charliebrcwn
胸がはち切れそうで ♡
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charlie. mex. 24. cuenta indie selectiva y privada.
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗲𝗿𝗶𝗻 ♡
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Se pellizcó a sí misma, evitando soltar un grito de dolor ante la herida autoinfligida. Sin embargo, no daba crédito a lo que miraba… se suponía que esto no era más que una leyenda urbana, uno de los tantos cuentos tontos que sus hermanos le contaban para engañarla y hacerla quedar mal frente a todos. De acuerdo, Erin no tenía el mejor récord del mundo en cuanto a desiciones inteligentes, pero ella pensaba que era algo normal cuando su casa estaba llena de hombres cuyo deporte favorito era sacarla de quicio. 
En fin. Si algo le había dejado toda su vida con esos hermanos, era la capacidad de permanecer en su escondite por horas. Escuchó gritos de la que asumió era la hermana mayor, los comentarios de la que tenía peinado de helado, y los canturreos de la última. ¿Qué le harían si la descubrían? No quería ser la siguiente desaparecida en la leyenda de las hermanas Sanders. Cuando vio que las primeras dos hermanas se movieron a otro sitio en la casa, salió cuidadosamente, solo para toparse cara a cara con una de ellas. “Ah, vaya.” Mierda. “Bueno, si me disculpas, tengo que ir a… otro lado.” Estaba muerta. Muerta, muerta, muerta, y sus hermanos se burlarían de ella incluso en muerte. 
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Se mantuvo en silencio uno, dos, hasta tres segundos, y cuando no escuchó ni pío provenir desde los más recónditos entrepaños de la casa, no tuvo más opción que bufar para después tirarse en el viejo sofá que yacía olvidado más allá de lo que fungía como su cocineta. ¿Irían a tardar mucho sus dos hermanas, todavía? Estaba comenzando a aburrirse, y parecía ser que quien fuese que hubiese encendido la vela de la llama negra, o se les había escapado o había sido tan sólo una ilusión fantasmal. Sarah cerró los ojos en un intento por quedarse dormida para hacer que el tiempo pasara más rápido, pero entre la emoción por estar de vuelta en el mundo de los vivos y su constante hiperactividad, no tuvo demasiado éxito, y para colmo (o tal vez para su buena suerte) de repente escuchó un ¡crack! Un crujido quedito proveniente de las escaleras, como si alguien balancease su peso de un pie al otro. Tentativa abrió un solo ojo. ¡Crack! Otro crujido, ahora de la tabla floja a un lado de la chimenea. ¡Thump-thump-thump! Pasos apresurados corriendo hacia la salida—¡ahí estaba el virgencito que las había traído de vuelta! ¡Por fin había salido de su escondite! La más joven de las Sanderson saltó de emoción, casi volando hacia la entrada de la casa para impedir que el jovencito huyera, sin embargo una vez que llegó al lugar indicado y su éxtasis de tener a un niño (preferiblemente bien alimentado) al cual poderse cenar pasó, se dio cuenta de que... “No eres... Un niño.” Ladeó la cabeza, visiblemente confundida. “Ni siquiera eres varón, pero...” Frunció el entrecejo, intentando pensar cómo era que esta persona había sido la responsable de su regreso. ¿Winnie se habría equivocado? No, era imposible. “��Tú... Encendiste la vela de la llama negra?”
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charliebrcwn · 2 years ago
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HOCUS POCUS(1993) dir. Kenny Ortega
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charliebrcwn · 2 years ago
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Contrario a lo que Mary creía, Sarah agradecía tener que quedarse en casa mientras que sus dos hermanas salían a... Hacer... Algo. No había prestado demasiada atención a los gritos de Winnie, no porque no le importara lo que fuera que estuviera tramando para este, su retorno triunfal, pero... Bueno... La verdad sí que no le importaba mucho. “¡Ahhh!” Suspiró exageradamente mientras que danzaba de un lado a otro, poniendo suma atención a cada recoveco de su vieja choza. “¿Dónde estará aquel lindo jovencito virgen que nos ha traído de vuelta?” Canturreaba, con toda intención de sacarlo de su escondite. ¡Vaya, ya habían pasado como... Unas horas! Era increíble que aún siguiera escondido. “Ven... Ven... Sal a jugar conmigo. Te prometo que soy la más buenita de las tres.”   /    @softuniiverse​ ♡
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charliebrcwn · 2 years ago
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tag dump: s/arah s/anderson ♡
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charliebrcwn · 2 years ago
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tag dump: m/0rticia a/ddams ♡
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗳𝗿𝗮𝗻𝗰𝗲𝘀𝗰𝗮 ♡
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Francesca no poseía un sentido demasiado trágico de la existencia, aun así ni todo el optimismo del mundo podría haberla preparado para la clase de respuesta que obtuvo a su provocación. Por un instante sintió que se le helaba la sangre, sólo para que pareciese volver a correr a través de sus venas como lava incandescente. No sólo el rostro le ardía, también todo el resto del cuerpo y en el interior de los muslos se le alojó un cosquilleo que la obligó a juntar las piernas y apretarlas sin piedad. Las puntas de sus dedos, aferradas a la cintura de Renata, se habían entumecido y no cayó en cuenta que aquello era producto del mortal agarre en la curva contraria hasta que la voz de alguien a sus espaldas hizo que automáticamente la dejase ir, notando como sus uñas se habían clavado en la piel de la inglesa a través de la tela. Quería gritar, quería gritarle a Renata que sí, que justamente así como se le ofrecía la quería tener; que la quería de rodillas, rogándole con los muslos empapados como se los había dejado hace semanas en ese maldito bosque donde ambas habían perdido los estribos. Quería agarrarla del cuello y dejarla sin respiración mientras veía como sus pupilas se dilataban y quedaba lista para suplicarle que se la cogiera, incluso cuando Francesca, en algún punto lúcido entre su delirio, sabía que difícilmente lograría que Renata Griffith le rogara.  “Bueno… Ehm…”,  carraspeó al notar el jadeo en su voz. Maldita sea la persona responsable de la interrupción.  “Creo que esa es nuestra señal, ¿no?”.  La interrogante final salió de sus labios de forma estrangulada, evidencia clara de que no se encontraba del todo recuperada luego de las palabras de Renata. ¿Y es que cómo se iba a recuperar? Si todo, desde el tono de voz hasta la forma en que la miró mientras pronunciaba cada sílaba había sido un jodido crimen. No era posible que existiese sobre la tierra alguien con tanto poder sobre ella como Renata Griffith, no así, no aquí, no podía permitírselo. Apartando la mirada de la inglesa, Francesca volvió a aclarar su garganta y se acomodó la holgada blusa celeste que traía medio metida sobre un par de mom jeans que le daban una apariencia relajada, pero con el toque sutil de la moda que hacía notar que se había preocupado. De inmediato, siguió a Renata hasta la persona que había interrumpido la situación en primer lugar y, si bien no se encontraba del todo compuesta, logró devolver a su gesto esa sonrisa encantadora que tanto la caracterizaba.
