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Marilyn Monroe durante las pruebas de maquillaje para Let's Make Love, diciembre de 1959.

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Hay días en los que me encuentro con el impulso de hablarte como si el tiempo no hubiese pasado, como si tuviera sentido todavía decirte cosas entre íntimas y personales o quedarme esperando que digas algo con tono de sutil reproche a lo que queda de aquella pasión turca hoy sin duda turquesa.

No quiero romantizarlo. Sé que lo nuestro tiene hoy más de hábito que de amor. Más de necesidad que de ternura. Y que, aunque hubo momentos verdaderamente bellos, la mayoría del tiempo hoy me siento un farol apagado esperando que me mires para prenderme.

Pero hay algo en esta oscuridad compartida que sigue llamándome. Algo que no puedo explicar del todo, como si mi cuerpo recordara el lenguaje secreto de nuestras sombras, ese pacto silencioso donde aprendí a confundirme a mí mismo para no perderte.

No sé si es amor, no de ese que se nombra con final feliz. Es otra cosa, más cruda, más intensa. Una mezcla entre el deseo y la desesperación, entre la promesa de que podríamos curarnos mutuamente y la certeza de que nos estábamos intoxicando poco a poco. Sin embargo, permanece o permanecemos porque hay algo en tu desconcierto que reconozco como propio, porque en el fondo pienso que si logro contenerte o aliviarte, entonces también me alivio yo.

Qué ironía: mientras más he tratado de rescatarte, más me perdía. El diablo nunca se me muestra como una amenaza, no. Se sienta a mi lado con dulzura, me susurra que nadie más me va a entender así como tú. Me recuerda lo solo que me siento cuando no estás, y yo lo sigo creyendo.

Le creo porque tengo miedo, porque confundo el amor con la permanencia, porque prefiero lo malo conocido a la incertidumbre del vacío.

Y lo más terrible es que incluso ahora, después de esta distancia, cuando ya no me siento mal, cuando tu ausencia debería cicatrizar todo, todavía hay noches en las que algo dentro de mí susurra tu nombre como un conjuro que no quiere rendirse.

A veces pienso que es adicción. No a tí, sino a lo que representas: a ese lugar donde todo duele, bueno sí, al menos siento ese algo de dolor. Porque hay algo en el dolor que también da sentido, algo en el drama que me distrae del silencio profundo que nos habita cuando nadie sabe de nuestra mutua existencia.

Estoy aprendiendo a no correr hacia el fuego cada vez que siento fríaldad, a no buscarte como refugio cuando en realidad eres tormenta, a distinguir entre lo que me hace vibrar y lo que me desarma.

Y no, no voy a decir que estoy completamente libre. Reconozco la cadena. Pero bueno con eso, empieza el primer paso de soltarla y dejar todo que fluya de la mejor manera. No lo crees?

Siempre tuyo.

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No cuento las horas porque sé que contarlas sería aceptar el vacío sin tí. No busco señales de tu ausencia porque no las necesito, éstas son un fantasma que he aprendido a reconocer. Se instala en todo lo que me rodea como el silencio cuando queda tras de una puerta.

Ya no me pregunto porque sé la respuesta antes de pronunciar la pregunta. Eres una estrella fugaz que no perteneces a un solo cielo. Aunque me haya jurado mil veces que no volveré a esperarte, aquí estoy otra vez, contemplando todo como una puerta que no se abre.

Imagino que con el tiempo la costumbre debería anestesiarme, pero sigo sintiendo ese dolor primitivo como cuando aparentemente termina todo.

No te culpo ni te odio. Ni siquiera me atrevo a reclamarte. Pero dime ¿alguna vez sientes este mismo vacío cuando no me encuentras? ¿O soy yo el único condenado a extrañarte incluso cuando sé que siempre vuelves?.

Porque volverás. Siempre lo haces.

Bueno, yo estaré aquí, como otras veces, fingiendo que no me duele, fingiendo que no pasa nada, fingiendo que mi amor es más grande que mi tristeza.

