoria profesional, pero en este caso para poder desenmascarar la verdadera intención del sujeto: "¿Qué busca? Posiblemente repercusión mediática lo que, en consecuencia, le reportaría un aumento de sus ingresos." Yésica dixit. Como si usted trabajase gratis, por amor al arte. ¿No recibe usted los estipendios acordados con su patrono por sus artículos? ¿Sería eso motivo para desacreditarle profesionalmente? Y lo peor de todo es que esto lo publica un medio supuestamente defensor de la libertad individual, la teoría del esfuerzo, la propiedad privada y el derecho del individuo a percibir sus honorarios en base a su productividad. Entonces, aquí con César deberíamos exclamar: "¿tu también, Bruto?" porque como dice el Salmo "no es un enemigo quien me afrenta, pues lo soportaría. No es uno de los que me aborrecen el que se insolenta contra mí; me ocultaría de él. Pero eres tú, un hombre como yo, mi familiar y mi conocido, con quien gustaba de secretas confidencias."
Y de este modo, los que critican al disidente por perder sus ingresos a causa de sus ideas, son los que luego renuncian a sus principios por mantener o si es posible aumentar los suyos. El mundo al revés o dicho de otra manera, nada nuevo bajo el sol. En todo caso lo que comprobamos con todo esto es lo irracional y visceral de una situación que hace tiempo dejó de ser una cuestión sanitaria.
Y mientras va de historia en historia nos cuela, probablemente la falacia más grande de su artículo probablemente sin darse cuenta, ya que al ser una oficialista convencida cree a pies juntillas que los medios de comunicación tradicionales, en los que se incluyen las principales redes sociales, son los únicos que existen para informarse y comunicarse, por lo que sin saberlo, no para de intentar hacer creer que el principal objetivo de esos desalmados es crecer en notoriedad para aumentar los seguidores en sus perfiles sociales e incrementar los ingresos de sus páginas monetizadas, sobre todo la de youtube. Así nos anuncia que: "y tiene un canal de Youtube: El aullido." o "se incrementan las visitas a su canal de YouTube" y más adelante sobre otro codicioso "a través de su, cómo no, canal de Youtube, ReVelión ReVenge". Pero parece desconocer la brutal censura de esas redes, que eliminan a las pocas horas de ser insertados, cualquier video, mensaje o crítica que ose contradecir la versión oficial del momento, versión que varía, eso sí, según sople el concepto del experto o político de turno. Esto hace que el mundo disidente se mueva, informe y comparta por vías alternativas como telegram, odysee, rumble, LBRY, signal, bichute, theta... abandonando las trilladas rutas de obtención de información del grupo mayoritario. Toda buena subversión debe tener sus propias catacumbas donde sentirse seguro.
Y con el siguiente invitado a la obra, Ricardo Delgado, borda su aplicación del manual de desprestigio que ha ido practicando durante todo el artículo, a saber:
primero, datos personales
A continuación se le implica de lleno en el mundo de la conspiración
Seguidamente se aporta su currículum (como vimos anteriormente este punto es opcional, depende de si lo vamos a utilizar para menospreciar o minusvalorar al personaje), en este caso se hace intentando desdeñar la institución académica donde cursó sus estudios.
Se continua enumerando algunas de sus opiniones de manera que parezcan lo más descabelladas posibles. ¿Se acuerda doña Yésica cuando se quejaba del uso de la técnica de apelación al ridículo de los conspiracionistas?
Y acaba confirmando que youtube censura la información aunque usted intenta utilizar dicho episodio como una señal más de la poca credibilidad del individuo. ¿A qué a ustedes, queridos lectores, no les han echado nunca de una red social? Por supuesto, porque son personas honradas que no van difundiendo bulos ni confundiendo a la gente. Sólo al que hace algo malo le persigue la policía.
De Luís de Miguel nada voy a decir porque usted misma se enmienda la plana en la nota final. Y con Josep Pamies más de lo mismo, que si gurú, que si pseudoterapias, que si denuncias y al final lo de siempre, simples palabras que se lleva el viento.
Y para finalizar nos ofrece una larga perorata donde habla de todo un poco. Y como no puede ser de otra manera mezclando las churras con las merinas, lo blanco con lo negro y lo verdadero con lo falso en un maremágnum de ideas donde iguala las vacunas tradicionales con un tratamiento génico experimental con el loable objetivo de sembrar esa sempiterna duda razonable, tan necesaria y conveniente. Eso se revuelve con alguna sentencia lapidaria e irrefutable de la OMS, de esas que cambian su sentido y significado cada cierto tiempo y lo aderezamos con alguna caricaturización de ciertas protestas o apelaciones negacionistas como la oposición de un movimiento cívico a la Ley de Salud de Galicia con observaciones a campos de concentración o ridiculizando el apelativo de dicha ley. Lo que se le olvidó mencionar es que no debieron ser tan vanales ni superficiales tales denuncias cuando el Tribunal Constitucional suspendió la parte de la ley que justamente se correspondía con las mismas.
Pero no importa, porque ya tenemos cocinadas esas inapelables conclusiones que confirman que la nada, nada es y que de ella nada puede salir. Pero todo ello siempre en su estilo, sin demostración alguna, sin pruebas, sin más argumento que la creencia ciega en la autoridad, esa autoridad que nos ha llevado a dónde estamos; porque ha muerto mucha gente y hay que ser solidarios, porque criticar es ofender a los muertos, a los sanitarios, a todos aquellos que se han desvivido por nosotros mientras luchaban por salvarnos la vida pero lamentablemente debo decirle, doña Yésica, que apelar el sentimentalismo (aunque usted no lo haya hecho) siempre ha sido más un modo de someter a la gente que una herramienta de resolver problemas.
En resumen, hemos asistido a la espectacular representación de una obra psicológica escrita con la única finalidad de destruir la reputación de una idea con la apariencia de esa respetabilidad que otorga el pertenecer al selecto grupo de los elegidos. Pero en este milenario juego del gato y el ratón entre los perseguidos y los perseguidores todo está escrito y por ello me gustaría acabar con una reflexión de Aleksandr Solzhenitsyn que muestra con gran precisión y verdad la situación en la que nos encontramos:
"Sabemos que están mintiendo,
ellos saben que están mintiendo,
saben que sabemos que están mintiendo,
sabemos que saben que sabemos que están mintiendo, pero siguen mintiendo."
Un saludo, doña Yésica de un ciudadano que le desea lo mejor.
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enrisanc · 4 years
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A los científicos del covid
A los científicos del covid
Estimado señor Fauci; no le conozco, pero sé que sabe mucho de genética, vacunas, virus y medicina; entre otras cosas porque es usted un afamado experto en la materia, un científico extricto con el método e íntegro a la hora de proceder. Por ello no deseo, porque no puedo, debatir o cuestionar ningún tipo de afirmación proveniente de cualquier disciplina de su mundo académico, ya que desde el minuto uno su erudición apabullaría mi verborrea, desvelando así mis orgullosas pretensiones al querer siquiera refutar la más mínima de las afirmaciones por ustedes establecidas. Conozco muchas de mis limitaciones y entre ellas está la de reconocer mi ignorancia en la materia. De los virus sé que existen y poco más. Y sin embargo, incluso después de escuchar sus razones y las de muchos de sus colegas, de ver sus evidencias y demostraciones, mi mente no les cree; no ha sido persuadida por sus argumentos, ni seducida por los fundamentos de sus proposiciones o conquistada por la fuerza de su ciencia porque mi lógica me lleva por caminos divergentes a los suyos, opuestos, discrepantes. Y usted, con razón, se preguntará ¿Cómo un iletrado en la materia (que es lo mismo que decir, en la verdad) se concede el derecho a dudar de la autenticidad de tantas evidencias expuestas y manifiestas? Pues porque la lógica, que es previa a la ciencia y sin la cual la segunda es imposible e inconcebible, me susurra lo contrario. Y en este punto me va a permitir una pequeña digresión al lamentar, como alguien en su sano juicio pudo, alguna vez, considerar esa básica disciplina, origen y fundamento de la verdad, como una pesada carga para el conocimiento relegándola al rincón más oscuro de la educación. Pero bueno, misterios de la gobernación.