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De haber sido cualquier otra persona, Renata hubiera puesto fin de tajo a la acalorada conversación, especialmente tomando en cuenta que por la manera en la que Francesca clavaba sus uñas en la curva de su cintura, no habría demasiado que la detuviera de perder los estribos por completo delante de su familia cercana y lejana, pero le era prácticamente imposible no perderse en lo embriagante de su perfume. Si bien la interrupción por parte de su prima no era bien recibida, quizá sí era lo mejor para ambas en este momento. Carraspeó, tratando de ignorar el calor en su bajo vientre, o la manera en la que la marca de las uñas de Francesca le ardía en sus curvas. «Dios, esta mujer es un animal», pensó, y la manera en la que su cuerpo reaccionó ante esto sólo le hizo sentir aún más excitada que antes. Suficiente de jueguitos. Renata tomó la mano de Francesca fuertemente entre la suya y se encaminó hasta la mesa donde sus primas ya se levantaban para saludarlas. “¡Ay, Reni! Vaya que nos la hiciste de emoción.” Se quejó una de ellas mientras que la apretujaba entre sus brazos, haciéndola alejarse de Francesca, cosa que agradeció y sufrió a partes iguales. “Ya pensábamos que nos ibas a dejar con la duda. Rafa y Raquel no dejan de hablar de tu dichosa nueva novia,” intervino otra de sus primas mientras que la tomaba del antebrazo para entonces dejarle un sonoro beso en la mejilla. “Son unas exageradas.” Dijo por fin, virando los ojos pero con una sonrisa bien plasmada en sus labios. “Eventualmente tendría que venir para acá, no es como si las fuera a ignorar todo un fin de semana, están dando una pésima primera impresión, ¿eh?” Se volvió a darle un par de besos a sus otras dos primas que estaban en la mesa, pero que hasta ese momento habían permanecido calladas, y entonces sí, una vez que sus pómulos estuvieron bien llenos de diversos tonos de carmín debido a los labiales de sus familiares, se volvió a Francesca con una mueca avergonzada. “Así son siempre, ya las aprenderás a soportar. Mi cielo, te presento a mis primas: Michelle, Isabel, Keira y Margaret.” Si había algo de lo cual su familia tenía que estar ‘orgullosa’, era de tener genes fuertes, pues el aire familiar era innegable. “Todas, ella es Francesca Ghery. Mi novia.” 
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝘃𝗲𝗿𝗼𝗻𝗶𝗰𝗮 ♡
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Si no estuviera tan enfocada en los perfectos labios rojos de Heather Chandler, Veronica se habría reído por la facilidad que tenía su ¿amiga? Para abrir la boca. ¡Oh, Dios, Veronica! Ya vas a irte a la universidad (si es que así lo sentía, quizá seguir una licenciatura en— ¡en qué demonios importa!), pero te sigue dando risa la idea del sexo oral. ¿O sólo estaba dejándose llevar por el momento? No era del todo malo pasar un rato con Heather, cuando se comportaba como una persona y no como una desalmada. “¿Ah?”, reaccionó a los segundos, sorprendida que le siguiera el juego, mas no iba a oponerse. Nada mejor que comida chatarra para adelantar el inevitable final; ahí cuando fuera a ver a Satán frente a frente, conversando sobre uno que otro crimen. ¿Podrían usar su diario en su contra? Si es que llegaban a enjuiciarla en allá abajo. Meh, más allá de arder por los siglos de los siglos, lo peor sería tener que compartir con su mal nacido por ex. Mordió la punta de la papa, ligeramente salada, luego con un sonoro “¡ñam!” para dar énfasis, se comió el resto, mordiendo suavemente el dedo de Heather, con querer. Se apartó, riendo. Era extraño volver a sentir esa risa que nacía natural, sin miserias ocultas. “Oye, están buenas. Pensé que serían un noventa por ciento grasa y diez por ciento ingredientes que no deberían ir ahí”, sacó un par más del envase, pasándolas con su malteada. Ya más tranquila, se peleó con la necesidad de encender otro cigarrillo. “Así que, aparte de Bonnie Tyler, ¿qué otra sorpresa tienes? Ya sé, te gusta bailar con Grease”, hizo memoria a la habitación de Heather, intentando ver qué cosas podían decir de un pasatiempo. Besar a sus amigas en una sesión de estudios. Se atragantó con su saliva, tosió hasta sacarse la idea de la cabeza.
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Sintió su corazón latir rápidamente cuando la boca de Veronica se acercó hacia sus dedos. ¿Cómo era posible que un gesto tan aparentemente pueril le despertara sensaciones adjudicadas a algo que tendría que otorgarle una excitación desenfrenada? Heather jamás había sentido ese cosquilleo de anticipo en el bajo vientre con ningún chico con quien se hubiera besado jamás, (o al que se la hubiese chupado, si a esas se iban), y una vocecita pequeña y maliciosa dentro de su cabeza le decía que la respuesta era simple y sencilla: Los chicos no le despertaban lo que Veronica sí porque Veronica era una mujer, pero el mero pensamiento era tan aterrador que prefería ignorarlo, sin importar qué tan difícil le resultara. (Y vaya que le resultaba difícil, especialmente ahora que los dientes de Veronica se clavaban en la yema de su índice). “Eres una bruta,” se quejó, volteando la cabeza hacia un lado para ocultar el sonrojo en sus mejillas. “Y no seas ilusa, Veronica. Es obvio que las papas son pura grasa y sal, es por eso que saben tan buenas. No hay manera sana de hacer papas a la francesa.” La culpa le provocó un retortijón en el estómago. Sus doctores le decían a menudo que estaba en recuperación y por ende, comer de todo no le haría daño, pues ayudaba a su cuerpo a recuperarse de una manera más natural, pero el chip de la cultura de las dietas ya estaba tan incrustado en su cerebro, que por más que la lógica fuera, bueno... Lógica, no podía dejar de pensar que aquellas calorías y grasas extra se irían directo a sus caderas. “Bonnie Tyler es un ícono, Veronica. Que no puedas verlo porque tienes el cerebro lleno de... AC/DC y Aerosmith, o lo que sea que escuches, no es mi problema.” Hizo una mueca, dando entonces una vuelta a la derecha para seguir recto por la avenida que llegaría hasta el acantilado que los jóvenes habían acondicionado como el ‘spot’ de novedad. “Y para tu información, no tengo ninguna sorpresa o motivo oculto. ¿Es demasiado increíble que quiera pasar tiempo con mi mejor amiga y casi asesina?” Un alto en el camino la hizo volverse a mirarla. “Ya estamos por llegar.”
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗰𝘆𝗯𝗶𝗹𝗹 ♡
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Cybill miró a su alumna fija e intensamente durante un instante, buscando en los ojos contrarios cualquier ápice de duda o carencia de genuinidad. Cuando no lo encontró, rompió el silencio y el contacto visual con una resignada negación de cabeza que acompañó de una sonrisa divertida. Era obvio que Charlotte no la dejaría quedarse sola —no a estas horas al menos—, y aunque Cybill supo que obtendría esta respuesta con una certeza casi absoluta en el instante en que la instó a irse, la apasionada y preocupada actitud de su alumna nunca dejaba de sorprenderla.  “Está bien, está bien, Charlotte… Puedes quedarte”.  Convino la académica, enderezando su cansada espalda. De inmediato, indicó con su mano hacia la derecha de su escritorio, donde a un costado de la puerta se hallaba un sillón de ecocuero negro que lucía tan cómodo como realmente era y que le había funcionado hasta como cama en algunos malos días.  “Por favor, cariño, siéntate. No creo tardarme demasiado, como te dije, pero de todas formas preferiría que te pusieras cómoda”.  Dicho aquello, volvió a su tarea de acomodar los exámenes que ya tenía revisados. Del espacio inferior derecho de su escritorio, justo bajo los cajones que solía mantener con llave, sacó un archivador prolijamente organizado con aletas de colores, llena de muchos otros papeles como los que Charlotte le había ayudado a cargar hasta allí. Cybill colocó la carpeta a un costado y prosiguió, armando pequeñas torres que organizaban cada examen por la inicial del apellido de le alumne.  “Por cierto, ¿contra quién juegan mañana?”.  Preguntó de pronto, aunque sin levantar la cabeza de lo que hacía.  “Tengo mente suficiente para recordar las fechas, pero los horarios y los rivales resultan demasiado para mí”.  La confesión cayó de sus labios con una risa vacilante y esta vez, luego de acomodar otros cinco papeles en diferentes pilas y traspasar una de ellas a una sección del archivador, sí alzó su cabeza en espera de la respuesta ajena.