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Siempre en todos mis años desde aquella lejana edad de jóvenes que muy bien describes he tenido la sensación de que estás en mi presente, e igualmente aquí y ahora. No físicamente, no en carne y hueso, sí en un estado de mi imaginación con sabor a nostalgia. Así siento que te encuentro a mi alrededor un día y otro como si fueras una catedral sin campanas, grandiosa pero sin vida latente.Te odio un poco por eso, por estar sin estar, aún así siento como si te quedaras sin quedarte.

Cuando te pienso hago algo que nunca te conté, junto las yemas de mis dedos y las froto. Al instante de comenzar se rozan instintivamente, se acarician hasta que quedan quietas como cuerpos integros que acaban dándose calor. Confieso que en la oscuridad te veo. Imagino tu cuerpo que se mueve entre sombras. Permanezco inmóvil, mi rostro no se aprecia pero te aseguro resplandece.

En esta transponia me recuerdas que todo lo que existe merece la pena. Que la armonía siempre es perfecta y que sólo hacen falta dos notas bien certeras para crearla. Que el universo es música silenciosa, y que en él existen los milagros, seguramente tú eres uno de estos. Creerás que improviso y desvarío. Pero no, contigo no.

¿Qué me sucede? Bien lo sabemos. Me estremezco porque soy un río de sangre por dentro, otro verbo cuando te encuentras delante. Si sucede algo, no temo. Si algo pasa y nadie más puede sentirlo es que lo estamos viviendo tú y yo. Y lo estamos haciendo bien, créeme.

Esto es real, y a mi edad sigo descubriendo que aprendo de tus ojos, de tu cuerpo, de tus gestos y palabras. Y fíjate bien, ahora no soy nadie, sin embargo justamente, y a pesar de lo que entiendes como impulso básico, cuando todo esto sucede soy como el universo, y dentro te tengo a tí, en la sintonía de cuerpo y alma, entre cientos de nebulosas. Esto a simple vista para tí es sexo para mí es otra cosa.

Sin embargo como si fuera la primera vez en mucho tiempo me siento tranquilo. Me encuentro en mi esencia, entre mi sueños de siempre y mi alma. Como la primavera renace así quiero y deseo renacer todavía, en esa paz que sale del pecho, entre el aire que llega de fuera y ese sol que no molesta, así quiero quedarme.

No quiero romper mi corazón más persiguiendo la luna, prefiero dejar que ella me encuentre, hoy por hoy dejo que las cosas sucedan cuando gusten porque para mí ya no hay presente sin pasado ni futuro sin presente. No hay amor sin desengaño ni locura sin demencia. Huidas sin rastro ni pasión sin excelencia. No hay traición sin reincidencia. No hay camino sin pasos. No hay errores sin desacato. No hay una entrada sin una salida. No hay maldad sin penitencia. No hay verdades sin mentiras. Ni todos los espejos son transparentes.

No hay amor si tú no quieres.

Siempre tuyo.

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No pretendo ser un viejo sabio que lo sabe todo y te da lecciones sobre cómo vivir.

Creo que cada persona en este accidentado camino de la vida posee sus propias perspectivas e irradia su propia luz de sabiduría.

Aún así, permíteme compartir mis propias reflexiones, no desde una posición de superioridad, sino como iguales, como dos personas cercanas en una conversación profunda. Una compartiendo su perspectiva, con la esperanza de que la otra también pueda vislumbrar esa sabiduría y ver la vida con mayor claridad. Eso es todo.

Así que, de repente, te escribo de esta manera. Siempre me hicistes sentir muy cerca en el ámbito del alma, y ​​valoro mucho este proceso. Espero que tú también sientas la calidez y el aliento de estas palabras mías.

Todos somos luchadores que peleamos por la felicidad suprema. Este no es un viaje solitario en donde únicamente pareces estar sola. El hecho de que estés leyendo estas lineas es prueba suficiente de que, en el reino del alma, caminamos juntos.

No sé cómo he vuelto a tí, tampoco sé con cuánto escepticismo me recibes. En cualquier caso no pretendo triunfar o fracasar contigo, tan sólo hacer que me sientas como alguien que te debe mucho cariño

Siempre tuyo

.....

.....

.....