Siguendo con el tema, le diré que hace unos quinientos años aproximadamente, un tal Galileo en animada plática epistolar con un cardenal amigo suyo, versaban sobre las características físicas de un lejano pueblo del interior de la actual Turquía y las consecuencias que las mismas generaban. Así este le comentaba a Galileo que tenía datos fidedignos de como los pertenecientes a dicha etnia poseían una corpulencia gigantesca que les proporcionaba herculea fuerza, de tal modo que si ponían a girar un huevo en una honda, de la fricción que provocaba dicha fuerza, convertían el huevo en huevo duro. Le respondió Galileo que sin dudar de la honestidad del cardenal, ya que a él no le estaba permitido mentir por ser pastor de almas y su misión es llevar a su rebaño por el buen camino, él, Galileo, no tenía más remedio que fiarse de la razón y por ello debía aceptar que el tamaño y la fuerza de los hombres es el que es y no solo eso, sino que no es que nunca hubiese visto a un huevo convertirse en huevo duro por girarlo en una honda sino que él estaba acostumbrado a ver lo contrario, es decir, si se pusiese un huevo duro en la honda lo que producía es que este se enfriaba más rápidamente.
Y todo esto viene porque debido a la epidemia que estamos soportando, parece ser que todos los paradigmas de la ciencia médica que siempre nos han declarado con respecto al estudio, síntesis, fabricación, comercialización y aplicación de los medicamentos han sido invertidos, modificados, y transmutados. Lo que antes pareciera rigor se nos dice burocracia; lo que minuciosidad, falta de medios; la seguridad, excesiva cautela. Lo verdadero, lo riguroso, lo sensible con los sufrientes modernos es este nuevo y estricto método, modelo de eficacia y seguridad hasta alcanzar cotas nunca vistas en la historia de la medicina. De ese modo se nos comenta que la velocidad en la consecución de la 'vacuna' no es tal, ya que es producto de un riguroso estudio previo de diez años o más sobre el virus en cuestión que facilitó su conocimiento y mejoró la agilidad en los procesos de síntesis. Y así, al escuchar sus argumentos se excita mi ánimo, resucita de nuevo mi fe en la ciencia covidiana y sus sacerdotes. Mi vacilación, suspicacia e inseguridad desaparecen y como el cardenal, declaro y proclamo que la honda calienta el huevo.
Entonces me pregunto cuánto tiempo lleva la ciencia estudiando el virus del sida con cientos de millones de euros invertidos cada año, y reflexiono que sus secretos, por la misma razón, no deberían tener misterio alguno que impida sintetizar una 'vacuna' con este nuevo método. Y sin embargo, los enfermos afectados de sida compruebo, siguen condenados en vida a medicación perpetua, enfriándose de golpe mi ímpetu, al discernir y advertir que el beneficio, en el negocio de la salud, está muchas veces por encima de la excelencia, por lo que con Galileo debo exclamar que la honda enfría el huevo.
Afirman que este medicamento, aunque su principio activo sea una molécula de ARNm, es una 'vacuna' y que como tal sus principios y mecanismos de actuación están perfectamente estudiados. Por ello nos exhortan a no engendrar temores infundados ni propagarlos sin razón alguna sobre una población desesperada, y mi ánimo me lleva a gritar que la honda calienta el huevo. No acabo de terminar de tranquilizarme cuando escucho a otros afamados sacerdotes de la sabiduría proclamar, eso sí, en esquinas y oscuros callejones, que dicho tratamiento asemeja más a terapia génica, (aplicada por primera vez de forma masiva en el ser humano y con unas urgencias que asemejan más, histeria que serena gestión) que a 'vacuna', conduciendo mi pensar de nuevo, a dudar que la honda pudiera calentar el huevo.
Nos aseguran que este método es un éxito de la ciencia, un nuevo paradigma en el tratamiento y sanación de enfermedades ya que con él se puede aplicar una cura exacta, no sólo para cada dolencia o afección sino incluso para cada paciente, y advierto como mi sangre se altera aceptando que la onda calienta el huevo. Pero si es así, ¿por qué no paran de aparecer enfermedades nuevas de las que no se conocen siquiera la causa que las desencadenan y menos todavía la solución? Y parece que esa descripción, es más predicción futura de la evolución de una técnica en sus primeros estadios que situación actual, por lo que su potencial eficacia, que está por demostrar, invita más a precaucion y prudencia que a exceso y liberalidad, lo cual, en salud, debería ser un principio inexcusable. Así mi ánimo retorna al enfriamiento del huevo en la honda.
Se asevera que los mecanismos de actuación de la 'vacuna' están perfectamente establecidos por lo que no hay margen para la aparición de efectos celulares desconocidos o indeseables y esto es debido a que nunca en la historia de la investigación médica se había puesto tanto celo, esmero y dedicación en la búsqueda de un remedio para un mal concreto. Por lo que juzgo correcto afirmar que la honda calienta el huevo.
Pero, si implicar los recursos necesarios es suficiente para identificar y conocer todos los procesos involucrados en una terapia concreta ¿cómo es posible que no se conozcan todavía procesos mucho más estudiados como el del cáncer o el de normales actividades celulares que todavía permanecen en la zona oscura de nuestro conocimiento? Y percibo como la honda vuelve a enfriar el huevo.
Se garantiza que la 'vacuna' es altamente segura puesto que su estudio ha sido riguroso hasta el extremo, teniendo la precaucion de cumplir sobradamente con todos los requerimientos exigidos por los protocolos científicos y médicos, como son las revisiones por pares de cada estudio y la realización minuciosa de todas y cada una de las fases exigidas por las agencias mundiales del medicamento y por ello no hay margen para la aparición de efectos secundarios por lo que cualquier caso que aparezca o será aislado o pura casualidad no imputable a la 'vacuna'. Y eso me tranquiliza e incita a pensar que la honda calienta el huevo. Pero cualquier persona medianamente informada puede certificar como diariamente aparecen informaciones de personas 'vacunadas' que vuelven a contraer la enfermedad o de personas aparentemente sanas, que después de ponerse la 'vacuna' empiezan a padecer graves dolencias llegando en algunos circunstancias incluso a la muerte y no puedo por menos que decir que la honda enfría el huevo.
Nos certifican que esta 'vacuna' tiene garantizada su eficacia y seguridad puesto que son los mismos estados, los que por medio de sus agencias especializadas, velan porque no sea posible ningún tipo de atajo por parte de los fabricantes a la hora de elaborar el producto. El rigor y la vigilancia será aún mayor que en circunstancias normales dadas las peculiaridades de la situación. ¡Es definitivo, la honda calienta el huevo! Pero si eso es así y el producto es tan seguro ¿por qué las empresas farmacéuticas en muchos países están exentas de responsabilidades legales siendo los mismos estados los que asumen dicha responsabilidad? ¿Y por qué las agencias del medicamento califican a este fármaco como experimental? ¿Será que no están al cien por cien seguros del resultado de su trabajo? Por si acaso voy a apostar a que la honda enfría el huevo.
Nos tranquilizan asegurando que aunque se trate de una molécula de ARNm no hay peligro de mutaciones o alteraciones permanentes de ningún tipo porque dicha molécula no entra en el núcleo de la célula donde se encuentra el ADN, además de desaparecer en un tiempo tan breve que no es posible producir reacciones adversas de ninguna clase, reparando así que la honda calienta el huevo. El problema es que existen estudios que apuntan hacia lo contrario como por ejemplo: https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2020.12.12.422516v1
Y entonces hay algo dentro de mí que me impele a afirmar que la honda enfría el huevo.
Nos advierten los responsables sanitarios de manera casi imperativa, que el uníco modo de obtener la inmunidad colectiva frente al virus es por medio de la 'vacunación'. Pero para ello es necesario un último esfuerzo solidario, el de la aceptación del único remedio conocido. La solución existe y está en nuestras manos; los científicos ya han hecho su trabajo, acabarlo depende de nosotros, los ciudadanos, el pueblo, que libre y soberano puede elegir entre vida o enfermedad. ¡Amo a ese cardenal, sea quien sea, que nos aportó tan gran conocimiento. La honda calienta el huevo! Pero inútil de mí, que ahora que empiezo a verlo claro no se me ocurre otra cosa que ponerme a leer, y de pasada encuentro algo como que la vacunación no es el único método posible para conseguir la inmunidad colectiva, ya que la evolución ha equipado a la humanidad desde que existe de una característica única para combatir los patógenos: el sistema inmunológico. ¡Galileo ayúdame, porque la honda enfría el huevo!
El verdadero problema reside en que el ciudadano medio no está preparado para enfrentarse a cuestiones complejas y por ello se siente intimidado ante lo nuevo, ante lo desconocido. Cuando la ciencia actúa con todo su rigor es infalible, cuando aplica todos los protocolos establecidos a la hora de enfrentarse a un problema, el único resultado posible es la verdad, convirtiéndose sus conclusiones en dogmas sobre los que se asentará el conocimiento de las generaciones venideras. Por ello, cuando todo el sistema científico afirma que el tratamiento de la vacuna es eficaz, seguro y el único remedio conocido no es posible dudar de tal conclusión, del mismo modo que no se duda de la redondez de la tierra o de que 2+2=5. Por ello, la humanidad debe someterse a tal veredicto del mismo modo que se somete a la tiranía de la gravedad. Y así, definitivamente podemos zanjar el tema afirmando que la honda calienta el huevo.