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Charlie se encaminó hacia el sillón que Cybill le había señalado casi que de puntitas y una vez que estuvo allí, dejó su mochila y bolsa de ropa en el suelo antes de acomodarse suavemente contra los cojines de éste, procurando no desparramarse ni tomarse demasiadas cortesías. Charlie no era alguien demasiado torpe—por algo era receptora en el equipo de fútbol después de todo, pero parecía ser que el odio que el Universo tenía para con ella salía siempre a relucir cuando estaba en presencia de Cybill, y no dudaba que de ponerse demasiado cómoda, la mala suerte le jugaría en contra haciéndola causar un desastre de proporciones bíblicas. “Por favor, no se preocupe por mí. Tómese su tiempo y termine de hacer lo que necesite para que pueda llegar a su casa a descansar.” Su mirada se desvió a Cybill, quien diligente trabajaba en su escritorio, apenas prestando atención a la intrusa en su tan personal escena. Charlie miró atentamente cómo los ojos ajenos recorrían las líneas en el papel, con el entrecejo ligeramente fruncido a la vez que analizaba la información, casi en sintonía con sus dedos que tomaban las esquinas de las carpetas para agilizar su revisión. Al darse cuenta de su inspección tan cercana, Charlie se sintió ruborizar. Era difícil creer que una persona tan atractiva y magnificente como Cybill Kahnwald existiera, y aún más, que compartiese su rutina con alguien tan... Nada, como lo era Charlie Brown. ¿Qué se creía aprovechándose de su hospitalidad? Era una desubicada. Para ocultar su descuido, Charlie sacó el archivero en el cual había guardado el borrador más reciente de su tesis, ¡y menos mal! Pues sino, Cybill la hubiese descubierto con las ‘manos en la masa’, ya que escasos segundos después, su atención volvió a fijarse en su alumna. “Jugamos contra los Bulldogs de Georgia. Dependiendo del marcador de mañana, sabremos si pasamos a los Big Four o no,” explicó, manteniendo la mirada fija en la primer página de su tesis, temerosa de alzar la vista. “De ganar iríamos contra Clemson. Y en la división del oeste van los Patos de Oregon contra los Huskies de Washington.” Pero claro, porque Charlie Brown era una imbécil, no se aguantó y levantó la mirada, encontrándose con la de Cybill y sin poder evitarlo, regalándole una dulce sonrisa—que lamentablemente se había reservado a dársela sólo a ella.
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗿𝗶𝗹𝗲𝘆 ♡
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Una risa nasal cayó de sus labios al escuchar la pregunta contraria, una reacción más nerviosa que otra cosa y que lo único que logró fue aumentar el sonrojo de sus mejillas.  “Uhm, pues… Sí, llevo un tiempo en esto del tatuaje, ya. Varios años. Aunque tengo una clientela muy específica, no superan nunca los diez años”.  Bromeó de vuelta, mirándola fijamente al escuchar el halago a sus creaciones, porque aquello había sonado en serio y Riley tenía una debilidad por los halagos a su arte. Keith, su padrino, solía hacérselos con regularidad, y varios muchachos de la pandilla le habían pedido más de una vez uno de sus diseños para plasmárselos en la piel, no obstante, aquella era su familia; cuando el halago venía de alguien desconocido  ( y extremadamente atractivo )  como lo era Aurora… Bueno, Riley tendía a dudar un poco de la genuinidad de las palabras.  “Vale, yo te ayudo a escoger. Tengo varios favoritos por aquí”,  aceptó la petición ajena y tomó de las suaves, hermosas manos de la enfermera su carpeta de diseños, hojeando rápidamente hasta dar con su categoría de predilectos. Los observó un instante, considerando con el ceño fruncido en profunda seriedad antes de decantarse por uno que creía era el ‘perfecto’, como si Aurora realmente fuese a llevar de manera permanente el diseño en su piel. Qué estúpida, pensó, riendo internamente, mas la gracia que la situación le causaba quedó atorada en su garganta junto con el aire al escuchar las nuevas palabras contrarias. Dios santo, virgen bendita.  “Y-yo… Uh…”.  Su cerebro, definitivamente, había perdido toda capacidad de razonamiento. ¿Había escuchado bien? Claro que sí, la sordera no era uno de sus defectos, para su fortuna, y las palabras de Aurora habían sido pronunciadas con la intención suficiente como para escucharse con claridad incluso a través del bullicio de los niños y la pandilla. Sin embargo, no tuvo más tiempo de procesar, porque pronto se vio rodeada por un numeroso grupo de cabezas calvas y ojos entusiastas que le pedían iniciar con lo que tanto anhelaban ver. Sacando el diseño que había escogido, lo colocó sobre la superficie mirando hacia la enfermera y lo deslizó hasta ubicarlo del otro lado de la mesa, justo al lado del brazo estirado de la mujer. Era una catrina con corazones en el centro de sus ojos negros y una corona de flores arcoiris; un diseño que tenía guardado hace meses y llevaba tiempo pensando tatuarse ella misma.  “Muchísima expectativa, señorita enfermera, pero tengo fe de estar a la altura”,  respondió con una sonrisa ladina en lo que preparaba todo. De su bolsa de toallas sacó una nueva y la humedeció en uno de los recipientes de agua, ocultando la sonrisa que le provocó escuchar un ahogado chillido de emoción de uno de los niños del grupo espectador.  “De hecho… Suelo… Estar a la altura”.  Le susurró antes de aplicar la toalla húmeda y fría sobre la piel cálida de la enfermera.  “¿Crees estar lista para mí?”.       /     ♡  @forbiddenfrvits​​ .