Desde cuando nos reencontramos he dicho que estamos unidos por un cordón rojo. Siempre he tenido la sensación al estar íntimamente contigo que así habíamos estado antes. No me preguntes cuándo ni cómo, pero sí presentía por la forma en que yo me comportaba contigo que habíamos tenido una vida antes juntos los dos en algún lugar, sabe Dios en qué época de nuestras múltiples vidas...

Perpetuamente me pregunto el porqué te dije cuando dijistes de salir conmigo, cuando estaba con Luis, que en ése momento nó, que cuando pasaran 20 años ( cuando somos jóvenes 20 años son una eternidad, en cambio ahora, con nuestros años, como dice el tango... 20 años no son nada ) nos citaríamos y nos contaríamos como nos había ido nuestras vidas y si no nos había ido bien a ninguno, nos juntaríamos y empezaríamos los dos una nueva. ¡Qué fácil es hablar cuando tenemos ésa edad, pero qué difícil cuando tenemos ésta otra !

La verdad es que no fueron dos décadas, ahí no acerté, fueron cuatro, pero sí acerté casi con exactitud el lugar del encuentro... Fueron unos metros mas allá. En lugar del semáforo que cruzábamos cada día en Santa Catalina, a la droguería de Puerta Osario. Ambos con nuestras respectivas parejas que se quedaron los dos expectantes a la reacción de nuestras caras en el encuentro. ¡Ahí empezó todo para nosotros! E-mail, mensajitos, pensamientos constantes el uno en el otro, escondite de nuestros respectivos para escribir, ilusión, mariposas en el estómago, ganas de vivir, sentimientos, sexo, alegría, sufrimientos, miedos y un sin fin de etc.,etc.que nos llevaron a cumplír una década en relación o contacto, como lo quieras llamar. Éso sí, el segundo lustro ya con nuestras idas y venidas y después de una pandemia por medio. En fin, éste ha sido el resumen para mí de días muy felices llenos de efervescencia y otros de mucha angustia y dolor.

Después de tantas idas y venidas ésta última ya la tenía definitivamente finiquitada...He pensado tantísimas cosas que mi corazón se quedó vacío por completo de todo. No te entendía, lo único que pensaba que solamente fui un juguete que manejabas a tu antojo y lo soltabas y cogia cuando a tí te apetecía y daba la gana.

Después de quedarme sin Manolo y a los cinco meses después sin mi hermano, sentía un vacío horrible dentro de mí. Mi madre mayor con la cabeza ida por completo con la que no podía tener conversación alguna, yo, encerrada entre esas cuatro paredes de su casa además de todo cuanto me acontecía, no tenía a nadie a quien confiarme y contar por cuánto a la vez estaba pasando. ¡ Os perdí a los tres de un plumazo ! Necesitaba de tu afecto y comprensión y no la encontraba, no lo tenía. No hubo ni una llamada, una cita para vernos, nada, nada de eso nacía de tí, era yo quien tenía que proponerlo...Bueno, dejemos ya ésto porque puedes pensar que te estoy recriminando y no es mi intención. Solamente te estoy poniendo en conocimiento de mi sentir, de ahí quizás mis formas de proceder contigo, las cuales calificabas de desagradable.

Ahora mi ánimo está muerto y tengo que volver a sentir y soñar... ¡ Ya sabes, pongámonos las pilas y conquistémos nuevamente para darnos compañía a nuestra soledad y vivir nuestro amor eterno !

¡ He dicho !

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Si no quieres no pasa nada, pero decirte que me gustaría comenzar, sin duda en los términos que desees, una etapa sin complejas pretensiones y de generoso entendimiento a nuestras circunstancias personales.

Me conoces bien y sabes que sufro cuando la otra persona lo pasa mal, nuestro caso es muy sencillo y a la vez igualmente difícil, no se trata de entenderlo, pero si dejamos fluir nuestros instantes veríamos que a lo mejor no necesitamos tanto para mantenernos cerca.

Bueno, es lo que pienso, no quiero seguir con mi retórica, esa que a veces resulta tan intensa de entender.

Te llamaré.

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Me parece muy bien cuanto dices...

Estoy de acuerdo en comenzar de nuevo todo.