La cuestión es que la ciencia, para avanzar honestamente necesita de humildad porque lo opuesto es tiranía e inquisición. La ley de la gravedad de Newton fue asumida como absoluta y aceptadas las conclusiones que de ella emanaban por el cien por cien de los científicos, sabios, eruditos, filosofos... durante casi trescientos años. Pero resultó que dichas conclusiones y consecuencias afirmadas por la totalidad de los sabios fueron erróneas. ¿Y debemos creer a pies juntillas que un medicamento creado con urgencia, basado en unos principios todavía en mantillas, que está presuntamente provocando innumerables efectos adversos, incluso de muerte, que es puesto en duda por una parte de la comunidad científica... debe ser asumido sin oposición? Por favor, un poco de humildad académica, porque con modestia y sencillez se puede llegar a derribar corazones que ni toda la verdad del mundo sería capaz de reblandecer. En fin, parece que la postura oficial tiene más de tribunal de Santa Inquisición que de honesta premisa científica, por lo que debemos concluir que el huevo nunca fue calentado en la honda.
Y una última reflexión. Se acusa a todo aquel que osa dudar de los beneficios de este experimento global de oscurantista, negacionista, irracional o peor, de intentar confundir a la población con argumentos no científicos de una manera totalmente irresponsable sobre un tema tan importante como es la vida de las personas. Pero, ¿es eso cierto? o más exactamente ¿es esa toda la verdad? Porque me gustaría detenerme en un solo punto para no extenderme más. Si estos comités medicocientíficos, autoridades políticas y sanitarias, medios de comunicación globales, redes sociales... en vez de promover una 'vacunación' masiva mundial propusiesen una 'terapia génica' masiva mundial ¿creen que la gente estaría deseando inocularse el patógeno como lo están ahora? Entonces, ¿Quién se aprovecha de quien? ¿Informan de la verdad al ciudadano antes de inyectarle? ¿Quién manipula realmente? ¿Quién es el oscurantista al usar el buen nombre y la confianza en un tipo de medicamento concreto con el fin de aprovecharlo para sus propios fines? Se nos trata como a niños y por eso se nos niegan verdaderos debates técnicos que nos impidan tomar decisiones libres y razonadas, porque lo realmente penoso y peligroso, es que el fin último es conseguir ser la voz de los ciudadanos, que no pensemos por nosotros mismos y para conseguirlo es fundamental esconder tan profundamente la verdad como se pueda para hacerla inaccesible. Una sola voz, un solo camino, lo demás es caos y anarquía y eso no se puede permitir.
Pues lo siento señor Fauci, pero reconociendo incluso que posiblemente tenga usted razón, por ahora no me pienso inocular porque para mí es más beneficioso vivir tranquilo que supuestamente seguro y sano.
Atentamente enrique santo.
PS: Y si hablamos de mascarillas, confinamiento o pcr el panorama no es que sea sombrío y desolador, es que directamente habría que dudar que la luz exista.
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enrisanc · 5 years
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BONDADES DE LA SOCIEDAD OCCIDENTAL FRENTE AL FANATISMO RELIGIOSO. Respuesta a Santos Juliá y al nuevo espíritu afrancesado
Queridos seguidores: por motivos técnicos voy a proceder a insertar poco a poco una serie de sesudos artículos escritos hace tiempo y que estaban a punto de desaparecer debido al cierre de google+. Para evitar su muerte electrónica he decidido actuar y tomar el toro por los cuernos. A los contados que decidáis leerlos, que Dios os pille confesados porque el autor no se hace responsable de las consecuencias que los mismos puedan producir en vuestra mental salud. Buena lectura. El primer artículo a insertar fue publicado originalmente el 01/05/2015 y su título es: BONDADES DE LA SOCIEDAD OCCIDENTAL FRENTE AL FANATISMO RELIGIOSO. Respuesta a Santos Juliá y al nuevo espíritu afrancesado En este artículo voy a intentar confrontar de la manera más lógica posible y sin más apasionamiento que el producido por la seguridad de que lo aquí expongo es fruto únicamente de la razón y no de ocurrencias peregrinas obtenidas sobre la marcha o improvisadamente. Mis pensamientos y reflexiones giran sobre la idea de que en el mundo actual, no sólo es posible la coexistencia pacífica de fe y razón o fe y ciencia, sino que es más necesaria que nunca dicha convivencia si lo que se quiere es conseguir un mundo razonable, sereno y pacífico en el que tengan cabida todo el complejo abanico de sociedades humanas y formas legítimas de pensar. Frente a esta idea se encuentra cierto pensamiento ilustrado que considera que dichos conceptos son antagónicos, lo que implica que es imposible su entendimiento y es simplemente cuestión de tiempo, el que con una adecuada enseñanza del conocimiento científico y el pensamiento racional, se produzca la inevitable desaparición de ideas tan peregrinas como Dios, vida después de la vida y cosas similares, del mismo modo como desaparecieron los dioses griegos, egipcios o romanos por poner algunos ejemplos. Quiero antes de nada aclarar que como guía argumental voy a partir de una carta escrita por el historiador Santos Juliá en el diario el país el 01/03/15 titulada 'Con violencia despiadada' (http://elpais.com/elpais/2015/02/07/opinion/1423332423_139484.html) y por citas sueltas sacadas de artículos de opinión realizados por el escritor Pérez Reverte. ¿Y por qué de esta manera? Pues por nada y por todo. Por nada, porque ha sido el azar el que ha puesto sus artículos en mis manos y por todo, porque son dos muestras muy representativas del pensamiento racional e ilustrado que existe en nuestra sociedad occidental actual, dos muestras de un pensamiento que no cae en saco roto debido a la reputación que poseen sus autores. Reputación, todo sea dicho, merecidamente obtenida gracias al conocimiento y el saber manifestado en sus innumerables artículos y obras. Es ese prestigio lo que convierte, incluso a su pesar, en guía, tendencia o referencia cualquier opinión o idea salida de sus escritos, apuntes o comunicaciones y por ello también a su pesar, he resuelto tomarlos como referencia a la hora de confrontar las ideas que aquí se exponen. Después de leer el texto de Santos Juliá, debo decir que me quedó un pequeño regusto amargo, porque sin encontrar que lo que en él se dice sea incorrecto, si sentía que se estaba faltando a la verdad, al exponer los hechos de una manera tal, que sólo muestra una parte del todo, creándose así un velo translúcido que impide observar todo el lienzo en su conjunto. Si esto en sí es preocupante si se produce por un descuido, un error o puro desconocimiento (esta última causa está descartada por venir de quien viene) mucho peor sería si el motivo fuese favorecer una idea preconcebida a partir de unos cimientos cuidadosamente seleccionados. Porque después de leer el artículo parece que el autor (sin mencionarlo mas que de pasada, pero que cualquier lector mínimamente versado lo da por sentado), nos quiere hacer ver que hay dos maneras totalmente opuestas de ver, comprender y dirigir el mundo; una basada en el liderazgo de una clerecía religiosa intolerante, fanática y opresora y otra fundamentada en poder civil de la que se obtiene una sociedad segura, libre y racional. Cuando el autor critica el fanatismo religioso en general y más concretamente, el cristiano en particular, sabe que está realizando el análisis de una institución que se puede considerar, en el mundo occidental en el que nos desenvolvemos, universal y prácticamente intemporal (ya que existe desde hace más de 2000 años), por lo que, con rascar un poco en la superficie, va a ser sumamente fácil encontrar comportamientos censurables en la misma tanto a nivel individual como colectivo. Es como intentar explicar las meninas a partir de un mal brochazo en una esquina del cuadro. Por ser la Iglesia universal e intemporal, si queremos estudiar su comportamiento de una manera razonable, recta e imparcial, para poder calibrar la magnitud real de sus acciones, no nos queda mas remedio que obtener un punto de referencia con el que fijarlo a una escala relativa y esa referencia no puede ser otra que la comparación con el poder civil de la época a estudiar, porque a pesar de lo que se nos quiere hacer creer, el poder civil siempre ha existido en nuestra sociedad. Sin la aportación de dicha referencia, la argumentación se convierte en una simple enumeración de lugares comunes que no dicen nada mas que lo que el interesado desee que digan. Escribe Santos Juliá en su artículo que la violencia despiadada provocada por las instituciones religiosas no desaparecerá "hasta que un poder civil, que no construye su legitimidad en la lectura de ningún libro sagrado, es capaz de reducir la religión al ámbito y al espacio que le son propios: la comunidad de creyentes y el templo." A partir de esta idea propuesta por el señor Juliá de que las sociedades basadas en