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Ay, sabía que era de muy mal gusto torturar a sus invitadas, pero ¿cómo podía evitarlo cuando la señorita Rothko se sonrojaba y tartamudeaba de aquella manera tan encantadora? No podían culpar a Aurora por querer obtener esa misma maravillosa reacción una y otra vez, después de todo, Aurora podía ser una enfermera caritativa y bondadosa, pero también era un ser humano cuyas necesidades de la carne salían a todo ímpetu de vez en cuando, ¡era sano para ella tener aquella clase de interacciones! O al menos justificaba su comportamiento así (se sentía menos culpable al hacerlo). “Bueno, viendo el trabajo que ha hecho con muchos de mis niños aquí, creo que no tengo nada de qué preocuparme.” El diseño era hermoso, pero aquello no era sorpresa para Aurora después de haberse dado una zambullida por los dibujos de Riley, aún así, no podía negar que existía una tonta expectativa en ver cómo era que se reflejaría en su piel. Aurora no tenía ningún tatuaje, no porque no quisiera, simplemente porque no se había dado el tiempo de hacerse uno todavía, quizá más adelante lo haría y consideraría seriamente en tener los lindos, tentadores y expertos dedos de Riley haciéndoselo... El tatuaje. “¿O ustedes qué creen niños? ¿Debería tener miedo?” Se volvió entonces hacia su audiencia, recordando que seguía en el trabajo y no podía darse el lujo de tirar toda responsabilidad por la ventana. Al unísono, todos sus niños gritaron que sí, y Aurora no tuvo más opción que soltar una airosa carcajada. Estaba a punto de decir que con la luz verde de sus niños, no tenía ninguna otra objeción que hacer, cuando de pronto las palabras de Riley invadieron no sólo sus oídos, sino también todos sus demás sentidos. Oh... Qué interesante. Así que la señorita Rothko no era sólo sonrojos y trastabilleos, también podía morder—oh cómo esperaba que mordiera. “Ah...” Aún muy consciente de que tenían varios ojitos inocentes mirándolas, Aurora hizo el esfuerzo por no soltar un comentario demasiado soez (porque no pondría su trabajo en riesgo por una chica), por lo que carraspeó y bajó la voz lo suficiente para que sólo Riley pudiera escucharla por sobre el barullo de los niños. “Supongo que tendrás que mostrarme qué tan a la altura puedes estar realmente cuando estemos solas. Soy una mujer... Exigente.” Se enderezó entonces, respirando hondo después de sentir la humedad sobre su piel, las gotas de agua resbalando poquito a poco hasta que la carne de su extremidad quedó suave al tacto. “Estoy lista para ti.” Y si su voz cargaba coquetería y sensualidad detrás de su pequeña frase, lo negaría rotundamente (aunque por supuesto que había dicho aquello aspirando crear una reacción por parte de su atractiva acompañante—pensándolo bien, quizá Aurora sí se arriesgaría a perder el empleo por una chica, especialmente cuando era tan pero tan hermosa como lo era Riley). Tras su iluso pensamiento, escondió su risa tonta detrás de su mano libre. 
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗲𝘀𝘀𝗶𝗲𝗻 ♡
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Essien no tenía muy claro si la mujer a su lado era tan guapa como le parecía o sus rasgos renacentistas se veían aumentados por el efecto de la droga, de cualquier forma, se vio embelesado durante  ( lo que creyó fue )  un breve instante mientras respondía a la interrogante.  “Estoy… Sí, estoy un poquito, un poquiiito drogado. Pero sólo, uhm, sólo es marihuana”.  Aclaró, soltando una risa tonta. De inmediato, miró hacia el frente y no supo muy bien cuánto tiempo había pasado cuando le volvió a hablar.  “Las estadísticas de morir en una de estas cosas son bajísimas, igual. Y los parques baratos como este tienen incluso mejores números que los de grandes corporaciones. Estaremos bi— Oop!”.  El repentino zarandeo del carro que se ponía en movimiento interrumpió la afirmación que le otorgaba a la rubia y sus manos se aferraron al asa frente a él hasta que sus nudillos se tornaron blancos. Cuando salieron de la zona de embarques y el sol volvió a darles en la cara, se giró una vez más para hablarle.  “Soy Essien, por cierto, y tengo siete perros. Puedes tomarme la mano si te da miedo, no tengo problemas”.  Le aseguró, asintiendo varias veces  ( quizá más de las necesarias )  para fortalecer su punto.
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¿“Sólo marihuana,”? Gabrielle suponía que eso tendría que hacerla sentir mejor, pero la verdad era que no mucho. Que no la malinterpretaran, Gabrielle no satanizaba el uso recreativo de la marihuana, simplemente en su primera vez montando un carrito de la muerte en una montaña rusa, le hubiera gustado tener a una persona lúcida a su lado. (¿O quizá así era mejor? Una persona sedada le podría ayudar a relajarse al no prestar atención al inminente peligro, ya se vería). “No creo estar en el momento perfecto para hablar de estadísticas, lo único que sé es que estos cinturones de seguridad se ven deplorables, y que estas barras podrían destrabarse en cualquier segundo.” Cruzó sus brazos por encima de su pecho, clavándose las uñas en los antebrazos cuando el juego comenzó una vez que todo estuvo listo. Mientras que avanzaban de a poco rumbo a lo que Gabrielle suponía era la primer gran subida, miró por última vez hacia atrás. El adolescente que manejaba el juego había recién sacado su teléfono celular. “Ah bueno, c’est la vie. No era como si intentara sobrevivir con mucho ímpetu.” Una vuelta pronunciada la dejó aturdida, pero pronto volvió en sí. “Essien, nombre proveniente de Ibibio en Nigeria. Soy Gabrielle, y creo que estaré bien, pero gracias.” Su mirada se volvió al frente, la velocidad del carrito había disminuido aún más y los rieles tronaron mientras que una enorme cuesta de metal y madera se erguía ante ellos. Gabrielle tembló en su asiento. “¿No te molesta el olor de siete perros?”
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗰𝘆𝗯𝗶𝗹𝗹 ♡
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Ciertamente, admirable era un palabra que a Cybill le quedaba corta para describir a Charlotte Brown. Era una alumna impecable, sí, aquello era evidente en sus calificaciones y la forma en que se desenvolvía en clases  ( incluso cuando su participación no era tan activa ); pero también era una persona maravillosa, una muchacha atenta y una deportista excepcional. Si tan sólo pudiese verlo, pensó Cybill mientras la escuchaba, sus ojos tintados con una mezcla exacta de suavidad y atención.  “João Teixeira tiene un coeficiente intelectual de 185, memoria eidética y padres en el congreso, Charlotte”,  rebatió Cybill con parsimonia, aunque no desinterés, todavía hurgando entre sus cajones en busca de lo que necesitaba.  “Si lo piensas bien, dada su condición y sus privilegios, no es tan asombroso. Y no me malinterpretes”,  decidió aclarar, pues no quería sonar demasiado dura.  “No es que menosprecie su desempeño y sus logros, para nada, hay miles de genios en el mundo que no hacen nada con su genialidad, pero de todas formas, quienes sí hacen algo, por lo general, lo hacen con el esfuerzo mínimo”.  Había estudiado su cuota de genios durante sus primeros años en el análisis del comportamiento, pues era un hecho considerable la cantidad de personas con altos coeficientes intelectuales que resultaban también ser psicópatas — Sabía como funcionaban sus mentes y el bajo porcentaje de sus capacidades que necesitaba usar para resultar admirables, por lo que a la académica no le parecían la gran cosa, realmente.  “Creo que deberías darte un poco más de crédito”.  Finalizó, suspirando antes de cerrar el cajón donde no había encontrado absolutamente nada de lo que buscaba. Tomando su bolso de la silla donde lo había dejado, sacó el estuche de sus lentes del interior antes de responder a la interrogante de su alumna.  “Hm, creo que no necesito nada más, cariño. Deberías irte, ya se hace tarde”,  sugirió, aunque sabía que el argumento podía jugarle en contra.  “Yo nada más tengo que organizar estos exámenes en sus respectivas carpetas y también me iré, no creo que me tome más de cinco o diez minutos”.  Aseguró, abriendo el estuche de los lentes para colocárselos en lo que se sentaba en el borde desocupado de su silla.
