textitos escritos por mí
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cuantaintensidad-blog · 5 years ago
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II. Amor propio (lo que yo pienso)
No podés permitir que tu amor propio dependa de otra persona. Es inútil dejar que alguien te convenza de que sos suficiente si vos misma no te lo hacés creer.
Nadie llega a nuestra vida para salvarnos, es injusto dejarle semejante carga a una persona que tiene demonios propios con los cuales lidiar día a día. ¿Cuándo vas a entender que sos la única que te puede sacar de ese pozo en el que estás metida? Tenés toda la fuerza en tu interior, estás llena de capacidades, pero si no te sacás la venda de los ojos te vas a quedar ahí metida por siempre.
El día en el que te des cuenta de lo grandiosa e increíble que sos, tus días van a tener un poco más de color. Dejá de esperar a ese alguien que “te va a hacer sentir mejor”, porque seguramente te haga sentir más triste de lo que ya estás.
No busques la clase de amor que ni vos misma te podés dar. Empezá por convencerte de que ya lo tenés todo. Estás completa, la media naranja no está en otro lado que no sea en vos misma. Dejá de compararte y buscar una perfección impuesta por gente pelotuda, se feliz con tus defectos y aprendé a amarte y respetarte tal y como esperás que los demás lo hagan por vos.
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cuantaintensidad-blog · 5 years ago
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I. Caminar
“Peor es no haberlo intentado”. Eso pensaba María al irse, con la cabeza en alto y el corazón hecho pedazos. Son pocas las veces en las que se había animado a intentarlo, a desafiar todos los ‘no’ que escuchó a lo largo de su vida.
El cielo estaba gris y la brisa de invierno era su fiel acompañante a casa. Mientras caminaba iba pateando una piedrita que se encontró en el camino. “Crecer es difícil”, y bien que lo era. Todos a su alrededor parecían resueltos, con vidas que vivir y asuntos que atender. Ella, por el contrario, tenía todo el tiempo del mundo en sus frías manos. ¿Qué podía hacer? ¿Sumirse en una infinita tristeza era una opción? Lo único en lo que María podía pensar es en la cantidad de cosas que podría estar disfrutando su la respuesta hubiese sido otra y su corazón no estuviese desecho.
El sol comenzó a abrirse paso entre las espesas nubes grises del cielo besando las frías mejillas de su rostro. Sonrió. Pequeñas cosas como esa lograban teñirle un poco el ánimo cuando estaba triste.
El mundo es grande y las oportunidades, muchas. Si hay algo que María sabía es que no debía abandonar aquellos sueños, sino que seguir intentando. No tenía idea de lo que pasaría en los siguientes años de su vida, pero los pedazos rotos de su corazón sonreían de esperanza por lo que se vendría. 
María llegó a casa, el sol ahora brillaba radiante en el cielo, al igual que su sonrisa. 
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