principios religiosos tienden al fanatismo mientras que las sociedades civiles son la garantía de moderación y justicia me gustaría comenzar el desarrollo de mi análisis que voy a realizar a partir de tres ideas o comparaciones: * Cómo son las sociedades basadas en un mundo deísta frente a las sociedades civiles. * Cómo es la justicia en las sociedades deístas frente a la justicia civil. * Cómo se desarrolla la sociedad deísta frente a la sociedad civil. Por ello empecemos una primera comparación entre las consecuencias ocasionados por el gobierno de una sociedad religiosa frente al gobierno de las sociedades civiles: Últimamente se están repitiendo con demasiada asiduidad, la reproducción de sobrecogedoras imágenes de muertes por medio de terribles ejecuciones, realizadas ya sea por miembros del Estado Islámico en Siria o Libia, ya por Boko Haram en Nigeria o por turbas de exaltados en Afganistan o Pakistán, que no paran de recordarnos lo bajo que puede llegar a caer la especie humana cuando se deja llevar por sus más bajos instintos. Al analizar lo hechos para intentar comprender el motivo de tamaña inhumanidad, se nos manifiesta de una manera meridianamente clara, que existe un evidente denominador común que revela que todos esos acontecimientos están relacionados; la invocación, por parte de los ejecutores, a una inevitable e inapelable justicia divina que exige para los ajusticiados un implacable pago acorde a los abominables crímenes que han cometido. Entonces la pregunta que nos asalta es la siguiente ¿Cuáles pueden ser esos crímenes para merecer tan terrible castigo? La cuestión es que cuando nos enteramos que han sido ajusticiados por cosas tan peregrinas como pensar diferente, ser homosexual o simplemente haber sido sorprendidos 'in fraganti' viendo la televisión sentimos que la indignación alcanza las máximas cotas que nuestra humanidad es capaz de soportar. Intentamos buscar las razones por las que alguien es capaz de llegar a realizar tales actos y después de razonar y meditar sobre el tema llegamos a la conclusión que dichas acciones sólo pueden ser posibles, si las personas que las cometen han sido sometidas a un lavado de cerebro previo que los programan con la idea de que son poseedores de una verdad absoluta que es obligatorio imponer, por medio de la fuerza y el terror si es necesario, a todo el que no pertenece a su grupo. Como es evidente, esto sólo puede ocurrir en sociedades clericales donde unos líderes religiosos, poseen en exclusiva, el conocimiento verdadero de una verdad sagrada que difunden sin miramientos. Y realmente dicho razonamiento es correcto pero desgraciadamente incompleto. Si detuviésemos en el hecho religioso la indagación de las causas que desembocan en sucesos tan inhumanos, la verdad quedaría huérfana de respuestas, puesto que la misma alegría que observamos hoy en las masas afganas que jalean a los lapidadores de mujeres, podríamos imaginar en las miles de personas que en festiva algazara se congregaban, en tiempos no tan lejanos, en cierta plaza de París animando y aplaudiendo por cada cabeza que se desgajaba de su cuerpo. La misma sed de venganza y capacidad de crear pánico y terror que nos provocan hoy las incursiones de Boko Haram eran realizadas hace sólo veinte años en el mismo corazón del lugar donde nació la civilizada Europa por tropas Serbias y Croatas en Vukovar, Sbrenica o el Valle de Lasva, por citar algunos ejemplos, y no era precisamente la religión el motor ni el fundamento de tales actos sino todo lo contrario porque en muchos casos era la justificación y el centro de todas las persecuciones. La única diferencia entre unos sucesos y otros es que mientras los primeros los vemos diariamente, con profusión de imágenes y detalles que revuelven nuestros más íntimos instintos en los telediarios de cada día, los otros o son un simple recuerdo histórico que no nos afecta y disculpamos con la excusa de que eran otros tiempos o no nos los cuentan con los pelos y señales que merecieran sucesos de tamaña magnitud, con la consecuencia que al final, en nuestro subconsciente, va asentándose de manera diáfana y cristalina, la idea de que mientras la religión esta íntimamente relacionada con inhumanidad y miseria, el concepto de razón es sinónimo de justicia y bienestar. Pero ninguna de dichas justificaciones o tratamientos puede ocultar a cualquier persona con un mínimo de integridad intelectual que la verdad no casa con dicho planteamiento. Nos horrorizamos con el terror generalizado impuesto por el Estado Islámico en las zonas que gobierna, lo absolutizamos como la máxima expresión de la inhumanidad y la sinrazón y a renglón seguido deducimos que dichas acciones jamás podrían ser causadas por personas racionales con un mínimo de estudios o educación y por ello concluimos que sólo el cobarde fanatismo de unos líderes religiosos puede ser capaz de crear tales desmanes. Pero una vez más debemos volver grupas sobre nuestras preconcebidas ideas porque ¿Qué más racional puede haber que el estado nazi o el comunismo soviético, cuyos crímenes superan a los de cualquier religión, tanto en cantidad como en calidad? ¿Más crueldad en un degüello del Estado Islámico que en una celda de tortura de la Gestapo? ¿Más intransigencia en un juicio de la Inquisición que en una deportación a un Gulaj soviético o a un Laogai chino? Por mucho que intentemos disimularlo es imposible de justificar. Sólo el comunismo en cien años ha asesinado a más personas que todas las religiones habidas y por haber en la historia de la humanidad. Por mucho que lo intentemos, no nos va a ser posible encontrar en ninguna religión nombres como Auschwitz, Kolimá o Choeung Ek en Camboya, donde en su desquiciado intento por alcanzar la igualitaria utopía comunista, provocaron en sólo cuatro años (del 1975 al 1979, es decir, a la vuelta de la esquina histórica) el genocidio de 2 de 7 sus millones de habitantes. Pero como estos sucesos ya no aparecen en nuestro imaginario colectivo diario parece que o no existen o no nos afectan. Son simples errores trágicos ya superados por nuestra racional civilización debido al continuo avance del conocimiento y el oportuno reconocimiento y eliminación de los fallos cometidos por locos en el pasado. Y frente a esta continua depuración de la sociedad civil con el fin de mejorar y perfeccionar el sistema de convivencia debemos confrontar el inmovilismo clerical instalado en sus mitos ancestrales, de los que es imposible obtener la tolerancia necesaria con el discrepante o el disidente. Por ello, para evitar que se expandan dichas conductas y comportamientos es una necesidad imperante eliminar todo vestigio religioso, por no ser este más que un lastre causante de tensiones y freno hacia el prometedor futuro que nos augura el progreso humano. El origen de la religiosidad no es más que el vacío que se produce ante el miedo a lo desconocido. Ese miedo es lo que empuja a la persona a buscar su seguridad completando con fábulas y mitos su ignorancia ante fenómenos a los que no encuentra explicaciones. Es en esas circunstancias donde se gesta el verdadero caldo de cultivo que propicia la aparición de líderes capaces de estimular hacia caminos tortuosos a esas masas analfabetas necesitadas de seguridad y capaces de aceptar el primer mesías que ofrezca el anhelado paraíso celestial, ya que (y en esto por lo menos son sinceros) no es posible conseguirlo en la tierra. Para evitar que esto suceda es necesario aumentar los niveles de cultura y conocimiento, porque cuando el ser humano alcanza elevadas cotas de sabiduría y sensibilidad destierra por principio la violencia o la venganza de su forma de actuar. Pero, de nuevo la historia se encarga de desmentirnos rápidamente, porque si esos niveles de ignorancia pueden ser válidos en el caso de la revolución soviética de ninguna manera lo es para la Alemania nazi, sociedad tan refinada, culta y avanzada como la que más y sin embargo, no sólo fue capaz de caer en las garras de una inhumana dictadura como no la ha habido jamás en la historia, sino que la abrazó con un fervor y una esperanza que convirtió a sus líderes en semidioses tan venerados como los habidos en cualquier otro periodo de la humanidad. Y la pregunta que nos asalta es la siguiente ¿Cómo es posible que se produjese tamaño desatino histórico? Pues precisamente por la conjunción de los tres requisitos necesarios para la aparición de tales regímenes. Los dos primeros son la desaparición de la noción de Dios de la conciencia humana junto con la aparición de una extrema confianza en el conocimiento y la razón como fuente de progreso. Estas dos condiciones hacen sentirse al hombre como ser supremo y dueño de su propio destino por lo que está exento de rendir cuentas a nadie que no sea a él mismo o como mucho al grupo que representa. Al hacer desaparecer a Dios y sustituirlo por la razón, en cuanto aparezca un momento de crisis que haga dudar a la sociedad de su propio destino, es cuestión