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Cybill tenía toda la razón (cosa que no era sorpresa, duh), pero que aún así la hizo detenerse a pensar mejor en su argumento. Era cierto que no era justo comparase con João, especialmente porque se encontraba en una situación de ventaja a diferencia de la gran mayoría de sus compañeros. Intentó pensar en algún otro estudiante que representara mejor la vida académica que hasta el momento ella había experimentado, pero seguramente Cybill le había comentado todo aquello para que dejara de latiguearse sola, en primer lugar. Así que, como la buena alumna que era (o creía ser), Charlie Brown decidió callar, no sin antes soltar una triste carcajada acompañada de un: “Sí, tal vez debería.” Lamentablemente, jamás sería así. No se detuvo a sumergirse en su miseria porque claramente había cosas más importantes en las cuales enfocarse, tales como ayudar a Cybill en lo que fuera que le pidiera. ¡No podía creer que siguiera trabajando tan tarde! Si bien su compromiso era de aplaudir, Charlie no podía deshacerse del nudo de preocupación que se formaba en su garganta al pensar cuántos días seguidos Cybill habría estado así. Esperaba que, de haber sido el caso, alguien hubiera sido lo suficientemente gentil para ayudarla. “Yo voy a estar bien,” se apresuró a decir. “He salido más tarde del campus y nunca me ha pasado nada, afortunadamente. Si dice que sólo se tarda diez minutos más, entonces ¿qué me afecta esperarla? La acompañaré hasta su auto, si me lo permite. Quiero asegurarme, en medida de lo posible, que llegue con bien a su casa.” Hasta ese momento, Charlie había mantenido su mirada rondando por la oficina de la señorita Kahnwald, admirando cada detalle que sin duda gritaba Cybill—y que la hacía sonreír incluso sin quererlo. Sin embargo, cuando sus ojos se posaron en su profesora por nuevamente, sintió sus rodillas temblar y su corazón later desbocado ante la imagen que la recibía. ¡Y no sólo eso! Su cerebro pareció hacer corto circuito, todo pensamiento inteligente reemplazado por un bucle de: “CybillesmuysexyohhhporDiosCybillesmuysexyCybillesmuysexyCybillesmuygghhhgggnnnhggh—” Carraspeó, intentando desviar la mirada pero incapaz de hacerlo debido a su nula actividad cerebral. “Yo, uh... En realidad quiero hacerlo.” Quería... Hacer tantas cosas. Por su virginidad probablemente permanente... Quería. Hacer. Tantas. Cosas. “Por favor.” Y diablos, si Cybill le pidiera que se pusiera de rodillas para rogarle, maldita sea, Charlie lo haría. “Por favor, déjeme hacerlo.” Y si bien a su voz le faltaba el aire y era mucho más bajita de lo que había sido en toda su conversación, la intensidad en su mirada, aún adherida a Cybill, contrastaba de una manera quizá cruel para la pobre Charlie Brown.
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗰𝗲𝗿𝘀𝗲𝗶 ♡
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Al oír “nada”, Cersei estaba lista para señalar la puerta y decirle que podía retirarse, pero apretó los labios al oír que continuaba. ¿No tenían los Tyrell algún chófer? Su hijo no era el conductor de esa familia. Se irguió, cruzándose de brazos. Por supuesto Margaery iba a usar la carta de víctima y devota novia. Tommen, quise estar con ella, pero ella es tan mala, deberíamos irnos de acá y vivir solos. No podía permitir aquello. Jamás dejaría que la separasen de su hijo sin su consentimiento. Dio un paso hacia adelante, el mundo girando bajo sus pies. Se afirmó de la barandilla, haciendo su mejor actuación para ocultar el percance. Si iban a jugar un juego, entonces Cersei quería definir dónde. “Bueno”, habló, subiendo con cuidado los escalones. Miró sobre el hombro a la chica. “Sube a mi habitación. Estoy segura de que ya sabes dónde es”, necesitaba recostarse. Sus pisadas resonaban por el pasillo, tendría que pedir alfombrar todo el suelo. Seda roja con detalles dorados. Abrió su puerta, aliviada de estar lejos de todo. Cuánto había detestado tener que compartir habitación y cama con Robert por tantos años. La dejó entreabierta, y se recostó en la cama, dejó su cabello caer sobre las almohadas, como un abanico.
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Por un momento Margaery quiso que Cersei sufriera alguno de sus característicos ataques de ira y la corriera de su casa, ya se las arreglaría después para que Tommen no le hiciera un berrinche del por qué no “intentaba con más ganas ser amiga de su mamá.” Lidiar con ello hubiese sido muchísimo más fácil puesto que, por los últimos dos (casi tres) años de relación, ese había sido su pan de cada día, sin embargo, ahora que Cersei se mostraba civilizada (comillas en el aire porque nada le aseguraba a Margaery que no se le botaría una canica estando arriba) estaba muy fuera de su elemento. “Voy...” Dijo lo más relajada que pudo, y después de enviarle un mensaje de texto a Loras, diciéndole que si en media hora o cuarenta minutos no respondía, fuera a la mansión Baratheon-Lannister con un séquito de patrullas, trepó los escalones de dos en dos hasta llegar a la habitación de su casi suegra. “No quisiera importunarla demasiado,” comenzó mientras que se adentraba en la boca del león, sus ojos danzando de pared a pared, haciendo ciertas paradas en los muebles y distintos objetos que adornaban el lugar. A unos cuantos pasos de la cama se encontraba el tocador y frente a éste un banquillo al que Margaery se acercó cautelosa. “¿Puedo?” Hizo un señalamiento al asiento, aguardando por la respuesta de Cersei pero dándose cuenta de que si la mujer dijera ‘no’, entonces Margaery quedaría como una idiota, casi que se arrepintió de preguntar. Tragó saliva disimuladamente. Esperaba que Tommen no tardara demasiado. 
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗲𝗹𝘀𝗮 ♡
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A medida que el comportamiento del corcel le fue afirmando que era seguro aumentar el ritmo de su andar, Elsa lo fue haciendo, a su vez, dándole más libertad a Gerd para que anduviera sin el jalón constante en sus riendas. Isabela parecía encontrarse cómoda y atenta al camino, lo cual tranquilizó considerablemente los previos nervios de la reina que se dispuso a escuchar a la morena en cuanto su voz comenzó a resonar por el reposado sendero.  “Vaya, cuando dices muy, muy lejos es… Es realmente muy lejos”.  Comentó la rubia al posicionarse en el mapa y ubicar, más o menos, dónde se encontraba el país mencionado por su visita.  “Me encantaría escuchar esa historia, me gustan las historias largas. L-las historias en general, de hecho”.  Agregó con una sonrisa tímida que no hizo más que ampliarse frente a las siguientes palabras ajenas. Elsa no entendía muy bien por qué le entusiasmaba tanto el prospecto de Isabela quedándose más tiempo en Arandelle — ¿Era la curiosidad? ¿La idea de una perspectiva externa? ¿La inminente posibilidad de planear muchas cosas y mostrar tantas otras a la primera persona que conocía, pero que a su vez, no conocía Arendelle en lo absoluto? Lo que fuese, tuvo a Elsa brillando de la emoción y lo primero que pensó fue en contárselo a Anna, lo que a su vez hizo que el ritmo de su caminar aumentara un tanto más.  “En cuanto lleguemos al pueblo nos encargaremos de que sea de las primeras cosas que hagas entonces, ¿vale?”.  El entusiasmo fue evidente en su voz y ni siquiera intentó disimularlo; hace tiempo había comprobado que reprimir sus emociones no era lo mejor que podía hacer y también había aprendido que, mientras fueran genuinas, tampoco existía razón para esconderlas. Sin embargo, todavía sentía un dejo de vergüenza al expresarse de manera tan abierta y aquello constantemente la llevaba a aclararse  ( o guardar un silencio ensordecedor ),  lo que siempre le revolvía el estómago. Gerd a su lado que, como la mayoría de los animales y la naturaleza, parecía reaccionar a sus sensaciones, usó su cabeza para darle un leve empujón en su costado, sacándola del pobre ensimismamiento en el que se hallaba tentada a caer.  “¿Qué pasa, bonito?”,  le preguntó en un susurro y acarició su nariz con sutileza. De inmediato, chasqueó sus dedos de manera silenciosa para hacer caer en la punta de su hocico brillantes copos de nieve que el animal lamió con felicidad. Los copos continuaban cayendo con gracilidad de sus manos cuando se volteó a ver a Isabela una vez más.  “¿Qué hay de tus, uhm, de tus flores?”,  la interrogó, no muy segura de cómo plantear la pregunta.  “E-es decir, ¿de dónde vienen? ¿Cómo las haces?”. 
