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deunmundoraro-blog · 1 month ago
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mareas rojas
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'Bajé el almirez y machaqué los dientes de ajo con el borde de la parte inferior del cuenco para separar la fina piel casi de papel más aprisa. Los corté y los eché al cuenco del almirez junto con un poco de pimienta negra y algunas hojas de apio. Eché la sal blanca, que cubrió como si fuera nieve el ajo; la pimienta negra y las pálidas hojas de apio. Eché la cebolla y unos trocitos de pimiento verde y agarré la mano del almirez.
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Se me escurrió de entre los dedos y cayó al suelo con estruendo, describiendo un semicírculo en ambas direcciones, hasta que me agaché para recogerla. La agarré por el mango y me incorporé. Los oídos me zumbaban levemente. Sin siquiera limpiarla, la metí en el cuenco, sintiendo cómo cedía la capa de sal y se rompían los dientes de ajo bajo la superficie de esta. El movimiento hacia abajo de la mano del almirez se ralentizaba tras el impacto; luego giraba hacia un lado y hacia otro lentamente y luego alteraba suavemente su ritmo adelante atrás, en redondo, de arriba abajo, de adelante atrás, en redondo, en redondo, en redondo, de arriba abajo. En mi interior había una pesada plenitud, excitante y peligrosa.
A medida que iba machacando las especias, tuve la sensación de que se establecía una conexión vital entre los músculos de mis dedos, que abrazaban con firmeza la suave mano del almirez en su insistente movimiento hacia abajo, y el centro de fusión de mi cuerpo, cuya fuente emanaba de una nueva y madura plenitud situada justo por debajo de la boca del estómago. Aquel hilo invisible, tenso y sensible como un clítoris al aire, conectaba mis dedos firmes con mi brazo torneado y moreno, hasta la realidad húmeda de mis axilas, cuyo olor penetrante y tibio con un matiz extraño y nuevo se mezclaba con el aroma del ajo maduro procedente del almirez y los olores generales más dulces y pesados del pleno verano.
El hilo me recorría las costillas y descendía por la columna vertebral, cantando y haciéndome sentir un cosquilleo, hasta llegar la cuenca situada entre mis caderas y que ahora apoyaba contra la mesa baja de la cocina ante la que me hallaba, machacando especias. Y dentro de aquella cuenca había un mar de sangre cuyas mareas, que se habían vuelto muy reales, me proporcionaban su fuerza y su conocimiento.
El propio ritmo de mis movimientos acabó por ralentizarse y relajarse y permanecí allí, con una mano envolviendo levemente el mortero esculpido, apretado contra el centro de mi cuerpo, mientras que la otra mano frotaba y aplastaba la pasta de especias con un movimiento amplio y circular.
Tarareé para mis adentros una melodía indefinida mientras trabajaba al calor de la cocina, pensando aliviada lo sencilla que sería mi vida ahora que ya era mujer. Me había sacado de la cabeza la lista de siniestras advertencias para después de la menstruación que me había hecho mi madre. Tenía el cuerpo fuerte, pleno, abierto y cautivado por el suave movimiento de la mano del almirez y por los ricos aromas que inundaban la cocina, así como por la plenitud del calor estival.
Oí el sonido de la llave de mi madre en la cerradura.
Entró impetuosamente en la cocina, como un navío a toda vela. En el labio superior tenía finas gotas de sudor y entre las cejas, unas arrugas verticales.
"¿Quieres decir que todavía no está lista la carne?". Mi madre tiró el paquete de té sobre la mesa y, echando una ojeada por encima de mi hombro, se succionó los dientes en señal de profundo desagrado. "¿Y ahora que piensas hacer? ¿Es que vas a quedarte ahí toda la noche jugando con la comida? Conque yo me voy hasta la tienda y vuelvo y tú ni siquiera has acabado de machacar unos pocos ajos para sazonar la carne. ¿Es que no sabes hacer las cosas mejor? ¿Por qué te empeñas en sacarme de mis casillas?"
Cogió el mortero y la mano del almirez y empezó a moler lo que había dentro con vigor. Y todavía había pedacitos de ajo que se habían quedado en el fondo del cuenco.