Muchos besos.

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Marilyn Monroe en el Beverly Hills Hotel, California, Julio 1958.

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Cuando te pienso hago algo que nunca te conté, junto las yemas de mis pulgares y las froto. Al mismo tiempo comienzan a acariciarse instintivamente. Se rozan por encima, por el lado, se acarician hasta que quedan quietas como cuerpos completos y se dan calor. Hazlo y verás... mejor en la oscuridad. Confieso que en la oscuridad veo tu luz. Imagino tu cuerpo que se mueve entre sombras. Permanezco inmóvil, mi rostro no se aprecia pero resplandece.

¿Estaré perplejo? Mejor no saberlo, para que tengan cabida todas las posibilidades, todo lo que quiero vivir contigo.

Labios suaves, intensos al chocar. Labios rosados, tiernos e hirvientes,  bien perfilados como hechos por el mejor de los escultores del renacimiento italiano. Esa curva, esa sonrisa tuya. Me ha roto tantas veces y recompuesto en cada instante que así olvido quién soy, es en esos momentos que me haces descansar de mí mismo.

Me recuerdas que todo lo que existe merece la pena. Que la armonía siempre es perfecta y que sólo hace falta dos notas bien certeras para crearla. Que el universo es música silenciosa, y que en él existen los milagros, seguramente tú eres uno de estos. Creerás que improviso y desvarío. No, contigo no.

¿Qué me sucede? Bien lo sabemos. Me estremezco y sonrío. Soy un río de sangre por dentro, otro verbo cuando te encuentro. Mis horas cambian de tono cuando descubro tu invisible presencia. Si sucede algo, no temo. Si algo pasa que nadie más puede sentir es que lo estamos viviendo tú y yo. Y lo estamos haciendo bien, créeme.

Esto es real, y a mi edad sigo descubriendo que aprendo de tus ojos, de tus palabras, de tu cuerpo. Y ahora fíjate bien, ahora no soy nadie, justamente después soy como el universo, y dentro te tengo a tí, en sintonía de cuerpo y alma, entre nebulosas.

Flakita déjalo todo, pon tus dedos donde prefieras, y siénteme...

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Como si fuera la primera vez en mucho tiempo me siento tranquilo. Me encuentro en mi esencia, entre mi sueños de siempre y mi alma. Como la primavera renace así quiero renacer, en esa paz que sale del pecho, entre el aire que llega del mar y el clamor del sol, en la risa de quienes disfrutan del baño en la orilla, entre las lineas de éste libro que tengo entremanos, en las alas de la gaviota que me sobrevuela, así quiero quedarme. No quiero romper mi corazón persiguiendo la luna, más tarde dejaré que ella me encuentre, ahora dejo que me llame cuando guste. 

Porque no hay presente sin pasado. No hay futuro sin presente. No hay amor sin desengaño. No hay locura sin demencia. No hay huidas sin un rastro. No hay pasión con excedentes. No hay guión sin escenario. No hay traición sin reincidencia. No hay camino sin pasos. No hay censura sin intermitencia. No hay error sin desacato. No hay ningún creador sin referente. No hay entrada sin salida. No hay maldad sin penitencia. No hay verdades sin mentira. No hay espejos transparentes.

Flakita no hay amor sin tí...

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Creo que alguna vez lo comentamos, mis visitas a las iglesias son prioritariamente un reconocimiento a su arte, en éste caso sacro, y también en muchos casos e instantes de mis días, incluso de mi vida, a un mayor recogimiento comparado con otros entornos sin duda más mundanos para retirarse por espacios cortos o no de tiempo. Aunque visite determinados templos no me siento mayormente transformado en mis creencias de siempre. Para mí la vida y la muerte siguen siendo asuntos trascendentales, sin embargo, no me representan un cambio en mis creencias. Aunque el cielo y la tierra se vengan a bajo no es una pérdida para mí. Veo con claridad las razones en cada cosa y acepto como destino que las cosas cambien, pero no en mí, me aferro al sentido de aquellas tal como las concibo.