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Isabela sabía que estaba lejos de casa, y aunque de vez en cuando extrañaba el calor de hogar que no podía encontrar en ningún otro lado que fuera Casita, tenía que admitir que haberse tomado un año para recorrer el mundo por su cuenta le había brindado mucho más conocimiento y crecimiento de lo que haber estado bajo el yugo de su abuela le había proporcionado durante sus años formativos—no la culpaba, Isabela ya estaba más allá de culparla o enojarse con ella, pero también era lo suficientemente madura como para aceptar que la toxicidad que había experimentado durante los primeros veintitantos años de su vida habían sido agotadores. Pronto volvería, abrazaría a sus primos y a sus hermanas y comería una arepa de mamá para sentirse una Madrigal de nuevo, pero por ahora, el prospecto de pasar más tiempo con Elsa le era muchísimo más tentador. “Oh... Eres muy amable, Elsa.” Dijo, su tono de voz tan dulce como miel resbalando por fruta fresca. No era necesario revolotear sus pestañas o fingirse tímida ya que Elsa no la estaba viendo de frente, pero usaría todas las demás armas que tuviera disponibles a su favor. “Hm, parece que tenías razón. No me imaginé que empezara a oscurecer tan pronto.” El viento comenzó a soplar un poco más frío y el cielo claro se tintó de a poco de morados y grises que, si bien eran gélidos, no dejaban de ser hermosos. Su atención fue robada de inmediato cuando Gerd bufó, Elsa respondiéndole como si fueran grandes amigos. Isabela miró embelesada la interacción, desde la sutil sonrisa plasmada en los labios ajenos, hasta la manera en la que de sus dedos (sus... finos y largos dedos—¿qué? Isabela era humana y estaba hormonal) formaban pequeños copos de nieve que Gerd pareció adorar, y es que, ¿cómo no hacerlo? Si la manera en la que Elsa desempeñaba su ¿poder? era simplemente sorprendente. Tuvo que agradecer a cualquier santo que la hubiera escuchado en su imparable deseo cuando Elsa preguntó por su propio poder, puesto que eso abría la puerta a conocer más de ella y de su magnífico don ¡y no se vería intrusiva o desesperada haciéndolo! “Bueno, no podría explicarte del todo bien de dónde vienen,” comenzó, frotándose las manos para generarse calor. “¿Recuerdas que te dije que mi pueblo tiene una historia complicada? Bueno, mucho tiene que ver con...” Dejó la frase a medias, en vez apareciendo pétalos de cerezo rosa que revolotearon por la coronilla de Elsa antes de desaparecer. “Lo llamamos... El Milagro. Toda mi familia tiene lo suyo. A mí El Milagro me obsequió la habilidad de hacer, crecer y sanar flores cuando tenía seis, y desde ahí mi poder ha crecido mucho. Nunca entendí muy bien qué tan vital era, comparado con el regalo de mi mamá, o de mis tíos, por ejemplo... Pero ahora que soy mayor, no puedo decir que lo odie o algo así.” De hecho, ahora Isabela amaba poder conectar de aquella manera con las flores. Era parte intrínseca de su propia belleza y resiliencia. “...¿Qué hay de... Tu nieve?”
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗲𝘀𝘀𝗶𝗲𝗻 ♡
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Al escuchar la voz del muchacho que anunciaba que era el turno de aquellos que no venían acompañados, Essien saltó de su lugar apoyado en la reja y alzó su boleto, acercándose a la entrada correspondiente meneándolo en el aire de forma errática. El joven, de pie a un costado del acceso, lo miró extrañado y repitió la pregunta que le hizo a toda la gente que pasó antes que él, a lo cual Essien tardó uno o dos segundos en contestar.  “Uh… Atrás, atrás”.  Dijo finalmente y fue acomodado en el último carro, junto a una rubia que no se veía demasiado cómoda.  “Hola”,  la saludó con una sonrisa y un meneo infantil de su mano.  “Soy Essien, ¿estás incómoda?”.  Uh, okay. Quizá aquello podría haber sido consultado de una forma más sutil, pero en su defensa, se había fumado medio porro antes de entrar al parque de diversiones y su filtro había volado por los aires en el primer instante en que sintió surtir el efecto de la marihuana.
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¡Lo que le faltaba! No sólo estaba a punto de partir en un viaje en el cual tenía pocas probabilidades de sobrevivir (sin importar cuánta física o arquitectura estuviera involucrada en la construcción de una montaña rusa), sino que ahora también tenía que lidiar con un compañero parlanchín mientras que la expectativa de que el juego arrancara le carcomía las entrañas. ¿Sería demasiado tarde para cambiarse de asiento? Probablemente. “Estoy a punto de ser sujetada a un carrito de metal que no sé hace cuánto no tiene mantenimiento apropiado... Así que, la verdad es que sí. Estoy un poco...” Al volverse a ver al muchacho que recién se acomodaba a su lado, Gabrielle achinó los ojos y ladeó la cabeza. Esa mirada la reconocía... El blanco de los ojos ligeramente enrojecido, las pupilas dilatadas, la vasta inmensidad tras la niebla mental. Gabrielle había trabajado con universitarios demasiado tiempo para no saber qué era y maldita sea, ¿era en serio? ¿Un junkie? “¿Estás... Estás drogado?”