"¡Así es como tienes que hacerlo!". Metió la mano del almirez en el cuenco con decisión, moliendo los pedacitos de ajo que quedaban. Oí el impacto de la madera contra la madera en su enérgico movimiento hacia abajo, y sentí aquel impacto duro en todo mi cuerpo, como si algo se hubiera roto en mi interior. Pum, pum, hacía la mano del almirez, decidida, al subir y bajar con aquel movimiento tan familiar.
"Ya lo estaba machacando, Madre", me atreví a protestar, al tiempo que me iba hacia la nevera. "Sacaré la carne". Me quedé sorprendida ante el descaro con el que estaba contestando.
Pero algo en mi voz hizo que mi madre interrumpiera sus eficaces movimientos. Ignoró mi contradicción implícita, que en sí era un acto de rebeldía estrictamente prohibido en nuestra casa. El pum, pum se detuvo.
"¿Y ahora qué te pasa? ¿Te encuentras mal? ¿Te quieres ir a la cama?".
"No, estoy bien, Madre".
Pero sentí sus fuertes dedos sobre mi brazo, agarrándome para que me diera la vuelta, al tiempo que me ponía la otra mano bajo la barbilla y me miraba fijamente a la cara. Su voz se suavizó.
"¿Es la regla la que te hace estar más lenta hoy?". Me sacudió levemente la barbilla y yo clavé mis ojos en los suyos grises de pesados párpados, que me miraban casi con cariño. De repente sentí que en la cocina hacía un calor y un silencio sofocantes y sentí que empezaba a estremecerme de los pies a la cabeza.
Los ojos, sin que yo acertara a comprenderlo, se me llenaron de lágrimas al darme cuenta de que la manera en que me había enseñado a machacar las especias, a base de golpes con la mano del almirez, y que tanto me gustaba, sería diferente a partir de entonces, y también al pensar que en la cocina de mi madre solo había una manera de hacer bien las cosas. Tal vez mi vida no iba a ser tan sencilla, a fin de cuentas.
Mi madre se apartó de la encimera y me rodeó los hombros con su pesado brazo. Pude oler la tibieza femenina que emanaba de entre su brazo y su cuerpo, mezclada con el aroma de la glicerina y el agua de rosas y con el olor de su espesa mata de pelo.
"Ya acabo yo de preparar la cena". Me sonrió y había una ternura en su voz y una ausencia de enfado que recibí encantada, a pesar de que aquello me resultara una novedad.
"Ahora vete al cuarto de estar y túmbate en el sofá. Te voy a hacer una taza de té bien caliente". Sentí su brazo alrededor de mis hombros, tibio y ligeramente húmedo. Apoyé la cabeza sobre su hombro y me di cuenta con deleite y sorpresa, cuando me acompañó al fresco salón en penumbra, de que yo era casi tan alta como mi madre'.
Audre Lorde, 'Zami!
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deunmundoraro-blog · 1 month ago
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Okay Kaya - Ascend and Try Again
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deunmundoraro-blog · 3 months ago
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Emily Bronte 's "Wuthering Heights" illustrated by Rovina Cai.
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deunmundoraro-blog · 3 months ago
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Ay-O (Takao Iijima) — Urashima from Black Hole (screenprint, 2003)
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deunmundoraro-blog · 9 months ago
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SINGING ALONG
'If a living being is not an insensate machine but rather is animated by values and meanings, then these qualities are observable. Meaning makes itself manifest in the body. The values that an organism follows are not abstract. They actually guide a body's development and coherence, whether the body is as complex as a human being or as small as a single cell. Feeling is never invisible; it takes shape and manifests as form everywhere in nature. Nature can, therefore, be viewed as feeling unfurled, a living reality in front and amidst us.'
Andreas Weber, 'The biology of Wonder'
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deunmundoraro-blog · 11 months ago
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Enough already
'What I want to say, loudly, forcefully, is this: It is only initiation if you survive. And many do not survive. The way we live produces suffering, both our own and the suffering of others. It is only natural that our myths have sought to justify this suffering as sacred initiation or the only grounds for rebirth and transformation. On a personal scale we defend our addictions with stories. On a larger scale we defend our addiction to violence with violent mythologies'.
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Sophie Strand - 'Lunar kings, trans-species magicians and rhizomatic harpists'.