Cuando quiero explicarlo lo hago así de esta manera, una estrella en el cielo parece permanente, pues se ve igual cada noche. Pero no es más permanente que nosotros. Como nosotros, con el tiempo se extinguirá y morirá. Una flor en un árbol parece temporal, pues podría durar solo unos días más antes de desvanecerse. Pero no es más temporal que nosotros. Como nosotros, está sellada en la historia para toda la eternidad.

Todas las cosas son impermanentes (en el tiempo) y permanentes (en la eternidad). Esta es la naturaleza de nuestra experiencia y de la realidad en la que vivo. Todo dura solo un tiempo finito y, sin embargo, también perdura para siempre, ya que lo que ha sucedido nunca puede cambiarse.

Sí imagino el paraíso más hermoso, ahora existe permanentemente como algo que he imaginado. Pero tampoco es más que un producto de mi propia existencia, que desaparecerá un día, como todo lo demás. Todas mis imaginaciones y recuerdos se desvanecerán así. Y también existirán para siempre, pues ahora es imposible que no hayan existido.

El tiempo es un movimiento a través del mundo, igual que caminar. Pero a diferencia de caminar, no podemos dejar de movernos a través del tiempo. Todo lo que existe en el tiempo también existe para siempre, pues es eterno. El momento presente, tal como se experimenta, es eterno. En este sentido me siento, estoy, para siempre en la eternidad y en el tiempo.

Que todo sea a la vez temporal y permanente puede parecer paradójico. Pero quizá simplemente el tiempo y la eternidad no son lo mismo. Para mí ver la impermanencia y la permanencia en todo lo que existe es liberarse de la ilusión de que debe ser una cosa o la otra. Sí esto lo dice la religión tal o cual, podré decir que soy un ferviente creyente de aquello que dicen, pero no será a costa de identificarme como la doctrina que profesan dentro de una religión o doctrina a la que obedecer.

Te extraño

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El instinto lo quisiste llevar hasta donde nadie seguramente supo llegar por conocerme. Al final imaginaste que detrás de mi sombra había algo de infundio pero creo que te faltó más tino que paciencia, o tal vez no era nuestro mejor momento. Probablemente pensaste que no debí dejarte explorar todas y cada una de las estrellas que conforman el caos de mi propio universo.

Será que algo eclipsará en mi semblante, algo debo ocultar detrás de mi sombra debajo de alguna tristeza. Pero ese algo seguirá siendo incógnita que ya no podrás conocer.

Mejor así, quizá algo te quedó por aprender conmigo, confianza no es saber todo del otro, confianza es no necesitar saberlo.

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Una vez más tú voz me envuelve en un torbellino de deseo y devoción, como si cada palabra tuya fuera un hilo que me ata a la urgencia de responderte.

Si pudiera hablarte en éste momento con mis manos, te escribiría con la cadencia de un amante que no teme desnudarse en su propio deseo, con la piel hecha de tinta y el pulso latiendo en cada curva de mi caligrafía. Ser tu hechizo, delirio penetrante en tus pupilas abiertas, temblor que eriza tu piel cuando me leas. Mis palabras sean caricias que te rozan sin tocarte, embriaguez deslizante en tu lengua cuando pronuncias lo que te escribo. Si quieres que te empape, que sea con mi verdad más ardiente, con el fuego que arde en la prisión de estas líneas. Quisiera que me bebieras con la urgencia de quien sabe que la tinta es sangre y la pasión es el único dios al que vale la pena adorar.

Te quiero

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Me niego a decir que no soñaré hasta mi último suspiro por tí, me niego a decir que no te amé y que ya no te amo cuando mi corazón y mi mente me dice que vaya corriendo a buscarte. Me niego a aceptar y olvidar todo lo que soñamos y nos prometimos porque, me aferro a la idea de que algún día pueda ser ese hombre que siempre quisiste que sea, al que miras siempre con tanto amor y con quien tan feliz te sientes. Me niego a irme porque no sé soñar sin tenerte. Me niego a callar mi mente con estos pensamientos después de saber que no hay vuelta atrás, pero me aferro a la esperanza en que todavía nuestro amor esta ahí, escondido, dañado y con miedo seguramente, pero está ahí, dudando si intentarlo por fin, queriendo arriesgar una última vez o no, pero está ahí. Sé que el miedo y la duda te mataría, se que las inseguridades te dañarían. Créeme que lo sé, porque el tiempo sin tí me enseña mucho pero no a dejar de amarte y a olvidar lo nuestro.

