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celaenainteractions · 5 months ago
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Clary no recordaba cuando había sido la última vez que había dormido más de 6 horas seguidas. No se quejaba, amaba ese estilo de vida desde que lo había descubierto, pero en esos momentos recostarse de forma horizontal parecía un sueño bastante lejano. No sabía cómo, pero de alguna manera lograba estar sentada sin perder el equilibrio, con la vista fija en sus armas que apestaban a icor y a trozos de demonio pegoteados que sabía, dificultaría su trabajo si tuviesen que salir nuevamente. Por fortuna Jace estaba a su lado, concentrado en su tarea e indicándole la forma más rápida y eficiente de poder limpiarlas a tiempo, pero gruñía por la dificultad en aquellas manos pequeñas.
La presencia de Izzie llamó su atención de inmediato. Olía a shampoo y a su perfume favorito que ya conocía de memoria y se odió así misma por no ocurrírsele el hacer lo mismo. Su cabello lucía sin vida y alborotado por todos lados, así que simplemente suspiró al ver la taza de café frente a ella. Dejó lo que tenía en su mano a un lado y bebió de aquel líquido caliente que le servía para llenar sus entrañas.
—Gracias, es sorprendente que te quedara tan rico el café… o ya perdí el gusto por el hambre.
Bromeó tratando de darle un poquito de ánimo al ambiente, pero cuando vio que Izzie simplemente la miraba, puso los ojos en blanco y se concentró en terminarse el café. Cuando ella empezó a explicar lo del mensaje, se concentró y asintió ante sus palabras.
— Vale, vale. Eso no me parece para nada casualidad, ¿no? ¿Hay algo que podamos hacer? Supongo que no podemos desaprovechar la oportunidad. Jace estaba a su lado pensativo, podía imaginar ese cerebro con total movimiento mientras analizaba las Líneas Ley en la pantalla que Izzie había enseñado.
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“LOOKING FOR THE ORIGIN.” /WITH @celaenainteractions
​[ NUEVA YORK – 04 DE AGOSTO DE 2021 ]
Las últimas semanas habían estado llenas de trabajo por Nueva York y aunque aquel detalle no era una novedad, el tener poco personal había provocado que la fatiga entre los cazadores fuera enorme, incluso con el uso de las runas que alargaban un poco más las horas de jornada de trabajo contra los demonios que parecían salir de un agujero completamente abierto desde el infierno. Había dejado de contar las veces que habían salido durante el par de días porque los casos y llamadas se habían multiplicado demasiado en las últimas horas.
Isabelle se había tomado un tiempo para recuperar energía y darse una buena ducha, el icor de demonio era realmente asqueroso y necesitaba quitarse los restos que habían quedado en su cabello. Aquella tarea le había tomado un buen rato pero se sentía orgullosa que sus cabellos estuvieran sedosos nuevamente. Fue hasta la cocina en la cuál todos compartían y sirvió tres vasos grandes de café; Jace se encontraba frente a la gran pantalla evaluando las direcciones de los últimos casos para encontrar un punto en común y Clary estaba limpiando sus dos armas favoritas que así como su cabello, estaban pegados en el filoso cuchillo.
— Tomen esto antes que nos vuelvan a llamar — Le dejó a su hermano una taza sobre el escritorio y luego se acercó a Clary para hacer lo mismo sobre el gran mesón dónde reposaba los líquidos de limpieza junto a las armas usadas. Izzie nunca se deshacía de su látigo y yacía en su cómoda muñeca, perfectamente pulida.
El sonido de su celular sonó, avisando de la llegada de un mensaje y bebiendo un poco de su café revisó a que se debía. Por la hora debía ser importante, era de madrugada y la gente que no estaba metida en esa clase de cosas estaba durmiendo. — He recibido noticias del brujo de Brooklyn — Soltó acercándose a una de las pantallas para apuntar en la sección de Lineas Ley que tenían allí bien añadido a su tecnología junto con la ciudad sobre ésta. 
— Mira Clary, los lugares que han sido atacados hoy justo están en las zonas dónde hay gran convergencia de energía. — Le decía recibiendo varias notificaciones de cuerpos llegando al Centro.
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celaenainteractions · 1 year ago
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“𝐀𝐍𝐈𝐌𝐀𝐆𝐎𝐒.” /WITH @fantasyofauraline
Las clases durante el tercer año estaban en pleno apogeo en Hogwarts y si bien la exigencia era mucho más alta en todas las clases a diferencia de años anteriores, Liv no hacía más que pensar en ese objetivo que había tenido desde pequeña: convertirse en un animago. Ya estaba en el año necesario y más o menos entendía los conceptos básicos de las clases que lo requerían (y un poco más que eso, pues tenía claro que debía tener grandes aptitudes para transformaciones y pociones). ¿Por qué debería esperar?    Tenía tan solo cinco años cuando se había enterado de que su padre era capaz de convertirse en un lobo negro, pues era algo que siempre mencionaba en las cenas a su madre y parecía muy feliz cada vez que se perdía por los aires, según él. Ella deseaba lo mismo: ser libre, pero se entristeció al descubrir que debía esperar primero la carta de aceptación de Hogwarts, estudiar y prepararse, pero allí estaba, más lista que nunca.    Durante algunas semanas estuvo en la biblioteca con la nariz metida en los libros para investigar todo lo posible del proceso. Por supuesto que la opción de preguntarle a su padre era viable, pero no quería deberle nada y mucho menos si todo salía con éxito. ¿Qué pasaba si todo se descontrolaba? No podría con tanta decepción y más encima sumada a la de sus padres. Si bien se consideraba apta para pociones, seguía sintiéndose muy insegura en el área de transformaciones y fue allí que se le vino a la cabeza la última opción que podría imaginar, pero en esos momentos más le valía guardar el orgullo para salir victoriosa.     No se podría decir que era exactamente considerada una más en el grupo de Slytherin. La toleraban, claramente, eran muy parecidos a ellos en todo sentido, pero todos tenían claro sus caminos y vivían su día a día pensando en cada uno. No se quejaba de ello, al contrario, se sentía orgullosa de la casa de donde provenía.   Fue cuando vio a lo lejos a una chica que en múltiples ocasiones había sido amable con ella, mucho más de lo que muchas veces lo había merecido. Ayleen Mikaelson era una chica tímida, pero que todos sabían que ocultaba una valentía y personalidad única. También eran similares en muchos sentidos, con la diferencia de que ella era cruel y aquella chica amable o al menos la mayoría del tiempo y cuando no se metían en sus asuntos. Además, era una de las mejores estudiantes en la clase de transformaciones.    Se acercó sigilosamente por detrás mientras la morena estaba pegada en un libro que parecía ser eterno. Todo a su alrededor estaba en silencio, pues claro, así eran las bibliotecas.     —Hey... hola. —le dijo con un tono de voz más bajo para evitar que las regañaran o más bien, que otros que pudieran estar allí las escucharan. Llevaba en la mano un libro que era básicamente una biblia acerca de las transformaciones de animagos, así que era bastante obvio su intención.     
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