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗰𝘆𝗯𝗶𝗹𝗹 ♡
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“Oh, pero Charlotte, cariño, no hay necesidad de que seas tan dura contigo misma”,  sugirió con ternura en cuanto escuchó la severidad con la que su alumna había hablado.  “Desviarnos de una programación establecida es algo que suele suceder, por eso siempre es bueno tener un plan B, un itinerario alternativo, ¿has probado en hacerte uno para casos como estos?”.  Cybill sabía que la razón por la cual su alumna era tan inflexible consigo misma estaba enraizada en una parte profunda de su pasado, y si bien no era de su incumbencia intervenir en lugares donde no había sido llamada, sabía también que al menos podía hacer algo por la Charlotte del presente. Por lo mismo, siempre intentaba deslizar un consejo o alguna observación que, considerando la confianza que ambas habían construido durante el semestre, estaba bastante segura que la muchacha tendría en cuenta.  “Mira, no te voy a mentir”,  la contestación a la pregunta contraria inició mezclada con una tenue risa .  “Los cierres de semestre son siempre agotadores, ¿pero sabes? Vale la pena, la verdad… Por ustedes”.  Explicó con simpleza, encogiéndose de hombros en un gesto que si bien no buscaba quitarle la importancia a lo dicho en lo absoluto, sí quería despreocupar a la joven a su lado. Al fin y al cabo, había sido honesta: por muy agotador que fuese, valía cada una de las penas que se vivían en estas dos semanas del infierno en que no era ella quien lo pasaba peor.  “Wow, espera, ¿de verdad lo tienen listo?”.  La sorpresa ante la respuesta ajena fue evidente.  “¿Y así y todo te estás castigando porque te has atrasado un poco con tu tesis?”.  Inquirió con la incredulidad viva en su voz, expresión que mutó lentamente en una sonrisa divertida acompañada de una lenta negación de cabeza.  “Tú eres admirable, jovencita. Deja de torturarte, por favor, que lo estás haciendo mucho mejor que el promedio de tus pares”.  Y aquello era un hecho, no era algo que simplemente decía por favoritismos. Suspirando resignada, asintió lentamente antes de volver a responderle a la joven de manera verbal.  “Sí, subiremos, pero no te preocupes, estoy bien; no traigo tantas cosas tampoco. Vamos, sígueme”.  Le indicó con un suave gesto de su cabeza para que la acompañara escaleras arriba hasta su oficina, la que se encontraba justo al costado izquierdo de la corta escalera que subían. Abriendo la puerta en cuyo cristal laminado se podía leer ‘Dr. Cybill Kahnwald’ en una Helvética bien trabajada, depositó su parte de las hojas sobre el escritorio antes de rodearlo.  “Adelante, Charlotte, con confianza. Puedes dejar todo sobre los mismos papeles”.  Señaló con un vago gesto de su mano mientras hurgaba en su escritorio en busca de lo que tenía que llevarse a casa.
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No supo qué responder. Charlie jamás se había hecho un “plan B” en toda su historia académica. Por lo general cuando algo en su calendario se postergaba o alargaba más de lo que tenía inicialmente considerado, se ponía ansiosa y se quejaba de ser tan desorganizada antes de tomarse cinco latas de Monster Energy para trabajar a fondo en todo lo que considerase necesario para volver a estar a tiempo—claro que Cybill no tenía por qué saber todo aquello, especialmente cuando las cosas que su profesora se decidía a compartir con ella no eran sino destellos de luz que sólo confirmaban cuán maravillosa persona era realmente. Los profesores como Cybill eran escasos hoy en día, y era por eso mismo que Charlie la quería tanto. Más allá de qué tan hermosa fuera físicamente o qué tan talentosa fuera en su manera de enseñar, el genuino interés que tenía por sus alumnos, cuánto se notaba que adoraba trascender—y no por querer fama—sino por crear una diferencia en una mente joven, era más que suficiente para hacer que el corazón de Charlie latiera a mil por hora, embelesada por la clase de mujer que era Cybill Kahnwald. Claro que... Eso tampoco lo diría nunca en voz alta. “Sí... Empecé a trabajarlo desde que... Uh,” carraspeó, recordando el caótico inicio en sus clases con Cybill (que sinceramente esperaba que su maestra hubiera borrado de su memoria por amor a la poca dignidad que aún le quedaba en el cuerpo a la pobre tonta de Charlie Brown). “Desde que tuve el temario.” Se decidió por responder, mirando fijamente a los papeles que sostenía para no desviarse hacia Cybill. “Y nah, no creo que esté haciendo nada extraordinario, es cuestión de organización y mucho impulso por mantener mi beca intacta. ¿Ha oído hablar de João Teixeira? Ese sí que es un alumno estrella. Entró dos generaciones después que yo y es tan jodidamente brillante—” hizo una mueca mientras que subía las escaleras. “Lo siento, no quería decir una mala palabra, pero es tan asombroso que su carrera de seis años la terminó en dos y está por concluir su doctorado en tiempo récord. Leí su tesis de graduación y está... ¡Uf!” Una vez dentro de la oficina, dejó las carpetas y papeles sobre el escritorio de Cybill, cuidadosa de no hacer un desastre, porque jamás se lo perdonaría si le ocasionaba un problema a la señorita Kahnwald especialmente ahora que se encontraba tan cansada y después de que se aseguró que nada caería de aquella gran torre, se volvió a ella con una pequeña sonrisa. “¿En qué más le ayudo?”
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗲𝗹𝘀𝗮 ♡
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Para su fortuna, lograr que Isabela la siguiera no le tomó tanto trabajo ni estuvo tan plagado de esa intensa actitud que tanto la desasosegaba como había esperado, por lo cual, cuando la vio acercarse a Gerd tan mansamente como el propio caballo, exhaló con un alivio que no sabía muy bien por qué lo estaba sintiendo. ¿Qué tenía de malo que Isabela tuviese tanto desplante y desconociera el espacio personal?  Anna era, más o menos, un poco de lo mismo. Ahora, era cierto que Anna era su hermana a la que estaba más que acostumbrada, ¿pero aquello no debió prepararla para encontrarse con alguien similar? No, algo pasaba con Isabela que la hacía sentir de esta forma, con el estómago en la garganta y un cosquilleo entre las costillas difícil de nombrar. Sin embargo, no tenía tiempo ahora mismo para detenerse en ello, ya lo pensaría, tal vez, antes de dormir. En este momento, debía aprovechar que comenzaba a recuperar un poco de control para comportarse con normalidad y conocer a su improvisada invitada.  “Me alegra que mi creencia sobre el pueblo y su gente no sea sólo mía y que hayas podido comprobarlo por ti misma”,  comentó con un halo de orgullo, una sensación que nunca antes había experimentado de esta manera, considerando que Isabela era la primera persona externa a Arendelle que conocía en su vida.  “¿Dónde queda Salento?”.  Inquirió entonces, dándose cuenta de que no le había preguntado sus orígenes a la joven y sonrió con un halo de diversión al escuchar el uso de la palabra ‘calidez’ para describir a Arendelle. Suponía que aquella cualidad, muchas veces, nada tenía que ver con el clima.  “Pues mira”,  comenzó al escuchar a Isabela comentar sus ganas de extender su estadía y, asegurándose de que estuviera bien acomodada sobre Gerd, jaló sutilmente de las riendas para instar al caballo a que avanzara.  “Si luego de conocer el pueblo decides quedarte, no hay ningún problema. Seguro encontraremos algún lugar donde puedas dormir, tener tu espacio y ese tipo de cosas”.  Aseguró, aumentando la velocidad de sus pasos por el sendero mientras bajaba levemente la cabeza para ocultar la sonrisa que la idea de que Isabela se quedara un tiempo más le había plasmado en el rostro.  “¿Te parece esa una buena idea?”.