de tiempo que emerja un mesías o una utopía humana que prometa, con una confianza y una seguridad sin límites, conducir al pueblo hacia el paraíso en la tierra, para que este le siga con fe ciega. Casualidades de la vida, los tres requisitos se produjeron tanto en la Alemania nazi como en las revoluciones comunistas soviéticas y asiáticas con la diferencia cultural ya mencionada habida entre unos casos y otros. Por todo lo dicho ya podemos sacar una primer conclusión y es que la violencia y la intolerancia no es patrimonio de la religión o de los líderes religiosos, sino mas bien un reflejo de la maldad humana. El problema aparece cuando dicha maldad es fundamento o razón del estado (sea religioso o laico), puesto que este asume que el uso de la crueldad o el terror es algo consustancial al ejercicio del poder. Sigamos avanzando en el tema a partir de una pequeña cita de Pérez Reverte sacada del artículo de XL Semanal, Una historia de España XXXVI: "La gran masa de españoles, el pueblo llano, seguía siendo inculta, apática, cerril, ajena a las dos élites, o ideologías, que en ese siglo XVIII empezaban a perfilarse, y que pronto marcarían para siempre el futuro de nuestra desgarrada historia: la España conservadora, castiza, apegada de modo radical a la tradición del trono, el altar y las esencias patrias, y la otra: la ilustrada que pretendía abrir las puertas a la razón, la cultura y el progreso." En ella podemos ver una variación que complementa el contenido del artículo de Santos Juliá y que es típica del pensamiento a favor del laicismo absoluto. En este punto ya no se relaciona religión con terror sino que se da un paso hacia delante modulando el concepto y haciendo responsable a la iglesia y sus ministros (con las siempre honrosas e ilustradas excepciones) de obstaculizar por todos los medios cualquier forma de progreso a lo largo de la historia, oponiéndose por todos los medios a los sectores ilustrados, que buscaban traer la luz y el conocimiento natural como correspondía al lógico curso de la historia. Y aunque la idea es correcta porque se cimienta en hechos reales de nuevo fracasa a la hora de mostrarnos los acontecimientos en su conjunto puesto que está incompleta. La Iglesia Católica, como afirmaba al principio de este artículo, es Universal al estar presente en todo el mundo occidental desde hace aproximadamente 2000 años. No existe institución humana actual que pueda equipararse ni en tiempo ni en espacio al catolicismo, por ello es normal que su influencia sea notable, pero también provoca que si se quiere encontrar puntos negros en su historia no sea difícil hallarlos, debido precisamente a la ingente labor realizada durante todo ese periodo de tiempo. Por ello es importante que al juzgarla se contemple la obra en su conjunto tanto temporal como espacial, porque mientras en un lugar se pudiese considerar su actuación como oscura, en otro, en ese mismo instante, podía estar siendo luz y esperanza. Véase como mientras en España, la Inquisición hacía su agosto, en América, esa misma Iglesia era el único referente moral al que podían acogerse los nativos frente a la despiadada conquista de un pueblo ávido de riquezas. Y como muestra un botón. El inicio del derecho de gentes se produce cuando Francisco de Vitoria, al tener conocimiento en 1536 de las violencias cometidas durante la conquista de Perú, escribe su relección De indis, en la que declara que los indios no son seres inferiores a los que es legítimo esclavizar y explotar sino seres libres, con iguales derechos que los españoles y dueños de sus tierras y bienes. Compárese con la conquista del vecino del norte y como en nombre del progreso humano se exterminaron el 80 ó el 90 por ciento de las civilizaciones autóctonas. Pero en esos casos simplemente con no identificarse con ese poder civil se zanja el asunto y se decide que no hay cuentas de qué responder ya que no había clérigos de por medio. Afirma Pérez Reverte durante una rueda de prensa en Santiago de Compostela antes de recibir el premio San Clemente el 27/01/14: "Si has leído a Virgilio, si has leído a Homero, eso te ayuda". Y eso es cierto, pero tanto Pérez Reverte como el resto del mundo ilustrado sabe que esas lecturas no serían hoy posibles si no hubiese sido por el titánico esfuerzo de una solitaria Iglesia empeñada en preservar y mantener la mayor cantidad posible del inmenso conocimiento que produjo el mundo antiguo. Una Iglesia que fue el único sostén de dicho conocimiento y su enseñanza frente a una despiadada barbarie generalizada que se enorgullecía de su vileza e ignorancia durante los oscuros años que sucedieron a la caída del Imperio Romano. Tal es así que es del todo imposible el renacimiento cultural y científico occidental sin el soporte cristiano, porque sin el cristianismo (junto con Grecia y Roma) habría sido inalcanzable la civilización occidental tal como la conocemos, la cual no se entendería sin, por ejemplo, los scritoriums medievales, las escuelas monacales o las propias Universidades. Todo esto sólo puede ser creado si existe un verdadero deseo de saber, algo que es propio del ser humano. La Iglesia quiere saber qué es lo que le rodea, quiere verdad y por ello anuncia a Cristo porque lo considera la Verdad primigenia. Pero no sólo quiere saber, también tiene la obligación de propagar ese saber y por ello funda las Universidades en plena Edad Media. ¿Alguien con deseo de impedir el avance del conocimiento se preocuparía de crear tal sistema educativo? Pues sí, responden los críticos, porque es esa precisamente la mejor manera de controlar qué conocimiento se enseña, y efectivamente, la Iglesia va a controlar la transmisión del conocimiento, del mismo modo que los estados modernos actuales controlan los sistemas curriculares educativos para impedir que se impartan nociones ajenas al saber establecido ¿o es que alguien vería normal que se enseñase nigromancia, espiritismo o astrología en la Universidad moderna? Lo que no hizo la Iglesia jamás fue ocultar conocimiento a sabiendas de que era verdadero. Pudo enseñar cosas falsas por ignorancia pero siempre educó, educa y educará en la ciencia que considere cierta y probada en cada momento. Y si las principales instituciones educativas modernas son hijas de las creadas por la Iglesia qué decir de los científicos de hoy en día. Los grandes pioneros de la ciencia moderna como Copérnico, Tycho Brahe, Kepler o Nepier, el creador de los logaritmos, por poner algunos ejemplos, eran cristianos o formaban parte de la Iglesia. Galileo siempre fue católico y su teoría heliocéntrica fue divulgada en todas las Universidades católicas una vez que aparecieron las herramientas matemáticas (logaritmos y cálculo diferencial) que permitieron su demostración. En 1741, ante la prueba óptica, de la rotación de la tierra en torno al Sol, Benedicto XIV hizo conceder al Santo Oficio el Imprimatur a la primera edición de las Obras Completas de Galileo. Por estas y otras muchas razones, considero que es muy osado afirmar que una institución o estado basado en creencias religiosas va a ser un freno para el avance del conocimiento humano. Si de verdad queremos comprender el problema del fanatismo islámico debemos ir sus raíces para de ese modo poder obtener unas conclusiones capaces de encontrar soluciones reales a los problemas. Una persona que ha visto llorar a sus padres a causa del hambre, que el ha llorado por lo mismo, que sufre con sus hijos llorando de hambre y sabe que sus abuelos y sus nietos lloraron y lloraran a causa de dicho mal sólo tiene tres opciones; la resignación, la huida o la lucha. Por fortuna para los ilustrados, razonables y justos europeos, la primera es la postura mayoritaria adoptada por la población que padece tal infamia. Esto determina que toda esa cantidad de humanidad padezca en silencio su destino, viviendo una muerte en vida y confinados en lugares localizados, facilitando ellos mismos su control al mundo 'civilizado' que intenta evitar u obstaculizar, en la medida de lo posible, su dispersión hacia la desarrollada Europa en busca de un futuro mejor. La finalidad es prevenir los posibles problemas de inseguridad y desequilibrio social que pudiesen llegar a provocar tales migraciones, algo que no sería aceptable, puesto que disloca el normal proceder de los honestos ciudadanos europeos, que aunque se solidarizan con tan penosas situaciones vistas periódicamente en sus telediarios, no están dispuestos a compartir su merecida calidad de vida, la cual tanto esfuerzo y sacrificios han requerido a lo largo de nuestra azarosa historia. Cuando Europa vivió situaciones similares a la anteriormente descrita, en algún momento aparecieron líderes, caudillos y paladines provenientes de los sectores ilustrados de la sociedad que fueron capaces de transmitir a las masas desfavorecidas esas ideas de libertad, igualdad y fraternidad (aunque por nuestro comportamiento parece que no tengamos muy claro cual es su significado) que