Quizá todavía no sea el tiempo, quizá nunca pase, solo sé que no me canso de esperarte. Hoy prefiero sufrir así y darte hasta el último momento, te daría hasta el último segundo de todo el tiempo que existiera para darme una última oportunidad, para dejarme amarte una última vez y poder sanar, crecer y cumplir todo lo que un día soñamos…

Quizá nunca te tenga, pero hasta mi último suspiro te voy a amar, porque me marcaste y porque realmente sé que eres el amor de mi vida, al menos mi último gran amor…

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Me arrepiento de tantas cosas, pero reconozco que no de tantas otras, es así como me presento, sin sobreponerme y victimizarme. Estoy hablando de mí, quien lo haga mejor no sabe lo que se pierde.

Tus cosas me gustan dependiendo de como te sientas y esa rapidez por no superar todo me hace saber que no hay nada que hacer, tanto tú como yo lo tenemos todo aprendido.

Pero bueno hasta el final seremos devotos el uno del otro. Y espero que algún día llegue ese instante o momento que nos bañemos juntos y desnudos, hagamos el amor bajo las estrellas en una plaza pública con algún trasnochador gato de testigo.

Bajo el tupido velo de la osadía recorramos un escondido claustro o un viejo cementerio como polizones osados. Seguro que seguirás soliviantando mis mariposas con la seducción de tu pícara sonrisa. Y si me dejas tendré esa cena romántica e íntima contigo, tanto como para ofrecerme por debajo de la mesa tus braguitas de seda a modo de préstamo por una noche de excesos.

La vida está llena de momentos que merecen una sonrisa, y más.

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Tengo que aceptar que no sé nada, no sé nada del tiempo que es un misterio para mí y esto es no comprender la eternidad. Acepto que mi cuerpo no es inmortal que envejece y un día desaparecerá. Que estamos hechos de recuerdos y olvidos. Deseos, memoria, resiliencia, gritos, susurros, silencios, días y noches, de pequeñas o grandes historias y sutiles detalles. Tengo que aceptar que todo es pasajero, transitorio, y tengo que aceptar que vine al mundo para hacer algo por él. Para tratar de dar lo mejor de mí, para dejar rastros positivos de mis pasos antes de partir. Acepté que mis padres no durarían siempre y que mis hijos poco a poco escogerían su camino y seguirían ese otro camino sin mí. Y tuve que aceptar que ellos no eran míos,como suponía, y que la libertad de ir y venires también un derecho suyo. Yo tuve que aceptar que todos mis bienes materiales e inmateriales me fueron confiados en préstamo, que no me pertenecen y que son tan fugaces como fugaz es mi propia existencia en la Tierra. Y tuve que aceptar que estos bienes quedarán para uso de otros cuando yo no esté aquí. Tuve que aceptar que barrer mi acera todos los días no me garantiza que es de mi propiedad y que barrerla con tanta constancia es sólo una  simple ilusión de poseerla. Yo tuve que aceptar que lo que llamo mi casa es solo un techo temporal que día más o día menos será el abrigo terrenal de otra familia y tuve que aceptar que mi apego a las cosas solo hará más penosa mi despedida y mi partida. Yo tuve que aceptar que todos los animales y árboles que quise son mortales, ellos no me pertenecen, es difícil pero tengo que aceptarlo. Yo tuve que aceptar mis fragilidades, mis limitaciones y mi condición de ser mortal, de ser efímero. Tuve que aceptar que la vida continuará sin mí y que al cabo de un tiempo me olvidarán. Humildemente confieso que tuve que librar muchas batallas para aceptarlo, y tuve que aceptar que no sé nada del tiempo cronológico, que es un misterio para mí. Que no comprendo la eternidad y que nada sabemos sobre ella. Tantas palabras escritas, tanta necesidad de explicar, entender y comprender este Mundo y la vida que en él vivimos, pero me rendí y acepté lo que tenía que aceptar, y así dejé de sufrir. Deseché mi orgullo, mi prepotencia y admití que la Naturaleza trata a todos de la misma manera, sin favoritismos. Yo tuve que desarmarme y abrir mis brazos para reconocer la vida como es. Reconocer que todo es transitorio y que funciona únicamente mientras estemos aquí en la Tierra. Es todo esto lo que siempre me ha hecho reflexionar y aceptar quien soy.

