Entre la cocina y la mesa: redes y emociones durante una pandemia
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Ya que, como plantea Luce Giard, en el interés y cuidado que le otorgamos a las comidas, así como “en el abanico de placeres que nos permitimos o en las restricciones que nos imponemos, se lee, se traduce en actos visibles, la relación que mantenemos con el propio cuerpo y con el del prójimo.” (198) este trabajo está centrado en las redes emocionales alrededor de la mesa y la comida, en las comprensiones diversas sobre lo que implica comer, sentarse a la mesa y preparar los alimentos y en cómo los espacios alimentarios propician o no determinadas relaciones. En este orden de ideas, la naturaleza social de la comida es la base de partida de este trabajo etnográfico, pues, a la luz de la situación global –una pandemia, el confinamiento y la redistribución de los hábitos y los espacios– hemos percibido cómo las prácticas alimentarias, tan integradas en la vida cotidiana, han impulsado espacios, dinámicas y códigos de conducta que, precisamente a la luz de pandemia, permiten redescubrir, repensar y valorar de otro modo la redes emocionales y sociales que subyacen la comida y sus rituales.
Así pues, lo que esperamos que descubran junto a nosotras en este blog es cómo, a lo largo de nuestro proceso de trabajo, vimos que estudiar los patrones de alimentación en un ambiente emocional como el que introdujo la pandemia no sólo permite acceder de manera íntima a los cambios en las redes de sentido y significado, sino que también –de manera simultánea pone en evidencia las reglas y valores tejen la alimentación como hecho social, este trabajo más allá de ofrecer un mapeo relacional entre comida y relaciones emocionales permite llegar a una conclusión que ahora nos puede parecer obvia: las relaciones de dependencia y de reciprocidad, el carácter social de los encuentros alimentarios y las emociones entorno a la mesa siempre han subyacido el fenómeno alimenticio. Sin embargo, aunque presentes y enmarañadas en nuestra cotidianidad, estas particularidades se habían escondido en el diario de vivir y fue gracias al ambiente emocional que introdujo la pandemia que desarrollamos una sensibilidad particular que nos permitió advertir y relacionarnos de manera diferente con las cosas que antes obviábamos.
Precisamente, en correspondencia con esta sensibilidad, hemos decidido presentar el material recolectado en nuestros diarios de campo a través de dos registros: las recetas y las cartas. Tejer entre estos dos registros la teoría y el material empírico no sólo obedece a nuestro propósito de exaltar esa nueva sensibilidad y aprovechar el tono literario para resaltar el carácter de red de nuestro objeto de estudio, sino que también obedece a un deseo de responder al llamado de Miller de mantenernos abiertas al mundo y proporcionar información que debe seguir en correspondencia, suscitando comunicación. Con un lenguaje más cercano e íntimo como el que permiten las epístolas y los recetarios pretendemos ofrecer nuestro trabajo y comprensión a una población en general y no limitarnos a la academia.
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