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Otra vez de noche, tengo sueño, siento los párpados pesados, como cortinas de hierro que quieren caer, pero al igual que cuando tenía siete años un hueco en mi pecho me impide dormir, ahora se que ese espacio vacío es miedo, el miedo de estar solo, porque cuando todo se queda callado se hacen evidentes las ausencias.

Ese pensamiento intrusivo, el sudor frió. La cama siempre esta llena, pero yo nunca estoy acompañado.

Mi consuelo cobarde llega por la mañana cuando el ruido y la rutina extenuante que he formado para paliar mi día a día me distraen de la realidad. Miro el café y lo evito, pero ambos sabemos que la descolorida tasa en la mesa no es la culpable del insomnio.

Infante, adolescente o adulto, pido que no anochezca. Busco formas de acortar la noche. Por qué todo parece peor de noche, porque es por noche cuando tengo que escucharme.

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Es la euforia lo que nos mantiene atentos, enérgicos, esa descarga de dopamina inigualable que nos hace sentir invencibles, esa es la misma que nos aterra cuando por un segundo escuchamos esa voz en la oscuridad de nuestra mente, ese repentino entendimiento de que este sentimiento es pasajero y pronto volveremos a estar abajo, es ahí cuando los pensamientos destructivos nos abrazan, nos desbordamos y nos hacemos daño para inmolarnos en nuestras decisiones impulsivas que buscan mantenernos donde estamos.

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“Le diría que nunca sabré lo que es estar en su piel, pero si se lo que es querer morir, cómo duele sonreír, cómo intentas enterrar lo que sientes, cómo te haces daño por fuera para intentar matar lo que sientes por dentro”.

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People are very fond of giving away what they need most themselves.

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Everything I Wanted

Me despertó otra vez ese sueño, el mismo desde hace varios meses, un sueño que no termino de clasificar entre el cajón de las pesadillas y el de los sueños lúcidos. Estaba empapado como siempre que se atraviesa en mi cabeza esa película vieja de la cual conoces el final pero no puedes dejar de ver; como siempre la boca seca y los dedos apretados me hicieron recordar que por mucho que me desagradara seguía ahí esperando que el final fuera diferente.

La misma playa de arena dorada, las olas agitadas pero perfectas para los que disfrutamos de bailar entre ellas, la espuma salada que se te pega en el rostro y el calor en la piel; estoy seguro que he estado en esa playa en la vida real, o al menos estoy seguro de creer que he estado en ella, como cuando tienes un sueño y no sabes si ese sueño fue parte de otro sueño. Siempre he sido bueno soñando, sintiendo, manipulando lo que pasa en mis oníricas aventuras. Pero los sueños pierden sentido cuando no te dejas llevar de vez en cuando. Algunas veces los sueños nos sorprenden y otras son intuitivos como navegar en un mapa.

“La playa tiene una buena cantidad de personas disfrutando de la tarde, deben ser entre las cinco y la seis, el sol se siente pleno sobre el cuerpo pero ya no quema, el agua refresca y todo transcurre como debe. No conozco a nadie en este lugar, pero realmente no importa, lo estamos pasando bien. Estamos entre toda esta gente pero no estamos acompañados, no nos conocen, en parte nos reconforta esa idea. Se acerca la puesta de sol y decidimos entrar al agua, sonreímos gentilmente y nos despedimos, hay otras personas en el agua, ningún rostro familiar, no importa, nunca ha importado. Seguimos un par de metros y el agua abraza nuestro cuerpo cálidamente, los ruidos se hacen más tenues alrededor y solo el oleaje nos acompaña, la gente comienza a retirarse lentamente, uno a uno se van caminando por la playa, nadie se despide ni hay avisos, lo entiendo, no me molesta, es momento de salir, pero aquí uno está muy bien, no hay intrusiones, no existe nada, es imposible que malo pase aquí. El cielo se ha vuelto naranja, y el agua gris, en la playa brilla el reflejo de los últimos rayos sobre la arena, y mis pies han dejado de tocar el fondo hace un buen rato, las últimas personas se van, son las que estaban en la playa, recuerdo que llegue con ellos, y que otros llegaron de a pocos después, la mayoría no se quedó, hay muchas playas supongo, otros caminan un rato y se van, pero ese pequeño grupo siempre son los últimos en irse, parece que me ven a lo lejos, y con indecisión se marchan, exactamente como siempre. El agua se siente pesada pero ya no hay necesidad de moverse, te dejas hundir en esa masa oscura e impoluta. Sabes que el agua es tu lugar, el estomago se encoge, quizá no fue buena idea venir, ves la playa por última vez, no perteneces ahí. Por un instante piensas que puedes salir y luchas frenéticamente por alcanzar la superficie, pero en realidad siempre estuviste demasiado abajo para seguir pateando, muy lejos de la última persona a la vista, muy cansado para seguir intentado. Te relajas, te llenas de agua, oscuridad total”.

Despierto, no sé si fue un sueño o una pesadilla, no sé si en algún momento me dormí.

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Fuck, man. What else is there to say?

BOJACK HORSEMAN S03E10 - "It's You"

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Samhain

De manera que el otoño se abre paso hacia el invierno, los días se hacen cada vez más cortos. Como si la oscuridad por fin ganara terreno a la luz. Y para nosotros, seres transitorios, este fenómeno observado por milenios nos recuerda nuestra naturaleza efímera, vemos en el nuestro propio final, nos resignamos por el astro derrotado y aceptamos su muerte, nos entregamos con esperanza a la noche, esperando que el sol vuelva a nacer.

Para mi estos días que eran sólo recuerdos de mis muertos no cobraron más significado hasta tu llegada. Recuerdo ese día de octubre plenamente, la luz tenue de la tarde que resaltaba el azul de un cielo despejado, una brisa suave que anunciaba que pronto el frío empezaría a sentirse pero que alegraba al tocar la piel. Todo cambio pero no pude entenderlo hasta mucho después.

Como los espíritus que cruzan a este plano, irrumpiste en mi existencia; noche de brujas, día de todos los santos, día de los muertos, el día que te conocí, fuimos la noche, fuimos felices, hasta que amaneció.

La oscuridad, el frio, la noche, las cosas que nos aterraban las hicimos nuestras, decoraste con sus pieles la guarida que construimos. Bebimos del dolor y nos hizo más fuertes, más bellos. Entre las vigas de las risas y el deseo se nos colo el miedo, mi miedo, tu ego. Amaneció y la luz inundo el mundo nuevamente, pero ya no hacia calor.

Otro otoño cae, y los días se vuelven a hacer cortos, la noche vuelve a abrazarme con su pecho helado sobre mi cuerpo, pero ya no es el refugio que hicimos, no me acaricia, me sofoca. Me queda el recuerdo, y esos días largos que me prometieron con la despedida, como si no fuera mi naturaleza nocturna, como si no extrañaras las noches, como si alguna vez hubiera preferido el día.