tan arraigadas están en nuestra conciencia colectiva. Cada vez que se ha producido la conjunción de líderes revolucionarios con una masa dispuesta a todo la agitación de los pilares de la sociedad ha sido tal que después de que todo se serenase ya nada volvía a ser igual que al inicio de los acontecimientos. ¿Pero qué sucede en el mundo musulmán? Después de siglos de pobreza buscan respuestas y lo único que obtienen a sus dilemas es más pobreza y represión. Al mismo tiempo, comprueban como ese estado no tiene por qué ser eterno ni ilimitado al advertir, a través de la tecnología que les llega a cuentagotas, que existe otra manera de vivir, donde tus hijos no se mueren de hambre y tus aspiraciones pueden ir más allá del qué podré conseguir para hoy. Es en ese estado de desesperación cuando se produce el verdadero caldo de cultivo para la aparición de esos líderes capaces de arrastrar a las masas hacia su liberación. La diferencia con las revoluciones europeas es que un país que no tiene para comer difílcilmente va a tener para educar y menos para crear una mínima capa de ciudadanos ilustrados capaces de visualizar los problemas y guiar al pueblo hacia las soluciones. Por otro lado al no tener el más mínimo tejido empresarial tampoco tienen esa masa obrera o proletaria cualificado para crear un estado de clase o una sensación de pertenecer a un grupo capaz de proteger a sus individuos. Entonces ¿qué les queda? ¿de dónde puede surgir ese guía capacitado en unir a esos individuos desesperados? Pues está claro que de la religión, por eso esta situación no se produce en todos los países pobres sino sólo en aquellos que tiene ese aglutinador capaz de unir a una parte de la población en un objetivo común. Pero si el líder religioso es tan analfabeto y tan desesperado como el prosélito está claro que sus soluciones van a tener muy poco de razonables y lógicas y cuanto más radicales sean, más posibilidad va a tener de ser aceptadas por sus seguidores. Como dice la biblia 'si un ciego guía a otro ciego lo normal es que ambos caigan en la fosa'. Esta radicalidad provoca en dichos grupos la necesidad de realizar actos de una violencia exascerbada con el fin de crear el mayor miedo posible en el adversario como venganza a todo el mal padecido desde tiempo inmemorial. El problema viene a la hora de identificar al enemigo que con el paso del tiempo se va convirtiendo en una concepto cada vez más y más etéreo hasta identificar en él a todo individuo ajeno al grupo al que se pertenece, de tal modo que son los musulmanes los principales afectados por la actuación de tales grupos radicales, contándose por millones en todo el mundo las víctimas de tales desmanes. Mientras esto sucede, la civilización occidental sigue mirándose el ombligo pensando que esto no es un problema de pobreza o desigualdad sino una reacción provocada por la envidia por nuestro modo de vida o la guerra santa por considerarnos a todos herejes. ¿Alguien se imagina que si los ciudadanos de un país, por muy musulmán que este sea, tienen todos empleo estable y de calidad, hipotecas y coches que pagar, un mes de vacaciones, sanidad, educación gratuita... se iban a dedicar a degollar infieles o a poner bombas a troche y moche? El mundo ilustrado occidental ve con muy buenos ojos poder identificar al enemigo con el fanatismo religioso porque de ese modo al tiempo que se combate a los inconformistas de los países pobres (y si de paso se puede hacer un negocio aquí y otro allá mejor que mejor) se tiene la excusa perfecta para arrinconar en nuestra civilización toda idea religiosa, a lo más profundo e íntimo de la vida personal de aquellos individuos que todavía necesiten de dicha superchería, hasta que llegue el momento final en el que se pueda desterrar por completo la religión de la vida humana. La razón es el único y verdadero motor de la humanidad. Nada mas lejos de la realidad. Si no fuese por el Islam, en este caso concreto que nos ocupa, o por la religión en general, el número de fanáticos desesperados en busca de soluciones violentas se multiplicaría por diez, veinte o treinta porque la religión actúa en las personas como un bálsamo contra el sufrimiento capaz de proveer de una esperanza imposible de comprender por el ateo y el racionalista puro. Como bien decía Napoleón, ese hijo de la ilustración, un cura vale por cuatro policías, porque si en vez de religión las masas exigiesen por su mano justicia y libertad no habría en la tierra lugar donde pudiésemos escondernos los habitantes de este mal llamado mundo civilizado y como prueba de ello sólo tenemos que ver las consecuencias de los triunfos de las revoluciones ateas a lo largo y ancho del planeta durante todo el pasado siglo XX. Porque ¿Quién ha matado más gente ISIS o el Mediterráneo? ¿Al Qaeda o el hambre? ¿Boko Haram o la malaria? ¿Un mundo que consiente, permite y colabora con tales desatinos puede considerarse civilizado? ¿Quién es menos civilizado, el que comete barbaridades por desesperación o el que permite o consiente el hambre y la pobreza extrema pudiendo evitarla simplemente por egoísmo, pereza o codicia? y como nos auto denominamos avanzados, cultos y racionales parece que en nuestra defensa no vamos a poder aducir el desconocimiento o la incapacidad como pretextos válidos para exonerarnos de la culpa. Pero claro, no tenemos problema, porque como siempre, tenemos identificados a los culpables a los que acusar de todos estos males. Los responsables son esas fuerzas fácticas totalitarias lideradas por banqueros, multinacionales y fondos buitre que ejecutan sus acciones por medio de esas marionetas mal llamadas políticos a los que tienen debidamente comprados o sobornados. El ciudadano no es mas que un simple espectador al que le han secuestrado la voz y la fuerza. Yo sólo quiero lo mejor para todos, dice. Son los políticos los que tienen la obligación moral de resolver los problemas de África que para eso se les paga. Pero si estos levantan los aranceles a los productos agrícolas africanos, me rebelo y corto las carreteras en señal de protesta porque eso perjudica nuestra agricultura, si la multinacional X dice que va a trasladar su producción a un país centroafricano me manifiesto porque eso es pone en peligro mi puesto de trabajo, si solicitan los países que buscan desarrollarse, que se les permita comerciar sin trabas ni cortapisas como predice la economía liberal, de la que tanto se presume que es motor de riqueza y bienestar, se deniega la demanda alegando competencia desleal y como esos se pueden poner los ejemplos que se deseen. Por todo ello, si lo que realmente se desea es acabar con el fanatismo religioso o cualquier otro problema similar que pueda surgir en un futuro, lo que se debe hacer es conseguir un mínimo nivel de prosperidad para la humanidad tal que permita a todos los habitantes de este planeta disfrutar de una vida aceptable y digna. El segundo pilar sobre el que se sustenta la crítica a los estados basados en la religión es su concepto de justicia. Se afirma que la justicia religiosa está basada en mitos y razonamientos irracionales que son obtenidos del conocimiento de un libro sagrado que sólo unos elegidos son capaces de interpretar. Al ser una verdad revelada, no existe margen para la discusión ni la disensión, por lo que su aplicación va a ser por definición intolerante, siendo su finalidad la conversión del descarriado y si está no es posible se ejecuta la inevitable condena eliminando al individuo que no se ha dejado salvar. La consecuencia de todo esto es la imposición en los países donde ha gobernado o gobierna un estado confesional de sistemas totalitarios de control donde se exige que unos ciudadanos delaten a otros y una vez detenido al sospechoso se le infrinja todo tipo de tortura hasta que este confiese su culpa y se arrepienta de sus pecados. De nuevo estamos en las mismas, si pensamos en la Inquisición como el paradigma de dicho sistema y se nos ocurre comparar su modus opernadi con los sistemas de justicia contemporáneos a la misma podemos llevarnos la sorpresa de que la Inquisición fue un organismo modélico en comparación con la justicia civil, tanto es así, que las cortes eclesiásticas de la Edad Media tenían una merecida reputación de ser mucho más benignas que sus equivalentes seculares y para muestra un botón; el castigo secular hasta bien entrado en siglo XIX en la mayoría de las cortes europeas para la sodomía y el bestialismo era la muerte, pero en la corte eclesiástica era mucho más probable que se enviase al reo en peregrinaje como castigo. Los registros históricos muestran que las confesiones públicas, cargar cruces, peregrinaciones, prisión y también la ejecución, fueron todas sanciones disponibles para el inquisidor, y que en la mayoría de los casos se comprueba que los asuntos terminaban con reproches leves. Sólo hay que comparar el número de ejecuciones en un caso y otro y ver la diferencia abismal a favor de la justicia eclesiástica. Pero