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deunmundoraro-blog · 1 year ago
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deunmundoraro-blog · 1 year ago
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deunmundoraro-blog · 1 year ago
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deunmundoraro-blog · 1 year ago
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deunmundoraro-blog · 1 year ago
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estado excepcional de gracia
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'A estos cantos corales se les asignarán funciones que ya hemos mencionado en otros contextos. Por un lado, podrían tener el rol de señalarles la estabilidad del grupo a intrusos eventuales. A las hembras, les indican que los machos son capaces de establecer relaciones cooperativas y de conservar el territorio a largo plazo. Puede ser, asimismo, que jueguen un rol en los vínculos y favorezcan el establecimiento de redes sociales. Estas hipótesis —prosiguen los investigadores— no se excluyen mutuamente. Si se habla de cosmopolíticas expresivas, uno debe sospechar que deben deshacerse y reformarse múltiples agenciamientos, que deben ponerse en práctica otras desterritorializaciones y reterritorializaciones, ejecutarse otras partituras, otras composiciones posibles. Los pájaros de cada una de las especies implicadas tienen seguramente sus razones para cantar y hacerlo con otros, y seguramente también, no son necesariamente las mismas. Y seguramente, otra vez, se juegan aquí cuestiones de gusto, belleza, arrebatos, exaltación y activaciones de potencia, de coraje, importancias y entusiasmos, de respeto de las formas, concertaciones mágicas o celebraciones al final del día —estamos vivos—. ¿No se ha dicho que los pájaros —me recomendaba mi amigo Marcos— ponen el mundo creado en estado de alabanza? Quizás deberíamos agregar que ponen la creación en estado de gracia.'
'Habitar como un pájaro', Vinciane Despret
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deunmundoraro-blog · 1 year ago
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sí, habitar como si..
Podrán replicarme, por cierto, que esos métodos eran habituales en esa época. Indudablemente, muchas experiencias que se plantearon la pregunta de saber cómo la presencia de un ser cuenta, no encontraron una manera más simple de responderla que sustituyéndolo por la ausencia. Se halla en la literatura científica bajo el nombre edulcorado de "colectas de pájaros". Podrán decirme también que la condena que le dirijo a esos investigadores pertenece a una época, la nuestra, que ya no puede ignorar que los pájaros podrían no estar más. Pero la cuestión de la extinción no es la única en juego. Vivir en un mundo deteriorado ha modificado nuestros afectos, y con estos afectos es que releo esas situaciones pasadas —esos afectos que Baptiste Morizot llama tan bonitamente "solastalgia", el sentimiento de haber perdido el consuelo de un mundo familiar,  que nos vuelve atentos a la pérdida y a lo que perdemos—. Y es con esos afectos que, sin duda de manera parcialmente injusta, no puedo evitar pensar en esas vidas trastornadas y arruinadas (que el problema de la extinción de una especie oculta, pero esta historia vuelve tan sensible), en el miedo y en el sentimiento de espanto que deben haber tenido esos pájaros cuando repentinamente el medio perdió todo sentido, machos perseguidos, hembras a la fuga, recién llegados apresados en una trampa de la cual no debían comprender gran cosa. Es con estos afectos de pérdida, enojo y tristeza, que juzgo un mundo y sus prácticas, un mundo no tan viejo, pero que estaba atravesado por afectos que ya no puedo comprender. Pero también puedo apoyarme sobre esas prácticas que fueron contemporáneas de esas prácticas de "colectas" y que se negaron a ir por ahí, que estuvieron atentas, que cuidaron lo que observaban, y cuyos investigadores estuvieron a la altura del interés que les habían suscitado los pájaros.
'Habitar como un pájaro', Vinciane Despret.
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deunmundoraro-blog · 2 years ago
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deunmundoraro-blog · 2 years ago
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Hania Rani - Sun (Official Video) [Gondwana Records]
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deunmundoraro-blog · 2 years ago
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I WILL NOT BE PURIFIED - Sophie Strand + Amanda Palmer + Gracie and Rachel
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deunmundoraro-blog · 2 years ago
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Kate Bush, Wuthering Heights
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deunmundoraro-blog · 2 years ago
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al compás del corazón
Como en todas las experiencias, en la experiencia temporal debemos preguntarnos por tres factores: el físico, el fisiológico y el psicológico.