Así es como hoy he alcanzado esa paz tan soñada que tú con tanta evidencia ves reflejada en mi rostro...

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Quiero empezar esta carta abrazándote con todo mi ser, sé que a veces el peso de todo parece demasiado grande para nosotros, pero tranquila es la edad y sobretodo las circunstancias propias de ello. Sé que a veces puedes sentirte sola, vulnerable, y quizá con miedo a no ser suficiente. Pero quiero que sepas algo muy importante: eres suficientemente capaz de cualquier reto si la suerte o la oportunidad estuviera de cara. Considero por lo que sé de tí que siempre que te has propuesto algo lo conseguiste.

A lo largo de tu vida, quiero pensar que te has visto a través de los ojos de los demás, y eso te ha hecho dudar de ti misma. Pero hoy, quiero que mires dentro de ti con nuevos ojos, los ojos de una mujer que ha crecido, que ha evolucionado y que tiene una fuerza que quizá aún no has llegado a comprender por completo.

Es cierto que arrastras heridas, que el amor no siempre te ha tratado con la delicadeza que merecías, pero eso no define quién eres. Tú eres mucho más que las justas experiencias. Eres una mujer llena de sensibilidad, de sabiduría, de belleza interna que no necesita validación externa para brillar.

En estos años te he visto crecer en silencio, en momentos de soledad y de dolor. He visto cómo te has levantado una y otra vez, cómo has aprendido a cuidarte, aunque a veces te haya faltado el amor de otros. Pero quiero que sepas que no estás sola. Yo estoy aquí para ti, para abrazar cada parte de ti que sienta miedo, que sienta que no es suficiente. Porque sí lo eres, María. Eres más que suficiente.

Es normal que desees ser amada, porque todos lo deseamos, pero quiero que reconozcas ese amor tú misma. No hay nada que tú necesites de fuera que no esté ya dentro de ti. Eres digna de todo el amor al que en puridad mereces, y lo más hermoso es que ese amor seguro florece desde tu propio corazón.

Te prometo que en cada paso que des, en cada emoción que sientas, te voy a acompañar. No hay prisa, no hay necesidad de hacer todo perfecto. Lo único que importa es que te permitas ser, sin miedo, sin presión. Eres un ser maravilloso y único, y no necesitas hacer nada para merecer amor. Ya lo eres, simplemente por ser tú.

María, quiero que sepas que te amo, que te valoro, y que eres más fuerte de lo que imaginas. Estoy francamente orgulloso de ti. No te apresures, no te exijas demasiado. Está bien descansar, está bien ser vulnerable, está bien no tener todas las respuestas. El camino de tu amor propio es tuyo, y lo recorres con una valentía increíble, doy fé.

Con todo mi amor y admiración.

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Yo también he pensado muchas veces lo mísmo. Es más he tenido impulsos de comprar el pasaje para ir a proponerte algo complicado de alcanzar. Hubo una época al principio en qué perdí la cabeza por tu amor [como dice la canción]. Lo medité mucho, era un paso de tremenda locura para nuestra edad, pero tú entonces lo merecías. Recuerdo que me dijiste no con mucho pesar, no te vi pero sé que cayeron lágrimas. Entonces dije: sé que la quiero a morir pero no es la forma ni tiempo para tal locura, y plegué unas alas ya preparadas para iniciar un vuelo sin retorno. Eres una buena mujer que mereces la familia que tienes. Por fotos creo conoceros a todos y pienso que sois una modélica familia de luz que no merecía perderte por alguien como yo. Pero te quise tanto que hoy no quiero hacerte daño por ésta ligereza de mirar atrás. Eso es todo.