si comparamos las formas de los procesos comprobamos que también son infinitamente más transparentes las cortes eclesiásticas que las seculares tanto es así que cualquier historiador puede hacerse con el interrogatorio y sentencia de cualquier juicio de la Inquisición (excepto los expoliados en cualquier fase de la historia por los hijos de la luz, léase napoleónica, libertaria, revolucionaria...) algo que por desgracia no puede decirse de la justicia secular cuyos juicios directamente eran más amigos del secretismo y la oscuridad que de la transparencia y la exposición pública de los argumentos utilizados. Y si de justicia hablamos debemos admitir que si hay un juicio en la historia del que se han escrito ríos de tinta ese el el juicio a Galileo Galilei, donde a primera vista, parece que queda palmariamente demostrado como en un estado teocrático la ciencia debe someterse y doblegarse a la teología de tal modo, que es esta, en última instancia la que dicta lo que es verdadero y lo que no. El problema aparece cuando se profundiza sin prejuicios en los fundamentos de dicho proceso porque a Galileo lo juzgaron tres de los más grandes científicos de la época y como en todo juicio de lo que se trataba era y es de esclarecer lo que es verdad de lo que es apariencia. En el proceso a Galileo se le solicitaron pruebas científicas que corroborasen sus afirmaciones y el principal argumento que aportó, después de largas y arduas discusiones, para fundamentar su teoría de que la Tierra y los demás planetas giraban alrededor del Sol era que ello se comprobaba por las mareas, las cuales eran provocadas, según él, por la sacudida de las aguas a causa del movimiento de la Tierra. Una postura evidentemente errónea, a la que sus jueces-colegas opusieron otra, la correcta; que el flujo y reflujo del mar se debe a la atracción de la Luna. Galileo afirmaba que los cometas eran ilusiones ópticas, en contra de astrónomos jesuitas del observatorio romano quienes afirmaban que eran objetos celestes reales y también que el Sol se mantenía fijo e inmóvil, cuando éste en realidad se mueve en torno al centro de la Galaxia. Por si esto no fuera suficiente, los jueces, le solicitaron que explicara, en caso de ser cierta su teoría, por qué al disparar una bala de cañón en la dirección del movimiento de la tierra esta alcanzaba la misma distancia que si se disparaba en el sentido contrario o por qué las nubes se movían en cualquier dirección y no en sentido contrario al movimiento de la tierra, tal como veríamos hoy en una locomotora de vapor o en la chimenea de un barco. Hoy se admite que Galileo no tenía respuesta a tales preguntas y que la demostración a su teoría fue aportada por Newton en 1687, al derivar las leyes de Kepler desde la ley universal de la atracción gravitatoria. Por todo ello debemos aceptar que la Iglesia, tantas veces acusada de error al meterse en un terreno tan alejado de su competencia como el de las ciencias naturales, tuvo razón al exigir a Galileo que defendiera sólo como hipótesis el sistema copernicano. De tal modo es así, que el inspirador de la condena a Galileo, el cardenal Belarmino, reconoció que, si la tesis copernicana fuese demostrada, no habría más remedio que cambiar los criterios exegéticos vigentes hasta ese momento. No se condenó a Galileo porque la Iglesia considerara falsa la teoría heliocéntrica y verdadera la de Ptolomeo. La negativa de Roma a Galileo se basó más bien en la creencia de que la concepción copernicana estaba en contradicción con la Sagrada Escritura. Y ahí fue donde se equivocó la Inquisición empecinada en interpretar al pie de la letra los textos bíblicos. Por su parte Galileo, siguiendo a San Agustín y otros teólogos de la antigüedad, solicitaba criterios de interpretación para las sagradas escrituras que cualquier especialista de hoy aprobaría, lo que nos conduce al paradójico resultado de que Galileo se equivocó en el campo de la ciencia y los eclesiásticos en el de la teología. Mientras éstos acertaron en el terreno científico, Galileo lo hizo en la interpretación de los textos sagrados. Por ello no se puede afirmar, como tan gratuitamente se hace, que la labor de la Inquisición en el caso Galileo fue irracional o contraria a la ciencia ya que como demuestran las actas del juicio la seriedad y dignidad del Tribunal que lo juzgó, fue ejemplar y loada. Es, fue y será impensable que un Tribunal serio, pueda admitir hipótesis sin pruebas y eso también vale para el caso Galileo. Respecto a la severidad de la condena y en contra de lo comunmente establecido hay que decir que a Galileo no lo mató la Inquisición, sino que murió de muerte natural, en su casa, a los 78 años de edad. Galileo fue condenado a no enseñar o defender el sistema copernicano e ingresar en prisión, pena que fue conmutada inmediatamente por arresto domiciliario, de modo que nunca llegó a ingresar en la cárcel pero ni fue torturado, vejado ni maltratado como usualmente se acepta por buena parte de la población, debido a esa leyenda negra contra la Iglesia interesadamente difundida por ciertos defensores de la razón. Por ello es lógico afirmar que en el caso Galileo no se produce una oposición ciencia-fe, sino un aparatoso conflicto cultural propio de la época. Y mientras desde el mundo de la ilustración y la razón se difunde sin ningún tipo de cortapisa ni reparo la idea de que el proceso a Galileo es el típico caso de injerencia eclesial en el mundo de la ciencia y se exige airadamente una reparación por tal desatino, los mismos protagonistas callan vergonzosamente la historia del juicio a Antoine Lavoisier padre de la Química moderna. En 1791 Lavoisier, uno de los mayores genios del saber humano, es acusado, en pleno periodo del terror de la Revolución Francesa, por Marat entre otras lindezas de ser aprendiz de químico, charlatán y miembro de la Academia de las Ciencias. En 1792 la Academia y los académicos son acusados del delito de incivismo y en 1793 la Academia es abolida. En noviembre de 1793 y a pesar de la muerte de Marat la Asamblea decreta el arresto de los miembros de la Ferme Genérale entre los que estaba Lavoisier y son conducidos al convento de Port Royal. En mayo del año siguiente (1794), los detenidos son conducidos al Tribunal, cuyo record era que había condenado al 100% de los acusados. El presidente del tribunal, el terrible Coffinhal, expresó: “La República no tiene necesidad de sabios, dejad que la justicia siga su curso” y al día siguiente los prisioneros fueron ejecutados sin ceremonia y sus cuerpos arrojados a una tumba anónima en el cementerio de la Madelaine. Enterado de esto, dicen que Joseph Lagrange expresó: “Bastó un instante para cercenar esa cabeza, y quizás un siglo no baste para producir otra igual”. Como síntesis del reconocimiento de la obra del genial Lavoisier baste decir que sus aportaciones junto con las de Newton fueron señeras en la apertura de los horizontes de la científicos en general y de la Química en particular, al consolidarla Lavoisier como una ciencia con todos sus atributos. A día de hoy ¿Algún estado moderno ha pedido disculpas por semejante barbaridad? ¿Alguien clama por tamaño desatino? Parece que no, ni se espera tal disculpa ni exigencia alguna por parte de sector alguno de la sociedad. Cualquier persona con un mínimo de curiosidad intelectual puede comparar un juicio con el otro y sacar por si mismo sus propias conclusiones sobre quien buscaba la verdad y quien el interés. Pero eso es lo de menos, porque aquí lo importante es como conseguir lo que se desea y el objetivo ya esta señalado, desterrar, al precio que sea, el nombre de Dios de la vida moderna. El tercer argumento en el que se sustenta la acusación contra los estados basados en la religión es la gran cuestión de la barbarie creada por dichos estados. Pero mientras en Europa convivieron los poderes civiles y religiosos el número de guerras provocadas por los primeros no desmereció en nada (aunque parezca increíble) a las provocadas por el poder religioso. A no ser que las conquistas del Imperio Romano, las de los bárbaros, las guerras de los reinos hispanos, las de Carlomagno, las incursiones Vikingas... las denominemos también como guerras religiosas. Porque una cosa es que los dirigentes se consideren creyentes y se sometan a un poder religioso y otra es considerar que toda conducta realizada por el poder civil deba atribuirse a un indicación de la jerarquía eclesiástica. ¿El poder absoluto nació con la religión o existe independientemente de esta? ¿El derecho de pernada medieval y lo que esto significa de sometimiento es consecuencia de una imposición religiosa o es consecuencia de la brutalidad humana? En todo caso si fuese cierto que el poder religioso fomenta la intolerancia y con ello la confrontación que lleva a la guerra, deberíamos comprobar una disminución de las mismas una vez que los pueblos se liberaron de su yugo, pero otra vez comprobamos que es todo lo contrario. El número de