En el mundo exterior no existe una fuente eterna que envíe estímulos al sujeto en intervalos iguales a lo largo de toda una vida. Sin embargo, todos los estímulos del mundo exterior vienen acompañados de signos rítmicos de momento. Por eso, debemos ir en busca de una fuente interna de estímulos dentro del cuerpo que sea capaz de latir durante toda la vida como nuestro corazón. Esta fuente representaría entonces el factor fisiológico. No podemos pensar en un péndulo mecánico, pero sí en un proceso químico que sea capaz de fortalecer todo estímulo interior y exterior de tal modo que envíe ondas de excitación rítmica a la persona nerviosa que haga resonar el momento. Los momentos como sensaciones se colocan en serie sin ninguna otra organización que la de su serie temporal. Por medio de un aparato rítmico semejante, el sujeto sería capaz de imponer todos los sucesos internos y externos a su propio compás. El compás de este péndulo químico interno podría medirse en los sucesos rítmicos del mundo exterior.
Karl Ernst von Baer fue el primero en lograr medir la longi­tud del momento para los hombres. Es decir, logró establecer la velocidad de los movimientos que se producen en el mundo exterior y que sentimos como momentáneos. Cada movimiento por debajo de la décima de segundo no es percibido. De ello se puede deducir que en cada décima de segundo el órgano sen­sorial para el tiempo emite una excitación a la persona nerviosa para que sienta un momento. Esas cifras solo se aplican a la vida normal. Si el sujeto se encuentra en estado de gran excitación, los estímulos temporales se apiñan unos a otros y "los minutos se nos hacen eternos".
Tales vivencias dicen mucho sobre la existencia de un órga­no sensorial para el tiempo que se activa en forma potenciada, mientras la organización anímica permanece inmutable. En cada caso, la cantidad de momentos sucesivos repite la duración de la vivencia. Medido de acuerdo con los sucesos del mundo exterior, dicha duración puede ser más corta en un caso o más larga, en otro.
Estos hechos le sirvieron a Karl Ernst von Baer para pensar una tesis muy ingeniosa. Este supone que la vida de diferentes seres vivos contiene la misma cantidad de momentos pero de distinta duración, de modo que algunas veces duran centésimas de segundos y otras veces horas. Ahora bien, hay animales que viven solo un año y otros apenas unos días. ¿Cómo se trans­forma la imagen del mundo si ellos alojan en su vida la misma cantidad de momentos que nosotros? Si estos animales tuvieran el entendimiento humano, los viejos padres de un año, al morir en otoño, les dirían a sus hijos que ahora les queda por delante un largo período en sus vidas en el que deberán atravesar los horrores del frío y la nieve. Y también les dirían que no deben perder las esperanzas porque en la juventud ellos tuvieron que atravesar los mismos horrores y luego llegaron tiempos mejores. Los animales que viven solo un día les hablarían a sus hijos de ese tiempo horroroso como una vieja leyenda. Para algunos, día y noche serían un mes; para otros, media vida.
A estos seres vivos, todos los sucesos en el mundo les deberían parecer extraordinariamente largos. Así, la bala que sale volando de la pistola parecería estar suspendida en el aire. Desconocerían también el crecimiento de los árboles, al igual que nosotros el de las montañas.
Por otro lado, podemos pensar en seres vivos que extienden su cantidad de momentos durante un mayor número de años. Para ellos, las estaciones cambian como para nosotros los días. Todo ocurriría en un tiempo más acelerado. Las hierbas brotarían de la tierra como de una fuente y desaparecerían. Los bosques reverdecerían, crecerían y morirían como las praderas. No se vería el sol, solo un haz centelleante aparecería brevemente en el cielo para darle lugar a una corta oscuridad.
Baer señala que el tiempo en el que percibimos los movimien­tos del mundo exterior coincide con el resto de nuestras capa­cidades. Esto se explicaría aceptando la suposición de que hay un órgano sensorial para el tiempo construido según el mismo plan que el resto de nuestros órganos.
La experiencia temporal tiene un carácter subjetivo marca­do, al igual que el resto de las experiencias, dado que, para la sensación del tiempo externo, no existe un órgano que se excite rítmicamente por estímulos externos. Por el contrario, el ritmo es creado por el órgano interno que enmarca los estímulos del propio cuerpo. Pese a esto, siempre se considera el tiempo como una propiedad objetiva del mundo exterior y se le atribuye una duración eterna.
'Cartas biológicas a una dama', Jacob von Uexküll
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