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Guiado por Elsa, Gerd parecía ir mucho más tranquilo. El dulce caballo caminaba a paso lento, relinchando cada tanto para llamar la atención, pero ultimadamente manteniéndose atento al camino que Elsa parecía conocer con experticia. Isabela se preguntó si acaso sería porque, como ya se lo había platicado, la muchacha había crecido toda su vida en Arendelle, o si se trataría de algo más allá—su abuela siempre se lo decía tanto a ella como a sus hermanas y primos: “Sin importar qué tan bien conozcas tu hogar, un bosque siempre te puede perder.” La abuela Alma siempre decía que sólo una persona completa y totalmente entregada a la naturaleza era bendecida con el don de no perderse entre maleza y altos árboles... Elsa parecía ser esa persona. Y no lo decía únicamente porque la encontrara sumamente atractiva, sino que había algo en ella, en su aura, que destellaba con una magia singular. (También era necesario decir que, bueno... Elsa había llegado hasta ella montada en un caballo... De agua. Así que los elementos mágicos claramente estaban allí, sólo habría que investigar qué tanto). “Muy, pero muy lejos de aquí.” Respondió entonces, la voz de Elsa sacándola de sus pensamientos. “Está en Colombia, es un poblado pequeño. Muy como tú, yo nací, crecí y me pasé casi toda la vida allí. El pueblo es algo así como... Una reliquia familiar. Es una historia muy larga y complicada de contar en tan poco tiempo, pero si encontramos un lugar en donde pueda quedarme y estás dispuesta a escucharla, entonces estaré más que encantada de compartirla contigo.” Quizá incluso de esa manera, Isabela podría saciar su propia curiosidad. ¿Cómo iba aquel dicho famoso? ¿Un ojo por un ojo? Claro que el contexto aquí era completamente distinto, pero aún así se entendía (o al menos en su cabeza sí). “Lo que sí debo hacer es enviar una carta a casa para avisarles que quizá estaré aquí más tiempo del que tenía originalmente planeado. Verás, Elsa... Estoy, o estaba, en algo así como un viaje de sabático. Visité muchísimos lugares por todo el mundo y Arendelle se suponía era mi última parada. Seguro que mi familia está esperando que regrese pronto, y si no lo hago...” Se mordió el interior de la mejilla pensando en la paranoia en la que su familia se vería sumida si no escuchaban de ella y cómo forzarían al pobre de Bruno a generar una visión para que después fuera malinterpretada y todo se volviera un caos. Un escalofrío la recorrió entera—en definitiva debía escribir una carta relatando lo sucedido cuanto antes. “Fuera de eso, no hay ningún problema en quedarme unos días más...”
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charliebrcwn · 2 years ago
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𝗰𝘆𝗯𝗶𝗹𝗹 ♡
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Una suave ‘oh’ salió de forma casi imperceptible de los labios de Cybill al escuchar la razón por la cual Charlotte se encontraba a esas horas en el campus, pues ahora que lo mencionaba, tenía todo el sentido del mundo.  “¿Y cómo vas con eso?”.  Decidió preguntar al respecto, acercándose con sutileza a la muchacha que estiraba sus brazos hacia ella, preparada para recibir el resto de cosas que tendría que cargar todavía un buen trecho de camino. No obstante, Charlotte no parecía interesada en entregarle el material, lo que la confundió un poco hasta que las siguientes palabras que escuchó le aclararon el panorama.  “Oh, cariño, no—”.  En un principio quiso protestar, porque ya era tarde y la joven resultaba tener muchas cosas que hacer, mas conociéndola era muy difícil que le permitiera declinar su ayuda, ayuda que, Cybill no iba a mentir, le resultaba bastante tentadora en ese momento. Con un suspiro y un murmurado ‘está bien’, finalmente cedió a la silenciosa petición y colocó el resto de papeles sobre la pila que Charlotte cargaba.  “Pues yo iba para mi oficina”,  respondió con media sonrisa, iniciando el camino en dicha dirección a paso tranquilo y dejó ir una carcajada suave y corta, pero divertida ante la aclaración contraria. Era entrañable  ( y a la vez un tanto triste )  como su alumna siempre se sobre-explicaba para no ser malinterpretada.  “Tranquila, entendí la intención de la pregunta, Charlotte. Estoy aquí un poco por las mismas razones que tú: final de semestre”,  la aclaración fue otorgada manteniendo la tranquila sonrisa en su semblante que solía también suavizar su mirada.  “En especial porque la mayoría de ustedes está muy ansioso, tienen más dudas de lo normal y necesitan más ayuda de lo normal. Por lo general hago esto cada semestre: no agendo citas y pido días libres de paga tanto en el hospital como en la clínica para enfocarme en estar aquí. El tiempo en que no atiendo estudiantes me sirve para adelantar revisiones o para corregir borradores que me llegan al correo”.  Era un trabajo pesado, no lo iba a negar, solía llegar agotada a casa después de cada jornada y lo que más solía ocupar era su energía emocional, pues el estrés era considerable en estas situaciones.  “Por cierto, ¿cómo van ustedes con el encargo de mi clase?”.  Consultó entonces, recordando que su alumna estrella, como era de esperarse, realizaría el trabajo con Roger y Baker, sus compañeros también de equipo.
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No pudo evitar soltar un sonido de molestia ante la pregunta de su profesora, pero rápidamente se dispuso a explicar, porque lo que menos quería era que Cybill la creyera maleducada. “No tan bien como quisiera. Apenas voy con la primera parte, y según el calendario que me había hecho, ya debería ir al menos por la mitad. Quiero terminarla antes de que termine el año escolar porque quiero tener todo en orden para cuando me gradúe.” Diligente, y sin siquiera pestañear por el peso en sus brazos, siguió a Cybill lo suficientemente de cerca como para que su profesora pudiera escucharla, pero tomando distancia para no perderse en su perfume (que lamentablemente a este punto reconocía demasiado bien y continuaba causándole estragos a la hora de dormir). “Vaya...” Suspiró sorprendida, pero más que nada con admiración al escucharla. ¿Cómo era posible que una persona fuera tan insanamente talentosa en todas las áreas de su vida? ¿Cómo era que Cybill sobresalía sin aparente esfuerzo? ¿Cómo era que brillaba tan fuerte y no deslumbraba a todos a su alrededor? Más importante que otra cosa... ¿Cómo podía Charlie no estar completa y totalmente embelesada por ella cuando su atractivo físico no era lo único que la hacía ser bellísima, sino también su extremo talento? “La encuentro... Admirable.” E incluso así, la palabra no alcanzaba a describir qué tanto sentía por ella realmente. “No me imagino que sea fácil, tiene que estar agotada, ¿o no? Debería ir a casa a descansar. No es bueno que se fuerce a tanto en un sólo día.” Ahora que Cybill le había compartido su rutina, Charlie no quedaría del todo tranquila hasta que se asegurara de que se fuese del campus con rumbo a su casa, al menos esta noche que había tenido la fortuna (o mala suerte) de encontrársela. Cybill merecía un respiro. “Ah, lo terminé hace un mes, más o menos.” Comentó entonces, encogiéndose de hombros. “De hecho todos mis trabajos para el fin de este semestre los terminé desde hace tiempo, así me enfoco únicamente en mi tesis. Obviamente debo revisar el formato y que toda la bibliografía que ocupamos esté en orden, pero está básicamente listo para ser entregado. ¿Vamos a subir las escaleras?” Preguntó cuando llegaron al final del pasillo, mismo que tenía unas escaleras que daban a las oficinas de los catedráticos. “¿Segura que no quiere darme su bolso o algo así? En serio que no me pesa.” 
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