guerras y de muertos no hace más que aumentar con el paso del tiempo sin que se pueda ahora decirse que el culpable sea la religión. El número es ilimitado pero por mencionar algunas posteriores a la Revolución Francesa tenemos a las guerras napoleónicas, la misma Revolución, la primera y segunda guerra mundial, las Revoluciones Comunistas... En fin que cada uno se sirva a su gusto. Lo que sí es importante reseñar es que los cinco países que mayor exterminio, cuantitativamente hablando, han provocado en la historia de la humanidad son la Alemanía nazi, y las comunistas URSS, China, Vietnam y Camboya. Sólo ellos en cien años han asesinado a más gente que todas las religiones juntas desde que el hombre existe como tal. Y en todos ellos tenemos el denominador común de que no había sitio para Dios. La humanidad y la razón se bastaban por si solas para conducir al hombre hacia la libertad. Creo que no es necesario mencionar que cualitativamente también alcanzaron el glorioso honor de llevar la muerte, la tortura y la deshumanización hasta cotas inimaginables hasta ese momento, tanto es así que las actuales barbaridades de los radicales islámicos no son mas que un juego de niños comparado con lo realizado por los maestros del horror. Se puede caer en la tentación de pensar de que controlados los totalitarismos, la razón ya no tiene obstáculos para salvar al hombre y por lo tanto se está en condiciones de subir un nuevo peldaño de nuestra escalera al cielo del paraíso ilustrado. Escribe Pérez Reverte en su artículo de XL Semanal titulado: los ojos de víktor korchnói: "Para quienes, pese a ser jugadores mediocres como yo, hace tiempo sustituimos a Dios por el ajedrez (encontrando en este más lógica y consuelo que en una plegaria, un altar o un confesionario), ver a esos ajedrecistas en acción, inclinados sobre sus tableros, es como asistir a misa en una iglesia tranquila: algo que serena mucho el espíritu". Bingo, ya se ha conseguido la cuadratura del círculo racional al igualar la espiritualidad con la relajación, el sosiego o el reposo, desvirtuando de ese modo la naturaleza del sentir religioso al vaciarlo de contenido, minando su fundamento y eliminando su razón de ser. Ahora ya todo vale porque el valor de las cosas, sentimientos o necesidades será el que oficialmente se les atribuya. Pero si la razón es la guía y la ciencia su bastón ¿Dónde ponemos el límite? Porque si el conocimiento no tiene límites implica que deberemos siempre aceptar sus avances como legítimos y sus consecuencias como naturales. En ese caso la ciencia se colocaría por encima del hombre pasando este a estar sometido a sus conclusiones hasta el límite de poder llegar el hombre a dejar de ser hombre en nombre de la suprema razón. Puede parecer ciencia ficción pero no lo es. Ya es posible modificar el color de los ojos de un feto por medio de modificaciones cromosómicas, pero resulta que unos padres quieren lo mejor para su hijo que está por nacer (lo que es del todo loable) y desean no sólo que tenga ciertos rasgos físicos, sino también mejorar su cociente intelectual. Este niño va a nacer (aparentemente) con unas ventajas que no va a poseer el hijo del vecino, el cual ve como puede peligrar el futuro del suyo si todo el mundo hiciese lo mismo, y aunque no está de acuerdo, no le queda más remedio que solicitar dichas mejoras para su bebé con el fin de evitar que este quede atrás en el futuro mundo competitivo que se le avecina. Por otro lado los avances en computación permiten insertar en el cuerpo humano microchips que mejoren el ritmo cardiaco a voluntad, que informen de las carencias minerales o que contengan toda la información de la enciclopedia británica por poner algunos ejemplos. De ese modo el hombre se va perfeccionando de tal manera que es capaz de realizar hazañas impensables para cualquier otro humano no modificado. Poco a poco el nivel va subiendo de tal manera que se pueden llegar a implantar miembros u órganos biónicos capaces de aumentar las capacidades físicas a estados que nada tienen que ver con el ser humano actual. El deseo de mejora y perfeccionamiento llega hasta tal punto que cada vez que se detecta un feto, no ya con defectos, sino con la incapacidad de ser mejorado hasta unos niveles aceptables se decide interrumpir su crecimiento provocando de ese modo una selección natural que ríete tú de la raza aria hitleriana o el hombre nuevo comunista. Pero la cosa no acaba aquí puesto que al nacer ya se tiene todo el mapa cromosómico del individuo de modo que en vez de ponerle al recién nacido una etiqueta identificativa se le inserta un michochip con toda su información genética o sanitaria, la cual es actualizada con cualquier cambio producido a lo largo de su vida. Y ya que estamos, los padres, en su derecho sobre el menor, deciden que en el mismo se incluya un localizador GPS para tener siempre controlado al menor. De ahí a que esa información la tenga un superordenador sólo hay un paso y que el acceso al mismo por motivos de seguridad lo tengan las fuerzas de seguridad de el estado o lo que es lo mismo la autoridad central es un juego de niños. Se puede añadir a esta visión todos los adelantos que uno desee, no hay límite, sólo se necesita que una persona comience el juego, que este se convierta en moda o tendencia y ya tenemos el avance asegurado. Es probable que este paisaje a algunos les parezca un disparate o una barbaridad pero por cada persona que lo repudia existe otra que desearía participar sin ningún reparo ni cortapisa en el mismo, por lo tanto ¿Dónde se pone el límite? y más importante ¿Quién lo decide? La única verdad, es que sin Dios no hay fronteras, la especie humana tal como es sólo es posible preservarla con la existencia de unas fuertes reglas morales que sólo son posibles si se acepta la premisa de la existencia de Dios. Por ello quedan advertidos todos los afrancesado y los defensores de la laicidad absoluta, por si en un futuro se produjesen acontecimientos como los antes expuestos, no sea que al igual que Ortega y Gasset, a los siete meses de proclamada la Segunda República Española, les invada la necesidad de exclamar aquello de ¡No era eso! ¡No era eso! Por otro lado, proclama el mundo ilustrado su superioridad pensando que la razón lo puede todo pero ¿Qué es la razón sin el corazón? Un mundo construido por gente como Einstein, Peter Atkins, Freud o Nietzsche sería perfecto en su concepción pero inhumano y falto de alma en su realización. No hay mas que ver como en nuestra sociedad los avances técnicos van de la mano con la soledad y el individualismo. Cada vez somos más ricos materialmente pero conforme aumenta la riqueza aumenta proporcionalmente nuestra pobreza humana, con la particularidad de que dichos valores son diametralmente opuestos a los de los países pobres donde la hospitalidad y el respeto a los mayores, por poner algunos ejemplos, son parte de sus señas de identidad y normas sagradas a cumplir por cualquiera de sus miembros, y de eso puede dar fe cualquier persona mínimamente viajada. Por ello el conocimiento de Einstein no es nada sin la humanidad de Gandhi, San Francisco o Luther King, la sabiduría de todos los filósofos terrenales queda vacía si no se completa con el humanismo de Tomas Moro o Erasmo de Roterdam y todo el avance social obtenido a lo largo de los siglos quedaría vacío sin la ciencia de San Agustín o Santo Tomás. Ciencia y fe son las dos caras de una misma moneda, no es posible el avance equilibrado de una sociedad si le falta una de sus dos caras, pero si por cualquier motivo tuviese en un momento dado que elegir, prefiero mil veces la humanidad vivida en las chabolas recorridas por la madre Teresa de Calcuta al conocimiento vacío de todos los palacios universitarios. Comenta San Juan en su evangelio que después de su última cena, Jesucristo les dio a discípulos un mandamiento nuevo, que se amasen los unos a los otros como Él los había amado y que esa sería la señal inequívoca de su fidelidad. Seguidamente se ciñó una toalla y se puso a lavarles los pies indicándoles que Él era el Señor pero que se ponía a servirles como si fuese el siervo y les exhortó a que ellos hiciesen lo mismo con el mundo porque de ese modo se les reconocería como discípulos suyos. No existe Revolución, Ilustración o conocimiento humano capaz de superar dicha doctrina. Otra cosa es que los que creemos en ella seamos capaces de estar a la altura de su enseñanza. Y si alguien ha conseguido llegar hasta este punto (cosa que dudo mucho) decirle que la redacción de este artículo no habría sido posible sin al apoyo incondicional de todo el equipo de http://es.clasificados.st hacia mi trabajo intelectual, el cual debo manifestar, ha sido realizado sin injerencia alguna por su parte y respetando en todo momento mis fragilidades, perezas e inconsistencias que son muchas y variadas. Por todo ello, lo dicho, muchas gracias señores de clasificados.st
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